Entrevista con Mike Allred en The Comics Journal 164, Diciembre de 1993. Traducida por Frog2000.
*** Entrevista en Anarchy Music, traducida por Entrecomics.
En 1988 Michael Dalton Allred hizo aparición en el medio
del cómic virtualmente de la nada con una novela gráfica titulada “Dead Air” que era publicada por Slave Labor Graphics. Tan sólo cinco años más tarde recibió el
Harvey Award a la Mejor
Nueva Serie de 1992, gracias a una “limited serie” de tres
números publicada por Tundra y titulada Madman. A lo largo de su carrera
también ha puesto en pie la serie de corta vida Graphique Musique y Grafik
Muzik para Slave Labor y Caliber respectivamente, y ha colaborado con Bernie
Mireault en el one-shot de Epic “The Everyman”, y con Neil Gaiman, Peter
Milligan y Rachel Pollack en varias historias para el sello Vertigo. Después de
continuar con éxito la serie Madman con otra serie a
todo color (Madman Adventures) coloreada en dos tonos para Tundra/ Kitchen Sink, Allred se ha llevado
su creación más popular a Dark Horse para su novísima encarnación titulada Madman Comics, un título que Allred desea que prospere durante muchos años.
Esta entrevista está divida en dos partes. La primera está
realizada por Carole Sobocinski, antigua editora del Journal, y se concentra en
la historia personal de Allred y en las raíces artísticas de su dibujo. La
segunda parte está realizada por Ryder Windham, antiguo editor de Eros Comix y
editor actual de Dark Horse, y se concentra en los contenidos que pueden
encontrarse en la obra del autor y sus intenciones implícitas,
así como en la problemática de la violencia y las recompensas del
merchandising.
PARTE I: ESTA ES LA HISTORIA DE MI VIDA
Carole Sobocinski: Por favor, empieza contándonos un poquito cuáles son
tus antecedentes. ¿Cuándo y dónde naciste?
Michael Allred: Nací en Roseburg, Oregon, el 19 de Enero de
1962. Así que ahora que lo sabéis, apreciaré mucho que me hagáis un regalo en mi próximo cumpleaños.
Soy el hijo de Dale y Rae Belle Allred. Mi padre fue y sigue siendo un
psicólogo retirado en la actualidad que estuvo trabajando en el VA Hospital.
Sobocinski: ¿Fue una influencia para escoger un título como Madman?
Allred: No. Bueno, quizá de forma subconsciente, pero yo ni
siquiera sabía a qué se dedicaba hasta que cumplí los diez años.
Sobocinski: ¿En serio?
Allred: Claro, solía escuchar a la gente llamándole Doctor Allred,
pero en realidad no me preocupaba demasiado. Lee, mi hermano mayor, era
el que compraba cómics en la familia, o por lo menos obligaba a que papá o mamá
nos comprasen los tebeos. Así que muchas de mis primeras lecturas fueron en su
mayor parte resultado de sus gustos.
Sobocinski: ¿Cuántos años tenía?
Allred: Bueno, Lee era dos años mayor que yo. Pero mis gustos
pronto fueron los míos. Alrededor de mis diez años, mis padres se separaron.
Mis hermanos mayores y menores se marcharon con mi mami a vivir a Utah. Yo me
quedé con mi papá en Oregon. Era una vida del estilo de la que aparece en
“Courtship of Eddie´s Father” (Buscando novia a papá), porque yo llevaba mujeres a casa para que las conociese mi padre...
Sobocinski: ¿En serio solías hacer eso?
Allred: No, pero quería tener una nueva mamá. Mi mami se volvió a
casar y tuvo dos hijas de su segundo matrimonio. Entre nosotros se metió una cuña que supongo que fue por varias razones, pero especialmente porque estaba haciendo frente a mi pubertad y al período
salvaje de mi vida (aunque gran parte de
la culpa se la atribuyo al divorcio). Durante mi adolescencia pasamos por una verdadera mala racha, pero ahora ella es como mi mejor amiga. En
realidad me siento muy cercano a ella. Tristemente, una de las razones de ese reencuentro se produjo por el fallecimiento de su segundo marido hace unos años, por
culpa del cáncer. Tampoco es que me hubiese llevado demasiado bien con él. Él me consideraba
una especie de “chico urbanita”, mientras que él era como un ranchero del tipo John Wayne. Siempre que nos encontrábamos, intentábamos matarnos uno al otro a base de pullas. Pero después de convertirme en adulto y de
casarme y tener hijos, desarrollamos una buena relación en los últimos años de su vida. Y entonces falleció. Y
después, como ya no estaba, mi madre y yo empezamos a abrirnos y a entender más profundamente cómo habían ido discurriendo nuestras vidas, por lo que aplicamos toda la psicología que habíamos aprendido de mi
padre para mejorar las cosas. [Risas.]
Sobocinski: ¿Te enseñó tu padre fundamentos psicológicos a
medida que estabas creciendo? Me refiero a que si alguna vez te ofreció explicación sobre
tus motivaciones, tus patrones de comportamiento, y alguna aplicación concreta
para ciertas situaciones.
Allred: No, creo que no ocurrió nada parecido. Fue más parecido a que él estaba viviendo conmigo. Mi infancia hasta el momento
del divorcio fue algo tan puro, simple y maravilloso y en plan “Leave it to beaver” [Aventuras de Pablito] como podría ser la de cualquiera. Después del divorcio las cosas se volvieron
confusas. Y no es que la pubertad ayudase mucho.
Sobocinski: ¿Crees que quizá como estabas disfrutando de algo parecido a una infancia de ensueño, te produjo todo un “shock” el aviso de que se iban a separar?
Quiero decir... ¿no tenías ningún indicio antes de que ocurriese? ¿Viste por casualidad peleando a tus padres alguna vez o...?
Allred: Raramente he escuchado alguna vez pelear a mis padres.
Pero ahora que lo pienso, no tengo ningún recuerdo de que ellos se
tuvieran mucho afecto en ningún momento. Recuerdo muy bien que un día mi hermano mayor y yo estábamos en la planta de arriba de nuestra
casa, tirados en el suelo frente a una parrilla de rejilla de metal a través de la que se podía mirar la sala de estar. Lo recuerdo muy
claramente, mi hermano y yo estábamos tumbados en el suelo con nuestros
mentones apoyados en la rejilla, escuchando cómo nuestros padres se estaban
peleando. Ese es el único recuerdo claro que tengo de que alguna vez se estuviesen
peleando. Aunque no recuerdo por qué lo hacían.
Sobocinski: ¿Cómo se conocieron tus padres?
Allred: Mi papá era uno de los profesores de mi madre en el
Instituto. La conoció cuando ella estaba a punto de graduarse. En realidad no creo que al prinicipio se cayesen demasiado bien [risas], pero ella era una chica
de campo de Utah y él era alguien que había viajado mucho, un hombre educado, así
que me puedo dar cuenta de por qué se juntaron. Mi madre era y sigue siendo una
mujer muy atractiva. Así que se casaron y luego él siguió educándose,
consiguiendo finalmente varios títulos. Empezaron a viajar un poco. Me parece que cuando se
mudaron a Oregon llevaban casados cerca de diez años. Entonces
decidieron tener hijos. Así que supongo que en la época en la que se
divorciaron ya llevaban casados veinte años.
Sobocinski: ¿No te resultó duro separarte de
tus hermanos? ¿Los veías a menudo? ¿Cuáles eran las circunstancias?
Allred: Bueno, mis padres se separaron justo antes de que yo
comenzase a asistir al colegio y (es un recuerdo muy vívido) se nos
acercaron a mi hermano mayor y a mí y nos dijeron lo que iba a ocurrir, que se
iban a separar y que mi mamá se iba a mudar a Utah. Nos dijeron que teníamos la
oportunidad de elegir con quién queríamos quedarnos. Mi hermano más joven, Curtis,
que supongo que tendría unos cinco años, no tenía libertad de elección. Mami se lo llevó con
ella. Fin de la historia. En realidad fue algo que le supuso una gran presión a mi
hermano mayor. Eligió marcharse con mamá. Puede que sea una de
las cosas que más tarde me harían sentir culpable, pero recuerdo que pensé
que la situación sería divertida. Creía que nunca se llegarían a divorciar de verdad. Creía que sería divertido tener la casa entera para mí
durante una temporada. Además hablaron de que todos nos volveríamos a reunir en Navidad y que ya verían cómo se iban desarrollando las cosas. En cuanto a la relación entre mi hermano mayor y yo, bueno, en aquella época los cómics eran lo único que
teníamos en común. Literalmente, él era un genio. Era alguien brillante, lo que creo
que le hizo ser antisocial durante su infancia. Uno de sus profesores de
primer curso cometió el error de convertirlo en el blanco de la clase (escribió todos los
nombres de los chicos en la pizarra y les preguntó si podían reconocer su propio
nombre. Bien, mi hermano levantó el brazo y no sólo reconoció su nombre sino
que procedió a leer los nombres de todos sus compañeros de clase muy rápido y
de forma muy elocuente. Fue algo que impresionó al profesor. Empezó a hacerle varios tests. Recuerdo que em esa época mi hermano ya había empezado a leer libros de ciencia ficción del escritor
Robert Heinlein y...)
Sobocinski: ¿Qué edad tenía?
Allred: Estaba en primer curso. El profesor lo apartó del
resto de la clase diciéndoles a los compañeros: “Intentad pareceros más a Lee
Allred. Observad bien lo que hace él.” Y los otros chicos más o menos empezaron
a guardarle rencor y lo convirtieron en el “cerebrito de la clase”, así que al
final tan sólo tenía uno o dos amigos.
Sobocisnki: ¿Dónde está ahora? ¿A qué se dedica?
Allred: Es informático, trabaja haciendo gráficos
informáticos. También tiene cierta vena artística. Escribe relatos de ciencia ficción. Ha publicado algunos en antologías y otros sitios.
Sobocinski: ¿Y qué hay de tu hermano menor, Curtis?
Allred: Bueno, al ser más joven y trasladarse a Utah, se
convirtió en el ganadero de la familia. Lo que ocurrió después del divorcio fue
que papá y yo nos fuimos a Utah por Navidad, y yo seguía pensando que todos nos
volveríamos a reunir en algún momento. Estábamos allí de visita y entonces sonó la puerta y aparece un tipo extraño que nos empieza a preguntar: “¿Está Rae Belle por aquí?” Era
alguien que se parecía a John Wayne, estaba cubierto por completo con su mejor traje de
vaquero, así que llamamos a mamá y ella le dijo que saldría en unas horas, y
bueno, creo que era como una cita. Más tarde me di cuenta de que ese
era el hombre con el que terminó casándose, así que se terminó convirtiendo en la razón
principal de que lo empezase a odiar. Porque seguía pensando que mis padres volverían a juntarse alguna vez. Papá y yo estuvimos hablando sobre la situación mientras volvíamos a Oregon, pero entonces, en algún momento de marzo, recibí una carta de mamá con
fotografías de su reciente boda. Hasta ese mismo día, creía que nunca pasaría nada parecido. Pero creo que o bien alguien me informó en algún momento de que se iba a casar de nuevo y he bloqueado el recuerdo, o en realidad no querían que yo lo supiese. Aún así me quedé bastante
desolado por culpa de esas fotografías, porque tenía muchas esperanzas de que
mis padres volviesen a juntarse de nuevo. De nuevo, más razones para que yo
odiase a mamá y a su marido.
Sobocinski: ¿Albergaste alguna vez pensamientos en plan: “si yo hubiese elegido irme con mi madre, esto nunca habría ocurrido”?
Allred: Nunca me he arrepentido de quedarme con mi padre. Siempre
me gustó tener la oportunidad de poder caminar hasta el centro (me resultaba
muy confortable poder hacer cosas como ir a la “Payless Drugstore” a echar un
vistazo a las baldas donde ponían los cómics.) ¿Te das cuenta de cómo intento
hablar todo el rato sobre cómics? Entonces también me metí en el mundo de la música. El
primer disco que me compré fue la recopilación de los Beatles de 1962-1966 con
mi propio dinero, dinero de mi cumpleaños.
Sobocinski: De acuerdo, entonces te metiste en la música y...
Allred: Claro, después empecé a meterme cada vez más en el
rock and roll y empecé a comprar revistas sobre el tema. Eran los Beatles quienes abanderaban al resto de bandas británicas de rock. La música inglesa siempre ha
sido mi favorita. Sigo escuchando cualquier cosa de esa época: The Who,
The Yardbirds, The Kinks, The Rolling Stones... Amo esa música y me siento muy
a gusto escuchándola... por supuesto, además me llevó a descubrir el sexo. Después de mi décimo-cuarto cumpleaños estuve disfrutando de una actividad sexual bastante buena.
[Risas.] Por supuesto, también teníamos nuestros problemas. Me convertí en
alguien bastante rebelde. Era el clásico delincuente juvenil. Puede que ni
siquiera hiciese nada de lo que me decía mi padre. Le hice pasar una época
muy dura. Le solía decir que me quería marchar a algún sitio y entonces cogía y me iba. Luego, cuando llegaba a casa me castigaba, pero yo volvía a hacer lo mismo. El se volvió a casar. Y
me costó mucho librarme de la inquina que le tenía a su esposa, que era una señora
muy dulce.
Sobocinski: ¿Era ella una de las mujeres que llevaste a casa
para él?
Allred: [Risas.] No. Pero cuando empezaron a citarse, solía hacer comentarios jocosos en plan: “¿Cuándo os vais a casar?”, o “¿Vas a ser mi
nueva mamá?”
Sobocinski: ¿Cuántos años tenías en esa época?
Allred: No estoy seguro, doce, quizá trece años. Pero en cuanto se casaron y me di cuenta de que era algo permanente, de que ya no habría forma
de que papá volviese con mamá y de que el matrimonio de mi madre con Glenn era
permanente, realmente les hice pasar por una época malísima. Me estaba metiendo
en serios problemas muy difíciles de manejar y que preocupaban a todo el que me
conocía. Piensa más o menos lo que te imagines y ese será el problema en el que
me metí. Sin embargo, todo se aclaró antes de ir al Instituto, cuando conocí a
una chica que sencillamente era alguien muy puro. Su papá cantaba en un coro
mormón. Como resultado, la experiencia me llevó a... Me enviaron a casa de mi tío y
mi tía durante el verano, para que no estuviese en Oregon.
Sobocinski: ¿Te enviaron allí para arreglar las cosas?
Allred: Claro. Estaban intentando separarme de esa chica con
la que me había empezado a ver a escondidas, así que me enviaron a Salt Like City y allí pasé por muy buenos momentos. Me sentía muy cercano a mi tía y mi tío. Algunos años antes, cuando su hija se metió en problemas similares a los míos, había tenido que venirse a vivir a Oregon, y para mí era bastante parecida a una hermana.
A veces salía con ella y con su novio de marcha y solían poner programas de radio que molaban y
todo eso. En aquella época tenía catorce años. Mis padres seguían viviendo juntos todavía.
Sobocinski: Entonces, cuando te enviaron a Utah para
enderezarte, ¿crees que llegó a funcionar? ¿Te hizo algún bien?
Allred: Me pude incorporar de nuevo a una vida normal sin problemas. Conocí a esa chica, mi prima, con los mismos problemas que los míos, con esa familia tan próxima, feliz y amorosa, y como ella era como yo,
puse especial cuidado en todo lo que estaba haciendo. Normalmente, cuando vivía con mi familia y me marchaba a las
casas de mis amigos, empezaban a sospechar en plan: “¿en qué lío os vais a meter ahora?” Pero cuando estaba en casa de mi prima, sus padres no podían ser más
amigables y abiertos, y sencillamente... bueno, hacían que todo pareciese tan
sencillo que me cayeron muy bien, y como yo tenía bastante potencial, me hicieron darme
cuenta y ser consciente de cuáles habían sido los errores que había cometido.
Sobocinski: Esa fue la primera vez que te trataron con
respeto.
Allred: Es muy probable. Piensa que sencillamente confiaban en
mí mientras salía a dar una vuelta con su hija. Fue la primera vez que realmente
entendí lo que era el respeto y verdaderamente nunca fui con ella más allá de
darnos un beso. Siempre ha supuesto como una especie de vara de medición para
cualquiera de las mujeres que he conocido después. Supongo que podrías
llamarla “aquella con la que me habría casado”. [Risas.] Pero ni aún así me recuperé del
todo. Incluso hoy en día sigo manteniendo cierto poso rebelde. Pero además, fui muy consciente de
cómo se debía tratar a la gente a partir de entonces. Mi filosofía sigue
siendo la de que hay que tratar decentemente a cualquiera, y ofrecerle todos tus respetos, por lo que espero que ellos hagan lo mismo conmigo.
Sobocinski: De acuerdo. Después de salir del Instituto, ¿qué
ocurrió?
Allred: Bueno, después del Instituto conseguí un trabajo como
guardia de seguridad en un campamento de verano, tenía una responsabilidad bastante grande...
Sobocinski: ¿Dibujabas en esa época?
Allred: Claro, en realidad dibujaba un montón. En mi clase de arte para principiantes, el profesor me ponía
pegado a una esquina con un gran caballete y sencillamente me permitía hacer lo
que quisiera mientras asignaba tareas determinadas al resto de alumnos. Una de las cosas que hice en esa época fue la portada del álbum “Tarkus” de Emerson, Lake
and Palmer en papel maché. Era enorme. Se podrían sentar encima tres personas.
Estaba pintada igual que el disco, y después del año escolar me la llevé a casa
y sigo teniéndola colgada en el baño. Después de volver de mis vacaciones de verano
fui expulsado. Aparentemente habían sufrido algunos problemas con ratas.
[Risas.] Me encantaba dibujar, jugar con las pinturas, amaba esculpir.
Sencillamente me encanta crear cosas.
Sobocinski: Me parece muy interesante que comentes que te
dejaron apartado del resto de la clase. ¿Crees que el resto de estudiantes se
resintieron, o la experiencia fue mejor por ello?
Allred: En realidad fue para mejor. Mientras mi padre y yo estuvimos viviendo juntos, también tenía libre
albedrío. En realidad, en un
breve espacio de tiempo aprendí rápidamente cómo ser independiente. También en cuanto al tema artístico... creo que cuando eres inteligente, la presión del resto de compañeros supone una verdadera amenaza, pero si eres alguien con ambición artística, el resto de personas lo suelen celebrar. Tengo reputación de ser alguien muy artístico. Por lo que gracias a este rasgo, las chicas no me han hecho demasiado daño. [Risas.]
Sobocinski: ¡Cierto!
Allred: Claro, estuvo muy bien. Cuando empecé a asistir al
Instituto estuve dando algunas clases de arte y también estuve estudiando radio y televisión. Además
conocí a Laura (sigh). La conocí cuando teníamos dieciocho años. Fue asombroso. Nunca lo olvidaré. Por la colina donde estaba mi apartamento pasaba una línea de autobús, y un día, cuando iba a cogerlo para ir a mi casa, vi a la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Lo que me pareció más excepcional fue que la miré y ella se quedó mirándome y yo me quedé avergonzado, y según estábamos caminando
nos cruzamos, nuestros ojos entraron en contacto y nuestras cabezas se dieron
la vuelta mientras nos seguíamos mirando. Y cuando me subí al autobús me di
cuenta de que había cometido el mayor error de mi vida al no pararme y hablar con ella. Seguiría yendo a las clases durante algunos meses más y nunca volvería saber nada de ella. Tenía
mucho miedo de no volverla a ver. Ese día volví a casa sin ser capaz de dejar de pensar en ella. Tres horas más tarde alguien llamó a la
puerta. Fui a abrir. Y allí estaba plantada una chica preguntándome si mi compañera de apartamento, Tracey, estaba en casa. Y detrás de ella estaba Laura, la
chica del autobús. Empecé a tartamudear: “Sí”, y llamé a Tracy a gritos y
ella bajó y salió y empezó a hablar con la otra chica. Supongo que le habría
dejado algunos discos y que se los quería devolver. Laura y yo nos sentamos mientras
Tracy y su amiga estaban charlando. Parecía como que Laura acababa de quedar con la
otra chica y como si la hubiera preguntado que si la acompañaba a por los
discos. Mientras Laura y yo empezamos a charlar, Tracy y la otra chica, por
lo que sea, salieron de la habitación. Laura y yo estuvimos escuchando algunos discos, estuvimos hablando entre nosotros y estuvimos charlando sobre el momento en el que nos habíamos visto en el autobús. La pregunté si quería salir a dar un paseo. Nos marchamos y estuvimos hablando durante toda la
noche. Resulta que había nacido el 25 de Enero de 1962. Soy seis años mayor que ella. Entonces empezamos a vernos todos los días durante los siguientes siete
meses, y nunca nos cansábamos uno del otro. Cada vez que quedábamos, acabábamos más tarde, y entonces decidimos: “Casémonos.” Teníamos 19
años en ese momento, y doce años después estamos mejor que nunca. Tenemos dos
hijos, de ocho y seis años, y acabamos de tener una niña.
Llevé a Laura para que conociese a mi mamá y se
quedó impresionada. Se quedó noqueada. Cuando acabó el año escolar,
decidimos que no queríamos separarnos nunca más y que nos íbamos a casar. Así que
llamamos a nuestros padres, que imaginábamos que se pondrían en contra y que
dirían: “No, sólo tenéis 19.”
Pero en realidad nos animaron para que siguiésemos adelante. Fue verdaderamente
raro. Creo que mis padres pensaban que ella me haría mucho bien. En realidad solíamos bromear un montón con el tema, pues Laura empezó a hablar de matrimonio y
dijo: “Bueno, no sabía si podía preguntártelo o no”. Por lo que nos fuimos a
California a conocer a mis padres (ella es de Orange, California, cerca de Disneylandia.) Así que estuvimos conduciendo a lo largo de toda la
costa y salimos por el Golden Gate, y cuando estábamos debajo del puente me
puse de rodillas y le pregunté si quería casarse conmigo...
Sobocinski: Oh, ¡qué dulce!
Allred: Lo hicimos oficial. Era como un viejo romance cursi.
Sobocinski: ¿Y aceptó?
Allred: Oh, claro. Todo esto ocurrió el 22 de julio de 1981. Así que
nos casamos y cursamos otro año. Como que se redujo mi tiempo artístico, porque me di cuenta de que no estaba haciendo mucho dinero, y tenía miedo de que
la situación siguiese de la misma forma, y entonces conseguí un trabajo como locutor de
radio en Oregon. Pensé: “¿Por qué seguir asistiendo a la escuela si ya tenemos
trabajo?”. Así que dejé la escuela, volví a Oregon y me convertí en disc jockey
y las cosas estuvieron funcionando bien durante algún tiempo. Entonces me di
cuenta de que casi estaba en un callejón sin salida.
Sobocinski: ¿Te diste cuenta de que trabajar de locutor era
un callejón sin salida o que lo era el trabajo en esa emisora en concreto o...?
Allred: Trabajar en la emisora. Sabía cómo
funcionaban las cosas con el resto de trabajadores, se marchaban a encontrar mejores trabajos o eran
despedidos, todo parecía bastante inseguro. No existía una situación de
auténtica comodidad en ningún sitio. Pero había un trabajo... había un recluta
de las Fuerzas Aéreas que solía traer anuncios a la radio y que estuvo hablando conmigo y me
contó que si quería podía trabajar como locutor en el ejército y que eso sería...
Sobocinski: ¿Tuviste que alistarte?
Allred: Bueno, claro, pero piensa que lo
que distingue un anuncio de otro en una emisora es si vende mucho o no. Sin embargo, lo que ocurre en el medio televisivo es que la mayor
parte de las veces no tienes ni que llevar uniforme. Ni siquiera habría
llegado a considerarlo si Laura no se hubiese quedado embarazada. Nuestros
primeros tres años de matrimonio fueron bastante inestables y ese es el motivo por el que le aconsejaría a cualquiera que no se casara nunca a la edad de 19 años.
Sobocinski: ¿Y eso ocurrió porque fue como un período de reajuste,
o por vuestra juventud?
Allred: Fue por ambas cosas, y porque siempre me han gustado
las mujeres, y cada vez que veía a una chica atractiva me preguntaba “¿Habré
cometido un error?, ¿debería haber esperado hasta cumplir los treinta y haberme
divertido con todos los condimentos que me ofrece la vida?” Principalmente creo
que ese fue el problema. Laura es una de las personas más leales que conozco y
me ama de forma incondicional, y yo básicamente...
Sobocinski: ¿Te sentías como un perro?
Allred: [Risas.] Como un gilipollas. Pero en realidad soy un
gilipollas educado, un perrito faldero.
Sobocinski: ¿Es esta la parte en la que debería intentar
encubrir algún escándalo?
Allred: No, probablemente no. [Risas.] Pero todo eso hizo que los
primeros años fuesen bastante ásperos. Siempre me encontraba preocupado... no quería
estar casado durante veinte años y que luego se rompiese la relación. Estaba
convencido de que, bueno, ya sabes, escuchas todas esas estadísticas de que los
hijos del divorcio suelen divorciarse, y nosotros nos casamos muy jóvenes, con
lo que.... Bueno, estaba demasiado convencido. Quiero decir, tenía metido en la
cabeza que nuestro matrimonio no sería el último, por lo que ¿por qué no
ponerle fin? Así que puede que empezase a reñir sin ninguna buena razón. Me llevó tres años reconocer que Laura no entraba al trapo, que me amaba y
que no me iba a permitir joder las cosas. Y cuando por fin me di cuenta de que estaba metida
en este matrimonio a largo plazo, empecé a aceptarlo.
Sobocinski: ¿Y no resultó todo un alivio?
Allred: Fue un alivio. Y entonces desarrollamos un vínculo.
Era la primera vez en mi vida que confiaba plenamente en alguien, y sigo haciéndolo. Es un vínculo muy, muy poderoso. Fue entonces cuando tomamos la decisión de
tener hijos. Se quedó embarazada, y entonces me entró el pánico. Me di cuenta
de que ser disc jockey en Oregon realmente no era lo que quería hacer. El rollo
artístico siempre estaba revoloteando cerca. Pinté y dibujé e hice esculturas y las presenté
y...
Sobocinski: ¿Con qué medios trabajabas?
Allred: Trabajaba con barro, y cuando pintaba usaba
acrílicos. Siempre me han gustado. Creo que nunca me puse con la tinta. Nunca hice
nada con lápiz y tinta. Pintaba, dibujaba y esculpía.
Sobocinski: De acuerdo, así que entonces se te presentó esa
oportunidad en la Fuerza
Aérea.
Allred: Claro, así que conseguí un contrato que me aseguraba
que iba a ser locutor. Tuve que hacer algunos exámenes y saqué una nota alta en
lenguaje, y me ofrecieron un buen extra para que me convirtiese en intérprete
ruso. Así que me animé y me fui a una academia para aprender ruso, y estuve
estudiando allí durante algunos meses. La escuela de idiomas era increíblemente
intensa. En una semana aprendías el equivalente a un semestre de un curso
normal. Era muy intenso. Laura estaba embarazada. Teníamos un apartamento en
Texas, y Laura iba a la piscina e intentaba aliviarse del calor y yo me sentaba
allí con mis cascos y me llenaba la cabeza de lengua rusa. Creo que funcionó, sobre todo cuando mi deseo de aprender ruso fue aplastado... Alguien
que era lingüista serbo-croata volvió para incrementar sus habilidades y
aprender ruso también, y me contó de qué trataba realmente el trabajo. Me había
hecho a la idea de que iba a estar trabajando en embajadas y que me iba a
relacionar con grandes personalidades y que me iba a reunir con oficiales
soviéticos. ¡Qué montón de tonterías! A través de ese tipo me enteré de que
realmente el trabajo consistía en estar en una pequeña habitación escuchando la
electricidad estática durante todo el día. Y a él le encantaba porque iba a
estar sólo, y a él sí que le respetaban gracias a sus conocimientos...
Sobocinski: ¿Escuchabas la estática con la esperanza de
pillar alguna transmisión?
Allred: Exactamente. Así que mis ambiciones fueron minadas
de inmediato. Mis metas se vinieron abajo. Me llamaron a la oficina y me
preguntaron qué es lo que iba a hacer y sencillamente les dije: “No creo que
pueda hacer esto. Quiero marcharme.” Y como tenía garantizado un contrato como
locutor, tenían que dejar que fuese locutor o que me marchara. Así que no conseguí
el extra que pretendía [risas], porque no acabé el curso, y mi carrera en el mundo del
espionaje se interrumpió de forma abrupta. Me enviaron a una escuela de locutores
en Indiana, de la que, como ya tenía experiencia, acabé marchándome. Luego me enviaron a la planta de producción televisiva de la Academia de las Fuerzas
Aéreas. Allí había oficiales que potencialmente iban a trabajar
como relaciones públicas y eran gente que se encontraba muy a gusto delante de
una cámara, solían montar sus propios programas de noticias y aprendimos con ellos
cómo hacerlo. Nosotros éramos las únicas personas que se habían alistado que
estábamos aprendiendo en la
Academia de las Fuerzas Aéreas, aparte de las que estaban
haciendo paracaidismo. También a ellos les habían alistado. Además, todo el
mundo era oficial. Y eso era todo un dolor en el culo. Aprendí rápidamente a odiar a
los oficiales. Además, yo odiaba la idea de llevar uniforme, y de nuevo, fue en
ese momento cuando volvió a surgir mi lado rebelde. Rehusé saludar a los
oficiales y me metí en problemas. Siempre podía decir que no los había visto:
“Oh, tengo los ojos mal, así que no he podido ver las barras de tu uniforme.”
Esa idea de dos personas que no se conocen que caminan de frente, gente
que no se ha visto en su vida, e inmediatamente uno se cree mejor que el otro porque lleva cosido algo en la ropa... bueno, me parece obsceno. Así que me negué a hacerlo. Me ofrecieron un trabajo para
televisión en Europa, y me enviaron a Ramstein, Alemania. Lo que hizo que
Ramstein saliese a la luz fue que en un show aéreo un avión italiano colisionó
contra otro y esto hizo que el avión en llamas se precipitase contra la
multitud, y como todo el mundo tenía video-cámaras en aquella época, grabó un
montón de material de ese penoso hecho, en donde se veía cómo la gente se quedaba
atrapada por el fuego, y uno de los periodistas y locutores murió, por lo que cuando llegué todo el
mundo estaba de duelo. Mi trabajo consistía en viajar hasta Europa
y captar historias de interés humano para los americanos. No tenía que llevar
uniforme. Me enviaron muchas veces a Inglaterra. El único país en el que no
recuerdo haber estado es Italia, Así que fui a conocer Europa, y a Laura, por
supuesto, raramente le apetecía ir a donde yo tenía que ir.
Sobocinski: ¿Cuando os fuisteis
a Alemania estaba embarazada?
Allred: En realidad tuvimos nuestro primer hijo antes de entrar en la Academia
de la Fuerza Aérea,
y luego tuvimos nuestro segundo retoño durante la época en la que estaba
en la Academia, más o menos a los dos meses de embarazo nos fuimos a Alemania. Lo que ocurrió fue que cuanto más los odiaba y más odiaba la
idea de los rangos, más empezaron a cuidarme. Me ofrecieron alojamiento. Me daban dinero para
comida y ropa. Y además me hacían sentir como que ese era mi sitio, porque
era más confortable que marcharse, te hacían temer ser pobre. Era muy desagradable. Pude ver cómo un montón de personas se quedaban enganchadas,
alistadas en ese agujero infernal, constantemente avergonzadas.
Sobocinski: ¿Dirías que el sistema militar fomentaba la
co-dependencia?
Allred: Absolutamente, realmente lo hace. [Muchas
carcajadas]. Parece una broma, pero es muy cierto. Además es algo
increíblemente degradante. Me sorprende muchísimo que ese sistema siga funcionando.
Todos los demás lo aceptaban tranquilamente, pero yo no podía hacerlo. La verdad, allí no
tenía muchos amigos, porque la forma de vivir era aspirar a ser algo. Y yo no
podía hacerlo. Pero formar parte del sistema de televisión alemán fue magnífico. El
trabajo era magnífico. Las personas que conocí eran muy majas. En una ocasión me enviaron a Londres y tuve tiempo de echar un vistazo a las tiendas de
cómics que había allí y encontré Forbbiden Planet, que era la tienda más grande
e impresionante que había visto nunca, y allí estaban Neil Gaiman y Dave McKean
haciendo una sesión de firmas. Acababa de aparecer Black Orchid, y Sandman estaba a punto de editarse.
Así que esa fue la primera vez que vi a Neil. Justo antes había conocido a
Charlie Custis, que me dejó unos cuántos valiosos cómics. Me prestó Sandman,
Cerebus, Dark Knight Returns... Lo que más me impresionó fue que me
llevase a la tienda de cómics y me prestase esos cómics, porque sabía que
era dibujante. Quiero decir, abandoné los cómics para empezar a comprar discos
tan pronto como se disparó mi pubertad.
Sobocinski: Claro, te habías convertido en un "adulto".
Allred: Así que Charlie me volvió a introducir en el medio.
Porque no me había dado cuenta de que existían todos esos formatos y géneros
tan interesantes. Nos hicimos grandes amigos porque ambos estábamos locos por
el cine. Siempre íbamos a ver películas juntos y él me comentaba: “Sabes, los
cómics son el medio fílmico de los pobres.” También había escrito un guión para cine porque
me habría encantado meterme en el medio. Así que me llevó a esa tienda de cómics,
y me fijé en que esos títulos que me estaba ofreciendo costaban cuarenta y cincuenta dólares
y me sentí presionado y tuve que ponerme a leerlos. Así que lo hice, y me sorprendieron.
Recuerdo empezar a leer Mister X, de los hermanos Hernandez y pensar: “este es el cómic
más bonito que he visto nunca”. Estaba impreso en papel satinado y los colores…
tenía un aspecto muy limpio... siempre había escuchado lo grande que era “Love
and Rockets” y cuando lo vi me quedé ¡wow!, costaba demasiado dinero, pero
tenía que tenerlo. Así que me lo compré. Y también escuché que había gente que
había estado esperando durante dos años a que saliese la saga entera, pero yo
la conseguí de un plumazo. Creo que en ese momento, “Love and Rockets” iba por el número 23.
Los conseguí todos. Conseguí el primer número auto-editado en Freedonia Funnyworks,
en Orange, California. Conocí a su encargado, John Koukousatkis, que tenía todo
ese maravilloso material que yo nunca había visto. Su tienda está cerca de mi
hogar, así que pudo observar cómo mi carrera iba evolucionando desde que era un tipo
que estaba interesado en los cómics hasta que me convertí en uno que se había puesto a escribir un guión de cine y me dijo: “De acuerdo, produciré mi propia película,” y al final
acabó convirtiéndose en la novela gráfica titulada “Dead Air”.
Sobocinski: ¿Hiciste “Dead Air” mientras estabas en Alemania?
Allred: Claro, primero lo empecé en Colorado Springs, y luego
empecé a dibujarlo justo antes de marcharme a Alemania. No sabía hacerlo de
otra forma, así que empecé a dibujar el título desde el principio hasta el final. En Colorado conocí a Steve Seagle. Había hecho Kafka para Renegade, así que me dijo: “Bueno, envíaselo a Deni.”
Así que le envié todo acabado. Creo que lo que más la atrajo es que estaba completamente terminado, todo lo que tenía que hacer era ponerse a anunciarlo. [Risas.] Así que
mientras estaba en Alemania seguía en contacto con Deni, y aunque ella ya se había
retirado por completo del mundo de la edición, empezó a anunciar la obra.
Entonces me llegó una carta de Dan Vado, de Slave Labor Graphics, en la que me
preguntaba: “¿Qué tal? ¿Sigues con tu cómic?” Le pregunté si le gustaría publicarlo
y me dijo que sí. Porque aunque yo no estaba muy satisfecho con lo que había
hecho hasta entonces, había empezado a guionizar algo nuevo, Graphique Musique. Laura y yo habíamos estado en Paris y visitamos dos tiendas, una de diseño gráfico y otra de música, y me
quedé anonadado con el nombre, “¡Qué buen título para un comic book!” Así que
le dije a Dan que también estaba trabajando en ese proyecto, y me dijo que
cuando finalizase el de Deni, de cuatro números, haríamos una novela gráfica y
después continuaríamos con una serie. Lo hicimos y justo antes salió “Dead
Air”, y Steve Seagle se dirigió directamente a Comico para hacer una serie titulada “Jaguar Stories”. Su contrato podía hacerme ganar potencialmente más
dinero del que ganaba habitualmente. Eso, combinado con mi actitud rebelde y
el poco respeto que le tengo a las jerarquías con las que estaba trabajando,
que no beneficiaban para nada mi carrera militar, dieron como resultado que los
militares estuviesen muy dispuestos a liberarme de mis ataduras con ellos. Como
podía probar que tenía otro trabajo esperándome, me dejaron largarme. Era invierno de 1989. La última historia que cubrí fue una
entrevista con algunos refugiados de Alemania del Este que habían saltado el
Muro. Les habían enviado a unos hospitales circunstanciales, y allí se encontraban los
empresarios industriales de la
Alemania del Oeste para reclutar a esa gente para que
trabajase para ellos. Mi trabajo consistía en preguntar a esos refugiados
“¿Qué esperas de este mundo libre?”, y todo eso. Poco tiempo después derribaron El Muro. Estuvimos allí para disfrutar de la fiesta de Año Nuevo. Empezamos a hablar con algunos alemanes que por lo general son personas bastante reservadas. Y allí estaban besándonos y abrazándonos y tirando fuegos artificiales del tamaño
de bombas explosivas, se podían ver muchas muestras de cariño, júbilo y optimismo corriendo por todas partes. Fue la mejor forma de despedirme de Alemania.
Sobocinski: Suena fantástico. ¿A dónde os mudásteis a continuación?
Allred: Nos volvimos a Oregon y a la libertad [risas] ese mismo enero. Entonces apareció el primer Graphique Musique y empecé a trabajar en Jaguar
Stories y a disfrutar de una vida medio decente. Nos compramos una casa, y entonces, justo después de unos seis números de Jaguar Stories, Comico se pilló los dedos. Bob
Schreck y Diana Schutz lo dejaron y en la editorial empezaron a cambiar un montón de
cosas, se estructuraron de otra forma. Steve intentó seguir adelante, pero a mí empezaron a pagarme de forma más espaciada, todo era diferente y empezó a
generarme mucho estrés. Pero afortunadamente me reuní con Matt Wagner, que había estado haciendo guiones para mí
mientras me encontraba en Alemania, y me preguntó si estaría interesado en
hacer Grendel. Matt siempre ha sido bueno dándole una oportunidad a la gente. Barb
y él se acababan de mudar a Oregon, y Bob Shreck y Diana Schutz ya estaban allí
y nos convertimos en buenos amigos, y entonces conocí a toda la familia de Dark
Horse, incluyendo a Mike Richardson. Era 1990. Tengo que mencionar que todo esto
me dio una buena perspectiva de mi relación con esta gente y una respuesta a
por qué me parecía tan bien estar allí en ese mismo momento.
Sobocinski: Conocerlos me impresionó positivamente, era una
comunidad de gente creativa que apoyaba los esfuerzos del resto.
Allred: Es cierto. Realmente lo es. Un buen ejemplo es todo lo
que me ayudó asociarme con Matt, porque estuvo enseñándole mi trabajo
a un montón de gente, y entonces Neil Gaiman me preguntó si quería hacer algo para Sandman, y le contesté que claro que sí, y entonces Karen Berger me frotó la nariz con mis páginas [risas] y me dijo que aún no estaba listo. En esa época
trabajaba embolsando verduras en Albertson´s y les llamé para dejarlo. [Risas].
Pero creo que a la larga es una de las mejores cosas que me han pasado
nunca, porque hizo que me esforzase más y me di cuenta de que tenía que
trabajar mucho más duro. Empecé a ser más crítico con mi obra. Las críticas exteriores no me dejaron hecho polvo, sino que empecé a observar las cosas de una
nueva forma y me hice una idea de cómo podría mejorar mi obra. Para mí, hacer
Sandman se convirtió en una meta. Tenía que hacerlo. Como la serie de Jaguar
Stories estaba en un parón, tuve la oportunidad de coger algunos trabajos que suponían un constante flujo de dinero, por lo que no tuve que embolsar más verduras.
Graphique Musique empezó a provocar algunos rumores amables y lentamente empezó
a ganarse un público. Tengo un par de Harveys.
Sobocisnki: ¿Y después?
Allred: Bernie Mireault y yo tuvimos la suerte de hacer un
proyecto para Epic titulado The Everyman, y ese fue el tajo de pasta más grande
que he recibido nunca. Eso me condujo a hacer otros proyectos, mientras iba recibiendo consejos de mucha gente (qué tipo de herramientas utilizan otros autores, diferentes trucos para hacer cosas diferentes.) Cuando empecé a hacer
“Dead Air” creía que todo tenía que estar hecho con el rapidographs, porque es todo lo que sabía en aquel momento. Por supuesto, cuando estaba haciendo
bocetos en la emisora, sencillamente utilizaba un bolígrafo. La idea de usar pincel
me intimidaba mucho. Pero había conseguido el número de teléfono de Charles Burns. Su
trabajo me impresionaba, me gustan mucho sus limpios trucos de pincel. Así
que cogí y le llamé, “Hey, necesito tu consejo”. Y sin vacilar me dijo: “Serie 7,
Winsor Newton, número 3”.
Así que lo probé y aunque todavía me encontraba un poco torpe, probé con
el doble cero y desde entonces ya no lo he dejado. Es como un pincel más
pequeño, me encanta la línea tan fina que se puede conseguir.
(Continuará)
2 comentarios:
Embolsando verduras... qué impresionante imaginarse a Allred en los inicios de su carrera. Muy buena entrevista, me ha gustado mucho leerla.
Saludos.
Mañana, la segunda parte!! Saludos
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