miércoles, 21 de noviembre de 2018

LOST IN TRANSLATION: OÍDOS SORDOS. POESÍA, CÓMICS Y EL PROYECTO DE LA POETRY FOUNDATION, por Bill Randall (2 DE 2)

Artículo de Bill Randall para The Comics Journal nº 288 (2008). Traducción: Frog2000. Parte 1.

Mientras tanto (si es que se puede decir así), los cómics y la poesía existen en algún lugar entre los colaboradores. Está claro que los poetas no se han comunicado con los autores a los que han encargado trabajar con sus obras. En la primera entrega, Diane Wakoski se preguntaba por qué David Heatly había omitido la segunda mitad de su poema. No parecía muy contenta del resultado. Por supuesto, es difícil dejar un trabajo creativo en manos de otra persona, especialmente cuando se ha escrito originalmente sin la intención que le ha otorgado el sucesor.

El poema en cuestión, "Belly Dancer", se apoyaba tanto en su segunda mitad que me pregunto si Heatley incluso se lo ha llegado a leer entero. En cualquier caso, su cómic de una página parece atropellado. El dibujante ilustra los versos combinando "seda verde... cubriendo mi cuerpo" con una viñeta de color verde, y "ríe rígidamente" con una cara de sonrisa rígida. En lugar de la franca sexualidad de la segunda mitad del poema, dibuja a las mujeres como muñecas de papel recortado. El poema original ofrece poco más que una visión de la moralidad del momento, pero la adaptación de Heatley se deshace de ello.
El cómic de Heatley ejemplifica todos los defectos centrales de los que adolece el cómic: la tendencia a la ilustración. Texto narrativo, dibujo, texto narrativo, dibujo: es el equivalente en cómic a un poeta que lee monótonamente. Incluso la gran inteligencia formal de Paul Hornschemeier se ahoga al afrontar la autoridad del poema de Ted Kooser. Quizás la reputación del laureado poeta lo condicionase un poco, o quizá lo hicieron sus imágenes mundanas, ya que las "ondulaciones oxidadas" de la página vertical ya no se levantan del suelo, sino que se quedan inmóviles en la página. Los "grupos de risas brillantes" (las enredaderas), están representados como flores azules, dejando a un lado la metáfora del poema. Del mismo modo, la versión de Gabrielle Bell de los versos de Emily Dickinson la representa de pie sobre un esqueleto: "No era la muerte, porque yo me levanté / Y todos los muertos se tumbaron". Los hermosos dibujos de Bell necesitan el poema tan poco como el propio poema los necesita a ellos.
Las dos obras más exitosas son de Jeffrey Brown y Ron Regé. Brown contrapone "De la memoria y la distancia" de Russell Edson con una narración directa y silenciosa del nacimiento del primer hijo de una pareja. Funciona bien, pero al cambiar el poema por prosaicos textos de apoyo narrativos, Brown está respondiendo a la filosofía del poema, no a su forma. Regé, al igual que siempre, crea un cuadro de lirismo giratorio, apropiándose absolutamente del "The Snow is Deep in the Ground" de Kenneth Patchen. Pero sería capaz de hacer lo mismo con la lista de la compra. Sus dibujos, y esta obra funciona más como una serie de dibujos que como cómic, no iluminan el poema, sino que lo utilizan como un pretexto para demostrar su virtuosismo.

Puede que la Poetry Foundation tenga más cómics en marcha, pero espero que no sea así. Sin embargo, este lote nos hace reflexionar acerca de la "floración total" mencionada por Austin English, que defendía que los artistas habían empezado a pedir que la imagen hiciese el trabajo hasta ahora reservado para la historia y los personajes. He intentado encontrar una poesía en cómic que se apoye tanto en las palabras como en los dibujos.
¿Cómo, entonces, podría sonar la poesía? Al menos, como algo más que una simple banda sonora. George Herriman ofreció una posibilidad musical en Krazy Kat. La asombrosa rotulación de Dave Sim apunta otra, porque dibuja la tonalidad que escucha en las palabras de sus personajes, mientras que Warren Craghead ha colaborado con poetas de forma más exitosa en su obra "How to be Everywhere". Sus versos y dibujos fragmentados realmente interactúan entre sí a lo largo de toda la página.

No quiero agregar a estos tres ejemplos la gran cantidad de artistas jóvenes y sentimentales que tratan sus emociones como si fuesen sagradas y lo llaman poesía. Incluso el mejor de estos trabajos, "Adiós, Chunky Rice" (Astiberri), posee ciertos brotes visuales y sentimientos, pero no se centra particularmente en el idioma. Tan solo lo utiliza.

Para conseguir un verdadero florecimiento de la poesía en el cómic, deberíamos pedir que las palabras obtuviesen el mismo tratamiento que la imagen. Las obras ofrecidas por la Poetry Foundation utilizan escasamente el poema original, excepto como guión. Por el contrario, mi profesor James Baker Hall solía arengarnos en clase, implorándonos que encontrásemos palabras que no solo fuesen el literal de lo que estábamos intentando decir, sino que lo representasen: palabras que hiciesen lo que suenan, no que sean solo lo que son. Por lo que si podemos encontrar palabras que igualen la imagen en una obra artística en cómic, entonces la poesía en el cómic será digna de elogio. Hasta entonces, estaré en respetuoso desacuerdo con el señor English, y seguiré esperando con impaciencia el día en que se demuestre que estoy equivocado.

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