P. W. BOTHA
Presidente de Sudáfrica.
El primer mandato del presidente P. W. Botha fue descrito acertadamente como un "golpe de estado constitucional" por la prensa sudafricana. El ex secretario de Defensa alteró la estructura del gobierno, otorgando al ejército y a la policía un poder sin precedentes. Para justificarlo, señaló el descontento cada vez más notorio entre los negros marginados de Sudáfrica, el gran número de estados negros africanos, y el llamado "crecimiento marxista" que amenazaba a la región. Sudáfrica, dijo, estaba comprometida en una "guerra total" y debía desarrollar una "estrategia global" para combatir esa batalla.
El régimen del Apartheid de Sudáfrica estaba admitido por "lo bajini" por el gobierno de EE.UU., porque a pesar del boicot promulgado por las Naciones Unidas y los esfuerzos del Congreso para reducir la inversión de Estados Unidos en la zona, Ronald Reagan aumentó significativamente los gastos militares en el país. Sin embargo, pocos estadounidenses se dieron cuenta de que "la estrategia global" de Botha contra los negros había convertido a su país en un agresor despiadado.
Cuando Portugal se retiró de sus colonias en Mozambique y Angola (véase la entrega 34), Botha dijo que quería fortalecer el capitalismo en el continente y financió la Resistencia Nacional Mozambiqueña (MNR) contra el gobierno popular del país. El MNR, que recibía entrenamiento directo de Sudáfrica, se dedicó a cortar orejas, narices y extremidades de la población civil. Después de matar a sus padres y violar a las mujeres jóvenes frente a niños de diez años, reclutaban a estos muchachos para la lucha. "Los niños hacen lo que nosotros queremos que hagan", afirmaban. "Son adultos con defectos."
En 1989 P.W. Botha sufrió un derrame cerebral y más tarde renunció al cargo. A principios de 1990 su sucesor, F. W. De Klerk, legalizó los partidos políticos de la oposición y liberó a varios importantes presos políticos negros, aunque sin dejar de mantener el Apartheid como la ley que regía la tierra.
Presidente de Sudáfrica.
El primer mandato del presidente P. W. Botha fue descrito acertadamente como un "golpe de estado constitucional" por la prensa sudafricana. El ex secretario de Defensa alteró la estructura del gobierno, otorgando al ejército y a la policía un poder sin precedentes. Para justificarlo, señaló el descontento cada vez más notorio entre los negros marginados de Sudáfrica, el gran número de estados negros africanos, y el llamado "crecimiento marxista" que amenazaba a la región. Sudáfrica, dijo, estaba comprometida en una "guerra total" y debía desarrollar una "estrategia global" para combatir esa batalla.
El régimen del Apartheid de Sudáfrica estaba admitido por "lo bajini" por el gobierno de EE.UU., porque a pesar del boicot promulgado por las Naciones Unidas y los esfuerzos del Congreso para reducir la inversión de Estados Unidos en la zona, Ronald Reagan aumentó significativamente los gastos militares en el país. Sin embargo, pocos estadounidenses se dieron cuenta de que "la estrategia global" de Botha contra los negros había convertido a su país en un agresor despiadado.
Cuando Portugal se retiró de sus colonias en Mozambique y Angola (véase la entrega 34), Botha dijo que quería fortalecer el capitalismo en el continente y financió la Resistencia Nacional Mozambiqueña (MNR) contra el gobierno popular del país. El MNR, que recibía entrenamiento directo de Sudáfrica, se dedicó a cortar orejas, narices y extremidades de la población civil. Después de matar a sus padres y violar a las mujeres jóvenes frente a niños de diez años, reclutaban a estos muchachos para la lucha. "Los niños hacen lo que nosotros queremos que hagan", afirmaban. "Son adultos con defectos."
En 1989 P.W. Botha sufrió un derrame cerebral y más tarde renunció al cargo. A principios de 1990 su sucesor, F. W. De Klerk, legalizó los partidos políticos de la oposición y liberó a varios importantes presos políticos negros, aunque sin dejar de mantener el Apartheid como la ley que regía la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario