miércoles, 19 de septiembre de 2018

MÚSICA Y CÓMICS: ROBERT CRUMB ES TODA UNA FOLK-STAR

Entre 2105 y 2016 escribí una serie de artículos sobre la relación entre la música y el cómic para el facebook de Gotham Central Comics de Getafe. Uno de ellos se centraba en las LOCAS de Jaime Hernandez y con el tiempo se hinchó, corrigió y mejoró, convirtiéndose en uno de los escritos de los que estoy más orgulloso. Apareció publicado en Karate Press. El resto los iré rescatando por aquí.

Si me preguntas cuál es mi película predilecta relacionada con los cómics, diría que esa es Crumb [Terry Zwigoff, 1994], el documental que analiza al prolífico creador como el Crumb-ser-humano-con-imperfecciones en lugar del Crumb-responsable-del-cómic-underground, o el Crumb-estrella-del-medio-de-la-historieta, captando así perfectamente quiénes somos, de dónde venimos y acaso hacia dónde vamos el resto de nosotros. Robert Crumb era un talentoso tipo anónimo que no sabía bregar con la realidad tal y como estaba montada mientras estaba creciendo, y que encima tenía que compartir su desazón con una familia desestructurada, por lo que tuvo que refugiarse en un entorno más cómodo, el de la imaginación, donde sería el Rey y no el Perdedor. Crumb se sabía diferente porque sus gustos eran más sofisticados que los del resto de rednecks que asistían a su mismo colegio. Sabía que no encajaba y que nunca lo aceptarían, porque nunca se le habría ocurrido, como ocurría en las conversaciones que captaba a vuelapluma en la calle, celebrar la mediocridad, ¡es que ellos incluso la alentaban! Sabía bien que las debilidades que lo convertían en un bicho raro parecían más terribles que las de sus compañeros y vecinos. Su lenguaje corporal y aspecto desgarbado, que se quedarían congelados en el tiempo durante décadas, provocaban rechazo y disgusto entre sus semejantes. Pero por lo menos el futuro autor tenía un espíritu investigador y mucha inquina escondida madurando, lista para arrojar contra los habitantes de este loco mundo cuando llegase el momento adecuado. A pesar de que lo más saludable sería pasar desapercibido, a veces al joven Robert no le importaba potenciar su diferencia con declaraciones tan peregrinas como "de pequeño me sentía sexualmente atraído por Bugs Bunny". A Crumb, un espíritu ácrata que parecía estar condenado a una existencia solitaria, no le quedó más remedio que refugiarse en sus dos pasiones: los cómics y la música. Y allí se hizo fuerte. Inconscientemente y en contra de lo que le dictaba el sentido común, que era quedarse callado y seguir cómodamente oculto en su madriguera, de nuevo, su actividad lo convertiría en un rostro conocido. Qué poco sospechaba el joven autor que en menos de quince años su carrera provocaría mucho, mucho ruido.

Crumb dibujaba mucho, a todas horas, y llegó a perfeccionar su estilo de tal forma que cualquiera al que se le coloque el sambenito de "underground", inmediatamente tendrá que pasar "la prueba del algodón" y ser comparado con el dibujo del autor. El dibujo de Robert Crumb es reconocible de inmediato, el de aquellos a los que ha inspirado es reconocible como una copia -a veces afortunada, otra no tanto- del maestro. Los tebeos del creador de Fritz, el Gato también difieren entre sí. Resulta relativamente sencillo saber cuáles de las historietas de Robert Crumb pertenecen a su época más díscola y subversiva (aunque nunca se haya ablandado del todo, metiendo siempre el dedo en el ojo de los que quieren reglamentar a sus congéneres y denunciando sin complejos la impudicia y la "idiocracia"), cuáles están influenciadas por el LSD, con cuáles quiere patear la hipocresía y cuáles son puramente lúdicas, gozosos ejercicios creativos. Pero sobre todo, lo que ha conseguido Crumb es idear un canon de dibujo y, en menor medida, de guión. Por eso es uno de los autores vivos más importantes en la actualidad.

Su otra pasión, la música, es la que le confiere otro de los rasgos más interesantes a este creador. Crumb es un impenitente coleccionista de discos. Sus estilos favoritos son el blues, el jazz y el folk surgidos en la Norteamérica de principios de Siglo y que en muchos casos quedaron recogidos en discos a 78 revoluciones, que al principio se fabricaban de pizarra. En el documental "Crumb" se puede ver su colección y resulta impresionante, sobre todo cuando empiezas a echar cuentas de cuánto tiempo de su longeva vida se habrá pasado el autor oriundo de Filadelfia para juntar todas estas valiosas y caras piezas de cultura musical. Y escucharlas. Su pasión también le ha llevado a formar parte de desvencijados grupos como The Cheap Suit Serenaders y Les Primitifs du Futur, que funcionan como un reproductor viviente y actual de los gustos de sus músicos. En una entrevista en el The Comics Journal, Crumb, tan poco dado al auto-bombo, contaba cómo se vio envuelto en la vida de una banda que después de formarse en los setenta, aún parece seguir en activo de forma esporádica:

"Bueno, empecé a salir con Rober Armstrong, Al Dodge y Terry Zwigoff porque todos teníamos gustos en común en lo que se refiere a la música, los viejos cómics y todo lo demás. Llevábamos varios años tocando de forma casual, hasta que un día alguien nos preguntó de refilón si tocaríamos por dinero en una fiesta. Nos chocó muchísimo, pero nos quedamos con la idea de que se podía hacer dinero con esto. Lo siguiente fue que Nick Perls, que trabajaba en una pequeña compañía discográfica de Nueva York, Yazoo Records, nos llamó y nos preguntó si nos gustaría grabar un álbum. No sé cómo se le ocurrió la idea. Probablemente oyese hablar sobre nuestra banda. Pero aquello disparó las fantasías de todos de convertirnos en estrellas del rock o algo así. Durante un tiempo, Al y Robert estuvieron pensando de verdad que podrían llegar a a vivir del grupo, que ganarían un montón de dinero y que se convertirían en grandes celebridades gracias a los Cheap Suit Serenaders. Así que empezamos a darlo todo por el grupo para pasar al siguiente loco nivel con el que también tuvimos que terminar lidiando. Y Al fue muy inteligente y manipulador, y supo mantenernos involucrados en la carrera musical de los Cheap Suit Serenaders durante años."

Cuando Robert Crumb embellece una de las recopilaciones de Yazoo, donde se rescatan por estilos o por autor las músicas que dieron forma a lo que se conoce como "música popular", el producto se convierte inmediatamente en pieza de coleccionista, debido a su atractivo dibujo, reforzando además la labor arqueológica de recuperación de piezas añejas que siguen igual de estimulantes que cuando se crearon, pero que además poseen la capacidad de evocar una etapa de la cultura norteamericana que solo por la pura fuerza de esa música se revela importante. Música, eso sí, desconocida incluso en el momento en el que se grabó y comercializó, llegando a muy pocos. 

Alguien tuvo una gran idea cuando decidió publicar muchas de las ilustraciones de Crumb centradas en su pasión por el folk y blues de Yazoo, más algunas otras aportaciones realizadas en el campo de la ilustración sobre músicos como Ma Rainey o Blind Lemon Jefferson, trading cardscarteles y pósteres impulsados por su pasión de coleccionista, en un libro recopilatorio (aquí publicado por La Cúpula en 2011 con el título de "La Colección de Portadas de Discos") cuyo formato se asemeja al de un vinilo. Un objeto que puede pasar desapercibido pero que es un complemento ineludible en la caudalosa bibliografía de nuestro dibujante. Robert Crumb se crece cuando ilustra, porque sabe que tiene que captar el ojo en menos tiempo, ya que la ilustración es un arte menos acumulativo que el del cómic, da mucho menos tiempo a quedar cautivado, por lo que el maestro se demora mucho más en sus dibujos, los perfecciona, los mima. Sus retratos de los bluesman y las portadas de los recopilatorios, al igual que los antiguos estilos practicados por los grupos con los que toca en directo, también se las arreglan para recoger la esencia de ese pasado rememorado y materializarlo en el presente. Son dibujos -y canciones- impregnadas de una profunda carga emocional cuya contemplación o escucha también podría provocar la nostalgia a cualquiera que no se haya visto nunca atraído por una música que de tan pura produce sobredosis sensorial.

En la misma entrevista, Crumb recordaba su actividad como músico:

"Estuvimos tocando en el circuito "folknik", pero nadie se ha hecho rico interpretando este material. No es como la música rock ni nada parecido. Cuando tocas con ukeleles y acordeones no tienes el mismo atractivo. [Risas.] Diseñamos cómo sería nuestra actuación encima del escenario y aprendimos cómo tocar para entretener a un grupo de gente en un "nightclub" con este pequeño espectáculo. Nunca me sentí demasiado cómodo en mi papel de intérprete en directo. Por lo general nunca he sabido cómo mirar a la gente cuando estoy sentado frente a ella y veo sus expresiones de perplejidad. Pero me divertía mucho con la música, mientras la tocaba estaba feliz. Y también me gustaba estar con los chicos. Pasamos buenos ratos. Es una buena forma de conocer chicas. De vez en cuando podía conocer alguna."


1-The Cheap Suit Serenaders - I´m Gonna Get It
2-The Cheap Suit Serenaders - Singing In The Bathtub
3-The Cheap Suit Serenaders - Sing Song Girl
4-Robert Crumb - Hula Medley
5-Les Primitifs du Futur - La Valse Chinoise
6-Les Primitifs du Futur - Cruelle Tendresse
7-Les Primitifs du Futur - Dionnette
8-The Crumb Family - St. James Infirmary
9-R. Crumb And His Keep On Truckin' Orchestra - Wisconsin Wiggles
10-R. Crumb And His Keep On Truckin' Orchestra - River Blues
11-The Crumb Family - In The Pines
12-Robert Crumb & Jerry Zolten - Chimpin 1
13-Robert Crumb with East River String Band - Where you been so long

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