lunes, 30 de mayo de 2016

LOST IN TRANSLATION: "¡HEY, CHICOS! ¡GEKIGA!" PARTE 3 DE 8, por Bill Randall.

Artículo aparecido en The Comics Journal nº 244 y 245 (2002). Traducido por Frog2000. Parte 1, parte 2.

Sin embargo, al igual que ocurre con la mayoría de artistas de comix underground americanos Tatsumi no será tanto recordado por sus creaciones como por lo que fueron capaces de poner en marcha. El trabajo de Tatsumi pavimentó el camino para las siguientes generaciones de artistas que quisieron explorar temas más oscuros y relevantes para cualquier lector mayor de doce años. Tezuka acometió cambios parecidos, pero a diferencia de los autores gekiga, su alejamiento de los cómics para jóvenes nunca se llegó a completar del todo. Incluso sus obras más "serias" como Fénix y Adolf dependen de su "star system" de personajes habitual, y el autor los sigue utilizando como un fin en sí mismos, además de sus típicos gags visuales y los estilos artísticos que fue desarrollando en la mayoría de sus trabajos más lúdicos. Sin embargo, los autores que aparecieron después de Tatsumi fueron capaces de operar de una forma totalmente "seria", divorciándose por completo de la noción de que los cómics debían ser realizados como entretenimiento para niños. Eso no significa que renegasen de estéticas humorísticas o más "cartoon", sino que ideaban sus obras con cierta tonalidad diferente. En su mayor parte, la fuerza bruta de las últimas obras de Tezuka surge de la fricción que se produce entre sus temas humanistas y metafísicos y sus personajes de diseño redondeado y encantador, muy parecidos a los que Crumb desplegó en sus primeros trabajos, aunque en este último la frustración sexual ocupase el lugar de lo metafísico. Por otro lado, esta fricción estilística no es tan evidente en los tres autores de los que hablaré a continuación. En su lugar sus estilos de dibujo son más auto-conscientes y el efecto que provocan no surge por el impacto causado por violar las convenciones sexuales de la infancia, sino por otros motivos bastante diferentes. 
SUNSET

La primera de estas obras es claramente una secuela del trabajo realizado por Tatsumi en los cincuenta. Yonchome no Yuuhi, de Hajime Yamano, cuenta la tragedia de la vida de las familias de clase trabajadora de Japón. Se serializó originalmente a principios de los ochenta, aunque no estoy muy seguro de la fecha exacta, pero en la contraportada se avisa de lo siguiente: "¡Si no te lees este tomo, nunca podrás hablar de la Era de los cómics underground de los ochenta con propiedad!". La obra sería reeditada en 1999. El título significa literalmente "El ocaso [sunset] de los cuatro bloques de la ciudad", donde "bloque" es el equivalente a una calle. Pero de aquí en adelante, sencillamente denominaré la obra como "Sunset". El título posee las connotaciones propias de un juego de palabras homofónico, porque en su idioma original reemplaza el término "yon" por "shi", que significan "cuatro" y "muerte" respectivamente, además de aludir a las connotaciones nacionalistas relacionadas con el sol. La primera página muestra a un vendedor de tofu montado en bicicleta que se dirige hacia la puesta de sol, y Yamano utiliza frecuentemente en sus fondos el hinomaru o "sol naciente" de la bandera japonesa. La bandera ha seguido generando controversia hasta la actualidad debido a las reminiscencias nacionalistas relacionadas con la Guerra. Al igual que ocurre con las preocupaciones sociales de Tatsumi, seguramente Yamano incluye todas estas asociaciones con toda la intención. Sus entornos urbanos cada vez más deprimidos recuerdan en gran medida las descripciones de la sofocante ciudad propias de Tatsumi.

En Sunset Yamano confecciona una narrativa naturalista que de vez en cuando hace incursiones en el cómic más grotesco y transgresor. Su estilo artístico tiene trazas de realismo estilizado. Aunque los personajes están dibujados con toda la simplificación del dibujo humorístico, la verdad es que no muestran la simbólica taquigrafía del manga destinado a los lectores más jóvenes. Son reconociblemente japoneses, y su entorno despide una atmósfera palpable e identificable. Al evitar el aspecto manufacturado que suele presentar el producto realizado por un equipo de asistentes, los fondos poseen una tangibilidad que no suele ser común en las páginas de GARO. Los entornos por los que se desenvuelven los personajes parecen reales. Más aún, los diseños de los personajes son los suficientemente cartoon como para que al lector le resulte dificultoso, aunque no imposible, seguir las difíciles pruebas que les depara el destino.

La historia narra la vida de Takeshi Bessho, un joven cuya familia trabaja en una pequeña imprenta mientras él acude al colegio con la esperanza de que los exámenes para entrar en la Universidad le salgan a pedir de boca y pueda así hacerse un hueco en el mundo. Sin embargo, una cita con Kyoko, la chica de la que está enamorado, provocará problemas inesperados al obligarle a hacer frente a un bosozoku, la versión japonesa de una pandilla de motoristas. El grupo empezará a pegarle una paliza hasta que su amigo Tachibana aparece de la nada y literalmente les compra la vida de Takeshi ofreciéndoles dinero para que la banda le deje en paz. Tachibana salvará de esa forma a Takeshi y a la chica. Al volver a casa y mientras la madre de Takeshi se encuentra incinerando basura, un aerosol explota causándola graves daños. En el hospital, el padre, con el corazón destrozado, le dice a su hijo que de alguna forma tendrá que hacerse cargo del negocio y que deberá olvidarse de sus intenciones de acudir a la Universidad. De todas formas el padre parece que solo está hablando por hablar. Al día siguiente morirá grotescamente en un extraño accidente en la imprenta. En el funeral, Takeshi descubrirá que su madre ha fallecido y que no tiene dinero para hacer frente a las facturas que se le vienen encima. Takeshi tendrá que dejar la escuela y entrar en la fábrica a trabajar como obrero, ingresando en la clase social de la que su padre intentó escapar durante 28 años de trabajo en la imprenta.

Pasarán dos años y veremos a Takeshi convertido en el cabeza de familia, completamente dedicado a proporcionar sustento a sus hermanos. Kyoko nunca le devuelve las llamadas porque se ha convertido en un sucio trabajador y en su lugar ha empezado a salir con el adinerado y aseado Takeshi. Al final todos estos infortunios serán demasiado para Takeshi, que terminará estallando. La segunda parte del tomo consiste en las crecientes presiones para encajar en el trabajo de la fábrica y hacer frente a la tosquedad de sus compañeros y al ambiente que le rodea. El protagonista empezará a reaccionar de forma extraña en su compañía y a aislarse cada vez más, hasta que empieza a volverse loco. Entonces escapará a las alcantarillas, donde construirá un pequeño refugio donde esconde los recuerdos que le quedan de su familia. En un pasaje particularmente lírico verá en un reflejo de las aguas de la alcantarilla cómo habría sido su vida si hubiese cumplido todas sus antiguas esperanzas. Poco tiempo después un enajenado con un hacha irrumpirá en la casa donde están celebrando el cumpleaños de su hermano Hideki. Después de ver cómo asesinan a toda su familia, Takeshi se vuelve completamente loco y asesina al homicida y a una pareja de transeúntes. Acabará encerrado y tratado por su locura durante treinta años. Una vez en libertad tendrá que ponerse a trabajar de nuevo, pero su nueva vida seguirá siendo igual de patética. La viñeta final muestra a Takeshi alejándose y transmite cierto consuelo de una vida repleta de completos, irrevocables y definitivos fracasos.

(Continuará)

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