Entrevistado por Frank Plowright para The Comics Journal nº 122, junio de 1988. Traducido por Frog2000. Parte 1.
Plowright: En Nemesis retorcíais una de las reglas del
cómic de forma muy interesante, porque la serie no es que tratase precisamente sobre
alinígenas diabólicos que atraviesan el universo tan sólo para ser detenidos
por terrestres arios. En Nemesis los terrestres son los “terminators”
enemigos.
O´Neill: Fue una cuestión que al principio casi se
vuelve contra nosotros, porque a los lectores les encantaba que los
“terminators” jodiesen alegremente a los alienígenas, porque los veían como a los chicos
malos. Supongo que habríamos tenido el doble de éxito si Nemesis
hubiese sido el villano.
Plowright: Creo que en
la serie aparecen algunos elementos demenciales. Había una escena que se me quedó incrustada en
el cerebro que trataba sobre un joven torturador que no estaba haciendo demasiado bien
su trabajo, por lo que el instructor que pasaba por allí le decía: “¿están ya esas
pinzas al rojo vivo? ¡no parece que estén lo suficientemente calientes!
O´Neill: Pat es muy
habilidoso para caricaturizar a alguien a través de sus diálogos, y ese Jefe de Torturas estaba basado en Doug Church, nuestro primer director artístico, que solía despotricar de todo de la misma forma. “¿A eso le llamas boceto de portada?
Dios mío, hacíamos ese tipo de portadas hace treinta años, pero no es lo
que queremos ahora”. Pat también incorporó a Doug en “Charley´s War”, representándolo como tan bien sabía hacer. Era el chico al cargo de la
ametralladora Smith 70. Pat me contó que muchas de las personas que aparecían
en sus series eran gente real a la que retrataba retorciéndolos hasta el extremo. Me
dijo que en realidad Torquemada era su propio alter-ego, al igual que los Ro-Jaws, aunque en cierta forma es a mí a quien le hubiese gustado ser de los Ro-Jaws.
Plowright: Pareces
compenetrarte muy bien con Pat.
O´Neill: Nos lo hemos
pasado muy bien trabajando juntos. A pesar de que haber sufrido altibajos y desacuerdos a lo largo de todos estos años,
y no por culpa de nuestro trabajo, sino por culpa de otras personas, somos espíritus afines.
Plowright: ¿Cómo
empezaste a trabajar para EEUU?
O´Neill: Durante mi
primera etapa trabajando para Pinewood Studios, Dick Giordano y Joe Orlando
vinieron a Inglaterra en busca de guionistas y dibujantes. Dave [Gibbons] me
llamó para decirme que estaría bien que fuese a ver a Dick y Joe al hotel donde se alojaban. Me empezó a comer la oreja con lo grandioso que sería que trabajásemos para DC y nos hiciésemos
ricos, y lo adulador que le parecía que estuviesen buscando gente de 2000 A.D.
Les enseñé mis muestras y realmente les gustaron un montón, por lo que me preguntaron qué es
lo que me gustaría hacer. Dave empezó a hacer “The Creeper”, y Mick y Pat comenzaron un título de bárbaros que fracasó porque DC no sabía si deberían
haberlo clasificado como un título de Espada y Fantasía, aunque si lo pienso bien me resulta muy raro, mientras que a mí me querían confinar en los Metal Men. En
otras palabras, ya estaba dibujando gente metálica de primera. Nunca me habría imaginado que algún día me ofrecerían los Metal Men, por lo que preferí seguir haciendo mis propias cosas, así que nos
olvidamos de DC y volvimos a Nemesis, mientras que Mike volvió a encargarse de Slaine.
Cerca de ocho meses después
estaba de nuevo sin blanca. Te aseguro que la tasa por página que nos daban no era lo que nos merecíamos
para el nivel que poseía el material que estábamos entregando. Además
empezaron con todo eso de los Eagle Comics, Titan Books y toda esa especie de subcompañías con las que nosotros no teníamos nada que ver.
Plowright: Deberíamos
mencionar que en Inglaterra no existe un sistema de royalties o porcentaje de
beneficios por el merchandising.
O´Neill: Todo lo que te dan son las sobras de la mesa de la cocina. El guionista consigue el uno
por ciento por los royalties y el dibujante consigue otro uno por ciento como
una especie de gesto de buena voluntad, pero solo nos lo daban con la condición de que también hiciésemos
las portadas e introducciones de las reimpresiones de Titan. Terminamos sin conseguir nada por parte de Eagle Comics, lo que nos jodió bastante, porque al final ha acabado siendo un
gran negocio y ninguno de nosotros ha ganado nada con él. Además, nos aseguraron
que no ganarían demasiado dinero, pero nosotros sabíamos perfectamente que iba a ser algo
gordo. Mike McMahon y yo estuvimos hablando con Steve McManus, que fue muy comprensivo,
pero tampoco podía hacer nada para subirnos la tarifa por página, así que
acordamos reunirnos con John Sanders, el director de la empresa, y éste estuvo
de acuerdo. Sus palabras fueron el lema habitual: “2000 A.D. es lo verdaderamente bueno... Eagle Comics tan sólo es un hobby “, pero cuando se dio cuenta de que lo
que queríamos eran los derechos de los personajes o que nos subiese de forma
considerable la tarifa por página, ¡le pareció contraproducente para
nosotros! Sin meterme a criticar sus políticas internas, el hecho de que nosotros
consiguiésemos más aún que el resto de dibujantes realmente le habría ofendido a
cualquiera que no fuese uno de ellos, y eso es lo que nos llevó a abandonar la
empresa. Mick acabó Slaine realmente rápido y yo dejé de hacer “The Gothic
Empire”.
Más tarde le envié un mensaje a First Comics para pedir trabajo, pero terminó siendo la
debacle absoluta. Me llegó un amorosamente afectado correo de vuelta escrito
por Mike Gold en el que me comentaba que le parecía magnífico que me hubiese
puesto en contacto con ellos, porque era un gran admirador de mi trabajo. De
hecho, él era uno de los primeros americanos que había escrito sobre 2000 A.D. en un artículo a todo color para un fanzine americano. Todo parecía estar marchando muy bien, así que le mencioné que Mick también estaba interesado en hacer algo con ellos. A continuación nos pusimos en contacto con Alan Moore, justo un momento antes de que se
convirtiese en una mega-estrella, y ambos nos fuimos a AlanMooreville e ideamos
un proyecto titulado Dodgem Logic. Yo quería hacer una historia en la que toda la
raza humana estaba condenada a acabar en el infierno...
Plowright: Es que la educación católica suele impregnarlo todo.
O´Neill: Claro, me temo que era como el Infierno de Dante pero en plan psicódelico, mientras que Mick estaba pensando en hacer una tira verdaderamente extraña que
incluiría unas cuántas páginas repletas de material experimental. Planeamos hacer un
número por mes en el que echaríamos un vistazo humorístico a las diferentes mitologías super-heróicas. Uno de los números iba a tener una portada falsa al estilo de las de
los cuarenta, lo que podría sugerir que el personaje llevaba publicándose desde hacia muchos años.
Todo estaba empezando a encajar. Entonces Mike Gold dejó de escribirnos a
nosotros dos y empezó a comunicarse únicamente con Alan. De vez en cuando Alan mencionaba que le
había llegado otra carta. Al final nos llegó una que indicaba: “bueno, creo que la
serie es magnífica, pero he tenido que sentarme en un lado de la mesa con mi
gorra de editor y con mi gorra de director financiero en el otro, y aunque el editor
ha dicho “Quiero hacerlo”, por su parte el director ha indicado, “Tengo dudas sobre esto”. Nos
quedamos completamente jodidos y le dije a Alan que sería mejor abandonar, porque First
Comics nos estaba tomando el pelo. Al final Alan no hizo la serie y
tan sólo escribió años después el guión de algunos complementos para American Flagg!.
Justo después Mick se puso en contacto con John Wagner y
Alan Grant para que hicieran una serie para Archie Goodwin que iba a publicar Epic Comics, y yo
contacté con Dick Giordano de DC, quien me presentó a Len Wein, nuestro contacto inglés. Creo que era porque alguna vez había estado trabajando con Dave Gibbons.
Len me ofreció algo de trabajo en los Green Lantern Corps, lo que estaba bien, pero dibujar “fill-ins” me parecía un coñazo. Al final me ofrecieron una historia
para los Omega Men de Marv Wolfman.
Plowright: Tu interpretación del grupo era bastante única.
O´Neill: Creo que lo era. Ciertamente no eran los Omega
Men que el público americano conocía y amaba, porque me parecía una serie protagonizada
por personajes muy bizarros, y sabía que no pasaría nada si me los llevaba a mi terreno.
Plowright: Me gustaría citar lo que dijeron sobre ti en uno de
los correos que enviaron a esa colección. Uno de los fans decía sobre el número que habías dibujado lo siguiente: “Me quedé horrorizado con el inaguantable dibujo de Kevin O´Neill en el
nº 24. Por supuesto, es bueno dibujando los detalles de las escenas
sangrientamente gore, pero su forma de dibujar los personajes principales me ha
decepcionado mucho.” Es gracioso, porque ese chico también incluía algunos
bocetos de cómo creía que debían dibujarse los personajes.
O´Neill: Es todo un placer.
Plowright: Parece que en cuanto a apreciar tu dibujo, la gente no tiene término medio. O lo odian o lo aman.
O´Neill: A menudo he tenido conversaciones muy peculiares
sobre eso mismo. Había un camarero italiano en Glasgow que era fan de los
cómics y que me dijo que cuando conoció mi dibujo empezó a odiarlo muchísimo, porque le
gustaba más el dibujo de [Jesús] Redondo en Nemesis, además de la historia,
pero se leyó la siguiente parte dibujada por mí y pensó que mi dibujo era más
apropiado todavía, así que se convirtió en fan absoluto. Hace poco alguien me dijo que había dado ese salto porque le gustaba la historia en sí y por eso el dibujo le había encajado mejor de cómo le había parecido en un
principio.
No soy capaz de dibujar gente guapa. No me interesa. A lo largo de
mi vida nunca he conocido a gente que se parezca a los personajes de Alex
Raymond, creo que es una visión más allá de lo que yo haya
experimentado alguna vez. Es un mundo de película de sobremesa americana donde todos parecen el mismo. Me parece increíblemente torpe y prefiero mucho más las pintas de Nemesis
y Torquemada. Más poder para la fealdad, por favor. Mi mundo siempre ha bordeado lo
grotesco.
Plowright: Supongo que cualquiera que se lea estas declaraciones se pensará que te pareces
a uno de los gnomos deformes de tus dibujos.
O´Neill: Y no está demasiado lejos de la verdad. Me parece que algunos se parecen un poco a lo que suelen dibujar. Después de haber leído su obra, es probable que sea capaz de reconocer a Dave Gibbons en una Convención. En una ocasión Mick McMahon y yo entramos en una tienda de cómics en
Wetminster y un tío vino hasta nosotros y nos dijo: “Oh, ¿no sois Mike McMahon y Kevin
O´Neill?” y cuando le respondimos afirmativamente contestó, “Oh... creía que ibais vestidos con
un chaqueta de cuero con clavos y cadenas, en plan Terminator”. En realidad estaba
bastante disgustado porque no se habían cumplido sus expectativas. Hunt Emerson vivía en un ambiente parecido a Hunt Emerson. Pero sí, me gusta que
mis cómics sean feos y raros.
Plowright: Y además tu dibujo también tiene cierto toque
truculento.
O´Neill: Me encanta el material de terror y adoro la obra
de Steve Ditko y Jack Kirby, porque nadie podría meterlos en el saco de los
dibujantes que intentan que su trabajo tenga un aspecto bonito. Resulta extraño que mis
cosas sean como son, porque no tengo estómago para los documentales de
televisión sobre el mundo de la medicina, o para las películas de gore más salvajes.
Plowright: Creo que tu obra no va por ahí,
porque es más perturbadora que escandalosa.
O´Neill: Imagino que en ella se puede encontrar un soterrado sentido del humor. Explotar las cabezas por encima del pecho es algo que encuentro muy
divertido, no me lo puedo tomar demasiado en serio.
Plowright: Tengo un amigo al que le gusta mucho El Bosco.
O´Neill: Oh, me encanta su obra.
Plowright: Aunque me gustaría apuntar que descubrió
que el Bosco era un monje completamente normal y corriente [risas] que tan solo pintó todas esas
visiones enloquecidas en sus lienzos para la posteridad. Si mi amigo te viese en
Westminster Arms bebiéndote de un trago seis pintas o lo que fuese, creo que no sería capaz de asegurar a nadie que tú eres el autor de tus dibujos.
O´Neill: Una vez estuve hablando con Andy Helfer por teléfono y me
dijo que estaba contento por haberme conocido antes de trabajar juntos, porque
si no me hubiese conocido antes ¡seguiría preocupado porque no sabía cómo era yo! Dave Gibbons
me contó otra anécdota: una vez conoció a un americano que después de leer la
reedición de Nemesis había sufrido pesadillas, y que la única forma de espantarlas había sido mirando los dibujos de Dave Gibbons. Pero la verdad, no sé cómo mis dibujos podrían llegar a molestar a nadie... Supongo que después de ver King Kong en adelante me he visto atraído por cualquier cosa grande, violenta y terrible, algo que en los cómics funciona particularmente bien.
Plowright: Recientemente el Comics Code Authority ha
decidido que tu dibujo es totalmente inadecuado para ser visto por la especie
humana.
O´Neill: Me quedé muy sorprendido. Para Alan Moore este intento de reclusión supone un motivo de orgullo, y yo siento lo mismo. Más bien me parece bastante divertido que les
pareciese lo suficientemente ofensivo como para tener que rechazarlo.
La historia que más les molestó trataba sobre un mundo completamente poseído por demonios en el que aterriza Abin Sur, un mundo bastante estrambótico y apartado de lo real. Pero por
otra parte, ahí tienes los cómics de Marvel y DC, con sus obligatorias escenas
de chica en la ducha, y con algunos tíos explotando en el espacio exterior, lo que creo que rompe un poco con el espíritu del Comics Code. Creo que lo que menos les gustó fue que la historia era demasiado subversiva.
Plowright: La maldad terminaba triunfando.
O´Neill: Lo hacía, pero al mismo tiempo el Linterna Verde no tenía que pelearse con nadie.
Plowrighty: ¿Qué es lo que exáctamente no le
gustó al Code?
O´Neill: Se pusieron en contacto con Andy
Helfer, que era el editor del título, y le dijeron que habían tenido que rechazar la
historia. Les ofreció hacer algunos cambios en el dibujo, porque pensaba que lo que les
había ofendido era la escena de la crucifixión, pero le aseguraron que aunque cambiásemos algunos dibujos, eso no iba a hacer que la historia fuese más aceptable. Le dijeron que en realidad
era el dibujo en sí lo que no resultaba apropiado para los niños, y cuando Andy les apuntó que con anterioridad habían dejado paso a más material mío, su respuesta fue “algunas veces estas cosas se nos escapan”, una respuesta que me
parece magnífica. Así que el número se editó sin su sello de aprobación. Actualmente
no parece que haya mucha diferencia en que el cómic lleve el sello en la portada o no lo lleve. Creo que las dos editoriales más grandes siguen manteniendo el código para que en el
momento que aparezcan quejas desde el público, puedan contestarles que existe un código al que tienen que rendir cuentas, y que si
lo rompen alguna vez no lo volverán a hacer en el futuro. Creo que el hecho
de que un cómic incorpore o no el sello de aprobación no va a hacer que los vendedores dejen de colocarlo en sus estanterías.
Plowright: ¿Crees que en un principio el Comics Code
Authority pudo ser positivo?
O´Neill: No, porque la gente que redactó el código bloqueó de esa forma muchas áreas y elementos interesantes. El Comics Code lo abarca todo. Claro que puedes
hacer cómics de terror, crimen o acerca de las relaciones humanas, pero el código elimina
más o menos la mayor parte de lo que es divertido, ¿no es así? Creo que el código ya sólo existe para intentar saltárselo, también durante todos los años que se ha aplicado de forma efectiva, y además, de vez en cuando tienes que agitar los puños con el sable
roto en alto y decirle al mundo: “Ey, mira lo que estamos haciendo aquí y ahora”. Supongo que a los
Ingleses se nos ocurrió una idea mejor: la discreción editorial. Confían mucho
en ella. “Ese ha hecho una cosa mal, ya lo puedes despedir”. Si eso ocurriese en América, colgarían a los editores por los dedos de los pies.
Otra de las influencias que me parece que nos hace ser muy diferentes de
los americanos es que nuestra televisión es mucho mejor que la de
ellos. Si yo viviese en EEUU trabajaría mucho más, porque no me quedaría a ver su TV, ya que desgraciadamente es muy mala. La única vez que he estado en Nueva York encendí la televisión del hotel y no me podía creer que fuese
tan mala. Mike McMahon estaba conmigo y entró en la habitación mientras
yo estaba “clunk, clunk, clunk”, cambiando de canal, y me dijo: “Vale, este es
el verdadero sonido de América, intentar encontrar algo que seas capaz de ver”. Supongo que
habrá algunos buenos programas de humor, y creo que no estaría mal vivir allí, porque si quisieras podrías pasar de la televisión y las películas. Supongo que ese
es el motivo de que sus cines estén más llenos que los de
aquí. Cuando empezaron los cómics ingleses siempre trataban a las figuras de
autoridad de una forma irreverente, mientras que en los cómics americanos se
mantenían las figuras autoritarias: “Aquí tenemos a los buenos chicos representantes la ley y el orden, y todos los personajes disfrazados se encuentran de su
lado.” En la ficción americana nunca se suele ver cómo joden a los profesores, ni a los trabajadores sociales, ni
al Ejército o a la Marina, etc, y me parece que en su televisión es igual. No como aquí. ¿Dónde más
se podría ver una verdadera película para TV de dos horas sobre un retardado
mental como “Walter” o “Edna, la borracha”? Con esto volvemos de nuevo a las rarezas
inherentes del cómic inglés que los americanos no son capaces de eliminar de una forma
efectiva. También se pueden ver en Watchmen. Ese cómic tiene un tono muy británico que
no se puede disfrazar y que es claramente anti-autoritario.
Plowright: ¿Crees que es ese elemento el que los ingleses han aportado al cómic americano desde que empezaron a trabajar aquí en los últimos tres años?
O´Neill: He escuchado que la gente se ha quedado muy impresionada
por todo lo que nuestros guionistas son capaces de encajar en un reducido
número de páginas. Dicen que su ritmo es mucho más económico y que los argumentos son
mucho más sólidos. Hace algunos años, los cómics americanos empezaron a ser atacados
porque se decía que sólo tenían gente posando y hablando.
Plowright: Creo que lo llamaban “caracterización”.
O´Neill: Oh, ¿así es como lo llaman? Me gustan los cómics en
los que la caracterización proviene de lo que hace la gente y de quiénes son,
no de dónde están sentados para tomar el desayuno, charlando con alguien
sobre su romance en marcha con una amiga super-humana que les hace sentir tan culpables. Para
mí es demasiado... aaaargh [el gato ha saltado encima de O´Neill por uno de los
lados.] Lo encuentro tan desconcertante como un gato saltando sobre ti desde la
nada... esa horrible forma oscura. Durante un segundo he pensado que era Batman... que
venía a golpearme en la cara.
Los cómics americanos que más me gustan son las dos etapas
de Frank Miller en Daredevil, porque sus argumentos me parecían estupendamente sólidos, aunque tenían un montón de acción. Sus personajes secundarios estaban muy
bien caracterizados y el cómic tenía toda la acción que podrías esperarte en un título
de superhéroes, y eso me parece un buen término medio. Michael Fleisher solía venir a visitarnos. En el último par de
años se ha pasado algunas veces y nos ha ido trayendo más de un mes completo de publicaciones de cómics
americanos. Los he tenido a mi alcance tirados por toda la alfombra todo el tiempo. Cuando he empezado a leerlos me han parecido bastante chocantes. Pero en realidad, si te compras muchos cómics británicos para comparar, también te darás cuenta de que las cosas en las que se ha basado esta industria no son nada positivas, aunque sean las que más se venden. El
material que más llama la atención suele ser el mejor, pero sus fundamentos me parecen una mierda.
Plowright: Lo mismo ocurre con el arte más comercial.
O´Neill: Creo que solemos esperarnos demasiado de estas cosas,
como en ese viejo cómic de Jimmy Olsen que tengo por allí [Jimmy Olsen nº 125]. Durante una
época estuve comprando Jimmy Olsen de forma regular, aunque no sé por qué, porque todo lo que recuerdo
sobre él es que me parecía increíblemente estúpido. Supongo que me entretendrían algunas cosas del argumento, pero las he olvidado por culpa de lo rápido que empezaba a parecerse todo. Quizá esté sonando como un inglés que se queja de los cómics
americanos, aunque tampoco creo que debamos quedarnos en nuestro pedestal gritando que todo
lo que hacemos nosotros es magnífico. Si fuese así no estaríamos tan hambrientos de
dólares americanos.
Plowright: A pesar de las tías bailarinas lisiadas que hacen piruetas en el sur de Michigan, se podría decir que vosotros tenéis mayor variedad.
O´Neill: Si, aunque 2000 A.D. esté etiquetada como una revista de ciencia ficción, tiene una variedad mucho mayor que la que podrías
encontrarte en Estados Unidos. Creo que no se puede obviar el hecho de que la
mayor parte de los cómics americanos son de superhéroes. Hacer cualquier otra
cosa sería poner tu carrera en peligro, como por ejemplo si quisieras hacer elefantes
robots. Al minuto empezarían los problemas.
Plowright: Pues entonces, adelante.
O´Neill: A la industria no le gusta mucho los elefantes robots.
Pensamos que sería un duro contendiente para captar la popularidad
frente a los “aardvarks”, samuráis y pingüinos, pero claramente no fue el caso. En
realidad, no ocurrió de esa forma. Metalzoic había sido creado para 2000 A.D., aunque al principio se iba a llamar Amok. A Pat Mills se le ocurrió
después de empezar la saga de Nemesis. Justo antes habíamos empezado a hablar para hacer
una nueva serie para 2000 A.D. y Pat me envió una
sinopsis del fondo de su almacén de ideas jamás publicadas. Pensé que era brillante, pero francamente también pensé que sería vergonzoso vendérselo a
2000 A.D., y además, la esposa de Pat también tenía algo que decir sobre que quizá merecía la pena conservar la idea hasta que IPC empezara a pagar derechos de
autor. Así que nos obsesionamos con el título, y cada vez que se lanzaba un nuevo
cómic, sacábamos la idea de los elefantes robot. Entonces Kelvin Gosnell lanzó un cómic antológico titulado “Look Alive” del que se publicaron únicamente cuatro números. Querían publicar Amok en esa revista a todo color, pero el título se cerró demasiado temprano. Recuerdo que en la época en la que no estaba demasiado contento haciendo
“fill-ins” para DC, también me ofrecieron hacer una historia para un anual de
Batman, y me dije, “Ah, magnífico, Batman...”
Plowright: ¡Después de todos estos años!
O´Neill: Si, “ahora ya puedo hacer mi Batman de mierda”. Pero en esta historia Batman apenas aparecía. El argumento trataba sobre unas personas que
robaban un banco y sobre señoras mayores que se morían de ataques al corazón y
cosas parecidas. Me puse enfermo durante el tiempo que estuve con esa obra, y pronto supe que no sería capaz de cumplir los plazos de entrega, así que telefoneé a Len [Wein]
y le dije que no era capaz de acabarla, por lo que pensé que me pondrían en la lista
negra de los que jamás van a poder hacer Batman, porque todo lo que pude acabar fue una “splah-page”.
O´Neill: Tampoco pudo hacer mucho con
ella. Todo ese anual estaba maldito. No aparecía Batman alguno golpeando a ningún Joker hasta matarlo, que es lo que creo que debería ser Batman. Tiene que parecerse un poco a “Canción Triste de Hill Street”. Para entonces yo ya estaba bastante
desesperado, creía que me pasaría el resto de mi vida haciendo esos extraños
“fill-ins”, o peor, nada en absoluto, así que llamé a Dick Giordano y le dije que
quería enviarle algunas ideas y me dijo: “Me parece buena idea, porque hemos celebrado una reunión editorial y tu nombre ha salido a la luz, y no sabían qué hacer
contigo”. Le dije que quería hacer alguna cosa con Pat Mills, y lo primero que
enviamos fue la idea de los elefantes robóticos. Lo que queríamos era sacarla del baúl, agitarla un poco para quitarle el polvo y enviarla en un barato vuelo a través de Virgin
Atlantic hasta Nueva York. En realidad, lo que enviamos
estaba acabado casi por completo. Pat escribió una sinopsis detallada y para
allá que enviamos unos cuántos esbozos de página. Volé hasta Nueva York y me reuní con Dick Giordano, que me dijo que a DC le interesaba seguir adelante con la
idea. Me quedé verdaderamente estupefacto, porque pensaba que nos llevaría cerca de dos años tenerlo listo. Aparentemente, el paquete había llegado desde Inglaterra
y Dick lo abrió y Len Wein y Marv Wolfman también estaban en la oficina y lo
miraron y a todos les gustó, y ese año fue conocido como “el año experimental
de DC”, así que después de Thriller y Ronin, una historia protagonizada por elefantes robóticos no parecía demasiado arriesgada. Creo que el error que cometimos fue que cuando se
nos ofertó la oportunidad de escoger un formato les pedimos el de la novela gráfica
porque era más europeo, y de esa forma nos imaginos que tendríamos la oportunidad de vender el
título en el Viejo Continente. No sabíamos que el año que nosotros aterrizamos en DC se iba a lanzar
“Dark Knight” y que heriría de forma tremendamente efectiva todo el mercado de las Novelas
Gráficas. Tanto DC como Marvel querían seguir haciéndolas, aunque no creían que se
fuesen a vender demasiado bien, porque eran más caras y no tenían el aspecto de un
comic book...
Plowright: Tampoco es que editasen un producto mejor que el que editaban habitualmente.
O´Neill: Esa es la principal crítica que les puedo hacer, que la
mayoría tan sólo eran “fill-ins” mucho más caros. Queríamos ponernos a quejarnos y a gruñir, pero como habíamos sido untados debidamente... mientras el tomo estaba en producción, DC nos dejó de lado.
Andy Helfer era el único editor fijo después de que hubiésemos empezado a trabajar en la editorial, y yo no dejaba de preguntarme si podríamos notificarle a “Amazing Heroes”
que estábamos a punto de lanzar Metalzoic. Speakeasy nos preguntó sobre el título y yo les les tuve que decir: “No, todavía no se puede hablar sobre él.” La
gente que tenían encargada para publicidad nos dijo que no querían publicitarlo
porque todavía no había un producto que la gente pudiese comprar.
Siempre he pensado que los artículos de “Amazing Heroes” no sólo son para esa
gente que sale a buscar el último título, sino también para que los dependientes sepan
qué cojones tienen que pedir y qué no. Si Metalzoic no hubiese tenido nuestros nombres, porque por lo menos nos conocían en Inglaterra, nadie habría tenido ni idea
de acerca de qué trataba la obra. Al final “Amazing Heroes” reeditó un artículo de
Speakeasy en el último momento, y esa fue toda la publicidad que pudimos conseguir. Pusieron un anuncio en el Buyer´s Guide, un anuncio en la página
trasera de los títulos baxter de DC, y nos quedamos esperando entumecidos en la oficina.
Cuando más tarde intenté hablar con alguien de publicidad de DC, me dijeron
que habían estado sentados durante toda la tarde, tratando de pensar qué tipo
de anuncio querían hacer para la obra y que no sabían qué hacer, así que terminaron
imprimiendo el prólogo de Pat con un dibujo que no pegaba para nada con ese prólogo. Desde el principio les habíamos asegurado que nos encantaría hacer la
publicidad, pero nunca pudimos hacerla. Deberíamos haber sabido qué es lo que iba a pasar después de haber leído un artículo en “The Comics Journal” sobre “The Medusa Chain”, en el
que Ernie Colon afirmaba que no había conseguido nada de publicidad y que había tenido
que mandar sus propias copias del título para intentar publicitarlo.
Estoy jodidamente seguro de que de alguna forma nos terminaron bloqueando. DC envió 790
copias a relaciones públicas, lo que significa que hay muchos más fanzines por
ahí fuera de los que yo haya oído hablar alguna vez. Puede que hasta “Cage” y “Aviary
Bird” también consiguieran su propia copia.
Plowright: ¿Crees que desde el punto de
vista artístico Metalzoic fue un éxito?
O´Neill: Claro que sí. Fuimos capaces
de encargarnos de unas cuántas cosas que queríamos hacer, como las largas secuencias sin palabras. Puede que Mike McMahon hiciese alguna aportación valiosa cuando dijo que quizá era demasiado para las 64 páginas de la obra, pero Pat y yo, que nos hemos amamantado en el mercado inglés, nos sentimos verdaderamente culpables
cuando los personajes se quedan de pie y hablan durante más de una página: se tiene la sensación de que deberían ponerse manos a la obra de una vez.
Plowright: En una entrevista anterior de
hace cuatro años, me comentaste que vistas las reimpresiones americanas IPC no había aprendido nada del éxito obtenido con 2000 A.D., ¿crees
que sigue siendo el caso?
O´Neill: Ha sido cierto hasta ahora mismo. Todos estos años después de conceder esa entrevista he seguido teniendo razón.
Qué embarazoso. Todo lo que IPC ha tomado de 2000 A.D. son los créditos por los nombres, e
incluso los han vuelto a colocar en otros títulos. No entienden cuál es el
verdadero espíritu de 2000 A.D., el entusiasmo, el “levantémonos y tiremos
hacia delante” que tenía la plantilla de la revista, y solo ha sido hace poco cuando
se han empezado a dar cuenta de que están en peligro de matar a la gallina de
los huevos de oro, porque han perdido a demasiadas personas importantes por el camino. La
revista sobrevive porque los activos más importantes que tiene son sus
guionistas: John Wagner, Alan Grant y Pat Mills, y si los pierden se quedarán jodidos. Lo bueno de que algunos dibujantes hayan dado el salto hacia Estados
Unidos es que las puertas del título se han quedado abiertas para que se metan algunos otros autores interesantes, como Glenn Fabry. Puede que te sorprenda si te digo que 2000 A.D
sigue siendo la oveja negra de IPC. Al principio no les gustaba porque Pat
Mills aseguró una vez que quería que se pagase mejor a todo el mundo y que gastarían mucho más tiempo en hacer la revista, y empezó a acosar a los jerifaltes todo lo que pudo para que la calidad de impresión mejorase, pero nunca llegó a conseguirlo. 2000 A.D. siempre ha
estado repiqueteando sus huesos por alguna esquina de la King´s Reach Tower, y
eso no les gustaba demasiado. Pero tampoco creo que les gustase mucho tener que echar el cierre.
Plowright: Me gustaría hablar acerca de las
historias de Juez Dredd que dibujaste. En muchos sentidos, la primera era una
verdadera desviación del personaje, aunque tenía ciertas reminiscencias de Mike
McMahon.
O´Neill: Creo que hay una forma adecuada de
hacer al personaje y otra que me parece equivocada. Y sin que me importe mucho
cuál sea la opinión de los demás, me parece que el Dredd de Mike es definitivamente
el auténtico, por su forma de dibujarlo, por la forma en la que luce su casco y el distintivo, y esa es la versión a la que yo me atengo. Otras personas
son más fans de la versión de Brian Bolland, pero es la de Mike la que me parece que luce el traje auténtico. En la actualidad estoy haciendo otro Dredd
que se llama “Varks”, es una historia que trata sobre esos aliens que están diciendo “Varks” a lo
largo de toda la historia, y como esta entrevista se publicará mucho después de
que se edite, tengo vía libre para divulgar que John y Alan cogieron la palabra
alien de lo que ellos imaginaban que sería la forma de decir “jódete” en los
East Enders. Si te lees la historia teniéndolo en mente, ofrece toda una nueva
dimensión. También aparece un “Vark” en la portada, y Dredd dice “Drokk”,
que es otro eufemismo de “jódete”.
Plowright: ¿Por qué te ha llevado diez años
dibujar una historia de Dredd? O por decirlo con tus mismas palabras, hace
diez años ya que dibujaste tu primera historia de Dredd.
O´Neill: En realidad no lo había hecho, aunque la gente me lo
ha pedido bastante. Entoncese solía colaborar con Pat, pero nunca tenía tiempo, y eso a pesar de que se puede ver a Dredd como el camino más corto para adquirir fama y
fortuna. En cuanto he tenido tiempo libre he llamado a John y a Alan. Son gente divertida
con la que trabajar. Su estilo y su humor son muy diferentes de los de Pat.
3 comentarios:
Lo que he aprendido estudiando el trabajo de este hombre.
Por cierto, ¿has visto ya mi nuevo blog?
http://spnkgirl.blogspot.com.es/
Hola Antonio. Vi la "presentación" en tu página habitual UNA HISTORIA DE LA FRONTERA. Me pareces un dibujante cojonudo.
Me pregunto si algún día podremos ver Némesis en la lengua de Cervantes. Al principio tuve esperanzas con Kraken, pero parece que han decidido editar sólo Juez Dredd.
Publicar un comentario