Una leyenda de culto local demuestra que la persistencia es una recompensa por sí misma. Entrevista de Bob Mehr (2006) para Commercial Appeal. Traducida por Frog2000.
Monsieur Jeffrey Evans sabe bien cuáles son las virtudes de trabajar bajo el radar. "Lo mejor de que te etiqueten como "artista aún no descubierto” es que tengo un amplio bagaje de veinte años de obra musical, por lo que si alguien quiere descubrirlo, ahí lo tiene a su disposición”, comenta Evans, líder durante mucho tiempo de Gibson Bros. y ´68 Comeback.
“Ya sabes, algunas bandas tienen una distribución apropiada, pero mis discos se pueden encontrar más fácilmente en los cajones de saldo y en los mercadillos del Ejército de Salvación”, dice. “Llevo 17 años con el mismo código postal, por lo que me siguen llegando mensajes de gente que me comenta: “me he pillado un disco de Gibson Bros. y creo que es magnífico, ¿vendréis a tocar a Seattle?” Pero lo que ocurre es que el grupo se separó en 1991... aunque gracias de todas formas, me encanta que te hayamos gustado.”
A pesar de haber sido durante más de dos décadas uno de los miembros más prominentes del rock americano “underground”, en realidad a Evans nunca le han alcanzado sus 15 minutos de fama. Como ocurre con sus héroes musicales y herederos espirituales (artistas como Charlie Feathers y Claude “Blues Boss” Long), el lugar definitivo de Evans en la historia de la música probablemente esté en los márgenes.
Mientras la música generalista tiende a venerar a los artistas por “rockear” con el corazón y con la cabeza, Evans siempre lo ha hecho con sentimiento desbordante, el mismo que se produce cuando se echa un polvo rápido en el asiento trasero del coche, con un innegable sentido del absurdo. Da rabia darse cuenta que algunas estrellas menores han ganado mayor protagonismo mientras sacaban dificultosamente adelante con un estilo de vertedero posmoderno una versión de segunda de las auténticas raíces de las que Evans ha sido pionero, pero el músico ha sido capaz de manejar con gran generosidad de espíritu la incómoda carga que supone ser un artista de culto viviente, un músico que actúa como faro de varias generaciones de colegas, músicos y seguidores.
Aunque parezca una década más joven, Evans cumplirá cincuenta el próximo año. “En realidad no pienso demasiado en ello”, dice. “Básicamente, creo que sigo viviendo el mismo tipo de vida que tenía con diecinueve años”. El músico continúa ofreciendo conciertos de forma regular con una amplia permutación de músicos, bastante frecuentemente con Ross “Baron of Love” Johnson, con quien interpreta una particular mixtura maníaca de música y comedia.
“Es como si hubiese llegado a un punto del que no soy capaz de volver”, dice. “Por supuesto, para mí, alguien como Carl Perkins es capaz de marcar la diferencia, porque estaba tocando música para no tener que volver a recoger algodón. Pero de igual modo tengo que darle a la música el crédito que se merece: he podido viajar a Europa un montón de veces y he visto y hecho cosas que no habría conseguido hacer de otra manera si no hubiese tenido esa conexión.”
Nativo de Finley, Ohio, Evans casi ha perseguido una carrera apartado de los focos. Aunque es un ardiente fan de la música y un coleccionista de discos desde la infancia, se sacó Bellas Artes en la Universidad de Ohio, especializándose en Fotografía, e incluso durante un tiempo estuvo dando clases en esa Universidad.
Evans llegó a Memphis hace veinte años, no mucho después de haber formado su primer grupo de verdad, la unidad de psychobilly llamada Gibson Bros. El grupo llegó a finales del ´86 para tocar con Tav Falco en la Fiesta Anual de Halloween que se celebraba en el Antenna Club. Demostró ser una experiencia que terminaría por cambiar la vida de Evans. “Fue tan diferente, tan demencial... la idea de celebrar una fiesta desde las nueve de la noche hasta las seis de la mañana era algo que nunca había visto en Ohio,” comenta. “Era una experiencia cultural totalmente diferente de las que solíamos experimentar.”
Evans empezó a visitar la ciudad y a asistir a eventos como “The Music and Heritage Festival”. “Como seguidor de la música de raíces tradicional estaba bastante bien enterado de las grabaciones de Junior Kimbrough, Jessie Mae Hemphill y R. L. Burnside, pero cuando me trasladé a Memphis pude ver que no sólo seguían vivos sino que también seguían tocando en directo (¡y todos en el mismo concierto!)”, dice Evans. “Recuerdo que me monté en el autobús desde Ohio para poder verlos, esa gente eran mis Beatles.”
En 1989 Evans decidió mudarse a Memphis, justo antes de que Gibson Bros. grabasen su segundo álbum, el clásico “Dedicated Fool”. El grupo se mantuvo como proyecto a larga distancia junto con sus compañeros de banda de Ohio durante unos cuantos años más antes de su ruptura final. Después de una pequeña etapa con la banda “Evans Hot Rod Gang”, 1992 lo vio aterrizar con el combo ´68 Comeback. El grupo estuvo resoplando durante casi toda una década, lanzando sin parar una sucesión de singles y discos cada vez más estridentes en el sello de Los Ángeles Simpathy for the Records Industry.
A mediados de los noventa Evans se convirtió en un nombre que molaba citar en los círculos del “underground”. Jon Spencer, colaborador ocasional que terminó convertido en estrella en solitario, habló sobre él en un artículo de un periódico de Los Ángeles que fue la excusa perfecta para que el Billboard reseñase la historia de Evans en 1996. “Fue divertido, porque en aquella época yo no tenía ni teléfono, me lo habían desconectado porque no podía pagar las facturas”, comenta Evans. “Así que tuve que pagar la factura telefónica para llamar al periodista, tuve que poner algo así como 3 dólares con 75 para poder hablar con el reportero. Después de haber pasado por tanto, fue cuando ya pude aparecer en la portada del Billboard.”
Capitalizando el creciente reclamo de la crítica, ´68 Comeback se pasó una buena temporada en ruta, viajando en el coche mortuorio plateado propiedad de Evans y reproduciendo furibundamente una larga serie de difíciles noches en vela. “Hay un cierto precio perverso a pagar en el hecho de ser el líder de un grupo compuesto por cinco personas que viajan juntas en un coche y que se afeitan y duchan en las áreas de descanso de las autopistas”, dice Evans. “Es probable que algo fuese mal en cuanto rebasamos el punto en el que la mayoría de la gente le gustaría abandonar y donde se empiezan a pensar las cosas de una forma más realista. Pero también fue una situación repleta de diversión.”
A finales de los noventa Evans empezó a llevar a cabo una importante cantidad de producciones en su estudio casero en Midtown, ofertando su marca de fábrica “lo-fi” y su estética High-Energy a grupos como Porch Ghouls, Lucero y Mr. Airplane Man. “Mi política siempre ha sido la de estar dos o tres generaciones por detrás de donde se encuentre ahora mismo la tecnología”, dice Evans. “Quiero decir, si el aparato no estaba a la venta en un mercadillo frente a un garaje, no quería usarlo.”
Según se iba levantando el nuevo Siglo, Evans giraba cada vez menos, y ´68 Comeback se quedó en punto muerto. “En realidad ´68 Comeback nunca se han separado oficialmente”, comenta. “Pero el teléfono dejó de sonar”. El último concierto propiamente dicho de la banda fue un memorable canto del cisne celebrado en 2001 en el festival “Las Vegas Shakedown”. Desde entonces, Evans ha ido engrosando una miriada de proyectos que incluye a C.C. Riders (con los componentes de Lost Sounds, Alicja Trout y [el tristemente fallecido] Jay Reatard) así como los Memphis Roadamasters y la reunión de músicos con base entre Memphis y Austin llamada South Filthy. Mientras tanto, sus canciones han sido grabadas por un rendido grupo de admiradores que incluye a Eugene Chadbourne, Jimbo Mathus y Jack Oblivian.
El año pasado Evans también empezó a indagar en su archivo de grabaciones y ha lanzado la serie de 6 cdr´s “Jeffrey Evans Archives”, que se añade así a su ya prodigiosa discografía.
“Bueno, si has editado cien discos de los que se han vendido dos mil copias de cada uno, puede que no parezca que eres tan importante”, dice Evans. “Pero si echas un vistazo al otro punto de vista, es posible que 200.000 personas hayan comprado uno de tus discos. Ahora, si pones a todas esas personas juntas en un estadio al mismo tiempo podrías conseguir un concierto de la hostia. Se parecería a Fleetwood Mac o algo parecido. Por supuesto, es probable que fuese igual si solo asistiesen las 2000 personas que en realidad se han comprado todos tus discos.”
“De vez en cuando me encuentro con esa gente en sitios como el Gonerfest o cuando toco en Europa”, comenta. “Conozco a gente en Europa, y cuando voy a su casas me doy cuenta de que tienen algo así como catorce de mis discos. Es algo en plan: “guau, ibas en serio cuando estabas hablando de esta estúpida música.”
En la actualidad Evans se gana la vida vendiendo discos raros en eBay y, por supuesto, tocando su propia música. Aparte de las ocasionales incursiones en Europa, ha ido ofreciendo bolos en el circuito de Institutos del Sur, con respaldo de miembros de los Dexateens de Alabama. Ahora está planeando grabar su primer disco en solitario propiamente dicho desde 2001 con ese grupo durante el próximo año. Mientras tanto, en las estanterías se puede encontrar un nuevo single de South Filthy así como un acto rockabilly titulado The Gina Ferlina´s, con los que ha estado ensayando últimamente. También ha tocado algunos conciertos en la ciudad junto con Johnson, incluyendo una aparición en el Murphy un sábado noche, mientras abría para The Limes y Mouserocket.
“La razón para seguir es que ésto todavía sigue siendo divertido, sigue produciéndome la misma sensación que me maravilló la primera vez,” dice Evans. “Siempre hablo de aquella vez que con nueve años pude ver a los Rolling Stones en el programa de Ed Sullivan. Fue algo que me cambió la mente: “Hey, esto es lo que quiero hacer. Y sigo haciéndolo.”
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