Artículo de Frog2000.
A principios de los años ochenta, el punk y la actitud del “hazlo-tú-mismo” daban sus últimos coletazos inspiradores, impactando en la música con tanta crudeza como para facilitar el disparo de salida al hardcore-punk o modelando ciertas mutaciones sin domesticar de la new-wave más resacosa. Los cortometrajes radicales y el arte pictórico amasado en pisos de estudiantes se mantenían en la vanguardia impregnados de un refrescante sentimiento alternativo, mientras los diversos creadores se agrupaban en colectivos artísticos que surgían como setas. Su afán por unir esfuerzos los atestaba de recursos inusitados.
También el mundillo del tebeo disfrutó de su propia e inspiradora ración de experimentación y rechazo del convencionalismo, pero siempre teniendo presente que debido a su reciente nacimiento junto con el Siglo XX, y la condena sufrida como simple entretenimiento para el pueblo llano, la búsqueda de nuevos caminos se había ralentizado más que la del resto de disciplinas. Aún así, la evidente retro-alimentación que se respiraba en semejante caldo de cultivo, además de la incuestionable recuperación de antiguos hallazgos de la década anterior gracias a la labor de un boca a boca que funcionaba con más potencia que una emisión radiofónica de largo alcance, dio pie al resurgimiento de un espíritu creativo, puro e independiente que bien pudo haber sido el último que se haya conocido alguna vez. El cómic quería y debía trascender su momento y lo tenía todo a su favor, principalmente en EE.UU.
Como universitario idealista consciente de todo lo anterior y recogiendo el legado propuesto, Matt Wagner ideaba a principios de los ochenta el personaje alrededor del que ha pivotado casi toda su bibliografía más sugerente: Grendel. Aunque unos años más tarde urdiría otra importante creación llamada "Mage" como personal transposición de su propia vida, será a Grendel a la que dedicará mayores esfuerzos, transformando a aquel antihéroe que se basaba levemente en los muchos pulps de la Segunda Guerra Mundial en símbolo icónico de la agresión y el poder.
Otras referencias confesas serán la amoral personalidad del personaje de las novelas de Michael Moorcock, Elric, y sobre todo la reescritura que llevó a cabo John Garner del legendario Beowulf en su novela de 1971, precisamente titulada "Grendel" y en la que el punto de vista que podíamos leer era el del monstruo.
El diseño del personaje lo comentaba el propio autor en una entrevista que estaba centrada en los orígenes de su creación:
“Recuerdo que me encontraba en casa durante las vacaciones de Navidad de algún año (probablemente fuese 1981) y estaba sentado en la habitación de mis padres, trabajando en los diseños de lo que finalmente se convertiría en la máscara icónica de Grendel. Al igual que le ocurre a un montón de gente, siempre había encontrado que los payasos de circo eran más condenadamente inquietantes que amables o divertidos, así que estaba intentando diseñar una máscara de payaso que pareciese tan altiva como demoníaca, algo que diese miedo a una víctima o a un oponente, pero que también diese aspecto burlón, sardónico o algo parecido. Muchos de estos diseños iniciales los había basado en los elementos de maquillaje del payaso clásico hasta que al final di con el diseño con el que estamos familiarizados en la actualidad. De hecho, en este último la parafernalia de payaso se había transformado en algo más diabólico. Las habituales franjas de expresión por encima y por debajo de los ojos parecían evocar un par de colmillos y cuernos y la tradicional nariz de botón se hacía eco del vacío abierto que puede encontrarse en un cráneo.”
El planteamiento de la serie iría desarrollándose durante casi treinta años de historias en las que el creador fue capaz de urdir una forma decididamente hábil de continuar su potente historia sin agotar al protagonista; un pequeño truco que nos recuerda irremisiblemente al Phantom (El Fantasma Que Camina) de Lee Falk o al Dr. Who televisivo: el legado de Hunter Rose, el primer Grendel, perdura a lo largo del tiempo como herencia maldita a medida que se acumulan los arcos argumentales. Dicho concepto choca con la necesidad de las grandes editoriales de exprimir una y otra vez al mismo sujeto mientras lleva a cabo la enésima superheroicidad en cada aventura.
Como bien recalcaba el propio autor: “...supongo que la máscara -y por lo tanto Grendel- fue lo que se me ocurrió primero. Mucho antes de Hunter. Creo que puede ser un indicativo de cómo iría desarrollándose la idea, ya que la serie trata sobre el eterno concepto de Grendel, no sobre sus diferentes encarnaciones humanas.”
A la primera aparición del personaje en Comico Primer nº 2 (Comico, 1982), le siguió una mini-serie de tres números que no llegó a completarse por los problemas económicos de la editorial (estas primera apariciones fueron reeditadas por primera vez en el tomo “Grendel Archive Edition” de Dark Horse, 2007). A pesar de ser las primeras apariciones de los actores más importantes de la trama, ésta se encontraba sorprendentemente desarrollada en una época tan temprana. La crónica sobre la rivalidad a muerte entre el diabólico asesino Hunter Rose y su mayor enemigo, el temible hombre-lobo Argent, muy a pesar del dibujo de un Matt Wagner que se encontraba en plena fase de aprendizaje, ya transpiraba desde tan prematuro momento las formas míticas que serían recontadas en unas cuantas ocasiones posteriores. Además, se intercambiaba hábilmente el papel protagonista de la narrativa convencional, algo que el lector agradecía enormemente, porque ¿a quién le apetecía leer otra saga donde finalmente ganaba el bueno?
¿Y cuáles fueron las motivaciones del autor para inventarse a semejante mente maestra del homicidio? Enraizadas en su mismísima adolescencia, Matt Wagner enumeraba los siguientes recuerdos:
"[Grendel] es el demonio de la mediocridad de la Sociedad. Ahora bien, si esto no es una expresión sin filtrar de angustia adolescente, ¡no sé qué podría serlo! Así que seguramente con ese concepto yo estaba representando una versión fantástica de las muchas formas en las que veía el mundo. Crecí en un bonito ambiente rural. Estaba intrigado culturalmente por un mundo que tenía otras cualidades e intereses, pero vivía en otro que ni siquiera quería admitir su existencia. Por suerte para mí, mis padres alentaron mucho el desarrollo de mi personalidad creativa y por eso fui capaz de crecer y progresar en un entorno que, de lo contrario, probablemente hubiese asesinado dichas ambiciones. Además, yo era hijo único, así que estoy seguro de que me sentía en plan "yo-contra-el-mundo" durante la mayor parte de mi juventud. Aunque no es que yo fuese un completo solitario. Siempre he tenido amigos y he sido muy sociable.“
“Pero, seamos sinceros, ¿quién no ha creído alguna vez que no hay nadie que te entiende durante todos esos dolorosos años? Al final de mi adolescencia, cuando cumplí los veinte, parecía que muchas de las personas que encontraba en el día a día estaban esclavizadas y habían sido derrotadas por su propia existencia. Sentía como si la vida tuviese muchísimas posibilidades excitantes y no podía entender por qué simplemente todo el mundo no compartía mi misma actitud de “aprovecha el momento y que lo jodan, tío”. ¿No teníamos el mismo tipo de mentalidad juvenil? "Yo lo pillaba, ¿por qué no lo hacía nadie más?" El problema era que no me daba cuenta de que la mía no era la única perspectiva que existía. Muchos, muchísimos jóvenes se sienten de una forma similar, pero supongo que yo soy capaz de comunicarlo de un modo eficaz, aunque sea exageradamente, a través del personaje de Hunter Rose.”
En el escuálido mercado de nuestro país, el inicio de la saga diabólica se nos ha escamoteado y tan sólo hemos tenido acceso a los más recientes capítulos de la obra. Un desastre desproporcionado si tenemos en cuenta que Grendel sólo puede ser concebido como un puzzle donde cada pieza se nos revela como una muesca más del subyugante tapiz que Matt Wagner lleva tres décadas tejiendo, y donde cada parte es tan importante como el conjunto. Esperemos que su edición completa (y por supuesto, cronológica) sea una realidad cuanto antes, pues Grendel es una de las colecciones más sofisticadas -y también más caóticas, algo que se puede ver como un elemento muy positivo- que han podido encontrarse alguna vez en el mercado norteamericano más heterodoxo.
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Actualización 2016: Planeta DeAgostini acaba de anunciar que publicará Grendel desde el principio de la serie.
A principios de los años ochenta, el punk y la actitud del “hazlo-tú-mismo” daban sus últimos coletazos inspiradores, impactando en la música con tanta crudeza como para facilitar el disparo de salida al hardcore-punk o modelando ciertas mutaciones sin domesticar de la new-wave más resacosa. Los cortometrajes radicales y el arte pictórico amasado en pisos de estudiantes se mantenían en la vanguardia impregnados de un refrescante sentimiento alternativo, mientras los diversos creadores se agrupaban en colectivos artísticos que surgían como setas. Su afán por unir esfuerzos los atestaba de recursos inusitados.
También el mundillo del tebeo disfrutó de su propia e inspiradora ración de experimentación y rechazo del convencionalismo, pero siempre teniendo presente que debido a su reciente nacimiento junto con el Siglo XX, y la condena sufrida como simple entretenimiento para el pueblo llano, la búsqueda de nuevos caminos se había ralentizado más que la del resto de disciplinas. Aún así, la evidente retro-alimentación que se respiraba en semejante caldo de cultivo, además de la incuestionable recuperación de antiguos hallazgos de la década anterior gracias a la labor de un boca a boca que funcionaba con más potencia que una emisión radiofónica de largo alcance, dio pie al resurgimiento de un espíritu creativo, puro e independiente que bien pudo haber sido el último que se haya conocido alguna vez. El cómic quería y debía trascender su momento y lo tenía todo a su favor, principalmente en EE.UU.
Como universitario idealista consciente de todo lo anterior y recogiendo el legado propuesto, Matt Wagner ideaba a principios de los ochenta el personaje alrededor del que ha pivotado casi toda su bibliografía más sugerente: Grendel. Aunque unos años más tarde urdiría otra importante creación llamada "Mage" como personal transposición de su propia vida, será a Grendel a la que dedicará mayores esfuerzos, transformando a aquel antihéroe que se basaba levemente en los muchos pulps de la Segunda Guerra Mundial en símbolo icónico de la agresión y el poder.
Otras referencias confesas serán la amoral personalidad del personaje de las novelas de Michael Moorcock, Elric, y sobre todo la reescritura que llevó a cabo John Garner del legendario Beowulf en su novela de 1971, precisamente titulada "Grendel" y en la que el punto de vista que podíamos leer era el del monstruo.
El diseño del personaje lo comentaba el propio autor en una entrevista que estaba centrada en los orígenes de su creación:
“Recuerdo que me encontraba en casa durante las vacaciones de Navidad de algún año (probablemente fuese 1981) y estaba sentado en la habitación de mis padres, trabajando en los diseños de lo que finalmente se convertiría en la máscara icónica de Grendel. Al igual que le ocurre a un montón de gente, siempre había encontrado que los payasos de circo eran más condenadamente inquietantes que amables o divertidos, así que estaba intentando diseñar una máscara de payaso que pareciese tan altiva como demoníaca, algo que diese miedo a una víctima o a un oponente, pero que también diese aspecto burlón, sardónico o algo parecido. Muchos de estos diseños iniciales los había basado en los elementos de maquillaje del payaso clásico hasta que al final di con el diseño con el que estamos familiarizados en la actualidad. De hecho, en este último la parafernalia de payaso se había transformado en algo más diabólico. Las habituales franjas de expresión por encima y por debajo de los ojos parecían evocar un par de colmillos y cuernos y la tradicional nariz de botón se hacía eco del vacío abierto que puede encontrarse en un cráneo.”
El planteamiento de la serie iría desarrollándose durante casi treinta años de historias en las que el creador fue capaz de urdir una forma decididamente hábil de continuar su potente historia sin agotar al protagonista; un pequeño truco que nos recuerda irremisiblemente al Phantom (El Fantasma Que Camina) de Lee Falk o al Dr. Who televisivo: el legado de Hunter Rose, el primer Grendel, perdura a lo largo del tiempo como herencia maldita a medida que se acumulan los arcos argumentales. Dicho concepto choca con la necesidad de las grandes editoriales de exprimir una y otra vez al mismo sujeto mientras lleva a cabo la enésima superheroicidad en cada aventura.
Como bien recalcaba el propio autor: “...supongo que la máscara -y por lo tanto Grendel- fue lo que se me ocurrió primero. Mucho antes de Hunter. Creo que puede ser un indicativo de cómo iría desarrollándose la idea, ya que la serie trata sobre el eterno concepto de Grendel, no sobre sus diferentes encarnaciones humanas.”
A la primera aparición del personaje en Comico Primer nº 2 (Comico, 1982), le siguió una mini-serie de tres números que no llegó a completarse por los problemas económicos de la editorial (estas primera apariciones fueron reeditadas por primera vez en el tomo “Grendel Archive Edition” de Dark Horse, 2007). A pesar de ser las primeras apariciones de los actores más importantes de la trama, ésta se encontraba sorprendentemente desarrollada en una época tan temprana. La crónica sobre la rivalidad a muerte entre el diabólico asesino Hunter Rose y su mayor enemigo, el temible hombre-lobo Argent, muy a pesar del dibujo de un Matt Wagner que se encontraba en plena fase de aprendizaje, ya transpiraba desde tan prematuro momento las formas míticas que serían recontadas en unas cuantas ocasiones posteriores. Además, se intercambiaba hábilmente el papel protagonista de la narrativa convencional, algo que el lector agradecía enormemente, porque ¿a quién le apetecía leer otra saga donde finalmente ganaba el bueno?
¿Y cuáles fueron las motivaciones del autor para inventarse a semejante mente maestra del homicidio? Enraizadas en su mismísima adolescencia, Matt Wagner enumeraba los siguientes recuerdos:
"[Grendel] es el demonio de la mediocridad de la Sociedad. Ahora bien, si esto no es una expresión sin filtrar de angustia adolescente, ¡no sé qué podría serlo! Así que seguramente con ese concepto yo estaba representando una versión fantástica de las muchas formas en las que veía el mundo. Crecí en un bonito ambiente rural. Estaba intrigado culturalmente por un mundo que tenía otras cualidades e intereses, pero vivía en otro que ni siquiera quería admitir su existencia. Por suerte para mí, mis padres alentaron mucho el desarrollo de mi personalidad creativa y por eso fui capaz de crecer y progresar en un entorno que, de lo contrario, probablemente hubiese asesinado dichas ambiciones. Además, yo era hijo único, así que estoy seguro de que me sentía en plan "yo-contra-el-mundo" durante la mayor parte de mi juventud. Aunque no es que yo fuese un completo solitario. Siempre he tenido amigos y he sido muy sociable.“
“Pero, seamos sinceros, ¿quién no ha creído alguna vez que no hay nadie que te entiende durante todos esos dolorosos años? Al final de mi adolescencia, cuando cumplí los veinte, parecía que muchas de las personas que encontraba en el día a día estaban esclavizadas y habían sido derrotadas por su propia existencia. Sentía como si la vida tuviese muchísimas posibilidades excitantes y no podía entender por qué simplemente todo el mundo no compartía mi misma actitud de “aprovecha el momento y que lo jodan, tío”. ¿No teníamos el mismo tipo de mentalidad juvenil? "Yo lo pillaba, ¿por qué no lo hacía nadie más?" El problema era que no me daba cuenta de que la mía no era la única perspectiva que existía. Muchos, muchísimos jóvenes se sienten de una forma similar, pero supongo que yo soy capaz de comunicarlo de un modo eficaz, aunque sea exageradamente, a través del personaje de Hunter Rose.”
En el escuálido mercado de nuestro país, el inicio de la saga diabólica se nos ha escamoteado y tan sólo hemos tenido acceso a los más recientes capítulos de la obra. Un desastre desproporcionado si tenemos en cuenta que Grendel sólo puede ser concebido como un puzzle donde cada pieza se nos revela como una muesca más del subyugante tapiz que Matt Wagner lleva tres décadas tejiendo, y donde cada parte es tan importante como el conjunto. Esperemos que su edición completa (y por supuesto, cronológica) sea una realidad cuanto antes, pues Grendel es una de las colecciones más sofisticadas -y también más caóticas, algo que se puede ver como un elemento muy positivo- que han podido encontrarse alguna vez en el mercado norteamericano más heterodoxo.
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Actualización 2016: Planeta DeAgostini acaba de anunciar que publicará Grendel desde el principio de la serie.
3 comentarios:
Muy buen artículo. Y sí, es lamentable lo mal que se ha publicado este personaje en España.
Impacientes Saludos.
Gracias, cada vez estoy pensando más comprar en inglés. Además en Amazon hay casi siempre ofertas 2x1.
Offtopic: madre mía, lo que saca en Noviembre Astiberri!!!
Ya te digo (por lo de comprar en inglés y por lo de Astiberri).
Impacientes Saludos.
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