jueves, 15 de octubre de 2015

MISO CACHONDO, EL SEXO EN LOS CÓMICS JAPONESES (1 de 3)

Artículo de Toren Smith para The Comics Journal nº 143 (1991), traducido por Frog2000. (Nota, el título original del artículo -MISO HORNY- se refiere a un ingrediente habitual de la comida japonesa, pero también se podría traducir como "ESTOY TAN CACHONDO" -Me-So Horny.)

La historia del sexo en los cómics japoneses empieza en el S. XVII gracias a la popularidad alcanzada por los "shunga", grabados en madera eróticos producidos en grandes cantidades durante los siguientes doscientos años. Estas impresiones eran descaradamente gráficas, y a menudo mostraban los cuerpos de la gente participante reducidos a poco más que a puntos de sujeción de sus enormes genitales. Durante el período de Restauración Meiji en Japón, el shunga estaba mal visto por las autoridades, ansiosas de que Japón mostrase su rostro "civilizado" durante su reincorporación al mundo moderno. El régimen que condujo al país hacia la Segunda Guerra Mundial no era precisamente progresista, y en realidad no fue hasta después de que acabara la Ocupación cuando el erotismo empezó a deslizarse por todo el arte japonés.

A decir verdad, por culpa del colapso del sistema de bibliotecas de pago (en gran medida provocado por el inesperado éxito de las baratas revistas de cómic como el Shonen Magazine de Kodansha Publishing), los cómics japoneses no empezaron a explotar en serio los temas eróticos hasta la década de los sesenta. Los artistas que habían trabajado para ese sistema habían empezado a investigar cómo describir la violencia gráfica y habían declarado orgullosamente que ellos dibujaban gekiga (historias dramáticas), no simples cómics. Buscando el realismo -y los lectores-, era inevitable que el sexo hiciese su pronta aparición.
Según se diversificaba el mercado del cómic japonés, el sexo se derramó desde el gekiga hacia casi todos los nichos imaginables del mercado. El gekiga continuó con sus dibujos realistas y a menudo violentos, pero las otras subdivisiones importantes del mundo del manga desarrollaron su propio enfoque. Los cómics para chicos empezaron a explorar el sexo "bonito", que en su mayor parte consistía en el "panchira" ("escenas donde se ve ropa interior") y apariciones de chicas tomando una ducha. Los cómics para chicas eran más recatados, con pocos desnudos y con el "acto" auténtico representado con tales restricciones románticas como para ser casi indetectable. Los cómics para adolescentes eran un poco más audaces, pero seguían enfatizando el romance por encima de todo lo demás. Los cómics para mujeres también ofrecían muchas historias de amor homosexual, que sigue siendo muy popular. Inevitablemente, aparecieron cómics dedicados a la pornografía, y la mayoría de su argumento y narrativa fueron relegados a un distante segundo plano en favor de la representación de cualquier acto sexual que nos podamos imaginar (y algunos que probablemente no hayamos pensado nunca.)

Si tenemos la intención de entender por qué el sexo en el manga se describe de esta forma, deberíamos examinar las leyes y su trasfondo cultural. El artículo 175 del Código Criminal Japonés proporciona la espina dorsal de toda la legislación contra la pornografía en Japón, y dispone de cierto número de peculiaridades. El vello público y los genitales adultos no se pueden dibujar, y tampoco se puede mostrar cómo los personajes se tocan las ingles. Sin embargo, las descripciones "extremadamente humorísticas" de los genitales están permitidas, dejando un vacío legal tremendamente difuso. Otro sorprendente aspecto del Artículo 175 es que los genitales de los niños sí que se pueden enseñar, una cláusula que algunos creen que ha llevado directamente al amplio interés sobre la pornografía infantil que existe en Japón. Al igual que ocurre con las leyes anti-pornografía de los Estados Unidos, su aplicación es muy variable. Cada prefectura tiene sus propios estatutos, y su aplicación a menudo tiene motivaciones políticas.
Los ataques contra la pornografía suelen ser recurrentes y a menudo están dirigidos por la PTA [Parent-Teacher Association] (en Japón tiene más fuerza que en los Estados Unidos). El primero de estos ataques contra los cómics tuvo lugar a mediados de los cincuenta cuando bajo el estandarte de la Campaña Para Censurar La Lectura Negativa se quemaron algunos manga junto con revistas eróticas baratas. Pero como señalaba Frederik Schodt en "Manga! Manga!": "...los niños siguieron leyendo, los editores aguantaron, y finalmente los padres se rindieron." En 1968, la PTA de nuevo se apresuró a atacar los cómics, incitando a la acción en contra de la comedia sexual "Harenchi Gakuen" (Shameless School) de Go Nagai. Otra tormenta arreció en 1979 con la publicación del libro "Los Cómics Que Han Arruinado Las Mentes Japonesas", de Mitsuo Matsuzawa. Pero finamente, ninguna de estas campañas tuvo demasiadas consecuencias, y los dibujantes y editores siguieron publicando sus series sin restricciones.

Sin embargo, en 1989 un serial killer llamado Tsutomu Miyazaki fue atrapado mientras violaba y desmembraba a varias chicas impúberes. Las cámaras de los medios de comunicación se demoraron cariñosamente en la amplia colección de cómics, anime y películas "slasher" que poseía, y el pánico se extendió por todo el medio del cómic. La atención pronto se centró en su mayoría en las películas "slasher", objeto de los ataques más ardorosos. Los manga habían evitado ponerse bajo los focos, pero solo sería por un breve espacio de tiempo.
En 1990, Isako Naka, una madre de cincuenta años con tres hijos se sorprendió mucho al hojear una copia de "Angel", un popular cómic pornográfico dibujado por un artista que se llama a sí mismo "U-Jin". La mujer creía que el estilo artístico tan "bonito" era engañoso y podía hacer que los niños se comprasen un cómic que esencialmente era pornografía hardcore, por lo que formó un grupo, "La Asociación Para Proteger A Los Niños De Los Cómics", que encabezó una campaña muy efectiva contra lo que llamaron "comic books nocivos". Estaban respaldados por un grupo de derechas que en realidad quería cambiar la Constitución y que había sido acusado de usar a la policía para forzar la censura política. "Todo el mundo cree que este grupo de padres son demasiado poderosos", afirmó Shinobu Watanabe, un editor de cómics de Tokyo, "pero la cifra total de firmas que han recogido durante su famosa campaña a lo largo de este último año sólo equivale a un cinco por ciento de la población de Japón."

En cualquier caso, los editores se empezaron a asustar, y muchos de ellos estuvieron de acuerdo en etiquetar los cómics para adultos como tales. Identificando la etiqueta como un beso de la muerte para las ventas, muchos artistas de manga rehusaron a dejar que sus cómics la luciesen. Se intentó que la novela gráfica donde se recopilaba la historia cyberpunk de Masamune Shirow, Kokaku Kidotai [Ghost in the Shell], la llevara en portada, pero tanto Shirow como su agente lucharon vigorosamente en su contra, y el tomo se editaría a finales de este año sin el sello.
Recientes redadas en varias tiendas de cómics de Tokyo han sido ampliamente publicitadas, pero no se menciona demasiado a menudo que los cómics incautados han sido casi exclusivamente los dojin-shi ("fanzines") de contenido hardcore. Sin embargo, no hay duda de que los últimos cinco años han supuesto un período en el que ha aumentado la persecución, y que sólo es una cuestión de tiempo antes de que publicaciones como "Angel" tengan conflictos con la ley. Katsuya Shirai, editor de Young Sunday, la revista donde apareció Angel, admitía que esta vertiente del cómic se había "exagerado" en un intento de ganar nuevos lectores. Shirari es ampliamente recordado como un genio entre los editores de comic book, y su decisión de publicar Angel fue vigorosamente defendida por muchos fans y artistas de manga. "No somos tan ingenuos como para mezclar la ficción y la realidad", se burlaba un lector en una carta de protesta.

De hecho, la incapacidad de muchos grupos anti-pornografía para probar la conexión entre los cómics extremos y los crímenes en el mundo real ha demostrado ser bastante vergonzosa. Fumio Yamashita, de la división centrada en los jóvenes del Cuerpo Nacional de Policía ha sido alguna vez citado asegurando que sólo conoce tres casos de crímenes cometidos por menores que se puedan atribuir a "esas versiones en cómic de vídeos pornográficos". Yasumasa Miyahara, un ensayista de varias revistas tokyotas, también ha señalado que los crímenes violentos, incluyendo la violación, han descendido en Japón durante los últimos cinco años. "Si estos cómics son tan perniciosos como comentan", se pregunta, "entonces, ¿por qué los lectores no se están convirtiendo en sociópatas?" Por otro lado, es cierto que la industria de cómic japonesa bajará el tono de sus productos en el futuro inmediato.
Aparte de los cómics dedicados al erotismo, la mayor parte del manga tiene contenido sexual de una u otra forma. Culturalmente, la actitud de los japoneses respecto al entretenimiento difiere bastante de la nuestra. Mientras que ellos viven en una sociedad muy conservadora que enfatiza "el grupo" y frunce el ceño ante la exhibición de la individualidad, el humor sexual y escatológico es algo que por lo general se puede encontrar en todos sus medios.

El contenido sexual, aunque leve, aparece en los manga para niños de edades tan jóvenes como los doce años. Cómics como "Maicching Machiko-sensei" contienen escenas de estudiantes subiendo de un tirón las faldas de las chicas para poder ver su ropa íntima, o intentando sorprenderlas en la ducha. Los desnudos en las bañeras o en el baño son tratados, culturalmente, de forma bastante diferente que en otros contextos. Estos cómics raramente van mucho más lejos, excepto de forma ocasional, cuando un chico intenta posar sus manos sobre los pechos de una chica (y por lo general es abofeteado por la niña dejándolo como un bobo). Todo está interpretado bajo la forma de una comedia "slapstick" y dibujado con estilo cartoon.

(Continuará)

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