RUTA 66, NUMERO TRECE

Ruta 66, NUMERO TRECE (Diciembre, 1986)
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"No me gustaría estar en su pellejo. Los hombres que viven apresados por el pasado quedan condenados a existir sin presente. Iggy Pop lo sabe. Cumple cadena perpetua. Su bautismo profesional sobrepasó todos los límites permitidos. Fue irreverente, salvaje, agnóstico y devastador. Durante el período Stooges demostró obscenamente que podía tocar el fuego sin quemarse. Sacrificó sus posibilidades de supervivencia artística sucumbiendo en el delirio de la autodestrucción. Llegó al fondo de lo prohibido, y lo hizo como aquel que sabe dónde acaba su destino. Dejándose desgastar por una fuerza desconocida cuya longevidad era superior a la de su creador. Forjando su propia y eterna prisión. Quedando congelado en una dimensión, sin tiempo ni espacio, que encerraba su energía en una imagen hermosa pero cruel: Iggy, el anatema viviente del sadomasoquismo escénico, el hombre que se retorcía como un tendido eléctrico azotado por el rayo, el ángel caído de los cielos al infierno. En un mundo tan falso como el del rock, vivir un papel con tanta intensidad acaba con cualquiera. De hecho, le enterró en vida [...]"

El resto de la reseña escrita por Jaime Gonzalo sobre el "Blah Blah Blah" de Iggy Pop la encontrarás en este decimotercer número del Ruta.