lunes, 4 de junio de 2012

ENTREVISTA CON GRANT MORRISON EN THE COMICS JOURNAL (1 de 4)

Por Nick Hasted para The Comics Journal nº 175 (abril de 1995). Traducida por Frog2000.

Cuando al comienzo de la entrevista Grant Morrison nos cuenta que la casa donde nació se ha convertido recientemente en una institución mental, nos está ofreciendo la mejor introducción posible que se le puede dar a su trabajo. Desde las bizarras travesuras de la Doom Patrol, pasando por la deforme realidad de Animal Man hasta llegar a los seudo-históricos Invisibles, nada de lo que ha guionizado Morrison hasta ahora puede calificarse como “normal”.

“Arkham Asylum”, su trabajo con mayor exposición hasta la fecha, sigue demostrando que todo lo que surge de su mente tiene garantizado un toque único. El autor se apodera de forma brutal de la simbología e imaginería de Cristo en la obra y la pone al servicio de la mitología de Batman, lo que ha provocado que sus lectores y su editor hayan tanto criticado como alabado al autor.

Nacido y criado en Glasgow, Morrison fue “descubierto” durante la prospección inglesa [realizada por las editoriales americanas] de mediados de los ochenta. A veces, su trabajo ha sido criticado como si fuese deliberadamente intelectual. También ha sido acusado de imitar famosos estilos de otros autores anteriores, aunque en realidad, lo que cualquier puede encontrar en el núcleo de la obra de Morrison es un profundo afán por utilizar la escritura, además de una correcta utilización de la misma.

En este reciente encuentro, Morrison permitió que Nick Hasted explorase sus influencias y su punto de vista sobre los superhéroes y además estuvo de acuerdo en realizar un repaso de toda su carrera.

MI VIDA EN LOS BLOQUES

Nick Hasted: ¿En qué parte de Glasgow naciste?

Grant Morrison: Sencillamente, a las afueras de Glasgow.

Hasted: ¿Qué tipo de zona era en esa época?

Morrison: Era una especie de zona rural. El lugar de mi nacimiento había sido alguna vez un popular hospital de maternidad, y últimamente se ha transformado en una institución mental.

Hasted: ¿Lo has llegado a ver ya transformado?

Morrison: No, todavía no he podido visitar el interior, pero he pasado cerca. Sencillamente es uno de esos lugares donde (con el paso del tiempo) podría acabar cualquier mujer de Glasgow, aunque no fuese por mi culpa.

Hasted: ¿Qué es lo que más te gustaba cuando eras adolescente?

Morrison: Torturar animales.

Hasted: Precisamente es en lo que estaba pensando.

Morrison: Nah... supongo que solía hacer lo mismo que los demás chicos. Eran días apacibles y mucho más sencillos. No había video-juegos ni cosas por el estilo, así que sencillamente solía estar en la calle con mis amigos. Una vez cogí la tiña por lamer la espalda de un sapo. El lugar en el que crecí se llamaba “Govan”, que es la zona de Glasgow donde se construían los barcos. La gente todavía trabajaba en esa zona en la época, así que era como una especie de zona industrial. Vivíamos en una casa con una pequeña habitación y una cocina, y cuando la rodeabas llegabas hasta el muelle. Allí era donde solíamos jugar, en los viejos refugios que había por allí. Eso es lo que andábamos haciendo por aquel entonces.

Hasted: Suena a cliché, pero Ramsey Campbell decía que cualquiera que quiera escribir buenas historias de terror tiene que haber sufrido algún tipo de experiencia terrorífica fundamental como referente, ¿crees que es cierto?

Morrison: No estoy demasiado convencido. Sobre todo con todo eso de que debe ser una situación fundamental. Más bien creo que te tienen que ocurrir una sucesión de varios hechos a los que puedes acabar recurriendo. Pero cuando eres niño nada te parece demasiado horrible. Hay un montón de cosas que he experimentado en mi adolescencia que estoy intentando extraer para utilizarlas en mis historias, pero ninguna ha sido tan significativa como él afirma. Por ejemplo, nunca he visto cómo un autobús cortaba a mi padre por la mitad.

Hasted: ¿Crees que hay ciertos elementos que sólo surgen cuando estás escribiendo, o los temes tanto que ni siquiera quieres escribir sobre ellos?

Morrison: Supongo que hay cosas que siempre te están rondando muy cerca. Lo que me gusta de la escritura es que puedes enfrentarte con todos estos elementos de una forma que otra gente no sería capaz, a menos que se buscasen un buen psiquiatra. Pero tampoco me parece tan importante.

Mis recuerdos no son horribles sino más bien extraños, y esa es una de las razones por las que escribo este tipo de material. Recuerdo padecer muchas sensaciones siniestras. Cosas sencillas, como la de cruzar de una calle a otra donde no había estado nunca antes... me daba la sensación de que estaba entrando en un universo alternativo, porque era una calle exactamente igual que la mía, excepto que discurría en paralelo. Nunca había salido fuera de mi calle, por lo que en realidad, ir caminando y encontrarme con otra que se me antojaba bastante parecida, sin ser igual del todo, me producía una auténtica sensación de que había dado el salto entre dos mundos. Eran experiencias que ahora se me antojan muy importantes, aunque no me parezcan demasiado terroríficas.
Hasted: Cuando paseabas por alguna de esas calles nuevas, ¿qué es lo que te parecía tan peculiar, por qué te parecía tan extraño?

Morrison: Porque es como si el lugar resultara reconocible. Cuando tienes esa edad y eres tan pequeño, hasta ese momento tus experiencias han sido tremendamente limitadas. Encontrarse con un sitio que parece tan familiar, pero en el que obviamente nunca has estado, resulta una experiencia tan rara como inquietante.

Hasted: Recuerdo que cuando era niño solía creer que París estaba en la cima de una colina. Me parecía como si pudiese verlo tan solo dando la vuelta a la esquina.

Morrison: En realidad tuve una experiencia parecida con la ciudad de Londres. Existía otra de la que me había hecho un esquema mental que me fascinaba. Tenía una torre con un reloj que se parecía un poco al Big Ben. Yo estaba convencido de que ese lugar era Londres, porque alguna vez lo había visto en fotografías.

Hasted: ¿Pensabas que aquella residencia mental era Londres?

Morrison: Claro.

Hasted: Y ahora, ¿piensas de otra forma?

Morrison: Bueno, no. En realidad no.

Hasted: ¿Qué es lo que solías leer durante tu infancia y adolescencia?

Morrison: Lo primero que recuerdo son los libros de Enid Blyton. También leía cómics. Empecé a leerlos muy pronto. Recuerdo que solía leer los antiguos cómics del Marvelman de Mick Anglo. Me acuerdo de uno en el que aparecía el Barón de Munchausen. Me sentía algo inseguro leyéndolos, porque durante esa época me puse muy enfermo. Me atacó una extraña fiebre con la que estuve alucinando sobre todo tipo de cosas inusuales, y ese cómic me atrapó de verdad. En realidad no empecé a leer cómics hasta que fui al colegio, donde me dieron un libro de Enid Blyton como premio por un dibujo que había hecho de Sansón. Le puse un sombrero de copa y me dieron aquel libro, lo que provocó que repentinamente tuviese la necesidad de leer y escribir más cosas. Creo que ese fue un momento fundamental en mi carrera.

Hasted: ¿Cuántos años tenías en ese momento?

Morrison: Creo que siete.

Hasted: ¿Qué tipo de cosas empezaste a leer después?

Morrison: Todos los libros que había escrito Enid Blyton. Luego me gradué con los libros de “Los Tres Investigadores”, que estaban aprobados por el propio Alfred Hitchcock. Eran de misterio y de ciencia ficción.

Hasted: ¿Qué leías en tu adolescencia?

Morrison: Ahora me avergüenza un montón. Montones de mierda de Michael Moorcock, cosas de fantasía y de espada y brujería. También me leí “El Señor de los Anillos”, que me causó una profunda impresión, porque era gigantesco. Me daba cuenta de que había muchas cosas que desconocía y que Tolkien conocía a fondo. Así que me comprometí a conocer todo lo que me fuese posible sobre mitología, para poder entender mejor las cosas. Desafortunadamente, eso me impulsó a absorber cualquier novela de fantasía mierdosa que se hubiese publicado alguna vez.
Hasted: ¿Dónde solías leer los cómics?

Morrison: Mis padres siempre tenían cómics por casa, porque eran bohemios y radicales y les gustaban cosas por el estilo, que es algo que está más allá de los límites paternos de cualquiera que yo conozca. Mi mami era una gran seguidora de la ciencia ficción, y también tenía viejos Jack Kirbys, números de los Cuatro Fantásticos. También algunos del Dr. Extraño. El hermano de mi mamá, mi tío Billy, realmente estaba muy metido en el tema. Pero yo no empecé a coleccionar cómics hasta que cumplí doce años, y fueron como sustitutos del sexo, que supongo que también lo será para la mayoría de la gente.

Hasted: ¿Leías algún tebeo británico?

Morrison: Al igual que cualquier niño que haya crecido en Inglaterra. Me leía todos los cómics ingleses, pero tan sólo formaban una parte más de mi vida. No me obsesionaban, que es lo que ocurre cuando empiezas a coleccionar cómic americano.

Hasted: ¿A qué se dedicaban tu papá y tu mamá?

Morrison: Mi mami era secretaria y mecanógrafa, y mi papi tuvo una sucesión de trabajos de todo tipo mientras se estaba peleando con el Gobierno.

Hasted: ¿Es verdad, como contabas en el último episodio de Animal Man, que tuviste un amigo imaginario cuando eras niño?

Morrison: Claro, por supuesto.

Hasted: ¿Fue importante para ti?

Morrison: Supongo que ahora me parece más importante de lo que fue en realidad. Pero tuve un amigo imaginario que se llamaba Foxy. Era en la época en la que sufría esas alucinaciones y la fiebre. Todo lo que alucinaba tenía que ver con zorros. Desde entonces, sencillamente he asumido que es como una especie de tótem personal, y para mí esas experiencias se han terminado convirtiendo en un hecho personal que intentaba decirme cosas importantes. Porque las recuerdo de forma muy vívida. Puede que una noche la televisión se encendiese sola y los zorros entrasen en mi habitación y se pusieran a ver conmigo las noticias, y yo podía verlos correteando por todos lados. Obviamente, esa imagen tiene que tener algún tipo de significado, pero todavía no he descubierto cuál puede ser. Supongo que se parece un poco a lo que les ocurre a los indios cuando atraviesan sus pechos con ganchos.

Hasted: Ya de adulto, ¿te divertiste mucho incorporando a Foxy en la serie?

Morrison: Oh, por supuesto. Simplemente el hecho de poder tratar con ese tipo de material es una recompensa inmensa. En realidad, al final de Animal Man hice lo que realmente quería hacer. Cuando era niño creía que el zorro vivía en aquellas colinas, y que podría ponerme enfrente de ellas para hacerle señales. Luego es cierto que he vuelto de adulto y he lanzado las señales, y tal y como ocurre en la serie, todavía nadie me ha respondido.

Hasted: ¿Crees que sacar esa situación en el cómic era una especie de intento de resucitar a Foxy?
Morrison: No lo sé. Creo que la intención era un poco más intelectual. Aunque también me parecía que había conectado con algo importante, aunque obviamente fuese muy diferente de lo que sentía cuando era niño, cuando ese tipo de cosas te pueden parecer inmensas.

Hasted: La única serie que has ambientado en Glasgow es “Bible John”, donde analizabas un asesinato. ¿Qué opinas ahora de ese guión?

Morrison: El tebeo está ambientado en Glasgow porque odiaba la escena de novelistas que pululaban por allí en ese momento. Odio el hecho de que todo el mundo que vive en Glasgow quiera escribir sobre “la vida en los bloques”, o “los días en la cantina del astillero”. Todo es como muy artificial y paródico. Hay todo un escalón de pura nostalgia mierdosa arraigado en la escena novelística de Glasgow. Por el contrario, yo siempre he intentado llegar hasta un público más internacional, porque mis intereses son más amplios. Aún así, quería escribir al menos una vez sobre algo que hubiese ocurrido en Glasgow.

Hasted: La forma en la que aparece representada la ciudad en “Bible John”, o por lo menos la forma en la que la dibuja Daniel Vallely, es muy grisácea, toda la gente y los lugares que se ven parecen bastante apagados. Se pueden ver desperdicios por todos lados. ¿Realmente ves la ciudad de esa forma?

Morrison: Bueno, en su mayor parte se parece a lo que se ve representado. Obviamente, llevo aquí toda la vida, así que soy capaz de ver los matices que otra gente no sería capaz de ver. Pero supongo que la impresión que produce la ciudad es como si fuese un gigantesco cadáver moribundo, y creo que esa es la sensación que intentábamos ofrecer en las páginas del cómic. Cuando empezamos a investigar para el título y visitamos los lugares donde se produjeron los asesinatos, nos sorprendió mucho la terrible sensación de que todo estaba como demasiado apagado, como si todo el mundo se hubiese quedado en su casa sin querer salir.

Hasted: Cuando estabas con ese proyecto, ¿creías que cualquiera sería capaz de entender esa sensación cadáverica?

Morrison: Claro que lo pensaba. Siempre hay como una especie de glamour pegajoso en los lugares echados a perder y en proceso de descomposición. Me interesan las fábricas cerradas y las máquinas que están pudriéndose dentro, pero por otro lado, tampoco estoy muy seguro de por qué. Son imágenes que de alguna forma me resultan potencialmente interesantes.

Hasted: ¿Crees que eso es lo que diferencia a Glasgow de otros lugares de Inglaterra? ¿Esa falta de vida?

Morrison: Bueno, no es algo tan localista. También se puede encontrar en otros sitios. Hay partes de Manchester en las que me siento como en casa. Acabo de llegar de Katmandú y te aseguro que en ese sitio parece como si hubiese caído la bomba atómica y todo el mundo estuviese intentando seguir adelante. También tuve esa auténtica sensación de “bueno, el sitio es muy reconocible. Puedo reconocer todos esos sucios charcos de agua estancada donde los niños están jugando con las ratas.”

Hasted: ¿Te gustó al menos?

Morrison: Claro, claro, e incluso me gustó el persistente olor a curry y a meados que asfixia toda la ciudad. De alguna forma, me resultaba familiar.
Hasted: ¿Tuviste noticia de los asesinatos de “Bible John” en el momento en el que sucedieron?

Morrison: Claro. Ese es uno de los motivos por el que quería hacer el cómic. Supongo que la mayor parte del material proviene de mi propia infancia. En aquella época estaba leyendo demasiados libros de misterio de Los Siete Secretos y de Los Cinco, y mis amigos y yo decidimos averiguar el paradero del asesino. Solíamos seguir a tipos de aspecto sospechoso, la mayoría mormones, que eran inocentes de todo excepto del hecho de ser mormones. Y como iban vestidos de traje y el asesino llamado “Bible John” era conocido por vestir de traje, de forma muy pulcra, seguíamos a estos tipos y apuntábamos la matrícula de sus coches. Pero obviamente, terminamos por no sacar nada en claro. Así que el cómic fue como una forma de hablar de todo eso y de intentar resolver los crímenes.

Hasted: ¿Cuántos años tenías en esa época?

Morrison: Cuando empezamos a seguir a aquella gente tendría unos ocho años.

Hasted: Al caminar por los lugares donde se habían producido los asesinatos, ¿se respiraba esa resonancia con la que intentas impregnar los guiones?

Morrison: Claro, por supuesto. Estaba intentando ser tan honesto como me resultase posible, y quería describir bien todos los hechos que habían ocurrido en ese momento. Como nadie nos creía, también hicimos una especie de sesión de espiritismo. Para hacer uno de los capítulos nos dijimos: “De acuerdo, hagamos algo que no se haya nunca, hagamos una sesión de espiritismo y veamos la información que podemos recoger.” Y la hicimos, e intenté comunicar exactamente lo que ocurrió a lo largo de la sesión, aunque finalmente nadie me creyese. A la gente le resulta muy difícil tratar con ese tipo de cosas.

PUNK

Hasted: En 1976 tenías 16 años.

Morrison: Claro.

Hasted: ¿Tuvo el punk algún impacto en tu vida?

Morrison: Totalmente. Por completo. Fui transformado por completo. Supongo que también le ocurrió a un montón de gente.

Hasted: ¿Te considerabas un punk?

Morrison: Claro, claro. Y probablemente aún me lo considero, aunque después de todo me parece trágico.

Hasted: ¿Querías ser una estrella del rock n´roll?

Morrison: Oh, por supuesto. Poco después formé un grupo y estuve tocando durante unos cuántos años.

Hasted: Y de alguna forma, ¿te gustaría ser ahora una estrella del rock?

Morrison: Claro. En aquella época creíamos que cualquiera que pasase de los 23 años estaba muerto, y mi actitud sigue siendo la misma. No creo que haya forma de que me guste Phil Collins. Prefiero guionizar cómics. Pero si has hecho algo parecido, si has tocado la guitarra y cantado alguna vez, seguro que has disfrutado de una experiencia que nunca podrías obtener en otro sitio, porque es muy directa. Si te plantas frente al público y cantas las canciones que tú mismo has escrito, obtendrás una respuesta inmediata: o bien saltan arriba y abajo o bien te arrojan botellas de cerveza. Realmente me gustaba mucho actuar y lo echo mucho de menos.

Hasted: ¿Saliste de gira alguna vez?

Morrison: Nah, solíamos tocar por los alrededores de Glasgow.
Hasted: ¿Os sentíais parte de algo importante por estar actuando, crees que era más excitante que hacer cómics?

Morrison: Claro. Claro, definitivamente diría que sí. Creo que tocar en un grupo es una experiencia realmente tribal, en realidad lo que obtienes de ella es adrenalina. No hay muchas cosas que se le parezcan. Además, al acabar de escribir el guión de un comic book, no aparecen chicas que te saltan encima.

CAPTAIN CLYDE

Hasted: ¿Qué es lo que te hizo empezar a guionizar cómics? En realidad me parece que a finales de los setenta no era una profesión demasiado ligada al rock n´roll.

Morrison: Bueno, si lo pienso bien, me parece que siempre he querido escribir. Cuando era adolescente escribí un par de novelas, porque me interesaba mucho la escritura. Estuve hablando con una agente de Londres, pero cuando se las leyó se dio por vencida porque eran las típicas novelas de estudiante, así que no creo que hubiese habido forma de sacarlas adelante. A continuación se empezó a editar la revista Warrior. En ese momento hacía años que no leía cómics. Las cosas que estaba haciendo Alan Moore parecían lo suficientemente interesantes como para pensar que hacer cómics quizá tuviese algún tipo de valor, y ese era el tipo de obras que me interesaba hacer, porque eran cosas mucho más apropiadas para el medio de los cómics que para el de la literatura. Es lo que me hizo empezar a crear cómics.

Hasted: Tu primer trabajo fue publicado en Near Myths. ¿Qué era Near Myths, cuál era tu papel en ella?

Morrison: Fue en una época en la que a algunos cómics se les etiquetaba como “ground-level”. Era un concepto de los cómics que tomaba prestados los mejores elementos de los “underground” y los casabas con lo que hace que la lectura sea más accesible a un lector de cómic “mainstream”. En realidad era un recipiente listo para el desastre. Pero que alguien me ofreciese diez libras por página me parecía fantástico, porque en aquella época estaba cobrando el subsidio de desempleo. Lo que hice para ellos fue una serie llamada Gideon Stargrave, que era una copia del Jerry Cornelius de Michael Moorcock, pero escrita desde mi punto de vista.
Hasted: Luego empezaste a trabajar para DC Thompson, editorial que por lo general mucha gente recuerda como un lugar de verdadera esclavitud.

Morrison: Bueno, supongo que lo era. En realidad yo no estaba trabajando en las oficinas, pero por lo que he escuchado decir a la gente que lo hacía, al principio, cuando el lugar empezó en 1930 era fantástico. Pero las jerarquías que controlaban DC Thompson no aceptaban que la empresa llevase la escalofriante cifra de cincuenta años en el negocio, algo que me resulta fascinante. Me gustaba el mundo que llegaron a crear con sus publicaciones: una Escocia totalmente chiflada con pequeños niños sonrientes que jugaban al fútbol y que le birlaban el casco a la policía.

Hasted: ¿Te resultó fácil escribir para ellos teniendo en cuenta el extraño ambiente que se vivía en la editorial?

Morrison: Mis guiones eran historias espaciales escritas para su nuevo título, Starblazer, que lanzaron porque Star Wars había alcanzado una gran popularidad dos años antes. De nuevo, me lo pasé muy bien porque me pagaban por hacer todas esas cosas y me resultaba raro pensar que me estaban pagando por escribir guiones de cómics. Incluso me permitieron dibujar una de las series, uno de los mayores errores que llegaron a cometer, y además me pagaron 600 libras por hacerlo, lo que me sigue pareciendo increíble.

Hasted: ¿Quién era el Capitán Clyde?

Morrison: Bueno, apareció en la misma época. Mi papá se llevaba bastante bien con la gente de Govan Press, que llevaba una cadena de tres periódicos en Glasgow, porque siempre les estuvo pasando las historias sobre sus actividades políticas. Así que les dijo, “¿Por qué no dejáis que mi hijo escriba alguna cosa para el periódico?” Y al editor, que era un tío que se llamaba Colin Tuff, se le ocurrió la idea de una serie de superhéroes titulada “Capitán Clyde”. Así que me ofreció el nombre y tuve que empezar a inventar la serie a partir de ese concepto.

Hasted: ¿A qué se parecía?

Morrison: Sencillamente parecía un superhéroe. Lo que yo añadí de mi propia cosecha y que resultaba único en esa época era que estaba en el paro. Se pasaba bastante tiempo cobrando el dinero del paro, pero también se peleaba contra supervillanos. Era un paso más hacia los superhéroes realistas que llegarían más tarde, aunque obviamente, no fui tan lejos como Alan Moore en Marvelman.
Hasted: Más o menos, ¿te salía algún trabajo en aquella época?

Morrison: Claro.

Hasted: ¿Confiabas en tus guiones? ¿Sentías como si estuvieses a la cabeza de algún tipo de movimiento?

Morrison: Bueno, en aquella época yo estaba más interesado en mi grupo. Tenía un amigo que se llamaba Tony O´Donnell, que actualmente se  encuentra haciendo una serie sobre fútbol, que solía enviarme cosas de la SSI y me decía: “¿Por qué no pillas ese curro?”, aconsejándome que no lo dejara y que siguiera adelante. Por lo que continué mandando propuestas y haciendo trabajos por los que nunca me pagaron para revistas que nunca llegaron a aparecer.

Hasted: ¿Y por qué dejaste de dibujar, no te considerabas un buen dibujante?

Morrison: Aaah, ¡esa es una buena pregunta! En realidad creo que era bastante bueno, porque había estado dibujando “Captain Clyde” durante tres años. Ahora mismo podría estar dibujando cómics en Image, incluso sin tener que volver a aprender nada más. Lo único que no sé hacer es entintar.

Hasted: ¿Y por qué no has vuelto a dibujar?

Morrison: Dejé de hacerlo porque me consumía mucho tiempo y yo estaba más interesado en escribir guiones, y además no quería dibujar ninguno de los mierdosos argumentos que me enviaba la gente. También me dije que para hacer entender mis propias ideas era mejor que me limitase a guionizarlas. Además, me resultaba más fácil conseguir trabajo de esa forma. Si les decías a los editores que eras guionista-dibujante, sencillamente pensaban: “Aprendiz de todo [Jack of all trades], maestro de nada.”

Hasted: Tus siguientes trabajos fueron para Warrior y Marvel UK, creo que a mitad de los ochenta, que fue una época en la que se produjo un “boom” del cómic británico. Los medios estaban muy interesados en la historieta, había muchos talentos mainstream por todos lados. ¿Sentías como si estuvieses trabajando en un medio de enorme y verdadero potencial que estaba a punto de explotar?
Morrison: En ese momento no. Porque acababa de entrar en Warrior, donde Alan Moore había saltado del barco y todo el mundo se estaba peleando con Dez Skinn. Sencillamente parecía como si el buque se estuviese hundiendo. Llegué en el último número y me pareció como si todo lo que yo tocaba se desintegrase. En realidad, ese sentimiento de que estaba ocurriendo algo importante no lo sentí hasta algunos años después con obras como “Dark Knight” y el "Watchmen" de Alan Moore, o igual solo fue un mes más tarde. Pero en esa época parecía como si la industria del cómic inglés fuese una canoa que se estaba hundiendo lentamente.

Hasted: ¿Y no te aterraba?

Morrison: Bueno, como yo no tenía nada de nada, tampoco me preocupaba mucho.

Hasted: En la época en la que realmente se pudo ver ese “boom” (1986) estuviste haciendo los guiones de tu primer gran éxito, Zenith, para el 2000 AD. ¿Cómo es que 2000 AD terminó contactando contigo para que les escribieses un título de superhéroes?

Morrison: Porque les estuve fastidiando sin parar ni a respirar. En aquel entonces seguíamos una regla que ya no existe: primero, cada guionista tenía que escribir un cierto número de historias de Future Shocks y a continuación le ofrecían una nueva serie. Esa serie siempre tenía que estar creada por el editor. En este caso ellos querían un título de superhéroes, y sencillamente lo que ocurrió fue que yo fui el único que completó su etapa de aprendizaje.

Hasted: Me parece raro que hasta ese momento no hubiese surgido ninguna otra serie de superhéroes ingleses de éxito. Es uno de los rasgos de la cultura americana que no se han logrado trasladar a Inglaterra.

Morrison: Creo que sencillamente se asumía que era una de esas cosas que los americanos siempre hacen mejor. Construían coches más grandes y mejores que nosotros y también mejores superhéroes. Pero a la gente tampoco le importaban demasiado.

Hasted: ¿Por qué tu superhéroe era una estrella del pop de los ochenta?

Morrison: Porque quería hacer que fuese tan parecido a mí como resultara posible. El personaje estaba interesado en las cosas que me interesaban a mí. Además, estuve un tiempo dándole vueltas a qué es lo que ocurriría si yo fuese un superhéroe. En ese entonces, decir algo parecido a “¿qué ocurriría si realmente yo fuese uno de ellos?” parecía bastante radical. Me senté y empecé a trabajar en el concepto y entonces pensé, bueno, no creo que quisiera salvar el mundo. En su lugar empezaría a grabar un montón de discos, ligaría con un montón de chicas y bebería un montón. Excepto que podría irme volando a casa en lugar de tener que coger un taxi. Y eso es lo que realmente me interesaba del personaje, así que para el resto del guión tan sólo tuve que unir los puntos de cualquier cómic de superhéroes y hacer que se pelease con otra gente.

Hasted: En los bocetos que hiciste para Zenith, el personaje se parecía mucho a ti.
Morrison: Claro. Esa era la versión original. Básicamente lo dibujé basándome en una de mis fotografías.

Hasted: ¿Pensabas que la serie tendría tanto impacto como un título de superhéroes americano, o incluso el mismo que alcanzaría una verdadera estrella del pop?

Morrison: Eeh... no sé. Obviamente, cuando la estaba escribiendo creía que era muy buena y que funcionaba bastante bien para la época, por lo que yo tenía toda la razón para hacerla. Me trabajé más los elementos que creía que podrían interesar a la gente, y eso la hizo sobresalir un montón. Pero no tenía ningún plan maestro en mente, sencillamente me parecía que la gente respondería bien porque la serie estaba bien hecha, así de sencillo. No era Superman, no es un personaje tan doméstico. Tampoco parecía gran cosa...

Hasted: ¿Qué tienen de bueno los superhéroes?

Morrison: Todo [risas.] Supongo que yo provengo de un período específico en el que lo que pensaba que se podía encontrar de positivo en los super-héroes no era capaz de encontrarlo a mi alrededor. Y lo que me gustaba era el hecho de que se vestían con trajes ridículos, hacían cosas absurdas y eran capaces de convertirse en hormigas. Ese tipo de cosas nunca ocurrían en mi entorno, así que cuanto me rodeaba no me interesaba demasiado. Quizá sea el motivo por el que actualmente suelo reaccionar tan positivamente cuando encuentro las cosas que me interesaban cuando era un crío.

Hasted: En Animal Man aparecía una frase que decía: “todas las cosas que nos importaban muchísimo cuando éramos jóvenes”.

Morrison: Claro... sencillamente me encanta el absurdo que se podía encontrar en todas esas cosas. No creo que sea necesario racionalizarlas.
Hasted: ¿También crees que hay un componente nostálgico detrás?

Morrison: Bueno, cuando empecé a hacer cosas como Animal Man era muy consciente del componente nostálgico de la serie, porque en realidad estaba intentando desarrollar personajes que había leído cuando era joven. Pero de todas formas, creo que no sentía nostalgia alguna. Estaba más interesado en la pura maravilla absurda y chillona que se podía encontrar en los personajes, y sentía desprecio por el tipo de enfoque reduccionista que se empezó a tomar sobre el pasado de los personajes. Incluso en las cosas que parecían muy buenas en aquella época, como Watchmen. Un montón de esas obras parecían reduccionistas y miserables, e intentaban reducir todos estos conceptos hasta convertirlos en rutinarios dramas humanos. Y no debería ser así, ya sabes, son cosas que están hechas para chavales, los cómics son algo extravagante, brillante, y creo que deberían seguir haciéndose de esa forma, con imaginación y fantasía, y que deberían potenciar los cerebros de los niños y los adolescentes.

Hasted: Después de que Alan Moore hiciese Watchmen, parecía que todo el mundo había empezado a avergonzarse de lo que le gustaba cuando era pequeño. Obviamente, es algo que a ti nunca te llegó a ocurrir.

Morrison: No, me sigue encantando todo ese material, y entiendo por qué también a él le gustaba entonces. Pero no creo que eso me haga ser mejor persona, sino que es uno de mis más peculiares rasgos. A pesar de que Alan Moore se pudiese avergonzar, siguió haciendo Miracleman, que me encanta y que creo que es incluso mejor que Watchmen, porque es más orgánica, deslabazada y ridícula, mientras que me parece que con Watchmen estaba intentando echar un vistazo mucho más retentivo y estirado de las cosas. 

Hasted: ¿Crees que es posible que toda esa supuesta madurez con la que finalmente se estaban haciendo los cómics haya terminado convirtiéndose en una cosa tan vergonzosa por el potencial que siguen teniendo los superhéroes? ¿Crees que en realidad nos los estábamos tomando demasiado en serio?

Morrison: Bueno, es posible. En la época todo el mundo se quedaba avergonzado, y entonces se pararon un momento y se dijeron: “empecemos a contar historias sobre gente normal.” Yo no conecto demasiado con esa actitud, porque no la entiendo. Sería muy feliz escribiendo sobre mi vecino de enfrente, pero también lo sería escribiendo una historia protagonizada por Superman, si es que tuviese que hacerla, y como guionista cada una de ellas me exigiría cosas diferentes, cada una de ellas afectaría de forma diferente al lector. No creo que existiese mucha diferencia entre las dos.

(Continuará)

3 comentarios:

Javier Arriola dijo...

Gracias por la entrevista

Macdonald dijo...

Un super-héroe que cobra el paro y a la vez lucha contra supervillanos. Vaya ideaca más buena. Y qué actual. Quizás escriba un relato con ella...
Por cierto, gracias mil por tus traducciones. Estás convirtiendo este blog en una lectura imprescindible para cualquiera que sea amante del comic americano.

frog2000 dijo...

¡Gracias por todo!

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