lunes, 12 de abril de 2021

RAYMOND BRIGGS, EL AMABLE HOMBRE DEL SACO

Entrevista de Paul Gravett con Raymond Briggs realizada para la revista Escape, 1984. Traducción: Frog2000.

Para su primera tira publicada en 1973, Raymond Briggs modeló su Papá Noel a partir de su propio padre, quien estuvo trabajando como lechero para la coperativa Co-Op durante treinta años. También diseñó la casa de Santa basándose en el hogar de sus progenitores situado en Wimbledon Park, Londres, donde estuvo viviendo hasta que cumplió 25 años. Ahora tiene 50, es un hombre tranquilo y sin pretensiones sorprendido por el éxito de sus obras, aunque tampoco es que le impresione demasiado. Lleva trabajando como ilustrador de libros para niños desde finales de los cincuenta, y ganó su primera medalla Kate Greenaway por realizar 897 ilustraciones para "Mother Goose Treasury" [Mamá Oca] en 1966. Papá Noel le hizo ganar su segunda medalla, pero nuevamente solo por sus ilustraciones y no por la historia, reflejando que la gente percibe ambas habilidades como algo completamente distinto. Su libro más provocativo, "When The Wind Blows" [Cuando el viento sopla], se quedó en el puesto 76 del top 100 de los más vendidos de 1983, pero aun así, la obra confundió a los compiladores de la lista, que tuvieron que idear una inadecuada categoría especial para describirla: "tira de cómic satírica".

No sólo los lectores más jóvenes, sino también los adultos disfrutan de sus obras: de su quejumbroso Papá Noel, muy diferente de la jovial versión endulzada; del sonriente pero comprensivo Fungus the Bogeyman, o de la magia onírica que se puede encontrar en El muñeco de nieve; del ingenuo ensoñamiento de Gentleman Jim y, más recientemente, de Cuando el viento sopla. Esta última obra ocupa gran parte de nuestra entrevista, porque desafía las vagas nociones de muchas personas acerca de lo que es un ataque nuclear y enseña cómo podría ser realmente. El autor ridiculiza la simplista información difundida por el Gobierno: incluso llegó a enviar una copia a cada miembro de la Cámara de los Comunes. A diferencia de muchos otros títulos sobre catástrofes nucleares ("Pies descalzos", por ejemplo), la obra de Briggs se dirige especialmente al público británico gracias a un guión urdido por un escritor claramente británico. Lo que al menos explica en parte su enorme éxito. Tampoco es que las obras de Briggs sean solamente atractivas en su propio país: se han traducido a muchos idiomas, incluido el japonés.

Raymond Briggs y yo almorzamos unos sándwiches de queso y tomate con ensalada de col presentados en una bandeja, en una gran taberna al estilo pseudo-Tudor frente a la Escuela de Arte donde el autor imparte clases. Briggs admite que no tiene buena memoria para los nombres (¡apuntó el mío en el dorso de su mano!)

B: ¡El último tomo que me he comprado ha sido el maravilloso Ranxerox!

P: ¡Nunca me habría imaginado que ese podría gustarte!

B: Es bastante horrible, pero sus composiciones son maravillosas, un dibujo increíble.

P: ¿Seguro que no te atrae su contenido?

B: Oh, no, es repugnante ¿sabes? ¡Demasiado horrible para expresarlo con palabras! El personaje simplemente va por ahí matando gente. Y hasta aplasta la mano de una niña pequeña, ¡aaaagh! Pero fíjate en las maravillosas escenas en escorzo de calles y estaciones, donde se vislumbran cosas más allá de otras cosas al fondo, completamente brillantes. También acabo de comprar ese tomo de Roy Wilson. Uno de mis favoritos.

P: ¿Lo leías de joven?

B: Sí, y sin saberlo.

P: ¿Qué más leías de joven?

B: Sí, no sabía lo que estaba leyendo.

P: ¿Qué más? ¿Qué te impulsó a convertirte en historietista?

B: En realidad de pequeño no quería ser dibujante de historietas, sino convertirme en uno de los dibujantes de Punch. En mi niñez no se podían encontrar tantos cómics, porque crecí durante la Guerra. Tenías el Champion, y también me leía los cómics de los demás, porque no podías comprar cómics nuevos, solo los que se podían encargar. ¡Leía "Leader of the Lost Commandos", "Rockfist Rogan", "RAF" y algunos más! Un poco de "Chips" y también "Rainbow".

P: ¿Y qué hay de "The Wizard"?

B: Oh, sí, era uno de mis favoritos, ahí publicaban a Wilson con sus mallas negras.

P: ¿Dibujabas ya a esa edad?

B: Sí, en las cartas que enviaba a casa, porque me habían evacuado. Empecé a querer ser dibujante desde muy pequeño, como a los 12 o 13 años.

P: ¿Te apoyaban tus padres?

B: Sí, siempre me dejaron hacer lo que quería. Yo era hijo único, bastante mimado, así que en ese sentido me intentaban complacer. Tenía más estudios que ellos, y les encantaba que estuviese cursando algún tipo de educación superior.

P: Fuiste al Wimbledon Art College. ¿Qué recuerdos tienes?

B: Si, fue un poco una locura, porque cuando comenté en la entrevista que me hicieron que quería convertirme en dibujante, ¡a ese tipo casi le da un ataque! "Por Dios, chico, ¿eso es todo lo que quieres hacer?" ¡El director pensaba que el mundo moderno era terrible, y que desde el Renacimiento italiano en adelante todo se había precipitado cuesta abajo! Las cosas modernas como las revistas, películas (la televisión no existía en aquel entonces) estaban mal. Se suponía que ni siquiera debías leer las revistas, pero me rebelé contra sus ideas. Recuerdo que todos los días me cogía el Daily Mirror y pensaba: "¡Un vistazo rápido tampoco le va a hacer daño a nadie!", aunque lo leía pensando que estaba haciendo algo malo, ¡bastante grotesco! Las tiras que recuerdo leer en el Mirror durante la Guerra eran la maravillosa "Belinda and the Bomb Alley Boys", muy hermosa. También "Buck Ryan", "Ruggles", "Garth", las primeras entregas dibujadas con un estilo crudo por Steve Dowling. Solía ​​disfrutarlas mucho. Así que estuve cuatro años en ese colegio intentando convertirme en pintor, aunque con escaso éxito. Luego estuve dos años en el ejército y seguí dibujando. Era bastante adicto al trabajo. Más tarde entré en The Slade, hogar del dibujo puro, durante otros dos años.

P: ¿Cuándo publicaste por primera vez?

B: Después de dejar Slade en el ´57. El primer sitio fue en House and Garden, "Todo lo profundo que puedes plantar tus bulbos", ¡un diagrama de cinco líneas horizontales con jacintos, narcisos y demás! Me pagaron ocho guineas y me pareció fantástico. Solo me llevó cerca de media hora. En realidad, que me pagaran me pareció muy emocionante. Luego hice ilustraciones sencillas, aunque nunca viñetas.

P: ¿Llegaste a publicar en Punch?

B: No, nunca. Solía tener ideas divertidas, pero no eran chistes de verdad. Básicamente soy un artista del humor, no un comerciante de chistes.

P: Entonces, prefieres desarrollar tu humor a base de narración y personajes, ¿verdad?

B: Así es. Es muy diferente.

P: ¿Qué te impulsó a empezar a escribir tus propias obras?

B: Me harté de ilustrar las ideas de otros, yo mismo era capaz de hacerlo mejor. No fue por presunción, sino que esas cosas que ilustraba para otros eran verdaderamente malas. Así que escribí algunas historias, y para mi asombro me las publicaron.

P: Tus primeros tebeos en tomo fueron Papá Noel y Papá Noel se va de vacaciones. ¿Sueles estar en contacto con niños para obtener las ideas para tus obras?

B: No, la verdad es que mi inspiración no tiene nada que ver con estudiar el comportamiento de los niños, o conocer sus gustos y flaquezas. Mi consejo es que simplemente hagas la obra como quieres hacerla y, si tienes suerte, estarás en la misma onda que otras personas de cualquier edad. Porque la edad tampoco importa mucho. En cuanto el niño es capaz de leer con fluidez, no aprecio diferencias con el resto.

P: ¿Te preocupaba incluir todas esas largas palabras en "Fungus the Bogeyman"?

B: No, porque los niños pueden buscarlas o incluso omitirlas. La gente me ha dicho que suele apresurar a los niños para que utilicen el diccionario, lo que me parece muy educativo.

P: ¿De dónde proviene la idea para "Fungus the Bogeyman"?

B: Iba a hacer un alfabeto de cosas repugnantes, pero me parecía una idea con poca chicha, así que en su lugar creé a Fungus. Prefería evitar el humor enfermizo y dejar las cosas más divertidas y repugnantes. La idea de Fungus es que, como todos nosotros, se pregunta para qué está vivo. La obra trata de su búsqueda de un papel en la vida. Tardé años, y cuando acabé le dije al editor: "¡No te va a gustar, estoy casi seguro de que no me lo vas a querer publicar!" Me sorprendió la facilidad con la que me aceptaron la obra, aparte de las cosas que quitaron a base de viñetas negras.

P: ¿Significa que taparon cosas que ya habías dibujado? ¿Cosas como la viñeta en el baño de Fungus?

B: No, lo del baño fue cosa mía, ¡porque no quería dibujarla! La cubrí de negro, y así se me ocurrió el resto: cuando el editor quería otras alteraciones, lo hacíamos de la misma manera, y así me ahorré la molestia de rehacer las cosas. Y de esa forma tuvo una pinta peor, porque cuando tapas algo, ¡lo haces parecer más obsceno!

P: ¿Tienes planes para hacer una secuela de "Fungus?

B: ¡"Fungus" es una saga en curso donde nunca pasa nada! He esbozado otros dos o tres libros. "Fungus" iba a ser un musical dirigido por Richard Eyre, y también una película musical para la 20th Century Fox. Pero nada de eso llegó a buen puerto. Ahora hay otro tío que quiere hacer una obra musical y de ahí saltar a la pantalla. Además, me han pedido que escriba seis películas para televisión de media hora. Me encargaron escribir algunos programas para la radio de 8 minutos, en la Bogey de la BBC, pero aún tienen que darme el visto bueno. Y también he conocido a un joven compositor que quiere escribir una ópera al respecto. Bob Hoskins, el actor, quería interpretar a "Fungus". Me dijo: "Ese soy yo, es la historia de mi vida". Su interpretación sería muy buena: tiene el tamaño adecuado, es bajito y con garra.

P: ¿Cómo sueles trabajar en tus historias?

B: Cuando ya he ordenado mis ideas para empezar a hacer una, hago el borrador a lápiz para mostrárselo a los editores. Esa es la parte buena. La peor es planificar el espacio. Luego escribo todo el texto, lo recorto y lo coloco en veinte planillas (que son dobles, cuarenta páginas en total) para ver cuánto espacio ocupa la obra y cuánto quedará para las imágenes. En el caso de "Cuando el viento sopla" se me siguieron ocurriendo ideas después de escribirlo todo, y tuve que rediseñarlo. Agregar cuatro viñetas significaba reorganizar todas los demás, empequeñeciéndolas un poco. Cuando todo está planeado, empiezo a trabajar en cada pliego doble. Trazo los bocetos a lápiz, los entinto, agrego el texto con una lupa, y coloreo con acuarelas y rotuladores. Desde que tengo la idea al principio hasta que entrego el material para imprimir al editor, puede que pasen dos años. Una vez hice un registro del tiempo que me llevó hacer un par de páginas. Dibujar: 20 horas, entintar: 18 horas, colorear: 25 horas. Y todo eso después de meses de que se me ocurriese la idea, hacer el guión y planificar la obra.

P: Fungus requirió mucha investigación, aunque imagino que "El muñeco de nieve" fue más espontáneo.

B: Sí, esa última la hice como un ligero alivio después de Fungus, que fue muy prolijo. "El muñeco de nieve" era sin palabras, menos extenso. Se me ocurrió por un cómic que había hecho años antes protagonizado por muñecos de nieve que cobraban vida. Me quedé con la idea, porque podía dar buenos resultados.

P: Tu siguiente obra "Gentleman Jim", de 1980, estaba protagonizado por Jim y Hilda Bloggs.

B: Están basados en mis padres. No tanto en mi padre, aunque a mi madre le gusta obedecer y hacer caso a la autoridad, nunca se ha puesto en su contra.

P: En "Gentleman Jim" se enfrentan a las fuerzas de la ley y a la sociedad. ¿Por qué se te ocurrió meterlos en una guerra nuclear en tu obra "Cuando el viento sopla"?

B: Fue porque estaba viendo un capítulo de Panorama en la televisión centrado en la planificación de contingencias nucleares del país. Me afectó mucho y me dije: "Aquí está mi próxima obra". Quería ver qué pasaría si sufriésemos un ataque nuclear, ¿qué haría realmente la gente? La propaganda gubernamental me atraía un montón. Las autoridades han minimizado las cosas, fingiendo que podría ser como una especie de Segunda Guerra Mundial, cuando saben muy bien que no es así. Quería que la gente supiese lo que podía pasar, para que pudiera tomar sus propias decisiones.

P: La Campaña por el Desarme Nuclear me pareció un poco simplista. ¿Colaboras con ella?

B: Sí. ¡Y lo sigue siendo! [risas]. Pero es lo único que se puede hacer, cualquier otra cosa sería una completa locura. Puede que la CND [Campaign for Nuclear Disarmament] no llegue a ninguna parte y sea simplista, pero la alternativa es aún más loca: seguir acumulando cada vez más armas cuando ya nos podríamos hacer volar diez o veinte veces unos a otros.

P: ¿Crees que tu obra ayudó a que el público fuese más consciente del problema?

B: A juzgar por las cartas que recibo, puede que sí. En ellas me comentan que nunca hasta entonces habían pensado en el tema.

P: ¿Era tu intención?

B: Solo quería visualizar la situación como algo absolutamente real. Es el mismo principio en los que basé Fungus, Papá Noel, o El muñeco de nieve -situaciones imaginarias-, o en el caso de "Cuando el viento sopla", demasiado real. ¿Qué vamos a hacer tú y yo cuando escuchemos: 'Ya están de camino'?

P: ¡Al menos los Bloggs tienen sus folletos de ayuda! ¡Todos echarán mano de tu obra para saber qué pueden hacer! [risas]. ¿Alguna vez has dejado tus obras de lado para participar en otros medios?

B: No, soy un creador de libros. Pero me gustaría escribir más, sobre todo para la radio. El teatro me parece más difícil. Lo bueno de escribir para la radio es que lo que finalmente se emite se parece mucho a lo que escribes, la única diferencia es que las voces cobran vida, ¡pero no hay un montón de directores de escena y gente de vestuario e iluminación que te dicen qué tienes que hacer!

P: "Cuando el viento sopla" se convirtió en un show radiofónico muy exitoso. ¿Te preocupaba que la gente que escuchase las advertencias sobre un ataque nuclear pudiera pensar que era real? ¿Algo en plan "La Guerra de los Mundos" de Orson Welles, retransmitida en 1938?

B: Sí, la verdad es que tuve que reescribirlo. En el programa participaba Brian Perkins, el locutor de Radio 4, la voz de la BBC, y escucharlo en el estudio recitando el anuncio fue escalofriante, su voz daba mucha autoridad. Tuve que hacer tararear a Hilda Bloggs para que los oyentes se diesen cuenta de que no era real.

P: ¿Viste la película para televisión "El día después"?

B: Sí, todos se burlaron de ella, pero me pareció bastante buena. Fue aterrador poder ver desde tu jardín trasero cómo despegaban los misiles y la nube en forma de hongo.

P: ¿Has podido leer el manga japonés antinuclear "Pies Descalzos", ambientado en Hiroshima?

B: Sí, aunque mi opinión es ambivalente. Sé que está hecho con el corazón, pero también está tan vulgarmente dibujado que todo el mundo lleva la boca bien abierta en cada página. Pero, ¿cómo se le podría criticar si el autor estuvo allí, y lo experimentó de primera mano? Creo que la guerra nuclear se suele enfocar de dos formas. O bien retrata el horror de forma simbólica, en cuyo caso tiende a convertirse en un producto artístico o un cuento de hadas, con nubes y gente desnuda.

P: ¿En plan William Blake?

B: Exactamente, cosas al estilo del Inferno de Dante. O bien retrata el horror de forma realista, como en "Pies Descalzos", con gente caminando con cristales clavados que les sobresalen como si fuesen Jack Frost, y entonces te dices: "Oh, me parece ridículo". Sabes que todo sucedió de verdad, pero es tan horrible que no puedes ni retratarlo. Se convierte en una pantomima, y ese enfoque conduce directamente al cómic de terror. Es tan horrible que se vuelve cómico. Me parece que sugerir las cosas es mucho más poderoso.

P: Has participado en el concurso de historietas del Sunday Times. ¿Cómo te fue?

B: Quedé el segundo. Al principio quería hacer dibujos humorísticos para la prensa. Mi principal incentivo fue que alguien me comentó que el ganador conseguiría un espacio en el Sunday Times, ¡pero ni siquiera se lo dieron al ganador (Haldane, el dibujante de Punch)!

P: ¿Te gustaría hacer una tira de periódico de forma regular?

B: Una vez me pidieron que hiciese una tira diaria de Fungus para The Guardian durante seis meses, pero me pareció una tarea muy compleja. Me gustaría tener las suficientes páginas como para sacar un tomo, de lo contrario simplemente desaparecerá en la nada. Hace poco estuve leyendo a Steve Bell, que me parece maravilloso. Ojalá tuviese más espacio. Es tan hermético y vertical. Si hiciese una tira, me gustaría cortarla por la mitad y poner dos niveles de tres viñetas para evitar esas horribles viñetas verticales.

P: ¿Te gusta Posy Simmonds?

B: Oh, sí, mucho. Bretecher no tanto. Me gustan sus ideas, pero me aburren esos dibujos pesados ​​y repetitivos de grandes mujeres temblorosas. Creo que le falta variedad.

P: ¿Lees algún cómic británico como 2000AD o Warrior?

B: Los he visto alguna vez, pero no me interesan mucho, porque en su mayor parte son violentos y describen guerras variadas. Es lo que pasa con los cómics. ¡La mayoría son demasiado viles! No veo por qué no deberían ser perfectamente sencillos. ¿Por qué siempre tienen que llenarse de sexo y violencia? En Inglaterra ni siquiera se considera hablar de la falta de vivienda o sobre política. Cuando ves esas temáticas, entiendes por qué. Siempre es la misma vieja desnuda estrangulando serpientes o con murciélagos en el pelo. Mis "anécdotas innombrables" serían terriblemente acogedoras en comparación con todo eso. Por poner un ejemplo, una vez me uní a la Society of Strip Illustration, acudí a algunas reuniones y me sentí como un pez fuera del agua. Sentía como si me considerasen un personaje de Beatrix Potter, ¡todo dulzura y candidez! Luego intenté unirme al Club de Caricaturistas, pero son todos dibujantes de periódicos, de los cuáles también estaba bastante alejado. Estoy metido en la Sociedad de Autores, pero me siento fuera de lugar, porque todos son escritores de verdad.

P: ¿A quién sueles leer?

B: Philip Larkin es uno de mis favoritos, me gusta su poesía, y ahora estoy leyendo La escritura desatada. Fui a ver "Los viajes de Gulliver" al teatro Gate del Latchmere, lo que me hizo retomar a Swift. La poesía de Stevie Smith, William Trevor, todos esos. Tengo montones de libros de segunda mano.

P: También eres fanático del jazz.

B: Sí, crecí escuchando jazz tradicional y luego me empezó a aburrir y me pasé a lo que era el jazz moderno en los cincuenta. ¡Pero ahora la mayoría son ancianos o han muerto!

P: Actualmente estás dando clases en una Escuela de Arte. ¿Sueles animar a a los estudiantes para que se metan a historietistas?

B: No, pero por lo general, al año hay uno o dos que quieren hacerlo de todos modos. De hecho, aquí hay un fuerte sentir general en contra del cómic, la gente desaprueba las historietas como siempre se ha hecho en las escuelas de arte, como si fuese algo solo para las clases bajas. ¡Increíble! Es una idiotez propia de las Bellas Artes. Lo máximo que puedes conseguir es una exposición en el West End, donde quizás vayan a verla unos cientos de personas. Pero si te publican en un libro o en una revista, accederás a mucha más gente.

P: ¿Qué podemos esperar de ti a continuación?

B: Un libro político humorístico que aparecerá este septiembre, eso si es que llego a tiempo. Será un libro de imágenes, no de tiras, porque no necesitaba tantos dibujos.

P: ¿Qué ves de ti mismo en tus personajes?

B: Creo que todos se parecen un poco a mí. Papá Noel es gruñón, Fungus es depresivo.

P: Pero tú tienes un gran sentido del humor...

B: Sí, ¡pero como la mayoría de las personas depresivas!

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