jueves, 25 de abril de 2013

TRUENO INTERIOR: PAISAJES DEL FUTURO CON BRIAN ENO, por Alan Moore

Artículo de Alan Moore para Arthur No. 17, julio 2005. Traducido por Frog2000.

"Lo mejor es eliminar las ambigüedades y transformarlas en algo específico."

La primera mitad del siglo XX fue testigo de cómo todas las energías y órdenes del día que habían estado impulsando a la cultura occidental desde sus orígenes alcanzaban sus lógicas, aunque sorprendentes, conclusiones en los varios incendios de Auschwitz, Dresde o Nagasaki, tras los cuales todos nos sentamos aturdidos entre los fragmentos humeantes de nuestras visiones del mundo, cuando todas nuestras certezas sobre las deseadas utopías futuras se nos revelaron como endebles decorados de cartón piedra reducidos a vívidas, nítidas y dolorosas astillas. Finalmente, lo único que habíamos conseguido era tierra quemada, traumas causados por los bombardeos, y encima no teníamos plan B alguno. Hiroshima resonó en la mentalidad traumatizada y ansiosa de la década de los cincuenta, pasando a través de la Cultura de la Bomba de Jeff Nuttall con una reverberación estremecedora aposentada en algún lugar entre el tañido fúnebre y los temblores de una alerta sísmica. Nuestra respuesta a las malas noticias esculpió una fractura en la sociedad, llana negación por un lado e histeria paralizada por la culpa en el otro, una división entre los que negaban obstinadamente la idea de que mañana podía ser diferente a partir de ahora mismo, y los que estaban obsesionados por el hongo nuclear y despreciaban la idea de que pudiese existir un mañana. Te darás cuenta de que las dos actitudes han evitado de forma bastante conveniente cualquier necesidad de pensar de forma creativa sobre el futuro, esquivando además cualquier obligación de considerar la situación a largo plazo. El futuro es ahora, está contaminado con pequeñas vetas de radio, estroncio y cenizas, y en cualquier caso no tenemos necesidad alguna de estar preparados para el mismo.

A lo largo de la década de los cincuenta había muy pocas conexiones entre ambas visiones terminales, complaciéndose una en su sensación de éxtasis y la otra en su sentido de la fatalidad, pero estas dos razones para seguir existiendo fueron replanteadas y cultivadas por los artistas de la época, músicos avant-garde, poetas beat. Hacia mediados de los sesenta, habían conseguido convertir el delgado hilo conceptual existente entre la monotonía de Eisenhower y Macmillan y el Armagedón de Oppenheimer en un territorio próspero y fértil donde el tenso futuro podría emplearse de nuevo e incluso encontrar algún significado en su interior, una actitud a partir de la que poder imaginar un futuro de nuevo, desde donde quizá se podían echar raíces. Criada a partir del fermento y estímulo del momento, la escena británica de la exuberante Escuela de Arte Progresiva, mezclada con una vasta red de laboratorios de artes experimentales e improvisación, fueron el telón de fondo psicodélico que la nueva ola de talento creativo pondría de manifiesto durante los setenta, una vez que toda la crepitante contracultura de los diez años anteriores prosiguió su camino. De alguna manera, el parque de atracciones de ozono y brillantina del glam rock, con toda su sexualidad y su futurismo crepuscular, hizo hervir la nostalgia por el futuro entre los escombros fosforescentes de los sótanos bohemios y las "happenings" en activo. Fue un mantillo rico en sueños que terminó estrellándose para ser pisoteado y digerido a continuación. David Bowie y Steve Harley nacieron enraizados en el Laboratorio de Arte de Beckenham. Brian Eno se pasó los sesenta absorbiendo la influencia de tutores como el compositor Cornelius Cardew o Tom Phillips, autor de la obra maestra "A Humument". En sus más profundos e interesantes extremos, el hippismo underground se convirtió en una mina de oro vestida de terciopelo.

La peculiar electricidad que chispeaba a través de las pieles de leopardo y las lentejuelas provenía de las tensiones que iban más allá de la ambigüedad sexual de los pintalabios utilizados por los albañiles, obviamente heterosexuales. También surgieron líneas de tensión que atravesaban el pasado y el futuro, quedándose la propia subcultura atrapada entre ambos como un Jano de aluminio y plástico, una de sus caras poseía la anhelante mirada de la Garbo entrenada en el romance del celuloide del ayer, y la otra miraba a través de su maquillaje teatral con forma de rayo hacia el deslumbrante alienígena que tenía delante, un conflicto dinámico que se hizo evidente a través de los ojos disímiles de Bowie, y en la tensa brillantez del grupo más emblemático de la época del pop, Roxy Music. El sonido era una lucha tirante y estirada entre la gestión de cueva reptiliana y visión retro de Bryan Ferry y el brillo pantanoso y de ciencia ficción con el que se revestía Brian Eno. Lo mismo le ocurrió a Noel Coward en el rodaje de La fuga de Logan. Cuando inevitablemente se partió el hilo, el artista del sintetizador y no-músico a su vez, se liberó de repente de cualquier gravedad ejercida por los polos opuestos, y pareció que de forma instantánea abrazaba una estratosfera conceptual remota y breve que en realidad ya existía anteriormente, capaz de arrastrar la década junto al flequillo iridiscente del músico.

Si hablamos en términos de complejidad y amplitud del radio provocado por su explosión, resulta difícil estimar la forma en la que la posterior carrera en solitario de Brian Eno impactó en la cultura. Durante la primera oleada de los setenta, su manifiesto, todavía sin desempaquetar pero intuible en las dos florecientes notas minimalistas de "Baby´s On Fire" y en las visiones de cascadas metálicas del trabajo realizado junto a Robert Fripp, fue algo que (no obstante) había que engullir. También esa energía se podía observar en el inventivo robo de las fotografías propagandísticas chinas que narraban historias y que engendraron "Taking Tiger Mountain By Strategy", y en el pensamiento subyacente en las ingeniosas y creativas sugerencias increíblemente útiles etiquetadas como "Oblique Strategies" que Peter Schmidt y él editaron en enero de 1975. Incluso también era evidente en las desordenadas repisas que aparecían en la cubierta de "Here Come The Warm Jets", en la tarjeta pornográfica a la que hace referencia el título del álbum, en el astuto y sutil sentido del humor que exhalaba. Rápidamente su etapa como icono glam trascendió de forma considerable, y Eno se convirtió en el ejemplo más coherente y capaz de la vanguardia del que haya sido testigo alguna vez la cultura popular. Se transformó en algo nuevo y sin precedentes, algo que se negaba a ser etiquetado, salvo bajo sus propios términos auto-inventados.

Si existe algo más que verdaderamente notable en la casi única y total transformación realizada por Eno en cuanto a la forma en la que pensamos sobre nuestra cultura del entretenimiento, más sorprendente aún que su invención casual del "sample" o de la música "ambient", es la tranquilidad y sobre todo, la discreción con la que lo ha logrado. Esa discreción a la hora de llevar a cabo sus dinámicas dinamitaciones y demoliciones, la delicadeza de sus excavadoras echando abajo paredes de salón mientras todo el mundo sigue tomando el té, casi sin que parezca que sus residentes se den cuenta. Nos pasamos el azucarero educadamente sin mencionar que el techo acaba de desaparecer. Tal vez conscientes de que en última instancia tienen muy poco original que comunicar y sin expectativas de efectuar cualquier cambio notable en la sociedad, muchos de sus contemporáneos del pop compensan sus carencias con un alarde y sucedáneo de peligrosidad en las letras, en su apariencia o en su estilo de vida, mientras que la naturaleza nos dice que las bestias verdaderamente peligrosas se encuentran agazapadas bajo la hierba y suelen elegir no anunciar su presencia hasta que es demasiado tarde. Al trabajar en los extremos sin jerarquía de la cultura y profundizar en la vida social ultra-violeta, [Eno] consigue llegar sigilosamente a las "Tiger Mountain". Implacablemente inteligente y en absoluto sentimental, consiguió hacer su trabajo hasta enloquecer, aunque en cierta forma parece alguien la mar de amable.

Con frecuencia, su función es catalítica, lo que provoca una profunda reacción mediante la que sólo él mismo es el único que no se ve notablemente afectado. La colaboración posterior de Eno durante la década de los setenta con su antiguo socio del glam, David Bowie, especialmente en "Low", fue enormemente importante para la conformación de los movimientos punk y New Wave, aunque nunca haya sido catalogada como parte de dichos fenómenos. El sampleo de las noticias de televisión sobre la muerte del industrial holandés Hans Martin Schleyer a manos de la RAF proporcionó a la música House todo su mobiliario auditivo, una donación lo más parecido a la caridad, justo desde el mismísimo anonimato. Incluso sus declaraciones de usar y tirar son válidas, como aquel comentario en el que aseguraba que mientras que sólo algunos pocos cientos de personas han escuchado alguna vez a la Velvet Underground, todo el mundo ha formado grupos que los reciclan interminablemente sin tener verdadera conciencia de cuáles son su orígenes, y sin embargo su esfera de influencia continúa expandiéndose sin cesar. Su ubicuidad parece dar a entender que mientras que sólo algunos cientos de personas han prestado atención alguna vez al trabajo de Brian Eno, todos ellos han conformado territorios nuevos gracias al mismo.

Propaganda para un estado mental completo, sus actos artísticos impregnan el mundo como un virus beneficioso, con ideas que infectan al anfitrión y lo transforman en un vector a través del cual la infección se sigue propagando. Al igual que ocurre con todos los virus que logran su objetivo, existe una estrategia mediante la cual las inmuno-defensas del huésped y la resistencia a las ideas se pueden sortear, en el caso de Eno esa estrategia es de una belleza tan simple como necesaria. Sus ideas, envasadas irresistiblemente en el interior de un discurso inquietante de notas y tonos embelesados, son demasiado profundamente encantadoras e importantes, y tan obviamente ciertas como para dejar de fomentar cualquier tipo de oposición, cualquier tipo de barricada. Se trate de los elegíacos finales de temporada de "Some Faraway Beach" o el rastreo fascinante de cristal y gotas de lluvia de "Thursday Afternoon", o el final en "It´s the Stars..." que refrena y pone fin a su maravillosa colaboración llena de intención con John Cale, o el tema "Wrong Way Up", o el ambiente que reproduce "The Shutov Assembly" y la emocionante "Ikebukuro", cada pieza reporta una presencia sublime y edificante que no tolera ninguna oposición, una eunoia iluminadora, un pensamiento hermoso capaz de cambiar a la gente y sacar a la superficie su paisaje interior.

El propio autor evita toda clasificación y restricción definiéndose obstinadamente con términos de lo que no es, un no músico, una forma de actuar que lo capacita para hacer caso omiso de todas las barreras, pudiendo acceder a zonas donde los músicos no suelen aproximarse: futurología, cine, moda. Perfume. Política. Es el perfecto habitante del futuro, el modelo de a lo que los humanos van a poder aspirar cuando no estén comprometidos con el equipaje o el lenguaje de las limitaciones que nosotros mismo hemos establecido en nuestras prisiones del pasado, mejor aún, es capaz de hacer que todo parezca aún más divertido. Una vez, la única vez que tuve el privilegio de estar en su compañía mientras grabábamos una entrevista para la serie de Radio Four, "Chain Reaction", apareció con la ropa que había llevado el día anterior, justo después de haber realizado su consulta diaria de su pack de instrucciones titulado "Oblique Strategies", donde el mismo se exhortaba severamente para que "no cambiase nada". Tras haber pulido mis zapatos hasta que pareciesen estar hechos de una piel demasiado fina en un esfuerzo por impresionarlo, por si el jugueteo con mi pelo y mi sonrisa boba no lo hacían demasiado, no me sorprendió mucho cuando también él insistió en pulir sus zapatos justo antes de empezar el programa. Le señalé que estaríamos en antena y que nadie se daría cuenta del estado de su calzado, a lo que respondió preguntándome si yo no pensaba que, de alguna forma, el sonido de los zapatos polvorientos era capaz de retransmitirse por las ondas. Me quedé paralizado, y honestamente no tuve ninguna respuesta para este espontáneo koan Zen. ¿Cómo es el sonido de un zapato con polvo acumulado?

Brian Eno es una de las luces más brillantes de nuestra cultura moderna, una aparición radiante que ilumina los rincones más oscuros e interesantes, alguien al que todos deberíamos estar agradecidos de estar vivos a la vez que él. Es el zumbido ambiental del motor, la onda alfa armónica apenas audible detrás de la Civilización. Todos deberíamos sentarnos en silencio y escucharlo.

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