Entrega nº 16 de la columna “Come In Alone” escrita por Warren
Ellis. Aparecida el 17 de marzo de 2000 en Comic Book Resources. Traducida por
Frog2000. Nota: el título es una invención, la columna original no disponía de
ningún encabezado.
El lunes estuve en el Chinatown de Londres. En Gerrard
Street. Es un sitio que me encanta. El tipo de sociedad en la que a cualquiera le gustaría
vivir: grandes multitudes sonrientes desparramadas por el exterior de los
muchísimos restaurantes que se encuentran por toda la calle, grupos que pasan el
rato hablando con los propietarios de los restaurantes y con otros grupos de cálidos
amigos y vecinos a lo largo de toda la avenida. Se escuchan risas y se pueden oler los sabrosos aromas de la comida china. Las ventanas tienen adornos dorados y brillantes.
Al igual que la música islandesa, creo que el hecho de no poder entender
una jodida palabra de lo que se está diciendo a mi alrededor facilita que me resulte un
lugar mucho más maravilloso. Estuve a punto de ponerme a bailar arriba y abajo por toda
la calle, porque estaba de humor como para sumergirme en un lugar tan bonito
como alienígena. Y Chinatown es un infierno que está mucho más cerca de donde yo vivo que Reykjavik.
En parte también me pasé por allí por sugerencia de mi amigo,
guionista y nuevo autor de cómics Adi Tantimedh. Adi está escribiendo algunas
cosas para DC, y además tiene algún relato de ficción publicado en la web de Steven
Grant, ADVENTURE. Adi, que fue azotado en su Nido de Nueva York hasta casi darlo por muerto, me sopló que Gerrard Street era el mejor sitio para cazar películas de Hong Kong en CD-Vídeo.
Adi vive parte del año en Nueva York y el resto en Londres, y suele frecuentar lugares parecidos en busca de películas que nadie más ha visto.
Empezamos a charlar sobre el cine de Hong Kong y entonces me puse a preguntarle a gritos: ¿Qué ha sido de Ringo Lam? Ringo Lam fue el director de algunas abrasadoras películas de acción, una de las mejores contaba con la presencia de Chow Yun-Fat. Su título era “City on Fire”. Lam la dirigió justo antes de seguir los pasos de su compatriota John Woo a lo largo del
Caudaloso Pacífico en busca del dólar yanqui. John Woo fue capaz de superar el trauma de
tener que dirigir al turbulento héroe de acción belga Jean Claude Van Damme.
Lam no lo hizo y nunca más se ha sabido de él. Por lo menos en los países de habla
inglesa. Resulta que volvió a Hong Kong y empezó de nuevo. Pero el cine
de Hong Kong no tiene el mismo tono que hace unos años, cuando Quentin
Tarantino fue capaz de observar el sonido de una bala mientras se dirigía lentamente hacia
su objetivo. Estamos hablando de una época en la que a la gente le importaba
algo lo que Quentin Tarantino tenía que decir. Así que nos habíamos quedado en
que nadie se sentía atraído gran cosa por lo que le había pasado a Ringo Lam, pero en
realidad, desde que regresó a Hong Kong ha seguido rodando algunas películas de
extraordinaria belleza.
En Occidente, el Vídeo-CD parece un formato alienígena, pero es
tremendamente popular en Asia. Utiliza un software estándar reconocible por la
mayoría de equipos antiguos y con él se puede codificar una película de vídeo
de forma razonable en un par de CDs normales. Por lo general, la mayoría tienen subtítulos en inglés. Y como son tan abundantes y además es un
formato tan simple, son muy baratos. Salí de allí con once nuevas películas por
menos de cien libras. En un país donde una nueva película en cinta VHS cuesta
algo más de doce libras, y una película en DVD llega a las
dieciséis, es algo que me parece jodidamente impresionante.
Adi me dijo el título de unas cuántas películas que debía tener en cuenta y
yo me hice con algunos otros después de empezar a investigar. Por suerte, la variante en inglés
normalmente suele tener impresa el título en el lomo de la caja. Pero algunos de los CDs los elegí al azar, porque obviamente no era capaz de leer las notas
publicitarias de la parte posterior. Siempre he querido aprender algún idioma
asiático, pero durante los últimos años mi capacidad con otras lenguas prácticamente se ha quedado atrofiada hasta el nivel de poder decir únicamente: "mon pere wears brown boots"
y "ou est le gasworks?", a menos que quieras
contar como algo positivo el heroico acto de pedir una salchicha sin
mostaza en alemán durante el Año Nuevo. Así que en su lugar me orienté por el título. Por los dibujos.
Por las portadas.
Deberías intentarlo la próxima vez que entres en
una tienda de cómics. Intenta seleccionar lo que vas a comprar por el título y
por su portada. Por el diseño de portada y por la rotulación. Esa sensación que
se tiene de que algo en concreto es un objeto y cómo te comunica su contenido e intenciones. Igual que si fuese un VCD hecho en Hong Kong,
donde tan solo puedes percibir qué alberga por el título y las imágenes de la portada.
Inténtalo. Imagina que no tienes ni idea sobre cómics, que no eres capaz de leer los créditos, que por decirlo de alguna forma, lo único que sabes bien es lo que te gustaría leer. ¿Escogerías entonces una serie normal de superhéroes de Marvel
o DC, con su habitual diseño colorido, con su portada hecha con un molde y su
generalmente jodido y ordinario dibujo? No me atrevo a responder en tu lugar. Sin
embargo, después de mirarlos durante un rato te das cuenta de que la gran
mayoría de cómics tienen un diseño de portada muy parecida. La marca de la
empresa en la parte superior izquierda. El título a un lado, comiéndose (por
ejemplo) un cuarto superior de la página. El código de barras abajo a la derecha,
los créditos cerca de él (si es que los lleva). El mismo tipo de producción se puede observar en el dibujo. En realidad es el mismo tipo de
dibujo. Después de un tiempo puestos juntos, los títulos empiezan a desdibujarse.
Extrañamente, ese no es el caso del pequeño stock de VCD que me he agenciado. Demonios, ni siquiera es el caso de los dos mil CDs que tengo aquí en mi oficina. Por el amor de Dios, ni siquiera sería capaz de poner juntas la cantidad de novelas
publicadas en el último mes para intentar conseguir el mismo efecto... ayer por la tarde entré en mi librería habitual, Waterstone, para intentar hacer algo parecido, consiguiendo que algunos me empezaran a mirar con interés. Todavía no me he arreglado la barba y
sigue teniendo la forma que tendría la de un hombre que vive en una montaña en
inverno, por lo que el personal de la tienda se quedó bastante desconcertado y
preocupado cuando vieron cómo un Grizzly Adams vestido con una chaqueta de 500
libras comenzaba a desbaratar y reorganizar su trabajo de las últimas cinco
semanas de una forma maníaca e intencionada.
Por lo tanto, piénsalo. ¿Cómo se puede hacer para que esto cambie?
¿Cómo podemos enfrentarnos a una forma de hacer las cosas que se caracteriza por ser tan jodidamente fea? Solemos preguntarnos por qué la gente de la Cultura con mayúsculas no suele vagar hasta las tiendas
de cómics para echar un vistazo y comprar una serie según su capricho. Pero acude tú mismo a tu tienda habitual esta semana. Mi tienda, la agradable INTO
THE VOID, en Southend, dedica un buen espacio de sus estanterías a los nuevos
lanzamientos semanales. Ahí están todos, colocados seguidos en varios estantes, cada uno
de ellos mide un metro de ancho o similar, por lo que puedes ver el listado completo de nuevos
lanzamientos de un plumazo. Tal vez tu tienda haga las cosas de forma parecida.
Vete hasta allí y échale un vistazo. Y me refiero a que te quedes un buen rato observando. Imagina
a alguien que no sabe nada sobre cómics que llega a la tienda y empieza a mirar esa
enorme cantidad de nuevos lanzamientos. Después de un rato te das cuenta del motivo por el que él o ella se dan la vuelta y se marchan.
Los cómics son objetos simples, conservadores y tienen
aspecto antiguo. Y esa jodida y sagrada fealdad es capaz de barrenar los cerebros de las
personas que llevan mucho tiempo inmersas en este medio, hasta que ya no ven
nada de malo. ¿Has visto la portada del primer número de SHOCKROCKETS,
el primer proyecto de Kurt Busiek y Stuart Immonen para Gorilla que
va a imprimir Image? Kurt tiene buen ojo y sabe qué es lo mejor para
poder venderlo. Me parece que Stuart Immonen es un dibujante de cómics “mainstream”
fabuloso. Pero eso no es excusa para poner ese horrible y chirriante logotipo ni para que la portada transmita la sensación de que el cómic es uno más, completamente estandarizado. Ya no basta con hacer las cosas tan bien como el resto. No te puedes excusar diciendo que el diseño de tu
cómic no es mejor ni peor que el de cualquier otra persona, aunque es cierto que SHOCKROCKETS no destaca negativamente entre la manada. Pero en algún momento tendremos que empezar a cortar con toda esta podredumbre.
No pretendo que tu cómic no se parezca a un maldito
cómic. Sino que me parece que los cómics actuales parecen jodidamente feos. Deberíamos ser
capaces de conseguir algo mejor.
Los cómics necesitan ser objetos bonitos que te den ganas de
manipular y tocar gracias a su buena presencia. Al igual que mis hermosos V-CDs
Hong-koneses. Y tengo que admitir que hasta ahora me lo estoy pasando muy bien
viendo estas películas. Armas y besos, nunca vas a equivocarte.
INSTRUCCIONES: Leed HONG KONG BABYLON, de Fredric Dannen y
Barry Long (1998), escuchad “I FEEL SO GOOD: THE ESSENTIAL RECORDINGS OF BIG
BILL BROONZY”, de Big Bill Broonzy (Indigo, 1994) y entrad en The Hong KongMovie Database. La novela gráfica recomendada de hoy es
DARE, de Grant Morrison y Rian Hughes (Fleetway).
Ahora marcháos.
Ahora marcháos.
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