Entrevista realizada por Steve Ringgenberg para The Comics Journal nº 177 (1995). Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2, parte 3.
RINGGENBERG: ¿Cuánto duró el programa “Eleventh Hour”?
FELDSTEIN: No tengo ni idea. Sé que al menos se emitió una primera temporada, puede que dos. [Estuvo en antena dos temporadas.]
RINGGENBERG: ¿Colaborábais Bill y tú de alguna
forma?
FELDSTEIN:
No, la verdad es que no. Lo de Steve Allen, ese programa titulado “The Psychiatrist”, nunca llegó a ver la luz. Hizo dos episodios
piloto en su propio “Tonight Show” o en "The Steve Allen Show", que se emitía a las 11:30 después de las noticias
de Nueva York. No sé si se llegó a emitir en el resto del país. Era un espectáculo parecido al de Jay Leno y David Letterman, o los anteriores de Jack Paar y Johnny Carson. Se parecía mucho a ese tipo de programas. Al final llegaron a aparecer dos entregas de “The Psychiatrist”.
RINGGENBERG: ¿Y qué se podía ver, algo así como un psiquiatra hablando con su paciente?
FELDSTEIN: Sí, era como un pequeño drama, como una especie de consulta, ¿sabes?
RINGGENBERG: Claro, resolvemos todos tus problemas en
quince minutos.
FELDSTEIN: Bueno, era como una pequeña dramatización. Las personas acudían al psiquiatra para resolver un problema y empezaban a hablar, pero entonces empezaban a aparecer pequeños flashbacks y él se ponía a buscar entre sus recuerdos o en sus sueños, y luego se ponían a hablar sobre el tema y de repente el médico daba con la solución, ¿sabes?
Era muy divertido. Lo que más me gustó fue que terminé haciéndome amigo de Steve
y seguimos manteniendo el contacto a lo largo de los años.
RINGGENBERG: Asumo que como es de los cincuenta, los
segmentos de “The Psychiatrist” estarían realizados en directo durante el programa,
¿no?
FELDSTEIN: Oh, claro. El programa era completamente en directo. Los
sketches se grababan en directo. Era lo más maravilloso de la televisión de esa época. Playhouse 90 se emitía en vivo, todos los programas dramáticos se hacían en
directo. Y ni siquiera tenían cintas de plástico para grabar (en realidad puede que estuviesen hechas de otro material), pero no creo que tuviesen cintas de plástico.
La tecnología electrónica no era tan buena, así que cuando ves algunos de esos
viejos shows de los cincuenta, la única forma en que pudieron grabarlos
era filmando justo al lado de la pantalla. Algunos de los programas más
antiguos que se pueden ver, y no me refiero a "I Love Lucy", sino a los viejos "Honeymooners" de Jackie Gleason, los primeros, estaban grabados con algo
que se llama cinescopio.
En realidad, el cinescopio sirve para fotografiar lo que está apareciendo
en pantalla. Se pueden hacer ciertos ajustes, porque una cámara para cine recoge treinta fotogramas por segundo. Y la extensión de pantalla no estaba
sincronizada con el aparato, por lo que tenían que desplazar el aparato
a lo largo de la pantalla. Así que tenían que volver a sincronizarlo todo y rodarlo de forma
diferente. “Your Show of Shows”, “Sid Caesar”, “Imogene Coca”, y todos esos, todos se hacían en directo. Era magnífico, porque todo era
espontáneo y a veces ocurrían accidentes: se caía el escenario, los extras caminaban fuera
de cámara, las cosas se fastidiaban… y no había nada parecido a las risas
enlatadas. Los cómicos conseguían
hacerte reír o no. Milton Berle actuaba en directo.
RINGGENBERG: Sé que en los sesenta pusiste en marcha The Mad
Show. ¿Cómo fue su génesis?
FELDSTEIN: La hija de Richard Rodgers, el creador musical
del South Pacific y todos esos grandes musicales, quería hacer un musical, y entonces un productor (no recuerdo su nombre), acudió a mí porque había tenido la
idea de hacer The Mad Show en el “off-Broadway”, así que le dimos permiso, y Larry
Siegel y Stan Hart se pusieron a escribirlo. Bueno, adaptaron un montón de cosas de la
revista e idearon algunas otras originales. Fueron muy afortunados, porque
consiguieron juntar a un elenco muy interesante que incluía a Joanne Worley,
que más tarde se convertiría en una de las estrellas de “Laugh-In”, y también a Linda
Lavin, que se convertiría en la camarera de Alice.
Luego teníamos a Paul Sand. Con esto me refiero a que el
elenco de protagonistas era maravilloso, y todos trabajaron mucho para que las cosas saliesen bien. Así que el show se siguió celebrando en una pequeña sala después de otro espectáculo programado entre las 8:00 y las 10:30. El nuestro empezaba a
las 11:00 o lo que fuese. Al principio duraba poco, aunque luego se
convirtió en un espectáculo completo de más duración. Al menos era como una prueba para ver qué es lo
que podíamos hacer. Me encantaba. Pero por su parte, Bill tenía interés
en… no sé si fue por apatía, o por temor o lo que fuese, pero a los “packagers” de
los programas de televisión y cine se les hacía muy cuesta arriba trabajar con él. Por
ejemplo, no permitía que utilizasen a ninguno de nuestros escritores. Tenía
una lista de todo lo que se podía hacer y lo que no, y si alguien se encuentra alguna vez una copia de sus
impedimentos, podrá comprobar cuál fue el motivo por el que nunca llegásemos a ninguna parte.
Era demasiado desalentador. No sólo eso, sino que incluso quería ser el que aprobaba la
publicidad de los programas de televisión. Tampoco quería hacer publicidad de
cerveza ni de cigarrillos, que de todos modos los habían eliminado de antena.
Me refiero a los licores, no a la cerveza. Quería convertirse en el que finalmente aprobaba la publicidad.
Bueno, ese fue nuestro toque de difuntos. Puede que ahora hubiese alguien de la televisión por cable que estuviese interesado, porque de todas formas no
tienen publicidad, o por lo menos algunas cadenas no la tienen.
También me parece interesante que los productores de “Tales from the Crypt” lograsen tener tanto éxito, lo que, por supuesto, fue genial para Bill y para su ego, porque cuando la EC, no Bill Gaines, sino la EC, la cuál creo que me incluye, fue incorporada al Salón de la Fama del Terror, ni
siquiera me llamó para comunicármelo. Ni tampoco me invitó a la cena que se celebró entonces. Cuando aceptó
la adjudicación en el “Horror Hall of Fame”, se lo agradeció a Lyle Stuart
porque sentía que era como una culminación y una reivindicación definitiva de
su persona, por la vergüenza que le habían hecho pasar frente al público y por malograr su reputación, así que finalmente todas estas cosas que habíamos hecho juntos se terminaron aceptando. De hecho, había actores y directores que
se estaban muriendo por hacer algo con ese material, porque era “enrollado”, ¿sabes? Schwarzenegger estuvo por allí. Viste las estrellas que acudieron, ¿verdad?
RINGGENBERG: Oh, claro.
FELDSTEIN: Todo eso de la HBO es interesante. Pero creo
que Bill se aseguró de que yo no formase parte de ello.
RINGGENBERG: Me parece terrible.
FELDSTEIN: Bueno, nuestros últimos años trabajando juntos fueron muy interesantes.
INFLUENCIAS
RINGGENBERG: En cuanto a tus portadas de ciencia ficción, ¿cuáles
fueron los dibujantes que más te influyeron? ¿Chesley Bonestell?
FELDSTEIN: Si, bueno, Chesley Bonestell me influyó mucho para las portadas, y también cuando empecé con mis pinturas, porque estaba intentando conseguir emular ese estilo tan realista. En cuanto a las
escenas de ciencia ficción, Chesley Bonestell fue mi héroe. Pero para mi dibujo de cómic no me fijaba en ningún autor en particular. Intenté desarrollar mi propio
estilo.
RINGGENBERG: ¿Había algún dibujante de tiras que te
influyese aunque fuese un poco?
FELDSTEIN:
No.
RINGGENBERG:
¿En serio? Bueno, es interesante, porque siempre
he creído que tu estilo era único. No hay nada que se
le parezca.
FELDSTEIN: Como te he dicho al principio, cuando llegué por
primera vez al negocio nunca había leído un comic book. Tomé prestados un par
para hacer las muestras con las que conseguir el trabajo en Iger. De hecho, Gaines y yo desarrollamos una especie de filosofía de los cómics. Le dije: "Bill,
será mejor que ningún artista imite a otros dibujantes. Aunque Simon
y Kirby lo estén haciendo bien, eso no significa que todos nuestros
dibujantes deban hacer las cosas igual que Kirby, creo que nuestros autores no deberían dibujar como X, Y o Z. Cada individuo debería tener su propio estilo." Así es como permitimos
que Graham hiciese lo que hizo en el género de terror y, por supuesto, Johnny
también tenía su propio estilo, y Jack Davis desarrolló su estilo estridentemente
peludo. Así que siempre he sentido que la gente tenía que... es lo que hizo que
Mad y las series de la EC fuesen únicas: todos los artistas tenían su propia
marca, sus estilos reconocibles.
RINGGENBERG: Creo que esa es una de las razones por las que EC es
tan recordada y sigue siendo tan influyente.
FELDSTEIN: Supongo que es lo que hizo que empezaran a coleccionarla,
porque eran únicos y, por supuesto, porque las historias eran buenas. [Risas.]
Ya sabes, como he dicho antes, nunca me dieron demasiado crédito. Tuvísteis que venir los coleccionistas para hacerlo, los tipos como Jerry Weist, tú y el resto que estáis investigando todo esto, los que descubrísteis la verdadera historia de la editorial, porque no era tan sencillo, incluso cuando Cochran empezó con las reimpresiones. Como ejemplo te
puedo decir que sólo aparecí una vez en todas las reimpresiones de Cochran, una solo foto mía, y fue en plan “El Dibujantes del Mes”. Para la recopilación tomaron nuevas fotografías
de Bill, e incluso de Johnny, pero nunca se molestaron conmigo y la verdad es que me enfadé un poco. Me parece que Bill había llegado a un punto en el que en
realidad tenía como una especie de celos de mí o algo así. No estoy seguro.
No quiero acusarle de nada. Es una de las razones por las que acudí a San
Diego este mismo año. Siempre me había negado a ir a esas Convenciones. ¿Fuiste a la
cena de los premios?
RINGGENBERG: No, llegué justo después.
FELDSTEIN: Bueno, se celebró una cena para los premiados y me
quedé muy sorprendido de que me dieran un premio por toda mi carrera. No me lo
esperaba, ¿sabes? Les dije: "esta es mi primera convención. Nunca había
acudido a una antes. Bill y yo teníamos un acuerdo en efectivo y él se llevaba todo el crédito. Él me pagaba en efectivo y se llevaba todo el crédito." [Feldstein se ríe.] Les dije: "Pero decidí que quería venir a calmar mi ego." Así
que me quedé muy agradecido, porque ya sabes, fue muy agradable. En realidad no
me lo esperaba, y me trataron muy bien, y estaría contento de acudir de
nuevo. Por ponerte un ejemplo, voy a acudir a una Convención en Seattle sólo
porque a continuación mi esposa y yo vamos a dar una vuelta por las montañas Rocosas canadienses, o al menos queremos visitar esa zona este verano, en agosto, así
que me las he arreglado para estar presente en esa Convención que se celebra en
Seattle.
RINGGENBERG: ¿Estuviste en la Convención de EC de 1972?
FELDSTEIN: Si, fue la única Convención a la que acudí. En
esa época estaba viviendo en Connecticut. Esa reunión fue muy divertida. Estuve
presentando uno de los paneles y todo el mundo se pasó por allí, en esa época
también estábamos haciendo Mad, pero la Convención era sobre EC casi por completo. Jack
Kamen también acudió, y Harvey, y fue muy divertido. Me lo pasé bien... Y Bill también estaba allí. Fue
la única Convención a la que acudí alguna vez antes de la de San Diego. La verdad que no las tenía todas conmigo, pero acudí. Y me trataron estupendamente. Me consiguieron un hotel maravilloso, me
llevaron en una gran limusina. Me refiero a que mi esposa y yo nos sentimos de
forma muy, muy especial. Fue muy divertido. Me lo pasé muy bien en los Paneles. Me divertí mucho
con mi presentación y me gustó estar tan bien atendido.
RINGGENBERG: Dentro de la industria del cómic tu trabajo es
muy apreciado por otros guionistas y profesionales.
FELDSTEIN: Ya sabes, me parece bastante gracioso. Estoy
orgulloso de mis guiones, pero nunca lo he estado demasiado de mis dibujos,
siempre he pensado que los dibujos eran un poco rígidos, aunque fuesen estilizados. Como eran para contar una historia, tenía que hacerlos lo mejor posible. Estoy contento
de mis portadas de ciencia ficción, pero en términos generales las figuras que
suelo dibujar no son tan buenas. Esa es una de las razones por las que estaba tan contento
animando a otros dibujantes a que se uniesen a nuestro grupo, de esa forma yo
podría ponerme a guionizar las historias y ayudarlos con los conceptos de la narrativa, pero
no pude seguir haciéndolo, e incluso me negué a hacer algo similar a lo que hizo Harvey en
Two-Fisted Tales y Frontline Combat, donde priorizaba sus diseños y hacía que
todo el mundo siguiese sus bocetos. Sentí como que estaba obstaculizando la propia
capacidad creativa del artista, por lo que nunca hice nada parecido. Me sentaba
con el dibujante y nos poníamos a investigar la historia. Aunque en ese punto todavía no teníamos guión. Empezaba a escribirlo justo con la página delante, y entonces le comentaba: "Tenía en mente que Joe se quedase mirando desde el acantilado hacia abajo a esta cosa o esa otra." Y empezábamos desde esa escena. Si querían podían mostrar lo que estaba debajo desde arriba, o en plano medio, o como quisieran. Era [elección] del dibujante, y nunca tuve ningún
reparo en otorgarles ese tipo de libertad.
RINGGENBERG: ¿Sabes cuáles son los motivos de que la gente
siga leyendo y coleccionado la EC cuarenta años después de que la empresa
dejase de publicar cómics?
FELDSTEIN: No tengo ni idea. A menudo suelo pensarlo, pero no lo
entiendo. No sé por qué lo harán.
RINGGENBERG: ¿Crees que puede que sea porque Bill Gaines y tú
intentásteis atraer a un público mayor que se quedó impactado y se convirtieron en fieles del medio? ¿No crees que vuestras historias eran un poco más maduras?
FELDSTEIN: Bueno, claro que sí. La verdad es que no estábamos buscando un determinado tipo de público. No sé por qué actualmente a la gente le puede intrigar tanto. Ahora se pueden encontrar un montón de libros de bolsillo para adultos y otras cosas por el
estilo. Pero al mismo tiempo, también he de admitir que hicimos esas cosas en un momento en el que había muy pocos televisores en nuestra sociedad. Y era un medio nuevo y caro, y no sé si
habríamos sido capaces de llegar hasta donde lo hicimos si la televisión hubiese estado más presente y hubiese conseguido fascinar más al público.
RINGGENBERG: ¿Crees que la gran calidad del dibujo ha tenido
algo que ver en la popularidad que ha alcanzado EC?
FELDSTEIN: Supongo
que sí. Ya sabes, son dibujos muy buenos. Pero tampoco es que su calidad sea la mejor. Hay que juzgarlos con el mismo rasero de lo que se hacía en la época. Hoy en día
los dibujos tienen mayor calidad, pero las historias, ya sabes, son algo
flojas. No estoy seguro de por qué. Y por lo que veo, hoy en día aplican todo
tipo de trucos raros para resolver las cosas. Cuando yo estaba en el negocio, escribíamos una historia, la poníamos sobre
la mesa y pensábamos cómo deberíamos desglosarla. Hablaba con los dibujantes y a continuación se hacía. Creo
que hoy se hacen primero los bocetos y luego los dibujantes empiezan a dibujarlos y luego la historia vuelve al
guionista, y todo es como, ya sabes, una especie de mezcolanza.
RINGGENBERG: El estilo Marvel funciona empezando con un
argumento escrito, luego se hace el lápiz y a continuación se dialoga y se
incluyen los cuadros de texto.
FELDSTEIN: Sí. No sé si será una buena idea. Creo que hasta cierto punto el
guionista debería tener control y luego el dibujante debería tomar
el relevo a partir de ese punto. Pero ya sabes, nosotros también fuimos los primeros
en darnos cuenta de que los guiones suponían un elemento esencial para que un
buen cómic tuviese éxito. Nos dimos cuenta de que las historias tenían que tener
una gran calidad y que los guiones tenían que tener una gran calidad a pesar de
que fuese un medio visual.
RINGGENBERG: En cuanto EC se puso en marcha de verdad,
¿crees que Bill y tú os las arreglásteis para que de alguna forma toda la línea de títulos
tuviese una especie de tono uniforme?
FELDSTEIN: ¿A qué te refieres?
RINGGENBERG: Bueno, hay una especie de “sensación EC” en
todos los títulos. Muchas de las historias, incluso las que no son de terror, como las de
ciencia ficción y las de suspense, tienen un final sorprendente a lo “O. Henry”. Parece ser uno de los rasgos estilísticos de la EC.
FELDSTEIN: Creo que en parte se debe a que hacíamos los
argumentos entre los dos, y que Bill y yo, como equipo, teníamos la sensación
de que para disfrutar con una historia de este tipo, se necesitaba ese final
complementario, o que en cierta forma debíamos castigar la injusticia social. Y
luego, por supuesto, era yo quien escribía la historia. El final formaba parte de la
historia. Estamos hablando de la década anterior a que se empezaran a utilizar guionistas,
por lo que puede que los argumentos reflejasen mi forma de construir las
historias, porque la mayor parte de ellas eran de terror y sobre
todo de ciencia ficción. Puede que haya sido culpa mía que exista ese tipo de
uniformidad.
RINGGENBERG: Pero entonces, ¿no era nada consciente?
FELDSTEIN: Lo único que me esforcé en hacer de forma consciente fue mejorar la calidad de los guiones. Cuando conseguimos los derechos para
publicar a Bradbury me quedé muy impresionado. Y según iba adaptándolos y
escribiéndolos con mi estilo, creo que el suyo me empezó a afectar mucho y ese fue el motivo de que empezase a incluir más texto. Pero obviamente, hoy en
día los chavales también disfrutan con esos cómics, o quizá no los chavales, sino que los coleccionistas de más edad siguen disfrutando con ellos.
RINGGENBERG: Sí, definitivamente existe un mercado para personas
de más edad. Me refiero a que los chavales siguen leyendo cómics, pero hay
muchos fans de más edad.
FELDSTEIN: Los niños no se pueden permitir el lujo de comprar
cómics. Solo los coleccionistas se los pueden comprar... Esa pandilla de
San Francisco que reimprimió el material, que hizo la reimpresión... en realidad no
sé ni quiénes son. Y no sé si los niños conocerán el material. Caray, si se sientan delante de
la caja tonta y se tragan cualquier cosa, ya sabes…
RINGGENBERG: Desafortunadamente, hay un montón de críos que
en lugar de disfrutar de sus cómics, están pendientes de rellenar su colección.
FELDSTEIN: Bueno, llevo luchando con algo parecido durante
toda mi vida. Ahora me he puesto a pintar. He vuelto a hacer lo que empecé a hacer
antes de que alguna vez me convirtiese en dibujante de cómics y consiguiese una
beca para estudiar en la Art Students League. En la Escuela Superior
de Música y Arte estuve estudiando pintura al óleo. Y ahora he vuelto a pintar.
Estoy pintando la vida silvestre y a los nativos americanos, los indios y los
paisajes y todas esas cosas. Y he empezado a exponer en galerías y a vender las
pinturas.
Te sorprendería saber cuánta gente compra un cuadro por lo
que creen que costará en lugar de porque les haya gustado, ¿sabes? Seguro que se puede encontrar la misma actitud en el medio del mercado del cómic para coleccionistas, puede que compren títulos
porque creen que podrán venderlos por más dinero de lo que han pagado, en
lugar de disfrutar con el producto. Todavía me lo suelo preguntar. Creo
que es un poco triste que algunos de esos chicos se compren un viejo cómic de la EC y lo metan en una bolsa de plástico y nunca lo vuelvan a abrir ni se lo lean porque
tienen miedo de dañar su estado. Así que todo termina convirtiéndose en
una mercancía en lugar de en una fuente de entretenimiento.
RINGGENBERG: Esa es una de las razones por las que creo que
es bueno que Russ Cochran y el resto de esa gente editen los cómic de EC como cómics baratos de cadencia regular a color. De esa forma, si la gente quiere leerlos y
disfrutar de la historia, podrán hacerlo.
FELDSTEIN: ¿Se encarga Cochran? Creía que solo hacía “box
sets”. Pensaba que era otro quien hacía los de color.
RINGGENBERG: Antes hacía “box sets” y ahora ha empezado con los cómics
a color. Creo que ahora Russ se va a retirar.
FELDSTEIN: Sí,
lo sé.
RINGGENBERG: Es una buena forma de leerlos.
FELDSTEIN: ¡Bueno! Por lo menos se los pueden comprar y leer.
No tienes que preocuparte por el valor que van a alcanzar y si son destruidos o no, o por
el hecho de que probablemente no alcancen el mismo valor que los
originales. Pero ya sabes, no te puedes quejar por reimprimir un material de escasa
acogida, sean sellos de correos o un comic book original. Es un fenómeno que
forma parte de nuestra cultura, y Franklin Mint y los fabricantes de placas
están todos haciendo lo mismo, incluso esas personas que sacan al mercado esos
platos, por ejemplo, tienen algún tipo de indicio de que terminarán siendo más
valiosos, y también de que te puede gustar que aumente el valor. Así que
vivimos en un mercado de la inversión, de la sociedad capitalista, y ese es el
juego al que estamos jugando ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario