viernes, 18 de junio de 2010

ENTREVISTA A PETER BAGGE EN THE COMICS JOURNAL 2 (DE 3)

ENTREVISTA A PETER BAGGE EN "THE COMICS JOURNAL" Nº 159. Junio de 1993, PARTE 2 (DE 3). PARTE 1. Por Carole Sobocinski. Traducido por Frog2000.

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SOBOCINSKI: Después de abandonar la Escuela de Artes Visuales, ¿cómo hiciste para contactar con otras personas que también hacían cómics?

BAGGE: Bueno, en ésa época Joanne era la encargada de un Café, y uno de sus clientes habituales era un autor que se llama Buzzy. Era un chico negro alto, delgado y con rastas. He olvidado su verdadero nombre, pero creo que firmaba su trabajo como “Buzz”. Había dibujado historietas para Creepy y Eerie. No creo que haya vuelto a hacer cómics, pues lo dejó para convertirse en escultor o algo parecido. Pero estuvo durante algunos años en la Escuela de Artes Visuales antes que yo y asistió a una clase con John Holmstrom. John Holmstrom era el editor de Punk Magazine. Yo ya conocía Punk y había comprado un par de números, y pensaba que era bastante divertido. Bueno, de cualquier forma... un día Joanne me dijo: “Oh, he estado hablando sobre tus historietas con Buzzy, ese cliente mío que también hace cómics, y me ha dicho que quiere verlos.” Y le dije: “Bueno, no creo que se los vaya a enseñar, porque él es un autor de verdad.” Y Joanne me contestó: “Bien, pues ya lo he invitado a casa, aparecerá en cualquier momento.” Y yo empecé a balbucear: “¿Qué? ¡Oh, no!” [Risas.] Me decía: “¡Ese tío ha dibujado para Creepy y Eerie! ¡Es alguien con talento!”. Así que me imaginé que iba a reírse de mi material porque era bastante rudimentario. Pero le gustó mucho y me quedé aliviado de que no se lo tomara a guasa. Y me dijo: “Creo que a John Holmstrom, el de Punk magazine, le gustaría mucho tu trabajo, te garantizo que si colocas tus dibujos allí, darán un buen impulso a tu carrera”. Esto fue en el ´79. Y le contesté algo en plan: “Gracias por el consejo”. Pero no tenía intención de presentar mis cosas a nadie, en parte porque no me creí lo que Buzz me decía, pero también pensaba que aún no estaba listo para que alguien editase mi material...
SOBOCINSKI: ¿Te refieres a que tan sólo creías que estaba intentando ser amable contigo?

BAGGE: Claro. Y también me intimidaba acudir a Punk magazine en ese momento, porque pensaba que yo todavía no estaba a la altura de su reputación. Punk era bastante popular, incluso en el bajo Manhattan, y no tenía la misma estética que tiene actualmente. La revista también me gustaba mucho, al igual que el propio John Holstrom, porque nunca se disculpaban por su actitud poco culta. No describían nada como si fuese un placer culpable. Por ejemplo, igual decían: “Oh, sé que McDonald´s es malo para ti, pero de todas formas me mola porque blah, blah, blah”, o también: “me gusta McDonald´s y punto". ¿Sabes? [Risas.]


Pero al mismo tiempo la plantilla de Punk Magazine tenía reputación de estar totalmente fuera de control, de que eran “punks” a la antigua usanza, en el sentido más tradicional del término. Una pandilla de jóvenes creadores de problemas. Así que me dije: “¡Oh, es que no quiero tratar con esa gente!, ¡suena como si fuesen una tribu de maníacos!” Pero Joanne me dijo: “Bah, tienes que hacer algo ya. Mueve el culo y vete a verlos.” Así que lo hice y me presenté y Buzzy estaba en lo cierto: me reuní con Holmstrom y su director de arte de aquella época, un tío llamado Bruce Carlton. Y realmente les gustó mucho lo que yo hacía. Les encantó Studs Kirby. Y quisieron empezar a publicar los cómics de inmediato. Pero en ese mismo momento, sin que lo supieran, la revista Punk estaba empezando a quebrar. Por muchos motivos nunca fueron capaces de conseguir el dinero suficiente como para sacar otro número.


Y creo que lo intentaron de todas las formas, creo que estuvieron haciendo varias cosas en sus oficinas durante otros seis meses más, intentando sacar otro número, pero la verdad es que no eran los mejores tíos para los negocios y se habían enemistado con mucha gente. Ya ves, creo que la idea que yo tenía de ellos de que eran una panda de maníacos fuera de control era absolutamente cierta. Ellos y todos los demás socios de la revista Punk eran unos putos lunáticos. Tan sólo les gustaba salir durante toda la noche, emborracharse totalmente y meterse en peleas. Hasta cierto punto disfruté mucho saliendo con ellos, aunque yo no me metía en peleas... Sin embargo, ellos tendían a volverse un poco locos. Eran unos verdaderos borrachos beligerantes. Así que durante un tiempo perdí el contacto con Holmstrom. Seguía hablando con él de vez en cuando, sobre todo le decía: “¿Cuándo se va a imprimir mi cómic?”, Y al final me dijo: "Olvídalo. Estamos fuera del negocio.” Así que tuve que volver a mi mesa de dibujo. Y empecé a presentar mi trabajo en otros sitios.

SOBOCINSKI: ¿Crees que el hecho de que aceptasen tu trabajo te dio la confianza suficiente como para seguir insistiendo en otros sitios?

BAGGE: Supongo que sí. Luego me fui a un lugar donde me editaron algo por primera vez, el periódico underground East Village Eye. Salía más o menos una vez al mes. Pertenecía a otro tío que no tenía gran cosa. Tenía tratos con estudiantes de Arte que le repartían el periódico por la zona de forma gratuita. Ese tío se llamaba Lenny Abrahms y era un poco embaucador. En algún momento parecía como si los clubes de rock fuesen a sacar beneficios del East Village Eye. Pero en realidad nunca llegó a despegar. Su oficina siempre estaba en esa tienda hecha polvo de la Avenida D. Pero me gustaba bastante la forma en que intentaba hacerse un hueco en la escena. Lo que no me gustaba tanto era el periódico, aunque al menos imprimieron mis cosas. A continuación apareció la revista RAW y hubo un mini-bombardeo publicitario que hizo el propio Art y sus estudiantes colgando pósteres para anunciar la revista por todos lados. En cuanto salió la revista tuve sentimientos encontrados. Cuando vi el primer número de RAW me di cuenta de que tenía el aspecto de un cómic underground, y también tenía una plantilla de dibujantes underground, pero parecía como si intentasen evitar serlo, como si quisieran evolucionar a partir de ese punto...
SOBOCINSKI: ¿Para tener como más clase o algo así?

BAGGE: Exacto. Y lo que me parecía es que se querían poner por encima para intentar adoptar una actitud más cercana a las Bellas Artes. En esa época fue algo contra la que me rebelé a lo bestia, estaba en contra de todo ese sinsentido de escuela artística. Y mi actitud era: “¡Ni siquiera voy a intentar que me gusten!, ¡que les jodan!, ¡me meo en su careto!” Yo pensaba que los cómics underground, su formato, cualquiera de ellos, o al menos los que estaban bien hechos y tenían a un buen artista trabajando en ellos, eran simplemente perfectos tal cuál. Eran invencibles. E intentar adoptar una actitud y filosofía más finolis y con ese papel y acabado tan logrado... parecía como si tuvieras entre manos una Galería de Arte, me sentía en plan: “Aaaaghh”.
SOBOCINSKI: Estabas buscando algo un poco más amplio, algo más accesible...

BAGGE: Habría sido lo ideal, pero estaba dispuesto a intentar cualquier cosa. Y en cuanto vi RAW me dije: "Tal vez lo intente en esta revista." Por ejemplo, Kaz aparecía en el primer número. Había visto su trabajo en los mismos pequeños periódicos underground en los que había publicado yo mismo, y sabía que había ido a la Escuela de Artes Visuales, y pensé que era un renacuajo como yo que correteaba de un lado para otro intentando que lo publicasen. Así que me dije: "bueno, él está ya metido, así que supongo que ese tío, el editor, estará abierto al trabajo de nuevos artistas, de artistas jóvenes. "Así que acabé llamando a Spiegelman y supongo que ahora sería inaudito que sucediera algo parecido, pero en ese momento me dijo: “Venga, enséñame tus cosas." Así que le llevé ese portafolio patético con todas mis historietas y dibujos. Y recuerdo que primero mantuvimos una larga charla hasta el momento en que que abrí mi portafolio. [Risas.] Y su reacción fue... tenía mis esperanzas, porque había estado charlando amigablemente, pero su reacción fue la que pensé que iba a ser. Mi trabajo era increíblemente burdo, todavía no tenía definido mi estilo de dibujo. Y además, todas las cosas que hacía eran bastante cortas, de una página y media o así, eran cosas que tenía la esperanza de publicar en algunas revistas. Y en su mayor parte tendían hacia el humor superficial. Supongo que yo pensaba que eran bastante más sólidas. Intentaba conseguir que el lector se riese. Ser una especie de maestro del chiste. Así que me dijo: "me sorprende mucho, porque no me gusta, no es lo que estaba buscando. Intenta hacer algo más personal." Me dijo lo que yo esperaba que me iba a decir. Pero entonces recuerdo que me preguntó: "¿Conoces a algún otro dibujante?" Y le dije, "a Holmstrom." Y fue como si le dijese: "las Cataratas del Niágara" a Moe Howard [Moe es uno de los tres chiflados (Three Stooges) y “Niagara Falls!” uno de sus más famosos sketches]. ¡Tan sólo cogió y estalló! No tenía ni idea de que en ese momento estuvieran enfrentados entre ellos. En ese momento se hacía todo ese humor irónico, humor seudo-fascista, como la canción Blitzkrieg Bop y la gente que llevaba esvásticas y todo lo relacionado con el punk, del que incluso los Ramones hacían alarde, aunque creo que eran judíos. Para mí tan sólo era una broma muy obvia, pero por supuesto, con Art lo único con lo que no deberías bromear era con ese tema. Una vez Kurtzman los presentó a ambos en su casa, y tuvieron una gran discusión al respecto que casi termina llegando a las manos, y Holmstrom le dijo: "¡Bah, a nadie le importa ya una mierda el Holocausto!" o algo igualmente inteligente.
SOBOCINSKI: Y a Art no le gustó mucho escuchar algo así, estoy seguro.

BAGGE: Claro. De hecho, conociendo lo que piensa Art sobre el tema, tampoco me sorprende que Holmstrom lo pinchase todo lo que podía, o que Spiegelman pensase que Holmstrom era un gilipollas de primera clase. No tengo nada contra Art, pero me hizo empatizar más con Holmstrom. Aunque también me inspiró el camino que Spiegelman había escogido con su publicación auto-editada. Y también me sopló los nombres de algunas personas que estaban intentando tirar adelante con su propio material, como Seth Tobocman, que estaba intentando empezar World War III Illustrated. Logré meter algunas cosas en esa revista. Estaba muy contento de que estuviese dispuesto a editarme. Pero no hice los tratos con esa gente cara a cara, así que me fui de nuevo donde Holmstrom y le dije: "Sabes... esos tíos, todos se están auto-editando, están intentando que funcione. Así que... ¿por qué no lo hacemos nosotros?" Holmstrom estaba pasando por un momento muy duro, Punk había cerrado sus puertas y había pasado de ser una especie de mini-celebridad a, de repente, tratar de tirar hacia delante de forma freelance: trabajaba haciendo de todo, como escritor, ilustrador, dibujante. Tenía mucho tiempo libre, por lo que podía arriesgarse con una nueva publicación, siempre y cuando el acuerdo fuese el siguiente: "Yo soy el experto y tú el novato, así que tú vas a hacer la mayor parte de la obra." [Risas.] Y lo hice, hice casi todo el trabajo, sin experiencia anterior pero trabajando muy arduamente: hice bocetos e intenté conseguir anunciantes, y me peleé con los distribuidores. Y él tan sólo me decía lo que tenía que hacer. Me ayudó muy poco. Podría haberme cabreado por estar haciendo todo el trabajo que no hacía él en Comical Funnies. Pero al mismo tiempo, también estaba teniendo una valiosa educación gratuita. Me enseñó cómo hacer las separaciones de color, y también podía en una sola tarde enseñarme todas esas cosas que yo no tenía ni idea de cómo empezar a hacer. A través de él conocí a un montón de gente y fui por primera vez a Convenciones de cómics. Y Holmstrom me presentó a Ken Weiner, que se convirtió en uno de mis mejores amigos. Y también empezó a publicar historietas mías en Comical Funnies. Todos los que incluyeron historietas en Comical Funnies también prestaron algo de dinero para pagar la tirada de la revista.
SOBOCINSKI: ¿Y cuál era su tirada media?

BAGGE: Del primer número se imprimieron 5.000 copias. Vendimos la mitad, lo que resulta bastante asombroso. Por supuesto, Holmstrom tenía la idea verdaderamente sesgada de lo fácil que sería aumentar esa cifra, porque creo que ni siquiera se daba cuenta de que durante una época había tenido una suerte increíble con la revista Punk. Punk había vendido unas 20.000 copias, y él tan sólo tenía 22 años cuando la editó. La revista siempre estuvo bastante mal administrada. La mayor parte del trabajo la hicieron, bueno, Carleton y él. Ken era la única de las personas involucradas en Punk que trabajaba en serio. Dijo que si no fuera por sus colegas de las historietas, la revista nunca habría llegado a aparecer, porque todos los demás involucrados en Punk tan sólo querían conocer a las estrellas de rock. La forma en que ellos se burlaban de gente como Rod Stewart era muy hipócrita. Decían: “¡Esa mentalidad de estrella del rock, es que lo está dando todo!" Pero todos ellos también querían ser estrellas, y todos querían pasar el rato con estrellas y todos querían dar vueltas por Hollywood en limusinas. Y todos estaban llenos de mierda por completo. [Risas.]


Pero del primer número creo que llegamos a imprimir 5.000 copias y sólo se vendieron la mitad, y Holmstrom se quedó increíblemente decepcionado. Pensaba que vendería 20.000 copias, igual que con Punk. Le llevó un rato darse cuenta de que la gente no compraba Punk gracias a él y sus cómics, que la gente la compraba para poder leer sobre rock n´roll y para coger las fotos de Debbie Harry. Visto en retrospectiva, vender 2.500 es bastante sorprendente. Así que las tiradas de los siguientes dos números fueron mucho más bajas, entre 3.000 o 3.500.
SOBOCINSKI: ¿Y qué tal funcionaron los siguiente números?, ¿de forma parecida?

BAGGE: Vendieron menos. Al principio como unas 2.000. Durante todo el tiempo que duró Comical Funnies, que tan sólo fue un año, John y yo estuvimos discutiendo todo el rato. En aquella época tenía mucho temperamento, era un cabezota. Era bastante gracioso que Spiegelman y él fuesen enemigos, porque ambos eran muy dogmáticos. Golpeaban con el puño en la mesa al hablar, y si no estabas de acuerdo con ellos terminaban poniéndose histéricos. Ambos pensaron, quizá porque yo era tan sólo un crío, "voy a moldear y darle forma a este chico. Parece que tiene potencial, que tiene más de medio cerebro. Pero lo voy a modelar a mi propia imagen." La verdad es que Holmstrom se volvía loco cuando le comentaba: "He hablado con Art", y viceversa. Para entonces ya había conocido a JD King y nos hicimos buenos amigos, y aún seguimos siéndolo. También publicamos el trabajo de Kaz y Drew Friedman, con los que personalmente me llevaba verdaderamente bien. Eran mucho más cuidadosos con su trabajo artístico que yo, y para ellos significaba mucho publicar en RAW, se sentían más cercanos a Art. Spiegelman pensaba de nosotros que éramos un grupo de reaccionarios y vagos, y que nuestro trabajo no tenía una meta o propósito real. ¡Y puede que esa teoría fuese real al cien por ciento! [Risas.] Ya que éramos unos reaccionarios en el verdadero sentido de la palabra, sencillamente reaccionábamos contra todo, como si fuésemos un montón de imbéciles que estaban en contra de todo. Pero Holmstrom y yo empezamos a discutir mucho. En cuanto se dio cuenta de que Comical Funnies nunca funcionaría igual que Punk, quiso convertirlo en una revista. Hablamos de redactar artículos, no tanto sobre músicos de rock, sino acerca de la cultura pop: de cultura basura, o de la irónica filosofía punk o sobre echarle un vistazo general a todas las cosas. Pero yo estaba en contra, porque no iba a poner mi dinero duramente ganado, ni mi trabajo, tan sólo para editar una o dos páginas de mis cómics en la revista.
SOBOCINSKI: ¿Así que comenzaste a enviar tu trabajo a otros sitios?

BAGGE: Sí. Comencé a incluir algunas cosas en varias revistas pornográficas, pero sobre todo en Skrew. También tenía un fan, un tipo llamado Jeff Tiedric que trabajaba en High Times, y que editó una buena parte de lo que hacía. Además me editaron en varios fanzines de pequeña tirada, eran cosas bastante oscuras. Es muy difícil hacer un seguimiento de todo lo que hice. Pero yo dibujaba de forma compulsiva. Para entonces ya estaba haciendo un esfuerzo consciente por dedicarles más tiempo a mis tiras. De hecho, incluso alguna vez pasé toda una semana haciendo una página, lo que significa que no aproveché demasiado bien esa semana. [Risas.] Simplemente quería un hacer montón de líneas diminutas.

SOBOCINSKI: Te volviste un poco más meticuloso con lo que hacías.

BAGGE: Sí, y también empecé a tomarme más tiempo con la rotulación. Antes de eso sencillamente rotulaba como un loco. Lo que hacía era ilegible. Finalmente conseguí un trabajo regular en una librería, en Barnes and Noble. Y estuve trabajando durante tres años a tiempo parcial. Trabajaba desde bien temprano por la mañana, y luego llegaba a mediodía a casa y dibujaba durante el resto del día. Pero alrededor de 1982 nuestro endeble apartamento nos puso enfermos, así que Joanne y yo nos mudamos a Hoboken, New Jersey, donde encontramos ese enorme lugar relativamente barato. Y de nuevo Joanne terminó convirtiéndose en la encargada de un bar-restaurante, donde ganaba bastante dinero. 


Así que para ella valió la pena el traslado, pero yo tenía que seguir yendo a ese estúpido trabajo a tiempo parcial... Y como había ahorrado algo de dinero, estuvimos de acuerdo en que me dedicara los cómics a tiempo completo. En ese momento me decidí a intentarlo con cualquier cosa que me llegase, no quería desaprovechar ninguna oportunidad. Pensé: prueba y a ver qué pasa. Así que a través de Holmstrom estuve haciendo tiras para una revista de videojuegos. Fue una cosa mensual que duró algún tiempo. Spiegelman me contrató para sacar algunos gags en Bazooka Joe, algo que empezó a resultar bastante molesto, porque el material tenía que ser aceptado por un comité. Todo el mundo tenía razones diferentes para que los chistes fuesen aceptados o rechazados. Y a pesar de que me pagaban 50 dólares por cada gag, renuncié después de un tiempo.
SOBOCINSKI: Entonces, ¿cuáles fueron los acontecimientos que te hicieron cruzar todo el país?

BAGGE: Joanne tuvo una pelea con su jefe y se marchó del lugar en el que había estado cocinando y trabajando como encargada desde la primavera de 1984. También, al mismo tiempo el mercado de las propiedades inmobiliarias de Nueva York estaba totalmente fuera de control y los alquileres se dispararon. Fue un verdadero inhibidor de la diversión. Básicamente Nueva York empezó a apestar muchísimo. Pasamos de amarlo a odiarlo. Y tampoco queríamos vivir en Hoboken para siempre. Además, en Hoboken el coste de la vida se puso por las nubes, algo que no puedo llegar a comprender. Así que empezamos a visitar a los amigos de otras ciudades tratando de averiguar hacia dónde podíamos mudarnos. Mientras tanto, la hermana menor de Joanne, Diane, se casó con un jugador de fútbol. Un tipo llamado Mike Tice que había nacido en su ciudad natal y al que habían contratado los Seattle Seahawks. Cuando fuimos a visitarlo ya llevaba jugando durante tres o cuatro años para los Seattle Seahawks, durante el 84. Cuando llegamos nos encantó el sitio, y a ellos también les gustaba mucho (me refiero a este lugar, a Seattle). Y como Joanne y yo siempre habíamos soñado instalarnos en el Noroeste, en Seattle, era mucho mejor de lo que pensábamos. Era más barato, más bonito, simplemente era mejor en todos los sentidos. Así que después de una semana vagando por la ciudad, la hermana de Joanne y su marido, que siempre habían tenido el sueño de abrir un restaurante, nos llevaron a cenar, nos miraron con una cara realmente intimidante y nos dijeron: "Bueno, en lugar de volver a Nueva York para abrir un restaurante, ¿por qué no os venís a vivir aquí?" Y Mike nos dijo, "yo pondré el dinero y Joanne y su hermana podrán llevar el negocio", ya sabes, por la experiencia que ya tenía Joanne. Y nosotros," Sí, claro, está bien." Así que volvimos, vendimos en un rastrillo al aire libre nuestras cosas y nos largamos. En esa época, a pesar de que quería a todos mis viejos amigos, nos poníamos de los nervios unos a otros, porque todo el mundo se sentía bastante frustrado. Supongo que todos esos tíos tenían el sueño de convertirse en historietistas profesionales, pero la realidad estaba empezando a asomar su fea jeta. Todo el mundo tenía compromisos, todos estaban dejando de hacer cómics.
SOBOCINSKI: ¿Así que os vinísteis a Seattle buscando el mundo real?

BAGGE: Así es. Cuando llegamos la primera vez estuvimos viviendo en las afueras con la hermana de Joanne. Pensamos que sería divertido vivir allí y cambiar un poco el ritmo. Ellos vivían en Woodinville, y ellas acabaron abriendo un "delicious" en un pueblo llamado Redmond. Pero a todo ese área, Bellevue, Kirkland, Redmond, se le suele llamar East Side, y es muy de nuevos ricos. Todo estaba recién instalado, todas las carreteras tenían aceras que no usaba nadie, nunca veíamos a ningún peatón. Durante una temporada nos resultó bastante interesante vivir allí, cambiar tan repentinamente de ambiente. Pero también nos empezamos a cansar rápidamente. Seguimos siendo amigos de mucha de la gente que nos presentaron Mike y Diane; un montón de jugadores de fútbol y de gente relacionada con el equipo, tíos que se habían hecho ricos con concesionarios de Maaco, abogados, gente que eran dueños de pistas de carreras, algunas personas que trabajaban en el negocio de las noticias y los medios de comunicación, presentadores de talk shows y otra gente parecida. 


Así que de alguna forma eran gente interesante, pero en realidad, comparados con Joanne y yo también eran bastante conservadores. Así que finalmente fue idea de Joanne mudarnos a la ciudad. Porque estábamos haciendo un gran esfuerzo por conocer gente con la que tuviésemos algo en común. Cuando me mudé a Seattle no conocía a nadie allí, no tenía ninguna conexión. Me vine aquí completamente solo. Y entonces me encontré en una fiesta de Gary Panter a todos esos directores artísticos que acababan de mudarse de Seattle a Nueva York. De hecho había un flujo constante de personas que estudiaban para ser directores de arte en Seattle y luego se mudaban a Nueva York.


Aquí hay un montón de escuelas de arte que están vomitando continuamente todos esos diseñadores gráficos. Aunque se vean obligados a trabajar por una miseria en sitios como Weekly y The Rocket...

SOBOCINSKI y BAGGE: O en Fantagraphics. [Risas.]

BAGGE: Y luego cogen y se mudan a Nueva York. Y a las publicaciones de allí les encantaba contratar a esta gente de Seattle, porque están muy capacitados y dispuestos a reventarse el culo por casi nada de dinero, porque es a eso a lo que estamos acostumbrados. 


Ah, tengo que dar un poco marcha atrás para decir que también estuve en el Weirdo durante aquella época. Me convertí en un gran fan de Weirdo en cuanto la vi. Originalmente, Crumb rechazó un montón de las cosas que yo le había presentado, pero después de un tiempo comenzó a aceptar algunas. Y entonces me pidió que me convirtiese en el editor. Así que mientras estaba en Hoboken saqué el primer número que hice de Weirdo, el décimo. Creía que estaría ocupado a tiempo completo en Seattle trabajando en Weirdo, pero apenas me daba para vivir, y entonces me dije: tal vez podría completar mis ingresos haciendo algún trabajo de ilustración en Seattle, pero no había casi nada que hacer. Además, justo antes de trasladarme a Seattle conocí a Gary Groth y Kim Thompson en Nueva York, mientras trataba de poner en pie otra antología. En aquel momento ellos estaban en Connecticut y se trasladaron a Los Ángeles, al mismo tiempo que yo me estaba mudando a Seattle. Leí la revista y me familiaricé con Love and Rockets. Además, al mismo tiempo conocí a un tío llamado Milton Knight que tenía publicado un cómic en una antología llamada Hugo. Así que le pregunté por ellos y me dijo: "Sí, parece que aceptan a nuevos creadores. Inténtalo con ellos." Nunca imaginé que terminaría teniendo mi propio título. Lo que intentaba era conseguir publicar otra antología con el mismo elenco de personajes que estaba haciendo en Nueva York. Lo había conseguido auto-publicándome, pero lo que realmente buscaba era a un verdadero editor.
SOBOCINSKI: Alguien que publicase una antología con todo lo que habíais hecho tú y otra gente.

BAGGE: Sí, mis colegas y yo. Y cuando le mencioné la idea a Crumb, me dijo: “Bueno, si quieres ser editor, ¿cómo crees que lo harías en Weirdo? Ahí tienes una revista que está publicándose ahora mismo”. Y aunque estaba de acuerdo con la idea, le dije a Crumb que creía que tendríamos problemas con Ron Turner. Todo empezó como un malentendido, porque él había distribuido algunos ejemplares de Comical Funnies
 y era el que se encargaba de las cuentas, pero no había hecho un buen trabajo y pensábamos que nos debía algo de dinero, aunque Ron Turner insistía en que no era así. Como que he olvidado todos los detalles. Por otra parte, Holmstrom había conocido a Turner, y de acuerdo con Holmstrom nunca habían llegado a congeniar. Me di cuenta de que Turner era el típico hippie al antiguo estilo de California, había militado en las trincheras de la contracultura desde siempre. Y tuve la sensación de que se volvería loco si algunos jóvenes recién llegados, con el pelo corto y de charla rápida, al estilo punk original de Nueva York, se empezaran a hacer cargo de Weirdo. Porque en aquella época Weirdo era casi lo único que quedaba en pie, o por lo menos lo que había quedado, como buque insignia de aquella escena de cómics underground de la Bay Area. Y supongo que una gran cantidad de gente seguía pensando que Weirdo les pertenecía a ellos, tanto como le pertenecía al propio Crumb. Y el hecho de enfocar la revista en Nueva York, y teniendo acertadamente en cuenta que yo iba a empezar a incluir tiras de todos esos capullos de la Costa Este [risas], bueno, pensé que todo eso nos iba a traer problemas. Al principio Crumb me dijo: “Bah, no te preocupes, en la revista aparecerá lo que yo quiera”. Pero luego me volvió a llamar y me dijo: “Tenemos un problema” [risas]. Turner me está haciendo pasar un mal rato." Lo cuál era muy comprensible, porque yo era un don nadie y Turner no tenía ninguna razón para pensar que yo iba a hacer un buen trabajo. El por qué de que Crumb pensara que de entre todo el mundo yo era el adecuado para hacerme cargo de la revista es algo que se me escapa. Aunque Aline y él todavía me juran a día de hoy que Robert estuvo meditándolo durante mucho tiempo y estaba convencido de que yo podía hacer el trabajo. Crumb me dijo: "Mira, voy a presionar a Turner. Creo que puedo convencerlo de que se mantenga en Weirdo contigo al cargo. Pero mientras tanto empieza a preguntar por ahí, a ver si a alguien más le gustaría publicar la Weirdo.” Me acerqué a Kitchen pero me rechazó, aunque más tarde me comentó que lo había lamentado mucho. Pero es normal, le disgustaban totalmente algunas de las cosas que hacía Crumb. Eleanor Norflus y B. N. Duncan y algunas de las “photo funnies”. Me dijo: "Aparte de las cosas de Crumb, hay como dos o tres páginas de material decente, pero también está todo ese material que es una locura”. Y muy comprensiblemente tampoco tenía razón alguna para tener fe en mí, yo no tenía ningún historial detrás. Así que estuve intentando reunirme con cualquiera que se encontrara en Nueva York, y por lo menos podía ir a ver a Gary y Kim en coche. En aquella época tenía un antiguo coche destartalado. Así que conduje hasta donde vivían ellos, creo que era en Stamford, Connecticut, y resultó todo un espectáculo. Aquella casa que habían alquilado estaba en medio de un verdadero barrio de lujo. Todas eran auténticas casas de calidad. Me quedé mirando la dirección pensando: "Me tienen que haber dado la dirección equivocada. No creo que puedan vivir en este barrio lujoso de las afueras”. Y de repente llego a esa casa donde el patio de enfrente es un estacionamiento de coches y todos los árboles están muertos. Y tenían todos esos cómics de X-Men aplastados en el alfeizar de la ventana, llevaban tanto tiempo allí que el sol había blanqueado toda la tinta roja. Y en el interior estaban todos esos tontorrones geeks: "¡Hola!" Entrabas en esa casa de las afueras y allí estaban todos esos chicos con sus máquinas de composición tipográfica.
SOBOCINSKI: Y supiste inmediatamente que habías encontrado tu hogar, ¿verdad?

BAGGE: [Risas.] ¡No sabía ni dónde estaba! Cuando te leías el Journal, parecía que escribían y hablaban como si supieran sobre todo, pontificando todo el rato. La revista tenía oficialmente ese tono, así que pensaba que habían visto mucho mundo. Por lo que la imagen que siempre me hacía de Gary Groth era la de una persona de mediana edad, un tipo calvo mascando un cigarro... que es en lo que ahora se está convirtiendo rápidamente. [Risas]. Pero cuando lo conocí, pensé: “Dios, este tío apenas parece algo mayor que yo” Al principio empecé a hablar con Kim y su antiguo compañero, Mike Catron. Por alguna razón Gary apareció un poco más tarde.

SOBOCINSKI: ¡Ja! Sorpresa.

BAGGE: Y aún jura que no sabe de lo que estoy hablando, pero se estaba comiendo ese pedazo de pastel que era tan grande como una pelota de fútbol. Era una cosa enormemente grande. Y eran como las dos de la mañana, pero por supuesto, ese era el desayuno de Gary. Y todo el mundo, Kim y todos los demás tíos, estaban comiendo hamburguesas con queso para desayunar. Pero Gary dijo, "Uh-uh, no quiero hamburguesas con queso. Voy a tomarme un verdadero desayuno." Así que estaba comiéndose ese grandísimo pedazo de pastel y me dijo: "¿Quieres un poco?" Y yo: "No". Y continuó: "Bueno, creo que te conviene comer algo." Y cogió el cuchillo y cortó un trozo y dentro estaba completamente hueco, y mientras le estaba mirando empecé a pensar: "¿Qué coño es esto?". Y cuando le vuelvo a  recordar ese día, me suele decir: “No sé de lo que me estás hablando. No me acuerdo de que me estuviese comiendo grandes pasteles huecos con forma de balón.” Pero esa era la cosa con el aspecto más raro que he visto nunca.


Entonces le enseñé algunas páginas en las que estaba trabajando en aquel momento: "The Reject," y le gustaron, pero tenía los mismos problemas que tenía Dennis Kitchen con Weirdo. Me dijo que Crumb estaba haciendo alguna mierda bastante loca en esa revista, y por eso tenía sus reservas. Pero realmente le gustó mucho mi cómic y me dijo: “Sabes, si quieres hacer tu propio cómic te lo publicaremos aquí, en Fantagraphics”. Y yo le contesté: “Oh, guau, muchas gracias.”


Creía que tan sólo me estaba dando largas. No me podía creer que fuera a darme mi propio título con mis propios cómics. Así que de todas formas acabé en Seattle haciendo Weirdo, pero como no estaba ocupado todo el tiempo, seguí haciendo mis propios cómics sin tener absolutamente ningún sitio donde publicarlos. Y como me gusta decir, en Seattle nunca ocurre nada. Así que pensé en contactar con Fantagraphics de nuevo, pero estaban en medio de una gran mudanza a Los Ángeles. En cuanto se instalaron me puse en contacto con ellos y les pregunté: "¿Estábais hablando en serio cuando me propusísteis hacer mi propio cómic? Y me dijeron: "Sí". Así que les contesté: "Está bien." Y acabamos hablando sobre cuáles serían los temas del título, cuál sería su nombre y con qué frecuencia empezaría a salir. La mayoría de material inédito que tenía guardado eran historias cortas, porque las historias más cortas tenían más posibilidades de ser publicadas en alguna parte. Pero al tener disponible un título propio de 32 páginas inmediatamente intenté hacer algunas historias un poco más largas, a las que realmente no estaba demasiado acostumbrado. No creo que antes hubiese hecho algo con más de ocho páginas. Y así, en el '85 empecé a editar Weirdo y a dibujar Neat Stuff a tiempo completo, y a hacerme cargo de cualquier cosa que me viniese bien. Si alguien como Ken Weiner de Nueva York me pedía que hiciese algo para Skrew, por supuesto que lo hacía. Esa era la cruda realidad.
SOBOCINSKI: De modo que fuiste capaz de mantener parte de tu trabajo de freelance en Nueva York.

BAGGE: Un poco. Había intentado mantenerme en contacto con mucha de la gente que estaba haciendo algunas cosas en Nueva York para poder seguir trabajando con ellos cuando me mudase a Seattle, pero tan pronto como llegué a Seattle, estaba más o menos siendo una víctima del término "ojos que no ven, corazón que no siente". Pero si echo la vista atrás, creo que fue mejor de esa forma, porque lo mejor que me pudo pasar fue encerrarme para hacer mis propios cómics. Se lo aconsejo a cualquiera que quiera hacer comic-books, tienen que encontrar la forma de poner en ellos toda su energía, y me refiero literalmente a poner toda su energía en hacerlos. Me parece que es la única forma de seguir adelante.

SOBOCINSKI: Eso nos lleva a mi siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que alguien pueda ganar un salario digno y seguir haciendo cómics a tiempo completo?

BAGGE: Moverte por algunos sitios es muy fácil. También hay que estar preparado para romperte el culo trabajando mañana, tarde y noche. Simplemente intenta sacar una serie tantas veces como te sea posible, suponiendo que ese sea el camino que has decidido tomar (y si tienes la suerte de encontrar a un editor que esté dispuesto a ofrecerte tu propio título). Esto es lo que definitivamente sugeriría: tienes que conseguir que ese mamón de título salga tan a menudo como te resulte posible, trabajar tantas horas como puedas y tener inclinada tu espalda sobre la mesa de dibujo.

SOBOCINSKI: Háblame algo más sobre tu relación con Fantagraphics. Por ejemplo, ¿cómo te sentiste al tener por fin publicada tu propia serie?

BAGGE: Oh, me sentí muy bien, fue muy agradable tener mi propio título. Era algo que nunca creí que fuese a ver la luz, o no tan pronto; ocurrió mucho más rápido de lo que pensaba.
SOBOCINSKI: ¿Te animaron de alguna forma o tan sólo te dijeron: “Sí, adelante, este es tu título”?

BAGGE: Sí, me animaron mucho…. Bueno, supongo que ahora mismo la actitud y filosofía de Gary Groth y Kim Thompson las conoce mucho mejor la gente, aunque yo no sabía cómo eran hasta que empezaron a editarme; pero estuvieron de acuerdo en hacerlo. Sencillamente me dijeron: "Nos gustan mucho tus cómics. Creemos que eres un buen autor y queremos publicarte." También supuse que eran empresarios y que querían darme mi propio título porque creían que habría la suficiente gente que querría comprarlo. Y eso es lo que realmente me sorprendió y halagó, que consideraran que mi comic-book, que iba a incluir mi propio material, era algo económicamente viable. Porque dos o tres años antes me había auto-editado un comic-book y apenas había sido capaz de vender algún ejemplar.


Y sabía que con una "verdadera" editorial como Fantagraphics me resultaría mucho más fácil colocar muchas más copias a través de los distribuidores, porque eran más profesionales y conocían mejor el mercado. Era diferente a cuando yo había estado intentando auto-editarme. Me imaginé que seguro que vendería mucho más. Pero incluso haciéndolo de esta forma, mis propios comic-books no me llegaron a convertir en alguien famoso. Por ese motivo, aunque ya había mejorado mucho seguía sin pensar que algo que estuviese conformado completamente por mis cosas se fuese a vender bien. Y al mismo tiempo también estaba trabajando en Weirdo con R. Crumb de estrella invitada en cada número, y mirabas y apenas se vendían 10.000 copias, ¡y eso teniendo al mejor autor del mundo! Pero entonces, justo cuando estábamos esperando que llegasen los pedidos del primer número, un día Groth me sorprendió mucho diciéndome: “Todavía estamos esperando los pedidos finales, prepárate para lo peor, porque creo que el título va a vender terriblemente mal”.


Y yo: “¿De qué estás hablando?, ¿entonces por qué has aceptado publicarme? Y me dijo: “Porque tu trabajo nos gusta mucho”. Y le contesté: “¿Aunque creas que se va a vender horriblemente mal?, ¿lo publicarás de todas formas? ¿Cómo puedes hacer negocios actuando de esa forma?” Y él se quedó en plan: “Oh, no sé. Tan sólo nos dedicamos a publicar lo que nos gusta, y por lo general eso significa conseguir unas ventas paupérrimas.” Y a continuación pensé: “¡Me he asociado con un par de locos! ¡Estos tíos están majaras! ¿Qué especie de empresario podrían ser estos dos?” [Risas.] Resultó que los pedidos del primer número rondaban las 7.000 copias, mucho más de lo que pensaban. Y los peores pedidos, que los hicieron alrededor del número dos, o del tercero o cuarto, se acercaban a las 5.000 copias.
SOBOCINSKI: Esas son las cifras de
Neat Stuff.

BAGGE: Claro. Sí, los pedidos más bajos fueron 4.500. Especialmente en aquellos días, y hablando de forma relativa, creo que estaban bastante bien. Mucha gente sería feliz si su cómic vendiese igual. Pero entonces, lentamente empezó a aumentar las ventas hasta vender 9.000 con el último número. Luego el primero de Hate vendió 15.000, y actualmente cada tirada es de 25.000. Estaba absolutamente decidido a vivir de mis cómics. Así que pensaba que comparado con muchos otros títulos, 5.000 era algo espantoso, para mí no era tan bueno porque no era suficiente, a menos que quisiese vivir en una casa de la periferia y comer judías y arroz. Y aunque sabía que simplemente me estaba diciendo lo que pensaba de verdad, también me indignaba y frustraba mucho que Groth siempre me comentase: "Bueno, es un buen título, pero se va a vender muy mal. Simplemente es así. Nunca va a vender demasiado.” No podía soportar la idea de que puede que estuviese en lo cierto. Porque no quería hacerme rico necesariamente, pero tenía en mente la imagen de que vendería 20.000 copias (los hermanos Hernández vendían 20.000), por lo que estaba demostrado que esa meta era posible.

SOBOCINSKI: ¿Así que piensas que la razón de que te dijeran que no ibas a vender muy bien tu título fue para protegerte de una posible decepción?

BAGGE: Pues sí, supongo que no querían darme falsas esperanzas, pero tampoco creo que fuese su principal preocupación. Fue más bien para que tampoco él tuviese grandes esperanzas puestas en el título. Realmente no creo que Gary y Kim se dijeran: "Bueno, Neat Stuff es lo suficientemente bueno como para poder vender decenas de miles, pero no queremos decírselo a Pete ya que entra dentro de las posibilidades, y no queremos darle falsas esperanzas.” Porque eso es lo que yo necesitaba. Es lo que quería oír. Así que cuando fueron a imprimir el primer número de Hate, puse un requisito previo y les dije: “Lo que vaya a vender no me va a a resultar un problema, incluso aunque se vendan cinco copias, pero tenéis que imprimir 10.000.” Y me contestaron: “¿Qué?”. Ahora me parece muy divertido y me encantó ver la expresión de su cara. Me dijeron: “¡Nunca va a vender 10.000!”, y les contesté: “Bueno, el último número de Neat Stuff vendió ocho y medio, y todos los Neat Stuff se han agotado bastante rápido. Esto es un nuevo título. Pienso que los pedidos van a rondar esa cifra. Y también creo que si os asentáis en las 10.000 copias, aunque los pedidos sean menores, ¡entonces lo venderéis todo! [Risas.] Vais a tener que hacer algo para deshaceros de ellas. Usadlo como incentivo. [Risas.] Incluso si hacerlo os lleva diez años, esa tendrá que ser la tirada. Y ellos se quedaron en plan: “Ohhh, Jesucristo, de acuerdo, de acuerdo, eres como un dolor en el culo.” Y en cuanto lo sacamos, los pedidos estaban alrededor de las 10.000 copias.
SOBOCINSKI: Eso tuvo que complacerte bastante.

BAGGE: Claro, me puse en plan: “Ha, ha, ha. ¡Jódeos!” [Risas.]

SOBOCINSKI: Cuando fuiste editor de Weirdo, y dado que también eres autor de cómics, ¿encontraste alguna dificultad para compaginar ambos roles de creador y editor?

BAGGE: Claro, lo encontré extremadamente difícil.

SOBOCINSKI: Háblame de esas dificultades.

BAGGE: Bueno, Crumb ya me advirtió que como editor de Weirdo tendría que sufrir algunos problemas especiales. En primer lugar iba a provocarse una reacción ambivalente ante el hecho de que yo le sustituyera a él. Él mismo me remarcó ese punto: “Por un lado estás reemplazando al gran R. Crumb, y aunque seguiré incluyendo mis cómics la gente se va a preguntar: ´¿Quién es este joven advenedizo del que nunca había oído hablar? Está intentando llenar los zapatos de Crumb...” Al mismo tiempo mi enfoque editorial de Weirdo y de gran parte de las cosas que yo había sacado empezó a encontrar mucha resistencia. La gente lo odiaba.
SOBOCINSKI: ¿Odiaban tu material?

BAGGE: No, odiaban muchas de las cosas que yo había incluido en la revista. Supongo que básicamente lo que la gente quería era que todo fuese de Crumb, o si no era así, en su lugar querían cosas de autores underground más establecidos. Supongo que querían ver algo más parecido a Zap. Y mucha gente odiaba esas “photo funnies” qué el estaba realizando, y odiaban el trabajo de la gente más joven, los novísimos autores de cómics, porque existían diferencias en cuanto a actitud y objetivos, lo cuál era inevitable: algunas de las cosas la gente no las podía ni ver. Lo que terminó ocurriendo es que nadie se ponía de acuerdo en cuál podía ser el material más novel y cuál era el mejor. Incluso yo odiaba mucho material que Crumb había incluido. Pero a pesar de que pensaba que estaba pagando por muchas cosas que odiaba, me seguía gustando el buen material, y me gustaba la forma en que Crumb se lo arrojaba a la cara a la gente. Y también me gustaban mucho las “photo funnies”. Entiendo por qué la gente se quejaba de ellas, pero creo que eran bastante divertidas. Así que Crumb me dijo que Weirdo llevaba atado todo ese mal karma. Conseguir ese trabajo era como recibir un premio al peor. Y pensé: “Bueno, lo entiendo, todo tiene sentido, pero estoy preparado.” Pero sabía que afrontarlo como fan y editar la revista eran dos cosas diferentes. Y por supuesto, tuve que experimentar los típicos problemas que tienen los editores al rechazar algo y sentirse mal por ello, o al decirle a una persona que intente hacer ciertas cosas intentando no fastidiarle, o simplemente cuando se juzga el trabajo de otros, ese era el problema más común. Además, el hecho de no tener una reputación establecida también me supuso un pequeño problema. 


Cada vez que rechazaba el trabajo de alguien, o lo criticaba o hacía alguna sugerencia, la mayoría de las veces la respuesta era: “Bueno, ¿y quién diablos eres tú?” Especialmente si ese alguien ya había sido publicado varias veces. Me cayó un montón de mierda encima por eso. Era todo un problema. Y también tenía otro problema, simplemente por la propia naturaleza de Weirdo, donde aparecía el trabajo más personal de un montón de chiflados. Ya ves, la página de Weirdo se pagaba a cincuenta pavos. Pero Crumb estaba dispuesto a incluir el trabajo de personas con puntos de vista muy extremos, y muchos de ellos, muchos de esos artistas lo hacían porque se veían obligados. Podrías decir lo mismo de todos los autores alternativos. El dinero es algo tan patético y tiene tan poco de glorioso, y lo que te pagan es tan poco, que te ves obligado a seguir y seguir. Tenían esa idea de que tenían que sacar algo, de que tenían que expresarse. Y luego si tenía que hacer alguna elección y les decía: “Bueno, no puedo incluir eso por razones técnicas concretas”, o incluso por algún problema con el contenido, era como si estuviese insultando a la propia persona, como si le apuñalase y pateara su alma, su misma esencia. Así que no me sorprendía mucho que terminaran gritando y volviéndose locos. Así que sí que tuve algunos verdaderos problemas con esa gente, que eran un montón de auténticos ególatras.
SOBOCINSKI: ¿Afectó todo eso a la forma en que hacías tus propios cómics? ¿Dibujaste mucho material en aquella época?

BAGGE: Sí. El primer año estuve trabajando en Weirdo, pero no hice Neat Stuff. Al final, durante un año y medio o dos, traté de compaginar las dos cosas al mismo tiempo. Pero me resultaba imposible.

SOBOCINSKI: Tengo que preguntártelo, ¿cómo diablos lo conseguiste?

BAGGE: Ambos títulos estaban sufriendo por ello. Lograba sacar ambos de forma coherente, pero los números cuarto y quinto de Neat Stuff me hicieron sufrir mucho, gran parte de mi revista se hizo como a hachazos. Recuerdo una vez que miré un dibujo y me dije: “Debo hacer esto otra vez, pero... bueno, tampoco es tan malo, no tengo tiempo.” [Risas.] Y lo mismo me ocurrió con los dos últimos números de Weirdo. El primero de mis números de Weirdo, el número 10, ya era un poco flojo. Tuve que dejar de tambalearme y ponerme firme, por decirlo de alguna forma. Pero con el siguiente número me puse muy contento, y aún lo sigo estando. Aunque los dos últimos que hice, los números 16 y 17, también eran muy inconsistentes. Y además tuve que parar de buscar nuevas cosas que publicar. Miraba estrictamente lo que me llegaba por correo. Me decía: “Bueno, voy a utilizar esto, pero esto no voy a poder usarlo...” y en mi opinión, creo que realmente se perdió un montón de energía. Desde ese momento ya no estaba editando la revista de la forma más adecuada.
SOBOCINSKI: ¿Sentías como si te estuvieras contradiciendo por trabajar a la vez de editor y haciendo tu propia serie y tener que rechazar el trabajo de otra gente?

BAGGE: Uh... claro. Ese también era uno de los problemas que me asaltaron. Cuando empecé en Weirdo estaba haciendo muchos cómics, pero no tenía ningún sitio donde publicarlos. ¡Así que tuve que resistirme para no meter veinte páginas mías en la revista! [Risas.] Me prometí que que al menos siempre produciría alrededor de ocho páginas para Weirdo, pero tan pronto como tuve mi propio título decidí dejar de meter mis propios cómics excepto alguna única página de vez en cuando. Me figuraba que así tendría ocho páginas libres para publicar a algún otro artista que quería enseñar su trabajo. Pero claro, había algunas personas con las que trataba ¡a las que me hubiese gustado matar de verdad! [Risas.] Teníamos algunas batallas de ego realmente extrañas. Además tenía continuos problemas con Turner. Turner es un tipo muy temperamental, como puede atestiguar cualquiera que haya tratado con él. Algunas veces era muy amigable, pero la mayor parte del tiempo era alguien muy poco comunicativo, y cuando podías llegar hasta él y hablarle, se mostraba muy condescendiente. Teníamos que hacer que Crumb fuese nuestro mediador, algo que realmente molestaba mucho a Crumb, porque pensaba que cuando dejó de editar Weirdo se quitaría de encima todas esas tonterías. Quería ser libre y estar exento de cualquier obligación excepto de dibujar. Y por desgracia, tuvo que mediar muchas veces entre Turner y yo.
SOBOCINSKI: Cuando estuviste trabajando tanto en Weirdo como en Neat Stuff, ¿cómo era uno de tus típicos días de trabajo? ¿Tenías un programa o disciplina diaria?

BAGGE: No creo que tuviese parcelado cada día. Realmente no me acuerdo… tuve que tener alguna especie de organización, seguro. Actualmente me paso la mayor parte de mi tiempo laboral haciendo automáticamente los cómics para mi propio título. Y lo que hacía básicamente en Weirdo era ir a por el correo una vez a la semana y luego volver a casa y repasarlo todo y responder a la gente, o también perdía el tiempo en otras irritantes cosas sin sentido.


En cuanto tenía plasmado un número de Neat Stuff, me pasaba el resto de tiempo organizando todo el trabajo de Weirdo: diseñándolo, haciendo el trabajo con la cámara y otras cosas así. Ambos estaban en el mismo programa de edición, aparecían unas tres veces al año, así que me pasaba tres meses haciendo Neat Stuff y eso me dejaba un mes para tratar con Weirdo. De nuevo, eso fue mientras hacía poca o ninguna historia mía para Weirdo. Pero claro, sabía que por el bien de la revista tendría que renunciar en algún momento. Además me estaba empezando a agotar. Durante mucho tiempo fui capaz de hacer frente a todos los conflictos con los artistas y cosas parecidas. Pero después de un tiempo, cerca del final, me acuerdo que empezaba a sentirme paranoico. Crumb me ha contado que la manera en la que yo me expresaba en esa época, las cartas que le enviaba, daban a entender que estaba al borde de un ataque de nervios. [Risas.]
Recuerdo sentirme realmente paranoico durante aquellos días, me llegaban un montón de cosas. Pero también recuerdo que en esa época alguien me envió un cómic de Jack Chick, que era uno de esos a todo color. Era uno que se llamaba Angel of Light, the story of Lucifer… No sé el nombre del ilustrador, pero dibujaba unos planos muy espeluznantes y detallados, e incluía todos esos colores oscuros enriquecidos. Y si conoces a Jack Chick, sabrás que es todo un purista de los detalles. La historia trataba sobre cómo Lucifer se convertía en el ángel caído. Y de eso trataba ese cómic tan interesante, su opinión sobre esa historia bíblica en concreto. Así que te enganchaba un montón, y también el dibujo. Y al final todo trataba sobre el infierno y el azufre, y estaba ilustrado y contado de forma muy sombría, con dibujos muy detallados, y hablaba sobre lo que te ocurriría si fueses un tipo de persona u otra. Y recuerdo que me asusté mucho. Como no soy muy religioso, me dio repelús. Y me acuerdo que le dije a Crumb, “Sabes que deberíamos distanciarnos de hacer cosas como Weirdo. Sabes que esta es una revista que está muy jodida. Contiene todas esas intenciones horribles, espantosas...” Y recuerdo que pensé: “¡Pagaremos por ello!” Crumb me dijo: “¿De qué estás hablando?, ¿qué crees que va a ocurrir?” [Risas.] Y supongo que lo que pensaba es que íbamos a irnos directos al infierno si seguíamos haciendo la revista. [Risas.] Quiero decir, lo superé bastante rápido. Crumb se rió de mí, aunque también me tranquilizó diciendo que comprendía lo que me estaba pasando. Incluso me dijo que él creía en Dios, yo no soy creyente, y me estuvo hablando de cómo pudo caer tan bajo y mortificarse tanto por cosas que había hecho en su vida personal o con sus dibujos, que luego se convirtió en un penitente. Lo que me dejó pasmado. Pensaba que cuando la gente venía a contarle esas cosas él tendría una actitud de “Que os den por culo”.
SOBOCINSKI: Así que ahí estabas, sin creer en Dios, pero ¿se instaló repentinamente el miedo al Señor en tu corazón, o simplemente lo que ocurrió es que ese cómic te impactó emocionalmente?

BAGGE: Sí, simplemente leyendo ese comic-book me quedé… [Risas.] ¡De todas las cosas, tenía que ser un comic-book! No sé, sencillamente me golpeó en cierto momento en el que estaba en plan, “¡Este tío podría estar en lo cierto! [Risas.] ¿Quién sabe? Y si está en lo cierto, ¡seguro que me voy a ir derecho al infierno!” Pero sólo fue un momento de debilidad. Ya lo he superado. He vuelto a ser un bastardo insensible.

SOBOCINSKI: Pero hay quienes piensan que eres un tipo afable, alguien al estilo Ozzie y Harriet...

BAGGE: Tienen parte de razón, aunque estoy bromeando. Por esa razón, en el nuevo número de Odio hice aquella historia: “Demos una oportunidad al fascismo.” En parte está inspirada por un cartucho de noticias que vi una vez. Realmente debería ser capaz de reírme de mí mismo para poder despotricar contra vagos y adolescentes. Realmente me estaba riendo de mí mismo, no es que apoyara cada palabra de lo que puse. ¡Te juro que es cierto! Eso se combinó con la historia que hice en ese número en la que más o menos mostraba a Buddy Bradley y Lisa en su peor momento, actuando de una forma despreciable, como unos seres sin ningún valor humano; no es que yo haya caído tan bajo en algún momento de mi vida, pero de alguna manera sí que puede que lo haya hecho. Me refiero a todo lo que estaba contando en esa historia, lo de no tener un objetivo y echar a perder todos los fines de semana. Quería contar de una forma chocante el contraste que se producía entre esa realidad sobre la que escribía y mi propia vida [Risas.] Al menos en relación a como es mi vida ahora mismo. Y por eso hice esa historia. Para mostrar lo cuadriculado que puedo ser. Probablemente horroricé a un montón de gente cuando apareció impresa.
SOBOCINSKI: Me sorprendió mucho. Tenía que decírtelo.

BAGGE: ¿Por qué te sorprendió?

SOBOCINSKI: Porque era como muy dura y sin esperanza. Y esperaba que al final hubiese alguna salida humorística que de alguna manera contradijera el título. Y no la había. Y pensé: “Oh, ¡no me había dado cuenta de que Peter fuese un fascista!”

BAGGE: [Risas.] ¡De verdad que no creo en el fascismo! Y cuando salgo de casa y llevo a mi hijo a dar un paseo, no estoy lleno de odio contra el prójimo. Pero es que ser padre te da una perspectiva muy diferente. Automáticamente te convierte en una persona más conservadora y menos tolerante. Que es como debería ser. Es algo biológico. Intentas que tus críos vivan en el entorno más seguro que resulte posible. Es lo que se supone que tienes que hacer, ¿verdad? Cualquiera que no lo haga, no estará haciendo bien su trabajo como padre. Y se trata de algo más que de ganar dinero para tener instalado cómodamente a tu hijo en una casa agradable, también deberías querer que cuando tu hijo salga afuera, no haya unos gilipollas respirando a tu alrededor y jodiendo todo el lugar. Te debería gustar saber lo que sucede y lo que está pasando. Así son las cosas. Antes de tener un hijo nada me fastidiaba en absoluto, como por ejemplo los grafittis que se podían ver en algunos sitios (en New York los graffitis están por todos lados), pero al mudarme aquí me acostumbré a ver el parque perfectamente limpio, y que no hubiese botellas de cerveza tiradas en él. ¡Es algo que sencillamente me revienta! Te das cuenta de que no hay necesidad de ello. ¡No hay ninguna razón para hacerlo! ¿Cómo podría alguien, incluso siendo un vagabundo sin hogar o un adolescente irresponsable, cómo podría entrar en ese parque inmaculado y de forma sistemática mandarlo todo a la mierda? Es para decirle: “mira, tú no lo estás pagando, lo hago yo con mis impuestos y tú no lo haces. Estás viviendo aquí de forma gratuita. No voy a empezar a pensar en por qué vives de una forma determinada. Quizá tengas o no tengas razón para ser un gilipollas sin valor pero, ¿es que tienes que destruir este lugar? Es como: vamos, ¡jódete! ¡Vete al infierno!” [Risas] “¡Voy a matarte!”


(Continuará)

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