viernes, 25 de febrero de 2011

SEXISMO EN LOS COMICS, por Alan Moore 3 (de 3)

Ensayo en tres partes aparecido en The Daredevils 4 a 6 (Marvel UK, 1982). Escrito por Alan Moore. (Traducido por Frog2000) 

Sexismo en los Cómics, parte 3 de 3


Parte 1, parte 2.

Chicas Invisibles y Mujeres Fantasma: ¿Hasta dónde hemos llegado? (Invisible Girls and Phantom Ladies: How far have we come?)


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A pesar de mi reputación como portador de sonrisas y buenas noticias, se me ha ocurrido que las dos primeras entregas de esta mirada al papel que desempeñan las mujeres en los cómics era tan jovial y optimista como las últimas elecciones generales. Así que con el fin de acabar de la mejor de las maneras, esta vez quiero echar un vistazo a algo un poco más positivo: a saber, el aumento de mujeres que trabajan en el medio y el efecto que puede llegar a provocar su forma de tratar 
la figura de la mujer.

Cualquiera que esté familiarizado con 
los últimos quince o veinte años de historia del medio, se habrá podido dar cuenta de que hasta hace poco tiempo, prácticamente no había mujeres trabajando en los cómics como guionistas o dibujantes. Con la excepción del excelente, peculiar y muy personal trabajo de Marie Severin en el Dr. Extraño y Namor, muchas mujeres se veían relegadas a trabajar de colorista o rotuladora.
Realmente ambas profesiones me parecen muy honestas, y requieren una gran habilidad para ser ejecutadas de una forma apropiada. Como ejemplo, podríamos citar el magnífico trabajo que hizo Glynis Wein en X-Men.

Como decía antes, tanto la rotulación como el coloreado son trabajos espinosos y muy intrincados, y de hecho, hay muchas mujeres que los llevan a cabo de forma sobresaliente. Pero ese no es el tema del que estamos hablando, sino que todo esto empieza a oler un poco como si ese fuese “el sitio concebido para que esté la mujer”. Como si se tuviese el concepto de que las mujeres están capacitadas de forma natural para trabajos “bonitos” como el coloreado o la rotulación de series de fantasía.

Es la misma argumentación que podemos encontrar en cuanto a que las mujeres están más capacitadas, “de forma natural”, para labores como planchar, quitar el polvo o cocinar, concepto que ha sido hecho pedazos gracias a los acontecimientos de los últimos diez años, por lo que también podemos observar que las mujeres han podido acceder gradualmente a posiciones de mayor “responsabilidad” dentro del medio de los cómics. Pero ha sido a base de un lento y doloros proceso.

Aunque conozco a varias mujeres que trabajan como editoras dentro del negocio, y al menos una mujer que es guionista, todavía no conozco a ninguna dibujante trabajando completamente en el campo del cómic mainstream. Así que mi pregunta es: ¿cómo hemos llegado a ésta situación?

Supongo que la respuesta más obvia podría ser que ninguna de todas esas damas tan propensas a marearse es capaz de dibujar, a pesar de que un rápido vistazo a la mayoría de las actuales obras de arte hechas por mujeres fuera del cómic mainstream expone sobremanera y de forma definitiva que ese no el caso. Más adelante, a lo largo del artículo hablaré sobre estas mujeres, pero por el momento quiero seguir con el hilo de lo que ahora mismo está ocurriendo en el cómic mainstream, empezando por las mujeres que trabajan como editoras.
Hemos visto emerger a un montón durante los últimos años, y generalmente son bastante buenas en su trabajo. Por ejemplo, en la actualidad Louise Jones está produciendo algunos de los cómics más populares de todos los que saca Marvel a la venta, como X-Men y Ka-Zar. En cuanto a DC, Laurie Sutton realiza un hermoso trabajo en la edición de La Legión de Super-Héroes de Levitz y Giffen, que bajo mi punto de vista es el cómic de entretenimiento más importante de los que está editando DC en la actualidad. La propia Señora Sutton ha comentado que su trabajo es minimalista y que, básicamente, deja hacer lo que les da la gana a Levitz y a Giffen. Supongo que este comentario es un poco auto-despreciativo, ya que el hecho de que un editor sepa cuándo no debe interferir, no significa que él o ella no estén haciendo su trabajo de una forma apropiada. Al contrario. Todo está incluido en el producto final, y un editor debe saber juzgar las cosas bajo dicha premisa, y creo que Laurie Sutton está haciéndolo con acierto. Louise Jones, ella y la jefa de DC, Jenette Kahn, están procediendo de la misma forma a como lo haría un hombre en su misma posición, y en algunos casos incluso mejor. Aún así, eso es todo lo que hacen.

Desde donde me encuentro, no me parece que el hecho de que haya mujeres al timón de las editoriales marque alguna diferencia respecto al material orientado básicamente al mercado masculino que por lo general llena sus páginas, y quizá sería bastante ingenuo por mi parte esperar a que lo hiciese.

Después de todo, las mujeres que he nombrado antes siguen trabajando en un mundo en el que predomina lo masculino, y todas ellas dependen presumiblemente de un hombre que se encuentra en un cargo jerárquico superior. Incluso puede que también le ocurra algo parecido a Jenette Kahn, que aunque siga 
en la cima del árbol durante todo el tiempo que exista DC, seguirá teniendo encima de ella el gigantesco peso de Warner Communications.

Si nos volvemos de nuevo a Marvel, puedo deducir de forma bastante reveladora que la Compañía Padre otorgará  una mayor libertad al Editor Jefe, y concretamente en este caso, el Editor Jefe es Jim Shooter, y Jim Shooter es un hombre. Posiblemente tendrá más poder, incluso aunque tenga a dos hombres apoyados sobre sus hombros. Lo que intento decir con mi propio y cariñosamente patoso estilo es que en el campo de los cómics, las mujeres (incluso las editoras y las jefas) probablemente no tengan demasiadas oportunidades de hacerse notar, de incluir cierto elemento femenino en sus cómics. Creo que habría que conseguir que se convulsionaran masivamente algunas de las estructuras para poder lograrlo, y creo que esa convulsión llegará en algún momento desde abajo, desde el segmento de los lectores y la gente que trabaja realmente debatiendo la capacidad creativa de la que son capaces los comic-books.
Supongo que si una guionista fuese capaz de progresar de forma sutil y sus progresos estuviesen acompañados de un incremento de las ventas, quizá gracias al hecho de que más chicas y mujeres se estuviesen comprando el cómic podríamos comprobar si los responsables al mando tendrían mayor consideración por el tema. Pero la verdad es que hasta que esto termine ocurriendo no voy a estar conteniendo la respiración.

Por otra parte, tampoco creo que exista el número suficiente de mujeres guionistas. Está Tamsyn O´Flynn, que escribió un material por encima de la media para Lois Lane. Está Laurie Sutton, que antes de que la cambiasen para trabajar en labores editoriales estuvo produciendo algún material fantástico y legible en la colección de corta vida de DC titulada Adam Strange, y también tenemos a Mary Jo Duffy, probablemente la mejor escritora de las tres.

Para aquellos que no lo sepáis, la Señora Duffy ha estado ocupándose hasta hace bien poco de los guiones de la colección de Marvel “Power Man and Iron Fist”, y ha sido responsable de algunos de los pocos números del título que he encontrado remotamente interesantes. Sus guiones tenían intriga, sus personajes estaban delineados finamente y por encima de todo, en su escritura se percibía humor y claridad, que es como una bocanada de aire fresco después del torrente de escritores que parece que intentaban retratar a Power Man como un comic-book de Serie B protagonizado por un personaje de color. Lo que significa que era estúpido, que utilizaba un lenguaje de “negrata” y que en cuanto a lo social era un producto depravado.

Para mí, lo mejor de su labor como escritora de guiones era que, aunque Luke Cage fuese uno de los personajes masculinos más agresivos de Marvel, su estilo hizo que el cómic estuviese lleno de educada diversión que le daba en los morros a la actitud anterior. Claro, no era nada que fuese a cambiar el mundo, pero fue un paso en la dirección correcta. Te habrás dado cuenta de que estoy hablando en pasado. Recientemente, Mary Jo Duffy se ha dado por vencida o ha sido apartada de la serie y sustituida por Denny O´Neil. No tengo ni idea de cuál será el motivo, pero creo que va en detrimento de las mujeres guionistas, ¿no es cierto?

Así que ¿qué nos deja eso? Bueno, 
en cuanto damos un paso para salirnos del mundo del cómic mainstream y echamos un vistazo a otras cosas que se están haciendo, más bien podemos comprobar que hay un verdadero montón de personas. 

De una forma u otra, el campo del cómic “alternativo” lleva hinchándose desde hace muchos años, pero para cumplir el objetivo de lo que estamos debatiendo, asumiremos que en realidad empezó a funcionar a la par que el movimiento de cómic underground de los años sesenta.
Aún así, en aquella primera época del cómic underground la escena era radicalmente diferente a lo que estaban haciendo las grandes empresas, pero seguía siendo terreno dominado casi por completo por los hombres. Y el producto a la venta también lo demostraba.


Dejando a un lado cualquiera que fuesen sus otros méritos, dudo que nadie viese como un gran apoyo al feminismo cualquiera de los panoramas de abuso y desmembramiento de mujeres que ofrecía S. Clay Wilson. En cambio, alrededor de los primeros setenta la situación empezó a cambiar.

Primero se incrementó el número de mujeres que ejercían de guionistas y dibujantes y que producían sus propios cómics underground. Mujeres como Trina Robbins, Shary Flenniken y la hija de Harvey Kurtzman, Meredith Kurtzman. Aparecieron cómics producidos por completo por mujeres, tan diferentes unos de otros que teníamos los muy políticos Wimmen´s Comics hasta los de temáticas más amplias Wet Satin y Twisted Sisters.

Aunque si los miramos en retrospectiva parezcan precarios, sus esfuerzos abrieron un montón de puertas, y en la actualidad parece haber más mujeres que hombres trabajando en el campo del cómic underground.
Melinda Gebbie utiliza una delicada técnica de dibujo puntillista para describir algunas de las más desconcertantes y violentas visiones psico-sexuales que probablemente no tengan comparación con ninguna otra cosa. También podemos hablar de Diane Noomin, que con la ayuda de su personaje protagonista, la neurótica de mal gusto Di Di Glitz, exploró el yermo de los suburbios americanos y los bares de solteros con un devastador efecto cómico.
Además podemos encontrarnos el surrealismo ensoñador de Mary K. Brown, la punzante observación urbana que hace Mimi Pond y la que en mi opinión es la mejor del lote en la entrega de “slapstick” y auto-desprecio que sirve en sus cómics, la propia Aline Kominsky.


Aline Kominsky es la esposa de la leyenda de los “funny books” Robert Crumb, aunque su estilo difiere del refinado acabado conseguido por Crumb, porque retuerce su estilo de dibujo de una forma que resulta difícil de concebir. El material de Kominsky es increíblemente turbio y de aspecto muy crudo, pero de alguna forma consigue expresar algo que se perdería si estuviese hecho por alguien con el dibujo más pulido.

Su retrato de los personajes y situaciones es tan salvaje como agudo, y parece que deje reservadas todas sus observaciones más crueles para ella misma. Se retrata como un dirigible de nariz ganchuda que sufre de acné, y se deleita exagerando todos los lados negativos de su personaje, hasta terminar consiguiendo el retrato de una mujer judía vulgar, agresiva y bocazas bautizada como “The Bunch”.
Creo que no te vas a cruzar con mucha gente que esté preparada para mostrarse de forma tan pródigamente honesta consigo misma, y cuando alguien lo hace me parece toda una maravilla, créeme. Estoy seguro de que parte del atractivo que tiene su obra se debe a que funciona como desahogo en el más amplio sentido de la palabra, ya que su mirada desagradable y satírica no está orientada en contra del lector.

Pero por supuesto, como ocurre con muchas de las mujeres citadas anteriormente, existe la misma oportunidad de ver su trabajo en el cómic mainstream de que yo gane el concurso de Miss Mundo el próximo año.

La presencia de mujeres es menor en el caso de la segunda categoría de publicación alternativa, etiquetada como “ground-level”. Los cómics “Ground-Level” tienen la suficiente carencia de sexo como para poder aparecer sin sufrir censura alguna en los puntos de venta, y también para poder recoger los beneficios de no tener que responder a ninguna autoridad mayor. El término se acuñó con la emergente, pero difunta en la actualidad, línea de cómics producida en Star Reach, de Mike Friedrich, que además de ofrecer un espacio abundante a dibujantes de cómic establecidos como Barry Smith y P. Craig Russell, también hacía un hueco a recién llegadas como la excelente Lee Marrs.
Marrs es el talento responsable de la serie semi-autobiográfica “Pudge, Girl Blimp” que solía ser publicada por Star Reach, además de aventurarse por otros pasajes más serios. Bajo mi punto de vista, este último material es muy interesante, ya que demuestra cómo es posible conseguir una historia excitante sin tener que recurrir a las populares obsesiones masculinas de poder y violencia sin sentido que suelen condimentar los guiones de cómic.

Otra mujer que juega en la misma categoría y que también ha surgido en la escena de cómics que llamamos “ground level” es Wendy Pini. Junto a su marido Richard, Wendy ideó el excelente cómic Elfquest, que ya ha llegado a la treintena de episodios, y probablemente tenga una de las narraciones gráficas más seguras de sí mismas que se puede encontrar entre la gente que produce su propia obra. Podría redactar fácilmente un artículo entero dedicado a Wendy Pini, así como sobre la mayoría de artistas que he nombrado. Basta con decir que merece la pena echar un vistazo a un material tan vivaz y entretenido por derecho propio, y además también deberíamos mirar con optimismo su influencia en el mainstream en un futuro no demasiado lejano.
Tanto Pini como Marrs han publicado en feudos dominados casi por completo por hombres como la revista Epic, y parece que se desprecia el hecho de que, por lo general, la forma de aprovechar el dibujo que tienen las mujeres es enormemente diferente de la que podemos esperarnos del habitual riesgo estándar que corren los hombres. Deberíamos tener la oportunidad de poder ver a más mujeres infiltrándose gradualmente en el negocio del comic-book, con la esperanza de que fuese enriquecido en el proceso. Pero seguro que te habrás dando cuenta de que muchas de las personas mencionadas son americanas, así que ¿cuál es la situación de la mujer en este lado del panorama? Bueno, si comparamos el tamaño de Inglaterra con el de América creo que hay un número considerablemente menor de mujeres trabajando en el medio, pero por lo menos lo que falta en cantidad se compensa en igualdad.
Un buen ejemplo podría ser Fanny Tribble, que me parece que la primera vez que publicó fue en las recopilaciones de Sour Cream antes de conseguir sus propias series, “Heavy Periods” y “Fanny Trouble”, publicadas ambas por la editorial feminista Sheba Books. Como muchas de las mujeres que ya he tratado antes, en sus historietas se pone mayor énfasis en la honestidad y la franqueza que en la preocupación por un entintado detallado y un dibujo de anatomía perfecta. Personalmente, me gusta mucho el material de Tribble, porque claramente parece sentirse lo suficientemente cómoda como para bromear con los aspectos más ridículos del feminismo, y al mismo tiempo tiene la capacidad de reírse de sí misma y de la gente que la rodea.
Y luego tenemos a Posy Simmonds, cuyo trabajo aparece de forma regular en The Guardian. De nuevo, su forma de acercarse a los personajes es perfecta y absorbente, especialmente en el retrato que realiza de la confusa mente del ama de casa de clase media bohemia, Wendy Weber.


Es una de esas historias en donde se satiriza de forma implacable a su propia audiencia, haciéndolo tan bien que cualquiera que lo lea, incluyendo a algunas de las Wendy Webers reales que puede que se encuentren entre su público lector, se quedarán convencidas de se está riendo de alguna otra persona.

Por supuesto, supongo que la última palabra de este artículo debería tenerla la “Mujer del Cómic” que se encuentra al frente de la redacción de esta revista: la brutal, dura y dominante Señora Bernie Jaye, que acaba de estar charlando conmigo en el estudio.

Bernie, como editora, ¿podrías aportar alguna idea sobre el trato que se le da a la mujer en los cómics? En particular nos referimos a tu trabajo como editora de algo como La Espada Salvaje de Conan.

“Bueno, en cuanto a la serie de Conan es la reimpresión de material antiguo, así que hay muy poco que se pueda hacer para cambiarlo. Donde más puedo hacer sentir mi presencia es a la hora de producir revistas con nuevo material, ya que hasta cierto punto puedo elegir quienes trabajarán en ellas, y no necesito incluir a nadie que yo crea que pueda tener un enfoque sexista.”

Me parece justo. Pero teniendo en cuenta lo que he comentado antes, ¿realmente crees que una sola mujer puede tener la oportunidad de hacer algún cambio importante en un feudo completamente dominado por lo masculino? ¿Eres optimista respecto al futuro de las mujeres en los cómics?

“No mucho. No en un futuro inmediato. Verás, todo está relacionado con las estructuras sociales, así que sigue siendo un proceso lento y dependerá de cómo vayan cambiando con el tiempo. Por un lado, como parte de la Sociedad las mujeres se encuentran tan atrapadas en un mundo sexista como cualquiera. La diferencia es que debido a que las mujeres están oprimidas por dicho sexismo, querrán cambiar la situación de forma mucho más enérgica.

En un momento dado, las mujeres sabrán lo que quieren y cómo pueden obtenerlo. Creo que ese es el enfoque que necesitamos explorar... la brecha entre lo que quieren las mujeres y lo que están consiguiendo. Es una especie de “diferencia poco satisfactoria” y sobre todo es una de las cuestiones donde hay que concentrarse con mayor energía, porque si no puede ser desesperanzador.”
Y creo que con esta vaga nota sombría deberíamos acabar el artículo. Tres entregas de remordimiento culpable auto-consciente de macho liberal son suficientes para cualquiera, ¿no es cierto?

Si ahí fuera existe alguien que realmente ha conseguido sortear toda esta verborrea y ha llegado a meta con sus canicas intactas, agradecería mucho que me dijese lo que tiene que decir tanto a favor como en contra del artículo.

¿Le parece un auténtico problema o en realidad lo he exagerado todo? ¿Alguien tiene la necesidad de hacer algo, y si es así, cómo cree que puede llevarlo a cabo? Escribidme para saberlo.

Redactad seis páginas explicando exactamente por qué soy la bolsa de basura más aburrida y arrogante que jamás haya pisado la Tierra si creéis que tenéis que hacerlo, pero escribidme. Después de todo, vosotros sois los lectores. Vosotros pagáis mi salario. Y con la fuerza que me da creer que no estoy sólo, decidme, por favor, qué tipo de postura creéis que os está haciendo tragar la industria del cómic. Espero llegar a escucharos.


*** BONUS:

- "La importancia de llamarse Frank", por Alan Moore, parte 1 y parte 2.
- Parodia del Daredevil de Frank Miller, por Alan Moore.
(Artículos en el Blog CH999)

1 comentario:

PAblo dijo...

Tan interesante como el resto de las traducciones.

Da la impresión que el panorama no ha cambiado mucho en los más de treinta años de publicación de stos ensayos.

Impacientes Saludos.

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