RUTA 66, NUMERO SESENTA Y SEIS (Octubre, 1991)
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Bienvenidos, bienvenidos a mis recuerdos. Este fue el primer Ruta 66 que me compré en un quiosco con la tierna edad de 16 años, así que se impone un recorrido pormenorizado por sus páginas. Por supuesto, antes de nada debería retratarme y confesar que entonces yo no tenía ni puta idea de música. O por lo menos no sabía que había tantos mundos como los que me encontré en las 68 páginas de la revista (desventajas de crecer en un pueblo bastante aislado). Claro, había escuchado algunas cosas antes, como los Sex Pistols, La Polla Records (y creo que todos los grupos etiquetados como Rock Radical Vasco, aunque fuesen de Cuenca), los Doors, Rolling Stones, James Brown y Janis Joplin. Afortunadamente mi padre había trabajado como pinchadiscos en sus años mozos y mi casa estaba regada por todos lados de cintas originales que nos dejaban usar a mis hermanos y a mí (los vinilos ya era otro cantar). Pronto me aficioné a la Creedence o a Jefferson Airplane, pero no me enrrollaban cosas nada molonas como Kansas (bostezo) o Elton John (siesta).
Lo primero sobre lo que os tengo que llamar la atención es sobre la contraportada, en la que una difuminada (tanto por el estado del ejemplar como por las veleidades artísticas del fotógrafo) instantánea enseña muy bien lo que se supone que es disfrutar de la música. Esos ojos cerrados y esa cara del tipo retratado lo dicen todo: o está escuchando su canción favorita o se está haciendo una manola. Exactamente no recuerdo qué fue lo que vi en la portada para adquirir la revista ese mismo mes en vez de comprarla el siguiente o el anterior, pero sé que no estaba relacionado con AC/DC, uno de los grupos que menos me interesan del planeta. Quizá ojease las primera páginas y viese el flashback de Kaka de Luxe, que me intrigaron bastante (¿punk hecho en los setenta en España? ¿en serio?) y a los que me aficioné para toda la vida (siguen siendo inmortales en su amateurismo y su mala hostia.) Eso sí, el tío en primer plano que aparece en la gastada portada y que militaba en Mudhoney era clavadito a un amigo mío (un saludo, Cam.)
Nada más abrir la primera hoja te saltaba a los ojos un dibujo de un troll montando un vehículo construido a partir de una guitarra gigante. ¿A quién no le iba a gusta algo así, sobre todo si otra de tus aficiones, entonces secreta, eran los cómics? Y a partir de ahí aumentaba el disfrute y ya no paraba: por ejemplo, el correo era impagable. Más de una y más de dos veces se me saltaron las lágrimas de la risa, y no sólo por las agudas réplicas de los redactores a las bárbaras misivas que escribían algunos elementos, sino porque éstos a veces tenían un ingenio fuera de lo común, los jodidos. Luego, en la sexta hoja había un típico anuncio de Crypt, quizá la mejor discográfica de los noventa. Fíjate en qué discos se ofertaban: DMZ daban miedo, Devil Dogs hacían pupita y no había palabras para describir la banda sonora de Shaftman, bueno sí... como ellos mismos anunciaban: "una historieta "black-porno" hablada que huele a semen afro y los peores temas funk de los 70s. Calificación triple X, perfecto para orgías multirraciales! LP más single de regalo. Total: 61 minutos de cochinadas y funk barato." Esto no se puede superar, a no ser que te pillases el excelente Las Vegas Grind 4 con una portada de Daniel Clowes de mucha calidad. La sección de noticias solía leerla entera, aunque me enterase de la mitad. Mira, mira de quién hablaban: 713avo Amor, Pleasure Fuckers, Hole, Jane´s Addiction, Buzzcocks, MC5, Dictators, Negu Gorriak, Replacements... ¿hay equivalentes en la actualidad? Yo no pondría la mano en el fuego.
Otra sección que también me leía de arriba a abajo (porque de algunas cosas directamente pasaba, y otras las ojeaba por encima) era la de los singles. Cuántas veces me imaginé que conseguía uno u otro. Con el tiempo he podido adquirir TODOS los que quise tener alguna vez entre mis manos (como el de Gumball del que hablaban en este mismo número). En el popurrí de noticias se nos informaba concienzudamente de otro avistamiento de Elvis después de muerto, con una foto muy buena que se me quedó fijada para siempre. Si tuviese un grupo, sacaría a este Elvis totalmente jodido y sorprendido como si fuese una bestia salvaje en la portada de mi primer single. En los cuarenta indeseables aparecían Stooges, Motorhead, Butthole Surfers e incluso el "Welcome to the jungle" de mis odiados Guns n´Roses. Esta lista sí que la seguíamos todos los fanes del magazine, ¿verdad?. Y justo al lado estaba "Hellraiser", debajo un dibujillo del padre de Buddy de Peter Bagge (aunque esto lo sé ahora, claro), y más abajo se anunciaba que la desaparecida Tiempo estaba ofertando vídeos de primera a precio de saldo. También aparecía el gigantesco Jim Thompson en la misma página. Las composiciones de todas estas hojas era tan atrayentes e influyentes (he visto fanzines que las fusilaban) como repulsivas. Y el jolgorio se multiplicaba: Eddie Cochran, "The Reflecting Skin", Henry Lee Lucas, los Stray Cats, las Crónicas Vampíricas de Anne Rice cuando todavía no se habían convertido en un símbolo pijo, la sección de Fanzines (¡2000 Maníacos ya estaba ahí!)
¡Cuántas veces revisitaría algunos de los artículos y entrevistas de una sola página que venían a en cada número, en la sección "instantáneas"...! Ahí es donde aparecieron grupos de los que nunca más se supo (excepto en mi plato) En este número asomaban la patita The Sidewinders, Mutton Gun y los Bichos, o se nos regalaba con la sexta parte de la "Introducción al Crimen" escrita de forma obsesiva y clara por Charles Neal (siempre me intrigó este articulista... le molaba mucho el noise, ¿era un seudónimo?) Y llegamos a uno de los artículos principales de la revista, el de la portada con Mudhoney, uno de esos grupos de trayectoria impecable que actualmente se ha convertido en toda una institución y que tiene en su poder por lo menos dos obras maestras (el Big Muff y...) El plus era la entrevista con uno de los arquitectos de Sub Pop. Al releerla no me ha sorprendido tanto el por qué el sello tuvo (y tiene) tantísimo éxito. A continuación teníamos a los Specials. Cuando me preguntan si me gusta el ska, respondo que sólo me gustan los Specials (no los Madness sino los Specials). Creo que ese es uno de mis Nuff Said´ particulares. E inmediatamente a continuación tocaba el artículo gordo de los Pixies. Quizá fuesen estas cuatro páginas el motivo de que se convirtiesen en uno de mis grupos de cabecera, no lo sé. O quizá fuese la foto en la que aparecían sentados. Tenían pinta de modositos, pero también de ser unos auténticos hijos de puta...
Nancy Sinatra era revisada de cabo a rabo y sería reivindicadísima durante los noventa y dosmiles. Para mí nunca fue para tanto, pero ¿quién soy yo? Además, en el mismo número donde aparecían los Bichos, también teníamos a los Surfin´ Bichos. Parece mentira que en 1991 hubiese un grupazo de calibre tan brutal en el país de Lola Flores. Con AC/DC se cerraban los artículos "grandes" y llegábamos a la chicha de la revista, las reseñas: había de todo y para todos, Trompe Le Monde de los Pixies, Howe Gelb en solitario, Walkabouts, Codeine, Alan Vega, Yo La Tengo, Telescopes, singles de SFTRI, el tributo a Alex Chilton, Tom Waits, Soziedad Alkoholika o James Chance pasaban por la trituradora crítica de los colaboradores habituales y sus múltiples alias.
En Ultima Generación aparecían los "traperos" de El Legado, que más tarde se convertirían en los Guarriors y en la sección "Live" nos ponían los dientes largos con el concierto que James Brown ofreció en Florida. Además se puede ver claramente que recorté la revista con la intención de pedir por correo algunos números atrasados (la página está escaneada completa de otro ejemplar). También se pueden ver los cálculos que hice para comprobar cuántas pesetas me podía gastar: 1200. Entre otros, marqué el número 5, el 20 o el 53 (con el nombre de los Sex Pistols subrayado) o el 64 (por el artículo de la Troma).
Y este SUSCRIBETE fue el primero que me leí, una descacharrante incursión en la vida de Cayetano ("propietario de una fortuna que deja el barón Von Thyssen a la altura de un mendigo").
Y así fue como me enganché al Ruta. A partir de aquí, no he faltado ni un solo mes a la cita y siempre me he comprado el número que tocaba en cuanto aparecía en el quiosco, preguntando un día tras otro ese habitual "¿todavía no ha llegado?". Una vez un número se distribuyó el día 15 del mes, así que imagínate la barrila que le dí al pobre vendedor durante los catorce días anteriores... ¡pero es que, tío, estamos hablando de educación emocional!
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