¿Hasta dónde puede llegar la adicción?. En mi caso hasta las 123 horas (5,125 días) que acumuló el relojito que llevaba añadido uno de los juegos con los que mis amigos y yo pasamos las grises tardes de otoño de nuestra adolescencia en el pequeño pueblo en el que vivíamos.
Menos mal que no todas las horas fueron seguidas porque entonces habría muerto, ya que no soy uno de esos super-hombres japoneses que pueden tirarse frente a una pantalla de ordenador semanas enteras. Pero sí puedo decir que la causa de mi supuesto deceso habrían sido los cuatro bits que conforman uno de los mejores juegos de la historia: el Supaplex.
Sobre el argumento no hay mucho que contar. Murphy (que parece haberse escapado de un comecocos cualquiera) es el héroe del juego. Su misión es localizar los bugs (errores) que se producen dentro de un PC (todos los niveles están ambientados en las tripas de un ordenador, con circuitos, placas base, etc) para lo que será vital zamparse, a falta de gasolina, los infotrones que encuentre y que actúan como piezas vitales de información para arreglar dichos bugs. Cuando el bicho tenga los suficientes infotrones podrá dirigirse hacia la siguiente pantalla para seguir limpiando los bugs mientras esquiva las traicioneras bolas Zonk, que taparán más de una vez su camino y producirán migrañas hasta en el jugador más avezado, huyendo como alma que lleva Satán de las peligrosas tijeras Snik Snak o intentando no explotar al contacto de los mortales electrones.
Dicha estupidez origina que te quedes pegado horas al monitor soltando barbaridades por la boca que asesinarían a un católico en el acto cuando el personaje (y tú mismo, pues cuando estás jugando te conviertes en bola y en algunos casos pensarás como una bola) falle miserablemente en su cometido.
Basado en el sistema de juego del clasicorro Boulder Dash y de su clon más famoso, el Emerald Mine, Supaplex los supera a ambos de forma eficaz. Los 111 niveles de los que consta son más atractivos, la jugabilidad más intuitiva y el diseño enormemente sofisticado para la época. Y la adicción... infinita.
En un principio sus autores, un equipo formado por estudiantes entre los que destacaban Philip Jespersen y Michael Stopp, programaron el juego para Amiga con el nombre desechado de Infotron (aunque este se utilizaría en una versión de 1994 para Mac), pero pronto diseñarían las versiones de Atari ST y MS-Dos con el horroroso nombre “Think”. Menos mal que debido a problemas legales tuvieron que cambiarlo al más sugerente Supaplex.
Los programadores consiguieron vender el juego a una empresa profesional llamada Digital Integration Ltd. para comercializarlo, pero también enviaron una demo a diversas revistas de la época.
Las buenas críticas conseguidas originó una verdadera fiebre por el bicho-bola e hizo que una legión de estudiantes fabricaran su propia versión del juego. La locura por Supaplex aún continúa con los elaborados New Supaplex (con pantallas iguales al original pero remozadas con diseño más moderno y con una música que no se hace pesada del todo), Winplex, el Rock´n´Diamonds, una versión de aspecto más cutre o el Megaplex, con niveles aún más grandes. También existe una especie de (falsa) segunda parte llamada Igor, por no hablar de los cientos de niveles diseñados por los fans del original a lo largo de todo el mundo para las diferentes versiones de Supaplex y sus respectivos clones.
Personalmente recomiendo la instalación de New Supaplex, la versión actualizada de aquél de MS-Dos que tanto tiempo me hizo tirar a la basura. Yo ya estoy superando mi propio record.
La página con mejor información sobre SUPAPLEX y dónde bajarlo está aquí.
Menos mal que no todas las horas fueron seguidas porque entonces habría muerto, ya que no soy uno de esos super-hombres japoneses que pueden tirarse frente a una pantalla de ordenador semanas enteras. Pero sí puedo decir que la causa de mi supuesto deceso habrían sido los cuatro bits que conforman uno de los mejores juegos de la historia: el Supaplex.
Sobre el argumento no hay mucho que contar. Murphy (que parece haberse escapado de un comecocos cualquiera) es el héroe del juego. Su misión es localizar los bugs (errores) que se producen dentro de un PC (todos los niveles están ambientados en las tripas de un ordenador, con circuitos, placas base, etc) para lo que será vital zamparse, a falta de gasolina, los infotrones que encuentre y que actúan como piezas vitales de información para arreglar dichos bugs. Cuando el bicho tenga los suficientes infotrones podrá dirigirse hacia la siguiente pantalla para seguir limpiando los bugs mientras esquiva las traicioneras bolas Zonk, que taparán más de una vez su camino y producirán migrañas hasta en el jugador más avezado, huyendo como alma que lleva Satán de las peligrosas tijeras Snik Snak o intentando no explotar al contacto de los mortales electrones.
Dicha estupidez origina que te quedes pegado horas al monitor soltando barbaridades por la boca que asesinarían a un católico en el acto cuando el personaje (y tú mismo, pues cuando estás jugando te conviertes en bola y en algunos casos pensarás como una bola) falle miserablemente en su cometido.
Basado en el sistema de juego del clasicorro Boulder Dash y de su clon más famoso, el Emerald Mine, Supaplex los supera a ambos de forma eficaz. Los 111 niveles de los que consta son más atractivos, la jugabilidad más intuitiva y el diseño enormemente sofisticado para la época. Y la adicción... infinita.
En un principio sus autores, un equipo formado por estudiantes entre los que destacaban Philip Jespersen y Michael Stopp, programaron el juego para Amiga con el nombre desechado de Infotron (aunque este se utilizaría en una versión de 1994 para Mac), pero pronto diseñarían las versiones de Atari ST y MS-Dos con el horroroso nombre “Think”. Menos mal que debido a problemas legales tuvieron que cambiarlo al más sugerente Supaplex.
Los programadores consiguieron vender el juego a una empresa profesional llamada Digital Integration Ltd. para comercializarlo, pero también enviaron una demo a diversas revistas de la época.
Las buenas críticas conseguidas originó una verdadera fiebre por el bicho-bola e hizo que una legión de estudiantes fabricaran su propia versión del juego. La locura por Supaplex aún continúa con los elaborados New Supaplex (con pantallas iguales al original pero remozadas con diseño más moderno y con una música que no se hace pesada del todo), Winplex, el Rock´n´Diamonds, una versión de aspecto más cutre o el Megaplex, con niveles aún más grandes. También existe una especie de (falsa) segunda parte llamada Igor, por no hablar de los cientos de niveles diseñados por los fans del original a lo largo de todo el mundo para las diferentes versiones de Supaplex y sus respectivos clones.
Personalmente recomiendo la instalación de New Supaplex, la versión actualizada de aquél de MS-Dos que tanto tiempo me hizo tirar a la basura. Yo ya estoy superando mi propio record.
La página con mejor información sobre SUPAPLEX y dónde bajarlo está aquí.
2 comentarios:
¡El Murphy ese parece que lo ha diseñado Brieva! ¡con su sonrisa y sus patitas, parece que me quiera convertir a la religión del capitalismo!
(Por cierto: yo le eché al Supaplex más horas que tú :-P)
bueno, yo descarge el juego y resulta que no puedo salvar las partidas!!! ¿por que? Siempre tengo qu comenzar desde el principio!!! alguien me puede ayudar??
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