Al igual que otros adolescentes de la época que consumieron Starbrand, yo también me enamoré de "Pato", la tontuela seudo novia del protagonista.
La colección arrancó en 1986 con un pletórico Jim Shooter a los guiones y fue la punta de lanza del Nuevo Universo, proyecto creado por el susodicho y que fracasó entre otras cosas porque Marvel estaba haciéndose la competencia a sí misma.
Una solución inteligente habría sido incluir en su día al N. Universo en la continuidad clásica de Tierra 616; esto habría hecho que todos los coleccionistas buscasen los números atrasados y continuasen comprando las colecciones, pues a su entender ya pertenecerían al Universo Canónico de sus héroes favoritos.
La marca que da título a la colección y con la que Ken Connell es "bendecido" le produce más quebraderos de cabeza que alegrías, siendo atacado tanto él como sus seres queridos por otros aspirantes a detentar el poder que posee el tatuaje y enzarzándose en acciones de destrucción espectacular durante muchas de las viñetas de la saga.
Sagazmente, la introspección y los sentimientos también surcarán las páginas junto con la obligada batalla del mes, por lo que se creará un producto fresco y agradable de leer, (algo) más inteligente que el resto de títulos de la Casa de las Ideas.
Por Starbrand, aparte de las argucias de Jim Shooter, también se dejaron ver las de viejos espadas de la casa como Roy Thomas o Bobbie Chase (en el único Anual de la colección), dándole al título un sabor quizá más clásico del que necesitaba. Junto a unas planchas dibujada por un John Romita Jr. que empezaba a arrancar y que poseía un dibujo más limpio que el actual, la colección estuvo a unas décimas de convertirse en un nuevo Peter Parker para la generación de Reagan. También echaron una mano Keith Giffen (en el número 9, el peor dibujado de la colección; pero como era una especie de pesadillesco show, no importó tanto); Mark Bagley en uno de sus primeros trabajos o un habitual de Spiderman, Alex Saviuk.
En el número once John Byrne y su ego se hacen con las riendas del guión y el dibujo de la colección, y para el número 12 (último publicado en castellano) la colección da un vuelco (al igual que el resto del cacareado Nuevo Universo) y se cambia el concepto, pareciendo otra de esas colecciones post-Watchmen en la que se intenta analizar qué consecuencias tiene poseer los poderes de un dios.
El 19 canceló la serie y algunas de las consecuencias seguirían en las mini-series y one-shots The Pitt, The Draft y The War y años más tarde, Mark Gruenwald, que se había ocupado de otra de las colecciones de este novísimo universo, DP7, terminó la saga, enlazándola con el Universo Marvel de toda la vida en algunos de los números de Quasar, la colección de arreglos de continuidad que dirigía con aburrido conocimiento enciclopédico, pero ya era tarde.
En la reciente puesta a punto que realizaron Warren Ellis y Salvador Larroca conocida como newuniversal puede verse la Marca pero no es lo mismo, pues el sabor ochentero tan marcado que poseía la colección no puede ser degustado en dicha ultimatización. Por eso, es buen momento para reeditar una de las colecciones que en los últimos coletazos de la Guerra Fría Marvel tuvo a bien producir, sin tantas alharacas y con unos personajes que te importaban mucho más como lector.
La colección arrancó en 1986 con un pletórico Jim Shooter a los guiones y fue la punta de lanza del Nuevo Universo, proyecto creado por el susodicho y que fracasó entre otras cosas porque Marvel estaba haciéndose la competencia a sí misma.
Una solución inteligente habría sido incluir en su día al N. Universo en la continuidad clásica de Tierra 616; esto habría hecho que todos los coleccionistas buscasen los números atrasados y continuasen comprando las colecciones, pues a su entender ya pertenecerían al Universo Canónico de sus héroes favoritos.
La marca que da título a la colección y con la que Ken Connell es "bendecido" le produce más quebraderos de cabeza que alegrías, siendo atacado tanto él como sus seres queridos por otros aspirantes a detentar el poder que posee el tatuaje y enzarzándose en acciones de destrucción espectacular durante muchas de las viñetas de la saga.
Sagazmente, la introspección y los sentimientos también surcarán las páginas junto con la obligada batalla del mes, por lo que se creará un producto fresco y agradable de leer, (algo) más inteligente que el resto de títulos de la Casa de las Ideas.
Por Starbrand, aparte de las argucias de Jim Shooter, también se dejaron ver las de viejos espadas de la casa como Roy Thomas o Bobbie Chase (en el único Anual de la colección), dándole al título un sabor quizá más clásico del que necesitaba. Junto a unas planchas dibujada por un John Romita Jr. que empezaba a arrancar y que poseía un dibujo más limpio que el actual, la colección estuvo a unas décimas de convertirse en un nuevo Peter Parker para la generación de Reagan. También echaron una mano Keith Giffen (en el número 9, el peor dibujado de la colección; pero como era una especie de pesadillesco show, no importó tanto); Mark Bagley en uno de sus primeros trabajos o un habitual de Spiderman, Alex Saviuk.
En el número once John Byrne y su ego se hacen con las riendas del guión y el dibujo de la colección, y para el número 12 (último publicado en castellano) la colección da un vuelco (al igual que el resto del cacareado Nuevo Universo) y se cambia el concepto, pareciendo otra de esas colecciones post-Watchmen en la que se intenta analizar qué consecuencias tiene poseer los poderes de un dios.
El 19 canceló la serie y algunas de las consecuencias seguirían en las mini-series y one-shots The Pitt, The Draft y The War y años más tarde, Mark Gruenwald, que se había ocupado de otra de las colecciones de este novísimo universo, DP7, terminó la saga, enlazándola con el Universo Marvel de toda la vida en algunos de los números de Quasar, la colección de arreglos de continuidad que dirigía con aburrido conocimiento enciclopédico, pero ya era tarde.
En la reciente puesta a punto que realizaron Warren Ellis y Salvador Larroca conocida como newuniversal puede verse la Marca pero no es lo mismo, pues el sabor ochentero tan marcado que poseía la colección no puede ser degustado en dicha ultimatización. Por eso, es buen momento para reeditar una de las colecciones que en los últimos coletazos de la Guerra Fría Marvel tuvo a bien producir, sin tantas alharacas y con unos personajes que te importaban mucho más como lector.
2 comentarios:
La semana pasada me dió por reelerme los primeros números... hasta que cambiaron de dibujante, yo quería a Romita... me encantaba Romita JR... una pena que se fuera al traste esta serie.
Gran seriaza!
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