Artículo de Jason Shayer publicado en Back Issue nº 31 (2008). Traducción: Frog2000.
Al crecer a base de una dieta de cómics ochenteros, me perdí la mayoría de las obras de Steve Gerber. La primera vez que escuché hablar del guionista fue a tenor de su querella contra Marvel por los derechos de Howard, el Pato. Gerber era uno de los creadores que me figuraba que en cualquier momento empezaría a leer, y quizá incluso podría conocerlo en alguna Convención de cómics.
Cuando me enteré de que había fallecido, decidí investigar más su trabajo para la Marvel. Aunque Steve Gerber era principalmente conocido por sus guiones en Howard el Pato y en el Hombre Cosa, también había colaborado en memorables etapas en series como Daredevil, Los Defensores y Foolkiller, así como en otro puñado de títulos variados.
"Admiraba mucho los guiones de Gerber, siempre me parecieron únicos: su voz era muy personal", comenta Marv Wolfman. "Steve era uno de los pocos guionistas de la época que desde el principio se destacó con una voz distintiva y propia. A la mayoría nos llevó mucho tiempo encontrarla, pero Steve venía ya con ella." Gerber utilizaba su estilo único para contar historias excéntricas enfocadas sobre todo en los personajes. Tenía una gran habilidad para mezclar a los superhéroes estándar y la sátira social afilada. También sabía capturar momentos puntuales de humanidad entre circunstancias de lo más chifladas.
A principios de los setenta, la energía creativa y la explosión de talentos que había disfrutado Marvel en los sesenta se estaba empezando a diluir. La editorial ideó una serie de personajes no superheróicos diversos como Conan, Drácula, y el Maestro del Kung-Fu para intentar reavivar la magia de la década anterior. Y además, emergió una cuadrilla de nuevos guionistas como Len Wein, Steve Englehart, o Marv Wolfman. Gerber se unió a Marvel justo cuando se estaba empezando a desarrollar un entorno tan fértil como experimental.
SHANNA, LA DIABLESA
En uno de sus primeros cometidos para la editorial, Steve Gerber co-creó a Shanna, la Diablesa junto a Carole Seuling. Obviamente, Shanna era la versión de la Marvel del arquetipo de chica de la jungla con su habitual bikini de piel de leopardo. Sus primeras historias eran un derivado de las de Tarzán y relataban las peleas con cazadores furtivos de marfil o el descubrimiento de antiguas ciudades perdidas. Lo que diferenciaba a la serie era la caracterización. La protagonista ejercía de despiadada protectora de la jungla y de sus animales, era una ambientalista, y poseía un odio subyacente contra los hombres y las armas de fuego.
Desafortunadamente, el conjunto de títulos centrados en protagonistas femeninas de principios de los setenta, con otras series como La Gata y Enfermera de Noche, no duró demasiado y el título se cerró de forma abrupta tras tan solo cinco números. Sin embargo, Gerber se apropió del personaje a lo largo de los años siguientes y Shanna hizo algunas apariciones en los títulos que escribió. En el Rampaging Hulk nº 9 (junio de 1978) se puede encontrar una historia de complemento de Shanna que el guionista utilizó para llevársela en una nueva dirección. Completó hasta tres entregas centradas en esa nueva tesitura, pero la idea fue abandonada. Sin embargo, se publicarían trece años más tarde en la serie antológica de Marvel titulada "Marvel Fanfare".
En la introducción al Marvel Fanfare nº 59 (octubre de 1991), el editor Al Milgrom apuntaba: "Cuando contacté con él para que escribiese el último capítulo, no tenía ni idea de hacia dónde se iba a dirigir el argumento original. Steve estuvo a la altura del desafío ¡y resolvió los problemas de guión con su estilo particular y asombrosamente inusual!"
En los cuatro números de Marvel Fanfare, Gerber se concentró más en las luchas internas de Shanna que en las peripecias externas. Aunque Shanna se enfrentaba a una malévola organización llamada The Pride, no era sino un medio para lograr el clímax en el conflicto psicológico de la Diablesa, forzándola así a enfrentarse a su lado más primitivo.
Gerber presentó la psique rota de Shanna de una forma sencilla y eficaz, haciendo que consultase con un psicoterapeuta (un cliché bastante cansino en el mundo de la televisión y el cine actual, pero en su momento tremendamente inventivo). Shanna le cuenta al médico acerca de toda la violencia que ha plagado su vida y cómo, a lo largo de los años, la muerte ha reclamado a sus amigos cercanos, a su familia, y a sus queridas mascotas de la jungla.
La malsana atracción de Shanna por la muerte y la violencia está bien ejemplificada por la piel de leopardo que viste, que en realidad es la piel de su mascota leopardo Julani. En su mente, la piel del leopardo funciona como la metáfora de una posesión espiritual, permitiéndola dejar atrás su humanidad y ser poseída por sus instintos más básicos.
Su relación con los animales la ayuda a seguir teniendo una conexión con su lado más primario, especialmente cuando se encuentra atrapada en medio de la civilización. Para relajarse, prefiere pelear contra la pitón de diez metros Ananta, lo que acerca la trama a las temáticas del bondage, algo extrañamente sensual.
Lo que quedó muy claro era el cariño que sentía Steve Gerber por el personaje de Shanna, y su interés por continuar desarrollando el personaje.
NAMOR, EL SUBMARINO
El trabajo como suplente en Namor, el Submarino dio comienzo cuando Bill Everett, el creador del Príncipe Namor enfermó y finalmente sucumbió a la enfermedad. Gerber se subió a bordo en mitad de una saga y guionizó las historias basándose en los argumentos de Everett.
Cuando Don Heck se unió a la serie como dibujante en el Sub-Mariner nº 64 (agosto de 1973), Gerber por fin empezó a dejar su marca de fábrica e hizo recorrer a Namor otro camino. Desafortunadamente, su etapa solo duró otros cinco números, seis si contamos la aparición del personaje en Marvel Two-in-One nº 2 (marzo de 1974). En un post de 2006 del Yahoo! Howard the Duck Club, Steve Gerber admitía:
"No es que mi corazón no estuviese en la serie, era más bien que nunca fui capaz de manejar ni la colección ni al propio Namor. El personaje y yo no encajábamos demasiado bien. Creo que el problema reside en que no soy capaz de escribir de forma convincente a un héroe imperial. Mi naturaleza es demasiado democrática e igualitaria".
DAREDEVIL
La etapa de Gerber en Daredevil fue uno de los momentos clave de su carrera. Después de un surtido de encargos dispares (un puñado de números de Iron Man, una breve etapa en Namor, y algunos extraños números de relleno), Gerber asumió el papel como nuevo guionista a tiempo completo en el Daredevil nº 97 (marzo de 1973).
La etapa de Steve Gerber en Daredevil expandió la crónica de las aventuras del personaje en San Francisco. Este Daredevil aún no se ha convertido en la figura oscurecida y afilada con la que ahora identificamos al personaje. La etapa inicial de Gerber duró hasta Daredevil nº 107 (enero de 1974), y aunque presentaba a toda una manada de supervillanos, una terriblemente predecible mente maestra, y figuras cósmicas fuera de lugar como Dragón Lunar y el Capitán Marvel, lo compensaba con destacadas temáticas y personajes.
En esta saga de apertura Daredevil intentaba encontrar su lugar en el mundo, un reflejo de la carrera de Gerber, que intentaba encontrar su espacio como guionista de cómics. En el Daredevil nº 100 (junio de 1973), Jann Wenner, la fundadora de la revista Rolling Stone, entrevistaba a Daredevil y aprendía lo siguiente: "La gente hace a los héroes, Jann -nacemos de esa necesidad visceral de que los ayudemos contra la maldad que aflora en las mentes de los cerebros de otros hombres que amenazan todo lo bueno."
No es difícil escuchar la voz de Gerber en esa respuesta, un intento de formular lo que para él eran los superhéroes. Otro personaje que apareció en la saga fue Angar, el Aullador. No era tanto un villano, como un hippie airado contra las injusticias del sistema. Pero como Daredevil, él también se encontraba perdido y era más Matt Murdock que Daredevil, que le preguntaba quién pensaba que era y qué creía estar haciendo.
A la altura del Daredevil nº 107, el título se convirtió en bimensual por culpa de las bajas ventas. Para darle el crédito que merece, Gerber cargó con la culpa y anunció audazmente que devolvería a Daredevil a sus raíces. En la sección de correo del Daredevil nº 114 (octubre de 1974), Gerber confesaba:
"La fastidié bastante. Verás, a veces se necesita un tiempo para que un guionista empiece a pensar en una serie como algo "propio". Y, al menos en mi caso, es más difícil cuando la serie dispone de una historia tan larga y colorida detrás como Daredevil."
"Así que me impuse todas las metas equivocadas. Estaba intentando hacer el DD de Gerry [Conway], o el DD de Roy [Thomas], o el DD de Stan [Lee], y básicamente peleaba en contra de mis propios instintos sobre cómo tenía que afrontar la serie."
"Eso cambió en el DD nº 107, el final de la saga de Terrex. Porque, me gustase o no, sin darme cuenta había empujado a Daredevil en una dirección donde se iba a producir una ruptura importante con el pasado. Varias largas discusiones muy reveladoras con el editor Roy Thomas me ayudaron a aclararme y a pensar en lo que sentía sobre los personajes, los villanos, las relaciones interpersonales de la colección... y me puse en camino".
Steve Gerber le diría más tarde a Kuljit Mithra en una entrevista de 2004 para la web Man Without Fear:
"Básicamente, aprendí cómo escribir una serie de superhéroes a mi manera, incorporando lo que había aprendido sobre caracterización, trama y ritmo en las diversas series de terror que estaba guionizando. Durante varios meses, encontré lo que se podría tildar de mi voz personal para los superhéroes. Así que en resumen, trabajar en Daredevil me enseñó a guionizar historias de superhéroes. Significó un montón para mí".
MARVEL TWO-IN-ONE
La premisa de Marvel Two-in-One no era demasiado difícil de descifrar: utilizar la popularidad de La Cosa para que los fans conociesen otros grandes títulos editados por Marvel Comics. Gerber cumplió bastante bien, porque sus historias estaban fuertemente ligadas a títulos que estaba guionizando en ese momento (Daredevil, el Hombre Cosa y Namor) o títulos que escribiría más adelante (Los Defensores, Marvel Presents).
Si bien Gerber se destacó escribiendo a personajes extravagantes y segundones, también llegó a guionizar a los favoritos de los fans. Describió fielmente a la Cosa como el monstruo hosco, de charla callejera y buen corazón mejorado por los rayos cósmicos. En ninguna parte se pudo ver mejor que en Marvel Two-in-One nº 4 (julio de 1974), cuando La Cosa se veía obligada a asumir el papel de niñera como el "Tío Benjy" del ingenuo y poderoso alienígena conocido como Wundarr. Este papelón sacaba a la Cosa de su zona de confort, así que el personaje tenía que refrenar su habitual comportamiento cascarrabias y malhumorado para lidiar con la inocente simplicidad de Wundarr y sus peligrosas rabietas. La breve etapa de ocho números en el título hizo que La Cosa recorriese muchísimas millas: chapoteó a lo largo y ancho de los pantanos de las Everglades de Florida, recibió un disparo de los Badoon en un futuro lejano, y en Arizona se disfrazó como uno de los Reyes Magos para formar parte de una retorcida recreación del nacimiento de Jesucristo.
LOS DEFENSORES
La etapa de Steve Gerber en Los Defensores fue su mayor epopeya superheróica. En sus 25 números, con un anual y tres especiales Giant Size, el infame "no equipo" vivió alguna de sus aventuras más extrañas y extravagantes. ¿Dónde más se pudo leer a unos héroes enfrentándose al terrorismo urbano y al racismo, defendiendo el futuro de invasores alienígenas, buscando un cerebro secuestrado en un tarro y frustrando los planes de un dios con forma alienígena empeñado en convertir a la humanidad en payasos?
En Los Defensores, Steve Gerber tampoco rehuyó abordar temas sociales como la pobreza, el medio ambiente y el racismo. Los Defensores nºs 22-25 (abril-julio de 1975) se centraban en la decadencia que sufría el centro de las grandes ciudades y se entreveía la preocupación por cómo el sistema social había defraudado a los empobrecidos. Gerber también contrastó dichas condiciones sociales con la riqueza de Kyle "Halcón Nocturno" Richmond y su apatía a la hora de explicar cómo seguía manteniendo toda esa riqueza, que terminó convirtiéndose en la fuente financiera de la organización terrorista Hijos de la Serpiente.
En el cruce del grupo con los Guardianes de la Galaxia, el futuro de la Tierra parecía sombrío por culpa de la imprudente actitud de los humanos, causantes de un daño irreparable al medio ambiente, lo que llevaba a guerras devastadoras por hacerse con los alimentos y recursos que quedaban. Sin embargo, también quedaban destellos de esperanza. Tal vez Gerber nos quiso decir que no perdiésemos la fe mientras la humanidad intentaba reconstruir la sociedad, a pesar de las catástrofes que deberían habernos destruido sin remedio.
La siguiente amenaza a la que se enfrentaron los Defensores fue la de los Hombres Cabeza. Steve Gerber juntó a tres personajes de los cómics de terror de los cincuenta de Marvel Comics para crear a este extraño grupo de villanos empeñados en conquistar el mundo sin violencia. Los "Headmen" estaban compuestos por Chondu, un mago de cabaret que se topaba con fuerzas místicas más allá de su comprensión; Jerry Morgan, un biólogo equivocado cuyos experimentos consigo mismo hicieron que sus huesos se encogieran, dejando su piel grotescamente arrugada y suelta; y Nagan, un científico loco con un asombroso talento para los trasplantes cuyo mayor éxito fue poner su propia cabeza en el cuerpo de un gorila. En Los Defensores nº 32 (febrero de 1976), Gerber agregó a Ruby Thursday a sus filas, una mujer con una "computadora orgánica" por cabeza. Como estaba hecha de plástico maleable, podía transformar su testa en lo que quisiera.
Para agravar sus problemas, los Defensores tuvieron que lidiar con el regreso del casi omnisciente Nebulón. En lugar de destruir a la humanidad, Nebulón quería ahora salvarla de sí misma. Gerber hizo que este ser celestial adoptara una personalidad humana y reprendiera a los asistentes a sus seminarios de superación para que admitieran lo tontos que eran por llevar al mundo a un estado de caos.
Ambas tramas llegaron a su punto culminante en el primer anual de los Defensores (1976), donde Gerber utilizó uno de sus temas predominantes. El Dr. Extraño le mostró a Nebulón cómo era ser humano y que "las cualidades más frecuentemente representativas de la humanidad daban como resultado sus logros más destacados".
A medida que Gerber seguía con estas historias épicas, también invertía tiempo en ir construyendo a los personajes. Además se ocupó de segundones como Halcón Nocturno y Valquiria, y entretejió las tramas secundarias con las de la historia principal.
En los Defensores nº 32 (febrero de 1976), Gerber utilizó hábilmente el estado incorpóreo de Halcón Nocturno para enseñar a través de varias secuencias de sueños surrealistas, las personas y fuerzas que habían dado forma a la vida de su alter ego, Kyle Richmond. Richmond sufrió grandes tensiones emocionales y físicas durante la etapa del guionista. Para hacer frente a los obstáculos, Richmond actuaba de una forma muy humana y su personalidad creció a partir de todas esas experiencias.
No se puede hablar sobre la etapa de Gerber en Los Defensores sin mencionar al infame Elfo armado que aparecía de vez en cuando. Terminó por ser uno de los misterios más desconcertantes de toda la serie. Este Elfo apareció por primera vez en los Defensores nº 25 (julio de 1975) y aunque solo fue en unas pocas páginas durante dos años, obviamente llamó la atención de los fans. El personaje hizo breves apariciones en Los Defensores nºs 25, 31, 38 y 40 y una "última" aparición posterior a la etapa de Steve Gerber en Los Defensores nº 46 (abril de 1977).
En cada aparición, el Elfo rastreaba a su víctima y luego la disparaba con un arma. Aparentemente, las víctimas eran personas inocentes que no estaban relacionadas con las tramas que se desarrollaban en Los Defensores. No hay evidencia alguna de que esta pistola fuese otra cosa que una pistola normal, y definitivamente parecía un revólver. Después de disparar el arma, en la siguiente viñeta se veía una explosión y un dramático "BLAM", y eso es todo lo que el lector podía atisbar. No había sangre, ninguna reacción de los testigos y ninguna indicación del efecto del arma. Todo quedaba en manos de la imaginación del lector, pero eso era lo mejor.
¿Quién o qué era el Elfo? "Soy... lo que soy...", decía Elfo, disfrazado de jefe indio norteamericano en Los Defensores nº 38 (agosto de 1976). En algunas de sus apariciones, el Elfo conocía a sus víctimas por sus nombres de pila. Y en dos ocasiones, se despidió de sus víctimas antes de apretar el gatillo.
En su momento, Steve Gerber nunca habló ni intentó explicar quién era Elfo ni cuáles eran sus motivaciones, ni tampoco los editores cuando en el correo se lo demandó unos desconcertados fans.
Los guionistas posteriores a la etapa de Gerber, Roger Slifer y David Anthony Kraft, intentaron resolver la trama secundaria pendiente. Mientras el Elfo acechaba a un desprevenido repartidor de periódicos, de repente era atropellado por una camioneta. Todo lo que quedaba era su sombrero y un pompón.
Como homenaje, en la viñeta del golpeado Elfo se podía ver una explosión con un signo de exclamación.
En el foro Howard the Duck Club, Gerber comentó:
"Siempre he dicho que la escena en la que a Elfo lo atropellaba una furgoneta era la segunda mejor solución posible. No sé cuál hubiese sido la primera, porque la verdad es que me estaba inventando la historia sobre la marcha. (La razón de que Elfo apareciese por primera vez fue porque Sal Buscema se estaba cansando de dibujar a tipos con traje de serpiente. Me preguntó si podía agregar algo más para variar, y lo hice). Si piensas en cómo se escriben los cómics hoy en día todo esto sonará increíble: antes de que se escriba la primera palabra de un guión, cada resma de cada historia ya está trazada hasta niveles insoportables, pero casi todas mis cosas de los 70 para Marvel las inventé sobre la marcha. Parecía más divertido hacerlo de esa forma".
GUARDIANES DE LA GALAXIA
Aunque Steve Gerber no creó a los Guardianes de la Galaxia, sí que amplió y definió su universo. También presentó a dos nuevos miembros, el enigmático Halcón Estelar y la impulsiva Nikki, personajes catalizadores que nos permitían descubrir más sobre sus compañeros de equipo.
En Marvel Presents nº 3 (febrero de 1976) continuaban los acontecimientos narrados en Los Defensores nº 29 (noviembre de 1975) donde se había iniciado la rebelión contra el opresivo mandato de los Badoon. Las apariciones especiales de los Guardianes en Defensores y en Marvel-Two-In-One pusieron en marcha estos eventos, dando la impresión de que su nueva serie podía ser una ópera espacial centrada en batallas entre dioses.
Inesperadamente, Gerber dio la vuelta a la trama y, en el primer número puso fin abruptamente al conflicto Badoon. Las consecuencias dejaron a los Guardianes de la Galaxia esforzándose por encontrarse a sí mismos, ya que su razón de ser había terminado de repente. Los personajes fueron sometidos al lado más feo de la humanidad, ya que el racismo, el resentimiento y la crueldad presentes en el planeta que habían liberado los hacían sentir bastante incómodos.
La historia titulada "Planet of the Absurd" del Marvel Presents nº 5 (junio de 1976), pertenecía a un Gerber en su mejor momento satírico y ejemplificaba perfectamente por qué sus guiones se distinguían de los de sus contemporáneos. El autor destacaba alguna de las características humanas más desagradables que fueron parodiadas en la década de los setenta, centrándose principalmente en la falta de liderazgo político y la apatía de la sociedad en general. Gerber contrastaba estas actitudes paródicas con una colonia hippie de personas obsesionadas con el existencialismo.
Su breve paso por Marvel Presents demostró su versatilidad para contar historias, ya que podía escribir sin esfuerzo terror y ciencia ficción, así como historias sobre superhéroes disfrazados.
HULKA
La verdad es que proseguir la carrera pionera de John Byrne en La Sensacional Hulka habría supuesto un desafío para cualquier guionista. Byrne derribó la cuarta pared e hizo que Hulka interactuara con los lectores y aprovechaba para dejar claro que sabía que estaba en un cómic. ¿Quién mejor para hacerse cargo que Steve Gerber? Obviamente, al propio Byrne le había gustado el trabajo de Gerber, ya que había usado alguno de sus memorables villanos como los Hombres Cabeza y el Dr. Bong.
Sin embargo, por extraño que parezca, Gerber restauró el orden en el título eliminando la cuarta pared, y aunque hizo que el personaje de Hulka fuese más serio y racional, los eventos que sucedían a su alrededor eran de todo menos eso. En su primer número, Gerber hizo cambios dramáticos en la vida de Hulka cuando un juez dictaminó que su reputación de superheroína manchaba su papel como abogada de distrito, así que la quitaron del cargo.
Es interesante comparar a las dos protagonistas femeninas que escribió Gerber. Si bien sus historias de Shanna estaban más impulsadas por los personajes y eran más intensas, sus historias de Hulka trataban menos sobre el personaje y más sobre los absurdos eventos que tenían lugar (tal y como cualquiera podría esperar en la tesitura de una mujer de piel verde irradiada con rayos gamma y de tres metros de altura.) Desde el cruce con Howard, el Pato hasta las parodias apenas veladas de Lex Luthor y Superman, pasando por la sátira bastante descarada de la franquicia cinematográfica de Batman y de su universo en general, Gerber utilizó a Hulka como una herramienta para plantear sus preocupaciones sobre los efectos de la publicidad y la marcas en la vida de la gente. También criticó la falta de interés del pueblo en quién los gobernaba y la apatía de la gente que, en su opinión, se alimentaba de un entretenimiento sin sentido.
En su etapa en Hulka, Gerber no utilizó su típico estilo, fue más superficial y la trama careció de su característico subtexto. Pero leerla te puede sacar una sonrisa y hacerte reflexionar sobre alguno de los temas que expone.
FOOLKILLER
Si bien Foolkiller puede parecer un villano poco convencional y de segunda fila con su extravagante disfraz y su arma desintegradora, cada encarnación del personaje se tomaba muy en serio su misión de librar al mundo de los tontos. El error más fácil que se puede cometer con los sucesivos Foolkillers es agruparlos junto a los justicieros contemporáneos de principios de la década de los noventa como Punisher o el Vigilante de DC Comics. A diferencia de los justicieros motivados por la venganza, los Foolkillers eran filósofos y activistas sociales que estaban dispuestos a llegar al extremo para poder lidiar con lo que creían genuinas amenazas para la humanidad. Sin embargo, lo más interesante fue el cambio en las tácticas como escritor de Gerber. Esta vez no se basó en sutilezas y cierto subtexto para hacer entender sus ideas. Lo que quería decir estaba ahí, arrojado directamente a tu cara, y no había otra forma de evitarlo que no fuese confrontándolo.
El Foolkiller original, Ross Everbest, se puso por primera vez su colorido disfraz en Man-Thing nº 3 (marzo de 1974). Era el joven protegido de un predicador que se había propuesto destruir la malignidad de los necios que amenazaban al mundo. Aunque Everbest sufrió una violenta muerte a manos de Man-Thing, su historia continuaría motivando a otros para continuar con su legado.
Foolkiller, la miniserie de diez números, se publicó a finales de 1990 y se centraba en la tercera encarnación del antihéroe, Kurt Gerhardt. En Foolkiller nº 1 (octubre de 1990), Gerhardt, el típico currante, era amedrentado y en lugar de fingir no ver la violencia a su alrededor, decidió hacer algo al respecto:
"Todos somos rehenes, ¿no lo sabías? Rehenes de la brutalidad aleatoria e insensata. Te hace preguntarte... ¿qué pasaría si cambiaran las tornas? ¿Y si alguien los convirtiera a ellos en rehenes? A los parásitos, a los animales. ¿Y si en su lugar se produjeran ejecuciones al azar en lugar de crímenes aleatorios, Linda? ¿Cuántos de ellos crees que morirían antes de que alguien se diese cuenta de que no estaban en la lista de los más buscados? "
Gerhardt se inspiraba en el segundo Asesino de Tontos, Greg Salinger, quien, durante una entrevista dentro de los confines de un instituto mental por parte de un popular presentador de un programa de entrevistas, expresaba cuáles eran sus profundos pensamientos sobre la humanidad. Salinger condenaba a la humanidad por su codicia, miopía y destrucción desenfrenada del medio ambiente, y la filosofía personal de Gerhardt se hizo eco de sus diatribas.
Gerhardt se puso en contacto con Salinger y empezaron a cartearse. Salinger se quedó impresionado por su protegido recién descubierto y le entregó a Gerhardt el disfraz de Foolkiller y su arma "purificadora". En una entrada de 2006 en su página web, Steve Gerber recordaba que:
"Una de las escenas que nunca pude meter en la serie limitada tenía como protagonista a la 'pistola de rayos', que había ido pasando de un Foolkiller a otro. En algún momento, quise que se rompiera la carcasa del arma, revelando que estaba vacía, que no había ningún mecanismo en su interior. En otras palabras, el arma era un conducto para algún otro tipo de energía, presumiblemente originada en el usuario. No sé. Quizás los lectores también habrían encontrado rara la idea. Al final resultó que no tuvimos espacio para dicha escena".
Al inicio de su carrera como Fookiller, Gerhardt tuvo cierto éxito y se volvió demasiado confiado, topándose con más de lo que podía manejar, lo que casi le cuesta la vida. Sin embargo, Gerhardt pudo superar su fracaso y se entrenó para ser más poderoso, reinventándose como el nuevo Foolkiller. Confirmó su nueva tesitura actualizando el lema de la tarjeta de Foolkiller "Las acciones tienen consecuencias" de Salinger por "Vive un poema o muere como un tonto" que, a su vez, era su versión del Foolkiller original: "Tienes 24 horas de vida. Úsalas para arrepentirte o serás condenado para siempre a los abismos del infierno donde van todos los tontos. Hoy es el último día del resto de tu vida. Úsalo sabiamente o muere como un idiota".
La depresión de Gerhardt lo hizo más susceptible a la crueldad en su vida cotidiana y empezó a tomarse las cosas que le sucedían como algo personal. Mientras se hundía cada vez más en la locura, su obsesión lo invadió por completo. Gerber aprovechó la fantasía de los justicieros que todos hemos imaginado alguna vez al enterarnos de un crimen horrible y desear tomarnos la justicia con nuestras propias manos. Al final, el lector anima a Gerhardt para que siga adelante con su cruzada moralmente ambiciosa, pero al mismo tiempo, no puedes evitar temerle y que te resulte desagradable.
La clave del éxito de la historia fue permitir a los lectores sacar sus propias conclusiones. Gerber no juzgó las acciones de Foolkiller. Dichas acciones están imbricadas en un contexto objetivo e imparcial que permite al lector utilizar su propia moral y principios, y lo obliga a cuestionar y desafiar dichas morales y principios. La construcción lenta y cuidadosa de Gerber del justiciero permitió al lector empatizar con Gerhardt e incluso hacerse eco de sus creencias y preocupaciones.
FINALIZANDO
La solidez como escritor de Steve Gerber se puede ver claramente en el desarrollo del lado humano de sus superhéroes, su nerviosa arremetida contra los problemas sociales, y su inquebrantable fe en la humanidad. Aunque nunca pude conocerlo, siento que he podido hacerlo a través de su obra, y que esta es un testimonio de quién fue él.
La serie de tomos en blanco y negro Essential de Marvel es una manera excelente de sumergirse en el innovador y estimulante trabajo de Gerber. No solo se han recopilado Howard el Pato y el Hombre Cosa, sino que también puedes retomar sus etapas en Defensores, Marvel Two-In-One y Daredevil. En cuanto a la miniserie de Foolkiller, no solo la recomiendo, sino que me uno felizmente al pequeño pero creciente coro de fans que exigen que Marvel Comics la reimprima en un tomo.
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