lunes, 14 de mayo de 2012

COMICS “LO-FI", por Warren Ellis

Entrega nº 48 de "Comes In Alone", columna escrita por Warren Ellis. Aparecida el 17 de noviembre de 2000 en Comic Book Resources. Traducida por Frog2000. Nota: el título es una invención, la columna original no tenía ningún encabezado.

Cuando era un chico que vivía al lado de la autopista y que se levantaba de la cama cinco minutos antes de irse a dormir, el cómic que se producía en este país, Inglaterra, era muy diferente del que conocemos hoy en día. Con el poco dinero que solía llevar en el bolsillo me compraba el 2000AD. Creo que tenía unas treinta y dos páginas de extensión. Era del tamaño de una revista. Costaba ocho peniques, que creo que es el equivalente a cuatro o cinco centavos de dólar yanquis. Era un cómic semanal de ciencia ficción dirigido simbólicamente para los niños más adultos. Comencé a leerlo nada más empezaron a editarlo, apenas una semana después de mi noveno cumpleaños, en 1977. Se podía encontrar en todos los quioscos del país. La portada y la contraportada eran a color. Ese era el soporte. El resto era en blanco y negro y estaba entintado por completo en un papel barato de celulosa. Si lo leías muchas veces, las manos solían mancharse de negro. La tinta se quedaba tan mal fijada al papel que con una [masilla] “Blu-Tack” podrías correr el riesgo de levantar las imágenes completas de la página. Había cinco historias en cada número. Por supuesto, JUEZ DREDD fue apareciendo todas las semanas hasta que más tarde obtuvo el color, así como las tres o cuatro páginas que le seguían. Al menos tres de las otras cuatro historias eran episodios de series de continuará. Por lo general, una de las historias era un "shock del futuro", o una de sus variantes como "Twisted Time" (una historia corta de ciencia ficción con principio y final), generalmente con un giro sorpresivo en la última página. Dredd también tenía más episodios autónomos que historias continuadas. Eso sí, cuando en DREDD se hacían arcos argumentales épicos de varios episodios seguidos como EL NIÑO JUEZ y LA GUERRA DEL APOCALIPSIS, duraban veintiséis semanas o incluso más tiempo.

Eran cómics del rock n´roll.

La línea editorial, tal y como estaba diseñada originalmente por el innovador guionista y editor Pat Mills, intentaba insuflar energía innovadora a los conceptos de ciencia ficción más básicos. La intención era mantener las cosas relucientes. A 2000AD le impulsaba el cambio. Recuerdo que una semana me pillé la revista y descubrí que la historia de Dan Dare comenzaba justo en la propia portada, tal y como acostumbraban a hacer en la antigua Eagle. Dave Gibbons era el encargado del dibujo. Seis páginas de Dave Gibbons a la semana. Apuesto a que si tuviese que hacer hoy lo mismo, el pobre y viejo bastardo empezaría a temblar sin control. (Este fin de semana estaré bebiendo con Gibbons, pero gracias a Dios creo que esta columna se publicará justo cuando él esté cogiendo el avión para poder llegar al punto de reunión acordado.) Las series nuevas rotaban con bastante frecuencia. Durante sus primeros diez años, o incluso más tiempo, muy rara vez sentías que la revista se estuviese quedando rancia.

Al menos toda una generación de guionistas de cómic británicos se acercaron al cómic gracias a 2000AD. Los cómics siempre deberían tratar sobre cosas nuevas. En ese sentido, Grant Morrison y Mark Millar son los típicos guionistas de cómic británicos. Suelen presentar historias e ideas novedosas en cantidades gigantescas. De hecho, en una ocasión se hicieron cargo de 2000AD brevemente como “invitados editoriales". Estuvieron algo así como ocho semanas repletas de historias nuevas al cargo. Sencillamente mantuvieron la revista de la misma forma en la que solía editarse. Ese es el motivo por el que nosotros somos diferentes de los creadores “mainstream” estadounidenses. Ellos crecieron leyendo a los personajes de siempre, y por lo tanto, eso es lo que impregnó su forma de guionizar. Nosotros crecimos leyendo nuevas historias cada semana, y por lo tanto aprendimos que teníamos que aparecer en escena para presentar algún nuevo truco.

Tengo que mencionar tres cosas sobre 2000AD. Una: era barata. Empezó a aparecer con un precio de ocho peniques, que probablemente serán unos 15 centavos americanos de la época. En 1982, con la inflación tomando el control, empezó a costar 18 peniques, pero un single de vinilo costaba mucho más de esa cantidad. Actualmente cuesta un cuarto de libra, una cifra que un convertidor de moneda online me informa que es un pelín menos de dos dólares americanos actuales. Lo que, francamente, todavía no me parece demasiado caro por 30 enormes páginas a todo color. Sólo es un poco más caro que la música. Esto nos lleva hasta el segundo punto. 2000AD es semanal. No se debería subestimar el alcance de este segundo punto para adivinar el por qué de su éxito. Era y es tan regular como la televisión. El mundo exterior entiende la frecuencia semanal como algo que pertenece a la ficción narrativa. Como si no fuese tan bueno como la frecuencia mensual.

La tercera cosa importante de 2000AD se merece un párrafo propio. Para mí era un producto “lo-fi”.

En blanco y negro. Su impresión era una mierda: podías levantar imágenes completas de la revista con una “Blu-Tack”. Por lo menos diría que el color era desvaído. El papel estaba un paso por encima del papel higiénico, y durante años estuvo adornado con sangrientos recortes de imprenta. Y nada de todo eso me importaba mucho. Eran cómics de baja fidelidad. Las historias se entregaban de forma tan rápida, barata y sencilla como resultara posible. Y en su apogeo la llegaron a comprar cientos de miles de personas.

Ahora ya no ocurre lo mismo. Me han comentado que actualmente la serie vende cerca de las 40.000 copias. Cuesta un cuarto de libra, precio comparable al de un cómic americano, pero aún así no es demasiado barata. Y es a todo color. En lugar del papel empastado de antaño, el papel es fino, lo que lo convierte en un cómic que ya no se puede poner de pie cuando lo dejas en la estantería. 2000AD ha heredado el erróneo color de la década de los noventa, que tuvo la culpa de que una gran cantidad de gente empezase a producir páginas pintadas con gran rapidez. La mayoría de ella ya no está trabajando en la industria. En algún momento de los últimos tiempos, 2000AD se olvidó de lo que se supone que debía ser.

Con mi mano derecha sostengo dos maravillosos cómics que también se merecen el calificativo de “lo-fi”, los números cuarto y quinto de una excelente historia realizada por Chester Brown sobre la biografía de Louis Riel. Llevo siguiendo el trabajo de Chester Brown desde hace mucho tiempo (incluso por alguna parte tengo la primera edición fotocopiada de Yummy Fur). El tío ha vuelto a utilizar su talento de nuevo y se ha puesto a producir un cómic magníficamente controlado y brillantemente pulido. Veintiocho páginas en blanco y negro impresas en papel “pulp”, con la portada a todo color. Dos dólares americanos con noventa y cinco. Dos libras en dinero de verdad. Disponible en algunos pocos miles de sitios especializados de Norteamérica y Gran Bretaña, y en un disperso puñado de otros emplazamientos de habla inglesa.

Como creador comprometido con sus propias historias, Brown sigue siendo una rareza cuando se compara con el artista norteamericano medio. En EEUU las obras nuevas y originales de propiedad autónoma son descritas por importantes figuras como "de consideración secundaria" sin que nadie pestañee. No tengo ni idea de cuánto puede vender Louis Riel, pero me imagino que su autor no se estará haciendo rico con la obra. Supongo que la mayoría de vosotros, los que leéis esta columna, nunca habéis escuchado hablar de Brown (por cierto, si tu tienda local no tiene el cómic y no puede o no quiere conseguirlo, inténtalo online. Yo lo hice mientras estaba investigando para esta entrega de la columna. Comprad algunos números. Hasta la fecha han aparecido cinco.). Todos vosotros conocéis el estado del mercado de cómic americano. Chester Brown está trabajando en un continente donde las ideas han de tener treinta años de edad y ser propiedad de una empresa antes de que se empiecen a amar.

En otro lugar de la casa tengo otra historieta “lo-fi”. Es un cómic japonés: “Morning”, de Kodansha. Es semanal. Y está impreso en basura. Quiero decir, es absoluto papel pantanoso. Como no soy capaz de leer ni una maldita cosa en él, para los detalles esenciales me guiaré por Dreamland Japan de Frederik Schodt, con la salvedad de que el libro se editó hace cuatro años, por lo que algunos de los números pueden haberse alterado un poco. En 1996 “MORNING” tenía alrededor de trescientas setenta páginas y costaba doscientos cincuenta yenes. Eso son unas sesenta libras. Dos con treinta dólares. Su circulación estimada en 1996 era de algo más de un millón de copias.

Pensad en ello.

2 comentarios:

mariano dijo...

Increíble deslizamiento desde 2000 AD y Juez Dredd a Louis Riel de Chester Brown.
Qué afortunados los ingleses que pudieron disfrutar de esa edad dorada de 2000AD y qué pena que aquí se haya editado tan mal y tan a cuenta gotas.

Anónimo dijo...

Y si la volvieran a editar sería a precio de oro...

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