Por Jeremy Pinkham para The Comics Journal nº 175 (Marzo de 1995). Traducida por Frog2000. Parte 1.
PINKHAM: Así que supongo que no tuviste que “colaborar” con él.
KUBERT AÑO UNO
PINKHAM: Así que fuiste alumno de la
primera clase de la Escuela de Kubert.
VEITCH: Si. Durante años, Joe tuvo el sueño de enseñar historieta. No sólo es un
dibujante brillante, sino que fue lo suficientemente bueno manejando negocios como para empezar a dirigir su propia escuela. A nadie de
los que lee el Journal tendré que decirle nada sobre quién es Joe
Kubert, porque es uno de los grandes. Encontró esa vieja mansión,
la “Baker Mansion”, en Dover, New Jersey, y la compró por casi
nada, porque nadie más la quería, y empezó con su escuela.
En esa primera escuela sólo éramos 20 o 22 alumnos, y cinco o seis lo
dejaron muy pronto. Así que éramos una clase verdaderamente
pequeña, y estábamos en ese bonito y antiguo edificio, aunque
Dover, New Jersey, fuese el sobaco de la Costa Este. Estábamos en
nuestra propia pequeña finca de cinco hectáreas en una vieja
mansión con piscina. Era increíble lo bien que terminó funcionando
todo.
PINKHAM: ¿Residías allí con tu
familia?
VEITCH: No, mi esposa y mi hijo se
quedaron en Vermont, pero seguíamos juntos en ese momento, yo
estaba en la Escuela intentando aprender un oficio, y los veía los
fines de semana. Allí nos reunimos un grupo de chicos
increíble, también había gente mayor. Yo era uno de los mayores,
con 26 años, pero tenía un compañero que se llama Ben Ruiz que
estaría en la cincuentena, y había algunos otros de mi
edad. La mayoría de los estudiantes tenían 22 o 23 años. Así que
había un cruce social bastante bueno. Lo positivo es que todos queríamos estar allí, y todos veníamos del interior del país, éramos gente que quería hacer esto, pero no sabía
cómo hacerlo, y ahí estábamos. Nos metimos en ese entorno
escolar ¡y fue como si hubiésemos encontrado lo que queríamos!
[Risas.] Joe no había elaborado demasiado el plan de estudios,
porque todo se estaba improvisando sobre la marcha. Pero
terminamos creándolo mientras transcurría el primer año.
PINKHAM: En cierto modo suena como si
hubieses tenido una mejor experiencia que la que (tal vez) podrías
tener ahora.
VEITCH: Era una situación realmente
cruda. No creo que Joe estuviese listo para hacerlo en ese momento.
Había estado soñando durante muchos años, y de repente
todo se hizo realidad, y estuvo intentando hacer malabarismos con 15 o 20
estudiantes, algunos de los cuáles eran como auténticos manojos de
nervios. Las emociones eran muy intensas todo el tiempo, lo que creo
que genera un ambiente positivo para el aprendizaje. Casi era como un
caldero en el que te hubieses metido de forma voluntaria, y del que
saldrías más refinado. Éramos un gran grupo: Bissette estaba
allí y Tom Yeates también estuvo ese primer año, y un montón de
otros tíos muy interesantes. Aprendí mucho de la experiencia. Estábamos todo el día y toda la noche con el tema,
noche, día y noche, ¡cómics, cómics, cómics!
PINKHAM: ¿Quiénes eran los profesores?
VEITCH: Algunos eran muy
interesantes: Dick Giordano nos estuvo dando clase durante el primer año, era
muy bueno. Rick Estrada era un historietista magnífico de DC, y conectamos mucho con él, porque sabía cómo enseñarnos y tenía lista la planificación del curso. Supongo que tendría
experiencia en la enseñanza. Nos enseñó un montón y nos
animaba para que llegásemos a nuevos niveles cada semana. También
estaba Hy Eisman, que enseñaba “humor”, y Kelly
Harris, que enseñaba "producción" y "mecánica", es con quien aprendí a hacer “empastados”, también Lee Elias, y
luego estaba Joe, que era el corazón y el alma de la
escuela. Nos daba tres clases por semana, mientras editaba títulos
para la DC y hacía portadas, todo al mismo tiempo. Era asombroso.
Tengo el recuerdo de estar sentado en mi mesa en la sala de estudios,
y ver desde allí la oficina de Joe, donde estaba su mesa de dibujo,
y él estaba haciendo una portada o algo, y te dabas cuenta de su increíble
concentración, nunca había visto algo igual. Uno de
los problemas personales de dibujar que me asaltaron era que cuando
empezaba, daba muchas vueltas y no podía concentrarme, ¡y él
parecía haber entrado en estado de trance! Así que empecé a
imitarlo y emularlo, y por fin mi dibujo empezó a plasmarse.
PINKHAM: ¿Empezaste a dibujar más a
menudo?
VEITCH: Bueno, mi estilo acababa de
empezar a surgir justo delante de mis ojos y empecé a volcarme
mucho más, empecé a disfrutar más y a anhelar estar dibujando.
Traté de organizar mi vida de modo que tuviese un tiempo específico
reservado sólo para el dibujo, traté de asegurarme de que no me interrumpiesen, tan sólo para poder seguir experimentando... supongo que era como
una meditación profunda... Había lecciones que había
recibido en la escuela de Kubert que no habían sido verbalizadas todavía.
Las habilidades de Joe para la historieta eran tremendas, y en todo caso, estaba intentando no
influirnos demasiado para que no nos convirtiésemos todos en
pequeños clones de Joe Kubert, eso le daba mucho miedo. Pero
cuando los alumnos no hacían sus deberes se lo tomaba como algo
personal. Cuando llegaba el momento de enseñar los trabajos en sus clases se
generaba mucha tensión y se enfadaba si alguien no traía los
deberes hechos. Incluso llegaba a vacilar a la gente.
Perdíamos un tiempo muy valioso que deberíamos haber gastado
dibujando, sólo para hacer frente a su ira. Estoy seguro de que
después de un par de años se daría cuenta de que a nivel
universitario suponía una verdadera pérdida de tiempo molestar a la
gente con el tema de los deberes. A esa edad, o te
hundes o nadas. Pero en esa época era verdaderamente intransigente
con el tema.
PINKHAM: Fue allí donde conociste a
Steve Bissette.
VEITCH: Claro. También era de Vermont,
y había oído hablar de Tom y de mí. De hecho, su estilo en ese momento estaba muy influenciado por el de Greg Iron. Había leído
Skull Comix, y también “Two-Fisted Zombies”, y sabía que
nosotros éramos de Vermont, así que le inspiró para
auto-editarse un cómic de pequeña tirada titulado Abyss. Recuerdo el
primer día que lo conocí: fue como reunirme con un hermano
largamente desaparecido. Es ese tipo de chico. No le pregunté su
nombre, incluso aunque chocamos las manos (yo estaría fumado o algo
así), pero me entregó una copia de su cómic, que me llevé a casa
esa noche para hojearlo. Había dos historias, “Cries of the
Vegetable Kingdom” y “Rudy Dreams,” que me parecieron asombrosas. Me
impresionaron muchísimo. No me di cuenta de que eran suyas, así que
cuando le vi, le pregunté, “Hey, es un cómic magnífico, ¿quién
ha hecho ‘Rudy Dreams’ y ‘Cries of the Vegetable Kingdom’?”,
y tímidamente me contestó, “es mi material.” Nos gustaban cosas
similares, cómics, música y otras cosas, y por supuesto, los dos
éramos de Vermont, así que empezamos a pasar mucho tiempo juntos y
a hacer toscas colaboraciones. En ese punto éramos como críos
jugando con sus juguetes, realmente no sabíamos muy bien lo que
estábamos haciendo. Empezó a influenciarme mucho en mis historias. Yo siempre he hecho cómics como expresión pura, tal y
como lo sentía. Bissette fue la primera persona que conocía que
conscientemente pensaba en la estructura de la historia en términos
cinematográficos, y lo importante que era que ciertos elementos de
las historias crearan un ritmo en la lectura y resonaran en el
lector, lo que supuso toda una revelación. Incluso aunque entonces él
ya fuese famoso por no acabar sus tareas [risas].
PINKHAM: ¿Llegó a sufrir la ira de Joe
Kubert?
VEITCH: No, eso era lo sorprendente de
Bissette. ¡Era capaz de hablar con él y se terminaba librando! Recuerdo cómo se
levantaba delante de toda la clase, dibujando con sus lápices
imaginarios y cogiendo un poco de tinta de una pequeñísima parte de
una esquina, se suponía que lo estaba haciendo para acabar una
tarea… pero también podía inventarse grandes historias sobre lo
que tenía pensado hacer y el motivo por el que no había acabado el
trabajo y cómo lo conectaba todo con esa película y aquel libro y
ese otro disco... De alguna manera era capaz de atenuar su ira!
[Risas.] Es un artista natural increíble. A la gente le encantó su
estilo al instante. Me di cuenta al observar a muchas personas a lo largo del año. Probablemente utilizaba (más que cualquiera de
nosotros) el pincel y pensaba como un entintador. Desarrolló un
estilo con el trazo de pincel que de alguna forma se basaba en el
de Joe, pero tenía su propio estilo y era bastante original. Creo
que incluso Joe se quedó impresionado con la evolución de Bissette ese primer año. Joe era editor de Sgt. Rock y
había llegado a un acuerdo con DC para poder publicar el trabajo de
algún estudiante en la parte posterior de la colección. Todos
empezamos a hacer lo que se llamaban "historias de back-up",
que eran esos cómics de guerra de dos, tres, cuatro o cinco páginas
que se hacían fuera del currículo escolar, con Joe actuando como
editor, incluso nos pagaban una cantidad mínima. Por
supuesto, las cosas que aprendíamos estaban mucho más enriquecidas,
eran mucho más potentes y al grano.
PINKHAM: Así que él actuaba como un
editor.
VEITCH: Claro, sin chorradas, así era.
Tenías que hacerlo o te expulsaba. Esa especie de presión sacó lo
mejor de nosotros. Mi seudónimo en aquel momento era Veitch-a-matic,
porque siempre estaba dibujando. De cualquier forma, Joe no lo
ponía fácil, pero terminé cada tarea que me encomendó e hice muchas historias de back-up, porque me encantaba hacerlas. Apuesto que en dos años hice como 15 o 20 historias de reserva para los cómics de Sgt. Rock.
PINKHAM: ¿Tenías alguna
responsabilidad frente a DC?
VEITCH: Lo odiaban. Estaba relacionado
con las horribles políticas de DC que Joe y cualquier otro artista
habían sufrido a través de las décadas. Toda mi vida me había
imaginado lo maravilloso que sería trabajar para DC Comics, y llegué
y simplemente me pareció horrible, todo el mundo estaba desanimado y
proyectaba esas vibraciones negativas en su trabajo, todo el mundo
odiaba el trabajo que estaba haciendo. La otra cosa rara que nos pasaba a los estudiantes que estábamos totalmente obcecados con los cómics y realmente nos encantaban
era que muchos de los profesionales que estábamos empezando a
conocer decían que los cómics estaban muertos. Se decía que los
dibujos animados iban a ser más importantes, pero que los cómics
estaban muertos. Tenían todo tipo de razones para creerlo, porque la red de distribuidoras de aquel momento estaba a punto de colapsarse.
PINKHAM: Suena familiar.
VEITCH: Si, pero a una escala mayor.
Era algo que llevaba funcionando desde hacía cuarenta años, y que
estaba en sus últimos estertores. Directamente estaban perdiendo dinero,
a nadie le estaba funcionando bien. Fue en la época en la que Mike
Friedrich vino a la Escuela para hablar con nosotros.
PINKHAM: ¿Estaba trabajando en Star
Reach en esa época?
VEITCH: También estaba trabajando como
consultor de Marvel.
PINKHAM: ¿Para el mercado directo?
VEITCH: Simplemente era algo que
acababa de surgir. Fue la primera persona a la que escuché que sabía
lo que era el mercado directo, y que tenía una visión de lo que iba
a convertirse en el futuro. Al final resultó que estaba en lo cierto. Me
inspiró a pensar en nuevas formas de lo que podía lograr como
dibujante, y no sólo en convertirme en la siguiente persona que
estaría haciendo los Cuatro Fantásticos.
PINKHAM: ¿Se solía hablar acerca de que los
dibujantes debían hacer trabajos más maduros?
VEITCH: Sí. Joe había estado en
Europa y había conocido a una gran cantidad de europeos como Hugo
Pratt, Moebius y Druillet, y todo el mundo se había quedado
impresionado con lo que estaban haciendo. Era en los cómics europeos donde estaban pasando cosas nuevas.
PINKHAM: ¿Pudiste ver algo de ese
material?
VEITCH: Bissette fue la primera persona
que me pasó una copia de Metal Hurlant. Por supuesto, tan pronto como
me leí ese material fue como ¡WOW! ¡Esto es! Fue justo después de
que National Lampoon comprase los derechos de ese material y empezara
a publicar Heavy Metal. De repente, parecía como si hubiese
verdaderas posibilidades de hacer algo, como si realmente los cómics
intentaran dar un paso más allá. Pero ninguno de nosotros se dio
cuenta de lo limitada que era la revista. En retrospectiva, se pueden
ver bien sus limitaciones. En ese momento era emocionante y todos
estábamos intentando conectar con ella. ¡Habíamos conocido suficientes dibujantes de mediana edad que se habían convertido en
alguien triste, tocado y pobre trabajando para DC y Marvel como para no querer acabar así!
PINKHAM: ¿Pensaste en Mad como una
opción?
VEITCH: En realidad no era mi estilo. No
soy un historietista de humor. Me atrae más la ciencia ficción, el
horror o incluso los superhéroes. En la escuela nos sentábamos cada
noche para hablar, hablar y hablar, y también hablábamos sobre
superhéroes. Era como si tuviésemos la vaga sensación de que los
superhéroes tenían un potencial que todavía no se había
desarrollado. Mirábamos lo que estaba haciendo Moebius y nos
preguntábamos, “Tío, ¿podríamos hacer esto con superhéroes? Si
nos pudiésemos traer toda esa intensidad novedosa...” Aunque no éramos capaces de formular nuevas direcciones para el género,
intuitivamente sabíamos que se podía hacer. No fue hasta unos años
después que sucedió. Pero nosotros ya lo habíamos estado barajando.
PINKHAM: ¿Hubo alguna otra publicación
en la que estuvieses trabajando mientras acudías a la escuela?
VEITCH: Si, me llegó una carta de
alguien llamado Cliff Neal que estaba haciendo una serie titulada
“Dr. Wertham’s Comics and Stories”, y que había visto
“Two-Fisted Zombies” y de alguna forma había rastreado mi
dirección. En uno de mis viajes a casa estaba esperándome esa carta
de Cliff Neal. Decía que le había gustado mucho “Two-Fisted
Zombies” y que quería que hiciese algo para él. Era la primera
vez que me ocurría algo parecido. Así que cuando volví a la
escuela le envié un montón de ejemplos, e incluí también bastante
material que había hecho Bissette, lo cuál también le gustó
mucho, y nos dio un espacio regular en su serie. Steve y yo hicimos
una historia titulada “The Tell-Tale Fart.” [Risas.] Era una
historia de terror humorística, un recuento de “The Tell-Tale
Heart”. De alguna forma molaba. También se puso en contacto con
nosotros un chico llamado Larry Shell, que editaba un cómic titulado
“Fifties Funnies”. Vivía cerca, en New Jersey, y contactó con
la escuela y empezó a darnos trabajo aquí y allá. También sacamos
un tomo juntos titulado “Manticore”. Lo hicimos todo nosotros, lo
editamos, lo imprimimos, lo encolamos a mano, todo. Estuvo muy bien.
Y luego, al año siguiente hicimos otra cosa titulada “Parade of
Gore” [risas.].
PINKHAM: ¿Qué pensaba Kubert sobre
ese material?
VEITCH: Bueno, todos sentíamos que no
podíamos hacer nuestras mierdas más salvajes si el nombre de Kubert
estaba involucrado, así que “Parade of Gore” fue una reacción a
esa situación. Reunimos dinero y lo hicimos fuera de la
escuela, e intentamos que fuese tan raro y escandaloso como
pudiésemos. Uno de los continuos debates en la escuela de Kubert
trataba sobre el buen gusto. Los historietistas de la generación de
Joe no podían entender el humor de nuestra generación, que se
basaba en el mal gusto. Estaban empezando a aparecer cosas como
“Saturday Night Live”. Para nosotros era tan natural que no
queríamos que nos pusieran frenos, y se celebraron muchos debates al
respecto. A veces tenías que ser capaz de defender que lo que habías
dibujado merecía mucho la pena, y creo que era positivo.
PINKHAM: ¿Alguna vez te preocupó
expresarte tú mismo de esa forma, de dañar las oportunidades que se pudieran presentar a lo largo de tu carrera en el medio del cómic?
VEITCH: Estuve sopesando algo parecido. La
mentalidad de plantación que se filtraba desde DC y Marvel decía
que si el editor o el director tenían en mente que eras un
“dibujante underground,” nunca conseguirías trabajo. Sonaba como
una auténtica locura, pero era cierto. Así que había un montón de tíos que
estaban haciendo cosas bajo seudónimo, y de esa forma los que
estaban al cargo no se enteraban de lo que hacían.
PINKHAM: ¿Fue en la escuela de Kubert
donde usaste aerógrafo por primera vez?
VEITCH: No, en realidad ya lo había
utilizado justo antes de entrar. Había hecho un encargo que
consistía en pintar un letrero y me pagaron con un aerógrafo. Así
que me esforcé en aprender a usarlo. Recuerdo que algunas de las
muestras que llevé para que me aceptaran en la escuela estaban
realizadas con aerógrafo. Aprendí algunos trucos, aunque
definitivamente no era demasiado bueno. Fue Joe quien me animó
especialmente para que aprendiese su técnica y la utilizase en las
tareas que nos encomendaba, porque pensaba que era una herramienta
muy valiosa. Puedes fijarte que el aérografo era emergente en
la época, especialmente en los trabajos a color, así que seguí
usándolo. Te lo creas o no, incluso llegué a hacer una historia con aerógrafo para Sgt. Rock. Estaba escrita por Bill Kelly y era una historia en
prosa que yo ilustré. Rompimos las letras (esto se hizo antes de los ordenadores, así que tuvimos que cortarlas a mano), y
pusimos las ilustraciones alrededor. Las hice con aerógrafo,
las coloqué en marcos en el papel, y lo terminaron publicando.
PINKHAM: ¿Tenía buena pinta publicado en papel?
VEITCH: Mucha gente me felicitó por
esa historia, aunque para los estándares actuales estoy seguro
de que es una mierda.
PINKHAM: En la introducción de
Archie Goodwin a la historia “Monkey See,” de Epic, decía que
Bissette y tú lo habíais hecho todo: que los dos habíais hecho el guión, la habíais diseñado y que ambos habíais realizado el
dibujo. ¿Era vuestra forma habitual de trabajar?
VEITCH: Si. Probablemente fue un
año o dos más tarde. Para entonces éramos capaces de trabajar en
cualquier nivel de producción de un cómic, aunque era bastante
obvio que él era mucho mejor entintador que yo. Yo era mejor
diseñando las páginas, ¡mientras que él se sentaba por ahí y se
quedaba pensando unas semanas antes de empezar! [Risas.]
Así que en realidad yo era quien me ponía en marcha. En muchos sentidos éramos uña y
carne, pero en cuanto a la ética de trabajo
estábamos en niveles completamente diferentes. Fue la fuente de
muchos conflictos. [Risas.] Pero esa es su naturaleza.
Aprendí a trabajar de esa forma, y sencillamente valió la pena, porque
creo que nuestras colaboraciones produjeron obras consistentemente
mejores que las que cualquiera de nosotros hubiésemos sido capaces
de producir por nosotros mismos en ese momento. Y creo que estuvo muy
bien. Probablemente conecté con él en un nivel creativo mejor que
con nadie anteriormente. Incluso ahora, cuando nos sentamos en algún sitio, empezamos a inventar historias, tan sólo por
la pura alegría creativa de hacerlo. Antes solíamos hacerlo todo el
tiempo, estábamos pasando el rato y nos decíamos: "Vamos a...
¡escribir una película!" [Risas.] Y terminábamos diseñando
un entorno y los personajes y las escenas. Entre nosotros se generaba auténtica
energía que me gustaba un montón. No la he vuelto a
sentir con demasiadas personas, y lo valoro mucho.
FLYING DUTCHMAN
PINKHAM: ¿Cómo transcurrió el
segundo año?
VEITCH: El segundo año fue muy
diferente, en el sentido de que de repente teníamos otra clase
entera, llena de maníacos, en nuestra idílica mansión. De la nada
surgieron 35 o 40, y todo el lugar empezó a hervir repentinamente de
dibujantes que se arrastraban por allí. Nos sacaba un poco de
quicio, porque estábamos acostumbrados a que el lugar fuese nuestro.
Había un montón de gente saturando los dormitorios, por lo que la
vida no era tan cómoda, y ajustarnos el primer mes a la situación fue verdaderamente duro. Pero conocimos a Tim
Truman y John Totleben, Ron Randall, Jan Duursema, Tom
Mandrake, y un montón de otros chicos increíbles, verdadero talento
en bruto. Y cada uno de ellos añadía algo a la mezcla. Totleben
era muy tímido, no le gustaba hablar con la gente, pero en un par de
días todo el mundo sabía que era ese tipo de aspecto extraño que
estaba en la habitación de la esquina, en el segundo piso, dibujando
sin parar esos brillantes bocetos de monstruos al estilo de Frank
Frazetta. Era todo lo que hacía. Todos nos quedamos atónitos con su
trabajo. Se empezaron a formar grupos más pequeños de personas que
iban en serio. Cuando nos graduamos, alquilamos una casa grande en
New Jersey y empezamos a enseñar nuestras muestras en Nueva York, y a
aceptar cualquier tipo de trabajo relacionado con el dibujo que nos
ofrecían. Alguien etiquetó la casa como los "Flying Dutchman
Studios." Éramos Totleben, Yeates, Bissette y yo. Otros grupos
de la escuela de Kubert hicieron lo mismo, formaron esas pequeñas
pandillas en casas y apartamentos de alquiler y comenzaron a jugar al
mismo juego.
PINKHAM: ¿Había cierta sensación
de competitividad?
VEITCH: Todos nos sentíamos parte de
lo mismo, de algo más grande. Puede que hubiese algo parecido a la
competencia entre algunas personas, pero nada que se volviese demasiado feo. Era competencia sana. Si yo encontraba a un editor que
respondía bien ante mi material, quería que cogiera a tantos de mis
amigos como pudiese. Dondequiera que pudiésemos encontrar una puerta
para meter el pie, lo hacíamos. Al principio fue [difícil]. Yeates
y yo tuvimos que trabajar para la revista Beaver.
PINKHAM: [Risas.] Supongo que era una
revista de pornografía.
VEITCH: Si. DC había implotado y
cancelado docenas de títulos, así que no daba trabajo.
Cuando salimos de la escuela de Kubert pensábamos que todos nos
estableceríamos en DC. Pero no había trabajo, y la situación
política que formaba parte de la vida de Joe en DC era tan mala en
ese punto que no se podía hacer uso de su influencia. Todos nos fuimos a la editorial para buscar trabajo, pero ninguno lo conseguimos. Así que nos
dijimos: "Bueno, ¡vamos a Marvel!" Bing, bing, bing,
empezamos todos a trabajar para Marvel, principalmente a través de
Rick Marschall. En ese entonces estaba editando la línea de revistas de Marvel y en su mayoría eran revistas de terror como
Drácula y otras de ciencia ficción extraña. Yo tenía las muestras de
aerógrafo y me fui con ellas y bingo, conseguí trabajo.
Bissette tenía un guión de 20 páginas, y terminé ayudándole con
el aerógrafo desde el principio. Así que de repente estaba
ocurriendo. Alguien, creo que fue Bissette, encontró una forma de
entrar en Heavy Metal. De repente nos estaban comprando historias de
una página a todos. No es que estuviésemos haciendo un montón de
dinero, pero era lo suficiente como para pagar la renta y comprar
algunos fritos [en español, en el original]. [Risas.] Todos
intentamos conseguir entrar en Warren, pero no tuvimos suerte. Estuvo
a punto de hacerse realidad con un par de historias que les mostré,
pero no llegamos a un acuerdo. Un día estábamos cocinando o algo
así cuando de repente nos llegó el rumor de que Rick Marschall
había convencido a Marvel de que debía hacer algo al estilo de
Heavy Metal, una revista a todo color que terminó evolucionando en
la revista Epic.
PINKHAM: ¿Y cuándo se involucró
Archie Goodwin?
VEITCH: Antes de que el primer número
saliese a la venta, porque creo que Marschall salió rebotado. Pero
nos había comprado suficiente material para llenar dos o tres
números. Nos compró “Monkey See”, de Bissette y mío, y un
guión titulado “Solar Plexus” que estaba haciendo en ese momento.
Lo interesante de “Solar Plexus” es que era una de esas cosas al
estilo desvaído del Heavy Metal que realmente no poseía una
historia de sólidos cimientos, y me dijeron que a Stan le había
gustado, pero que había decidido que la historia necesitaba una
estructura. Así que él mismo elaboró un argumento de una página
que incluyó en mitad de la historia. Me lo tragué y continué
haciendo la historia, y entonces me dijeron que Rick Marschall se marchaba y que Archie entraba a ocupar su puesto. Así que fui a ver a Archie para
enseñarle la historia, y se la leyó y me dijo: “Es una buena
historia, excepto por esa única página…”, ¡y era la página
que había guionizado Stan! [Risas.]
PINKHAM: Así que supongo que no tuviste que “colaborar” con él.
(Continuará)
1 comentario:
Hola Amigo, is possible to reupload this albums: Walter Daniels, Oblivians & Jeffrey Evans-Melissa's Garage Revisited, Bassholes - The Secret Strength Of Depression, The Gibson Brothers - Live at Bogart's and the Burning Bush 7 "?
Muchas Gracias
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