Entrega nº 37 de la columna “Come
In Alone” escrita por Warren Ellis. Aparecida el 11 de agosto de
2000 en Comic Book Resources. Traducida por Frog2000. Nota: el título es una
invención, la columna original no disponía de ningún encabezado.
X-Men: no importa
quién haya creado la serie, de todos modos volverán a aparecer el próximo mes. Literalmente. Los
individuos creativos que participan en estos títulos están al servicio de un
activo corporativo. Si Garth Ennis y Steve Dillon hubiesen fallecido hace
seis meses, nunca hubiésemos vuelto a ver otro número de Predicador. Si Kurt
Busiek falleciese mañana, no volveríamos a ver otro SHOCKROCKETS, u otro ASTRO
CITY, pero los Vengadores seguirán para siempre. La editorial encontrará nuevos cuerpos de los que alimentarse.
No me entra en la cabeza, pero como explicó Jim Shooter una vez en un Tribunal de Justicia cuando todavía estaba a la
espera de que Marvel le pagase lo que le debía, los guionistas que trabajan bajo contrato para
las series ya no son los autores. A efectos legales, es la corporación el verdadero autor
de la obra. Desde su punto de vista, los creadores son
trabajadores de una línea de montaje, son los que ensamblan el producto.
Lo que me trae a la
mente la reciente noticia de que los guionistas Fabian Nicieza y Joseph Harris
han sido despedidos de los títulos X. Lo que más me ha llamado la atención han sido las declaraciones de Fabian después del despido, que entre cosas decía:
"Nunca me han comunicado por qué he sido despedido de “Gambito”, aparte de lo que me dijo el editor, después de que también lo hubiese hecho el editor en jefe, de que querían
"que la serie enfilara nuevas direcciones”, comenta Nicieza. "Nunca, en ningún momento, el editor o el editor en jefe se dignaron a comentar ni una palabra sobre la dirección que yo había tomado, o la que les gustaría que tomase. Ni siquiera me ofrecieron la
oportunidad de ir en la dirección que ellos quisieran." Lo que deberíamos entender bien en este punto es que esta no es una forma de actuar por parte de la editorial a la que no se pueda dar explicación. Es muy sencillo: cada vez que firmas uno de
esos cupones de cheques por tu trabajo bajo contrato con unas reglas
impresas en su parte posterior, estás alentando este tipo de comportamientos.
Estás de acuerdo en unirte a la cadena de montaje. ¿Quieres saber lo que
dice en ese contrato?
“En consideración de
Marvel Entertainment Group inc. ("MARVEL") como encargado y
responsable del pedido al PROVEEDOR del material escrito, los dibujos o
servicios contemplados en este contrato (la "Obra") y el pago por la
misma, el PROVEEDOR reconoce, acepta y confirma que el trabajo ha sido creado,
preparado o ejecutado bajo encargo de MARVEL para su uso posterior como contribución a un
trabajo colectivo (conocido como "Marvel Comics"), y que como tal, a efectos de todas las leyes de derechos de autor se acepta expresamente que el
trabajo pasa a ser considerado como una obra realizada bajo contrato.”
“En adición a lo anterior,
el PROVEEDOR transmite y otorga de forma expresa a Marvel y para siempre todos
los derechos de cualquier tipo y naturaleza que el PROVEEDOR pueda tener sobre
y para el trabajo (incluyendo, pero no limitándose, el derecho de hacer modificaciones, adaptaciones y revisiones de la Obra sin ningún tipo de restricción), y el derecho a
utilizar el nombre del PROVEEDOR en relación con la misma, y estará de acuerdo
en que MARVEL sea el titular de los derechos de autor de las propiedades de
forma única y exclusiva, al ser propietaria de todos los derechos de propiedad
de los mismos. El PROVEEDOR estará de acuerdo en no oponerse a dicha propiedad
exclusiva, completa y sin restricciones por parte de MARVEL por y para el
Trabajo (incluyendo todos los derechos de autor sobre el mismo), o en reclamar
los derechos negativos del mismo.”
“Este acuerdo será
vinculante y redundará en beneficio de las dos partes y sus respectivos
herederos, sucesores, administradores y cesionarios.”
“Al firmar en este
lado, el PROVEEDOR reconoce la aceptación de los términos aquí especificados y
mediante el pago a su proveedor, MARVEL acusa recibo de la obra y la aceptación
de los términos aquí especificados.”
Fabian también comenta: "sencillamente, después de no saber nada durante una
larga temporada por parte de mi editor, con quien me encontraba muy cómodo, hace unas semanas hice una llamada para preguntarle qué es lo que estaba pasando y qué es lo que marchaba mal.” Se
puede ver más arriba que Marvel no está obligada a hacer nada más que a enviar
su cheque como acuse de recibo de la obra. Fabian también lo sabía, por
supuesto. Lleva mucho tiempo en el negocio. También sabe que el segundo párrafo
significa que todo lo que envíe podrá ser reescrito y titulado como El Chico
Que No Tenía Piernas, realizado por Amanda Conner y Jimmy Palmiotti y ser editado en una serie que transcurra en tres escenarios, comenzando por el campus de la Nueva Academia de
Xavier Para Horribles Mutantes Sexys y poner legalmente y de todos modos el
nombre de Fabian en el producto final. O mi nombre. O el tuyo. Porque no sólo les estás ofreciendo el derecho a utilizar tu nombre, sino que también renuncias
al derecho de que no puedan usarlo. A menudo, en la parte delantera de los ejemplares nos podemos encontrar con la declaración de que el autor acepta ser identificado como autor de la obra. Sin embargo, cuando
trabajamos bajo contrato, renunciamos a ese derecho moral, junto con el resto de derechos.
Comprendedlo, no solo
estoy hablando de Marvel. Puede que después de escribir este artículo no solo me despidan de Marvel. DC utiliza contratos bastante parecidos. Lo mismo ocurre con Dark Horse y un poco con Image. Y con algunas de las demás editoriales independientes. Son los
derechos a los que los creadores renuncian para tener la oportunidad de realizar la obra. Todo este párrafo podría referirse a casi cualquier empresa de cómic que pudiese ser capaz de nombrar.
Yo firmo los contratos porque sé a lo que estoy renunciando y he llevado a cabo los ajustes
necesarios, tanto mentales como emocionales. Seguramente, las reuniones de los años ochenta
hicieron que absolutamente todos supiésemos lo que estaba
ocurriendo. Allá por el año 1988, por medio de una corta serie de conferencias de altos vuelos se conjuró una propuesta de ley de Derechos del Creador tanto como respuesta a estas prácticas como a una falta general de respeto por el creador.
El grupo que se juntó para llevarla a cabo era muy interesante: Dave Sim, Gerhard, Kevin
Eastman, Peter Laird, Steve Bissette, Rick Veitch, Scott McCloud, Larry Marder,
Mark Martin, Steve Murphy, Michael Zulli, Eric Talbot, Mitchroney Ken y (con
Mirage studios) Michael Dooney, Steve Lavigne, Craig Farley, Jim Lawson y Ryan
Brown. Creo que también se celebraron algunas conversaciones con gente como Alan Moore. Bissette ha estado a punto de "retirarse" del cómic después de que
aparentemente fracasase en su intento de auto-edición, Veitch co-dirige un sitio web bastante bueno (http://www.comicon.com) y ha hecho público que ha sido admitido para realizar
un trabajo de alquiler bien pagado en la línea de Wildstorm ABC, las una vez masivas
publicaciones y operaciones por parte de Eastman se han reducido a la revista
HEAVY METAL, Michael Zulli disfruta de una reciente carrera irregular trabajando a
sueldo en algunos cómics de superhéroes, Larry Marder trabaja para Todd
McFarlane Productions en la actualidad (hey, Beau), McCloud nos enseña online cómo se tienen que hacer los cómics y hace poco ha publicado un convincente libro sobre teoría del
cómic titulado “Reinventando el Comic”, Peter Laird es donante de la beca Xeric, y Dave
Sim y Gerhard están haciendo exactamente lo mismo que estaban haciendo en 1988.
Esa Declaración de
Derechos decía lo siguiente:
1. El derecho a
ser propietarios plenos de la propiedad que hemos creado.
2. El derecho de
controlar totalmente la ejecución creativa de todo lo que sea de nuestra
propiedad.
3. El derecho de
aprobar o no el tipo de reproducción y formato de nuestras propiedades
creativas.
4. El derecho de
aprobación de los métodos con los que nuestras propiedades creativas van a ser distribuidas.
5. El derecho a
podernos mover libremente entre las diferentes editoriales, tanto en nuestro caso personal como hacerlo con nuestras propiedades.
6. El derecho a contratar un asesor legal en todas y cada una de las transacciones
comerciales.
7. El derecho de
ofrecer una propuesta a más de un editor a la vez.
8. El derecho a un
pronto pago de una cuota justa y equitativa por los beneficios derivados de
todo nuestro trabajo creativo.
9. El derecho a ser
informados de la contabilidad completa y exacta de los ingresos de todas y cada
una de nuestras propiedades creativas y de los desembolsos relativos a nuestro
trabajo.
10. El derecho a una
pronta y completa devolución de nuestros originales.
11. El derecho a detentar el control total sobre la concesión de licencias de nuestra propiedad creativa.
12. El derecho a
promover y el derecho de aprobación sobre nuestra promoción y de todas y cada
una de nuestras propiedades creativas.
Puedes encontrarlo
aquí, junto con unas fascinantes anotaciones escritas por Scott McCloud.
Actualmente, en el año 2000,
Fabian concluye sus declaraciones de la siguiente forma:
"Quiero dar las
gracias a los lectores de “Gambito” por haber seguido mis dos años en el
título y espero que continuéis comprando “Thunderbolts”, “X-Men Forever”, “Spider-Man: Lifeline” y el resto de
proyectos que espero estar haciendo en un futuro.”
Todos los cuales son
personajes propiedad de Marvel.
No estoy intentando
insultar a Fabian, a quien conozco y aprecio. No sé porque Fabian está tan jodido
haciendo este material cuando podría estar creando sus propias historias, pero
joder, las cosas suelen ser de esta forma. Después de todo, a mí también me divierte
volver brevemente a los títulos X. Lo que estoy intentando hacer es señalar que hay
personas inteligentes que siguen firmando las anteriores condiciones (y
apuntalando lo que piden esas condiciones), y que de alguna forma siguen
sorprendiéndose cuando la gente actúa alardeando de los poderes que ellos
mismos les han concedido. Y eso está ocurriendo doce años después de que se presentaran
los 12 puntos que ilustran exactamente lo que deberíamos estar buscando.
Es necesario
comprender lo que se está firmando y lo que estamos regalando, decidir si vale
la pena y aceptar que estamos renunciando a cualquier derecho a quejarnos
cuando al final, cuando firmemos, nos joda la agencia a la que le hemos entregado toda capacidad
legal. Como creador, tú eres quien será despedido con el tiempo.
No eres dueño de nada. No posees los derechos. Las propiedades corporativas van a sobrevivirte. Es necesario comprender cómo afecta tu firma a los cómics que se
pueden ver en las tiendas cada semana.
X-Men: no importa
quién los haya creado, saldrán el próximo mes de todos modos. Así que en su
lugar, los lectores deberíamos comprar algo que legalmente pertenezca a su creador. Y eso
ayudará a que los cómics se pongan a la altura del documento sobre derechos de los creadores que fue escrito el Siglo Pasado.
INSTRUCCIONES: Leed THE MAKING OF THE ATOMIC
BOMB, de Richard Rhodes (1986), escuchad “PUNISHING KISS”, de Ute Lemper (Decca,
2000), y entrad en Daily Rotten.
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