Por Jeremy Pinkham para The Comics Journal nº 175 (Marzo de 1995). Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2.
VEITCH: Algunas veces trabajaba al mismo tiempo como asistente de Al Williamson. No era tanto por el dinero
como por conocer a Al, sumergirme en lo que Al sabía sobre el cómic y la historia de los cómics de la que formaba parte. Al
tenía una masiva colección de libros y de viejos periódicos. Así
que yo ayudaba con los fondos y rotulaba, y por la noche me iba a un
pequeño apartamento de su propiedad donde guardaba su antigua
colección de Príncipe Valiente. Y al cabo de un par de meses me leí
toda la serie, y también la de Flash Gordon. Fue antes de que
las recopilasen. Al era maravilloso, me ayudó un montón,
era muy paciente. Durante un tiempo me convertí en parte de su
familia. Fue una época que sigo atesorando en el recuerdo.
PINKHAM: ¿Trabajaba Al en Star Wars en
esa época?
VEITCH: Es lo primero en lo que lo
ayudé. Rotulé “El Imperio Contraataca”, y dibujé los
“Transportes Acorazados Todo-Terreno”, porque a él no le gustaba
dibujar maquinaria. También les hice fotos, un par de
fotos toscas del modelo. Así que una vez al mes me gustaba pasarme
por allí. Solíamos divertirnos mucho. Fue una buena época. Conocí
a la que terminaría siendo mi esposa. Lo único negativo es que rompí con mi primera esposa…
PINKHAM: Supongo que cuando estabas en
la mansión de los Flying Dutchman…
VEITCH: Mi primer matrimonio se acabó
entonces, pero tardó mucho en llegar. En esa época conocí a quien se
convertiría en mi esposa, Cindy, que trabajaba en una tienda
de arte. Fue un momento crucial de mi vida. Por primera vez tenía
una relación fuerte y positiva.
PINKHAM: ¿También era dibujante?
VEITCH: Es una artista de la moda. Nos
mudamos a Vermont. Yo no ganaba mucho dinero porque me pasé
toda una semana contratando a un asistente porque había escuchado
que eso es lo que hacían los europeos. No era rico, pero después de
toda esa mierda por la que había pasado en mi vida, por fin estaba
donde tenía que estar, finalmente lo había logrado. Era dibujante. Entonces empecé a hacer un
montón de mierda para Epic y Heavy Metal, cientos de páginas. Hice
una novela gráfica a todo color titulada “Abraxas and The Earthman”
de 80 páginas. Hice todo un paquete de historias cortas. Fue estupendo, yo era propietario de todo el material.
PINKHAM: Debía ser algo nuevo en
Marvel.
VEITCH: ¡Incluso hoy sería prácticamente novedoso! El contrato tenía una página, ¡y sólo me
compraba los derechos para editarlo una vez! Se pagaba muy bien, y
trabajar con Archie Goodwin fue una experiencia fantástica. Hice
otra novela gráfica para Archie Goodwin titulada Heartburst, pero nunca
estuve demasiado orgulloso de ella.
PINKHAM: ¿No?
VEITCH: Bueno...... me estoy
adelantando un poco. La razón por la que no estoy orgulloso de ella
se debe a que cuando la acabé, conocí a Alan Moore. [Risas.] Él
estaba haciendo todo lo que yo todavía tenía que aprender, y lo
hacía de manera brillante. Creo que el dibujo está bien, pero en
términos de estructura de la historia, de nuevo solía recaer en intentar
expresar mis sentimientos inconscientemente, en lugar de pensar en cuál podía ser la finalidad del guión. Probablemente sea
una de mis debilidades, si no me presiono a mí mismo,
tiendo a enfocar las cosas de forma simplista, y no creo que la
experiencia de la lectura sea tan potente como debería.
PINKHAM: ¿Estás orgulloso de "Abraxas
and the Earthman"?
VEITCH: Si, en realidad estoy bastante orgulloso de esa obra. Si la reimprimo alguna vez, hay ciertas cosas
que tendré que corregir. Pero estoy bastante satisfecho de la historia y
además (por lo menos es lo que creía en esa época), engancha de
verdad, aunque terminé haciendo la misma condenada cosa que aparecía
en los cómics de los X-Men.
PINKHAM: ¿Qué?!
VEITCH: [Risas.] Sí. Ballenas místicas
en el espacio. ¡Algo que pareció convertirse en un género propio!
PINKHAM: Hiciste una novela gráfica
para Heavy Metal. ¿No era la adaptación de la película “1941”
[Steven Spielberg, 1979]?
VEITCH: Si, se suponía que iba a ser Alex
Toth quien iba a hacer la adaptación, y lo dejó en el último
minuto y estaban absolutamente desesperados por conseguir a alguien,
y entonces se dijeron, “bueno, ¡ahí tenemos a Veitch y a
Bissette!” [Risas.]
PINKHAM: En ese momento él [Steven
Spielberg] estaba intentando sacar la película adelante, ¿no es
cierto?
VEITCH: Lo que estaba haciendo era
intentar dar sentido al guión, que ni siquiera era gracioso. La
gente de Spielberg era bastante desagradable, no confiaban en
nosotros, no querían darnos fotos de referencia. De hecho, las
tuvimos que robar.
PINKHAM: ¿Cómo lo hicísteis?
VEITCH: La gente de Spielberg nos ofreció una presentación del guión en diapositivas. Se fueron a almorzar y
John Workman se trajo las diapositivas a la sala de muestreo y las
fotografiamos a escondidas. [Pinkham se ríe.] Tenían
miedo de que cogiésemos fotos y se las vendiésemos a la revista
Time. Así que de todos modos, conseguimos las muestras y empezamos a
trabajar. O al menos yo lo hice. Al instante, ¡Bissette empezó con
uno de sus famosos bloqueos de artista! Yo me lancé adelante y puse
la cosa en marcha. Se originó una gran tensión entre nosotros para
conseguir que pusiera su culo en marcha también. Hacia la segunda
mitad de la obra se puso al día y redobló sus esfuerzos. En ese
momento también empezó a trabajar para los editores de Heavy Metal.
Era muy bueno, así que nos dieron dos semanas más para acabarlo. Tuvimos esa maldita cosa terminada el día que habíamos prometido.
Lo pusimos en el suelo de su apartamento (en realidad sólo era la
segunda parte de la historia, porque ya habíamos entregado la
primera mitad.) Estábamos completamente agotados y exhaustos y a un
pelo de estrangularnos entre nosotros, pero al mismo tiempo nos
sentíamos aliviados de haberlo logrado acabar. Así que nos quedamos
sentados, y el perro de su vecino entró completamente empapado,
y se echó encima de las páginas.
PINKHAM: [Risas.] Me parece increíble.
VEITCH: Y nosotros gritamos,
“¡AHHHHH!”, echamos fuera al perro y empezamos a intentar secar
las páginas, y luego nos dimos cuenta de que en realidad no
importaba [risas]. Si echas un vistazo a la obra, hay ciertas páginas con grandes marcas de agua, pero pasan desapercibidas entre
toda la locura.
PINKHAM: ¿No teníais a nadie
controlando vuestro trabajo y diciéndoos: “No, no podéis hacerlo”?
VEITCH: Estaban desesperados porque lo
acabáramos, pero también estuvimos peléandonos todo el tiempo con
el editor. Sencillamente no conectábamos. Steve siempre ha
sido mucho mejor tratando con ellos que yo. John Workman era magnífico, nos echó una mano para hacer frente a un montón de
problemas y suavizó muchas tensiones. La fecha de entrega se
cumplió, entregamos el trabajo a tiempo para que pudieran sacarlo
antes de que apareciese la película. Lo único malo fue que la
película fue un fracaso. Salimos de la experiencia con una especie
de neurosis de guerra. También habíamos hecho una buena cantidad de
dinero, creo que nos pagaron 12.000 dólares por la obra, que no
suena como una gran cantidad para un trabajo de este tipo, pero en
ese momento era lo máximo que habíamos ganado. Fuimos capaces de
meter dinero en el banco y tomarnos un descanso por una temporada.
PINKHAM: ¿Sabes si Spielberg se leyó vuestra adaptación?
VEITCH: Si, llegó a verla, y se quedó
totalmente asombrado. Le escribió una carta a nuestro editor, de la
que tenemos una copia, donde decía que “Bissette y Veitch tienen
un talento salvaje pero están locos.” [Risas.]
PINKHAM: ¿Pero lo decía de forma
negativa?
VEITCH: Era un cumplido ambiguo.
¡Nos pareció hilarante! Por supuesto, estoy seguro de
que se sentía aún más traumatizado de lo que lo estábamos
nosotros. “1941” estableció nuevos estándares en Hollywood para
lo mal que puede ser recibida una gran película.
EL HACEDOR
PINKHAM: ¿Es cierto que antes de que
empezaras con “The One” habías trabajado con Alan Moore?
VEITCH: No, fue después. En
realidad, cuando estaba con el último número de The One, estaba
haciendo las dos cosas. Fue una locura.
PINKHAM: ¿Es así como conociste a
Alan, trabajando juntos?
VEITCH: Fue muy convulso. Cuando
concebí “The One” todavía no conocía a Alan, pero me había
leído los primeros números de Warrior donde aparecía su Marvelman.
Estaba acertando en cosas que se me habían pasado por la cabeza
desde hacía años, sobre las posibilidades inherentes de los superhéroes, y él las había llevado a cabo en la página
impresa, y estaba intrigado y emocionado por los resultados. Yo
había reconocido el potencial del género, pero no era lo
suficiente buen escritor como para seguir adelante con lo que se
podía hacer. Tampoco era un verdadero intelectual, era un creador.
PINKHAM: Has dicho que no te había
gustado Heartburst, porque no eras un buen guionista. ¿Cómo
llegaste a esa conclusión?
VEITCH: Mientras crecía, de niño, siempre estaba haciendo cómics, y al elegirlos como
forma de expresión personal para mostrar mis sentimientos y anhelos,
los cómics se convirtieron en una parte orgánica de mi vida, desde
el mismo momento en que era poco más que un niño. Nunca estudié
para ser escritor. Más allá de la formación que me dieron en el
Instituto, cualquier cosa que aprendí a la hora de escribir cómics,
lo aprendí por mi cuenta, leyendo a otros autores o dibujando sus
guiones.
PINKHAM: ¿Había cursos sobre el tema en la escuela
de Kubert?
VEITCH: No. Joe había hablado de hacer
un curso de guionista, pero no era fácil. En cuanto se dio cuenta de la magnitud que supondría, creo que pensó, "¡Vamos
a necesitar una escuela aparte para hacerlo!" [Risas.] Tuve la
suerte de trabajar con Joe, escribiendo guiones para él en calidad
de editor. También pude ver algunos de los primeros guiones profesionales
cuando me dio trabajo para el Sargento Rock. Los cómics de Rock
estaban escritos por Robert Kanigher, que tenía un estilo clásico para guionizar cómics. Empecé a trabajar a partir
de ese punto, desarrollando todo un proceso de reflexión acerca de cómo
construir una historia. Pero de ninguna forma estaba a la altura de
Alan, ¡él es uno de los grandes intelectuales del cómic de todos
los tiempos! A principios de los ochenta las tiendas de cómics
estaban empezando a abrir por todos lados y yo me leía todo lo que caía en mis
manos, y entonces llegó esa revista en blanco y negro inglesa,
Warrior, con Marvelman. La leí, y la proverbial bombilla se
encendió en mi cabeza. Empecé a concebir “El Uno”, no como una
desvergonzada copia de Marvelman, sino como algo sobre lo que debatir,
para ver cuánta profundidad se podía meter en una historia seudo
tradicional de cómic. Marvel Comics estaba empezando a darse cuenta
de que había vida en el mercado de venta directa, y creo que se estaba empezando a fijar en títulos como Cerebus y Elfquest, y se dijeron: "Oye, ¡nosotros también podemos hacerlo!"
PINKHAM: Has comentado que habías sido capaz de ver el potencial de los superhéroes. Leyendo “The One” pude observar un
montón de usos: vírgenes adolescentes fuera
de control, objeto de los anhelos puramente sexuales de una mujer,
armas militares, descendientes de héroes humanos como Charles
Lindbergh y Amelia Earhart, Adán y Eva… ¿Usaste superhéroes
porque pensabas que podían jugar una parte importante en esos temas? ¿O fue porque era la única forma en la que podías
expresar esos temas en el mercado del cómic, a través de los
superhéroes?
VEITCH: Aunque no era capaz de articularlo
tal cual en esa época y momento, creo que lo que estaba
intentando era descubrir cuál era la naturaleza arquetípica de los
superhéroes. “Arquetipo” es una de esas palabras que se usan
mucho y que tiende a perder su significado preciso. Pero en el
sentido clásico, psicoanalítico, significa un colectivo de ideas
instintivas expresadas a menudo como símbolos. Estaba empezando a
entender que los superhéroes representaban algo profundamente arraigado en la política americana del S. XX. Uno de
los sub-textos que se puede encontrar en The One es la confrontación política que
se produce entre los superhéroes americanos y los rusos. En la época
en la que creé The One, era una de las cosas que me preocupaban de verdad. El enfrentamiento nuclear era algo que se estaba
haciendo más y más palpable cada día, nuestro maravilloso
presidente Ronald Reagan empezó a hablar sobre el Imperio del Mal…
PINKHAM: Hacía bromas sobre
bombardearlos.
VEITCH: Si, disparaban a los aviones
civiles y hacían todo tipo de cosas horribles. Me parecía que las
cosas estaban empezando a estar fuera de control. Como persona
creativa y como artista, se convirtió en parte de la mezcla a la
hora de concebir historias. Así que empecé a tratar de explorar la
naturaleza del poder en una escala política, y cómo podría ser
deformada por la existencia de los superhéroes. Suena un poco cursi,
pero fue en 1984 y 1985, y realmente eran temas que no se habían
explorado demasiado.
PINKHAM: ¿Crees que los adultos están separados de esos arquetipos, o que se los toman de forma
diferente?
VEITCH: En primer lugar voy a intentar definir la naturaleza arquetípica de los superhéroes. Echa un
vistazo al psicoanálisis en el S. XX, a partir de Freud, que tiende
a concentrarse en la naturaleza sexual reprimida de la sociedad.
Después de Freud viene Jung, que supongo que probablemente acuñó
el término "arquetipo", cuyo enfoque tendería a ver a los
aspectos míticos (o místicos) del inconsciente mediante varios
procesos. Después de Jung viene Adler, cuya teoría gira en torno a
la voluntad de poder. Si coges estas tres corrientes principales de
pensamiento psicoanalítico del S. XX (sexo, mitos, poder) definirás
lo que es un superhéroe. Estaba intentando sacar las partes más ocultas a un primer plano. Los superhéroes se reducen a ideas muy
complejas, pensamientos, sentimientos, anhelos, que esencialmente
forman parte colectiva de la población en general, y que son
proyectados sobre estas pequeñas historietas. A medida que nos
acercamos a finales del S. XX, los superhéroes adquieren el verdadero valor que poseen y que forma parte del sistema capitalista
que en realidad los impulsa. Así que creo que era demasiado pronto
para decir que son simplemente inútiles subproductos de una cultura
que ha enloquecido [risas]. Los superheroes realmente florecieron en
América en el momento en el que nuestro poder político en el mundo
creció hasta el punto de que nos empezaron a llamar super-potencia.
No es una coincidencia. Más allá de eso están los aspectos
futuristas de los superhéroes. Vivimos en una época en la que no
resulta absurdo decir que vamos a mejorar nuestro bienestar físico utilizando medios científicos, sea a través de injertarnos
nuevas piezas, a través de la integración de nuestros procesos de
pensamiento en la maquinaria…
PINKHAM: Drogas…
VEITCH: Experimentación genética…
todas esas cosas ya existen. La Carrera de la Humanidad está
empezando a mutar.
PINKHAM: O incluso a través de la
meditación.
VEITCH: Si, aunque siempre ha
estado con nosotros. La sociedad industrial del S. XX está muy cerca
de que nos resulte posible disponer de poderes físicos y mentales
usando la nueva tecnología.
PINKHAM: Y tendremos todos la misma
conciencia, aunque supongo que deberíamos desarrollar una nueva.
VEITCH: Si, obviamente vamos a tener
que desarrollar una conciencia para poder mantenernos al día con el
potencial de la tecnología. A pesar de la baja calidad de
todos esos cómics de superhéroes, creo que tienden a explorar (a su
manera ridículamente adolescente) esos futuros para nosotros,
ofreciendo también una especie de sensación de lo que es bueno, lo
que es malo, lo que es popular y lo que no lo es. Así que todas esas son
el tipo de cosas que ahora puedo intentar describir, pero en
realidad, a principios de los ochenta nadie se preocupaba por ello. Sólo
se estaba caminando a tientas. Más que cualquiera, fue Alan quien lo sacó en papel.
Creo que fue el primer guionista de cómics que conocía que se empezaba a tomar en serio la escritura. Incluso a principios
de su carrera creo que su larga sombra ya se estaba posando sobre los
cómics. Definitivamente señaló una dirección hacia la que yo
quería caminar.
PINKHAM: Empezaste The One con una
noticia que habías encontrado en el Centro McCluhan, donde decías:
"El mito compartido de la destrucción inminente ha cambiado
físicamente la manera en que los miles de millones de sinapsis se
conectan en los cerebros de las personas. Estos cambios crearán una
nueva actitud que asegure que no se va a utilizar la bomba, la
certeza de que para evitar seguir colgando al borde del precipicio es
necesario que surja una nueva actitud". ¿Lo habías leído
antes de escribir El Uno y formó parte de tu inspiración, o fue
una coincidencia?
VEITCH: Probablemente me topé con la
cita mientras estaba concibiendo la historia, o mientras estaba a
mitad de la primera parte, pero me pareció que encajaba perfectamente,
que expresaba perfectamente la naturaleza esotérica de lo que estaba
intentando conseguir. Cualquiera que haya vivido en los ochenta no
sería capaz de concebir lo que estaba por llegar: ¿el colapso de la Unión
Soviética? Me refiero a que... ¡wow! Ya ha ocurrido, nos
resulta indiferente, pero en esa época fue importante.
PINKHAM: Así que tomaste estas ideas
de la bomba y el enfrentamiento de las superpotencias, y lo
encarnaste físicamente en un personaje.
VEITCH: Claro, la conciencia colectiva
del planeta en el personaje de El Uno.
PINKHAM: En realidad la conciencia masiva era capaz de detener las nucleares.
VEITCH: Y es un paso evolutivo en
el sentido de que todos formamos parte de un organismo más grande que
se encuentra en proceso de formación, algo que en la serie toma
forma real, y las personas de la Tierra terminarán viviendo una
especie de existencia de ensueño dentro de la misma. He jugueteado
un poco con las secuelas y aventuras que podrían haber surgido
mientras esos personajes han seguido viviendo dentro de mi cabeza,
pero nunca he llegado a plasmarlo.
PINKHAM: ¿Crees que la historia es capaz de impactar en el lector de forma más o menos sugerente, que le puede hacer pensar en cómo sería tener esos poderes? ¿O crees que pensarán:
"bueno, sería agradable si hubiese un superhéroe?"
VEITCH: Lo que estoy intentando es
buscar si existe un superhéroe dentro de nosotros, y que los
lectores se pongan en contacto con la parte de sí mismos que están proyectando ahora mismo en la cultura popular.
PINKHAM: Tú lo convertías en algo explícito. Los
personajes se arrancaban la cara y el héroe estaba en su
interior.
VEITCH: Es cierto. Creo que el truco es
no hablar sobre ello, sino mostrarlo.
PINKHAM: ¿Qué intentabas conseguir
con las imágenes de cultura de masas que aparecían en las portadas?
VEITCH: Los superhéroes son una forma
de cultura de masas y de consumo. ¡Yo no sabía lo mal que irían
las cosas en el futuro! [Risas.] Estaba intentando señalar cómo
eran entonces, y por supuesto, sencillamente también me gustan los
logotipos, símbolos y embalajes extraños, por lo que me pareció una forma
muy clara de sesgar su imagen, al igual que lo hacía Andy Warhol,
pero en la portada de un comic book. Como que la época también lo
demandaba. Entonces aparecían toneladas y toneladas de cómics, aunque
no tantos como ahora. Cada variación para una portada normal de
un cómic de superhéroes se había intentado como unas 10 veces, así
que me pareció que había llegado el momento de probar nuevas ideas gráficas,
para ampliar un poco las cosas.
EL PINÁCULO
PINKHAM: Antes me comentabas que hasta
La Cosa del Pantano no habías empezado a ser conocido. ¿Lo
piensas en serio?
VEITCH: Bueno, me conocían, pero es probable que “Swamp Thing” fuese el pináculo de mi “ser
conocido” [risas] en toda mi carrera. Es el trabajo más
popular que he hecho. Sobre todo después de haber trabajado para la
revista Epic, donde sólo hacía como una página por semana. Puede
que la gente disfrute con esas páginas, pero en realidad no hacen
que te recuerden. Los lectores de Estados Unidos tienden a estar
conectados a ese tipo de mentalidad de los 30 días, "¡tenemos
que tener un nuevo cómic cada 30 días!" Es lo que
realmente recuerdan, y todo lo demás es secundario.
En ese momento parecía completamente absurdo. Steve y yo éramos muy amigos, pero habíamos
llegado a un punto en el que me había jurado que nunca volvería a
trabajar con él de nuevo porque toda esa mierda de las fechas de
entrega estaba estropeando nuestra relación. Él dijo, "bien,
¡quiero hacer un cómic de terror!" Así que John y él miraron
todos los cómics que se estaban publicando y sólo había un cómic
de terror, ¡y ese era la Cosa del Pantano! Así que fueron y se
presentaron para trabajar en la serie, y lo consiguieron. Estaban
haciendo unos dibujos increíbles, pero los guiones eran el bluff
típico de los cómics, no eran gran cosa. Estaba
seguro de que todo terminaría siendo un fracaso. Entonces Steve me
llamó y me dijo: "Sí, supongo que sabes que tenemos un
nuevo guionista. Es ese tipo de Warrior. Alan Moore." Me envió
una copia del primer guión, "Lección de anatomía".
PINKHAM: Creo que es el mejor.
VEITCH: Era tan detallado como un
tratado de no proliferación de armas nucleares, pero funcionó. Me quedé absolutamente anonadado. Y por supuesto, Steve estaba pasando
por su extraña telenovela de freelance otra vez: "Puedo
dibujar, no sé dibujar." E inexplicablemente cogía y
desaparecía durante largos períodos de tiempo, poniendo todo en
peligro. Terminé por convertirme en el artista fantasma sin
acreditar que asistía a Steve, más que nada para darle tiempo para
que volviese y se pusiera a dibujar. Acababa de empezar a sufrir de
nuevo esos extraños estados de ánimo en los que no era capaz de
dibujar, y me decía: “¡Al diablo con ello!” Y entonces conducía
hasta su casa, cogía los guiones y las páginas y empezaba a
dibujarlas y pronto él se metía de nuevo en el ajo. Creo que nunca
le pedí crédito o pago alguno, porque no quería
aceptar que estaba trabajando otra vez con él [risas].
Steve y John se aseguraron de que me incluyeran en los créditos y me
pagaran en la primera edición recopilatoria, pero DC se enfadó
conmigo cuando hicieron la segunda edición y pasaron de mí.
Pero también me encantó cada minuto
que estuve en la serie, porque los guiones estaban compuestos por un
material capaz de patear culos, y el enfoque de Bissette del dibujo era
perfectamente reconocible. Era una serie extremadamente potente que
virtualmente cambió la dirección de los cómics. Obviamente, el
público también estuvo de acuerdo con ese enfoque. La serie empezó
a despegar, creo que en algún momento se empezaron a
sumar 5.000 lectores al mes. Buenas ventas. Al mismo tiempo,
estábamos empezando a hacernos una idea de que teníamos que tratar
con una empresa vieja y enferma como DC Comics que tenía todas estas
reglas arcanas que habían sido diseñadas para mantener a los trabajadores
independientes trabajando por una mierda. Steve se quedó atrapado en
mitad de un montón de mierdas de la empresa que creo que de alguna
forma hicieron que siguiese trabajando y se concentrara más en la
serie. Pero se sentía realmente mal haciéndolo.
PINKHAM: ¿Algo específico?
VEITCH: Hubo un incidente… No creo
que ni siquiera él pueda hablar sobre el tema, porque firmó algún
enloquecido contrato de confidencialidad, pero yo sí que puedo
hacerlo. [Pinkham se ríe.] Llevaba trabajando para DC un año y le
estaban pagando unos salarios miserables, como unos 63 dólares por
página de esa increíblemente hermosa serie que les estaba
convirtiendo en alguien, y creo que estuvo intentando obtener un
miserable seguro médico por parte de DC, porque se supone que la propia
DC sufraga a todos los trabajadores independientes. Pero ellos
siguieron postergándolo y postergándolo... Entonces su hijo sufrió
meningitis espinal y fue devastador. De repente tenía entre manos una
gigantesca factura del hospital y DC se desentendió por completo.
Era un lío enorme. Finalmente llegaron a cubrirles, pero él tuvo
que firmar algún escrito por el que nunca hablaría sobre el tema. Era
la forma habitual de la empresa de afrontar los negocios.
PINKHAM: Parece como si vosotros
(Totleben, Bissette, tú mismo) os pasárais la serie uno al otro.
¿Hubo algún momento en el que DC empezase a imponer quién debía
hacer el dibujo?
VEITCH: En realidad no, porque Karen
Berger era la editora, y era quien metía mano en los
aspectos creativos. Era capaz de mantener un buen equilibrio. Hay que
decir que Steve era muy excéntrico. Ha sufrido un montón de
problemas con todos sus editores. Pero al mismo tiempo, creo que DC
le arrojó algunos palos en los pies de forma absurda, algo que solía hacer con todos, y todo se convirtió en un mal asunto, un asunto feo. Al
mismo tiempo, Alan empezó a tener mucho éxito. Parecía que cada
semana tenía un nuevo guión listo, y La Cosa del Pantano se
convirtió en algo prioritario. Entonces empezó a guionizar números
dobles, algo que le generó más dificultades al equipo artístico. Cada
guión suponía todo un lujo a la hora de leerlo, por la
densidad de sus ideas para la serie. Escribía el guión
casi como una carta al dibujante, donde hablaba sobre su vida y sobre
lo que había leído, lo que le había gustado en la última historia
que habías dibujado, y luego decía: "Ahora voy a ser
absurdamente obsesivo con los detalles, pero puedes dibujar lo que
quieras. Sólo voy a intentar vaciarme. Pero toda la
historia depende de ti, haz lo que te parezca." Por supuesto, a
mí me gustaba darle más vueltas para conseguir hacer exáctamente
lo que él estaba buscando. Y por lo general había algo que
realmente valía la pena en cada uno de esos guiones, siempre había
algún núcleo de originalidad y creatividad que hacía que intentar
lograr lo que él quería resultase muy valioso.
PINKHAM: Esa forma de proceder pareció
llegar a su culmen en Watchmen.
VEITCH: Alan Moore creó uno de los
estilos de guionizar cómics más magníficos del mainstream, es así
de simple. No es que sus guiones fuesen complicados. Pero tiende a tejer una
historia bastante elegante. Sobre todo se basa en la ironía. Casi
cada escena termina con una nota irónica, aunque la ironía se vea a menudo desde varios puntos. Cada transición de una
escena a otra es resonante, sea a través de una palabra o una frase, algo
visual, una forma, lo que sea, por lo que todo junto crea como
una especie de tapiz. Más allá creo que les otorgó verdadera humanidad a muchos de sus personajes de una forma que resulta
sorprendente. En la Cosa del Pantano Abby se convierte en esa persona
completa, evolucionando de buenas a primeras desde los primeros
números, y su habilidad para hacerlo fue innovadora.
Nunca hizo algo tan espectacular con los villanos. Sus villanos
tendían a ser una especie de matones unidimensionales.
PINKHAM: En American Gothic parecía tirar de los villanos que se había encontrado en un almacén
de saldo.
VEITCH: Probablemente los villanos
parecían más flojos porque todo lo demás era muy poderoso. Los
personajes de Abby y Alex y la dinámica que se produce entre ellos,
¿sabes que esos personajes siguen viviendo en mi cabeza? A día de
hoy, cuando voy conduciendo en el coche, a veces me imagino escenas
con Abby y Alex [risas]. Y son personajes que guionizó hace diez
años.
PINKHAM: Si Moore fuese su propietario,
¡podrías llamarle y preguntar si podías hacer otra historia con
ellos!
VEITCH: Alan y todos nosotros por
extensión, sabíamos bien que no éramos los propietarios de Swamp
Thing. De hecho estuvimos hablando sobre el tema: “Hagamos el Hombre
de Verde.” Lo que finalmente podría haberse convertido en la última historia
de la Cosa del Pantano que planeamos y que nunca vio la luz, donde
tenía lugar la muerte de Abby. Nunca la llegamos a hacer porque Alan perdió el interés en el material superheróico. Pero aprendimos,
como en Watchmen, que puedes crear sustitutos de los antiguos héroes
y que la gente los seguirá leyendo. Es un pequeño truco que he
utilizado tanto en Bratpack como en Maximortal.
PINKHAM: ¿Te diste cuenta de si Alan,
como guionista, estaba siendo manipulado por la editorial? No tanto
por [Karen] Berger, sino...
VEITCH: Sólo en el sentido de que lo
querían explotar. A diferencia de lo que ocurría con Steve, que en
realidad era su caballo de batalla. Él podía batir ese material
hasta producir algo engrasado y brillante, algo que era increíble.
Mientras que con Steve resultaba muy difícil conseguir páginas
similares. Así que, naturalmente, la empresa quería explotar al
tipo que defecaba un sinfín de páginas de nuevo material fresco e
interesante. Hay que darles crédito por permitir que sucediera
Watchmen. Creo que el éxito de Dark Knight abrió un montón de
posibilidades en las mentes de las personas que dirigían DC Comics.
Sobre todo para personajes como Batman y Superman, que tenían diez
mandamientos grabados en piedra sobre qué es lo que se podía y no
se podía hacer con ellos.
Miller rompió un montón de esas
“reglas”. Así que Alan se benefició de ello. Me encontré con
Dick Giordano hace unos años y estuvimos hablando sobre Watchmen. Me
dijo algo que yo había olvidado, que era que Watchmen había sido
escrito en realidad como si fuesen los héroes de la Charlton, y
luego le preguntaron a Alan si podía cambiarlo. [Risas]. Dick dijo
que se había estado dando patadas en el culo desde entonces, porque
había sido el editor de una gran cantidad de las viejas series de la
Charlton, y aquí tenía la oportunidad de traérselos de vuelta y a
lo grande. Y se la perdió. [Risas.]
PINKHAM: Así que empezaste a ver que
poco a poco trabajabas cada vez más en la serie, y finalmente que
oficialmente eras su dibujante.
VEITCH: Si, fue extraño cómo llegué
a dibujarla, ¡sigo sin estar seguro de cómo pudo ocurrir!
[Risas.] En su mayor parte fue porque empecé a charlar un montón
con Karen Berger por teléfono cuando llamaba buscando a Steve
[risas].
PINKHAM: ¡Suena como un matrimonio que
va de mal en peor!
VEITCH: Ese era el tipo de escenario
que te podías encontrar en ese momento. Él se inventaba historias
sobre por qué las páginas que tenían que estar hechas no lo
estaban y todas esas locuras. Así que era obvio que
necesitaban dibujantes sustitutos, y como ya había trabajado en la
serie... Boom. Era el dibujante sustituto. Luego, cuando
Steve y John decidieron dejarlo me convertí en el dibujante. Justo
en ese momento, Alan comenzó Watchmen y fue cuando me
convertí en el dibujante oficial. Alan estaba haciendo al mismo
tiempo Marvelman, además de las historias de reserva para la mitad
de los cómics que aparecían en las estanterías. ¡Estaba por todas
partes! Se quedó grabado en la mente de los lectores de cómics para
siempre.
PINKHAM: Cuando finalmente se marchó
Moore, tuvieron que llamar a Gaiman y Morrison para sustituirlo.
VEITCH: Bueno, DC había empezado a
darse cuenta de que en Inglaterra había mucho talento. Y que en
Inglaterra había muy poco trabajo para todo ese
talento. La esencia de ese intercambio con el extranjero era que
podrían pagarles un precio más bajo. Así que fue positivo para todos.
PINKHAM: Podían mantener viables los
copyrights de todos esos viejos personajes.
VEITCH: Ahí lo tienes. Lo que era
sorprendente de Alan es que cuando yo estaba dibujando el lápiz de
la serie, por lo general me telefoneaba y me hablaba sobre ocho
páginas de golpe, porque seguro que estábamos cerca de la fecha
límite. Puede que tuviese unos 12 días para hacer todo el número.
Así de ajustadas iban las cosas. Pero cuando me quedaba sin más
guión, puede que les llamase, o que Karen me llamase a mí, y al día
siguiente ya había escrito otras ocho páginas más. Se podría
pensar que a esa velocidad la historia sería una completa basura,
pero no lo era. Seguían siendo buenos guiones, algunos incluso eran
grandes guiones. Me llamó para contarme el guión de "My Blue Heaven",
que creo que es mi historia favorita. La historia trataba sobre la
Cosa del Pantano aterrizando en ese planeta del espacio
exterior poblado por seres vegetales basados en todos los
personajes de la colección. Y en algún momento al final del número
se daba cuenta de que la Abby reconstruida no era realmente Abby.
Y en el guión, Alan me pedía que la
Cosa del Pantano la arrancara la cabeza con un realismo espeluznante,
e intenté dibujarlo de esa forma, lo intenté, pero no pude hacerlo.
No pude hacerlo de ninguna forma. Lo que hice finalmente fue que
aunque la golpeaba y la arrancaba la cabeza, ella seguía teniendo
una gran sonrisa en la cara, para que resultara absolutamente obvio
que no era una mujer de verdad con la cabeza arrancada, y creo que de
esa forma también funcionó. Fue la única vez que me
pidió algo que estaba más allá de lo que era capaz de manejar
[risas].
PINKHAM: Supongo que la pelea con DC
por Watchmen tuvo lugar después de haber guionizado la Cosa del
Pantano, ¿verdad?
VEITCH: Si, no creo que el motivo de la
pelea fuese tanto Watchmen como las normas que Jenette estaba
intentando imponer en todos los cómics de DC. Inesperadamente se
trajo una lista de normas de lo que ya no se podía hacer en las
historias. Sospecho que Alan llevaba trabajando allí unos tres o
cuatro años, y probablemente tenía malos sentimientos enquistados
que focalizó en esas normas. Así que renunció, y lo hizo de forma
muy notoria. Esa fue la excusa que eligió para marcharse, y montó un
gran escándalo al respecto.
PINKHAM: [Frank] Miller también hizo
lo mismo en esa época.
VEITCH: Se fueron a la vez un montón:
Chaykin, Simonson. Pero yo no estaba en ese grupo, así que no tuve
que hacer elección moral alguna. Aunque probablemente podría
haberme unido a ellos sólo por solidaridad.
PINKHAM: Oh, ya veo. Así que no
tuviste que elegir.
VEITCH: Claro. Había escuchado lo que
pasaba de boca de Bissette, y estaba de acuerdo con un montón de
puntos, pero no con todos. Así que no llegaron a enviarme la
petición. Muy mal, porque las normas de Jenette volverían para
atormentarme un par de años más tarde.
PINKHAM: ¿Ocurrió después de
que empezaras a guionizar la serie?
VEITCH: Claro.
PINKHAM: ¿Qué hizo que pensaras que eras capaz de manejarla?
VEITCH: Bueno, más que nada fue porque
si no la escribía tampoco me quedaría en ella como dibujante.
Me sentía próximo a esos personajes. Y para Alan y Karen
resultaba obvio que no había nadie que lo fuese a hacer mejor.
Creo que por mi parte tenía la intención de dar la puntilla a mi carrera. Pero entendía
bien el estilo que yo mismo había creado. Entendía la sinergia que
se producía entre los personajes. Definitivamente no era el mismo
guionista que Alan, pero creo que hice una muy buena Cosa del
Pantano. Algunos de los números no eran de lo mejor, pero en general
me quedé bastante contento con los resultados. He de decir que
trabajar con Karen me permitió sacar el máximo
rendimiento del que era capaz.
PINKHAM: ¿Te dio algún consejo?
VEITCH: Básicamente me mantuvo a salvo
[risas]. Y me protegió del inconsciente corporativo de DC Comics.
(Continuará)
1 comentario:
Saludos, querido Frog...como siempre música y textos del máximo interés.No deja de sorprenderme tu capacidad de trabajo.Gracias!!.
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