miércoles, 26 de octubre de 2016

LOST IN TRANSLATION: UN FESTÍN NATURAL, "NASU" DE IOU KURODA (PARTE 1 DE 4)

Artículo de Bill Randall aparecido originalmente en The Comics Journal 258 (2004). Traducido por Félix Frog2000.

Un granjero se da cuenta de que tiene algo entre los dientes mientras trabaja en el campo. Como ya ha recogido berenjenas suficientes, decide tomarse un respiro. Tras tumbarse en la parte trasera de su furgoneta se enciende un cigarrillo y abre un libro. Un vecino pasa a su lado montado en una pequeña bicicleta y le pregunta: "¿Qué es esto? ¿Estás trabajando en el campo o leyendo?" El labriego le saluda y nada más. Está tan absorbido por el libro que casi ni se ha dado cuenta de la pregunta hasta que su vecino acelera y se marcha enfadado. A continuación, Takama (el granjero) conduce hasta su casa para dejar la furgoneta en el garaje. Takama no parece estar afectado por la actitud de su vecino, tan solo le parece raro que alguien no entienda que cuando estás trabajando es lícito descansar un momento. Que puedes detenerte de vez en cuando. Probablemente sea lo mejor del trabajo.

Este tipo de instantáneas se pueden encontrar por todo "Nasu", la hermosa serie de historias de Iou Kuroda sobre la vida cotidiana. No sé si estos personajes irán almacenando esos momentos (una boda o la visita a un grupo de amigos aficionados al cine) como recuerdos para toda la vida, y tampoco sé si uno de sus días diferirá mucho del siguiente, pero Kuroda se centra en los pequeños lapsos que transcurren a lo largo de cada día y que conforman una vida entera. Algunas veces estas vivencias los conducen a afrontar situaciones extraordinarias, como cuando Takama abre la puerta de su garaje para aparcar su coche y descubre a dos fugitivos escondidos en el interior, pero por lo general las historias giran en torno a un viaje a última hora de la tarde para ir a comprar a la frutería o muestran a alguien jugando a un vídeo-juego. Tampoco es que importe mucho cuál es el evento que se retrata, porque Kuroda pone una cuidadosa atención en el detalle, tan documentada como lírica. Es más, en la obra se percibe un verdadero instinto narrativo, siendo capaz de lograr que los objetos mundanos muestren perfectamente las habilidades para el dibujo del autor. 

Porque ha sido gracias a su considerable destreza que Kuroda se ha convertido en uno de los más excitantes talentos de la generación de artistas japoneses de cómic más joven. Nacido en 1971, Kuroda hizo su debut en 1993 ganando el Autumn Contest Grand Prize del Monthly Afternoon, la antología de Kodansha. Desde entonces ha seguido publicando de forma frecuente. Sus más recientes trabajos, "Sexy Voice and Robo", ganaron el Gran Premio del Manga de 2002 otorgado en el Media Arts Festivalpatrocinado por la Embajada de Actividades Culturales. Los reconocimientos de este tipo parecen perseguir una y otra vez al autor, y él ha sido capaz de construirse una reputación siendo todavía muy joven. Por ejemplo, en la World Cup de la revista Error su obra apareció junto a la de otros artistas como Katsuhiro Otomo, François Schuiten, Frédéric Boilet, Taiyo Matsumoto y Jiro Taniguchi. Además, una de las historias cortas de su serie "Nasu" titulada "Andalusian Summer", ha sido adaptada hace poco por el estudio de Anime Madhouse bajo la dirección de Kitaro Kosaku, el director de animación de "La Princesa Mononoke" [1997] y "El viaje de Chihiro" [2002]. Hay pocos artistas cuya labor fuera de géneros fácilmente comercializables como la ciencia ficción y la fantasía romántica puedan ver sus obras convertidas en películas, pero menos aún son los que consiguen que se estrenen en un festival de cine. "Andalusian Summer" lo hizo en La Quincena de Realizadores de Cannes en 2003, uno de los pocos filmes de animación que lo han conseguido. Por si toda esta validación comercial no fuese suficiente, Kuroda también ha sido objeto de respeto fuera de los mundillos de los cómics y la animación autóctonos. Cuando la Japan Foundation Asian Center seleccionó a los artistas que representarían a Japón en una exhibición de cómic oriental por el extranjero, él fue uno de los tres dibujantes escogidos. Como solo once artistas fueron seleccionados para representar el vasto panorama del cómic asiático, se puede decir que fue algo que otorgó a Kuroda de mayor pedigrí.

Sin embargo, Kuroda sigue siendo casi completamente desconocido en Occidente. La única traducción al inglés de sus cómics ha hecho aparición en la oscura antología de Kodansha titulada Manga Surprise, y desafortunadamente tan solo fueron unas pocas páginas. Por fortuna, sé que esta situación va a cambiar en breve. Y no es para menos. Su obra se compone de un fascinante híbrido de historias naturalistas al servicio de sus personajes y un dinamismo visual muy energético. En la obra de Kuroda también se pueden encontrar muchos de los placeres que proporcionan los seriales del manga más popular, como los entornos confortables y los personajes familiares, pero además deja espacio para la reflexión y la poesía. Después de todo, su personaje estrella es un granjero que también es un ratón de biblioteca, del tipo que probablemente podría darle una paliza a Wendell Berry. Aunque todavía no he podido leer un análisis sobre las potenciales ganancias que pueden tener los cómics ambientados en el campo, creo firmemente que nos encontramos ante otro Ghost In The Shell. La verdad es que los editores deberían tomar nota. Lo mejor de "Nasu" es que Kuroda consigue adaptar su temática a cualquier historia. Quizá esté utilizando la palabra "temática" de una forma bastante amplia, porque en realidad me quiero referir a algo tan poco significativo como las berenjenas del título ("Nasu" significa "berenjenas"). Las historias de la antología abarcan un buen número de lugares, géneros y estilos, siempre y cuando se muestre de forma prominente una berenjena. Sería lógico que dicho hilo conductor se convirtiese en todo un desastre (imagínate que la próxima antología de la Expo se basara en una temática tan limitada, con historias de cuatro o cinco páginas llenas de viñetas de vegetales), pero Kuroda no tiene que esforzarse demasiado para incluir estas cosas moradas. En lugar de convertirse en una limitación, parecen más un gancho comercial capaz de mantener feliz a su editor, y además las berenjenas no hacen aparición hasta la última página o como un simple cameo al estilo de los que hacía Alfred Hitchcock en sus películas.

(Continuará)

1 comentario:

jap0112 dijo...

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