jueves, 20 de septiembre de 2018

MÚSICA Y CÓMICS: SPIDER-MAN LOW-COST

Rescato otro de los artículos que escribí en facebook relacionados con los cómics y la música.

Aunque no es cierto, pensar que este despropósito, los dibujos de los sesenta de Spider-Man, fueron un tropiezo de Hanna-Barbera es bastante habitual, pero es que no es para menos. Producidos por Ralph Bakshi de la forma más módica posible, siempre han sido uno de los adminículos de Marvel más engorrosos de consumir. Cualquiera que en la actualidad sea capaz de tragarse sin pestañear alguna de sus tres temporadas, especialmente la segunda y la tercera, entrará en una dimensión desconocida parecida a la que presentaban los demonios de Clive Barker en Hellraiser, donde el placer y el dolor se mezclan sin remisión. La cadena de televisión ABC externalizó la producción de la serie animada y para ello contrató a Grantray-Lawrence, una pequeña empresa formada a mediados de los cincuenta que básicamente se encargaba de generar anuncios de bajo presupuesto y que no tenía ni idea de cómo producir una serie de dibujos animados.

Spider-Man es un comic book demasiado importante para el desarrollo del medio y no se merecía este desastre. Durante sus primeros doscientos números, el tebeo fue tan vanguardista como emocionante, un culebrón de super-héroes definitivo que no ha sido superado ni siquiera por la nostálgica e hiper-violenta carta de amor que Robert Kirkman está escribiéndole al género en su Invencible. Pero a mediados de los sesenta Marvel hacía las cosas de la forma más barata posible. Al fin y al cabo, y a pesar del éxito que tenían sus tebeos, seguía siendo un modesto negocio cuya cara visible era Stan Lee, aunque en realidad seguía estando dirigido con puño de hierro por Martin Goodman, uno de los supervivientes de la Edad de Oro de los cómics que se había forjado su trayectoria utilizando los medios más arteros posibles. En Marvel la orden era no tocar demasiado las gallinas de los huevos de oro de la compañía, no sea que ocurriera como en la fábula, y ese espíritu impregnaría muchas de los productos que complementaban los cómics, dándoles un aspecto cutre y apagado. Qué estrechez de miras la de Goodman, alguien que había sido tan hábil como para fundar en los años cuarenta diversas compañías con las que poder torear las arremetidas del fisco americano. Seguramente ni se le pasaría por la imaginación que los productos derivados de los cómics funcionaban como marketing empresarial, y que con sus férreas decisiones estaba ofreciendo una pobre imagen de marca a la firma de la que era propietario.

Pero escasez de recursos también significa afluencia de ideas con el fin de mantener las apariencias como mejor resulte posible, y en "Spider-Man, los dibujos animados", los guionistas y productores poco menos que sufrieron una hemorragia cerebral de tanto pensar en cómo economizar. Las escenas se reutilizaban alegremente de un episodio a otro y las voces se grabaron en Canadá, ya que era más barato hacerlo en ese país que en Estados Unidos, por lo que muchos de los acentos no sonaban norteamericanos. En los primeros episodios, uno de los malvados recurrentes era Misterio, que se quitaba el yelmo y descubría su cara para contar sus terribles planes a todo el que quisiera escucharlo, pero cuando fue reutilizado en los siguientes episodios ya nunca se volvería a desprender de él. De esa forma no tenía que mostrar su verdadera cara mientras hablaba y eso que te ahorrabas en animaciones. Bakshi y su equipo también utilizaron material ya creado para otra de las series de dibujos animados que habían producido, "Rocket Robin Hood", un programa de la TV canadiense que trasladaba la leyenda del arquero a un entorno espacial. Muchas veces las escenas de transición no pegaban ni con cola, pero así se iban completando a todo tren los veinticinco minutos de duración de cada episodio. En la web de la emisora de radio WFMU incluso comentan que había algunos como "Revolt in the Fifth Dimension" en los que habían incluido tanto metraje cortado de antiguos "Rocket Robin Hood" (especialmente de un capítulo que oportunamente se llamaba "Dementia 5") y habían reutilizado tantos anteriores planos de villanos que parecía que esos dibujos los habían hecho bajo la influencia de las drogas. No lo dudo ni por un segundo. Fuese o no consecuencia de la ingesta de algún hongo, los dibujos animados del Spidey de los sesenta son cualquier cosa excepto sanos para el espectador.

Cuando Grantray-Lawrence entró en bancarrota después de la primera temporada, Steve Krantz, uno de los mandamases de la emisora televisiva donde se emitía la serie, ABC, se haría cargo de las dos siguientes temporadas e incluso adelantaría el dinero para que Ralph Bakshi, que empezaba a hacerse un nombre, filmara la adaptación del Gato Fritz de Robert Crumb. Pero no es que esto hiciese que se preocupara más por la calidad de la serie de Spider-Man. Por lo menos en la primera temporada aparecían villanos clásicos del héroe de Marvel como el Duende Verde o el Rino, pero la obsesión por gastar cada vez menos condujo a que en la segunda y la tercera, los clásicos antagonistas fuesen sustituidos en bastantes de los episodios por monstruos más sencillos de dibujar, aunque su aspecto fuese ridículo, llevándose la palma un par de alienígenas con ojos al estilo del alien de Roswell que no sé cómo pasarían el comité de censura, porque daban bastante pavor. Aunque lo más sangrante es que el personaje titular parecía no estar inmerso del todo en su contexto habitual, y podría haber sido sustituido por cualquier otro protagonista sin mucho esfuerzo. Era un Spider-Man sin sustancia y que actuaba fuera de personaje. Incluso el aspecto del traje era increíblemente mísero: con la intención de realizar la animación lo más rápido posible, las mallas de Peter Parker sólo tenían dibujadas las redes en la cabeza, en los brazos y en las piernas, aunque en algunos primeros planos se extendían hasta el pecho, otorgándole a la figura del héroe un aspecto bizarro y a medio terminar. La tercera temporada sería la más delirante del paquete, con música de archivo más oscura, colores más apagados, mayor reutilización de anterior metraje que nunca, y con unos fondos estrambóticos que revestían de un tono crepuscular al programa. En una de las recientes sagas de la colección regular titulada "Spider-Verso", donde aparecen todas, o casi todas, las versiones que han existido alguna vez de la estrella roji-azul, Dan Slott homenajeaba el delirante "cartoon" con melancólica ironía.

En cuanto a la música, el verdadero plato fuerte de tan penosa sucesión de elementos de este Spider-Man sin duda alternativo, para la serie se adquirieron temas de relleno que las grandes compañías como Capitol Records tenían almacenados en stock, miles de canciones grabadas y guardadas listas para vender al mejor postor. Cuando una productora de televisión o de cine necesitaba música genérica para sus shows y películas, compraban un paquete de estas canciones. Es posible que en Spider-Man se utilizase música que ya había estado sonando, o que sonaría en un futuro, en otras famosas series como Doctor Who y El Fugitivo, por no hablar de que también había sido utilizada en algunos anuncios para Servicio Público. Sin embargo, el tema original de la serie, bautizado con el sagaz título de "Spider-Man Theme", sí que fue compuesto expresamente por Ray Ellis y Bob Harris, bendecido con la letra del premiado Paul Francis Webster, y grabado en Toronto en los estudios RCA. La canción terminaría convirtiéndose en una de las preferidas de los estadounidenses gracias a su alegre ritmo y a su estupenda ejecución por parte de doce vocalistas (a los que, por cierto, les pagaron por la sesión aunque nunca más volverían a recibir ni un duro por los derechos.) "Spider-Man" es ya un estándar de la música pop, una de las sintonías de la televisión más veneradas y homenajeadas por músicos de renombre como Woody Shaw, Ramones, Apollo 440, que la grabó para el video-juego de Spider-Man que apareció en el año 2000, o Aerosmith. En la versión de la serie emitida en sudamérica fue el Capitán Memo el que cantó una adaptación de la letra en español. Hasta el cachondo de Homer la versionearía en la película de los Simpsons (2007) para jalear a su colega, el Spider-Cerdo. Es lo más remarcable que se puede salvar de este Spider-Man low-cost, uno de los movimientos comerciales más deleznables perpetrados por Martin Goodman con la ayuda de su empleado favorito, Stan Lee. Al menos la canción, y también, por qué no decirlo, el involuntario matiz psicodélico del engendro, vibraban en armonía con el año en el que se emitió, 1967.

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