Entrevista publicada en de The Comics Journal nº 182, noviembre de 1995. Realizada por Paul Wardle y traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2.
AL DETALLE
Paul Wardle: No se me ocurre ninguna película en la que las cosas marchasen peor que en Munchausen,
aunque parecía como si todo el mundo se hubiese esforzado todo lo posible porque saliese bien,
empezando por ti mismo.
Terry Gilliam: Sé que
al final la gente que trabaja en mis películas siempre se queda satisfecha, sin importar lo mal que lo hayan pasado, porque en pantalla se puede ver la labor que han llevado a cabo. Como director me interesan
todos los elementos de una película. La gente reacciona muy bien al hecho de que incluso me preocupe por el departamento de vestuario.
Wardle: Acabas de
responder otra de mis preguntas. ¿Te gusta involucrarte en el aspecto técnico de las películas, o en su lugar eres un tejedor de sueños que deja que
la gente se encargue de sus propios departamentos?
Gilliam: Hay un montón
de directores que suelen salirse con la suya porque su inteligencia y
habilidades se apoyan sobre las personas capaces que han contratado, por lo que les dejan hacer lo
que quieran. En realidad, a mí también me gusta contratar gente válida, y
quiero que se genere un ambiente en donde si ellos aportan alguna buena idea para
la película, yo aporte otra incluso mejor. Entonces a ellos se les ocurrirá
otra mejor aún, y de esa forma todos estaremos navegando en la misma dirección. Creo que es así como se puede estimular la imaginación de otra persona. Si quiero ser un buen
director, entonces tendré que ser bueno en todas las áreas. Tengo que ser capaz
de diseñar el vestuario. Tengo que ser capaz de diseñar los diferentes
escenarios. Tengo que saber aspectos técnicos sobre iluminación. Y si no soy capaz de hacer todas
esas cosas, entonces no creo que esté haciendo bien mi trabajo. Tampoco creo que sea capaz de hacer mejor esas labores que la gente a la que he
contratado, porque eso sería peligroso. A veces es posible que las haga mejor, pero otras me gustaría saber que esas personas están haciendo las cosas mucho mejor que
como yo las haría en su lugar.
Wardle: Es el
motivo por el que las has contratado, ¿no? [Risas.]
Gilliam: Claro. A veces
me digo: “vale, creo que yo podría hacerlo mejor.” Pero no es lo habitual, porque no quiero
que el equipo se vea arrastrado por esa sensación de “Oh,
Míster-Sabelotodo-Ya-Sabe-Hacerlo-Todo-Por-Su-Cuenta”. En realidad, según voy envejeciendo cada
vez me encuentro más cansado, hasta el punto de que ya no quiero hacerlo todo.
Gracias a Dios alguien ha elegido el rosa para uno de los trajes del vestuario y yo no he
tenido que tomar esa decisión. La gente sabe qué tipo de películas suelo hacer. Mi reputación y mi trabajo me preceden, lo que resulta bastante útil, porque saben
que siempre tengo un ojo puesto en los detalles. La gente suele tener en cuenta mi opinión incluso en aquellos detalles que no me
conciernen demasiado, porque saben bien qué aspecto suele tener mi obra. Hace tiempo me interesaba por cada detalle. Pero ahora me interesa más
delegar algunos elementos. Todos piensan que mi actitud pasa por vigilarlo todo, por lo que se esfuerzan dos veces más de lo normal, lo cuál me parece bien.
Wardle: Leyendo el libro tuve la impresión de que Eric Idle siempre te ofreció su apoyo moral durante aquellos oscuros días filmando “Las Aventuras del Barón de
Munchausen".
Gilliam: Eric se comportó de una forma
magnífica. Esos eran los momentos en los que Eric me caía muy bien. A pesar de
toda su terquedad, egoísmo y atrocidades, Eric era una persona magnífica.
Aguantaba un montón de mierda de todo el mundo y se quedaba allí plantado soportándola. Creo que hicimos cosas de muchísimo valor.
Wardle: Cuando vi la
película por primera vez me dije: “Me quito el sombrero frente al que haya
podido dirigir esto y siga cuerdo”.
Gilliam: Eso de
que sigo cuerdo es bastante cuestionable. [Risas]. Me resulta difícil juzgar las cosas,
porque mientras estaba haciendo la película todo salió mal, y al verla, esos desastres siguen rondando por mi cabeza, pero me parece una película jodidamente extraordinaria.
Lo más interesante es que parece que ha sido una película desagradable para gente bastante diferente entre sí. He obtenido críticas muy fuertes, algo que me alegró un montón. Quizá a algunos les resulte aburrida, pero
me encanta que o bien la amen o bien la odien sin término medio. Creo que “El
Rey Pescador” ha sido la más fácil de hacer de todas. Y aún así obtuvo críticas
negativas de Siskel y Ebert, y también de Alexander Walker, que aquí son grandes
críticos. La tiraron por los suelos. Me parece interesante que alguien tenga
ese tipo de reacción. Conseguir ese tipo de veneno es...
Wardle: Por lo menos
conseguiste algún tipo de reacción. Significa que no se quedaron dormidos
viendo la película.
Gilliam: Lo que me
gustaría saber es qué es lo que les sacó tanto de sus casillas.
Wardle: Quizá lo que
querían era que fueses un autor con un solo truco en la manga y que siguieses
haciendo películas oscuras y perturbadoras como Brazil. “El Rey Pescador” tiene
un final feliz.
Gilliam: El final feliz ya estaba en el guión. Munchausen tenía un final feliz, al igual que “Time Bandits”
(Los Héroes del Tiempo). Brazil tenía un final coherente con el resto
de la película. No te puedes inventar un mundo como ese y...
Wardle: ...no ser
consistente.
Gilliam: Claro. En mi caso, lo que sí que me puede llegar a perturbar es la ausencia de consistencia. Brazil era una
reacción contra muchas de las películas de Hollywood, especialmente Blade Runner.
Estaba siendo una película maravillosa, y de repente, al final cogía y te decía “que os jodan a
todos vosotros. Os vamos a dar un final feliz.” ¡El final me pareció horrible! Creaban un
androide y le decían al espectador que todos tienen vida limitada, y
entonces al final se contradicen y aseguran: “Oh, pero hay uno que no.” Ese es el tipo de
cosas que me sacan de mis casillas. Por lo menos hay que ser consistente e intentar
confiar en tu propia obra. Es lo que intenté hacer en Brazil. Y aún así, cuando
se proyectó, Rex Reed [crítico de cine] la hizo pedazos.
¿SOBRE QUÉ TRATA?
Wardle: Cuando lanzaste
Brazil, la gente tenía diferentes ideas acerca de su significado. En tu opinión, ¿sobre qué trata realmente la película?
Gilliam: En un
principio se iba a llamar “The Ministry”. Iba a tratar sobre una
organización que acababa convirtiéndose en un organismo capaz de auto-abastecerse y que sería capaz de hacer cualquier cosa para seguir con vida. Así es como empezaba todo. Más tarde intenté mezclar el argumento de la película con elementos entresacados del “Principio de Peter”, que alude a esa
gente que va promocionándose hasta una posición que está por encima de sus posibilidades, para luego quedarse encajonados en ella sin poder seguir avanzando. Por lo tanto, las organizaciones siempre terminan pobladas por empleados que trabajan de una forma pésima. Me interesaba mucho Sam,
porque es un personaje inteligente, alguien que evita ser promocionado más allá
de sus capacidades, porque de esa forma tiene un montón de tiempo libre para poder soñar
y fantasear sin tener que hacerse cargo de ninguna responsabilidad para con la
empresa.
Wardle: En la película se llega a comentar que en muchos trabajos los empleados trabajan demasiado rápido, por lo que hacen quedar mal al resto.
Gilliam: Bueno, así es
el personaje de Buttles. Hace quedar mal a todo el mundo porque es demasiado bueno en
su trabajo. Es muy bueno arreglando cosas. En realidad toda la película trata sobre el funcionamiento de una empresa, y sobre los empleados que pueblan su interior. En mitad de todo tenemos
a esta persona, alguien inteligente que elige no involucrarse, pero
desafortunadamente deja a un lado esa actitud cuando encuentra el amor. Enamorarse hace que se humanice todavía más, lo que al final termina destruyéndolo. En realidad, Sam se encuentra torturado al final, porque
elige no responsabilizarse de ninguna de sus acciones.
Wardle: Es lo mismo que suele ocurrir en el mundo corporativo. Nadie quiere admitir que ha cometido un
error, nadie quiere asumir la culpa de nada.
Gilliam: Suelen culpar al
sistema. Quieren culpar a algún otro. Recogen todos los beneficios del sistema,
su tecnología y juguetes, pero eso te obliga a enlazarte con esos grandes tubos
umbilicales del sistema. Una de las imágenes que no pude incluir en la película transcurría en la casa de Buttles. Su hogar estaba ubicado en un entorno
desolado, pero tenía un cable enorme de unos cuatro metros de largo que se
extendía por todo el desierto. Recuerdo una vez que estuve en la Universidad de Chicago dando una lectura, y todos esos chavales me empezaron a preguntar por qué en la película aparecían tantos conductos y cables. ¿No se daban
cuenta de que la sala en la que se encontraban sentados estaba completamente
asediada por cables y conductos? Todo lo que podemos ver es una delgada
fachada de apariencia. Su otro lado es ese complicadísimo entorno compuesto por una maraña de cables y
conductos que hacen que te enganches a la red. Me pareció bastante divertido,
porque estuvimos hablando sobre explosiones y les dije que para realizarlas tan sólo hacía
falta dinamita. Los sistemas se pueden dinamitar. Aunque tampoco tenían suficiente dinero como para comprarla, claro. Luego nos pusimos a caminar un rato y ¿qué es lo que vimos que estaban emitiendo en televisión en ese momento? Unas imágenes del “Challenger” explotando. Les dije: “De
eso es de lo que os estaba hablando antes, amigos.” Sam es un personaje muy interesante. Al final el sistema le obliga a convertirse en un héroe. Matando a su novia. Ella no tiene espada ni alas, pero es capaz de
manejar ordenadores. Se suponía que al principio ella estaría diseñada de forma
mucho más elaborada. Mucho más. De nuevo recalco que ella también es inteligente. En lugar de pillar un curro en la oficina elige conducir un camión,
porque de esa forma tiene libre la mayor parte de su tiempo, en su camión, a su manera.
Es una persona verdaderamente aislada, porque no se quiere involucrar
con el resto. Ambos están viviendo en su propio mundo y entonces de repente un
día se conocen. Lo que hice al acabar la película fue cortar unas
cuantas cosas hasta lograr que ella pareciese otro fragmento de su imaginación,
pero se supone que al principio las cosas iban a ser diferentes, ella iba a ser una persona más compleja,
aunque terminé dándome cuenta de que no habría funcionado.
Wardle: Tu nueva
película se va a llamar “12 Monos” y en ella aparecen...
Gilliam: Bruce [Willis], Brad [Pitt] y
Madeleine Stowe.
Wardle: ¿De qué va
la película?
Gilliam: Ese es el
problema, que no lo puedo desvelar. Hasta que no la vea personalmente el miércoles, no puedo decir sobre qué trata. No sé si todas las partes y trozos que ya he visto son lo
suficientemente buenos. Tengo que juntarlos. El guión está escrito por Dave y Jan
Peoples. Dave escribió el guión de Sin Perdón (1992) y Blade Runner (1982) y
para esta se ha inspirado mucho en una película francesa de los sesenta. Era un filme que duraba
27 minutos y que estaba realizado completamente con imágenes fijas en blanco y
negro. Básicamente, la película trata sobre un tío que vuelve
del futuro para detener un virus antes de que éste nos haga mutar a todos. Ese
virus se liberará en el planeta en 1996, y los pocos supervivientes que han
quedado viven bajo el suelo, y eventualmente se han montado su vida en ese entorno.
Wardle: Entonces, ¿tiene algo que ver con ese virus de un primate del que tanto se está escuchando hablar?
Gilliam: Bueno, parece
que todo ha sido gestionado para que coincida. En realidad me parece que todo ese tremendo rollo con el virus forma parte de una estrategia de marketing de la
Universal, es publicidad sobre gente infectada. Es como un anuncio de la película.
La pregunta que realmente deberíamos hacernos sobre la película es si el
personaje protagonista está loco o dice la verdad. Además también aparece una psiquiatra a la que rapta. Ella intenta convencerle de que todo
lo que está ocurriendo es producto de su mente.
Wardle: ¿Y eso lo va a
lanzar la Universal? ¿No los odiabas después de todo lo que te hicieron pasar
con Brazil?
Gilliam: Claro, pero es incluso más irónico, porque el productor se ha casado con Dawn
Steele, que era quien estuvo en Columbia dando órdenes cuando estuvimos haciendo Munchausen con ellos.
Wardle: ¿Por qué esa
gente querría seguir trabajando contigo si pensaban que suponías todo un
problema?
Gilliam: La verdad es que me pregunté: “¿Ya
he quemado todas las naves con Hollywood?” Me parece que sería un mal movimiento. Los responsables del estudio han cambiado. El presidente actual, un tal Casey Silver, es un gran fan de mi trabajo. Fue muy valiente al permitir que la bestia entrase de nuevo en su guarida.
Wardle: ¿Fue idea tuya
que Bruce Willis y Brad Pitt participaran en la película?
Gilliam: No, en realidad no fueron mi
primera elección. Casi dejo la película, porque pensaba que no iba hacia ningún
lado. Durante un tiempo creí que no se iba a hacer nunca. El productor era alguien
muy tenaz y no quiso abandonarla. Llegamos a un punto en el que el estudio
quería utilizar a una estrella porque no querían que fuese una película artie. Querían un gran nombre desesperadamente y surgió el de
Bruce. Pensé que podía ser una buena posibilidad, porque lo había conocido cuando
estaba rodando “El Rey Pescador” y me cayó muy bien. Es un actor mucho mejor de
lo que parece, y es capaz de dar el pego en pantalla.
PERCEPCIÓN Y
PERVERSIDAD
Wardle: Cuando vuelva a
casa y la gente escuche que estuve preguntándote qué es lo que estás haciendo
actualmente, y les responda que estás filmando una película con Bruce Willis y
Brad Pitt, dirán “¿Qué demonios!?...”
Gilliam: Entonces es que no entienden lo que es la perversidad, que es una cualidad magnífica. Además, creo que es otro de los motivos
para hacer la película. Si todos mis fans empiezan a decirme que no debería hacer la película, entonces les diré, bien
¡que os jodan! Es lo que exactamente tengo que estar haciendo. Me parece muy importante intentar ajustar la percepción sobre mi obra.
Wardle: ¿Te refieres a reinventarte a ti mismo?
Gilliam: Claro, y
también a reinventar las percepciones de la gente sobre quiénes son Bruce y
Brad. Estoy intrigado, porque en realidad van a interpretar un papel completamente opuesto a todo lo que yo había hecho anteriormente. El motivo más importante para hacer la película ha sido que llevaba cerca de cuatro años sin rodar
desde la última vez que me había puesto detrás de una cámara. En cuanto terminé “El Rey
Pescador” en 1990 pasé por una época muy crispada, porque todos los proyectos que empezaba nunca llegaban a buen término por una tremenda variedad de razones. Me fui deprimiendo cada vez más. Sencillamente quería
tener algo que hacer. Este era un guión que realmente me encantaba, porque
era muy complicado. En muchos sentidos no parece una película de Hollywood.
Bruce está realmente entusiasmado con esta oportunidad de poder cambiar su
carrera, porque el cine de acción es una vía muerta. En los últimos años habrás
podido ver que ha hecho un montón de pequeños papeles e interpretado a una gran
variedad de personajes. Brad se subió a bordo desde el principio, pero yo no estaba muy seguro de querer que lo hiciese. Al final su entusiasmo terminó por conquistarme.
Siempre he sido un mamón con esas cosas, por eso elegí a Brad, para hacer algo que no había hecho hasta ahora. Si alguien quiere hacer algo y demuestra mucho entusiasmo, lo mejor será apostar por él.
Es en plan... “¿Qué
quieres ser, actor o estrella?” Bruce es uno de esos tíos que se han convertido en estrellas rápidamente. Saltó de la pantalla de televisión al cine y ¡bingo!, se quedó
atrapado de inmediato. Por otra parte, cuando lo fichamos, Brad todavía no era “el hombre más sexy
de América”. ¡El estudio no podía creerse la suerte que
había tenido!
Uno de los mayores
problemas que tuvimos fue que como habíamos estado filmando durante todo el
invierno, y todavía no habíamos decidido si filmaríamos o no con la nieve
recién caída (porque había un montón de exteriores), tuvimos que tomar la
decisión de si queríamos incluirla o no. Decidí que, sin importar qué aspecto
tuviesen las localizaciones durante el primer fin de semana que estuviésemos filmando, las haríamos con nieve, y por supuesto, ese fin de semana fue la
última vez que nos nevó.
Wardle: ¿Tuvísteis que usar nieve falsa?
Gilliam: Claro, tuvimos
que cubrirlo todo, lo que nos costó un montón de dinero y además nos llevó
mucho tiempo.
Wardle: Pero comparándola
con la nieve real, ¿da la falsa el pego?
Gilliam: Bueno, tendrás
que ver la película y decírmelo. Pero no, en pantalla no queda tan bien como a mí me habría gustado. Hay un montón de cosas que me resultaron frustrantes. Teníamos un equipo
de fútbol mermado. Con nosotros estaba trabajando una mezcla de gente verdaderamente buena y gente pésima. Es un problema que no tuve que afrontar en Munchausen. Los que estuvieron trabajando en esa película eran de primera, pero en esta estuvimos trabajando con ingleses e italianos y no se llevaban nada bien entre
ellos. ¡Los italianos eran brillantes! Pero lo peor era la
producción. La coordinación y organización de todo fue un verdadero desastre, además teníamos a un brillante operador de cámara que era bastante lento
iluminando, Peppino [Giuseppe] Rotunno. Sólo podía trabajar a su ritmo y no
fui capaz de que hiciese las cosas de otra forma. Casi me deja tirado. En un momento determinado me
dije: “O él o yo”, pero despedirle habría sido como despedir
al padrino. No se puede hacer. De eso tratan las películas. Al final te tienes que meter en ese tipo
de situaciones que en realidad son bastante problemáticas. No
funciona de otra forma. Deberías elegir el reparto y el equipo de la película
cuidadosamente, porque si no lo haces, al final pagarás el pato.
Una de las razones por
las que hice “El Rey Pescador” después de Munchausen fue para demostrarle a
todo el mundo que yo era un tío responsable. Cuando la acabamos, no cortamos nada de la película. Puse dinero de mi propio bolsillo como garantía.
Para ésta [12 Monos], he tenido que hacerlo de nuevo, porque la compañía de
seguros nos pidió un porcentaje para contingencias que me parecía ridículamente elevado. Lo hicieron porque decían que siempre me había pasado con el
presupuesto, pero la verdad es que en la siguiente película que había rodado me había quedado muy por debajo. Me dijeron:
“Esa no cuenta. Era una producción para un estudio. Esta es una producción
independiente.” De nuevo, tuve que probarles quién era yo. Así que esta película
la he hecho ajustándome al presupuesto al milímetro, por lo que será mejor que este sea el final
de toda esa mierda de actitud por su parte. Si oigo algo parecido otra vez por parte de alguien, voy a tener que matarlo. En el mercado solo hay un par de compañías de seguros que se dediquen a esto, y con la otra estuve trabajando en Munchausen. ¡No creo que ahora fuesen capaces de hacerme seguro alguno!
Wardle: [Risas.] Y aún
así has empezado a trabajar otra vez con la Universal.
Gilliam: En “El Rey
Pescador” los productores se vinieron al plató y empezaron a decir que eran muy capaces de contener a "la Bestia". Que les gustaría ser los únicos que pudiesen
controlar ese talento rebelde y ponerlo a producir cosas.
Wardle: ¿Realmente
crees ser tan díscolo?
Gilliam: No, suelo ser muy puntilloso y hago lo que tengo que hacer. Siempre digo la verdad, aunque
en el momento nadie me crea. En “El Rey Pescador” me senté con la gente del
estudio y los productores y les dije: “Yo trabajo de esta forma. Vosotros (el
estudio) querréis que haga la película. Pondréis a vuestros productores. Entonces ellos me producirán la película, yo conseguiré a los actores y empezaremos a filmar. Después, al final del rodaje me desharé de los actores y vosotros intentaréis deshaceros de mí, pero no os
lo voy a permitir.” Se lo dije justo al principio, antes de hacer la película, y
luego, cuando ocurrió lo que yo les aseguré que iba a ocurrir, ¡se volvieron locos! Les dije: “Ya os dije que pasaría algo parecido”. [Risas.]
WATCHMEN
Wardle: ¿Por qué te han
estigmatizado siempre como un autor que supuestamente hace películas “demasiado
anglosajonas”? “Time Bandits” [Los Héroes del Tiempo] fue todo un éxito en
EE.UU.
Gilliam: Es la
letanía estándar en Hollywood. “Es demasiado “british”. No sé si sabrán qué significa esa
palabra. Probablemente serían capaces de afirmar que “Cuatro Bodas y un Funeral” era
demasiado inglesa, o incluso “Juego de Lágrimas”. Creo que no son capaces de pillarlo. Realmente son muy
aprensivos, muy conservadores, gente demasiado preocupada. Les aterroriza dar
el salto. En Hollywood se puede ver que la gente va escalando puestos hasta que llegan a la cumbre utilizando ese sistema. Empiezan haciendo cosas frescas y repletos de ideas,
y según van ascendiendo todo queda recortado y censurado.
Wardle: Supongo que un montón de
películas tuyas están hechas a partir de lo que se puede encontrar dentro de tu mente.
¿Volverás a hacerlas de esa forma?
Gilliam: Claro, estoy
intentando retomar dicho sistema. Ahora mismo estoy intentando adaptar Don Quijote. No
es una historia ideada por mí, sino que es mi propia adaptación personal, será de la forma que
yo la quiera hacer. Hay otro proyecto más que es en el que realmente debería estar
trabajando titulado “The Defective Detective”. El guión sí que es mío en colaboración con Richard La Gravanese. Trata sobre un detective de mediana
edad que sufre una crisis nerviosa y acaba atrapado dentro del mundo fantástico ideado por un niño. Hay un montón de cosas autobiográficas en ella. Hemos intentado hacerla
despegar, pero todo el mundo tiene miedo porque puede ser un proyecto muy caro.
Wardle: Otra película
que se suponía que ibas a hacer en alguna ocasión era la versión del comic book
de Alan Moore, Watchmen. ¿Qué es lo que ocurrió?
Gilliam: Justo después de acabar Munchausen, Joel Silver,
el productor de “La Jungla de Cristal”
y “Arma Letal” me comentó que había un
proyecto perfecto para mí titulado Watchmen.
Wardle: ¿Te habías leído el cómic?
Gilliam: No, todavía no
lo había leído. Cuando lo conseguí me dejó fascinado, pensé que era increíble. Es el “Guerra y Paz” de
los cómics. Lo que ocurrió fue que Sam Hamm había escrito el guión, pero en él se
perdía lo que en realidad era la obra a muchos niveles. Todo estaba demasiado condensado.
Entonces Charles McKeown y yo lo reescribimos. El problema de condensarlo tanto
era que en cuanto empezabas a quitar todos los detalles, toda la idiosincrasia
personal y los elementos que convertían la obra en algo tan peculiar, tan sólo parecían una
pandilla más de superhéroes. En ese momento Joel estaba haciendo “La Jungla de
Cristal 2”, y el presupuesto se le había disparado, yo aún estaba terminando
Munchausen. Los dos éramos unos chicos malos que estábamos intentando realizar una historia oscura. Ellos se pensaban que Batman era una película oscura. Si la comparas
con Watchmen, Batman es luminosa y despreocupada. No fuimos capaces de
conseguir el dinero, así que tuvimos que dejar el proyecto de lado. En realidad tengo
ciertas dudas sobre cómo se podrían trasladar los comic books correctamente a
la pantalla.
Wardle: Tendrías que
planearlo muy bien, porque es el único medio visual aparte de las películas que
utiliza palabras y dibujos entrelazados, con lo que supongo que se podría conseguir una
adaptación fluida, aunque acabaría siendo un producto bastante extraño.
Gilliam: Algunos de los
cómics alternativos son muy crudos y violentos. Si metieras todo eso en pantalla
durante dos horas, probablemente al final el público terminaría vomitando. En
la página se puede controlar mejor. Te puedes revolcar o no en ello. Seguro que algunos diálogos podrían sonar muy estúpidos puestos en boca de actores reales.
Wardle: Ocurre lo mismo
cuando a la misma gente real le pones un disfraz.
Gilliam: Por eso me
resulta tan interesante la carrera de alguien como Schwarzenegger. Se parece a
un dibujo de la Marvel. Tiene músculos. No me sorprendió tanto que de repente se produjese ese gran renacimiento de los cómics en pantalla, al mismo tiempo que los Schawarzeneggers de este mundo empezaban a disfrutar de mucho éxito. Bruce Willis también estaba en el mismo saco. Creo que “La Jungla de Cristal” es como la
adaptación de un comic book. “La Sombra” terminaba desplomándose de mala, y "Dick Tracy" era muy poco convincente. Estaban realizadas por gente bastante alejada de lo que
es la cultura. Los cómics tienen que ser crudos y ásperos y desagradables. Mi
etapa como “dibujante de tiras” es una de las razones de que mis películas tengan ese aspecto. Una vez me fijé en que mi hijo de siete años,
Harry, estaba viendo Brazil sin sonido. Es como un comic book. Suelo usar
lentes de gran angular que logran un efecto parecido al del dibujo de los
cómics. Ruedo planos con un montón de sombras. Mis películas son rápidas y furiosas. Watchmen es muy
interesante, porque su dibujo es muy minucioso. La verdad es que el estilo de dibujo
no me interesaba demasiado al principio, pero según ibas adentrándote en la
historia, te dabas cuenta de que era exáctamente el más apropiado. Gráficamente es una obra tremendamente buena. No es ostentosa, pero tío, es capaz de contar muy bien la historia.
Definitivamente, cuando empecé a darle vueltas a la película me imaginé que si la cortábamos
hasta las dos horas de duración sería un gran error. Quiero decir... ¡nos
perderíamos al Comediante! Robin Williams quería interpretar a Rorschach.
DIBUJANDO
Wardle: ¿Has seguido
dibujando?
Gilliam: No, ya no lo hago en serio. Suelo dibujar las postales de cumpleaños, tarjetas de San
Valentin y cosas así. Lo hago para la familia. Siempre estoy garabateando, pero ya no
dibujo ninguna historieta tal y como solía hacer antes. Siempre hay
alguien que quiere un dibujo o una tarjeta de felicitación. Me gustaría ser como Will Elder, que ha acabado haciendo pintura al óleo.
Wardle: ¿Utilizas el dibujo como
una especie de terapia? ¿Te relaja dibujar? Estás asintiendo...
Gilliam: Me gusta
dibujar, pero en realidad me gustaría poder volver a hacerlo en serio. Sigo dibujando bastante bien. Al final de cada película suelo hacer una tira sobre la misma y la
firmo, y luego le regalo una a cada miembro del reparto. Eso es todo lo que dibujo últimamente.
Wardle: ¿Qué otras películas van a aparecer en tu futura trayectoria?
Gilliam: He estado trabajando en una adaptación de Dickens, “Historia de Dos Ciudades”. Es lo que
más me gustaría hacer ahora mismo. Es un buen guión, pero el final es como si “Lo que el viento se llevó” (que me parece una grandiosa epopeya dramática) lo hubiese escrito Charles Dickens.
Wardle: ¿Qué otros
directores han influido en tu obra?
Gilliam: Soy muy ecléctico: Kurosawa, Fellini, Bergman, Buñuel, Walt Disney, ¡Walt Disney!
Me encantan sus películas. Pinocho, y cosas así. Orson Welles, como a todo el
mundo. Kubrick fue uno de mis grandes héroes durante mucho tiempo, aunque no descubrí su
obra hasta los 16 o 17 años. En esa época acababa de empezar a ir al cine. Cuando hicimos
“El Rey Pescador” fui al Instituto Sundance, esa cosa que lleva Robert Redford.
Le mostramos la película a los estudiantes de cine. Uno de los veteranos que
estaba viéndonos era Stanley Donen, que había hecho “Siete Novias para Siete
Hermanos”, “Una cara con ángel”, “Cantando Bajo la Lluvia” y todos esos grandes
musicales. Empecé a revisar un montón de aquellas películas y me di cuenta de que debía
dedicarlas “El Rey Pescador”, porque habían supuesto una fuerte influencia sobre
mi estilo. Nunca me había dado cuenta hasta entonces, porque tan “sólo” eran las
películas que veía en el cine cuando era joven. Me encantan, pero las había
descartado porque en aquella época estaba descubriendo el cine en su totalidad...
Wardle: Y esas te
parecían una bobada.
Gilliam: Claro. Había
empezado a ver “El Séptimo Sello” y “Fellini, ocho y medio”, ya sabes, esas obras europeas en blanco y negro. Esas eran las películas que pensaba que más me
habían influido, pero las otras también me habían impactado. Las historietas de Harvey
Kurtzman y Willy Elder también me enseñaron cómo dirigir. Me
encantaban los gags visuales de Willy. Creo que me parezco algo a todos esos
tíos, porque comparto ciertas características con Harvey.
Era alguien que intentaba controlarlo todo y dejarlo todo definido claramente.
Harvey era un genio. Me encuentro dividido entre ambos. Mi otro lado es de
Elder. “¡Arrójalo todo dentro! ¡Que lo jodan y adelante! ¡Eso es lo que me hace reír!” Para ser el Dios que era, Harvey no era demasiado impresionante. [Risas.] Era muy dulce.
Wardle: Además de los
chicos de Mad, ¿qué otros historietistas o animadores te influyeron cuando
empezaste como dibujante de cómics?
Gilliam: Tex Avery, Chuck Jones, todos esos. Son insuperables.
Wardle: Sabía que
eras un gran fan de Tex Avery.
Gilliam: Al principio
no sabía ni quienes eran Tex Avery o Chuck Jones. Sólo conocía sus dibujos
animados. Los láser discs que acaban de editar me parecen magníficos. Te puedes pillar la colección completa de obras de Tex Avery. A mi hijo le encanta. Es más
surrealista que lo que han hecho la mitad de los artistas surrealistas.
Wardle: Y al igual que ocurre con tus películas, sé que los directores de las secciones de dibujos animados de
los estudios no tienen sentido del humor y no entienden bien a los Averys y a
los Clampetts de este mundo.
Gilliam: Lo único que me pueden ofrecer esas grandes empresas es trabajo, como ha ocurrido con mi película
[12 Monos] en la Universal. Les dije que solamente la haría si yo era el responsable absoluto de la mezcla final. Durante el proceso no me machacaron demasiado, pero porque les había avisado: “No quiero interferencias, sólo haré
la película si yo soy quien hace la mezcla final.” Cuando vas al cine, a veces
acudes para entretenerte, otras para intentar alterar tus percepciones, y
otras quieres elevarte. Hay un millón de razones para ponerte frente a la pantalla, pero la
mayoría de gente va a buscar entretenimiento, porque trabajan como burros
durante toda la semana. A mí no me supone ningún problema. Así que le dije al
estudio que lo que tenían que hacer es lo mismo que suele hacer la industria editorial de los libros. Tienen a gente como Stephen King, que vende toneladas,
pero sus editores además venden libros de poetas de poca monta y gente
similar. Si quieres, haz tus “Junglas de Cristal” y tus “Jurassic Park”, pero deja también
espacio para los poetas y para la gente que suele hacer cosas diferentes.
Wardle: ¿Y qué hay de
Hand Made Films? Llevo un montón de tiempo sin oír hablar de ellos.
Gilliam: Ahora las cosas están un poco paradas. En un principio, Hand-Made eran George Harrison y su mánager, Dennis
O´Brien, Y también los Python. La compañía se creó con la intención de hacer “La Vida
de Brian”, y Dennis era el que se estaba encargando de sacarla adelante. Era el
contable / abogado / mánager y también se convirtió en el mánager de la
“troupe” de los Python. Rodamos “La Vida de Brian” y “Los Héroes del Tiempo” y
una pila más de películas. Lo bueno era que teníamos trabajando para nosotros a un tío como
Dennis, alguien con un increíble talento para los negocios que además
tenía las cosas mucho más claras que nosotros. Nosotros, chicos con talento, no
teníamos demasiado claro qué es lo que queríamos hacer, lo que puede que estuviese
bien o mal, y solíamos tropezarnos unos con
otros, pero también nos dábamos cierta maña para hacer las cosas. Entonces él nos miraba y decía: “tengo
tanto talento como vosotros, pero soy capaz de tomar mejores decisiones.” Así que empezó a interferir cada vez más en las películas. Los
Python lo dejaron básicamente por ese motivo. Mike Palin hizo un par de
películas más, pero en realidad fueron operaciones que no tenían que ver con el resto.
Wardle: No parece que
“Los Héroes del Tiempo” tuviese demasiado éxito económico.
Gilliam: Fue uno de los
mayores éxitos de la compañía. Dennis estuvo interfiriendo y jodiendo las cosas
todo el tiempo. Yo no quise involucrarme demasiado, y es una verdadera lástima, porque podría haber sido una operación muy positiva. En los dos o tres últimos años la compañía empezó a colapsarse. Ahora todo se ha vuelto un poco
más complicado. George ha demandado a Dennis.
Wardle: Pero George tampoco
ha perdido mucho dinero, ¿no?
Gilliam: Ese es el
motivo de que lo haya denunciado. Cree que [Dennis] le ha estado timando.
PROYECTOS DE LOS PYTHON
Wardle: ¿Tienes
planeado algún nuevo proyecto con alguien de la vieja cohorte de los Python?
Gilliam: Si estuviese
haciendo una película en la que hubiese espacio para Mike o John o Terry o
Eric, segurísimo, estarían dentro de inmediato, porque son muy buenos. Terry Jones está haciendo “Wind In the Willows” (El Viento en los Sauces, 1996) y sé que le
encantaría hacerla como si fuese una película de los Python, porque las diversas partes del relato son perfectas para hacerla de esa forma, pero creo que intentará algo diferente. John pilló a Mike para hacer “A Fish Called Wanda 2:
Death Fish”, o como sea que se intente llamar. Pero tampoco creo que todo el grupo aparezca junto, porque no funcionaría demasiado bien.
Wardle: Supongo que es un poco parecido a lo que ocurriría si se juntaran los Beatles. Se pasaron una gran cantidad
de tiempo juntos y por eso no quisieron reunirse de nuevo.
Gilliam: Excepto que
los Beatles acaban de sacar dos nuevas canciones. Esta misma
tarde voy a ver si puedo hacer un videoclip para ellos. [Risas.] No sé si podré hacerlo. Me parece divertido, porque sé que aún no han liberado la canción.
Tendré que ausentarme de la oficina para poder escucharlas.
Wardle: No sé cómo
tomármelo. Lo mismo ocurrió con Nat King Cole, porque Natalie Cole hizo
un dueto con su padre fallecido. Drew Friedman dibujó una viñeta muy cáustica en
la que la mostraba sentada en el estudio al lado del esqueleto de su
padre, y la gente se indignó muchísimo. Pensaban que era de muy mal gusto,
pero ¡fue ella quien hizo algo de muy mal gusto! ¡Ese chiste
daba en el clavo!
Gilliam: Y por eso quiero hablar con ellos, porque no sé qué idea subyace detrás de hacer
algo como lo que acaban de hacer. Si van a ser demasiado mojigatos con todo este asunto, entonces sé que no saldrá nada bueno, pero si lo que realmente quieren hacer es
divertirse... Es como cuando hicimos el show del 25 Aniversario de los
Python el pasado octubre en Los Ángeles. Se lo dedicamos a Graham
[Chapman]. Al final de todos los clips y el resto de sketches le ofrecimos al público un tiempo de preguntas, y el moderador dijo: “Es
una lástima que Graham no pueda estar aquí con nosotros,” y su antiguo novio, David Sherlock, respondió: “Pero es que en realidad está aquí”, y abrió un
sobre lleno de cenizas y roció al público con él. [Risas.]
Wardle: ¡Oh, dios mío!
Gilliam: La gente se quedó alucinada. No creo que mucha gente se creyese que realmente era Graham, pero
¡realmente lo era! [Risas.]
Wardle: Es como cuando Cleese comentó en el funeral: “Graham Chapman, el co-guionista de “The Dead
Parrot Sketch”, ya no está entre nosotros.” “Ha dejado de ser. Ha fallecido y
se ha reunido con su hacedor...”, y siguió recitando el “speech” completo. Si
hubiese sido cualquier otra persona habría parecido de mal gusto, pero
sabemos que si Graham nos estuviese viendo desde allá donde estuviese, se
estaría partiendo de la risa.
Gilliam: Claro. Mike
también dijo algo muy gracioso: “Resulta duro pensar que Graham ya no está.
Como siempre, llega tarde.”
ESTIRANDO LAS COSAS
Wardle: ¿Has pensado en
escribir un libro para niños?
Gilliam: Si, tengo un
par de ideas rondando por mi cabeza que tengo que escribir en algún momento.
Wardle: Quizá cuando te
retires.
Gilliam: Eso es. Es mejor estirar las cosas. Esa ha sido siempre mi teoría. Es mejor no hacerlo todo de una vez. Tengo pensadas un par de buenas historias. En este momento las cosas
se están poniendo raras, porque tengo que tomar muchas decisiones. He llegado a un punto en el que ya no sé qué historia quiero contar. Después de “El Rey
Pescador” me volví un poco loco. Estaba desesperado, porque de repente había cumplido cincuenta años y sabía que no podría contar con los dedos de una mano las películas que quiero hacer
durante el resto de mi vida. Me volví un poco maníaco mientras intentaba hacer rápidamente la siguiente, y ese terminó siendo el mayor
espacio de tiempo que haya transcurrido entre dos de mis películas.
Wardle: ¿Por qué no has
actuado en más películas?
Gilliam: Porque me
encontraba demasiado ocupado intentando dirigir las mías.
Wardle: ¿Te suelen preguntar si te gustaría aparecer en las películas de otra gente?
Gilliam: Si, siempre lo
hacen. En realidad aparezco en “Spies Like Us” (Espías como nosotros, 1985). ¿Recuerdas la película de John Landis con Chevy Chase y Dan Aykroyd? En
realidad creo que fue una actuación sobresaliente. Yo era un doctor suizo que
se encontraba en Afganistán. También he grabado una serie para la BBC que aparecerá a principios de
este año, serán cinco partes sobre los principios del cine. En
realidad he estado interpretando a diferentes personajes, aunque creo que nunca he
hecho alguno que sea magnífico. Realmente no me lo paso tan bien actuando.
Wardle: Cuando hablas
sobre los personajes que has interpretado en las películas de los Python, suena
como si te lo hubieses pasado bastante bien.
Gilliam: Lo hice, pero
eran papeles cortos, para el momento. Supongo que nadie quiere que actúe con ellos en serio, no lo creo. Una vez, unos franceses me propusieron aparecer en una
película que estaban grabando, y empezamos a elaborar a mi personaje. No me sentía demasiado cómodo. Intenté esconderme detrás del maquillaje y el resto
de atrezzo. No quería que la gente me reconociese.
Wardle: ¿Cuál es el mayor error que crees que cometen contigo y tu faceta de cineasta?
Gilliam: Para serte
sincero siempre lo he pasado mal sabiendo cómo me perciben. Háblame de alguna
de esas ideas preconcebidas. [Risas.]
Wardle: Supongo que
eres irresponsable con el dinero, odias a las figuras autoritarias,
odias trabajar en un sistema de estudios.
Gilliam: Uno de los
errores habituales es el de que soy irresponsable con el dinero, es una completa equivocación. Todo lo que tienes que hacer es fijarte en lo que he
filmado y verás que la mayor parte se ha hecho con una fracción de lo que le
costaría a cualquier otro. En cuanto a mi resistencia a la autoridad, claro que es cierto, y no me parece una actitud equivocada. Creo que es absolutamente
cierto, porque la gente con autoridad es gente a la que no respeto demasiado. Si fuesen
gente a la que respetase, serían diferentes de como son.
Wardle: Es como la
gente que hace trampa con los impuestos. Supongo que si se dan cuenta de que su dinero va a servir para hacer cosas buenas, no deberían intentar engañar al Gobierno.
Gilliam: Estamos
viviendo una época muy interesante. Históricamente, el recaudador de impuestos ha
sido siempre el mayor enemigo. Jesús y María también quisieron escapar de él.
Wardle: Incluso aparece en las
parábolas: “¿Por qué debería almorzar con un recaudador de impuestos?”
Gilliam: Ahí lo tienes.
Lo más estrambótico de la democracia es que de alguna forma se supone que todos siempre pagamos nuestros impuestos. Por lo que somos buenos ciudadanos... ¡y una mierda! [Risas.]
Wardle: Mientras tanto
cogen tu dinero, se forran y luego intentan reparar las calles o lo que sea.
Gilliam: Claro. Esa
creencia de que la democracia es la que sería capaz de cortar de raíz todas esa mierda, el
engaño, la corrupción. De eso trataba “Brazil”. No importa en qué sistema estemos viviendo, siempre estará corrupto. Las teorías de Mao sobre la revolución
constante probablemente sean lo que está más cerca de mi forma de pensar.
Siempre estamos desechando gente, porque todos se vuelven corruptos, y luego tienes que quitarlos y poner a otro nuevo, para luego terminar desechándolo. La democracia no se creó para que funcionase de ese forma. La idea es que con la
elecciones puedes conseguir una emulación de ese sistema, pero lo que no se ha tenido en cuenta nunca fue todo ese asunto de la administración pública, la
burocracia, así que todos los sistemas están un poco jodidos y tú eres quien tiene
que preocuparse de echarlos abajo para empezar de nuevo. Pero la mayoría de la
gente no quiere hacerlo.
Wardle: Durante los
años de Eisenhower existía el sentimiento de que se suponía que no tenías por
qué criticar al gobierno. Se suponía que tenías que aceptar las cosas tal y como eran.
Gilliam: En realidad se
puede vivir agradablemente sin él. Quiero decir, dejé de leer periódicos
durante un par de años y no me supuso ninguna gran diferencia. Tienes que seguir
adelante con lo que quieres hacer. Pero si
te han educado para estar preocupado por lo que está sucediendo, si te han
educado para ser una de las personas que intenta hacer del mundo un lugar
mejor, es especialmente difícil. Se supone que debemos preocuparnos de lo que está ocurriendo en Ruanda y
Bosnia, pero la verdad es que te puedes quedar completamente abrumado de lo que está pasando en el mundo. Solía estar completamente deprimido porque fui educado para recoger esa información e intentar hacer algo con ella, y todo lo que sentía un
día tras otro era una completa impotencia, porque no podía hacer nada ¡y eso me enloquecía del todo!
Se suponía que tenía que preocuparme por ese niño que estaba pasando hambre, y yo no era capaz de hacer nada al respecto. Y me dije: “¡Que lo jodan! No me voy a volver a preocupar en la vida.” Me preocupo por lo más cercano y urgente e intento luchar por
resolverlo. Creo que ese es uno de los efectos negativos de que la televisión nos esté atacando frontalmente un día tras otro. La gente debería empezar a alejarse de
ella.
Wardle: Antes de la
televisión tan sólo se conocían las noticias que se producían en la zona donde
estabas viviendo. Si ves a un vagabundo puedes ayudarlo. Pero cuando ves el problema de la pobreza a nivel global...
Gilliam: Ese es el
problema de vivir en una comunidad global. Existen problemas a muchos niveles,
pero no puedes tratar con ellos. Ese es el motivo de que existan tantos
movimientos separatistas por todos lados, porque la gente intenta volver al sentimiento de comunidad, algo que tenga algún significado. Todo ese rollo comunista
sobre deshacerse de la familia y que el Estado eduque a los hijos, ¡no
funciona! Las familias siguen siendo la mejor unidad de todas. El problema de las familias es que ya no nos las podemos permitir. El mayor
problema de todos es el número de gente que existe en el planeta, así que ¿por
qué deberíamos preocuparnos por las enfermedades y las guerras? Me gustaría
alentarlas. Creo que la naturaleza está intentando cortar por lo sano. ¡Voy a esforzarme para que haya más guerras y enfermedades! [Risas.]
Wardle: Pero será mejor que no le digas esas cosas a la gente. Van a creer que eres alguien completamente insensible.
Gilliam: Ese es el
motivo por el que los pro-vida están tan equivocados. El mayor problema es que hay
demasiada vida en el planeta. La inviolabilidad de la vida humana está siendo
destruida por la cantidad de vida humana. Me encanta cuando los pro-vida
bombardean clínicas para abortar. Porque según vas envejeciendo te vas volviendo más y más... no diría que cínico, sino que me gusta más la ironía que supone
vivir. [Risas.]
Wardle: Una última
pregunta: ¿Crees que alguna vez llegarás a un punto en tu vida en el que seas o bien demasiado viejo o bien hayas tenido demasiado éxito como para no seguir
sintiéndote como un estúpido?
Gilliam: [Risas.]
Espero que no. El membrete de mi empresa es Poo Poo Pictures. Sigo pensando que en algún momento terminaré madurando, aunque sé que es algo que todavía no ha ocurrido. No lo he
sentido en toda mi vida. Espero conseguir algunas respuestas antes de morir.
Este año voy a cumplir 55 años. Creo que mi idiotez me mantiene joven. Mike Palin y
yo siempre solíamos decir que lo mejor es sentarse detrás del todo en clase y empezar a carcajearte. Nosotros éramos de esa clase de gente. Una vez estaba en un
programa de radio en Dallas, tras el lanzamiento de Munchausen, y alguien que la
había visto llamó a la cadena y con un acento
sureño de palabras arrastradas dijo [imitando el tono del sur de los EE.UU.]: “era magnífica, Terry. Me
reí con asombro absoluto.” Esa frase describe perfectamente mi actitud. Es
tan jodidamente maravilloso no tener que doblegarse y tratar las cosas
solemnemente... todo lo que tienes que hacer es partirte de risa. Quiero que lo
pongan en mi tumba: “Terry Gilliam... se reía con un asombro absoluto.”
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