martes, 31 de mayo de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /11

Columna para Speakeasy nº 111 (1990), traducción: Frog2000. 

MAGICKAS DECLARACIONES DE GRANT MORRISON 

Sometiéndome a una intensa presión, he decidido que esta y las siguientes columnas de EMBUSTES deberían ir acompañadas de una fotografía de mi persona haciendo algo comprometido. Esta en particular la tomó un paparazzi con instinto de sabueso que me pilló desprevenido "practicando" en el santuario de mi hogar. Con suerte, la inclusión de este retrato pondrá fin a las solicitudes irreproducibles que me llegan en cascada a través de myletterbox.

Escribo todas estas ironías que no le importan a nadie a toda prisa antes de mi inminente eliminación o 'adaptación' a mi siguiente piso. El viejo y querido lugar nos ha servido admirablemente a Judy, a los gatos y a mí estos últimos cuatro años, pero ahora está en un estado terminal y necesita que lo reparen.

Lo que me lleva al primer tema del que quería hablar:

VAYA HISTORIA

Tras el éxito obtenido con The New Adventures of Hitler, he decidido proponer a la revista Crisis otra idea fabulosa.

No sé lo que tendrá el mes de julio, pero siempre consigue que me preocupe por el medio ambiente y los prejuicios, y también por el hecho de que parece que nunca he vuelto a comprar sellos de Correos, ¡y más desde que han empezado a venderlos! El otro día, mientras estaba afuera quemándome bajo un sol abrasador, se me ocurrió que alguien debería agitar una vara en nombre de una minoría amargamente oprimida y ridiculizada, un grupo de personas cuyas vidas han sido destruidas por los prejuicios y la intolerancia. Por supuesto, hablo de todas esas estrellas radiantes de los escenarios, de la pantalla, y no nos olvidemos, de la radio, que participaban en los minstrels en negro y blanco. Hubo un tiempo en los que dichos minstrels aparecían en la tele todas las noches de la semana, pero ¿dónde están ahora? Discriminados por ambos bandos. Son las víctimas de una cruel campaña de discriminación. No más Camptown Races, no más disfraces de Quality Street ni cálidos pasos de baile. Si nos ponemos a calcular la escala de esta ligera y cruel tragedia del entretenimiento puede que sus repercusiones nos parezcan increíbles. Por supuesto, nunca confiaría en alguien como yo mismo para escribir una acusación tan importante sobre el privilegiado capitalismo occidental de posguerra. Afrontémoslo, ¿qué sabremos del sufrimiento que han tenido que soportar estos pobres? ¿Qué derecho tengo a hablar en su nombre? Sería una situación similar a la de esas personas que conducen coches y pontifican sobre el medio ambiente. No sería diferente de todos los ricos revolucionarios de salón, de clase media y media-alta que toman la iniciativa y hablan en nombre de los pobres, aunque parezcan extrañamente reacios a distribuir algo de su propia riqueza. En una palabra, sería un irremediable hipócrita sin esperanza. Algún otro, alguien más comprometido, tendrá que ponerse a realizar una exhaustiva investigación para contar una historia que tiene que ser contada. Especialmente ahora que la Tercera Guerra Mundial está a punto de terminar.

¿Alguna sugerencia?

¡CARAMBA, VAYA COINCIDENCIA!

¿Por qué? Justo el otro día estaba dando vueltas por las afueras de Saxone esperando oler algún nuevo rumor, cuando apareció un colega con una copia de aquel viejo libro titulado Super-Folks de Robert Mayer encima.

Había oído hablar de él pero no lo había visto. Así que me fui para casa y enterré mi nariz dentro de las páginas de este tesoro de saldo.

¿Y cómo fue la lectura? Da comienzo con aquella brillante cita de Friedrich Nietzsche: "Yo os enseñaré al superhombre: es este relámpago, es esta locura". 

¡Y entonces arranca de verdad! 

Todo trata sobre un hombre de mediana edad que siempre ha querido ser como Superman.

También sobre una extraña conspiración que involucra a varias corporaciones de extraños nombres. Y una burbujeante trama para asesinar a este tío al estilo Superman que desata horrores desconocidos en el mundo. Tenemos a otro personaje de mediana edad en una casa de reposo que ha jurado no volver a decir la palabra mágica que lo transforma en Capitán Mantra. Hay un Capitán Mantra Junior corrupto y demoníaco, y muchas otras cosas acerca de lo que ocurriría si los superhéroes fuesen verdaderamente reales. Al final, el villano resulta ser un diablillo de la quinta dimensión llamado Pxyzsyzgy, que ha decidido convertirse en absolutamente malvado en vez de ser simplemente travieso. Permíteme decirlo, pero es un libro visionario y también sería un gran cómic.

O incluso tres grandes cómics. Si hubiese leído este libro en 1978, habría hecho algo con mi vida que hubiese tenido sentido, y habría obviado todas esas cosas de Batman pomposas y pretenciosas que me han convertido en el hazmerreír de todo el mundo. Oh, bueno, no importa, hay más libros en las estanterías para repasar.

ESE MORDISCO DEL FINAL

De repente, sufro un terrible dolor de cabeza. Es uno de esos desagradables dolores de cabeza por despecho, y no tengo a nadie más que a mí mismo a quien culpar. Este mes me he excedido con la forma de ingenio más baja de todas y ha llegado la hora de pasar página.

¿O no?

¡El adorable tío con mocho de los cómics!

miércoles, 18 de mayo de 2022

LOS G.I. JOE NUNCA VAN A DESAPARECER, por Tom Shapira

Por Tom Shapira para The Comics Journal, 2022. Traducción: Frog2000.

Si hemos de dar pávulo al rumor, IDW perderá la licencia para publicar G.I. Joe a finales de 2022. Podría ser el final de la etapa de Larry Hama en la serie, justo alrededor del número 300. Por aclarar las cosas, Hama lleva escribiendo el título de G.I. Joe: A Real American Hero para IDW desde mayo de 2010, a partir de su número 155.5 (ah, la numeración de los cómics), que justo retomaba su etapa en Marvel, finalizada en el mismo título en el número 155 en diciembre de 1994. Puede que escribir dos veces un gran y épico final de serie suponga un extraño placer... En realidad no he seguido su etapa en IDW de cerca; en gran parte el dibujo está en el lado equivocado de la 'mitad' y, a veces, parece que los guiones estén demasiado en deuda con viejas ideas e historias. Pero aún así, incluso un Hama a medio gas es algo que merece la pena... y la etapa en Marvel fue cualquier cosa menos un Hama a medio gas.

Entre junio de 1982 y diciembre de 1994, Hama escribió casi todos los 155 números de A Real American Hero para Marvel, mientras que hubo cerca de 10 números de relleno. Hama también escribió alrededor de 40 números de varios títulos derivados de la serie principal. Son muchos cómics, lo que no debería sorprendernos: si Marvel es buena en algo, es ordeñando una idea exitosa hasta secarla por completo. Lo sorprendente es que entre todo esto haya muchos buenos cómics. Algunos incluso muy buenos.

Oh, a la etapa en Marvel le llevó un tiempo encontrar el tono, y se vuelve realmente peculiar hacia el final: demasiados personajes, demasiadas tramas, demasiados malditos ninjas. El estereotípico estilo de dibujo de la década de los noventa tampoco ayuda gran cosa. Ni siquiera se puede culpar a ningún dibujante en particular; los últimos tres números tenían a tres dibujantes diferentes. Sencillamente, el espíritu de la época había pasado el título por alto. Aún así, cuando iba a tope, G.I. Joe era uno de los mejores cómics de equipos aventureros de la década de los ochenta junto a los X-Men guionizados por Claremont, la JLA/ JLE de Giffen/ DeMatteis/ Maguire y el Escuadrón Suicida de Ostrander/ Yale/ McDonnell.

En realidad, no tenía por qué haber funcionado. Es un cómic basado en juguetes, y en su mayoría son horribles. Seguramente tuvo que haber interferencias de dos corporaciones (Marvel y Hasbro) en lugar de una [1]. Era una especie de cómic bélico en un momento en que el género ya ni siquiera existía. Larry Hama, quien aparentemente obtuvo el trabajo porque nadie más quería hacerlo, era conocido principalmente como editor (y se comenta que le dio al joven Christopher Priest el valioso consejo de "nunca dejes que el hombre blanco se aproveche de ti"); además era dibujante ocasional. Su trabajo consistió en coger esas pequeñas personas de plástico que le habían dejado las corporaciones para darles algo de vidilla: cierto grado de personalidad.

G.I. Joe: A Real American Hero fue muchas cosas, algunas contradictorias, pero su encanto residía en que se las arreglaba para ser todas esas cosas diferentes sin inclinarse demasiado en una sola dirección. Es una serie de acción: muchos niños grandes con juguetes grandes que disparan a otros niños y sus juguetes. También es una serie de aventuras de trotamundos al estilo de los cómics de patos de Carl Barks. [2] Al igual que los Uncanny X-Men antes mencionados, es una telenovela extremadamente complicada en la que todos los personajes principales terminan por estar relacionados, sea por la sangre o por el destino. Y, por extraño que parezca, a menudo es una serie cómica con un ojo bastante agudo puesto en las debilidades de los ochenta estadounidenses. Que es lo último que esperas de una serie diseñada para promocionar y vender juguetes de temática militar.

Al leer los 155 números, me sigo sorprendiendo de lo que Hama fue capaz de hacer en una serie dirigida a los niños. No es que fuese demasiado sutil al respecto. En uno de los primeros números, los Joe están defendiendo su base con unas ambulancias que en realidad son trampas explosivas cargadas con minas Claymore; uno de los personajes llama la atención sobre el hecho de que se trata de una violación de la Convención de Ginebra, solo para que alguien le responda: "¿Sabías que la mayoría de las armas utilizadas por los departamentos de policía estadounidenses son ilegales según las normas de la Convención de Ginebra?" Otra historia con chicha se refería a la interferencia en el país ficticio de Sierra Gordo por parte del “Monopolio Bananero de América del Norte”, un sustituto obvio de la United Fruit Company y sus sucias actividades al servicio del Tío Sam en Guatemala. Durante gran parte de la serie, los protagonistas tienen que preocuparse más por las personas que les dan órdenes, que los envían a luchar y morir, que por las que les disparan. Al menos puedes defenderte de un enemigo que está enfrente tuyo; no tanto del que está por encima.

Es tentador tildar esto de "sátira", especialmente si se tiene en cuenta el tono cómico con el que suele escribir Hama [3], pero no estoy seguro de que sea la designación correcta. La opinión de Hama sobre el ejército estadounidense es más compleja de lo que cabría esperar, aunque uno no debería leer G.I. Joe buscando la ira amarga de Garth Ennis o el melodramático 'oh, mira todo ese desperdicio sin sentido de vidas humanas´ de Harvey Kurtzman. Hama había servido en las Fuerzas Armadas durante la Guerra de Vietnam, y hay algo notablemente cínico en su actitud de que un soldado no tiene que esperar nada más que lo peor de su país. Eso no quiere decir que sea lo que estos soldados se merecen, pero es lo que consiguen. Va entrelazado en el subtexto y es un tema constante a lo largo de cada historia.

Posiblemente fuese una actitud alentada por el trabajo continuo de Hama en el mercado del cómic, que parece igualmente hostil a su fuerza laboral. Tal y como señaló Hama al hablar sobre los orígenes de A Real American Hero: “Nunca he reescrito una sola palabra del guión de nadie durante toda mi etapa como editor. Si había que hacer un cambio, le pedía al guionista que lo hiciera él mismo. Actué de esa forma porque una vez, un editor me cambió todo un bocadillo del G.I. Joe nº 1. La frase original era: "El trabajo de un soldado es hacer lo impensable y ser olvidado". Lo sustituyeron por una basura patriótica jingoísta y me lo he callado durante 30 años”. En la misma entrevista, Hama reflexionaba sobre la mentalidad de búnker que tuvo que adoptar para sobrevivir en un lugar de trabajo mayoritariamente blanco ("Tienes que dejar pasar un montón de racismo casual, porque la mayoría de la gente ni siquiera es consciente"), el mismo tono resignado de un viejo soldado que sabe que el alto mando lo va a volver a joder. Tampoco es que ese soldado vaya a dejar de hacer su trabajo, porque es lo único en lo que es bueno.

Un temprano arco que abarca los números 6 y 7 presenta a un equipo de Joes que arriesgan repetidamente la vida y la integridad física para salvaguardar el equipo de alto secreto rescatado del ejército ruso... solo para que al final les informen de que todo era un señuelo; todos sus esfuerzos han sido básicamente en vano. La imagen final del séptimo número, una viñeta que muestra las respuestas sorprendidas y silenciosas del equipo de campo ante dicha revelación es un buen y discreto dibujo del generalmente ampuloso Herb Trimpe. Al final te acostumbras a que te utilicen, y eso es lo que tienes que hacer.

Más de 100 números después, el equipo de los G.I. Joe está desplegado en un país ficticio en Oriente Medio, un guiño particularmente poco sutil a la invasión estadounidense de Irak (sí, la primera). Es una historia un poco demasiado larga que destaca principalmente por la gran cantidad de muertes en una serie que, por lo demás, narraba historias de guerra relativamente sin derramamiento de sangre. [4] Eso sí, los personajes caen por todas partes como moscas, hasta que las personas que están más arriba en la cadena alimenticia llegan a un acuerdo y toda la operación es desechada. En realidad, no ha sucedido nada, excepto que algo de dinero ha cambiado de manos y algunos civiles y soldados han muerto. Es absolutamente insatisfactorio, que es exactamente la idea que quiere comunicar Hama.

Y de nuevo, nos encontramos con un caso de sinergia comercial que hace que Hama comunique perfectamente sus ideas: estos personajes no han fallecido simplemente porque el escritor quisiera hacer una gran declaración artística, sino porque los juguetes estaban dando paso a juguetes más novedosos, y Hama obtuvo el visto bueno para despejar un poco la cubierta. Sin siquiera decirlo, Hama señala que el negocio de las Fuerzas Armadas no es sino lo dicho, un negocio. [5] En el número 99 se puede encontrar otra página de Herb Trimpe particularmente excelente en la que dos Joes se toman un descanso con su familia, solo para encontrar el pequeño y pintoresco pueblecito donde crecieron convertido en una ruina que se está muriendo lentamente. Una secuencia a página completa muestra a un anciano mirando por la ventana charlando acerca de que no hay que esperar demasiado del futuro, mientras que los dos Joes simplemente se miran sin decir ni una palabra.

Gran parte de la ficción militar, e incluso de la historia militar, parece orbitar en una esfera completamente separada del mundo civil. Tiene lugar 'allá' e involucra a 'soldados' en lugar de a 'personas'. A lo largo de A Real American Hero vemos que los equipos y misiones de los G.I. Joe les cuesta a los contribuyentes de EE.UU. cantidades incalculables de dinero, con el estribillo que se repite bastante a menudo de que el Tío Sugar (no es un nombre en clave para ninguno de los personajes) se hará cargo de todos los gastos. Siempre hay dinero para la guerra, pero no para todo lo demás.

Aquí es exactamente donde Cobra entra en escena. La organización enemiga de la serie es la esperada bolsa de sorpresas de tropas desechables, mercenarios pintorescos y científicos locos. Pero, en un toque bastante único para la época, Cobra no se presenta como una amenaza externa, sino interna. La historia de origen del Comandante Cobra, que va filtrándose lentamente, es la de un antiguo vendedor de coches usados ​​que gana su fortuna mediante esquemas piramidales y marketing directo. Dos veces vemos a sus fuerzas tomando el control de pequeños pueblos de los Estados Unidos prometiéndoles a los ciudadanos insatisfechos todo lo que quieren escuchar: mucho dinero negro sin interferencias del gobierno y la oportunidad de mantener su estilo de vida tal y como ha sido hasta ahora. Verdadero hijo de la estructura política de la década de los ochenta, Cobra ofrece el Sueño Americano a las personas que se consideran a sí mismas "estadounidenses reales", lo que necesariamente implica la creación de "estadounidenses irreales" como contrapeso. El hecho tácito es que los G.I. Joe son el tipo de equipo multiétnico y multirracial que probablemente se merecería un despotrique de cuatro horas en YouTube si debutase hoy mismo [6], mientras que Cobra parece ser casi completamente blanco. Esta noción se vuelve extremadamente espeluznante si tenemos en cuenta la recurrente 'serie de Freds': un grupo de agentes Cobra que se han sometido a cirugía plástica para tener la apariencia de yuppies genéricos, el tipo de hombre en el que se supone que Estados Unidos confía de forma inherente. Más peligrosos que los soldados vestidos de azul con sus armas y bombas, se espera que los Fred se abran camino en la política, local y nacional, para tomar lentamente el control de la percepción pública y desplazar la ventana de Overton. Y así, la pregunta constante a lo largo de gran parte de la serie es "¿quién es el verdadero estadounidense?" La triste respuesta es que Cobra tiene tanto (o incluso más) derecho a hacerse con el alma de la nación que el equipo de los G.I. Joe.

Verás, nadie va a confundir G.I. Joe: A Real American Hero con La Guerra de las Trincheras, o incluso Charley's War. Es demasiado jingoísta: en una de las primeras historias aparece el equipo matando casualmente a las tropas iraníes que se oponen de forma perfectamente válida a las fuerzas estadounidenses y rusas que cruzan su frontera en una escena demasiado juguetona y no lo suficientemente brutal. Hama dilucida perfectamente varios de los errores de la maquinaria de guerra estadounidense, pero siempre desde el punto de vista de que tales cosas son necesarias. Sus preguntas solo pueden ser así de profundas. Pero al mismo tiempo... Hama era un hombre con muchas cosas en la cabeza sobre la forma en que se dirigía el país, sobre la forma en que se utilizaba al ejército, y esta era una buena oportunidad de darle una salida, e hizo uso de ella.

Tampoco quiere decir que el cómic sea un debate intelectual sobre cómo se utiliza la fuerza estadounidense. Leer la serie es divertido; Hama estaba manejando equilibradamente a una gran cantidad de personajes (aunque esto fue lo que terminó estropeando la calidad de la colección; nadie necesita sufrir tres números completos dedicados a >estremecimiento< la Ninja Force), y de alguna manera logró encontrar suficientes tramas para darles a todos algo que hacer. Podía escribir acción, podía escribir comedia, podía escribir drama. Lo importante era que podía hacerlo todo al mismo tiempo. El número 99 mencionado anteriormente con el momento al estilo Springsteen en el fregadero de la cocina americana desde la que el viejo mira por la ventana, también tiene una trama secundaria con dos chavalas adolescentes que descubren la base secreta de los G.I. Joe y muchas travesuras que recuerdan a una comedia de situación mientras los soldados intentan decidir qué hacer con ellas.

Todo es doblemente impresionante si consideras que Hama, según confesión propia, no planeó nada con anticipación. Todas estas tramas se inventaron sobre la marcha, número a número, e hizo que todo funcionase sin parecer demasiado incongruente. Como cualquier buena historia de superhéroes de continuará, de alguna manera todo termina conectado: esas mismas chicas serán vitales para la neutralización de un plan de los Cobra. Si la escritura de Jonathan Hickman es como una serie de gráficos, la de Hama es como un acto de malabarismo, uno en el que constantemente se agregan nuevos elementos a la mezcla sin que de alguna manera todo se termine por derrumbar. Esta intrigante trama se mueve tan rápido que el público no tiene tiempo para hacerse las preguntas difíciles; simplemente aceptan el siguiente giro ridículo del guión (combates en el espacio, mutantes, robots) y siguen adelante.  

Ayuda mucho que la serie tuviese en su mayoría a buenos dibujantes. Herb Trimpe, Mike Vosburg y Rod Whigham fueron el lápiz de la mayoría de los primeros 100 números, y aunque ninguno se convirtió en superestrella por esta obra, la solidez del dibujo de Marvel durante la década de los ochenta produce cierta alegría: es el tipo de narrativa consistente que cogía todo lo que pedía el guión y simplemente lo mostraba tal como era. Echemos un vistazo al número 34, uno de mis favoritos, que es básicamente una larga escena de acción aérea. Como todo el mundo sabe, las peleas aéreas son difíciles de dibujar, porque cuando ambos combatientes están en el aire (especialmente cuando vuelan en vehículos poco emocionantes en lugar de hacerlo como superhéroes) no existe marco de referencia alguno. Pero Hama y Whigham hacen que funcione, en parte porque Hama simplemente narra constantemente las acciones de los personajes, pero también analiza todas las posibilidades narrativas, porque ambos bandos agotan las posibilidades de todo su armamento y se guardan algo en la manga, intentando constantemente superar la estrategia del contrario. Es como un juego de ajedrez con aviones.

Incluso Frank Springer, que ya era el más viejo de los dibujantes cuando se estrenó la serie, encontró nueva vida en sus páginas. Tenía buen ojo para la ridiculez inherente del concepto y era capaz de mostrarlo sin necesidad de exagerarlo para lograr un efecto caricaturesco. De hecho, la naturaleza bastante inexpresiva de sus trazos era de lo mejor para los gags: echa un vistazo a la página vertical del número 27, parece sacada directamente de la revista MAD, con todos esos pequeños participantes que ocupan la calle, pero de una forma que nunca cruza los límites y lo convierte en una parodia absoluta.

Mucho más tarde, M.D. Bright se haría cargo de varios números, y que no se convirtiese en un nombre más importante en ese momento (a pesar del trabajo que estaba entregando también en Power Man e Iron Fist) es prueba de que nadie estaba mirando correctamente la serie. Dibujaba acción, dibujaba comedia, era capaz de dibujar un drama bastante conmovedor. Un verdadero artista todo en uno que solo conseguiría (algo) del reconocimiento que se le debe tras desembarcar en Milestone Media. 

Incluso cuando la década de los noventa se hizo cargo de la serie en números más exuberantes con las grandes poses y las bocas más grandes de Andrew Wildman, la serie también logró funcionar. Sin embargo, para entonces podías sentir cierto cansancio; reducir la manada de personajes tampoco ayudó demasiado. El número 124 tiene tres escenarios diferentes en tres ubicaciones con tres conjuntos de personajes diferentes. Leerlo es agotador, y tuvo que ser aún más agotador escribirlo. Aun así, hay algo en sus páginas que se puede seguir admirando: su diseño, por muy desigual que sea. Hama, él mismo dibujante, tuvo el oficio suficiente para escribir adecuadas escenas de acción: pensó en las elecciones de cada personaje y las implicaciones de elementos como el "escenario" y el "equipo". La mejor palabra que podemos utilizar es respeto. Hama respetaba a sus lectores y respetaba su oficio. 

Esta serie de Marvel llegó a su fin con el número 155, una coda en la que Ojos de Serpiente escribe una carta a un adolescente que piensa alistarse. Es una mezcla de las cosas que hicieron que la serie funcionara y también es una señal de que su momento pasó hace mucho. El gran soliloquio dramático sobre la naturaleza del servicio al país con una trama superpuesta con la Scarlett con nuevo disfraz post-Liefeld no funciona tan bien como debería. Visto ahora, intentar replantear la Guerra de Vietnam bajo el contexto de los guerreros ninja secretos parece como de mal gusto, y probablemente fue aún más de mal gusto en ese entonces. 

Aún así, Hama nunca les ahorra a los lectores más jóvenes algunas de las verdades más duras; la escena de Ojos de Serpiente que recuerda a un soldado quemado en un hospital rogando que lo saquen de su miseria todavía resuena en mi cerebro, al igual que la historia de un soldado que se quedó en Vietnam simplemente para que no enviaran a su hermano al frente; y la de otro que siguió alistándose para intentar financiar el tratamiento médico de su padre. [7] Es en estos momentos, no en la charla empalagosa sobre la "camaradería" y los "vínculos sagrados", cuando la serie realmente sobresale sobre el resto. A menudo, la verdad es desagradable, pero sigue siendo la verdad. Y mientras Estados Unidos se niegue a confrontar sus verdades, mientras siga escuchando a ese vendedor de coches usados de su interior, esa figura que promete que puedes tenerlo todo por poco dinero y sin sacrificio, nunca va a poder mejorar. Todo esto, eso sí, dicho a través de la boca de una figura de acción de 9 centímetros y medio.

[1] Por ejemplo, en un momento dado, Hasbro quiso que Hama usara en la serie de G.I. Joe al personaje de Marvel Motorista Fantasma, pero la editorial se negó a permitir que su nombre apareciera en sus páginas para evitar confusiones entre un piloto de aviones a reacción y un hombre con una calavera en llamas montado en una motocicleta.

[2] Se dice que una de las grandes penurias de Hama tiene que ver con que nunca tuvo la oportunidad de escribir Tío Gilito; sin embargo, hizo su propia intentona de guionizar historias de funny animals con Bucky O'Hare, creadas junto al dibujante Michael Golden.

[3] Uno de los números presenta a un torpe sheriff sacado directamente de Los Duques de Hazzard, mientras que en otro aparece un contable delincuente que también es un loco que viste un traje de vuelo y va acompañado de aves rapaces entrenadas.

[4] Todo eso provenía de los dibujos animados de los G.I. Joe para televisión, un programa lleno de acción infamemente libre de cualquier violencia. El propio Hama comentó en la serie documental de Netflix The Toys That Made Us: "Pensaba que el hecho de que no existiese la muerte era una ruina moral". Dicho esto... los cómics no tenían ningún problema en dejar morir al azar a los soldados enemigos, y los héroes reciben disparos y sangran un poco, pero la muerte real de los protagonistas es extremadamente rara durante los primeros 100 números. Si no te lo permite Hasbro, no te puedes deshacer de los juguetes.

[5] “Sí, se seguirán construyendo barcos, porque los constructores de barcos tienen que seguir ganando dinero. Y se seguirán fabricando armas y pólvora y rifles, porque los fabricantes de municiones tienen que seguir ganando mucho dinero. Y por supuesto, los soldados tienen que usar uniformes, porque su fabricante también tiene que ganar lo suyo con la guerra”. Smedley D. Butler, La guerra es un saqueo, 1935.

[6] En el número 11 le preguntan al nuevo recluta Franklin Talltree: “Talltree. ¿Es ese un nombre indio?", a lo que responde secamente: “No. Es nativo americano."

 [7] De nuevo, la noción de que para la guerra sí que hay dinero, pero para nada más: la gente tiene que valerse por sí misma.

miércoles, 4 de mayo de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /10

Columna para Speakeasy nº 110 (1990), traducción: Frog2000. 

UN MES DESPUÉS, EN LA VIDA DE GRANT MORRISON

Para empezar, creo que debería aportar mi opinión personal acerca del tema del Poll Tax. En el Speakeasy del mes pasado se publicó una carta de Paul Buck donde esbozaba una nueva manera de ayudar a los dibujantes a recuperar los impuestos que habían pagado relacionados con el Poll Tax. El propio Paul lo explicaba mucho más lúcidamente de lo que yo podría esperar: el concepto básico consistía en incorporar cheques dibujados en las páginas de los cómics. La idea era que esto obligaría a los bancos a devolver los dibujos artísticos/ cheques que luego el artista podría vender y, al hacerlo, recuperar el dinero que había pagado por el Poll Tax. Ciertamente me parece una idea interesante, aunque terriblemente enrevesada, por lo que no estoy muy seguro de que pueda funcionar. Si los dibujantes de cómics se toman en serio el consejo de Paul Buck, pronto veremos cheques elaborados astutamente en los fondos de Hellblazer y Deadline, y en Dios sabe qué más.

No hay duda de que esta medida podría lograr que una buena cantidad de cómics fuesen mucho más interesantes de lo que lo son hoy, y también es el tipo de invención que haría sonreír a Andy Warhol desde el cielo, pero tampoco hay que esforzarse demasiado para imaginar lo terriblemente cansado que se puede volver el asunto después de, más o menos, la primera docena de páginas. Y no es que ayude gran cosa a los guionistas.

Sin embargo, como es mi costumbre, le he dado muchas vueltas y creo que hay una forma mucho más fácil de derrocar las tasas del Poll Tax.

No las pagues.

Es tan simple como eso. La verdad, en Escocia ya lleva más de un año en vigor y una cantidad de personas inmensa se han negado a pagar un solo centavo. Ya ha pasado un año y el sistema se ha visto tan afectado que nadie ha tenido que enfrentarse aún ni a procesos penales ni a la incautación de bienes. Si esta forma completamente pacífica de desobediencia civil se practica en una escala lo suficientemente grande, la recaudación del impuesto se volverá imposible y aceleraremos el feliz día en que el Poll Tax dejará de existir en cualquier forma reconocible.

Simplemente di no.

DON´T BELIEVE THE HYPE

Una de las cosas más enojosas de escribir una columna como esta es que, por lo general, hay temas de los que realmente no puedo hablar. Verás, los que más me hacen enfadar son los que tienen que ver con mi propio trabajo, porque no sería honesto escribir cada mes en Speakeasy para quejarme y lamentarme sobre mis cosas (ja, ja). Dicho eso, y dado que nadie más parece estar preparado para saltar al cuadrilátero en mi nombre, he de desenterrar el tema del jodido Arkham Asylum por última vez. Esta es mi fiesta y me quejo cuando quiero, así que ten algo de paciencia conmigo o vuelve la página y sigue adelante.

Puede que la idea de que Arkham Asylum haya sido votado como el Mejor Álbum Gráfico del año me provoque la risa histérica, pero haré una excepción y hablaré de él por el simple hecho de que también ha sido tildado de Mayor Hype de todos. Como si yo no hubiese sufrido lo suficiente sin que este vicioso y criminal ente se extendiese por todo el mundo como la cuajada de limón... Tampoco es que me importe tanto eso de ¡es que Arkham Asylum se ha promocionado a tope!, aunque meditar en un revés a la verdad tan sobrenatural hace que mi presión arterial se dispare y la gasa de la herida se humedezca.

Si no entiendes por dónde voy, échale un vistazo a los Speakeasy del último año (eso es, si es que no los has arrojado al incinerador. Yo tiendo a guardar estas cosas porque Valerie Singleton me comentó una vez que están muy bien para poder utilizarlos para fabricar máscaras de la muerte Vudú de papel maché, ¡un regalo de Navidad estupendo para tu pariente más joven!) Si revisas los números, verás un montón de artículos publicitarios de 3 y 4 páginas sobre, entre otros, Revolver, Big Numbers, The Spiral Cage, Viz, etc. Me parece justo: es una de las funciones de la revista. Lo que no vas a encontrar es ningún artículo importante sobre A de Antipasti Asylum. De hecho, la publicidad previa de Arkham Asylum en esta revista equivale a una entrevista de una página, que es lo único que ha aparecido durante todo un año antes de la publicación de la obra. Además, también saltó hasta la sección de noticias cuando se canceló brevemente... y de nuevo cuando estaba a punto de ser lanzada.

Por otro lado, doctor Finlay, tampoco se imprimieron pósteres del pre-lanzamiento de Arkham. Sí que se pudo conseguir una especie de flyer promocional a todo color (como los que se prepararon para Orquídea Negra, Digital Justice y otros proyectos de DC). Así que no sé de dónde vendrá eso de "todo el hype que se le ha dado a este tomo".

El motivo para todo el secretismo que ha rodeado a la obra ha sido que DC recibió instrucciones de su monolítica empresa matriz para restar importancia a su publicación, porque podía interferir con la imagen de la película del millón de dólares de dicha compañía. De hecho, Warner Brothers insistió en que había que retirar el anuncio de Arkham del New York Times y de las listas de más vendidos de otros periódicos, porque podían alertar a los lectores de que había una obra de Batman sin relación con la película.

No sólo eso, sino que Titan Books jodió toda la promoción de la edición en tapa dura y más aún de la de bolsillo, que escapó hace poco como una crisis de terror nocturna para terminar desvaneciéndose en el aire.

¿Hype publicitario? ¡El azar funciona mucho mejor!

Disculpa mientras hago una pausa para limpiarme el ceño enfurecido, y si te apetece, échale un vistazo a mi sentido del humor otra vez.

No. No lo podrás encontrar por ningún lado. Más suerte el mes que viene, ¿eh?

Firmado: el nuevo Mark Millar.

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...