lunes, 15 de enero de 2018

ENTREVISTA CON DEBBIE DRECHSLER EN THE COMICS JOURNAL (PARTE 5 de 9)

Entrevista con Debbie Drechsler en The Comics Journal nº 249, 2002. Traducida por Frog2000. Parte 1parte 2parte 3, parte 4.

Groth: Bueno, era por hacerme una idea de cómo eran tus gustos o de cómo los fuiste desarrollando, o quizá quería saber dónde estabas en ese punto. Te gusta mucho la música...

Drechsler: Bueno, en cuanto al tema de la música, estuve una buena temporada escuchando únicamente música hecha por mujeres. [Groth se ríe]. Cuando algo me interesa de verdad, me meto a fondo, nunca me quedo a medio gas. Durante mucho tiempo estuve escuchando a Holly Near, Meg Christian, Chris Williamson... todas esas chicas. El caso es que me aburrí muy rápido. En realidad no es que me aburriese, sino que fue más en plan que pensé que no era para mí. Tenía un apetito voraz por la cultura... bueno, por la cultura pop. Tampoco quiero que parezca que soy una persona culta.

Groth: No quieres sonar como una esnob.

Drechsler: Bueno, no. Sencillamente no creo que sea una persona "culta". ¡Me gusta toda la cultura! Aunque es probable que el hecho de que esté haciendo cómics refleje perfectamente que no soy una persona culta. ¿De acuerdo? Creo que fue después de ingresar en la escuela de peluquería cuando empecé de nuevo a meterme en el mainstream.

Groth: ¿Cuáles eran el tipo de cosas que te afectaron de verdad, que realmente te atrajeron o te impresionaron? ¿Hubo alguna cosa específica que te marcase más que el resto?

Drechsler: Estoy intentando recodarlo. Quiero decir, de eso hace mucho tiempo, Gary.

Groth [risas]: Lo sé. Por eso te lo tengo que extraer como sea. Quiero que profundices más en tu memoria.

Drechsler: Tío, lo intento...

Groth: Supongo que fue en los setenta. Se estrenaron Easy Rider [Buscando mi destino, 1969], One Flew Over the Cuckoo´s Nest [Alguien voló sobre el nido del cuco, 1976], The Parallax View [El último testigo, 1974]...

Drechsler: Ok. Recuerdo que fui a ver "Alguien voló sobre el nido del cuco" y me impresionó mucho. Después de ver Easy Rider estuve deprimida toda una semana. Claramente me angustió un montón. Pero recuerdo haber visto la versión de Barbara Streisand de A Star is born [Ha nacido una estrella, 1976] justo después de "Alguién volo...", y que me encantó.
Groth: Seguro que te dejó deprimida otra semana entera.

Drechsler: Todavía no había visto ninguna otra versión, pero... bueno, me gustó mucho Barbara Streisand, especialmente en ese entonces. Creo que su actuación era poderosa, y en realidad la película logró mucho éxito, por lo que para mí fue como un modelo a seguir. Además, no era una cuestión de que fuese una chica de grandes curvas, porque no lo era. La película era escabrosa, pero aún así me gustó. También fui a ver "Alguien voló..." porque estaba en cartelera en ese momento, pero nunca la pondría en mi lista de películas seminales. Recuerdo otra que creo que se llamaba An unmarried woman [Una mujer descasada, 1978], de Jill Clayburg, que me pareció muy emocionante. Me gustaban mucho las películas antiguas y tuve la suerte de estar viviendo en Rochester, cerca del Teatro Dryden, que forma parte de la casa de George Eastman. Fue el fundador de Kodak. Allí proyectaban excelentes películas y solía ir mucho.

Groth: ¿Leías ficción?

Drechsler: En ese momento leía a Margaret Laurence, una autora canadiense. Intenté leer a Kate Miller, pero creo que estaba pasando por una mala racha. Leí a Dorothy Bryant, Selma Lagerloff, Iris Murdoch, Dorothy Sayers, Marge Piercy, Marilyn French, Alice Walker y Toni Morrison. También me gustaron John Irving y Thomas Hardy... eran mis lecturas clave.

MUDÁNDOSE A CALIFORNIA

Groth: Creo que antes habíamos llegado a la etapa posterior de conocer a Carl. Estabas trabajando para The Democratic Chronicle. ¿Cuándo dejaste ese periódico?

Drechsler: Un amigo me invitó a dar unas clases en Nuevo México y me dije: "¡Ya está! Me marcho a California ahora mismo". Así que decidí dejar mi trabajo y marcharme a dar clases, y luego pensé en mudarme a California.

Groth: ¿Qué atractivo tenía California?

Drechsler: Bueno, el verano del amor. Es lo que me decidió a mudarme a California. Me tomó un poco de tiempo procesarlo. Me sonaba como si fuera el paraíso. Estoy segura de que las cosas que lo hacían sonar como tal no tenían nada que ver con que en realidad fuese California, pero ¿sabes cuando se te queda una idea metida en la cabeza y luego simplemente no se marcha nunca? Tal vez solo tenía la necesidad de estar en otro lugar que no fuese donde estaba en ese momento.

Groth: Solo por retroceder por un segundo, ¿cómo era tu relación con tus padres cuando vivías en Rochester con veintantos, casi treinta?

Drechsler: Era extraña. Quiero decir, mis padres nos seguían diciendo lo cercanos que estábamos todos los unos de los otros y los creíamos, excepto que de alguna manera yo no lo hacía. Estaba incómoda. Claro que tenía una relación difícil con los dos.

De hecho, inicié terapia por primera vez hacia el final de mi etapa en Rochester, a principios de los ochenta. Fue porque mi relación con Carl se estaba empezando a desmoronar. La terapia pasó de centrarse en Carl a hacerlo en mis padres. Así que esa fue la primera vez que empecé a ser capaz de articular lo mal que me sentía con mi familia.

Groth: ¿Fue ese el primer indicio consciente de que había ocurrido algo bastante malo?

Drechsler: No. Recuerdo que de niña no era del todo feliz, porque sufría tremendas pesadillas de las que me despertaba gritando. Simplemente había algo que había suprimido de mis recuerdos.

Groth: ¿Crees que tu terapia en Rochester lo volvió a sacar a la luz? ¿Qué es lo que aprendiste sobre tu relación con tus padres y sobre ti misma?

Drechsler: Oh, tío... ¿Que puede que estuviese más allá de toda ayuda? Resultó bastante esclarecedor, pero responder al resto sería otra entrevista en sí misma. Se podría decir que si no hubiese ido a terapia, nunca podría haber hecho mis cómics. Al menos aprendí a intentar verme a mí misma y al mundo que me rodea sin ilusiones. En ese contexto, "intentar" es como una palabra operativa.

Groth: Así que te fuiste a Nuevo México y estuviste enseñando durante una época, para más tarde mudarte a California.

Drechsler: Sí. Por lo que básicamente en el verano del '86 atravesé el país, visité a varios amigos, estuve enseñando durante una semana en Nuevo México y me quedé otra semana con alguien que había estado en mi clase. De hecho, casi estuve a punto de quedarme en Santa Fe, pero luego me dije: "Bueno, no, tengo que ir a California. Si no me gusta siempre puedo volver".
Groth: ¿Te mudaste a Berkeley?

Drechsler: Si, fue donde me mudé primero, porque la única persona que conocía en California vivía allí.

Groth: ¿Cómo conociste a Richard Sala?

Drechsler: Ambos estábamos trabajando como freelancers para el Chronicle. Probablemente te esté hablando del '87. Había visto sus ilustraciones y me encantaban, así que cuando alguien nos presentó, me comporté como su mayor fan.

Groth: ¿Fue Richard quien te introdujo de nuevo en los cómics?

Drechsler: En realidad fueron Richard y Michael Dougan. Michael se puso en contacto conmigo para decirme que le gustaban mucho mis dibujos. Creo que incluso sabía que él había hecho cómics antes que Richard. Al menos en ese momento. Entonces los dos me empezaron a dar consejos.

Lo que más me sorprendió del trabajo de Richard fue que también había estado en Bellas Artes y creo que se ayudaba de ello en su obra. En cuanto al dibujo de Michael, para mí todavía se parecía más al de los cómics de siempre, pero contaba el tipo de historias que me gustaría hacer a mí. Las de Richard parecían como algo propio de Bellas Artes en el cómic. Al ver el material de los dos me dije: "¡Esto es genial! Me gustaría hacer algo parecido".
Groth: ¿Crees que tener a Richard como ejemplo hizo que te pareciese posible pasar de tu orientación en Bellas Artes al cómic?

Drechsler: En ese momento ya había renunciado a las Bellas Artes. Había estado trabajando para los periódicos durante varios años y estaba muy contenta: "Soy ilustradora. Esto es lo que mejor sé hacer. Es lo que más me gusta. Ya sabes, Bellas Artes, schmartz. Que le den al que no le guste. Puede que no me respeten mucho por hacer esto, pero bueno, puedo vivir con ello". Creo que fue más que tenía la idea apenas formada de querer combinar palabras e imágenes, pero pensaba que no era como un cómic. Me parecía que existía una distinción definitiva entre cómo la gente dibujaba cómics, especialmente los cómics de prensa, y la ilustración. Supongo que en el caso de los cómics más dramáticos no será así, pero para mí había como una especie de cómic gracioso en el que tienes que utilizar un tipo de papel más basto, como es el caso de Mickey Mouse, o lo que hacía Charles Schulz, algo como más iconográfico. No era lo que quería hacer. No me llegaba tanto. No es que pensara que era malo ni nada por el estilo, pero me parecía como que era más gracioso. Pero los dibujos de Richard no lo parecían. Su trabajo artístico se parecía al de los ilustradores. En cierto sentido, era menos iconográfico y más pictórico, funcionaba de la misma forma que los cómics. Me descubrió una posibilidad que no había sido capaz de ver antes.

Groth: ¿Te descubrió Richard algunos títulos?

Drechsler: Lo hizo. También me presentó a muchos autores del medio. Quiero decir, me llevó a una firma en Comic Relief del primer número de Twisted Sisters, así que conocí a Diane Noomin y a la mayoría de las mujeres de la escena, al menos las que vivían en Bay Area y que participaban en ese número. Así es como contacté con Diane y terminé haciendo una historia para el siguiente número de Twisted Sisters. Richard envió mi trabajo a Chris Oliveros [editor de Drawn & Quarterly], y Michael a Mike Gentile, del New York Press y a otras personas.

Después de ver las cosas que ambos estaban haciendo, Richard me llevó a Comic Relief y me dijo: "Esta es Julie Doucet y ese de ahí es Chester Brown", y me enseñó otro tipo de material. Así que me llevé a casa todos esos cómics y fue como "¡Whoa!" Me senté y empecé a intentar hacer algo parecido. Hice un montón que no se publicaron, luego el primero lo editaron en Drawn & Quarterly, "Going Steady". Después creo que empecé a intentar hacerlos en plan syndicate, esas tiras de cuatro viñetas.

Groth: ¿Tenías la idea de trabajar en algún semanario alternativo o algo así?

Drechsler: Claro. Y funcionó. Lo hizo. Empecé a publicar en el New York Press. Estuve como un año. Trabajé con Mike Gentile. Estoy bastante segura de que Michael Dougan le envió a Mike algunos cómics de muestra. Lo siguiente que supe es que ese tipo me llamó y me dijo: "Ok, puedes ser uno de nuestras artistas de cómic en el periódico". Fue como "¡Whoa!" Toda una suerte.

Groth: Creo que el material que hiciste para el New York Press es lo que finalmente se convirtió en el tomo "Daddy's Girl" [La muñequita de papá]. ¿No es cierto?

Drechsler: Más o menos. También se publicó en The Stranger como un año después de que saliese en el Press. En realidad, puede que se publicase en paralelo. Básicamente estuve con esa historia durante un año, pero me di cuenta de que esos periódicos no eran el lugar más apropiado para contar mis historias.

Groth: Has dicho que el material de "Daddy's Girl" fue "lo que me impulsó hacia el campo de los cómics". Y que sentiste que estabas dibujando ese material en un...

Drechsler: ...estado parecido al trance.
Groth: Sí. ¿Puedes describir por qué escogiste contar esas cosas?

Drechsler: Claro. Bueno, me mudé a Berkeley, estuve viviendo allí durante cuatro meses y luego me mudé a San Francisco, donde sufrí algo así como un ataque de pánico: empecé a tener pesadillas. Comencé a tener visiones perturbadoras, incluso estando despierta, y empecé a sentirme realmente deprimida. Al principio me dije: "Ok, es porque es un nuevo lugar, has pasado por una época de dificultades, bla, bla, bla". Entonces pensé, "Vale, tienes que volver a la terapia". Pero en realidad no quería, así que me dije: "Bueno, estoy en California, así que iré a ver a una vidente", y lo hice y ella fue quien me propuso la idea: "Bueno, tal vez estás intentando lidiar con un tema de incesto". Parte de mí se quedó en plan: "Oh, será imbécil. ¿Por qué me habrá dicho eso?", y otra parte me decía: "Puede que de repente tenga un lugar donde colocar todas estas pequeñas anomalías de mi vida". Me dijo: "Si quieres puedo darte el nombre de un terapeuta". Y recuerdo que la dije: "Está bien, si tengo que visitar a un terapeuta me parece bien, pero si al final lo que me pasa no está relacionado con el incesto, ¿me podrías seguir ayudando?". Me dijo: "Oh, por supuesto". Entonces empecé de nuevo a ver a una terapeuta. Me había olvidado del tema del incesto, así que alejarme de mis padres me hizo sentir lo suficientemente segura como para recordarlo. Puede que intentar no recordar las cosas fuese lo que hizo que no me alejase de mis padres durante todos esos años.

En cualquier caso, en ese momento estaba viviendo en Bay Area. Estaba intentando establecerme como ilustradora. Había conocido a Richard Sala y Michael Dougan, que hacían cómics. Iba a terapia para intentar lidiar con el incesto que había sufrido, y entonces todo empezó a encajar. No es que de repente me sentase y me pusiera a hacer el primer cómic con un objetivo en la cabeza, pero no tardé en empezar a pensar en mis años de adolescencia, probablemente porque había visto la obra de Lynda Barry. No estoy segura. ¿Quién sabe por qué suelen pasar las cosas? Lo que es interesante es que estoy segura de que la mayor parte del incesto no ocurrió en los años en los que transcurren mis cómics. Simplemente era más artístico hacer que en su mayor parte ocurriesen en ese momento. Quiero decir, las primeras cosas que dibujé, como "Visitantes en la noche", claramente eran apropiadas para esa época. Es una historia que está ambientada en el momento correcto, cuando iba a segundo curso. En realidad, creo que mis primeras historias tienen lugar cuando era más joven. Es una lástima que no tenga un diario para poder recordar por qué tomé las decisiones que tomé. De todos modos, en algún momento fue como: "No tengo otra opción. Este es el tema sobre el que tengo que escribir y no hay más opciones".
Groth: ¿Crees que cuando la vidente sacó a colación el tema del incesto fue la primera vez que te volviste apropiadamente consciente de ello?

Drechsler: Curiosamente creo que no. Ya te he comentado que en Rochester estuve acudiendo a una terapeuta. De hecho, incluso una vez la mencioné el tema. No recordaba bien lo que me había ocurrido, pero sí recuerdo que seguía entrando en librerías y comprando libros de ficción sobre el incesto. Sin saber por qué, me solía decir: "Oh, este libro parece interesante", y me lo llevaba a casa y comenzaba a leerlo, y entonces me daba cuenta de que trataba sobre el incesto. Era en plan: "Ok, esto se está poniendo verdaderamente extraño". Sencillamente, no sabía por qué solía escoger ese tema, y creo que la dije a la terapeuta algo al respecto, pero ella no hizo lo que tenía que haber hecho. No quiso tocar el tema e hizo todo lo posible para obviarlo, así que lo dejé pasar. En ese punto ya tenía bastante experiencia en intentar olvidarme de lo que había ocurrido. Así que cuando acudí a la vidente fue la primera vez que alguien más me dijo: "Bueno, creo que podrías haber experimentado un caso de incesto". En lugar de ser una idea extraña y enloquecida que correteaba por mi cabeza, alguien más me lo estaba corroborando. Por supuesto, solo era una vidente. Era una vidente, así que supongo que si hubiese querido, habría sido muy fácil desconfiar de ella, pero por alguna razón elegí no hacerlo.

(Continuará) 

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