PARK CHUNG HEE
Presidente de Corea del Sur.
Para los surcoreanos, la libertad de expresión pública no era un asunto sencillo. Palizas, torturas y ejecuciones de los opositores políticos del régimen han sido la forma de vida habitual desde la Guerra de Corea. El mandato del antiguo presidente Park Chung Hee, quien llegó al poder mediante un golpe de Estado militar en 1961, es un ejemplo de la clase de líder que los surcoreanos se han visto obligados a soportar.
El virulento anticomunismo de Park le hizo ganarse el apoyo de Estados Unidos, aunque el décimo artículo de su Ley Anticomunista previese "premios en metálico que se adjudicarán a la persona que haya matado inevitablemente a un infractor [de la Ley] o haya obligado a un delincuente a cometer suicidio." La tortura con agua, que no deja marcas físicas en la víctima, era la técnica favorita de las fuerzas de seguridad de Park. Para realizarla, se forzaba la entrada de agua fría en las fosas nasales a través de un tubo mientras se colocaba una tela en la boca de la víctima con el fin de evitar la respiración. Muchos de los "interrogatorios" anti-comunistas los llevaba a cabo la KCIA [Agencia Central de Inteligencia de Corea], una creación de EE.UU. modelada a partir de su CIA estadounidense. Una de las víctimas le contó a Amnistía Internacional lo siguiente: "Me llevaron a la sede de la KCIA con las manos esposadas y allí me ataron a una silla. No se nos permitía dormir. Por la noche me arrastraban hasta el sótano donde me golpeaban con un palo largo y pesado, a continuación saltaban sobre mí para intentar hacerme confesar que era un espía." A pesar de este comportamiento brutal, los Estados Unidos han mantenido una relación estratégica de primer nivel con Corea del Sur, proporcionando a los sucesivos regímenes represivos una amplia cobertura. Park Chung Hee fue asesinado por la KCIA en 1979, pero Corea del Sur sigue siendo una nación afligida por la falta de Derechos Humanos.
Presidente de Corea del Sur.
Para los surcoreanos, la libertad de expresión pública no era un asunto sencillo. Palizas, torturas y ejecuciones de los opositores políticos del régimen han sido la forma de vida habitual desde la Guerra de Corea. El mandato del antiguo presidente Park Chung Hee, quien llegó al poder mediante un golpe de Estado militar en 1961, es un ejemplo de la clase de líder que los surcoreanos se han visto obligados a soportar.
El virulento anticomunismo de Park le hizo ganarse el apoyo de Estados Unidos, aunque el décimo artículo de su Ley Anticomunista previese "premios en metálico que se adjudicarán a la persona que haya matado inevitablemente a un infractor [de la Ley] o haya obligado a un delincuente a cometer suicidio." La tortura con agua, que no deja marcas físicas en la víctima, era la técnica favorita de las fuerzas de seguridad de Park. Para realizarla, se forzaba la entrada de agua fría en las fosas nasales a través de un tubo mientras se colocaba una tela en la boca de la víctima con el fin de evitar la respiración. Muchos de los "interrogatorios" anti-comunistas los llevaba a cabo la KCIA [Agencia Central de Inteligencia de Corea], una creación de EE.UU. modelada a partir de su CIA estadounidense. Una de las víctimas le contó a Amnistía Internacional lo siguiente: "Me llevaron a la sede de la KCIA con las manos esposadas y allí me ataron a una silla. No se nos permitía dormir. Por la noche me arrastraban hasta el sótano donde me golpeaban con un palo largo y pesado, a continuación saltaban sobre mí para intentar hacerme confesar que era un espía." A pesar de este comportamiento brutal, los Estados Unidos han mantenido una relación estratégica de primer nivel con Corea del Sur, proporcionando a los sucesivos regímenes represivos una amplia cobertura. Park Chung Hee fue asesinado por la KCIA en 1979, pero Corea del Sur sigue siendo una nación afligida por la falta de Derechos Humanos.
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