Ahora está de moda el super-héroe desconstruido pero en 1996 no era tan usual el que un personaje se moviera por su universo de ficción emitiendo frases tan cool como las que Mark Millar y Grant Morrison en comandita pusieron en boca de Aztek.
Creado por dos de los renovadores actuales más importantes del género super-heróico (otro sería Warren Ellis), el tebeo se convirtió en una extraña mezcla de post-modernismo bien entendido y lo que se dio en llamar nuevo tradicionalismo; o lo que es lo mismo, el esfuerzo que hicieron algunos guionistas como Mark Waid o Kurt Busiek por llevar los argumentos de sus tebeos más allá de la oscuridad argumental que obras como Watchmen o Dark Knight habían legado al género y que, tergiversadas por peores autores, lo habían lastrado hasta dar en ejercicios de quiero-y-no-puedo tan sonrojantes como los perpetrados por la generación Image.
La labor en los dibujos de N. Steven Harris, Keith Champagne y Chris Eliopoulos producía una interesante y oscura ambientación que, extrañamente para lo esforzado pero mediocre del resultado, no desencajaba con el tono que se pretendía dar en lo literario.
Aztek, campeón del dios azteca Quetzalcoatl, será (como bien reza desde la portada) el Hombre Definitivo en una colección que parece hecha a la antigua usanza, con el típico y espectacular origen o la típica ciudad con rasgos propios por donde se desenvuelve el héroe, Vanity City. Esta jugará un papel fundamental a la hora de ambientar las historias, pues Millar y Morrison consideran que todas las ciudades del Universo DC tienen alma y así, mientras Gotham es la ciudad que representa la amenaza y la oscuridad y Metrópolis hace lo propio con la luz, la urbe de Aztek será la de la desesperanza y la depresión.
Para combatir las diversas amenazas que se le presentan, Aztek hará uso de una armadura de alta tecnología y una capacidad física y mental metahumana, al haber sido entrenado desde su nacimiento por la misteriosa Sociedad Quetzalcoatl.
Aunque su mayor enemigo será Tezatlipoca el dios oscuro, al estar la colección plenamente integrada en la ficción de Batman y Compañía veremos aparecer por la misma tanto al Joker como a la JLA.
Morrison incluso se atrevió a convertir al personaje en miembro de pleno derecho de la Liga de la Justicia en alguno de los números que guionizó de la misma, pero sucesivos guionistas no han querido (o no han sabido) ver el potencial del luchador azteca y este ha sido poco menos que infrautilizado.
Por lo tanto, esta no es la enésima colección prescindible de los devastadores noventa, sino que por una vez la melaza resultante está aderezada con todos los (buenos) trucos que un guionista inteligente (en este caso eran dos) debería haber asimilado durante la década de los ochenta.
Ahora que la DC ha reeditado la colección (sólo son diez números, leñe) en un tomo es una buena ocasión para que Planeta recupere una de esas series tan extrañas como atinadas que algunos autores tuvieron la perspicacia de inventar a finales del siglo pasado, cuando la producción de buenos tebeos de super-héroes no estaba de moda, sino más bien al contrario.
NOTA: aunque este cómic no se ha editado nunca en nuestro país, lo meto como Reediciones Necesarias, porque como dijo Rafa Marín, la mayoría de nuestros editores sólo son reeditores.
Creado por dos de los renovadores actuales más importantes del género super-heróico (otro sería Warren Ellis), el tebeo se convirtió en una extraña mezcla de post-modernismo bien entendido y lo que se dio en llamar nuevo tradicionalismo; o lo que es lo mismo, el esfuerzo que hicieron algunos guionistas como Mark Waid o Kurt Busiek por llevar los argumentos de sus tebeos más allá de la oscuridad argumental que obras como Watchmen o Dark Knight habían legado al género y que, tergiversadas por peores autores, lo habían lastrado hasta dar en ejercicios de quiero-y-no-puedo tan sonrojantes como los perpetrados por la generación Image.
La labor en los dibujos de N. Steven Harris, Keith Champagne y Chris Eliopoulos producía una interesante y oscura ambientación que, extrañamente para lo esforzado pero mediocre del resultado, no desencajaba con el tono que se pretendía dar en lo literario.
Aztek, campeón del dios azteca Quetzalcoatl, será (como bien reza desde la portada) el Hombre Definitivo en una colección que parece hecha a la antigua usanza, con el típico y espectacular origen o la típica ciudad con rasgos propios por donde se desenvuelve el héroe, Vanity City. Esta jugará un papel fundamental a la hora de ambientar las historias, pues Millar y Morrison consideran que todas las ciudades del Universo DC tienen alma y así, mientras Gotham es la ciudad que representa la amenaza y la oscuridad y Metrópolis hace lo propio con la luz, la urbe de Aztek será la de la desesperanza y la depresión.
Para combatir las diversas amenazas que se le presentan, Aztek hará uso de una armadura de alta tecnología y una capacidad física y mental metahumana, al haber sido entrenado desde su nacimiento por la misteriosa Sociedad Quetzalcoatl.
Aunque su mayor enemigo será Tezatlipoca el dios oscuro, al estar la colección plenamente integrada en la ficción de Batman y Compañía veremos aparecer por la misma tanto al Joker como a la JLA.
Morrison incluso se atrevió a convertir al personaje en miembro de pleno derecho de la Liga de la Justicia en alguno de los números que guionizó de la misma, pero sucesivos guionistas no han querido (o no han sabido) ver el potencial del luchador azteca y este ha sido poco menos que infrautilizado.
Por lo tanto, esta no es la enésima colección prescindible de los devastadores noventa, sino que por una vez la melaza resultante está aderezada con todos los (buenos) trucos que un guionista inteligente (en este caso eran dos) debería haber asimilado durante la década de los ochenta.
Ahora que la DC ha reeditado la colección (sólo son diez números, leñe) en un tomo es una buena ocasión para que Planeta recupere una de esas series tan extrañas como atinadas que algunos autores tuvieron la perspicacia de inventar a finales del siglo pasado, cuando la producción de buenos tebeos de super-héroes no estaba de moda, sino más bien al contrario.
NOTA: aunque este cómic no se ha editado nunca en nuestro país, lo meto como Reediciones Necesarias, porque como dijo Rafa Marín, la mayoría de nuestros editores sólo son reeditores.
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