Por Tegan O´Neil para The Comics Journal 2018. Traducción: Frog2000.
¿Pensabas que me había olvidado del orden de lectura de "Actos de Venganza", el espectacular crossover de Marvel de finales de 1989? Como si pudiera.
Además, ¿sabías que Australia está llena de chicas guapas? A eso le doy muchas vueltas. Hay muchas cosas peores en las que pensar. (Ya lo verás).
Así que Lobezno nº 17 llegó a los quioscos en agosto de 1989. Un momento raro para los cómics de superhéroes: visto en retrospectiva, la primera parte de una montaña rusa que tardó un tiempo en despegar. (En caso de que no estés seguro de la metáfora, los 90 fueron el resto de la montaña rusa). En este caso, la metáfora funciona siempre y cuando ambos sepamos que por montaña rusa me refiero a una de esas desvencijadas y construidas con madera que parecen la última que escogerías para divertirte. En otras palabras, apenas empezábamos a asomar la cabeza durante esos primeros meses de la primera administración Bush.
Ahora, seamos francos, en su momento no me gustó Lobezno nº 17. ¿Por qué? Yo era una niña, y para empezar, no sabía distinguir mi trasero de un agujero en la pared. De eso es de lo que quiero hablar aquí. Me leí esos cómics hace unos veintinueve años. En un par de semanas celebro mi cumpleaños. Y aún no es un hito en mi vida, pero después de los dos próximos años, se convertirá en algo grande.
También me estoy acercando al final de lo que estoy haciendo aquí. Con suerte, no me refiero a esta columna, sino al proyecto específico que ha supuesto este primer año, un conjunto de artículos escritos bajo un estado de ánimo reflexivo, con grandes pronombres en primera persona y pelusa en el ombligo. El segundo año será completamente diferente. Cuando estoy haciendo lo mismo durante demasiado tiempo, empiezo a inquietarme: es algo que he aprendido en la enseñanza. Sin embargo, este estilo de escritura me ha resultado muy útil. Verás, hace poco me sometí a un cambio. En realidad, para los propósitos actuales no importa cuál ha sido; todos cambiamos. Después de todo, la experiencia del cambio es universal. (Incluso aunque mi cambio fue un poco más drástico que el de la mayoría). Todos cambiamos solo por estar vivos y respirar la misma bendita atmósfera. No es una observación novedosa, pero sí auténtica.
Así que, en primer lugar, déjame decirte lo que no es esto, un artículo cortante cometido contra siete inocentes cómics de Lobezno publicados en la época de George H. W. Bush. La verdad es que no tenía ganas de volver a leerlos porque, como he dicho antes, recordaba que ese arco no me gustó mucho en ese momento. Leído a cachos durante medio año parecía interminable. En retrospectiva, simplemente no me gustaba esa etapa porque no sabía lo que estaba leyendo. Ahora aprecio mucho más estos cómics, y lo digo con total sinceridad. Cuando era solo una niña tenía un gusto infantil. Pero releídos, me doy cuenta de que eran bastante buenos. Tal vez no sean "geniales", pero no creo que nadie que los conozca se atreva a decir que lo son. Su propósito fue disparar contra el lector algo "divertido", y me parece que dieron en el blanco.
Tampoco es esto un artículo donde vaya a decir que estos cómics de Lobezno de hace treinta años son mejores que los cómics actuales. Me parece una competición inútil. Siempre ha habido cómics buenos y malos, y la historia de todo esto va de que no siempre tenemos previsto saber cuáles van a ser buenos y cuáles no, y mucho menos a cuáles valdrá la pena aferrarse. Estos siete números de Lobezno no han cambiado en absoluto en estos años, aunque yo sí lo he hecho.
A veces es agradable sorprenderse a uno mismo, y confieso que al retomar estos números, me ha pasado. Con solo siete números, no es una etapa particularmente de renombre. Durante mucho tiempo, la serie de Lobezno parecía extraña, algo muy gracioso en el caso de una colección que siempre ha sido una de los más vendidas de la industria. Pero la verdad es que Lobezno, el personaje, nunca necesitó serie propia. Hay un motivo por el que todos los que estaban involucrados en los mutantes lo fueron relegando hasta 1988, mucho después de que Jim Shooter abandonara el edificio y empezase la era de DeFalco. Claremont había hecho un trabajo bastante bueno peleando contra la inevitable presión para lograr expandir la franquicia durante casi una década, manteniendo el frente hasta entonces en tres series-X regulares todavía increíblemente parsimoniosas: Uncanny, New Mutants y X-Factor. Durante la mayor parte de la carrera de Chris Claremont, Uncanny fue una serie con una trama ajustada que no dejaba espacio para que los personajes pudieran tener aventuras en solitario al margen sin hacer muchos malabarismos, por lo que los spin-offs se tenían que planificar cuidadosamente.
Una vez, Lobezno fue un misterioso solitario. Sin embargo, ha pasado un tiempo desde que fue así, y es probable que si las cosas hubiesen sido de otra manera, la caracterización de un personaje tan popular podría no haberse quedado para los restos. Si no has vuelto a leer la primera etapa de Claremont en los X-Men (pre-Uncanny) en algún momento reciente, en realidad Lobezno empezó siendo un verdadero imbécil, no un divertido y amistoso imbécil de la variedad Ed Asner, sino un imbécil rechinante que ponía de los nervios a todas las personas que conocía y que probablemente también tenía una mala actitud hacia las mujeres. Es algo que ha ido cambiando gradualmente, pero cambió porque el guionista se las arregló para evitar que en la serie apareciese toda la historia sobre el personaje al principio de su carrera, cuando algo así todavía era una posibilidad. Lobezno se quedó el tiempo suficiente para convertirse en alguien adorable.
Para el número 17 de Lobezno, las cosas ya iban como la seda, si es que hablamos de que el personaje se estaba transformando lenta pero inexorablemente de aquel tipo molesto que todos querían expulsar al espacio exterior en el X-Men nº 100 en un tipo de una pieza con el que la gente parece ansiosa de confiar a sus propios hijos. Es un producto que surge del hecho de que el personaje era popular, así que tuvieron que lijar un poco los bordes. Se fue revelando gradualmente gracias a la magia de la continuidad retroactiva que llevaba rebotando por el fondo del Universo Marvel durante años, un Zelig en spandex amarillo cuyo pasado finalmente incluía a importantes conocidos como Dientes de Sable, Capitán América, la Viuda Negra, Bucky, Peter... los padres de Parker (desearía que fuese una broma). Un tipo bastante popular.
Pero cada revelación sobre una aventura secreta pasada quitaba un poco más de misterio, y cada nuevo equipo creativo con el que Lobezno conocía y se hacía amigo de otro héroe (para luchar contra el problema del desgaste de ventas en el mundo real, ¡uy!) solo lograba que Lobezno fuese más accesible. Es difícil sentirse intimidado de la misma forma por el bala perdida impredecible y con mala actitud cuando resulta ser amigo de todos.
(Y dado que este es un lugar tan bueno como cualquier otro para mencionarlo, cuando llegó el momento de quitarse todos los vendajes en 2001 y revelar el verdadero y honesto origen otorgado por Dios a Lobezno, exactamente como sus creadores pretendieron todo el tiempo, resultó que el verdadero nombre de Lobezno, en realidad no era Logan, sino James Howlett. Que yo sepa, los "Wolverines" no aúllan, y siempre me pareció que estaban intentando bendecirle con un nombre genial con olor a animal sin darse cuenta de que su criatura homónima no aúlla, sino que emite una desagradable combinación de silbidos y gruñidos. Me doy cuenta de que es diecisiete años demasiado tarde para presentar una queja formal, pero Bill Jemas dejó de atender mis llamadas al respecto hace mucho tiempo).
De todas formas... ¿Sabes que hay muchas chicas guapas en Australia?
En parte lo menciono porque a finales de los 80 fue ese momento en que los X-Men se pasaron la mayor parte del tiempo en el interior de Australia en un pueblo fantasma abandonado que resultó ser un complejo secreto de alta tecnología previamente ocupado por cyborgs malvados. Quiero decir, eran los años 80, cosas así sucedían con más frecuencia de lo que te piensas. Por cierto, también fue un momento extraño para estar en los X-Men. Allí pasaron unos buenos momentos justo después del cruce de la Caída de los Mutantes, donde el status quo de los X-Men se convirtió en que el mundo entero creía que estaban muertos, y eso significaba literalmente que cada vez que dejaban el "Outback" o Tierra Interior, había que inventar un nuevo motivo por el que nadie era capaz de reconocer a los X-Men cuando emergían de un agujero en el aire vestidos como los X-Men para luchar contra los mutantes malvados.
("Oye, te pareces a uno de los X-Men, ¿no moriste en Dallas en directo por televisión? Neil Conan de NPR estaba allí y todo".
“No, pero nos lo dicen todo el tiempo. Es por el peinado".)
Es una etapa claramente de desconexión, porque es obvio que el equipo se está desgastando y es arrastrado en varias direcciones, tanto dentro de las historias como detrás de escena, en la editorial. Finalmente, la etapa australiana termina después de una secuencia bastante deprimente en la que la mayor parte del grupo cae a través del "lugar peligroso" y pierde sus recuerdos, lo que precipita más de un año en el que la serie vaga sin rumbo fijo por el mundo y pone el foco en cada miembro del equipo desmantelado. Puede que Claremont llevase escribiendo la serie desde hace mucho tiempo... en realidad, me gusta bastante el período australiano, aunque reconozca a toro pasado que la colección, el guionista y la franquicia se encontraban en su forma más barroca.
A pesar de todo, bueno, Lobezno tenía su propia serie donde indicar (aunque en realidad no tuviese mucho sentido en ese momento), cómo y por qué este chico podía viajar para vivir sus aventuras en solitario (desde Australia, nada menos) cuando todo el mundo en el planeta lo había visto morir en directo en televisión. Claremont resolvió el problema de la mejor manera que supo descubrir en ese momento, que era poner a Lobezno un parche en el ojo y disfrazarlo al estilo Terry y los Piratas, situándolo en una nación insular ficticia del sudeste asiático llamada Madripur. (Vale la pena señalar que la serie de reimpresiones "Terry & the Pirates" de NBM empezó en 1986, y el primer número de la serie en solitario de Lobezno apareció en 1988). John Buscema dibujó gran parte de los primeros números de la colección, lo que encaja muy bien con el mangoneo que hizo Claremont con la obra de Caniff, incluso aunque no se vea mucha vida en el escenario. Obviamente es una preferencia personal, pero cuando pienso en el Lobezno de Claremont, recuerdo que intenté hacer un seguimiento de todos los personajes nombrados, cada uno de los cuales con su propia historia de fondo, gran parte de la cual estaba relacionada con que Logan era un verdadero tío "cool" en algún momento indeterminado de su pasado. Ya sabes, literalmente era como cualquier otra historia de Lobezno jamás contada.
Me refiero a que... sigo dándole vueltas mientras intento encontrar una forma de describir estos cómics, uf.... Aquí estamos, casi dos mil palabras después, y ni siquiera he empezado a hablar de los propios cómics, como si uno de estos días me pusiera a contar las circunstancias de mi nacimiento pero siguiese distrayéndome y diese más vueltas que una persiana... y por cierto, ¿sabes que en Australia hay muchas chicas guapas?
(Finaliza mañana)
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