miércoles, 26 de mayo de 2021

CINEMA PURGATORIO, EL OTRO ÚLTIMO HURRA DE ALAN MOORE, por Tom Shapira

Artículo de Tom Shapira para The Comics Journal, 2020. Traducción: Frog2000.

Alan Moore y Kevin O'Neill se despidieron del mundo de los cómics con su obra de 2019 "La Liga de los Hombres Extraordinarios: La Tempestad". Fue un cómic resplandeciente, aunque abiertamente elaborado. Este servidor también habló humildemente del mismo, junto con muchos otros (como Abhay Khosla), intentando aportar su granito de arena. Tenía sentido. Era la última obra de uno de los mejores y más importantes guionistas de este lado de la industria y de uno de sus dibujantes más estilosos. También es una obra con la frondosidad suficiente como para que se hable de ella.

Por supuesto, desde que se ha hecho mayor, a menudo muchas de las obras de Moore parecen dirigidas a académicos en lugar de al público lego. Es una tendencia que sencillamente se ha ido fortaleciendo a medida que nos adentramos en el siglo XXI, y además el autor dejó de depender de las opiniones de "la industria" o de preocuparse por ellas. Artísticamente, "La Tempestad" parecía genuinamente ajena a todo. Demandaba mucho de los lectores, dando posiblemente demasiado a cambio. Recuerdo que Ezra Pound comentaba sobre "Finnegans Wake": "Nada excepto una visión divina o una cura para la gonorrea podría justificar de ninguna manera semejante periferización circunvalante”. Por supuesto, "Finnegans Wake" no tenía a un Kevin O'Neill armando imágenes en 3D mientras retrataba el apocalipsis, así que creo que "La Tempestad" lleva ventaja en esa carrera en busca de la "visión divina".

Sin embargo, League of Extraordinary Gentlemen: the Tempest no es realmente el último trabajo en el mundo del cómic de Moore y O'Neill. En cuanto a fechas de publicación, hay otro proyecto de ese dúo en particular: la serie "Cinema Purgatorio", publicada en diecisiete capítulos [dieciocho] en su antología homónima. "Cinema Purgatorio" (la historia de Moore y O'Neill se titula igual que la antología donde se publicaron un conjunto de historietas variadas de otros guionistas), terminó solo dos meses antes del número final de "La Tempestad". Sin embargo, esta última fue la comidilla del medio, mientras que la primera solo provocó algunos rumores en los abrevaderos habituales del público lector.

Moore y O'Neill fueron capaces de eclipsarse a sí mismos: no se pueden tener dos cantos de cisne a la vez. También es bastante obvio por qué nadie tendría prisa por ver "Cinema Purgatorio" como una creación al estilo fin de era / götterdämmerung. Si nos fijamos en ella en términos de andamiaje e intenciones, parece una obra más ligera: es oscura ("La Tempestad" acarreaba con 20 años de publicación y una película terrible), y fue publicada dividida en una antología. ¿Algo más? "Cinema Purgatorio" la editó Avatar Press.

Ejemplo de uno de los títulos habituales de Avatar: "Dan The Unharmable".

Un apunte sobre Avatar Press: originalmente refugio de los degustadores de las ilustraciones categorizadas como "Bad Girls" a mediados de los 90, del tipo que incluso los lectores de Zenoscope mirarían con desprecio, Avatar desarrolló más tarde, durante los dosmiles, una nueva reputación para los catadores de un tipo diferente de contenido: el sangriento, sangrientísimo, el típico terror de "chico, la próxima persona que se suba al autobús te mirará y se pensará qué tipo de psicópata eres" (los libros de contenido sexy se empezaron a vender en la sub-empresa Boundless Comics). Sin embargo, no se trataba solo de títulos en plan "chico, la próxima persona que se suba al autobús te mirará y se pensará qué tipo de psicópata eres", sino de títulos del estilo de "chico, la próxima persona que se suba al autobús te mirará y se pensará qué tipo de psicópata eres" guionizados por gente como Garth Ennis y David Lapham, personas que el esforzado comprador de cómics de los jueves promedio no solo conoce, sino por las que en realidad siente algo de afecto. Gore de calidad, por así decirlo.

Avatar era el lugar donde estos respetados creadores podían dejar que su id tomara el timón. Se estableció una nueva categorización donde se metió a alguien más: Alan Moore. ¡Ni que decir tiene que fue un giro inesperado! Lo que comenzó siendo una serie de adaptaciones de antiguos textos que no eran cómics (ya sabes, como las novelas gráficas semi-semestrales de "La Lista de la Compra de Neil Gaiman", adaptadas al cómic por Dark Horse) se convirtió rápidamente en un lugar para verdaderas obras de cómic. Según tengo entendido, fue una cuestión de necesitada economía la que nos dio la oportunidad de leer el primer tebeo de Alan Moore en Avatar Press: Neonomicon, dibujado por Jacen Burrows. De esta situación artísticamente comprometida surgió toda una serie de obras fascinantes, incluida Providence, que bien podría ser uno de los mejores cómics de la década (aunque en ocasiones resulte impenetrable sin un erudito de Lovecraft al lado). Que Alan Moore, leyenda del medio, termine su carrera con una serie de historias de terror para un editor especializado en diversos nichos y conocido principalmente por enviar spam al mercado a base de portadas alternativas, es ciertamente ese inesperado giro del que hablábamos antes. ¿Existe una versión en plan Crossed de "El Guardián de la Cripta"? Si no es así, deberían hacerla.

Lo que nos lleva al tema principal del artículo. Cinema Purgatorio es una serie de cortometrajes centrados en una espectadora anónima que abandona su casa y busca escapar. Cada capítulo empieza con una proyección a la que ella asiste y termina con un comentario sobre la desagradable naturaleza de lo que acaba de ver. En mitad veremos situaciones que son versiones de películas o de arquetipos que nos resultan familiares. Desde los Keystone Cops pasando por King Kong, y llegando hasta las obras de los hermanos Marx. Sin embargo, todas las películas se han retorcido y parecen estropeadas. Los policías del primer capítulo no participan en travesuras cómicas sino en un sangriento tiroteo que deja decenas de muertos. En el capítulo ocho, un par de viejos personajes de dibujos animados se paran un momento para discutir sobre la vejez y las dificultades para conseguir trabajo en esta nueva era.

Es difícil describirlo cómo... "encantador". No, no es la palabra correcta, esa quizá sería "atractivo". Contemplar "Cinema Purgatorio" también resulta divertido. Kevin O’Neill siempre ha sido un dibujante con una retorcida veta humorística, que con frecuencia ha dibujado aventuras épicas: un artista visible que de alguna manera se abrió camino en 2000AD. En "Cinema Purgatorio" parece utilizar sus puntos fuertes como no había hecho desde Marshal Law: todo son bordes irregulares y exageraciones. Humor asqueroso, salvajes expresiones faciales, personas con los ojos saltones que miran fijamente el horror eterno de su ser mientras el lector se ríe a carcajadas. Es dibujo cartoon en el mejor sentido de la palabra. No es una obra camaleónica, O'Neill siempre es reconocible como O’Neill, no importa si está imitando la stop-motion de los treinta o el melodrama de los cuarenta, porque tampoco tiene la intención de que sea otra cosa.

Echa un vistazo a la introducción del pastiche Western del séptimo capítulo. Esa gran viñeta es audaz, casi clásica en su introducción de todas las cosas que uno esperaría de un sencillo relato protagonizado por vaqueros. Solo después del primer momento, cuando te fijas más allá de la composición inicial, te das cuenta de lo incorrecta que parece toda la escena: la faz del caballo se derrite, la caja torácica del hombre sentado está al descubierto. A medida que avanza la historia, dicha sensación de incorrección pasa rápidamente del subtexto al texto. Se puede comprobar algo similar en el segundo capítulo, en donde una escena que tiene lugar en la vieja Roma se desmorona cuando los dos oradores se dan cuenta de que el mundo que los rodea es falso, un paisaje fabricado en cartón piedra, y que ellos mismos también forman parte de la misma falsedad. El dibujo ofrece una especie de interacción entre comedia y horror existencial que hace que valga la pena leer "Cinema Purgatorio" tal cual, sin buscar nada más.

La intertextualidad siempre ha supuesto un problema para Moore. Ciertamente, es uno de los elementos de su escritura que se ha acentuado a lo largo de los años, ya que ha ido definiendo su estilo y acumulado más obras en su catálogo. A veces, "Cinema Purgatorio" parece estar utilizando a la industria del cine como otra oportunidad para que Moore se cebe con anécdotas de la industria del cómic (y no es que no se merezca sus ataques). ¿Qué más se puede decir del cuarto capítulo en el que King Kong habla como si fuese su creador, Willis O'Brian, mencionando su disgusto por cómo los ricos propietarios del estudio querían denigrar su precioso arte?: "El estudio quiso hacer una secuela ese mismo año, "El hijo de", ¿qué mejor forma para desvirtuar el original?" (Todo esto en el año de nuestro señor "Reloj del Juicio Final".) Echa también un vistazo a la siguiente frase del octavo capítulo, en la voz de un viejo personaje de dibujos animados al borde de la jubilación: “Recuerdo esa cena que se celebró en honor a McCay. Dijo que consideraba la animación un arte, y que nosotros lo habíamos convertido en un mero negocio".

En la tercera entrega ("La llama del remordimiento nunca se apaga"), el héroe del serial del título aparentemente tiene el poder de pervivir en el tiempo, cada vez que parece morir o fallar en su cometido, consigue una repetición de los hechos que le permite ganar a los desconcertados gánsteres que se le oponen. En esta experiencia adyacente al superhéroe, tanto en términos de género como de su serialización, nada importa realmente. La Llama del Remordimiento muere... y en la siguiente escena se revela que en realidad no era él (por citar a Annie en Misery, "¡no pudo salir de ese coche de mierda!"). El tiempo es un tema recurrente a lo largo de toda la serie. Las películas son una mélange de períodos mezclados. Las modas de la gente que está en el cine parecen cambiar en cada capítulo y la protagonista siempre parece despertar nada más empezar la proyección, como si el tiempo antes de entrar no importara gran cosa. Todo existe en un flujo propio. Tampoco es muy difícil saber lo que pasa si te fijas en el nombre de la obra y te das cuenta de que tenemos entre manos un poco de lo que ocurría en "El Tercer Policía" [de Brian O'Nolan]. En cuanto lo haces, el final de la serie parecerá obvio.

¿Está de nuevo Alan Moore ajustando las cuentas con la industria que tanto definió como arruinó su vida? ¿Es "La llama del remordimiento" una forma de poner en solfa la idea de que mientras trabajase en el cómic no se le dejaría escapar de la sombra que proyectaban sus propias creaciones? Y cuando los aterrorizados gánsteres hablan sobre haber sido acosados ​​por esa cosa en su pasado que no los dejaba marchar, ¿por qué de repente me da por pensar en "La Broma Asesina"? Y es en este punto cuando me doy cuenta de que el problema no es de la obra, sino mío.

Aquí estoy, frente a una serie comprometida, fascinante, divertida y (en muchos sentidos) educativa, y en lo único que puedo cavilar es en su intertextualidad. Busco las pullas contra Grant Morrison y me pregunto si la representación del loco barbudo de Howard Hughes no me recuerda demasiado al propio Alan Moore. Este tipo de ejercicio a menudo puede ser una pérdida de tiempo. Estoy sustituyendo una lectura más profunda y comprometida con la obra (por cierto, mea culpa). Hacerlo mientras lees un trabajo final de dos grandes maestros es la definición de no ver el bosque detrás de los árboles. También puedes leer "Cinema Paradiso" en sus propios términos y disfrutar de dos de los mejores haciendo lo que saben hacer, su mejor jugada, sin límites y a por todas.

A menudo, cuando lees las diferentes partes de League of Extraordinary Gentlemen parece como si te fuesen a hacer un exámen al final, y solo Jess Nevins podría conseguir aprobarlo. Aquí los guiños son más parecidos a los que haría alguien para sabotearse a sí mismo. Sí, es una obra más ligera que "La Tempestad", pero sólo en la medida en que Dublineses es más liviana que Finnigans Wake (“A way a lone a last a loved a long the (...) riverrun, past Eve and Adam's, from swerve of shore to bend of bay, brings us by a commodius vicus of recirculation back to Howth Castle and Environs." [Wikipedia da una posible traducción: Curso solo último querido largo (....) el corre-río, más allá de "Eva y Adán", del desvío de la costa a la curva de la bahía, nos lleva por un comodamplio vicogiroviciado de recirculación de vuelta al castillo de Howth y Alrededores]”).

Seguramente no importe mucho de qué trata "Cinema Purgatorio". Vemos cómo una y otra vez se ha utilizado a los creadores, y se ha abusado de ellos. Se ha exprimido todo su valor tan solo para ser olvidados al momento siguiente. No es que todos estos autores sean santos inocentes, pero es la industria la que recibe el mayor estacazo de todos. Es posible que Moore no esté haciendo un comentario sobre el negocio del cine o sobre el negocio de los cómics. Más bien, arremete contra todo tipo de negocios. La condición humana bajo el capitalismo se basa en los negocios. Hasta que trascendamos, solo veremos diferentes facetas de la misma y horrible cosa. Mientras nos aseguramos de entender el núcleo podrido de los cómics por un lado (La Tempestad), el mismo equipo creativo también estaba trabajando en la idea de que la hierba es igual de asquerosa en el otro (Cinema Purgatorio). Eventualmente, titubearé en todo lo que pueda decir sobre la obra. Este es (un) trabajo final de Alan Moore y Kevin O'Neill. Tiene sus defectos, todos los tienen. Pero teniendo en cuenta de que este cómic es su última voluntad y testamento, al menos en forma de historieta, es difícil quejarse.

No hay comentarios:

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...