Matt y Kelly Sue se han comprado futurephones. Lo mismo mi amiga Lauren. Todo esto empezó cuando el otro día me llegó un correo electrónico de Matt donde me indicaba: "mi teléfono es espacial", con una foto de Kelly Sue y él adjunta. Por lo general, en Gran Bretaña los llaman picturephones, teléfonos móviles con cámara incorporada y un poco de algo que te dejar enviar imágenes por correo. Más sencillamente, se denominan 'futurephones'. Desde hace tiempo, Jean Snow suele insertar fotos en su web desde Tokio. Joi Ito lleva haciéndolo desde hace mucho. La chica de L.A., Xeni Jardin, acaba de empezar, y hasta ahora ha fotografiado cosas bastante buenas. Hemos podido ver a un mecánico que se comunica con el ordenador de un coche mediante su laptop, geeks enloquecidos mangando acceso wifi a un vehículo al que engañan utilizando tecnología extraña, un raro avistamiento de Phil Spector envuelto en una capa negra de terciopelo.
Yo no tengo un futurephone. Y eso me pone triste. Si pudiese conseguir hablar con mi ordenador de mesa a través de mi laptop, probablemente podría fingir que tengo algo parecido, pero mis bits no se quieren comunicar entre ellos.
Una de las cosas que me gustan de las novelas gráficas es que se publican de forma relativamente rápida. El autor de ciencia ficción Cory Doctorow alucinó cuando le dije el domingo pasado que había escrito el prólogo de ORBITER en febrero y que el cómic se iba a imprimir en abril. "Si hubiese hecho lo mismo con un libro, no se habría impreso hasta 2008".
Futurephones y ordenadores inalámbricos significan publicación instantánea. La web de Jean Snow es un indicativo personal del futuro con tres líneas de publicación diferentes, desde el diario de texto, pasando por la fotografía de alta resolución hasta llegar a las fotografías tomadas con su teléfono. Creo que Kelly Sue quiere hacer algo similar y está configurando su futurephone para poder publicar en una de las barras laterales de su web, una deslizante donde va a indicar dónde está y qué es lo que está viendo en un momento determinado.
El tema de los weblogs alimentados por móvil ya tiene nombre: "moblogging", una palabra jodidamente horrible. Pero a medida que más gente creativa e inteligente se va haciendo con esta tecnología, más posibilidades habrá de desarrollar su inmenso potencial.
Buena parte de los creadores que aparecen nombrados en esta columna comenzaron fotocopiando su trabajo como mini-libros y vendiéndolos al día siguiente donde los dejaban. Era la forma más rápida, en su momento bastante jodidamente impresionante. Recuerdo cuando las fotocopiadoras eran del tamaño de una mesa de comedor. También recuerdo cuando se redujeron hasta el tamaño de una caja de embalaje y empezaron a aparecer en las tiendas de la esquina, donde digamos, por cinco peniques te hacían una copia. A los cinco minutos, Eddie Campbell estaba allí con su nuevo mini-cómic, intentando hacer un trato con el viejo detrás del mostrador para sacar doscientas copias. Luego se pasaba toda la noche montándolas a mano con una pequeña grapadora con la que presionaba en el centro de las hojas sobre una plancha de poliestireno, sacándolas a continuación y doblando los extremos de las grapas con los pulgares. En los mercados de cómics de Londres, donde se vendían por mediación de Paul Gravett y en Fast Fiction, el puesto de Peter Stanley, habría como cincuenta personas de pie con sus pulgares hechos polvo, intentando no dejar caer sus pintas de cerveza.
(Y Alan Moore, que llevaba un traje blanco inmaculado y un sombrero de seda blanco, se compraba una copia de todo y le animaba a todo el mundo para que siguiese adelante.)
Era gente creativa que aprovechaba una tecnología que había llegado al nivel del consumidor, el mismo sitio donde están ahora los futurephones.
Publicar en una web vuelve a ser interesante. Puede que no sea útil para mi medio en particular, pero ciertamente las posibilidades espolean mi mente. Y siempre existe la posibilidad de que si se puede sacar una imagen de uno de estos teléfonos del futuro e insertarla en una web, entonces tal vez en un futuro no muy lejano se puedan sacar imágenes de un sitio web e insertarlas en un teléfono...
-Warren (artículo publicado en algún momento entre 2002 y 2004.)
Yo no tengo un futurephone. Y eso me pone triste. Si pudiese conseguir hablar con mi ordenador de mesa a través de mi laptop, probablemente podría fingir que tengo algo parecido, pero mis bits no se quieren comunicar entre ellos.
Una de las cosas que me gustan de las novelas gráficas es que se publican de forma relativamente rápida. El autor de ciencia ficción Cory Doctorow alucinó cuando le dije el domingo pasado que había escrito el prólogo de ORBITER en febrero y que el cómic se iba a imprimir en abril. "Si hubiese hecho lo mismo con un libro, no se habría impreso hasta 2008".
Futurephones y ordenadores inalámbricos significan publicación instantánea. La web de Jean Snow es un indicativo personal del futuro con tres líneas de publicación diferentes, desde el diario de texto, pasando por la fotografía de alta resolución hasta llegar a las fotografías tomadas con su teléfono. Creo que Kelly Sue quiere hacer algo similar y está configurando su futurephone para poder publicar en una de las barras laterales de su web, una deslizante donde va a indicar dónde está y qué es lo que está viendo en un momento determinado.
El tema de los weblogs alimentados por móvil ya tiene nombre: "moblogging", una palabra jodidamente horrible. Pero a medida que más gente creativa e inteligente se va haciendo con esta tecnología, más posibilidades habrá de desarrollar su inmenso potencial.
Buena parte de los creadores que aparecen nombrados en esta columna comenzaron fotocopiando su trabajo como mini-libros y vendiéndolos al día siguiente donde los dejaban. Era la forma más rápida, en su momento bastante jodidamente impresionante. Recuerdo cuando las fotocopiadoras eran del tamaño de una mesa de comedor. También recuerdo cuando se redujeron hasta el tamaño de una caja de embalaje y empezaron a aparecer en las tiendas de la esquina, donde digamos, por cinco peniques te hacían una copia. A los cinco minutos, Eddie Campbell estaba allí con su nuevo mini-cómic, intentando hacer un trato con el viejo detrás del mostrador para sacar doscientas copias. Luego se pasaba toda la noche montándolas a mano con una pequeña grapadora con la que presionaba en el centro de las hojas sobre una plancha de poliestireno, sacándolas a continuación y doblando los extremos de las grapas con los pulgares. En los mercados de cómics de Londres, donde se vendían por mediación de Paul Gravett y en Fast Fiction, el puesto de Peter Stanley, habría como cincuenta personas de pie con sus pulgares hechos polvo, intentando no dejar caer sus pintas de cerveza.
(Y Alan Moore, que llevaba un traje blanco inmaculado y un sombrero de seda blanco, se compraba una copia de todo y le animaba a todo el mundo para que siguiese adelante.)
Era gente creativa que aprovechaba una tecnología que había llegado al nivel del consumidor, el mismo sitio donde están ahora los futurephones.
Publicar en una web vuelve a ser interesante. Puede que no sea útil para mi medio en particular, pero ciertamente las posibilidades espolean mi mente. Y siempre existe la posibilidad de que si se puede sacar una imagen de uno de estos teléfonos del futuro e insertarla en una web, entonces tal vez en un futuro no muy lejano se puedan sacar imágenes de un sitio web e insertarlas en un teléfono...
-Warren (artículo publicado en algún momento entre 2002 y 2004.)
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