Esta película de Stanley Kubrick podría ser la obra de un estricto y exigente profesor alemán que se ha propuesto hacer una comedia porno-violenta de ciencia ficción. La cinta es una adaptación de la novela de Anthony Burgess de 1962 que se ambienta en un futuro vagamente socialista de finales de los 70 o principios de los 80: una Inglaterra monótona y rutinaria en donde bandas itinerantes de matones adolescentes aterrorizan a todo el mundo en la noche. En esta sociedad deshumanizada, no parece haber otra forma de que los chicos liberen sus energías que mediante el vandalismo y el crimen. El protagonista, Alex (Malcolm McDowell), es el líder de una de esas bandas, un sádico estudiante sin conciencia que disfruta robando, pisoteando, violando y destruyendo, hasta que finalmente mata a una mujer y le enchironan. Allí le someten a un condicionamiento cerebral hasta terminar por convertirlo en un robot moral al que los pensamientos sobre sexo y violencia le provocan náuseas. Burgess escribió una fábula irónica sobre un futuro en el que los hombres pierden su capacidad de elegir moralmente. Sin embargo, el director nos ofrece un Alex más vivo que cualquier otro personaje de la película, más joven y más atractivo, y McDowell lo interpreta de forma exuberante, con fuerza y astucia. Por eso, al final, cuando Alex recupera su naturaleza atrevida, agresiva y punk, al espectador no le parece una broma (como sí ocurre en el libro), sino más bien una historia de la que somos partícipes, y Kubrick adopta un tono exultante. Por el camino, Alex se ha erigido en héroe porque Kubrick trata a sus víctimas como algo menos humano que él; la película juega con la violencia de una forma intelectualmente seductora: las víctimas de Alex son perversas, incapaces de sufrir. Kubrick nos aleja completamente de dichos mártires para así poder disfrutar de las violaciones y las palizas. Sólo es Alex quien sufre. ¡Y cómo! Es un "Little Nell" masculino que grita durante el lavado de cerebro embutido en una camisa de fuerza. Parece dulce e indefenso cuando lo rechazan sus padres: está solo, llora en un puente, lo golpean, sangra, se queda perdido en mitad de una tormenta, golpea su cabeza contra el suelo y berrea ansiando la muerte. Kubrick habla sin mesura de sus sentimientos. Lo que le hacen a Alex es mucho peor que lo que ha hecho él, por lo que se puede argumentar que la propia sociedad justifica la violenta actitud del personaje.
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