“Desde el Infierno: Correspondencia”, (1997), cartas entre Alan Moore y Dave Sim en Cerebus números 217 a 220; reimpresas en “The Extraordinary Works of Alan Moore”. Parte 2 de 7. Traducción de Frog2000. Primera parte.
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Dave Sim
Bueno, en realidad ya hemos puesto la carne en el asador, ¿verdad?
Mi punto de vista sobre cómo están diseñadas las cosas (que he podido refrescar un poco al leer tu respuesta) se parece en su mayor parte al tuyo, pero haciendo hincapié en algunos otros aspectos. Como me has comentado por teléfono sobre el tema: “Todo esto parece ser muy subjetivo, ¿no crees?” Y de hecho lo es. Bajo mi punto de vista, el éxito conseguido por el Judío Que No Puede Ser Nombrado Como Dios y su modificación/ corrupción (dependiendo de cuál sea tu subjetivo punto de vista) cristiana posterior puede deberse a la idea de Gran Unidad, que tan desligada está de la tremenda complejidad de las creencias que se tenían en el Mundo Antiguo. Todo es Uno y lo es al mismo tiempo. Llámalo si quieres el nivel de DNA que llevamos insertado en nuestra propia visión del Big-Bang, obtenido en una época en la que las mejores mentes seguían perplejas porque los planetas simplemente parecían estar vagando por los cielos como si fuesen bolas de pinball ralentizadas. Puede que esa fuese la suma y esencia completa de todo lo que alcanzaron a comprender, aunque todo el sufrimiento que se produjo a lo largo de esos siglos bien se puede atribuir al hecho de que con eso ya tenían suficiente (pese a cualesquiera que fuesen sus mitologías y sus fábulas morales que representaban todo lo demás.) Bajo mi punto de vista, la divisa en latín que enarbolan en los Estados Unidos lo refleja muy bien: E pluribus unum (“De muchos, uno”, o dicho más extensamente: “de muchos, uno. Y hubo uno que se convirtió en muchos".) Todos los aspectos de la misma deidad manifestándose a lo largo y ancho de un montón de culturas y religiones diferentes. Y ese me parece un rasgo inherentemente positivo, productivo y que merece mucho la pena. Sería muy satisfactorio poder rebobinar mentalmente la cinta, desfragmentarla, y esforzarnos en creer que dicha Unidad original es la reflexión central de todas las demás.
Estoy de acuerdo con tu observación de que la luz (o La Luz) se polariza en dos frecuencias, una en su aspecto masculino, y otro en el femenino. Lo que yo intentaba expresar al final de “Church & State”, pero destilado para que sonase como si fuese un octeto, terminó convirtiéndose en un “fue ÉL quien lo llevó a cabo”. Pero al final de “Reads” terminaba siendo un “fue ELLA quien lo llevó a cabo”. No estoy muy seguro de que realmente tengamos nada que hacer con La Luz (después de todo, lo que sabemos del Universo conocido se parece mucho más a un cul-de-sac sin rumbo comentado desde un suburbio del cosmos que parece no importarle a nadie.) De todas formas, en los últimos tiempos me encuentro cómodamente instalado en la noción de que ese Dios, La Luz, es (en efecto) masculino (ya que la reproducción como tal representa una especie de premio de consolación, después de que el invasivo acto de mala fe -en realidad un enorme malentendido conocido como el pecado original- tuviese lugar.) Las malas noticias son que nos estamos alejando cada vez más de la iluminación. Las buenas noticias son que cada vez hay un número mayor de nosotros que intentamos alcanzarla. Me he frenado mucho a la hora de contarte todo esto cuando nos reunimos allá en 1988, porque (con mucho remordimiento) pensaba que: “bueno, ahí lo tenemos, en cuanto se publique “Reads” Alan será el primero en ponerse en la línea defensiva contra el ostracismo que me va a rodear por parte de la comunidad de devotos del pensamiento correcto acerca de la unidad hermafrodita Dios-Diosa”.) Me parece tremendamente gratificante que tengamos la oportunidad de charlar sobre qué nos parecen las cosas a cada uno de nosotros... sin tener una ¿sensación?... de amenaza. Incluso aunque sepa positivamente que tú estás equivocado.
Tan sólo bromeaba.
También me ha interesado mucho tu observación acerca de qué es lo que debería captar la atención del lector cultivado (y -supongo- que entiendo bien la sensación que intentas transmitir.) Quieres llevar a cabo una especie de ataque de guerrilla contra la psique, las sensaciones y las emociones que solemos captar en general. Creo que en From Hell en particular lo lograste de forma muy eficiente. Esa frase en la que Gull le dice a Netley: “¿te das cuenta de que sólo comparto mis pensamientos privados contigo, en reconocimiento a tu total falta de conocimiento?”, y Netley le responde: “Por qué... se lo agradezco, señor... no sabría decirle todo lo que eso significa para mí.” Gull: “Ha, ha, ha. Claro. Porque, por supuesto, no podrías. Precisamente por eso confío en ti.” Por una parte me parece mucho más que un recurso literario. Tuviste que rellenar el segundo volumen con todo lo que pensabas sobre la configuración del pentagrama, así como incluir todo lo que habías descubierto durante tus investigaciones, para luego poder injertarlo en la figura de Gull. Además tenías que encontrar una buena razón para que él pudiese gritar bien fuerte lo que pensaba (esa última parte debe haber sido la más difícil de manejar de todas.) Acaba siendo como una analogía de una experiencia mística, una especie de vértigo de encontrarse a uno mismo En el Interior de un misterio. Y además nos permite pensar a los lectores: “Ese Gull ha perdido la cabeza. Eso es lo que Alan quiere decirnos realmente”, lo que hace que el lector simpatice finalmente con Netley, ya que puede mantener un sentimiento de superioridad hacia él.) Cuando nos empiezas a conducir por St. Paul (y debería decir que el Sr. Campbell se superó a sí mismo en la parte que le toca de ese tour por Londres) todo el monólogo parece tener una calidad predeterminada, un eco resonante que parece exudar la misteriosa experiencia de lo que puede encontrarse en nuestro Interior. Cuando incluso el propio Netley lo ve como algo imperativo, hasta el lector menos perspicaz querría salir pitando “hacia el exterior”.
Desde luego, claro que comparto el punto de vista de que no perjudica a nadie hablar abiertamente con otros guionistas sobre nuestro trabajo. Normalmente, el ladrón por naturaleza se hará un lío y no merecerá la pena preocuparse por él, y el auténtico creativo normalmente intentará convertir lo que ha escuchado en algo nuevo y diferente en cuanto lo haya filtrado utilizando su propia experiencia. Por esa razón, la nueva obra terminará convirtiéndose más o menos en un “cruce polinizado”. Lo que nos lleva a los asesinatos concretos que se relatan en From Hell. Recuerdo haber charlado contigo por teléfono y preguntarte cómo estaba progresando la obra, y me dijiste que las partes que aludían a los asesinatos te estaban suponiendo un gran esfuerzo. Porque había mucha información sobre la que tenías que hablar y hacerla encajar en su sitio, y no estaba demasiado claro cuánto espacio ibas a necesitar para hacerlo. Me refiero a que no creo que te estuvieses tirando de los pelos ni nada parecido, sino que tan sólo estabas remarcando por lo que estabas pasando al igual que lo haría un escalador al toparse con un accidente inesperado en el terreno. ¿Qué nivel de dificultad alcanzaba el problema al que tuviste que hacer frente? ¿Alguna vez has tenido momentos de desesperación y/ o problemas que hayan logrado que te superes a ti mismo? ¿Tienes alguna forma interesante de responder a unas preguntas tan vagas y pedestres?
Alan Moore
Supongo que la respuesta más corta es “no”: estoy seguro de que todo el mundo se sentirá aliviado al escuchar que mi pelo sigue siendo la misma rica, ondulada y lujuriosa cascada peluda y castaña que siempre ha sido, sin ninguna calva que lo afee por ningún lado. Por otra parte eso no quiere decir que la tendencia que tienen los datos a aumentar en manos de uno no supongan todo un problema.
Al mirarlo en retrospectiva, me imagino que es un problema que podría sonarle familiar a cualquiera que haya hecho una obra en la que haya tenido que hacer un trabajo de investigación o que pueda ser incluida en el género del seudo-documental. Y me llama mucho la atención que la naturaleza de ese fenómeno sea probablemente matemática. Hay una figura que se usa frecuentemente para ejemplificar las matemáticas fractales conocida como el copo de nieve de Koch. Básicamente es un triángulo equilátero. Tienes que introducirlo en un programa de ordenador iterativo, luego le ordenas a la máquina que le anexe un triángulo equilátero más pequeño, exactamente de la mitad de tamaño del original, en cada una de las tres caras que se encuentran a la vista. Entonces el ordenador añadirá la mitad de triángulos equiláteros a cada una de estas doce nuevas facetas, haciendo que la forma básica de estrella sea cada vez más puntiaguda y dotándole de un montón de nuevas facetas, ya que el ordenador continuará añadiendo mitades de triángulos equiláteros hasta el infinito. Como te podrás imaginar, a cada nueva repetición del programa, la línea perimetral de la forma original será cada vez más espinosa y compleja. Lo interesante es que como se puede dibujar el triángulo equilátero original sin un círculo que le proporcione diámetro y área, el área resultante de esta especie de figura con la forma de un copo de nieve nunca llegará a exceder el área del círculo original. El perímetro del copo de nieve, por otra parte, podría llegar a ser infinito.
Otra forma de ejemplificarlo es haciéndote la siguiente pregunta: “¿Cuál es la longitud perimetral de Inglaterra?” Sencillamente, no existe respuesta a tal pregunta, porque es relativa a la medición que se nos ocurra usar. Si por ejemplo tienes una regla de una milla de longitud y recorres Inglaterra de un punto a otro y sumas el total, obtendrás una cifra precisa, pero sólo para alguien que vaya a utilizar una regla similar. Obviamente, si usamos una vara de medir o medimos en pies podrías medir todas las irregularidades que habrían sido obviadas usando la regla anterior. Eso te proporcionaría una cantidad mucho mayor de longitud perimetral. Si te deshicieses de la regla para medir en pies y usaras un micrómetro, entonces la cantidad resultante podría ser mucho mayor. En realidad, si midieses cada vez con instrumentos más y más precisos, se podría afirmar que el perímetro del país tiene unas medidas infinitas, aunque el área básica de terreno no haya cambiado ni tan siquiera una pulgada.
Ocurre lo mismo con From Hell: los asesinatos de Whitechapel tuvieron lugar en un período de tiempo concreto y se produjo un número limitado de víctimas. Si echamos un vistazo al campo de información que suele cubrirse, a primera vista parece que se encuentra contenido por unos límites claramente definidos. El problema principal queda expuesto del todo en los detalles superficiales. Pero cuanto más se van aclarando los detalles, cuanto más de cerca los examinemos, entonces la “superficie” narrativa también se empezará a convertir en algo mucho más espinoso, complejo y fractal. El perímetro de la historia comenzará a extenderse hasta el infinito. El espacio y tiempo necesarios para cada episodio seguiría expandiéndose.
Como decía antes, fue esta la causa del problema al que no pude anticiparme, pero me imagino que sería mucho peor para Eddie que para mí. Escribir veinte páginas extra no supone ni de lejos una carga física y mental tan enorme como dibujarlas.
Después de consultarlo con Eddie, estaría tan solo parcialmente de acuerdo con la evaluación que has hecho sobre el paseo de aprendizaje de Gull y Netley del capítulo cuarto. Aunque también pienso que es una de las composiciones de la serie más asombrosas, y si me hubieses preguntado en esa época la habría catalogado como una de las mejores cosas que he hecho jamás aunque sólo fuese por el tremendo poderío narrativo que requiere sostener el interés visual durante un prolongado tour alrededor de un grupo de edificios relativamente poco atractivos, sin embargo creo que a partir de ese punto el trabajo de Eddie empezó a evolucionar hasta convertirse en algo mucho más poderoso. En mi opinión, el décimo capítulo, el capítulo dedicado a Marie Kelly, supera cualquier cosa que podamos haber visto antes. Sigo sin tenerlo decidido, pero creo que el capítulo final podría ser incluso mejor.
La evolución de Eddie como dibujante a lo largo de la obra fue fenomenal, especialmente si tenemos en cuenta el jodido gran talento que ya tenía cuando todo empezó. Normalmente me quitan más el aliento los pequeños detalles que las partes más obvias que se supone que deberían hacerlo: por ejemplo, la gracia y solidez natural de las manos en primer plano de un personaje. La composición de los azulejos de la pared cuando Abberline vomita en los lavabos de Scotland Yard. El aliento del caballo. Las sucias luces miasmáticas de Oxford Street. Sin la fuerte seguridad y el sentimiento de naturalidad humana que envuelven los lápices de Eddie, dudo que ni siquiera hubiésemos intentado hacer alguno de los imaginativos vuelos metafísicos que para mí, abastecen los puntos más elevados de la narración. Lo mires por donde lo mires, creo que también te parecerá un logro visual abrumador.
Y entonces va y lo arruina todo en las ocho páginas del maldito epílogo.
Dave Sim
Intentaré dar otro paso especulativo más diciendo que From Hell me parece una especie de conjuro, articulando así mi tesis de que deberían haber aparecido “X” números de cabezas de Abberline protagonizando su propia secuencia con el fin de que los reinos de los ricos del mundo se postrasen a tus pies. “¿Campbell?” (¿tal vez sea él tu propio Netley para tu personalidad de Gull?) “¿Síseñor, Míster Moore?” “Tráeme algo con lo que golpearte.”
Una vez tuve la oportunidad de ver un Bacchus [Baco] de forma anticipada y me apresté a escribir algo bastante extenso sobre Eddie, por lo que la verdad, estoy poco dispuesto a añadir ninguna sutileza más sobre su dibujo. Aún así he de decir que el estilo de dibujo de Eddie me parece uno de los más atractivos –sino EL más atractivo- de nuestro medio. Su uso de los trazos más finos y los retazos acuchillados de negro –puede que Krigstein sea el único precursor estilístico- hizo que mi mano de dibujar se pusiera a temblar nada más ver lo que él era capaz de conseguir. Recuerdo que en una de mis visitas al otro Northampton le enseñé a Bissette las fotocopias de Alec y de Bacchus que me había enviado. “Qué bonito,” fue su amable evaluación. Tenía toda la razón, pero un estilo más bonito no habría encajado en From Hell. De hecho me resulta imposible pensar en nadie más que hubiese sido capaz de dibujar esta obra, apreciación con la que estoy seguro que estarás de acuerdo. Todo lo que tengo que hacer ahora es dibujar la portada de Eddie para el “aún en proceso” Dance of the Gull-Catchers y empezar a carcajearme disimuladamente de él. No está mal para una portada que todavía-no-ha-sido-dibujada, ¿no es cierto? De acuerdo, ya es suficiente. De lo contrario el bastardo sería capaz de hacer que me cortasen las bolas en su jodido comic-book.
Bueno, la siguiente pregunta que voy a traer a colación (y para evitar seguir parloteando durante cinco páginas más voy a enumerarla cuanto antes), es una que está centrada en nuestra conversación de 1988. En aquel entonces tenías un buen número de ideas verdaderamente asombrosas sobre la energía (para el lector más literal, energía significa eso mismo) que parece liberarse en un acto de asesinato. Eran asombrosas e inquietantes (y he de confesar que soy una persona que se enorgullece de sí misma y que por lo tanto no es capaz de inquietarse fácilmente... y a la que le divierte mucho cuando ocurre.) Hablo de la atmósfera de carnaval que parece rodear a la escena en la que encuentran el primer cuerpo (diseñada desde el punto de vista del único policía que vemos de guardia), insertada justo antes del macabro caos que se produce al día siguiente. Definitivamente creo que es una buena forma de representar dicha liberación de energía, ¿no? Una obvia “onda en el estanque” inicial, algo que podría parecer evidente si lo pudiésemos observar en un “mapa de alta definición”. Dejaré que continúes a partir de este punto.
Alan Moore
Esa especie de efecto dominó del que hablas tan sólo es el primer modelo que uno debería ser capaz distinguir en un “mapa de alta definición” inicial. De hecho, cuando pienso en ello y lo reviso, tengo que decir que ahora me parece que tiene que ver menos con el efecto dominó y más con un patrón de distribución de ondas de choque: disponemos de un área central completamente devastada que se encuentra en los relativamente pequeños confines de Whitechapel y que transcurre durante un período de tiempo relativamente pequeño, otoño de 1888. Dispersándose a partir de ese punto se empiezan a distribuir una serie de elementos que a primera vista parecen tener cierta relación con el punto de impacto inicial hasta que se llega a otro punto en el que algunos de los sucesos o personajes relevantes colisionan con el entorno de la historia de una forma explosiva. Dichos elementos o puntos son, aparentemente, producto del azar, y a su vez están distribuidos a ambos lados del lugar de impacto inicial, que es como decir que provienen tanto del pasado que precede a dichos sucesos como que se están dirigiendo hacia el futuro que aún está por llegar. El suceso puede verse como una especie de extraña formación o entidad cuatri-dimensional, con puntos coincidentes o incidentes significativos que van marcando los extremos de la existencia y los límites y la extensión durante todo el tiempo abarcado.
El resultado inmediato más notable de esta meta-forma y su efecto en la conciencia humana histórico-lineal de tres dimensiones habitual supongo que podría describirse como si fuese una especie de glamour. Supongo que con eso me estoy refiriendo a que tiene glamour tanto en el sentido más convencional de “el glamour que suele rodear a un asesino y sus crímenes” (el atractivo que puede poseer a ojos del “público”), como en el sentido mágico-medieval de “glamour: encantamiento, hechizo, conjuro.” Francamente, no creo que exista una verdadera diferencia apreciable entre ambas definiciones, ya que ambas tendrán exactamente el mismo efecto al ocupar el mismo espacio oscurecido y concreto, produciendo una deslumbrante obsesión en las mentes de cualesquiera que puedan sufrir sus efectos.
Los primeros efectos (si se ignoran por un momento algunos antecedentes como los de Jekyll y Hyde o “Ghost of Flea” de Billy Blake) son aquellos que se manifestaron en las calles de Londres y Whitechapel durante la época en la que ocurrieron los asesinatos. Por extenderme un poco más, dichas manifestaciones estarían muy cerca de la explosión central, tal y como decía antes, por lo que la reacción fue mucho más “pura” y extrema que las siguientes que surgieron con el paso del tiempo o a mayor distancia. Quizá sea posible recoger una cantidad de información real mucho mayor de dichas reacciones iniciales que de las que se produjeron más tarde, porque estas últimas estaban mucho más elaboradas.
Por ejemplo, parece como si a todo el mundo se le hubiese contagiado parte de la locura que impregnó la época en la que el Destripador estuvo sembrando el pánico. Los anales de los asesinatos de Whitechpael están llenos de personajes insólitos que actuaban como detectives aficionados que patrullaban Whitechapel con la cara pintada con maquillajes oscuros o haciendo apariciones, medio enloquecidos, en lugares públicos con la ropa ensangrentada y murmurando cosas sobre apuñalamientos a mujeres. Los hombres de Londres, o al menos un pequeño pero importante porcentaje, parecía como si lo único que hicieran fuese escribir a los periódicos relatando soluciones salvajes y heroicas para capturar al asesino, o sufrir enfermas fantasías masturbatorias en las que pretendían que ellos mismos eran el criminal. Si sólo hubiesen sido los hombres los que fueron afectados por los crímenes entonces tendríamos un retrato de diversidad bastante fidedigno y éticamente contemporizado al que poder enlazar nuestras observaciones contemporáneas, pero no es el caso.
De acuerdo con los reportajes de la época, las mujeres del East End también fueron dominadas en parte por una especie de morbosa fascinación por los asesinatos. Muchas hablaban casi como si quisieran engrosar ansiosamente el recuento del asesino. Hablaban sobre quiénes podrían llegar a convertirse en las siguientes víctimas. Algunos comentaristas han remarcado que casi parecía como si fantasearan fogosamente con que se produjese dicha eventualidad. Cuando lo revisamos ahora parece bastante preocupante. Realmente creo que merece una verificación, aunque es probable que lo más prudente sea no tomar conclusiones precipitadas. Cuando la preguntaron, una mujer comentó lo atractivo que le parecería convertirse en una de las víctimas, simplemente por todas las cosas agradables que la gente estaba diciendo sobre las mujeres asesinadas. Eso implica que ser destripada para luego ser agasajada por los demás parecía bastante encantador. Teniendo en cuenta que con toda probabilidad la vida de esas mujeres podía no extenderse durante mucho más tiempo (hablamos con las estadísticas en la mano), la muerte por malnutrición o por el nacimiento de un retoño, o por una cirrosis, seguro que no eran formas preferibles de morir en lugar de hacerlo instantáneamente a manos de un asesino. Además, ser asesinado por alguien célebre de alguna manera te conecta con el propio criminal mediante el propio acto del asesinato... quizá sea como el síndrome de Mark Chapman, pero al revés... y por supuesto, al final la gente se acordará de ti.
Yo mismo he llegado a la conclusión de que dicho fenómeno, que se suele producir tanto en hombres como en mujeres, es como una especie de eco del estado mental de la época. Richard Dawkings lo llamaría “meme”, una información equivalente a un gen. Una especie de idea que es como un virus que se replica y que empapa nuestra Sociedad e influye en nuestra forma de pensar y en nuestros actos. Rupert Sheldrake, mucho menos respetable que Dawkins, lo llamaría resonancia morfo-genética, una forma de conocimiento que se reproduce a sí misma y que Sheldrake denominaría “campo morfo-genético”. Por mi parte, al ser mucho menos respetable que estos caballeros, diría que parece que los asesinatos son eventos que ocurren no sólo en el mundo material “real”, sino que también entrarían en el terreno del “Idea Espacio”, una especie de lugar central, campo, espacio o dimensión en donde se producen los pensamientos. Creo que al menos, dicho espacio podría ser un lugar común en lugar de uno individual; con lo que estoy intentando decir que ese “espacio” afecta hasta cierto punto a todas las conciencias, y también me parece un lugar al que todos podemos tener acceso. En ocasiones ciertas ideas o nociones parecen estar por “ahí” plantadas y suele decirse que “están en el aire.” ¿Qué se quiere decir con esto? Cuando James Watt inventó la máquina de vapor, algunos otros inventores habían tenido la misma idea de forma independiente durante más o menos el mismo período de tiempo.
Charles Fort recalcó tal acontecimiento cuando supuso que tan sólo era “la época de la máquina de vapor.” Estoy seguro de que se puede coger la idea general: esa consciencia, elevada a nivel grupal, es una especie de medio en el que las ideas o formas de pensamiento equivalen a objetos sólidos o masas compactas, y en los que la conciencia y la auto-conciencia individual pueden verse como una especie de punto móvil de toda la estructura.
En relación a los crímenes del Destripador, sugeriría que puede que la idea formada sobre Leather-Apron y sus víctimas casi se ha convertido en una figura arquetípica dentro de algún juego al estilo japonés del alma humana, o al menos, parte del “público” fue capaz de reaccionar e identificar inconscientemente a los actores principales, incluso hasta el punto de imitarlos o intentar imitar su comportamiento. Para mí ese tipo de suposición tiene un especial interés cuando se aplica a casos como el de “el acuchillador de Halifax”, al que hago alusión en las notas del decimocuarto capítulo. En este caso no había una figura real que se encontrara en el centro de lo ocurrido. Tan sólo teníamos un eco en la mente del espectador, una reverberación sin ninguna señal de qué la había provocado.
Cuanto más nos alejamos en el tiempo del epicentro del suceso, más se irán enrareciendo sus efectos, aunque se pueden seguir notando. La mayor parte de los “serial-killers” parecen concebir a Jack el Destripador como una especie de punto referencial de su campo, casi como si fuese un santo patrón. Por poner un ejemplo, en una confesión a la policía, Albert de Salvo comentó que cuando conoció los detalles quiso superar a Jack el Destripador.
Y por supuesto, además la temática sigue resonando en nuestros medios de comunicación, en nuestras películas “slasher” y en las mentes de esos obsesivos elitistas, los estudiosos del Destripador (Ripperologists). Añádele rasgos azarosos y coincidencias hiladas al propio suceso, enlazadas tanto con el pasado como con nuestra época actual, y conseguiremos un cuadro preliminar bastante bueno de ondulaciones o patrones explosivos sobre el propio suceso, un elemento mayor que los asesinatos iniciales que provocaron el resto de situaciones. De esta forma podremos conseguir el asidero básico con el que empezar a hacer un mapa del homicidio.
Dave Sim
Sí. Me parece extraordinario en todos los sentidos. Recuerdo quedarme sentado hechizado, allá en 1988, cuando empezaste a explicar la letanía de personalidades y gente famosa que se encontraba interconectada con los asesinatos. Por supuesto, la única personalidad victoriana que yo conocía profundamente en ese momento era la de Wilde (me encontraba en medio de mis investigaciones sobre él para realizar el segundo tomo de Jaka´s Story y de lo que al final terminaría convirtiéndose en Melmoth.) A pesar de que su fin no llegaría hasta mediados de 1890, definitivamente las semillas ya se encontraban plantadas en 1888. Citaste “Lord Arthur Savile´s Crime”, una de mis historias cortas favoritas de Oscar Wilde, y por supuesto, la mayor parte de su obra central publicada a largo de su “doble vida” y que fueron la causa de su ruina. Si no me equivoco, cuando estuvo alternando en la Little College Street número trece con chaperos, “renters” y chantajistas, se encontraba no demasiado lejos de Whitechapel. Cuando se hizo la permanente le encantaba comentar que se parecía al busto de Nerón que se puede encontrar en el Museo Británico. Cuando empezó a alternar con chaperos solía contarles a sus íntimos que gustaba de “hacer fiestas con panteras.” Yo pensaba que era una hipérbole hasta que me comentaste la imagen que podría dar un matón muerto de hambre que se presentara con champán en mitad de una cena en el comedor privado de uno de los mejores restaurantes de la ciudad. El capítulo de From Hell que muestra los contrastes entre cómo empieza Gull la jornada en su cómoda y elegante casa y cómo lo hacen las prostitutas expresa esa idea de forma bastante elocuente. Parece como si el Imperio también estuviese implicado en los actos que ocurrieron, ¿no es cierto? El Imperio Global de Inglaterra, con Londres como corazón y Whitechapel como corazón de Londres. Oscar Wilde fue probablemente la mayor y única encarnación pública de la difusión del conocimiento: “¡Nosotros somos Roma! ¡Todo es nuestro para poder tomarlo!” ¿Cuántas vidas dobles se verían segadas? Cuando piensas que un montón de almas humanas estuvieron rondando por ahí para ser simplemente tomadas por unos pocos peniques, se te puede encoger el corazón.
Me gustaría volver sobre el propio Gull (o quienquiera que pudiese haber sido Jack el Destripador) a partir de ese enfoque de que fue la encarnación de la “Zona Cero”. Creo que me gustaría saber si tienes algo más que añadir a lo que he comentado sobre ese efecto dominó específico “que parece explotar hacia el exterior”, antes de continuar con otro tema.
Alan Moore
Tras recordar a Oscar Wilde y su doble vida, puede que valga la pena mencionar una obra sobre Jekyll y Hyde que tuve la oportunidad de ver en una ocasión, en la que de forma bastante convincente, la metáfora central de toda la pesadillesca historia de Stevenson se encontraba relacionada con una corriente de homosexualidad reprimida que impregnaba por completo a muchos hombres de la sociedad victoriana y posiblemente también al propio autor. Había una escena en concreto en la que un anciano y refinado caballero se le acercaba a Edward Hyde en una oscura callejuela y le susurraba algo al oído que provocaba una explosión de violencia animal. Eso… y la reacción de la esposa de Stevenson contra el mismo libro… opinando que le parecía espantoso y que no debería haber sido publicado… añade peso a la sugerencia de que quizá estaba pensado con la intención de revelar cierta cantidad de información sobre esa corriente subterránea de sexualidad asociada a Afrodita. Incluso aunque no nos centrásemos en la homosexualidad, creo que hasta cierto punto la difícil situación de Henry Jekyll resuena como metáfora de toda la Sociedad Victoriana, en donde la virtud nunca había sido tan alabada en público ni el vicio tan practicado de forma tan excesiva y soterrada. En la novela casi se puede ver el momento exacto donde la masa mental Victoriana toma consciencia total de su propia oscuridad: Hyde como la sombra de Jekyll; Jack como Gull. Los piscolabis de pantera de Wilde como una sombra de la propia opresión en la sala asexual de la sociedad.
Saltando por completo hacia otro tema, recogeré tu invitación para comentar algunas últimas palabras sobre el “efecto dominó”. Aunque es probable que al volcarme sobre otra forma de mirar el fenómeno, posiblemente metafórica, enturbie aún más las aguas. Quiero hablar sobre una especie de juego inventado por físicos y matemáticos con el fin de modelar e investigar el comportamiento de los inicios del Universo. Creo que lo llaman “El Juego de la Vida.”
Lo que se suele hacer es coger un tablero del juego de damas de (si es posible) un tamaño infinito (o lo puedes generar mucho más fácilmente con un ordenador) y luego dispersar al azar cierto número de damas de color negro sobre el tablero, dejando que se queden plantadas en el lugar donde hayan caído. Una vez hecho esto tienes que aplicar un par de sencillas (aunque fundamentales) reglas. Quizá una de esas reglas fuese que por cada dos piezas que dispongan de un espacio diagonal entre ellas se añadirá una pieza que cubra dicho espacio. Quizá otra de las reglas sugiriese que por cada tres piezas conectadas lateralmente en línea, la pieza central tendrá que ser retirada. Estas no son las reglas concretas del juego, ya que me temo que no las recuerdo demasiado bien, pero lo que intento decir es que las verdaderas reglas son así de simples y escuetas.
Si se aplican estas reglas a las piezas dispersas al azar en el tablero y luego se las aplicas de nuevo a las nuevas configuraciones que se van produciendo y sigues haciéndolo una y otra vez, rápidamente obtendrás patrones complejos, ordenados y bellamente radiantes que empiezan a surgir a partir de la incoherente y caótica disposición inicial. Esto nos sugiere que a partir de las condiciones simples y aleatorias que teníamos al empezar y aplicando un pequeño número de reglas básicos, puede aparecer un orden muy complejo.
Por lo tanto, si aplicásemos este proceder a los crímenes de Whitechapel y a la evolución de las teorías del Destripador que han surgido desde entonces, es posible que podamos ver cómo el suceso inicial muy bien podría estar convirtiéndose en algo completamente aleatorio y caótico. (Pienso en la persuasiva teoría de Eddie que leí hace algún tiempo en algún sitio, en donde se comentaba que con toda probabilidad Jack el Destripador simplemente era uno de los lunáticos apostados en las puertas de un asilo cercano y que cuando estas se abrían, el interfecto salía al exterior con un cuchillo de pan. Si lo pensamos bien parece una reflexión muy certera.)
Tomemos el caos inicial y sin ningún sentido provocado por el suceso y apliquémosle un par de simples reglas básicas. Para la primera regla quizá podamos fijar que “la especulación de los crímenes sólo se propagará según lo rentable que resulte hacerlo.” La segunda regla podría ser: “las especulaciones publicadas sobre los asesinatos de Whitechapel sólo serán rentables en proporción directa al grado de novedad que posean.”
Si aplicas estas dos reglas sencillas y prácticas a este caótico e incoherente suceso rodeado de derramamiento de sangre, subterfugios y elementos producidos al azar, parece posible que rápidamente podamos encontrar un metódico y espectacular florecimiento de ideas y teorías alrededor de dichos asesinatos con asombrosas matrices que ven incrementadas progresivamente su complejidad y simetría. Quizá este podría ser el patrón a partir del que nacerán el resto de ondas, o por lo menos otra forma útil de poder entenderlo, otro modelo que bien nos puede servir para explicar el suceso inicial.
Probablemente “Dance of the Gull Catchers” tratará todos estos temas, pero me parece más interesante observar el punto en el que dicha matriz de teorías e ideas difundidas y progresivamente más complejas empieza a ser consciente de sí misma, lo que quiere decir que empieza a estar al corriente de sí misma como proceso, como un ser que ha evolucionado a partir del mito inicial. Se pueden ver algunos signos en el hecho de que dicha “Ripperología” haya empezado a incluirse a sí misma como entidad en el propio campo de estudio del asesinato, como ocurre con las valoraciones críticas sobre la literatura sobre Whitechapel que aparecen en Begg, Fido y Jack the Ripper A-Z, de Skinner, junto a otra información sobre los propios crímenes. También puede verse en el desarrollo de From Hell. Supongo que lo quiero expresar es que el efecto ondulatorio inicial ha alcanzado un punto en el que se pueden observar todo tipo de enriquecidos patrones interfiriendo, superponiéndose unos a otros y retro-alimentándose, por lo que una salpicadura o una simple onda rápidamente podría llegar a convertirse en un patrón de muaré reluciente y complejo obtenido de uno de los mejores momentos de Jim Steranko. De todas formas, estas son mis actuales reflexiones personales sobre el asunto, pero seguiremos en contacto.
(continuará)
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Dave Sim
Bueno, en realidad ya hemos puesto la carne en el asador, ¿verdad?
Mi punto de vista sobre cómo están diseñadas las cosas (que he podido refrescar un poco al leer tu respuesta) se parece en su mayor parte al tuyo, pero haciendo hincapié en algunos otros aspectos. Como me has comentado por teléfono sobre el tema: “Todo esto parece ser muy subjetivo, ¿no crees?” Y de hecho lo es. Bajo mi punto de vista, el éxito conseguido por el Judío Que No Puede Ser Nombrado Como Dios y su modificación/ corrupción (dependiendo de cuál sea tu subjetivo punto de vista) cristiana posterior puede deberse a la idea de Gran Unidad, que tan desligada está de la tremenda complejidad de las creencias que se tenían en el Mundo Antiguo. Todo es Uno y lo es al mismo tiempo. Llámalo si quieres el nivel de DNA que llevamos insertado en nuestra propia visión del Big-Bang, obtenido en una época en la que las mejores mentes seguían perplejas porque los planetas simplemente parecían estar vagando por los cielos como si fuesen bolas de pinball ralentizadas. Puede que esa fuese la suma y esencia completa de todo lo que alcanzaron a comprender, aunque todo el sufrimiento que se produjo a lo largo de esos siglos bien se puede atribuir al hecho de que con eso ya tenían suficiente (pese a cualesquiera que fuesen sus mitologías y sus fábulas morales que representaban todo lo demás.) Bajo mi punto de vista, la divisa en latín que enarbolan en los Estados Unidos lo refleja muy bien: E pluribus unum (“De muchos, uno”, o dicho más extensamente: “de muchos, uno. Y hubo uno que se convirtió en muchos".) Todos los aspectos de la misma deidad manifestándose a lo largo y ancho de un montón de culturas y religiones diferentes. Y ese me parece un rasgo inherentemente positivo, productivo y que merece mucho la pena. Sería muy satisfactorio poder rebobinar mentalmente la cinta, desfragmentarla, y esforzarnos en creer que dicha Unidad original es la reflexión central de todas las demás.
Estoy de acuerdo con tu observación de que la luz (o La Luz) se polariza en dos frecuencias, una en su aspecto masculino, y otro en el femenino. Lo que yo intentaba expresar al final de “Church & State”, pero destilado para que sonase como si fuese un octeto, terminó convirtiéndose en un “fue ÉL quien lo llevó a cabo”. Pero al final de “Reads” terminaba siendo un “fue ELLA quien lo llevó a cabo”. No estoy muy seguro de que realmente tengamos nada que hacer con La Luz (después de todo, lo que sabemos del Universo conocido se parece mucho más a un cul-de-sac sin rumbo comentado desde un suburbio del cosmos que parece no importarle a nadie.) De todas formas, en los últimos tiempos me encuentro cómodamente instalado en la noción de que ese Dios, La Luz, es (en efecto) masculino (ya que la reproducción como tal representa una especie de premio de consolación, después de que el invasivo acto de mala fe -en realidad un enorme malentendido conocido como el pecado original- tuviese lugar.) Las malas noticias son que nos estamos alejando cada vez más de la iluminación. Las buenas noticias son que cada vez hay un número mayor de nosotros que intentamos alcanzarla. Me he frenado mucho a la hora de contarte todo esto cuando nos reunimos allá en 1988, porque (con mucho remordimiento) pensaba que: “bueno, ahí lo tenemos, en cuanto se publique “Reads” Alan será el primero en ponerse en la línea defensiva contra el ostracismo que me va a rodear por parte de la comunidad de devotos del pensamiento correcto acerca de la unidad hermafrodita Dios-Diosa”.) Me parece tremendamente gratificante que tengamos la oportunidad de charlar sobre qué nos parecen las cosas a cada uno de nosotros... sin tener una ¿sensación?... de amenaza. Incluso aunque sepa positivamente que tú estás equivocado.
Tan sólo bromeaba.
También me ha interesado mucho tu observación acerca de qué es lo que debería captar la atención del lector cultivado (y -supongo- que entiendo bien la sensación que intentas transmitir.) Quieres llevar a cabo una especie de ataque de guerrilla contra la psique, las sensaciones y las emociones que solemos captar en general. Creo que en From Hell en particular lo lograste de forma muy eficiente. Esa frase en la que Gull le dice a Netley: “¿te das cuenta de que sólo comparto mis pensamientos privados contigo, en reconocimiento a tu total falta de conocimiento?”, y Netley le responde: “Por qué... se lo agradezco, señor... no sabría decirle todo lo que eso significa para mí.” Gull: “Ha, ha, ha. Claro. Porque, por supuesto, no podrías. Precisamente por eso confío en ti.” Por una parte me parece mucho más que un recurso literario. Tuviste que rellenar el segundo volumen con todo lo que pensabas sobre la configuración del pentagrama, así como incluir todo lo que habías descubierto durante tus investigaciones, para luego poder injertarlo en la figura de Gull. Además tenías que encontrar una buena razón para que él pudiese gritar bien fuerte lo que pensaba (esa última parte debe haber sido la más difícil de manejar de todas.) Acaba siendo como una analogía de una experiencia mística, una especie de vértigo de encontrarse a uno mismo En el Interior de un misterio. Y además nos permite pensar a los lectores: “Ese Gull ha perdido la cabeza. Eso es lo que Alan quiere decirnos realmente”, lo que hace que el lector simpatice finalmente con Netley, ya que puede mantener un sentimiento de superioridad hacia él.) Cuando nos empiezas a conducir por St. Paul (y debería decir que el Sr. Campbell se superó a sí mismo en la parte que le toca de ese tour por Londres) todo el monólogo parece tener una calidad predeterminada, un eco resonante que parece exudar la misteriosa experiencia de lo que puede encontrarse en nuestro Interior. Cuando incluso el propio Netley lo ve como algo imperativo, hasta el lector menos perspicaz querría salir pitando “hacia el exterior”.
Desde luego, claro que comparto el punto de vista de que no perjudica a nadie hablar abiertamente con otros guionistas sobre nuestro trabajo. Normalmente, el ladrón por naturaleza se hará un lío y no merecerá la pena preocuparse por él, y el auténtico creativo normalmente intentará convertir lo que ha escuchado en algo nuevo y diferente en cuanto lo haya filtrado utilizando su propia experiencia. Por esa razón, la nueva obra terminará convirtiéndose más o menos en un “cruce polinizado”. Lo que nos lleva a los asesinatos concretos que se relatan en From Hell. Recuerdo haber charlado contigo por teléfono y preguntarte cómo estaba progresando la obra, y me dijiste que las partes que aludían a los asesinatos te estaban suponiendo un gran esfuerzo. Porque había mucha información sobre la que tenías que hablar y hacerla encajar en su sitio, y no estaba demasiado claro cuánto espacio ibas a necesitar para hacerlo. Me refiero a que no creo que te estuvieses tirando de los pelos ni nada parecido, sino que tan sólo estabas remarcando por lo que estabas pasando al igual que lo haría un escalador al toparse con un accidente inesperado en el terreno. ¿Qué nivel de dificultad alcanzaba el problema al que tuviste que hacer frente? ¿Alguna vez has tenido momentos de desesperación y/ o problemas que hayan logrado que te superes a ti mismo? ¿Tienes alguna forma interesante de responder a unas preguntas tan vagas y pedestres?
Alan Moore
Supongo que la respuesta más corta es “no”: estoy seguro de que todo el mundo se sentirá aliviado al escuchar que mi pelo sigue siendo la misma rica, ondulada y lujuriosa cascada peluda y castaña que siempre ha sido, sin ninguna calva que lo afee por ningún lado. Por otra parte eso no quiere decir que la tendencia que tienen los datos a aumentar en manos de uno no supongan todo un problema.
Al mirarlo en retrospectiva, me imagino que es un problema que podría sonarle familiar a cualquiera que haya hecho una obra en la que haya tenido que hacer un trabajo de investigación o que pueda ser incluida en el género del seudo-documental. Y me llama mucho la atención que la naturaleza de ese fenómeno sea probablemente matemática. Hay una figura que se usa frecuentemente para ejemplificar las matemáticas fractales conocida como el copo de nieve de Koch. Básicamente es un triángulo equilátero. Tienes que introducirlo en un programa de ordenador iterativo, luego le ordenas a la máquina que le anexe un triángulo equilátero más pequeño, exactamente de la mitad de tamaño del original, en cada una de las tres caras que se encuentran a la vista. Entonces el ordenador añadirá la mitad de triángulos equiláteros a cada una de estas doce nuevas facetas, haciendo que la forma básica de estrella sea cada vez más puntiaguda y dotándole de un montón de nuevas facetas, ya que el ordenador continuará añadiendo mitades de triángulos equiláteros hasta el infinito. Como te podrás imaginar, a cada nueva repetición del programa, la línea perimetral de la forma original será cada vez más espinosa y compleja. Lo interesante es que como se puede dibujar el triángulo equilátero original sin un círculo que le proporcione diámetro y área, el área resultante de esta especie de figura con la forma de un copo de nieve nunca llegará a exceder el área del círculo original. El perímetro del copo de nieve, por otra parte, podría llegar a ser infinito.
Otra forma de ejemplificarlo es haciéndote la siguiente pregunta: “¿Cuál es la longitud perimetral de Inglaterra?” Sencillamente, no existe respuesta a tal pregunta, porque es relativa a la medición que se nos ocurra usar. Si por ejemplo tienes una regla de una milla de longitud y recorres Inglaterra de un punto a otro y sumas el total, obtendrás una cifra precisa, pero sólo para alguien que vaya a utilizar una regla similar. Obviamente, si usamos una vara de medir o medimos en pies podrías medir todas las irregularidades que habrían sido obviadas usando la regla anterior. Eso te proporcionaría una cantidad mucho mayor de longitud perimetral. Si te deshicieses de la regla para medir en pies y usaras un micrómetro, entonces la cantidad resultante podría ser mucho mayor. En realidad, si midieses cada vez con instrumentos más y más precisos, se podría afirmar que el perímetro del país tiene unas medidas infinitas, aunque el área básica de terreno no haya cambiado ni tan siquiera una pulgada.
Ocurre lo mismo con From Hell: los asesinatos de Whitechapel tuvieron lugar en un período de tiempo concreto y se produjo un número limitado de víctimas. Si echamos un vistazo al campo de información que suele cubrirse, a primera vista parece que se encuentra contenido por unos límites claramente definidos. El problema principal queda expuesto del todo en los detalles superficiales. Pero cuanto más se van aclarando los detalles, cuanto más de cerca los examinemos, entonces la “superficie” narrativa también se empezará a convertir en algo mucho más espinoso, complejo y fractal. El perímetro de la historia comenzará a extenderse hasta el infinito. El espacio y tiempo necesarios para cada episodio seguiría expandiéndose.
Como decía antes, fue esta la causa del problema al que no pude anticiparme, pero me imagino que sería mucho peor para Eddie que para mí. Escribir veinte páginas extra no supone ni de lejos una carga física y mental tan enorme como dibujarlas.
Después de consultarlo con Eddie, estaría tan solo parcialmente de acuerdo con la evaluación que has hecho sobre el paseo de aprendizaje de Gull y Netley del capítulo cuarto. Aunque también pienso que es una de las composiciones de la serie más asombrosas, y si me hubieses preguntado en esa época la habría catalogado como una de las mejores cosas que he hecho jamás aunque sólo fuese por el tremendo poderío narrativo que requiere sostener el interés visual durante un prolongado tour alrededor de un grupo de edificios relativamente poco atractivos, sin embargo creo que a partir de ese punto el trabajo de Eddie empezó a evolucionar hasta convertirse en algo mucho más poderoso. En mi opinión, el décimo capítulo, el capítulo dedicado a Marie Kelly, supera cualquier cosa que podamos haber visto antes. Sigo sin tenerlo decidido, pero creo que el capítulo final podría ser incluso mejor.
La evolución de Eddie como dibujante a lo largo de la obra fue fenomenal, especialmente si tenemos en cuenta el jodido gran talento que ya tenía cuando todo empezó. Normalmente me quitan más el aliento los pequeños detalles que las partes más obvias que se supone que deberían hacerlo: por ejemplo, la gracia y solidez natural de las manos en primer plano de un personaje. La composición de los azulejos de la pared cuando Abberline vomita en los lavabos de Scotland Yard. El aliento del caballo. Las sucias luces miasmáticas de Oxford Street. Sin la fuerte seguridad y el sentimiento de naturalidad humana que envuelven los lápices de Eddie, dudo que ni siquiera hubiésemos intentado hacer alguno de los imaginativos vuelos metafísicos que para mí, abastecen los puntos más elevados de la narración. Lo mires por donde lo mires, creo que también te parecerá un logro visual abrumador.
Y entonces va y lo arruina todo en las ocho páginas del maldito epílogo.
Dave Sim
Intentaré dar otro paso especulativo más diciendo que From Hell me parece una especie de conjuro, articulando así mi tesis de que deberían haber aparecido “X” números de cabezas de Abberline protagonizando su propia secuencia con el fin de que los reinos de los ricos del mundo se postrasen a tus pies. “¿Campbell?” (¿tal vez sea él tu propio Netley para tu personalidad de Gull?) “¿Síseñor, Míster Moore?” “Tráeme algo con lo que golpearte.”
Una vez tuve la oportunidad de ver un Bacchus [Baco] de forma anticipada y me apresté a escribir algo bastante extenso sobre Eddie, por lo que la verdad, estoy poco dispuesto a añadir ninguna sutileza más sobre su dibujo. Aún así he de decir que el estilo de dibujo de Eddie me parece uno de los más atractivos –sino EL más atractivo- de nuestro medio. Su uso de los trazos más finos y los retazos acuchillados de negro –puede que Krigstein sea el único precursor estilístico- hizo que mi mano de dibujar se pusiera a temblar nada más ver lo que él era capaz de conseguir. Recuerdo que en una de mis visitas al otro Northampton le enseñé a Bissette las fotocopias de Alec y de Bacchus que me había enviado. “Qué bonito,” fue su amable evaluación. Tenía toda la razón, pero un estilo más bonito no habría encajado en From Hell. De hecho me resulta imposible pensar en nadie más que hubiese sido capaz de dibujar esta obra, apreciación con la que estoy seguro que estarás de acuerdo. Todo lo que tengo que hacer ahora es dibujar la portada de Eddie para el “aún en proceso” Dance of the Gull-Catchers y empezar a carcajearme disimuladamente de él. No está mal para una portada que todavía-no-ha-sido-dibujada, ¿no es cierto? De acuerdo, ya es suficiente. De lo contrario el bastardo sería capaz de hacer que me cortasen las bolas en su jodido comic-book.
Bueno, la siguiente pregunta que voy a traer a colación (y para evitar seguir parloteando durante cinco páginas más voy a enumerarla cuanto antes), es una que está centrada en nuestra conversación de 1988. En aquel entonces tenías un buen número de ideas verdaderamente asombrosas sobre la energía (para el lector más literal, energía significa eso mismo) que parece liberarse en un acto de asesinato. Eran asombrosas e inquietantes (y he de confesar que soy una persona que se enorgullece de sí misma y que por lo tanto no es capaz de inquietarse fácilmente... y a la que le divierte mucho cuando ocurre.) Hablo de la atmósfera de carnaval que parece rodear a la escena en la que encuentran el primer cuerpo (diseñada desde el punto de vista del único policía que vemos de guardia), insertada justo antes del macabro caos que se produce al día siguiente. Definitivamente creo que es una buena forma de representar dicha liberación de energía, ¿no? Una obvia “onda en el estanque” inicial, algo que podría parecer evidente si lo pudiésemos observar en un “mapa de alta definición”. Dejaré que continúes a partir de este punto.
Alan Moore
Esa especie de efecto dominó del que hablas tan sólo es el primer modelo que uno debería ser capaz distinguir en un “mapa de alta definición” inicial. De hecho, cuando pienso en ello y lo reviso, tengo que decir que ahora me parece que tiene que ver menos con el efecto dominó y más con un patrón de distribución de ondas de choque: disponemos de un área central completamente devastada que se encuentra en los relativamente pequeños confines de Whitechapel y que transcurre durante un período de tiempo relativamente pequeño, otoño de 1888. Dispersándose a partir de ese punto se empiezan a distribuir una serie de elementos que a primera vista parecen tener cierta relación con el punto de impacto inicial hasta que se llega a otro punto en el que algunos de los sucesos o personajes relevantes colisionan con el entorno de la historia de una forma explosiva. Dichos elementos o puntos son, aparentemente, producto del azar, y a su vez están distribuidos a ambos lados del lugar de impacto inicial, que es como decir que provienen tanto del pasado que precede a dichos sucesos como que se están dirigiendo hacia el futuro que aún está por llegar. El suceso puede verse como una especie de extraña formación o entidad cuatri-dimensional, con puntos coincidentes o incidentes significativos que van marcando los extremos de la existencia y los límites y la extensión durante todo el tiempo abarcado.
El resultado inmediato más notable de esta meta-forma y su efecto en la conciencia humana histórico-lineal de tres dimensiones habitual supongo que podría describirse como si fuese una especie de glamour. Supongo que con eso me estoy refiriendo a que tiene glamour tanto en el sentido más convencional de “el glamour que suele rodear a un asesino y sus crímenes” (el atractivo que puede poseer a ojos del “público”), como en el sentido mágico-medieval de “glamour: encantamiento, hechizo, conjuro.” Francamente, no creo que exista una verdadera diferencia apreciable entre ambas definiciones, ya que ambas tendrán exactamente el mismo efecto al ocupar el mismo espacio oscurecido y concreto, produciendo una deslumbrante obsesión en las mentes de cualesquiera que puedan sufrir sus efectos.
Los primeros efectos (si se ignoran por un momento algunos antecedentes como los de Jekyll y Hyde o “Ghost of Flea” de Billy Blake) son aquellos que se manifestaron en las calles de Londres y Whitechapel durante la época en la que ocurrieron los asesinatos. Por extenderme un poco más, dichas manifestaciones estarían muy cerca de la explosión central, tal y como decía antes, por lo que la reacción fue mucho más “pura” y extrema que las siguientes que surgieron con el paso del tiempo o a mayor distancia. Quizá sea posible recoger una cantidad de información real mucho mayor de dichas reacciones iniciales que de las que se produjeron más tarde, porque estas últimas estaban mucho más elaboradas.
Por ejemplo, parece como si a todo el mundo se le hubiese contagiado parte de la locura que impregnó la época en la que el Destripador estuvo sembrando el pánico. Los anales de los asesinatos de Whitechpael están llenos de personajes insólitos que actuaban como detectives aficionados que patrullaban Whitechapel con la cara pintada con maquillajes oscuros o haciendo apariciones, medio enloquecidos, en lugares públicos con la ropa ensangrentada y murmurando cosas sobre apuñalamientos a mujeres. Los hombres de Londres, o al menos un pequeño pero importante porcentaje, parecía como si lo único que hicieran fuese escribir a los periódicos relatando soluciones salvajes y heroicas para capturar al asesino, o sufrir enfermas fantasías masturbatorias en las que pretendían que ellos mismos eran el criminal. Si sólo hubiesen sido los hombres los que fueron afectados por los crímenes entonces tendríamos un retrato de diversidad bastante fidedigno y éticamente contemporizado al que poder enlazar nuestras observaciones contemporáneas, pero no es el caso.
De acuerdo con los reportajes de la época, las mujeres del East End también fueron dominadas en parte por una especie de morbosa fascinación por los asesinatos. Muchas hablaban casi como si quisieran engrosar ansiosamente el recuento del asesino. Hablaban sobre quiénes podrían llegar a convertirse en las siguientes víctimas. Algunos comentaristas han remarcado que casi parecía como si fantasearan fogosamente con que se produjese dicha eventualidad. Cuando lo revisamos ahora parece bastante preocupante. Realmente creo que merece una verificación, aunque es probable que lo más prudente sea no tomar conclusiones precipitadas. Cuando la preguntaron, una mujer comentó lo atractivo que le parecería convertirse en una de las víctimas, simplemente por todas las cosas agradables que la gente estaba diciendo sobre las mujeres asesinadas. Eso implica que ser destripada para luego ser agasajada por los demás parecía bastante encantador. Teniendo en cuenta que con toda probabilidad la vida de esas mujeres podía no extenderse durante mucho más tiempo (hablamos con las estadísticas en la mano), la muerte por malnutrición o por el nacimiento de un retoño, o por una cirrosis, seguro que no eran formas preferibles de morir en lugar de hacerlo instantáneamente a manos de un asesino. Además, ser asesinado por alguien célebre de alguna manera te conecta con el propio criminal mediante el propio acto del asesinato... quizá sea como el síndrome de Mark Chapman, pero al revés... y por supuesto, al final la gente se acordará de ti.
Yo mismo he llegado a la conclusión de que dicho fenómeno, que se suele producir tanto en hombres como en mujeres, es como una especie de eco del estado mental de la época. Richard Dawkings lo llamaría “meme”, una información equivalente a un gen. Una especie de idea que es como un virus que se replica y que empapa nuestra Sociedad e influye en nuestra forma de pensar y en nuestros actos. Rupert Sheldrake, mucho menos respetable que Dawkins, lo llamaría resonancia morfo-genética, una forma de conocimiento que se reproduce a sí misma y que Sheldrake denominaría “campo morfo-genético”. Por mi parte, al ser mucho menos respetable que estos caballeros, diría que parece que los asesinatos son eventos que ocurren no sólo en el mundo material “real”, sino que también entrarían en el terreno del “Idea Espacio”, una especie de lugar central, campo, espacio o dimensión en donde se producen los pensamientos. Creo que al menos, dicho espacio podría ser un lugar común en lugar de uno individual; con lo que estoy intentando decir que ese “espacio” afecta hasta cierto punto a todas las conciencias, y también me parece un lugar al que todos podemos tener acceso. En ocasiones ciertas ideas o nociones parecen estar por “ahí” plantadas y suele decirse que “están en el aire.” ¿Qué se quiere decir con esto? Cuando James Watt inventó la máquina de vapor, algunos otros inventores habían tenido la misma idea de forma independiente durante más o menos el mismo período de tiempo.
Charles Fort recalcó tal acontecimiento cuando supuso que tan sólo era “la época de la máquina de vapor.” Estoy seguro de que se puede coger la idea general: esa consciencia, elevada a nivel grupal, es una especie de medio en el que las ideas o formas de pensamiento equivalen a objetos sólidos o masas compactas, y en los que la conciencia y la auto-conciencia individual pueden verse como una especie de punto móvil de toda la estructura.
En relación a los crímenes del Destripador, sugeriría que puede que la idea formada sobre Leather-Apron y sus víctimas casi se ha convertido en una figura arquetípica dentro de algún juego al estilo japonés del alma humana, o al menos, parte del “público” fue capaz de reaccionar e identificar inconscientemente a los actores principales, incluso hasta el punto de imitarlos o intentar imitar su comportamiento. Para mí ese tipo de suposición tiene un especial interés cuando se aplica a casos como el de “el acuchillador de Halifax”, al que hago alusión en las notas del decimocuarto capítulo. En este caso no había una figura real que se encontrara en el centro de lo ocurrido. Tan sólo teníamos un eco en la mente del espectador, una reverberación sin ninguna señal de qué la había provocado.
Cuanto más nos alejamos en el tiempo del epicentro del suceso, más se irán enrareciendo sus efectos, aunque se pueden seguir notando. La mayor parte de los “serial-killers” parecen concebir a Jack el Destripador como una especie de punto referencial de su campo, casi como si fuese un santo patrón. Por poner un ejemplo, en una confesión a la policía, Albert de Salvo comentó que cuando conoció los detalles quiso superar a Jack el Destripador.
Y por supuesto, además la temática sigue resonando en nuestros medios de comunicación, en nuestras películas “slasher” y en las mentes de esos obsesivos elitistas, los estudiosos del Destripador (Ripperologists). Añádele rasgos azarosos y coincidencias hiladas al propio suceso, enlazadas tanto con el pasado como con nuestra época actual, y conseguiremos un cuadro preliminar bastante bueno de ondulaciones o patrones explosivos sobre el propio suceso, un elemento mayor que los asesinatos iniciales que provocaron el resto de situaciones. De esta forma podremos conseguir el asidero básico con el que empezar a hacer un mapa del homicidio.
Dave Sim
Sí. Me parece extraordinario en todos los sentidos. Recuerdo quedarme sentado hechizado, allá en 1988, cuando empezaste a explicar la letanía de personalidades y gente famosa que se encontraba interconectada con los asesinatos. Por supuesto, la única personalidad victoriana que yo conocía profundamente en ese momento era la de Wilde (me encontraba en medio de mis investigaciones sobre él para realizar el segundo tomo de Jaka´s Story y de lo que al final terminaría convirtiéndose en Melmoth.) A pesar de que su fin no llegaría hasta mediados de 1890, definitivamente las semillas ya se encontraban plantadas en 1888. Citaste “Lord Arthur Savile´s Crime”, una de mis historias cortas favoritas de Oscar Wilde, y por supuesto, la mayor parte de su obra central publicada a largo de su “doble vida” y que fueron la causa de su ruina. Si no me equivoco, cuando estuvo alternando en la Little College Street número trece con chaperos, “renters” y chantajistas, se encontraba no demasiado lejos de Whitechapel. Cuando se hizo la permanente le encantaba comentar que se parecía al busto de Nerón que se puede encontrar en el Museo Británico. Cuando empezó a alternar con chaperos solía contarles a sus íntimos que gustaba de “hacer fiestas con panteras.” Yo pensaba que era una hipérbole hasta que me comentaste la imagen que podría dar un matón muerto de hambre que se presentara con champán en mitad de una cena en el comedor privado de uno de los mejores restaurantes de la ciudad. El capítulo de From Hell que muestra los contrastes entre cómo empieza Gull la jornada en su cómoda y elegante casa y cómo lo hacen las prostitutas expresa esa idea de forma bastante elocuente. Parece como si el Imperio también estuviese implicado en los actos que ocurrieron, ¿no es cierto? El Imperio Global de Inglaterra, con Londres como corazón y Whitechapel como corazón de Londres. Oscar Wilde fue probablemente la mayor y única encarnación pública de la difusión del conocimiento: “¡Nosotros somos Roma! ¡Todo es nuestro para poder tomarlo!” ¿Cuántas vidas dobles se verían segadas? Cuando piensas que un montón de almas humanas estuvieron rondando por ahí para ser simplemente tomadas por unos pocos peniques, se te puede encoger el corazón.
Me gustaría volver sobre el propio Gull (o quienquiera que pudiese haber sido Jack el Destripador) a partir de ese enfoque de que fue la encarnación de la “Zona Cero”. Creo que me gustaría saber si tienes algo más que añadir a lo que he comentado sobre ese efecto dominó específico “que parece explotar hacia el exterior”, antes de continuar con otro tema.
Alan Moore
Tras recordar a Oscar Wilde y su doble vida, puede que valga la pena mencionar una obra sobre Jekyll y Hyde que tuve la oportunidad de ver en una ocasión, en la que de forma bastante convincente, la metáfora central de toda la pesadillesca historia de Stevenson se encontraba relacionada con una corriente de homosexualidad reprimida que impregnaba por completo a muchos hombres de la sociedad victoriana y posiblemente también al propio autor. Había una escena en concreto en la que un anciano y refinado caballero se le acercaba a Edward Hyde en una oscura callejuela y le susurraba algo al oído que provocaba una explosión de violencia animal. Eso… y la reacción de la esposa de Stevenson contra el mismo libro… opinando que le parecía espantoso y que no debería haber sido publicado… añade peso a la sugerencia de que quizá estaba pensado con la intención de revelar cierta cantidad de información sobre esa corriente subterránea de sexualidad asociada a Afrodita. Incluso aunque no nos centrásemos en la homosexualidad, creo que hasta cierto punto la difícil situación de Henry Jekyll resuena como metáfora de toda la Sociedad Victoriana, en donde la virtud nunca había sido tan alabada en público ni el vicio tan practicado de forma tan excesiva y soterrada. En la novela casi se puede ver el momento exacto donde la masa mental Victoriana toma consciencia total de su propia oscuridad: Hyde como la sombra de Jekyll; Jack como Gull. Los piscolabis de pantera de Wilde como una sombra de la propia opresión en la sala asexual de la sociedad.
Saltando por completo hacia otro tema, recogeré tu invitación para comentar algunas últimas palabras sobre el “efecto dominó”. Aunque es probable que al volcarme sobre otra forma de mirar el fenómeno, posiblemente metafórica, enturbie aún más las aguas. Quiero hablar sobre una especie de juego inventado por físicos y matemáticos con el fin de modelar e investigar el comportamiento de los inicios del Universo. Creo que lo llaman “El Juego de la Vida.”
Lo que se suele hacer es coger un tablero del juego de damas de (si es posible) un tamaño infinito (o lo puedes generar mucho más fácilmente con un ordenador) y luego dispersar al azar cierto número de damas de color negro sobre el tablero, dejando que se queden plantadas en el lugar donde hayan caído. Una vez hecho esto tienes que aplicar un par de sencillas (aunque fundamentales) reglas. Quizá una de esas reglas fuese que por cada dos piezas que dispongan de un espacio diagonal entre ellas se añadirá una pieza que cubra dicho espacio. Quizá otra de las reglas sugiriese que por cada tres piezas conectadas lateralmente en línea, la pieza central tendrá que ser retirada. Estas no son las reglas concretas del juego, ya que me temo que no las recuerdo demasiado bien, pero lo que intento decir es que las verdaderas reglas son así de simples y escuetas.
Si se aplican estas reglas a las piezas dispersas al azar en el tablero y luego se las aplicas de nuevo a las nuevas configuraciones que se van produciendo y sigues haciéndolo una y otra vez, rápidamente obtendrás patrones complejos, ordenados y bellamente radiantes que empiezan a surgir a partir de la incoherente y caótica disposición inicial. Esto nos sugiere que a partir de las condiciones simples y aleatorias que teníamos al empezar y aplicando un pequeño número de reglas básicos, puede aparecer un orden muy complejo.
Por lo tanto, si aplicásemos este proceder a los crímenes de Whitechapel y a la evolución de las teorías del Destripador que han surgido desde entonces, es posible que podamos ver cómo el suceso inicial muy bien podría estar convirtiéndose en algo completamente aleatorio y caótico. (Pienso en la persuasiva teoría de Eddie que leí hace algún tiempo en algún sitio, en donde se comentaba que con toda probabilidad Jack el Destripador simplemente era uno de los lunáticos apostados en las puertas de un asilo cercano y que cuando estas se abrían, el interfecto salía al exterior con un cuchillo de pan. Si lo pensamos bien parece una reflexión muy certera.)
Tomemos el caos inicial y sin ningún sentido provocado por el suceso y apliquémosle un par de simples reglas básicas. Para la primera regla quizá podamos fijar que “la especulación de los crímenes sólo se propagará según lo rentable que resulte hacerlo.” La segunda regla podría ser: “las especulaciones publicadas sobre los asesinatos de Whitechapel sólo serán rentables en proporción directa al grado de novedad que posean.”
Si aplicas estas dos reglas sencillas y prácticas a este caótico e incoherente suceso rodeado de derramamiento de sangre, subterfugios y elementos producidos al azar, parece posible que rápidamente podamos encontrar un metódico y espectacular florecimiento de ideas y teorías alrededor de dichos asesinatos con asombrosas matrices que ven incrementadas progresivamente su complejidad y simetría. Quizá este podría ser el patrón a partir del que nacerán el resto de ondas, o por lo menos otra forma útil de poder entenderlo, otro modelo que bien nos puede servir para explicar el suceso inicial.
Probablemente “Dance of the Gull Catchers” tratará todos estos temas, pero me parece más interesante observar el punto en el que dicha matriz de teorías e ideas difundidas y progresivamente más complejas empieza a ser consciente de sí misma, lo que quiere decir que empieza a estar al corriente de sí misma como proceso, como un ser que ha evolucionado a partir del mito inicial. Se pueden ver algunos signos en el hecho de que dicha “Ripperología” haya empezado a incluirse a sí misma como entidad en el propio campo de estudio del asesinato, como ocurre con las valoraciones críticas sobre la literatura sobre Whitechapel que aparecen en Begg, Fido y Jack the Ripper A-Z, de Skinner, junto a otra información sobre los propios crímenes. También puede verse en el desarrollo de From Hell. Supongo que lo quiero expresar es que el efecto ondulatorio inicial ha alcanzado un punto en el que se pueden observar todo tipo de enriquecidos patrones interfiriendo, superponiéndose unos a otros y retro-alimentándose, por lo que una salpicadura o una simple onda rápidamente podría llegar a convertirse en un patrón de muaré reluciente y complejo obtenido de uno de los mejores momentos de Jim Steranko. De todas formas, estas son mis actuales reflexiones personales sobre el asunto, pero seguiremos en contacto.
(continuará)
1 comentario:
Sr. Sapo, ¡gracias por la traducción!
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