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martes, 9 de febrero de 2021

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (y 5): ENTREVISTA CON MIKE LEIGH EN TORONTO, LA TRANSCRIPCIÓN COMPLETA (2008)

Entrevista del 9 de septiembre de 2008 en el Festival de Cine de Toronto. Traducción de Frog2000.

Roger Ebert: Tu trabajo me atrae mucho. Nadie más está haciendo algo parecido, y desde que empezaste, ya hacías gala de todas tus particularidades.

Mike Leigh: Bueno, he de decir que si alguien sabe de eso, ese eres tú, y además me gusta ponerte al día de mis cosas, porque tu reseña de “Bleak Moments” ["Momentos Sombríos", la primera película de Leigh] es una de las experiencias fundamentales de mi vida. La originalidad... la conexión y continuidad entre "Bleak Moments" y "Happy-Go-Lucky" [Happy, un cuento sobre la felicidad]..., sé a lo que te referías en tu reseña. Tiene completo sentido.

Roger Ebert: Ya me había fijado en Sally Hawkins, pero nunca la había visto interpretar a un personaje como este. ¿Qué te llevó a pensar que era la elección adecuada para un papel tan difícil?

ML: Lo que suelo hacer es empezar a colaborar con los actores para que vayan creando a los personajes, y de alguna manera, un par de cosas encajaron de inmediato. La primera fue que, después de haber trabajado con Sally Hawkins en las dos últimas películas y llegar a conocerla muy bien, sentía que había llegado el momento de hacer una película en la que fuese la protagonista para intentar crear algo extraordinario. La otra fue que quería hacer una película que se pudiera catalogar como una "película contra lo miserable". Una película celebratoria, porque en 2008 están pasando una gigantesca cantidad de cosas que nos pueden hacer sentir bastante mal. Pero también hay personas que se llevan bien con los demás, entre ellos los profesores, que por definición aprecian y nutren el futuro. Sabía que entre Sally y yo podríamos crear un personaje explosivo, enérgico y positivo. Y además, cada vez que hago una película intento, dentro de mis limitaciones... intento hacer algo diferente. Cada vez que te invito a cenar, no me gusta servir el mismo plato. Así que sentía que después de haber hecho “Vera Drake” y “Todo o nada”, pensaba que en realidad había llegado el momento de hacer una película más positiva y optimista, una especie de celebración de la vida. Así que por un lado está la conjunción de esas dos cosas, y por otro, la idea de poner a Sally en el centro y aprovechar su propia energía, humor y espíritu incuestionables. Me dije que era lo más adecuado.

RE: Su personaje va evolucionando hasta tener que lidiar con esa poderosa confrontación con Eddie Marsan, pero esencialmente no nos damos cuenta de sus progresos , no sé si lo vemos venir, pero cuando llega, la protagonista parece conducirse de la forma más cabal.

ML: Por supuesto, cuando llegan los problemas nos damos cuenta de que era inevitable. Mucha gente sigue diciendo que creía que iba a pasar algo terrible y que los personajes iban a estrellarse sin salvación. Hasta cierto punto, mucho tiene que ver con las expectativas de los espectadores que suelen ver películas de Hollywood. Lo importante es que ella sepa cómo lidiar con lo que le ocurre. Nos podemos preguntar: ¿por qué diablos sigue yendo a las clases de conducir? Hay un momento en la película en el que alguien le dice: "Siempre puedes escoger a otro instructor". Y ella contesta: "Bueno, ya veremos qué tal va". Su espíritu más terrenal y su generosidad hacen que le otorgue al profesor el beneficio de la duda. Y su propio sentido del humor se apodera de ella, porque como ocurre con todas las personas con un sentido del humor muy desarrollado, entre las que podemos contarnos, cuando conoces a alguien que carece totalmente de sentido del humor, saca lo peor de ti. Ella lo sabe. Por eso, cuando se vuelve un poco más atrevida, en realidad está intentando ser amable. Simplemente no puede evitarlo. Pero cuando resulta obvio que él la ha empezado a acosar fuera de su hogar, las cosas se ponen más serias. Lo importante es que finalmente ella sabe cómo lidiar con la situación, porque ya hemos visto que sabe cómo lidiar con los niños, y básicamente él es un niño. Es un hombre muy inmaduro y ella se da cuenta de lo que ocurre.

RE: Eddie Marsan lleva mucho tiempo en el negocio, y es conocido como comediante. Sin haber visto todo lo que ha hecho, me parece que en "Vera Drake" fuiste el primero, sin duda uno de los primeros, en utilizarlo en un papel serio.

ML: Sí. No sé si será cierto en el caso de algunos actores. Me refiero a que Eddie encarnaba papeles menores en "Gangs of New York" y "21 Gramos"… conmigo estuvo después de... Bueno, de todos modos, ¿cuál era la pregunta?

RE: Tú siempre lo has visto como un buen actor para papeles serios.

ML: De hecho, es un gran actor. Dicho sea de paso, como persona es un hombre extremadamente divertido, al igual que Sally Hawkins. Pero, chico, ¿sería capaz de presionarlo para que encontrase las interioridades del personaje? Fue todo un hallazgo. En "Vera Drake" [donde es el tímido pretendiente de la hija] actúa de una forma extraordinaria, ¿no es cierto? Es un buen ejemplo de mi forma habitual de trabajar, me pongo en contacto con un actor y aunque no tenga ni idea de lo que vamos a hacer, sé que va a ser un festín de posibilidades y que daremos con algo extraordinario.

Para mí, eso es lo que merece la pena de este negocio de las películas: emprender ese viaje, descubrir por mí mismo qué es lo que busco, con todas las sorpresas concomitantes. Sally y el resto de personas, sin excepción, son auténticos actores que se lo trabajan mucho, son intransigentes y no dejan pasar ni una oportunidad. Ahí están las escenas de las clases de conducir. Al principio, las improvisaciones que hicimos implicaban utilizar un coche de verdad, y conducíamos por las calles e improvisábamos la situación desde el principio, sin que los actores conocieran cómo eran sus respectivos personajes. Yo iba recostado en el asiento trasero y lo que estaba sucediendo en el coche me parecía tan hilarante que tenía que intentar controlarme la risa, pero es cierto que las terribles calles de Londres no son lo mejor para la suspensión trasera de un Ford Focus. Trabajamos a fondo para corregir esas complejas escenas. Y estos chicos no dejaron piedra sin remover. Es como si su actuación se hubiese materializado en ese mismo momento. Son como 'momentos' de verdad.

RE: Cuando empezaste en el cine, eras el clásico "outsider". Ahora se te considera uno de los mejores directores británicos y te han concedido la Excelentísima Orden del Imperio Británico. Sin embargo, al principio tuviste incluso problemas para exhibir tus películas en el Reino Unido. ¿Nos enseña esto alguna lección?

ML: Con el debido respeto, sencillamente esa pregunta no tiene respuesta. No sé si el O.B.E será muy relevante. Me siento obligado a decírtelo, y a menos que haya algo que tú sepas y yo no, y seguro que Ken Loach podría decir lo mismo, y probablemente lo haya hecho, sigue siendo bastante difícil estrenar nuestras películas en las pantallas británicas. En el caso de "Happy-Go-Lucky" las cosas no funcionaron tan mal como antes. Pero tampoco han funcionado de la misma forma en que las películas de Hollywood suelen dominar el mercado, porque ese cine nos ha colapsado. Es un problema internacional. Hay tantas películas en cartelera, que además son blockbusters, que es muy difícil aguantar poco más que un tiempo mínimo, lo cual es una pena. Las películas pasan a editarse en DVD mucho más rápido y antes de lo que solían hacerlo.

Pero por responder tu pregunta, es probable que yo haya progresado un poco, de ser un "outsider" de entre los típicos "outsiders", puede que haya pasado a ser una especie de "outsider" interior". Y me parece bastante saludable. No es que lo buscase especialmente, aunque suelo tomar decisiones que probablemente, sea de forma consciente o no, me garantizarán que siga siendo un "outsider". Solo hago proyectos en los que no haya interferencias en el casting y en el resto del proyecto. Y por eso pago un precio. Sigo sin poder conseguir presupuestos más allá de una determinada cifra. Por lo tanto, hacemos películas que comparativamente tienen buena pinta gracias a actores muy capacitados. Sigo siendo extraordinariamente austero, y la verdad es que me encantaría pintar sobre un lienzo más grande. La única vez que lo hice fue en "Topsy-Turvy". Se podría argumentar que hasta cierto punto, también en "Vera Drake". Incluso "Topsy-Turvy", que rodé hace 10 años, costó solo 10 millones de libras, que es muy poco dinero.

Tengo en cartera algunos proyectos específicos. Me gustaría desesperadamente hacer una película sobre J. M. W. Turner, el gran pintor, un personaje fascinante. Sería un tremendo despliegue cinematográfico. En realidad, en el caso de "Topsy-Turvy" empezamos con un presupuesto mayor, pero mientras la estábamos rodando, el presupuesto se fue reduciendo particularmente debido a la crisis del sudeste asiático, y las cosas se terminaron por desplomar, así que nos quedamos con un millón y tres cuartos de libras menos mientras estábamos en pleno rodaje. Tuvimos que aceptar una serie de compromisos. En “Topsy-Turvy” prácticamente no hay exteriores, y los que ves (creo que hay tres) se construyeron de una manera muy barata en la parte trasera de un edificio en alguna parte. Es una película muy de interiores.

En una película sobre el gran Turner, que se golpeó contra un mástil de un barco para poder pintar a su perro, no funcionaría de la misma manera. Turner viajó a Venecia y a un montón de lugares del Mediterráneo y pintó paisajes marinos. Si hiciésemos una película sobre su vida, no podríamos recortar tanto en exteriores. En Inglaterra no puedes rodar en exteriores ni por un segundo. Es muy caro. He empezado a mostrar el proyecto en varios sitios, aunque en realidad, nadie, pero nadie, está aún interesado, porque insisto en que quiero rodar mis propios guiones, sin interferencias, etc., etc., lo cual no suele ser negociable. Cuando lo consigo me quedo en una curiosa posición donde puedo actuar con absoluta libertad pero con recursos limitados. En cierto modo se podría argumentar que... quizá tú mismo, Roger Ebert, dirías que... bien, en realidad, no está tan mal, porque me ha hecho ser medianamente disciplinado a la hora de hacer mis películas. Y es cierto, pero sin embargo, he cumplido 65 años y seguiré haciendo películas mientras pueda físicamente... ¿cuántos años tienes?

RE: Sesenta y seis.

ML: Sesenta y seis. Entonces, sabes bien que seguiremos manteniendo la llama, que debemos continuar, pero que el tiempo se acaba y no hay vuelta de hoja. Pero si podemos hacerlo, hay que seguir adelante con estas cosas.

RE: Nuestra amiga común londinense, Gillian Catto, se pasó años intentando poner en pie una película sobre Turner protagonizada por su vecino de al lado, Peter O'Toole, que habría encarnado al padre de Turner, mientras que Bob Hoskins habría sido Turner.

ML: Oh, ¿en serio? Bueno, lamento que no lo consiguiera, pero también me alivia un poco, porque odiaría que esta película no fuese uno de mis objetivos. Que otra persona haya tenido la misma idea que yo es muy interesante.

RE: Durante los años que te pasaste exiliado del cine convencional, estuviste trabajando constantemente en el teatro, y has dirigido muchos de tus guiones para televisión. ¿Contribuyó dicho período a que finalmente te convirtieses en director cinematográfico, o más bien retrasó tu carrera?

ML: No, la verdad es que no me supuso ninguna demora. Quiero decir, en ese momento, como tantos otros, me pasé mucho tiempo sentado lamentando el hecho de no estar rodando películas. Ciertamente, si en 1971, cuando hice "Bleak Moments", alguien me hubiese dicho que iba a rodar mi próximo largometraje dentro de 17 años, me habría sentido extremadamente angustiado. Quizá habría saltado desde el puente de Waterloo. Pero, por supuesto, lo cierto es que durante ese período me habría resultado imposible hacer más largometrajes.

Antes de nada, era imposible hacerlos, me refiero a rodar en el Reino Unido largometrajes autóctonos, independientes y serios. Nadie podía. Pero incluso si hubiese existido una forma de hacerlo, tampoco creo que me hubiese metido en muchos problemas, porque al sistema no le hubiese importado la forma en que hacía las cosas. Por supuesto, estuve trabajando de forma intermitente y como autónomo haciendo teatro y también haciendo películas para televisión, como has apuntado, durante 12 años. Y lo que ocurría con la BBC, porque ahí es donde se concentraba todo, es que entonces, como sabe todo el mundo, era una organización totalmente progresista. Entrabas allí y te decían: "Bueno, estas son las fechas, este es el presupuesto, cinco semanas, seis semanas, el rodaje, lo que sea, coge y haz la película". Y cuando empecé a hacer cine fue el final de toda esta etapa.

Así que cuando apareció Channel 4 a principios o mediados de los 80, cambió todo el panorama, porque se podía llevar a cabo la idea de producir teatro financiado por la televisión. Para entonces, yo tenía un portafolio lleno de ideas, y decidí que ese tipo de trabajos eran viables. Pero aparte de todo esto, aparte de la economía y la política, me había pasado mucho tiempo desarrollando, creciendo y aprendiendo el oficio y haciendo películas sin interferencias de ningún tipo, y es en serio, cada vez era mejor. Y cometí mis errores, y algunos fueron peores que otros, así que cuando te pones con series como "Grown Ups" [para la BBC], lo haces de forma muy elaborada. No hay duda de que la realidad es justamente como tú la has descrito, y esa es que, absolutamente, si hubiese empezado directamente haciendo uno o dos largometrajes fuera de la BBC, hubiese rodado menos películas. No sé cómo las podría haber hecho, pero si fuese así, habría sido una experiencia mucho menos enriquecedora y, ciertamente, el mero hecho de haber rodado (me parece que) nueve películas o algo parecido en poco más de una década, es el equivalente a haber estado haciendo lo que suelen hacer los artistas, salir al exterior con su cuaderno de bocetos. Es lo que estaba haciendo realmente con mi cámara, no quedarme sentado en las oficinas de cineasta, soñando, postergando el momento, y cada vez más amargado y frustrado. Me refiero a que hice cosas como "Abigail's Party", bastante avanzadas.

RE: Qué contento me puso su recopilación en DVD.

ML: ¿Has visto la colección en DVD? ¿Tienes la caja? ¿El set británico en caja? Sí, no me refiero a la edición pirata americana, sino a la británica.

RE: Si, tengo un reproductor que vale para todas las zonas.

ML: Oh, bien. Así que tienes el original británico. Es que se ha comercializado otro...

C: ¿Pirata?

ML: Oh, en Estados Unidos siempre sale la edición pirateada. Hace años que permitimos que lo hagan, para que al menos la gente pueda ver las malditas películas. Pero ahora las están reemplazando por nuestra nueva colección británica de precio medio. Y el próximo año saldrá otra recopilación con todas las películas de televisión remasterizadas, para las que he hecho comentarios, así que se podrán conseguir mis obras completas. Estoy muy contento, porque, ya sabes, puede que ruedes estas películas y luego se hundan en la oscuridad y todo ese esfuerzo se desperdicie.

RE: Cambiando un poco de tema, me parece que Timothy Spall es tu actor ideal, capaz de crear un hombre que en cierto grado se ríe por fuera y llora por dentro. [Leigh colaboró con Spall en “Life Is Sweet” (La vida es dulce, 1991), “Secrets and Lies” (Secretos y mentiras, 1996), “Topsy-Turvy” (1999) y “All or Nothing” (Todo o nada, 2002).]

ML: Absolutamente. Es un actor con una profundidad emocional increíble y una gran compasión frente a los sentimientos dolorosos, junto con un gran sentido del humor. Es un gran actor. Y aún no he terminado con él.

RE: Algunos críticos aseguran que sueles convertir a tus personajes en blancos de la condescendencia. A mí nunca me lo ha parecido. Creo que aceptas los defectos y complejidades de los personajes, y por eso los amas.

ML: Bueno, tú lo sabes y yo también, y estamos totalmente de acuerdo, que quizá esos críticos a los que te refieres cuenten más sobre ellos mismos en sus reseñas que sobre mi trabajo. En cierto modo, está bien que el personaje sea capaz de producir esa reacción en una minoría. Al ver 'Happy-Go-Lucky', parte del público suele reaccionar de una manera inequívoca: "No soporto a esta mujer. Me gustaría matarla." Fue el comentario de un buen montón de críticos británicos, y aquí en Toronto también lo han dicho algunos. Simplemente no lo entiendo. Ese sentimiento proviene de una forma de ver las películas que se centra más en observar el lenguaje cinematográfico que en fijarse en la gente y el mundo. Es muy insular y cínico.

RE: Poppy [el personaje de Sally Hawkins en "Happy-Go-Lucky"] tiene una gran empatía. Por ejemplo, con el niño a su cargo.

ML: Lo importante, y para mí fascinante y significativo de ella, es que el personaje es muy empático, abierto, se para a escuchar a los demás. En una escena va caminando por la calle a su aire, escucha un extraño canto y se topa con un vagabundo, pero no lo juzga, sino que se pone en su piel.

RE: Me encanta esa escena. Poppy le deja hablar y le pregunta si tiene hambre. No tiene miedo, sino que está genuinamente preocupada por él. Creo que él es consciente y por eso se tranquiliza al final. Seguro que nadie ha hablado en días o semanas con él.

ML: Absolutamente. De nuevo, un puñado de personas me dijeron: "Simplemente no entiendo la escena. No encaja con el resto de la película. Es como una trama postiza". Intentaron que la cortara, lo cuál me resulta increíble, pero sigue en la película. En esa escena pasan cosas muy importantes. Ves caminando al personaje por una especie de parque. Va a lo suyo, parece un lugar tranquilo. Entonces se encuentra con ese tipo, le pregunta cómo está, vuelve a su apartamento, y se guarda para ella el encuentro. Ni siquiera es una especie de trama argumental. Es solo que algunas cosas hay que mantenerlas en privado, son sucesos a los que simplemente te aferras y que se convierten en algo íntimo.

RE: Es una escena fundamental.

ML: También yo lo creo. Además, aparte de cualquier otra cosa, ese hombre es otro actor notable, Stanley Townsend, un actor irlandés, que hizo algo extraordinario. ¿Te he dicho dónde está rodada? La filmamos en las entrañas de la antigua central eléctrica de Battersea, ¿conoces ese edificio en el río Támesis? Es un edificio extraño con cuatro chimeneas situado en South Bank, y nadie sabe qué hacer con él, pero es un edificio protegido, un gran edificio art déco, y allí está y cuesta una fortuna mantenerlo. Por lo general no le suelo decir a la gente dónde filmamos, pero me gusta mucho esa escena. Me di cuenta de que si Poppy se cruzaba con él en el parque a plena luz del día, no tendría el mismo empaque y enfoque, así que le dije al diseñador de producción que tenía que ser en algún sitio donde en realidad no supiésemos dónde nos encontramos, ya sabes, así que filmamos allí, y no sabrías decir dónde estás. De alguna forma, quería sacar subliminalmente a la audiencia de su zona de confort. 

lunes, 18 de enero de 2021

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (4): EL "OUTSIDER" INTERIOR, ENTREVISTA CON EL DIRECTOR MIKE LEIGH

Entrevista de Roger Ebert a Mike Leigh en el Festival de Cine de Toronto de 2008. Traducción: Frog2000.

Durante años, Mike Leigh ha sido un consumado "outsider" del mundo del cine británico. Ahora está siendo aclamado como uno de los mejores directores del Reino Unido. Todavía es un "outsider", pero las cosas parecen marchar un poco mejor. "Es probable que haya progresado un poco", me dice Mike Leigh, "de ser un "outsider" de entre los típicos "outsiders", puede que haya pasado a ser una especie de "outsider" interior".

Esta entrevista se realizó en Septiembre, en el Festival de Cine de Toronto, donde se proyectó la nueva y maravillosa película de Leigh, "Happy-Go-Lucky" [Happy, un cuento sobre la felicidad]. También se proyectará el viernes en el Festival de Cine de Chicago, donde en 1971 dio comienzo su carrera: allí recibirá el premio Lifetime Achievement Award del CIFF. Por su parte, aquí se estrenará el 24 de Octubre.

Entre la gran primera película teatral de Mike Leigh, "Bleak Moments" [Momentos sombríos], y su segunda, "High Hopes" [Altas ambiciones] (1988), pasaron 17 años. Desde entonces, ha rodado otras ocho películas, todas vibrantes gracias a sus personajes peculiarmente atractivos y argumentos liberados de lastre. Seguro que Leigh es más conocido por "Secrets and Lies" [Secretos y mentiras], "Topsy-Turvy" y "Vera Drake" [El secreto de Vera Drake]. Durante la aludida sequía de 17 años, estuvo trabajando sin parar, escribiendo y dirigiendo obras teatrales y haciendo películas para la BBC. Pero con el método de trabajo en el que insiste en su cine, le resultó imposible encontrar respaldo financiero.

Aunque en algunos círculos existe la impresión de que las películas de Leigh son improvisadas, en realidad siguen un estricto guión. Sin embargo, es aquello en lo que se transforman lo que asusta a sus inversores. Toda película da comienzo con una noción de la historia y con algunos actores a los que el director admira especialmente. Juntos, definen los personajes e "idean" situaciones improvisadas para los mismos, y va surgiendo la trama. Leigh se niega a mostrar el guión por adelantado a los patrocinadores, y tampoco acepta consultas sobre la elección de actores, además de que se reserva el montaje final. Aún así, no entiendo por qué los inversores le dan la espalda: ¿sabrán ellos lo que es el cine? A menudo terminan respaldando basura y perdiendo dinero. ¿Qué otro director conoces que nunca haya hecho una mala película, haya sido nominado a tres premios Oscar y cuyas películas tengan muchas más nominaciones?

Sally Hawkins también merece una nominación por su virtuoso trabajo en "Happy-Go-Lucky", donde interpreta a una maestra de escuela incansablemente positiva de unos 30 años cuya vida da un giro extraño cuando empieza a recibir clases del profesor de conducción equivocado. El instructor está interpretado por el comediante británico Eddie Marsan, y su trabajo es de todo menos un papel divertido.

"Al principio, las improvisaciones que hicimos implicaban utilizar un coche de verdad", me dice Leigh, "y conducíamos por las calles e improvisábamos la situación desde el principio, sin que los actores conocieran cómo eran sus respectivos personajes. Yo iba recostado en el asiento trasero y lo que estaba sucediendo en el coche me parecía tan hilarante que tenía que intentar controlarme la risa, pero las terribles calles de Londres no son lo mejor para la suspensión trasera de un Ford Focus. Trabajamos a fondo para corregir esas complejas escenas. Y estos chicos no dejaron piedra sin remover. Es como si su actuación hubiese ocurrido en ese mismo momento. Son como 'momentos' de verdad".

Vale, así que inviertes tu dinero en la producción y Leigh la dirige tirado en el asiento trasero. ¿Cómo empieza todo?

"Lo que hice", comenta, "es empezar a colaborar con los actores para que crearan a los personajes, y de alguna manera hubo un par de cosas que encajaron de inmediato. La primera fue que, después de haber trabajado con Sally Hawkins en las dos últimas películas y llegar a conocerla muy bien, sentía que había llegado el momento de hacer una película en la que fuese la protagonista para crear así algo extraordinario. La otra fue que quería hacer una película que se pudiera catalogar como una "película contra lo miserable". Una película celebratoria, porque en 2008 están pasando una gigantesca cantidad de cosas que nos pueden hacer sentir sombríos. Hay personas que se llevan bien con los demás, entre ellos los profesores, que por definición aprecian y nutren el futuro. Sabía que Sally y yo podíamos crear un personaje explosivo, enérgico y positivo".

Y lo hicieron. Es imposible que no sonrías al verla, a menos que, por supuesto, la odies con todas tus fuerzas.

"Es interesante que el personaje sea capaz de producir esa reacción en una minoría. Al ver 'Happy-Go-Lucky', parte del público reacciona de una manera inequívoca: "No soporto a esta mujer. Me gustaría matarla." Fue el comentario de un buen montón de críticos británicos, y aquí en Toronto también lo han dicho algunos. Simplemente no lo entiendo. Viene de una forma de ver las películas que se centra más en observar el lenguaje cinematográfico que en fijarse en la gente y el mundo. Es muy insular y cínico".

Cada película de Leigh suele tomar un desvío por una dirección inesperada. En esta ocasión, la heroína mantiene una conversación con un vagabundo que está en las últimas y que parece no tener nada que ver con el resto del guión, pero es emocionalmente invaluable para las escenas posteriores.

"El personaje es muy empático, abierto, se para a escuchar a los demás", comenta. "Está caminando por la calle a su aire, escucha un extraño canto y se topa con un vagabundo, pero no lo juzga, sino que se pone en su piel".

"Me encanta la escena", le confieso. "Happy" escucha al vagabundo, y le pregunta si tiene hambre. No tiene miedo, sino que está genuinamente preocupada por él. Creo que él es consciente y por eso finalmente se tranquiliza. Seguro que nadie ha hablado en días o semanas con él.

"Por supuesto", asegura Leigh. "De nuevo, un puñado de personas dijeron: "Simplemente no entiendo la escena. No encaja con el resto de la película. Es como una trama postiza". Intentaron que la cortara, lo cuál me resulta increíble, pero sigue en la película. En esa escena pasan cosas muy importantes. Ves caminando al personaje por una especie de parque. Va a lo suyo, parece un lugar tranquilo. Entonces se encuentra con ese tipo, le pregunta cómo está, vuelve a su apartamento y nunca se lo comenta a nadie. Ni siquiera es una especie de trama argumental. Es solo que algunas cosas hay que mantenerlas en privado, son sucesos a las que simplemente te aferras y que se convierten en algo íntimo".

Lo que ocurre es que al usar su método para hacer cine, Mike Leigh descubre dónde se esconden las cosas privadas y es capaz de sacarlas a la luz.

miércoles, 13 de enero de 2021

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (3)


El cine de Mike Leigh revisado por Roger Ebert. Parte 1, parte 2. Traducción: Frog2000

VERA DRAKE (EL SECRETO DE VERA DRAKE, 2004)

Reseña de Roger Ebert (2004)

Vera Drake es como una melodiosa delicia de ciruela centrada en una mujer que siempre tararea o canta para sí misma. Es feliz porque se siente útil y le gusta ser útil. Trabaja como mujer de la limpieza en la casa de una familia rica, donde pule el bronce como si fuera de su propiedad, y luego regresa a su piso lleno de gente para cocinar, limpiar y reparar las cosas para su esposo, hijo e hija, sin dejar de animarlos cuando el día a día los ha derrotado. Vera visita diariamente a personas inválidas para comprobar que sus almohadas están rellenas y que tienen cerca una buena taza de té, y también practica un aborto una o dos veces por semana.

Londres en la década de los cincuenta. El racionamiento provocado por la guerra todavía sigue en vigor. Un par de medias de nylon se pueden canjear por ocho paquetes de cigarrillos "player´s". Vera (Imelda Staunton) le compra azúcar a Lily (Ruth Sheen) en el mercado negro, pero Lily también le proporciona el nombre y la dirección de las mujeres que necesitan "ayuda". Lily tiene de dura y cínica todo lo que Vera es amable y confiada. Vera nunca aceptaría dinero por "ayudar" a las niñas porque "no tienen a nadie más a quien acudir", pero Lily cobra 2 libras y 2 chelines, aunque Vera no lo sabe.

En una película como esta, de actuaciones perfectas y aparentemente poco trabajosas, Imelda Staunton es la protagonista clave, y su éxito en la creación del personaje de Vera Drake permite que cada pieza de la historia encaje en su lugar y le pertenezca. Necesitamos creer que es alguien ingenuo para que Lily se pueda aprovechar de ella, pero nos lo creemos. Necesitamos creer que su moralidad es simple y pragmática para poder justificar los abortos, que hasta 1967 eran un crimen en Inglaterra, pero nos lo creemos.

Algunas de las mujeres que acuden a solicitar su ayuda han vivido historias lamentables: fueron violadas, todavía son casi niñas, se suicidarían si sus padres se enterasen, o en uno de los casos, tienen siete bocas que alimentar y la madre no tiene ganas de seguir adelante. Pero Vera no es una trabajadora social que brinda asesoramiento, simplemente las ayuda haciendo algo que cree que puede hacer de manera segura. Su método añejo incluye jabón, gel desinfectante y, por supuesto, mucha agua caliente. Otra abortista describe su método como "tan seguro como estar en casa".

La película está guionizada y dirigida por Mike Leigh, el director inglés actual más interesante, y como sus anteriores "Topsy-Turvy", "Grandes ambiciones", "Todo o nada" e "Indefenso", los propios actores la han ido "ideando". Dicho método consiste en reunir al elenco antes de empezar a rodar durante semanas o meses donde se va improvisando, creando y explorando a los personajes. No creo que la técnica haya funcionado nunca mejor que en esta ocasión: la vida familiar en esas pequeñas habitaciones es tan palpablemente auténtica que mientras los demás protagonistas esperaban sentados a la mesa del comedor a que Vera acabase de hablar con un policía detrás de la puerta de la cocina, pude sentir como si estuviese esperando en la estancia con ellos. No es que nos "identifiquemos", sino que la película nos hace partícipes tranquilamente y sin ambages.

La película no trata tanto del aborto como sobre la familia. Los Drake son cercanos y cariñosos. Stan (Phil Davis), el esposo de Vera, que trabaja con su hermano en un taller de reparación de coches, considera a su esposa un tesoro. Su hijo Sid (Daniel Mays) trabaja como sastre, mantiene una marca de moda propia, es popular en los pubs, pero vive en la casa de sus padres por culpa de la crisis inmobiliaria de la posguerra. Su hija Ethel (Alex Kelly) es tremendamente tímida, y hay otra trama dulce y discreta en la que Vera invita a un soltero solitario y taciturno llamado Reg (Eddie Marson) a tomar el té para, básicamente, zurcir un matrimonio.

"Vera Drake" cuenta una historia paralela sobre una chica rica llamada Susan (Sally Hawkins), la hija de la familia donde limpia Vera. A Sally la viola su novio, se queda embarazada y acude a un psiquiatra que podría derivarla a una clínica privada para que la realicen un aborto legal. Como todos en la película, a Sally hablar sobre sexo le parece terrible por ignorancia y timidez. "¿Te forzó?", la pregunta el psiquiatra, y Sally no está segura de cómo responder. La idea de Leigh es que aquellos con 100 libras podían conseguir abortar legalmente en Inglaterra en 1950, mientras que con dos libras dependían de Vera Drake, o de mujeres que no eran tan agradables como ella.

El mundo de Vera se desmorona cuando uno de los abortos casi produce una muerte, y todo cambia para la pequeña familia unida cuando la policía llama a la puerta. El Detective Inspector (Peter Wight) es un hombre de considerable envergadura, imponente, y no carece de simpatía. Cree en la ley y la hace cumplir, pero comprende de inmediato que Vera no quiere lucrarse, por lo que no se comporta de forma desagradable con ella. Por otro lado, en la escena del Tribunal nos queda claro que la ley no da cabida a los matices o a las circunstancias puntuales.

Algunas de las mejores escenas de la película tienen que ver con la familia sentada a la mesa, conmocionada (después de que Vera le susurre a su esposo al oído lo que ha pasado, desvelándole algo que nunca habría sospechado). En algunos momentos, Leigh utiliza su técnica para que un personaje reticente se convenza definitivamente de algo. En la última cena de Navidad de Vera, Reg, comprometido ya con Ethel, pronuncia lo que para él es un largo discurso: "Esta es la mejor Navidad que he tenido en mucho tiempo. Muchas gracias, Vera. ¡Un brindis!" Sabe que confesarle a Vera que la cena que ha preparado es perfecta significa más para ella que cualquier discurso sobre lo que está bien y lo que está mal, aunque luego argumenta: "Si eres rico todo va bien, pero si no eres capaz de alimentarlos, tampoco vas a poder amarlos".

"Vera Drake" no es tanto un alegato a favor o en contra del aborto como una película que se opone a las leyes que hacen poco por eliminar el aborto, pero mucho por convertirlo en algo más peligroso para los pobres. Sin importar lo que diga la ley, ni entonces ni ahora, sea en Inglaterra o en Estados Unidos, si te puedes pagar un pasaje de avión y las facturas médicas, siempre podrás conseguir que te practiquen un aborto de forma competente, por lo que esencialmente, las leyes convierten al hecho de ser pobre e intentar abortar en algo ilegal.

Puede que con esto esté revistiendo a "Vera Drake" de más ideología de la que probablemente pueda tener. La fuerza de la película de Leigh es que no es un panfleto, sino un retrato profundo y verdadero de estas vidas. Vera es amable e inocente, pero Lily, quien la proporciona los abortos, es dura, deshonesta y no tiene corazón. La película enseña que la ley es inflexible, pero le otorga al policía un rostro humano. Y lo que con más fuerza perdura de la película tiene que ver con cómo la familia Drake está a la altura de las circunstancias basándose en la lealtad y el amor.

"Vera Drake" fue nombrada mejor película, e Imelda Staunton mejor actriz en el Festival de Cine de Venecia. Sin duda, cuando llegue a los Oscar tendrá varias nominaciones.

HAPPY-GO-LUCKY (HAPPY, UN CUENTO SOBRE LA FELICIDAD, 2008)

Reseña de Roger Ebert (2008)

"Happy-Go-Lucky" de Mike Leigh es la historia de una buena mujer. Así de simple. Primero vemos a Poppy pedaleando en su bicicleta por Londres, siempre con una sonrisa en el rostro. Entonces se detiene en una librería e intenta animar al adusto dueño. No, la verdad es que no es así. Porque no quiere cambiarlo, tan solo infectarlo con su naturaleza torrencial. Puede que ni siquiera se esté dando cuenta de lo que hace. Luego alguien la roba la bicicleta. Y se lo toma con calma.

Poppy es uno de los papeles más difíciles que cualquier actriz podría afrontar. Tiene que sonreír y ser alegre y optimista durante (casi) todo el tiempo, y además hacerlo de forma natural y convincente, como si la luz del sol surgiese de su interior. Es más difícil que interpretar a Lady Macbeth. Sally Hawkins ha aparecido en otras películas, como "El secreto de Vera Drake" de Leigh y "El sueño de Cassandra" de Woody Allen, pero este es su papel estrella. En el festival de Berlín de 2008 fue nominada como mejor actriz. Emplearé deliberadamente un cliché: es toda una alegría para la vista.

Al principio, parece que eso es todo lo que hay. La película trata sobre Poppy, y su trabajo como profesora de primaria, y sus lecciones para bailar flamenco, y sobre su compañera de piso Zoe, y su hermana Suzy, y cómo comienza su relación con Tim, el consejero escolar que aparece para ayudarla con un niño problemático. Con esto casi estaría todo. Pero "Happy-Go-Lucky" es mucho más, y va mucho más allá.

En la escena con el niño pequeño, nos damos cuenta de que no es nada superficial, que es capaz de escuchar, observar, empatizar y encontrar el tono adecuado en cada respuesta. En otra escena, que parece no encajar pero es profundamente efectiva, se encuentra con un hombre sin hogar en las sombras bajo una vía de tren, y empieza a hablar con él. Es una de esas personas que canta una y otra vez lo mismo, con ferocidad. Ella lo escucha, habla con él, le pregunta si tiene hambre. No tiene miedo. Se preocupa por su situación. Creo que él es consciente, y ella se las arregla para aliviarlo. Es posible que este hombre lleve sin hablar con nadie días o semanas.

Así que vemos destellos de las interioridades más profundas de Poppy. Un día decide aprender a conducir y conoce a Scott, el instructor. Eddie Marsan lo interpreta de forma brillante. Es un comediante inglés que, como actor, a menudo ha encarnado papeles taciturnos y angustiosos, como el del padre judío pesimista de la reciente "Sesenta y seis". Scott es un hombre enfadado. Curiosamente para un profesor de academia de conducir, parece canalizar su ira al volante. Su sistema para ayudar a la protagonista a recordar el espejo retrovisor y los dos espejos laterales implica ponerles el nombre de ángeles caídos. Él la grita con ahínco. Nadie podría conducir con Scott a su lado.

Cualquier otra persona dejaría de dar clases con Scott después de la primera lección, pero no es el caso de Poppy. ¿Puede que porque cree que puede ayudarlo? Su relación se hace más profunda en una escena extraordinaria en la que de repente vemos las interioridades de los dos y entendemos mejor la jovialidad de Poppy. También nos damos cuenta de la aterradora inseguridad y el odio hacia sí mismo que se profesa Scott. Marsan actúa de una forma fascinante.

Esta es la película más divertida de Mike Leigh desde "La vida es dulce" (1991). Por supuesto, el director nunca ha hecho una película completamente divertida, y "Happy-Go-Lucky" tiene escenas que no lo son para nada. Siempre se descubren detalles de trasfondo y rarezas. Parece como si sus películas se desarrollaran de forma espontánea: ve a sus personajes de una forma que solo se va revelando gradualmente. Casi siempre descubre actuaciones notables, en parte porque elige actores, no estrellas, y en parte porque los actores y él ensayan durante semanas, equilibrando el diálogo, inventando historias, descubriendo de dónde provienen los personajes antes de comenzar a rodar la película, prediciendo a dónde podrían ir después de terminar.

Ya había visto a Sally Hawkins en otras películas. Era la niña de papá que acudía a la clínica privada en "Vera Drake". Ningún papel podría ser más diferente que el de Poppy. Leigh, que pasó años trabajando en el teatro, se la imaginó como Poppy, un papel que muy pocas mujeres serían capaces de interpretar. Puede que Meryl Streep pudiese mantener ese nivel de alegría vital, pero ¿qué es lo que no puede hacer?

Y también tengo que preguntarlo: ¿qué es lo que no es capaz de hacer Hawkins? Hay innumerables formas en las que podría haberla fastidiado. Pero se monta en su bicicleta y se gana nuestra más profunda simpatía. Como he dicho, Poppy tiene un don para no apresurarse, sino que se detiene un momento, estudia la situación, comprende a las otras personas e intenta ayudarlas. Pero con eso no quiero decir que se meta en sus vidas.

ANOTHER YEAR (2010)

Reseña de Roger Ebert (2011)

No todos los años se estrena una nueva película de Mike Leigh, pero cuando tiene lugar, nos vemos bendecidos con su simpatía, penetrante observación, e instinto para la comedia humana. Con lo de "comedia" no me refiero a una de risotadas, sino a la que te llena los ojos de lágrimas en el cine y nos permite reconocernos en sus personajes adorables y miserables. "Another year" de Leigh es como un largo y purificador baño de empatía.

Todo da comienzo con Tom y Gerri, una pareja del norte de Londres que lleva años felizmente casada. De inmediato nos damos cuenta de los riesgos que Leigh está dispuesto a asumir. ¿Un matrimonio feliz? ¿Entre dos personas sabias y adorables? ¿Que además son inteligentes y comprenden el mundo real? ¿Y que encima no son caricaturas, ni personajes comodones, ni clichés, sino simplemente dos personas a las que te gustaría conocer? Me moriría de los nervios cada vez que fuese a visitar su casa, y creo que tardaría mucho en marcharme.

Así se siente Mary (Lesley Manville). Lleva años trabajando en la oficina con Gerri, una especialista en trastornos de la conducta. Muchos tienen una amiga como Mary: soltera, ha dejado atrás la juventud pero tampoco lo parece, bebe demasiado, busca al cónyuge perfecto como una forma de mantener a distancia cualquier relación del mundo real. Mary se apega demasiado a Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen). Cada vez que los visita, nos recuerda aquella definición de Robert Frost: el hogar es aquel lugar donde, si tienes necesidad de acudir, ellos tienen el deber de acogerte.

Mary necesita una cura. Necesita de verdad la sobriedad. Lleva un signo invisible colgado alrededor del cuello: es una necesitada. Pero Tom y Gerri no dan lecciones. A veces dejan caer pistas de forma sutil. "Es una pena", le comenta Tom a Gerri después de otra triste visita de Mary, y eso es todo lo que tiene que decir. Sin críticas, sin ira, solo una declaración objetiva. En su vida compartida están de acuerdo en todo. Cultivan un huerto, trabajan, preparan cenas para sus amigos, esperan que su hijo encuentre a la chica adecuada, están enamorados. Sorprendentemente, con esa edad, su hijo de 30 años, Joe (Oliver Maltman), los ama y es feliz.

Leigh tiene un don para las escenas ambientadas en situaciones sociales que provocan vergüenza. Nos retuercen como espectadores, no porque los personajes sean molestos, sino porque nosotros también lo estaríamos en esas situaciones. Tom, Gerri y su hijo asisten al funeral de la cuñada de Tom. Nunca hemos estado en un funeral como este, y sin embargo, es como muchos otros. El clérigo desapegado, los eficientes funerarios, el padre distante, el hijo cabreado, el puñado de vecinos que no conocían tan bien al difunto, los esqueletos en el armario de la familia. Leigh husmea las maneras en que las personas muestran su angustia sin poder evitarlo.

La película no necesita esa escena. No tiene escenas obligatorias. Como la vida, es algo que sucede cuando conectas a las personas entre sí. Mary vive en un mundo muy pequeño, donde es poco probable que encuentre la felicidad. Se compra un coche para otorgarse mayor "libertad", pero nadie que beba como ella podría encontrarla. Empieza a tener fantasías con el hijo de sus amigos, Joe, como posible compañero. Joe lleva a casa a Katie (Karina Fernández) para que conozca a sus padres, que se quedan encantados. Cuando Mary conoce a Katie y se entera de quién es, es una catástrofe.

Todos los actores están perfectos. Lesley Manville es una virtuosa interpretando el patetismo de Mary y, sin embargo, nunca cae en la caricatura. Fíjate en la forma en que la cadencia de su voz va variando con la bebida. Fíjate en cómo las respuestas de Tom y Gerri a su amiga se van modulando durante el transcurso de la visita. Para el caso, observa a Ken (Peter Wight), el amigo de Tom. Ken no es ninguna bicoca, pero podría ser feliz saliendo con Mary y quizás casándose con ella, y después de todo, ¿puede aspirar Mary a algo mejor? Ella persiste en el engaño de que claro que sí.

Aquí llegamos a lo importante, lo más atractivo del cine de Mike Leigh. El autor no tiene miedo de que sus películas las protagonicen personas imperfectas. Jim Broadbent tiene demasiada cuota de pantalla, y Ruth Sheen no la suficiente. En la mayoría de sus películas, a todo el mundo se le ocurre una buena idea. A riesgo de ofender a muchos de sus muchos actores y colaboradores, confesaré que Mike Leigh no ha dejado ni una sola vez en 40 años que sus protagonistas sean estrellas de cine convencionalmente hermosas. En cambio, ha enriquecido el cine británico colaborando con personas nada convencionales, lo que incluye a actores y actrices como Imelda Staunton, Sally Hawkins, Timothy Spall, Marianne Jean-Baptiste, Brenda Blethyn y David Thewlis.

"Another Year" ofrece personajes que podríamos amar, hacernos sentir incómodos, identificarnos con ellos u horrorizarnos. Veo muchas películas en las que los personajes no tienen personalidad, tan solo atributos. Me gusta James Bond, pero también me hace pensar: ¿acaso es humano? Todos los personajes de "Another Year" son humanos, y algunos demasiado humanos. Ver esta película fue enriquecedor.

sábado, 9 de enero de 2021

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (2)


El cine de Mike Leigh revisado por Roger Ebert. Parte 1. Traducción: Frog2000

SECRETS & LIES (SECRETOS Y MENTIRAS, 1996)

Reseña de Roger Ebert (2009)

Se suele prestar demasiada atención al famoso método de Mike Leigh para "idear" sus guiones. Es conocido que suele imaginar a los personajes y una situación, pone a los actores a interpretar a los personajes, se une a ellos en los talleres donde el diálogo y la trama empiezan a tomar forma, y ​​solo entonces se pone a escribir el guión. Es cierto, pero tampoco eso significa que deje las cosas a medias: su película "Secrets & Lies" (1996) revela a un cineasta que suele trabajar con la más delicada de las precisiones para lograr exactamente lo que desea. La recompensa al utilizar su método se produce en escenas como las dos tomas más largas e ininterrumpidas de la película, cuando urge a sus actores a utilizar las disciplinas propias del teatro y la pantalla.

Leigh, nacido en 1943, filmó su primer largometraje, "Bleak Moments", en 1971. Su segundo, "Grandes ambiciones", se estrenó en 1988. En medio, estuvo trabajando constantemente para televisión y teatro, pero no fue capaz de financiar ninguna película porque los patrocinadores querían ver primero un guión y, por supuesto, el director no tenía ninguno. Cuando vi "Bleak Moments" la primera vez, supe que estaba viendo una obra maestra de un gran director y escribí una larga reseña para el Sun-Times. Resultó ser la primera crítica que se hacía de la película; Leigh había sido ampliamente ignorado en su hogar en Inglaterra. En los 17 años transcurridos entre las dos cintas, perfeccionó lo que instintivamente había empezado: retratos tragicómicos de personas descontentas en circunstancias difíciles, y un retrato del bochorno que se puede producir en las situaciones sociales que bordea la patología.

Aunque a veces convierte a alguno de los personajes en caricaturas, su trabajo posee cierta compasión que actúa como una red de seguridad para el espectador. Los personajes que parecen exagerados en una escena, de alguna forma se van puliendo más tarde mientras transcurre el metraje. En "Secretos y Mentiras" se puede ver en la actuación de Brenda Blethyn como Cynthia Purley, trabajadora de una fábrica que se tambalea descontenta por la pequeña casa en la que nació mientras observa a Roxanne, su hija de 20 años, con desesperación. Cynthia parece una antología de la tristeza y la preocupación más ásperas, pero cuando su peor pesadilla se haga realidad empezará a transformarse.

Es lo que sucede cuando recibe una llamada telefónica de Hortense Cumberbatch, a quien Cynthia dio a luz a los 16 años y terminó dándola en adopción sin haberla visto nunca. Hortense (Marianne Jean-Baptiste) es una mujer negra, ahora de unos 20 años, que trabaja de optometrista. Después de la muerte de su madre, decide buscar a su madre biológica, y el secreto guardado sobre la primera hija de Cynthia amenaza con salir a la luz. Este secreto ha sido ocultado no solo por Cynthia sino por su hermano menor, Maurice (Timothy Spall), y su esposa, Monica (Phyllis Logan).

Cynthia rompe a llorar y le cuelga el teléfono a Hortense. Su hija vuelve a llamarla. Cynthia acepta temerosamente reunirse con ella. Al principio no se puede creer que su hija sea negra: "Tiene que ser un error, cariño. Mírame". Cuando vio por primera vez sus documentos de adopción, Hortense también pensó que tenía que ser un error: "Aquí dice que mi madre es blanca". Hortense y Cynthia entran en un bar a tomar una taza de té, y aquí comienza la primera toma larga e ininterrumpida de la película: la cámara nunca se desplaza del plano medio, y nadie más entra en la composición. Cynthia le comenta que nunca ha dormido con un hombre negro ("Recordaría algo así, ¿verdad?"). Entonces su cara cambia. Acaba de despertar un recuerdo enterrado. Empieza a sollozar.

La forma en que las dos mujeres interpretan la escena es fascinante. Están actuando en tiempo real, generando una nueva relación en el acto: Cynthia siente los primeros sentimientos hacia esta hija que trabaja de optometrista, cuando su otra hija, Roxanne, es barrendera.

Las escenas de las dos mujeres, juntas y separadas, se entrecruzan con otras de Maurice y Monica, sin hijos, y la frialdad en la que ha encallado su relación. El director dedica una cantidad inusual de tiempo a los retratos realizados por Maurice en su estudio. Son interesantes en sí mismos. Una mujer cuyo rostro quedó señalado en un accidente de tráfico dice que quiere tener "el peor aspecto posible" para cobrar más cantidad del seguro. Luego se produce una extraña visita por parte de un borracho que le vendió el negocio a Maurice. ¿Por qué enseñar estas escenas? Porque sientan las bases del estallido de Maurice cerca del final, comenzando con: "Me he pasado la vida intentado hacer feliz a la gente".

Maurice y Monica, que viven en una espaciosa casa nueva, casi nunca ven a su hermana y su hija. Un día deciden invitarlos para celebrar el 21 cumpleaños de Roxanne. Cynthia insta a su hija a traer a su novio: "No sabría quien es ni aunque se parase frente a mí". Luego llama a Maurice y le pregunta si puede llevar a la fiesta a "una compañera del trabajo". Esta será Hortense, aunque es reacia a asistir a un acto familiar en el que se pueden producir ciertas dificultades.

Pronto llega la segunda toma larga e ininterrumpida, centrada en una mesa de picnic llena de gente en el patio trasero de la casa de Maurice, mientras los invitados se acomodan con cierta inquietud. La tensión es palpable, y no solo por la inexplicable presencia de Hortense. Cynthia, que crio a Maurice como su "hermano pequeño", odia a Monica, y el sentimiento se reproduce a flor de piel. A Roxanne no le gusta Maurice. Paul (Lee Ross), el novio, solo tiene un pequeño murmullo que casi ni es diálogo, pero si se le observa atentamente se verá que está aterrorizado mientras sujeta la comida: las manos apretadas, la barbilla temblando. Y luego, mientras se reparte el pastel de cumpleaños, Cynthia deja caer la bomba: Hortense es su hija.

Cómo se desarrolla este hecho y a qué conduce está englobado en el título de la película. Lo interesante es que no hay signo alguno de prejuicio racial. El hecho de que Roxanne esté aprendiendo que tiene una media hermana es suficiente. La conmoción del anuncio del secreto se extiende por la habitación, haciendo sacudir otros secretos familiares y mentiras.

Fíjate bien en la escena, porque ilustra perfectamente lo que quiero decir acerca de la delicada precisión de Mike Leigh. Cada ejecución de la cámara, cada primer plano, el tamaño y el tiempo de ejecución de cada primer plano, la edición de todo el conjunto, suman para poder desplegar la escena con la mayor fuerza posible. Es material suficiente para una temporada de tele-novela, pero desarrollado en varios minutos sin parecer nunca forzado o arbitrario.

Lo que se hace más complicado de muchas películas de Leigh es intentar procesar la parte cómica. En sus películas más optimistas como "La vida es dulce" (1991) y "Topsy-Turvy" (1999), la comedia es más evidente. En sus películas más oscuras, como esta, "Bleak Moments", "Grandes ambiciones" (1988) y, por supuesto, "El secreto de Vera Drake" (2004), se puede encontrar el humor, pero a menudo está reprimido y es insidioso, el tipo de humor que en una situación social te tienta a reír cuando parece inapropiado. Uno de los mecanismo favoritos de Leigh es idear algún tipo de fiesta, cena o reunión de la que se generan todos los hilos de la historia, a veces con tremendos inconvenientes.

"Bleak Moments" está finalmente disponible en DVD, al igual que la famosa película de la BBC de Leigh "Abigail's Party" (1977). La vergüenza social en ambas resulta palpable: ¿se supone que tenemos que reírnos o torcer el gesto? Es el tipo de elección que puede convertir una película en algo hipnótico. Considera una de las escenas largas de "Bleak Moments", cuando la heroína, una mujer hermosa, fría y reservada (Ann Raitt), acude a una primera cita con un maestro dolorosamente tímido (Eric Allen). Durante su parálisis en el restaurante chino, y en su confrontación con el camarero, puedes sentir toda la carrera de Leigh al acecho.

En mi crítica de "Bleak Moments" escribí que la película "no es entretenida de ninguna forma convencional. Lo que no quiere decir que ni por un momento sea aburrida o difícil de ver; por el contrario, es imposible no verla". Describe gran parte de su trabajo. Un compañero de la crítica me dijo hace mucho tiempo durante una proyección en un festival: "Estaba fascinado con lo que acontecía en la pantalla. No podía dejar de ver la película. Pero no podría volver a verla nunca jamás".

Yo sí que podría, escribí entonces, y lo he hecho. La fascinación que provoca Mike Leigh es diferente a casi cualquier otra cosa en el cine, porque se arriesga, profundiza, y explora la comedia humana buscando entre las lágrimas.

CAREER GIRLS (DOS CHICAS DE HOY, 1997)

Reseña de Roger Ebert (1997)

El mundo de Mike Leigh está lleno de esas pequeñas victorias ganadas dolorosamente. Sus personajes no poseen vidas que puedan evolucionar fácilmente; no se pueden rehacer de la noche a la mañana, como si fuesen historias de auto-ayuda exitosas. Están atrapados en quiénes son y en cómo empezaron, y de alguna forma encuentran el coraje para mantenerse y llevar a cabo mejoras sustanciales en su vida.

"Career Girls", la primera película de Leigh desde la anunciada "Secretos y mentiras", trata sobre dos mujeres de 30 años que fueron compañeras de habitación cuando iban a la universidad hace seis años en Londres. Ahora se encuentran de nuevo. ¿Han mejorado sus vidas? Sí. ¿Están donde quieren estar? No. ¿Están seguras de que pueden llegar hasta allí? La verdad es que no mucho.

Annie (Lynda Steadman) toma el tren en dirección a Londres para encontrarse con Hannah (Katrin Cartlidge), que todavía vive en la ciudad. Annie es tan tirante como una cuerda de guitarra: no habla, deja escapar las palabras a partir de sus inhibiciones. Sin embargo, está mejor que el primer día que conoció a Hannah en respuesta a un anuncio para buscar compañera de piso. En aquellos días, Annie tenía una desagradable afección cutánea que cubría la mitad de su rostro, y no era necesario que un especialista supusiera que la erupción estaba relacionada con sus nervios.

A Leigh le gusta dejar que las escenas se desarrollen a su propio ritmo. Nunca se apresura para llegar hasta la conclusión, porque la forma de hablar los personajes suele ser más importante que las conclusiones. Ambas actrices actúan de una forma muy femenina (o Leigh les indica que lo hagan), y mientras las observamos, recordamos cuán tranquilos y articulados suelen ser la mayoría de los personajes en las películas: ¡te imaginas que alguien ha escrito todos sus diálogos para que los memoricen! No es el caso de Annie, que parece ardientemente consciente de sí misma, ni de Hannah, que es tan nerviosa que las palabras le salen como si te fuesen a saltar encima. Me recordó una buena actuación en una película muy diferente: el trabajo de Benicio del Toro en la nueva "Exceso de equipaje", donde también encuentra un nuevo tono para sus diálogos, perezoso y arrollador. Los estilos discursivos distintivos pueden estar llenos de afectación, o pueden ser un regalo del actor: "Career Girls" es como un taller sobre la defensa personal conversacional.

Las dos mujeres se sientan y conversan, y luego deciden salir (Hannah está buscando apartamentos). Se encuentran con algunos viejos amigos de sus días universitarios, lo que incluye a un agente inmobiliario llamado Adrian (Joe Tucker), quien sorprendentemente me recordó algunas escenas de "Trainspotting", cuando Renton, el personaje de Ewan McGregor, se pone un traje y corbata y empieza a trabajar como agente de bienes raíces. Adrian estuvo saliendo con una de las compañeras de habitación, luego con la otra, pero no recuerda a ninguna de las dos.

En un flashback hilarante, vemos otra página de su vida social: cuando beben en un pub con Ricky (Mark Benton), que cierra los ojos cuando habla, quizá para leer mejor las palabras en el interior de sus párpados. Uno de los actores favoritos de Leigh es Timothy Spall, quien interpreta al fotógrafo de "Secretos y mentiras"; no es difícil ver a Ricky como una versión más joven del mismo personaje.

A medida que avanza "Career Girls", gradualmente nos vamos dando cuenta de que no habrá mucha trama que resolver. Annie y Hannah se encuentran en mitad de su búsqueda. Saben de dónde vienen, pero la dirección en la que van parece bastante turbia. No han tenido éxito ni tampoco han fracasado, ni son felices ni particularmente tristes, y tienen trabajos que, por el momento, conforman el eje de sus vidas. En resumen, son como la mayoría de los jóvenes con empleo de las grandes ciudades, y de forma importante, su imagen se define por los apartamentos en los que viven. (Al mirar por la ventana de un rascacielos que les enseña un agente inmobiliario, una de ellas comenta: "¡Desde aquí se puede ver la lucha de clases!") ¿De qué sirve una película como esta? Inspira a la reflexión. Las películas con un guión fuertemente delimitado establecen un objetivo y lo alcanzan, y podemos irnos a casa con la impresión de que se ha logrado alguna cosa. Las películas de Mike Leigh se dan cuenta de que para la mayoría de las personas, la mayoría de los días, la vida consiste en la rutina de ganarse la vida, interrumpida por pensamientos fugaces de adónde nos llevarán nuestros esfuerzos algún día: financiera, romántica, espiritual o incluso geográficamente. Nunca llegaremos a la mayoría de esos sitios, pero las imágenes mentales son las que nos mantienen intentándolo.

Annie y Hannah juegan siempre a un juego. Sostienen un ejemplar de "Cumbres borrascosas" de Emily Brontë, cantan "Señorita Bronte, Señorita Bronte..." y luego hacen una pregunta, como si fuese una tabla Ouija. A continuación abren una página al azar, apuntan con el dedo, y leen lo que indica donde están señalando.

Reconocí la edición que estaban usando: el libro en rústica de Penguin English Library, publicado por primera vez en 1965. Tengo una edición idéntica en mis estanterías, así que la agarré. "Señorita Bronte, señorita Bronte", dije: "¿cuál es el resultado final para los personajes de esta película?". Lo abrí en la página 163, apunté con el dedo y leí: "¡Oh, ¡me estoy abrasando! Quisiera estar al aire libre, ser una niña fuerte y salvaje, reírme de las injurias en lugar de enloquecer cuando se me dirigen.''

TOPSY-TURVY (1999)

Reseña de Roger Ebert (2000)

"Topsy-Turvy" de Mike Leigh es el trabajo de un hombre enamorado perdidamente del teatro. En esta obra de época gloriosamente entretenida, se cuenta la historia de la génesis, preparación y presentación de una ópera cómica, "El Mikado" de Gilbert y Sullivan, celebrando de paso todos los sueños y el trabajo duro, el conflicto de personalidades y el espíritu de equipo, la inspiración y lo mundano que sucede en cualquier presentación teatral, por muy inspirada o inepta que sea. Cada producción es completamente diferente y todas son exactamente como esta.

Al comienzo la película, Arthur Sullivan y William S. Gilbert acarrean 10 éxitos seguidos y gobiernan la escena teatral de Londres. Sus operetas cómicas, producidas por el famoso empresario Richard D'Oyly Carte, han costeado incluso la construcción del Teatro Savoy, donde, lamentablemente, su última colaboración, "Princess Ida", ha supuesto tal fracaso que incluso el dentista de Gilbert le dice que en realidad duraba demasiado.

El compositor Sullivan tiene suficiente. Recién nombrado caballero por la reina Victoria, decide que es hora de componer óperas serias: "Mi trabajo con Gilbert me está matando". Escapa a París, a un burdel, donde D'Oyly Carte lo localiza y se entera de que tal vez Gilbert (Jim Broadbent) y Sullivan (Allan Corduner) no vuelvan a colaborar jamás. Cuando Sullivan regresa a Londres, mantiene una reunión con Gilbert tensa y estudiosamente educada, y rechaza la última obra de Gilbert, tan boba como todas las demás: "¡Oh, Gilbert! ¡Tú y tu mundo del "Topsy-Turvy!" Los dos hombres son bastante diferentes. Sullivan es un mujeriego y un dandy, Gilbert es un hombre de negocios con buen ojo para los detalles teatrales. Un día, en mitad de su actual situación en punto muerto, su esposa Kitty (Lesley Manville), lo arrastra hasta una recién inaugurada exposición japonesa en Londres, donde observa una actuación de Kabuki, bebe té verde y se compra una espada, que su mayordomo clava en la puerta. Poco después, mientras camina por su estudio, la espada cae y surge la inspiración: Gilbert corre hasta su escritorio para empezar a escribir "El Mikado". El mundo de Gilbert y Sullivan está formado por tonterías caprichosas con rigurosa atención al detalle. La diversión se puede encontrar en la tensión entre la invención absurda y la entrega meticulosa: fíjate en la canción "I Am the Very Model of a Modern Major-General" de "Los piratas de Penzance", interpretada con la disciplina de un metrónomo, pero a un ritmo vertiginoso. Su propio formato supone todo un shock para los valores victorianos: las tramas y las canciones parecen convencionales mientras a la par las hacen parecer claramente una locura.

Mike Leigh podría parecer el último de los directores británicos modernos atraído por el mundo de las óperas del Teatro Saboya. Sus películas, que empiezan con guiones sin rematar, "ideados" por el director en colaboración con sus actores, siempre han tratado sobre la Gran Bretaña moderna, a menudo sobre tipos inarticulados, alienados, tímidos, hostiles, psicológicamente torpes tanto en su comedias como en sus obras más serias. En su filmografía se incluyen "La Vida es Dulce", "Indefenso" y "Secretos y Mentiras", nada ni remotamente cercano al cosmos de Gilbert y Sullivan.

Pero dale otra vuelta. Leigh ha trabajado tanto en el teatro como en el cine, y sus películas dependen más que la mayoría de disciplinas teatrales como la improvisación y el ensayo. En Londres, a menudo sus producciones han tenido lugar en pequeños teatros, donde incluso detalles como los tickets de entrada y la contratación de los tramoyistas no escapan a su atención. Cada átomo de su ser respira un hombre del teatro, y por eso existe una conexión directa entre su obra y la de G&S.

Los primeros tramos de "Topsy-Turvy" se asemejan en líneas generales a otras películas sobre teatro: fracaso, crisis, promesa de no volver a trabajar nunca más, inspiración repentina, un nuevo comienzo. Todo está muy bien hecho, pero la película empieza a brillar cuando se toma la decisión de seguir adelante con "El Mikado". No es simplemente una película que se fija en lo que hay detrás de la escena, sino en los libros de contabilidad, en la forma de contratar a los actores, en el diseño de vestuario, en los problemas del personal, en las decisiones de casting, en la vida sexual y en los trabajados ensayos sin fin llenos de detalles: para fabricar y perfeccionar incluso un estúpido momento sin importancia se necesitan horas de trabajo, y en lugar de prescindir simplemente del mismo, se desecha con estilo e ingenio.

Mi escena favorita es aquella en la que Gilbert hace ensayar a sus actores a base de lecturas lineales. El actor George Grossmith (Martin Savage) no expresa la agitación suficiente, y Gilbert le recuerda que su personaje está condenado a muerte, "por algún elemento sólido, sea aceite hirviendo o plomo derretido. Tenlo muy en cuenta". También se esfuerzan mucho para poder pronunciar de forma correcta la palabra "corroborativo". Gran parte de los miembros del reparto son veteranos de otras películas de Leigh, incluyendo a Timothy Spall, con su forma de pera y sus labios carnosos: su personaje parpadea en un intento de contener las lágrimas cuando su gran canción parece estar condenada al fracaso durante el ensayo general. Broadbent construye a un Gilbert preciso, engañoso e incisivo, y el Sullivan de Corduner es un estudio del típico socio que no es capaz de admitir que la grandeza radica siempre en la colaboración. El montaje de Leigh es astuto, ya que muestra grandes números musicales como "Three Little Maids" desde el ensayo hasta la noche del estreno, y el vestuario y los decorados recrean fielmente las clásicas producciones de la D'Oyly Carte Company.

No todos los espectadores estarán familiarizado con Gilbert y Sullivan. ¿Necesitan estarlo para disfrutar de "Topsy-Turvy"? Sospecho que no mucho más de lo que uno necesita saber sobre Shakespeare para poder disfrutar de "Shakespeare in Love", aunque en el caso de ambas películas, cuanto más sepas, más las disfrutarás. La crítica ha comparado las dos películas porque son de capital británico, ambas tratan sobre genios teatrales, y se ocupan de la tradición teatral. La diferencia es que "Shakespeare in Love" se centra en una historia de amor y "Topsy-Turvy" trata sobre el amor por el teatro. El amor romántico envejece y madura. La película nos recuerda que, de alguna manera, el amor por el teatro siempre es adolescente: descuidado, apasionado, culpable. Es una de las mejores películas del año.

ALL OR NOTHING (TODO O NADA, 2002)

Reseña de Roger Ebert (2002)

"All or Nothing" de Mike Leigh echa un vistazo detrás de tres puertas de una urbanización de vivienda pública del sur de Londres y encuentra soledad, desesperación y una obstinada veta de humor entusiasta. Sus personajes intentan recordar una época en que fueron alegres y tenían esperanza. Pero ahora queda poco que los anime, excepto comer y dormir, la tele, el pub el sábado por la noche y, el joven y desconsiderado sexo que los hace apurarse para criar a sus propios hijos ingratos.

Phil Bassett, interpretado de forma triste y con la dignidad maltrecha por Timothy Spall, es un conductor de taxi que mira hacia adelante mientras en el asiento trasero se desarrollan varios dramas. Su esposa, Penny (Lesley Manville), trabaja de cajera en Safeway. Tienen dos hijos gordos y poco atractivos: Rachel (Alison Garland), limpiadora en una residencia de ancianos que se sumerge en la lectura de novelas románticas, y Rory (James Cordon), que se tambalea desde la mesa hasta el sofá, sus ojos hipnóticamente fijos en la televisión, su voz oscilando entre la ira y el martirio.

Su piso da al pasillo exterior de un proyecto de viviendas de rasgos anónimos, pero tiene una puerta de madera con un llamador, un recordatorio de la época en que la familia tuvo la esperanza de transformarlo en hogar. Ahora es un lugar donde apenas se pueden encontrar. Phil duerme hasta tarde, su esposa va a trabajar temprano, Rachel vive en su propio mundo, y Rory rezuma hostilidad. Al menos Penny tiene la compañía de los vecinos del corredor: suele salir con Carol (Marion Bailey) y Maureen (Ruth Sheen), y acuden por la noche al karaoke del pub. Maureen es una madre soltera a cuya hija Donna (Helen Coker) maltrata su novio. Carol, cuyo esposo, Ron, también conduce un taxi, es una alcohólica que se tambalea alucinada a plena luz del día.

Suena sombrío, y lo es, pero nunca es deprimente porque Leigh, quien puede que en sus películas anteriores provocase algunas risas a expensas de sus personajes, claramente ama a estas personas y se preocupa por ellas. Son, nos damos cuenta, gente completamente sin recursos; carecen de las habilidades necesarias para disfrutar de la vida y se han visto atrapados en una rutina de debacle económica. Phil tiene la apariencia de un filósofo, y comenta tristemente que la vida es trabajar todo el día, dormir toda la noche y luego te mueres. Cuando un colega conductor se queja de un accidente automovilístico, Phil mira el lado positivo: "Es posible que si hubieses seguido conduciendo, hubieses atropellado a una niña a la vuelta de la esquina". La película presta atención a los vecinos, pero se centra principalmente en los Bassetts, hasta que un día sucede una situación imprevista, aunque no revelaré en qué consiste, que actúa como un catalizador que los saca de su depresión y letargo. Es el tipo de cosa negativa de las que surgen cosas buenas. Fíjate cuidadosamente en cómo sucede, quién reacciona y cómo lo hace, y verás que Leigh ha convertido a todos los vecinos en personajes cuyos problemas ayudan a definir la respuesta.

En "All or nothing" hay momentos de observación tan aguda que asentimos comprendiendo. Mira la forma en que Maureen se entera de que Donna está embarazada, y cómo lo maneja (al principio y más tarde), y cómo trata al novio. Mira cómo la alegría y la belleza brillan brevemente en el pub cuando las mujeres empiezan a cantar. Y fíjate en cómo Timothy Spall atraviesa una crisis vital mientras apenas dice una palabra y nos transmite todo lo que necesitamos saber con la mirada.

Hay una escena que explica a la familia Bassett tan bien como cualquier otra. Phil necesita reunir cierta suma de dinero, y habla con su esposa e hijos por separado. Rebusca una moneda debajo del cojín del sofá donde está Rory, pero Rory la encuentra primero y se la quita. Rachel le presta dinero como si fuese la menor de sus preocupaciones. Penny intenta averiguar qué estará pensando. Phil sigue repitiendo que le devolverá el dinero al día siguiente. Es su pareja desde hace 20 años y recoge el préstamo como si se lo estuviesen dando en el pub.

En la actualidad, Mike Leigh es el principal de los directores británicos, toda una ironía, porque después de su brillante "Momentos sombríos" (1971) pasó muchos años haciendo películas para televisión porque nadie le financiaba las películas para la gran pantalla. Sus actores y él improvisan los guiones durante largos períodos en los que viven como si fuesen los personajes. Los temas suelen ser la vida laboral de la clase media en Gran Bretaña, aunque en su alegre "Topsy-Turvy" (1999) nos habló sobre el "backstage" de las producciones de Gilbert y Sullivan. En "Todo o nada", regresa a su material más familiar en una de sus mejores películas.

Las escenas finales del filme casi son perfectas. Rory es el centro de atención: no te pierdas cuándo y cómo, de repente, dice algo en medio de una conversación que trata sobre su persona. Cuando un director consigue una risa de reconocimiento por parte del público, demostrando que conoce a sus personajes y retratando su comportamiento típico, es que ha hecho bien su trabajo. Estas personas son reales como pocos personajes del cine. Al final, parece que dejarán entrar un poco de sol en sus vidas y podrán comunicarse entre ellos un poco más. Y como espectadores nos quedamos aliviados.

jueves, 31 de diciembre de 2020

EL CINE DE MIKE LEIGH REVISADO POR ROGER EBERT (1)

Si tienes posado mi reciente fanzine ARCADE PUNK sobre la mesita del café (y si no, puedes conseguirlo escribiendo a felixfrog2000@yahoo.com), podrás leer la absurda peripecia que vivió el crítico cinematográfico Roger Ebert junto a los Sex Pistols, cuando lo contrataron para escribir el guión del proyecto "Who Killed Bambi?". Ebert es santo de mi devoción, y por eso llevo tiempo traduciendo en mi terruño de facebook algunas reseñas que no han salido publicadas en sus libros que se pueden localizar en el mercado de segunda mano en nuestro idioma. El oriundo de Chicago es capaz de sacar el corazón y el alma de una película en cuestión de un par de párrafos. Si a esto le sumas que le encanta el cine de Mike Leigh, como a mí, comprenderás por qué no me quedó otro remedio que traducir todas sus reseñas de las películas del director británico. Aquí van las primeras cuatro.   

BLEAK MOMENTS (MOMENTOS SOMBRÍOS, 1971)

Reseña de Roger Ebert (1972)

En la década actual de los setenta ha aparecido un nuevo tipo de película emergente que desde una percepción casi aterradora, tiene en cuenta las diferentes maneras en que las personas se comportan entre ellas. Ninguna otra forma de arte se adapta mejor a dicha temática que el arte cinematográfico: las obras de teatro no nos permiten acercarnos lo suficiente, y las novelas intentan describir cosas que solo se pueden observar. Pero estas nuevas películas que centran su atención en los matices más irrisorios del comportamiento humano dan pavor porque muestran mucho sobre quiénes somos.

Estas películas (aún no las he puesto nombre) se interesan en cómo el lenguaje corporal y las expresiones de territorialidad influyen en las relaciones humanas. La mayoría no solemos entrar en un salón al estilo John Wayne ni bebemos cerveza como Karen Black, pero desplegamos todo un conjunto de respuestas y señales personales que permiten que otras personas sepan cómo reaccionar ante nosotros. Disponemos nuestras señales, y leemos las señales de los demás.

Hasta la semana pasada solo había visto una película que utilizase esta nueva forma de contar una historia de forma exitosa: "My Night at Maud's" [Mi noche con Maud, 1969] de Eric Rohmer. En ella se contaba todo un drama personal (entre dos personas que querían o no hacer el amor a lo largo de varios momentos), no a través de palabras, sino que se fijaba en cómo interactuaban los personajes entre sí. De hecho, muchas de sus frases intentaban evadir la situación, pero a través de las mismas Rohmer mostraba la propia evasión.

Acabo de ver otra película que podríamos incluir en la misma categoría: "Bleak Moments" de Mike Leigh. Es una primera película de un joven director británico que en cada escena exhibe un dominio completo del tipo de caracterización que se ha propuesto mostrar al empezar a rodar.

Simple y llanamente, esta película es una obra maestra, y esa es una declaración que dudo que alguna vez tenga motivos para revisar de nuevo. Seguro que no atrae la atención de la mayoría de cinéfilos. Todavía recuerdo las muchas cartas que recibí, algunas muy sinceras y reflexivas, preguntándome por qué demonios había alabado tanto "My Night at Maud's" y "Claire's Knee" [La rodilla de Clara, 1970] de Rohmer. Intenté describir el atractivo que ejercían estas películas sobre mí, y por qué me parecían diferentes del cine ordinario, pero siempre resulta difícil, porque la gente todavía espera instintivamente que una película "avanzada" no lo sea tanto, y quieren entretenerse de una forma más convencional.

"Bleak Moments" (el título es muy apropiado) no es entretenida de ninguna de las formas convencionales, lo que no quiere decir ni por un momento que sea aburrida o difícil de ver: por el contrario, es imposible no seguir mirando. Después de la proyección anticipada en un festival, uno de mis colegas de la crítica me dio una opinión que sospecho que puede estar bastante extendida: “Me quedé fascinado y con la vista puesta en la pantalla. No podía dejar de ver la película. Pero nunca querría sentarme a verla de nuevo."

En mi caso, podría sentarme una y otra vez, pero entiendo los sentimientos de mi colega. Esta película se ocupa del dolor y la absoluta frustración de la vida de una forma tan básica que, después de todo, soportarla puede ser demasiado. Su grandeza no solo reside en la dirección o en la temática, sino en la completa singularidad de las actuaciones. Nunca nadie había actuado de esta forma en el cine: Annie Raitt y Eric Allan celebran escenas conjuntas tan buenas y dolorosas que te da miedo respirar por miedo a que se equivoquen. Pero nunca lo hacen.

La película se centra en Sylvia, una mujer que trabaja en una oficina y llega a casa por la noche para cuidar de su hermana, de 29 años y con retraso mental. La mejor amiga de Sylvia es una chica del trabajo que se llama Pat, y que vive con su madre inválida. Sylvia es una mujer hermosa, austera, de ojos grises, muy tranquila y callada. Proyecta inteligencia y una diversión cínica sobre su vida y su destino. Leigh es bueno retratando a sus personajes a base de escenas cortas y perfectamente planeadas, y creemos conocer a Sylvia después de una escena en la que se sienta en una habitación desordenada, bebe jerez y se lee algunas páginas de un libro. No es alcohólica, solo que cualquiera debería poder beber un poco de jerez por la noche sin sentirse mal al respecto.

Durante una de las semanas de su vida aparecen dos hombres. Uno es un maestro al que conoce ligeramente que la invita a cenar un sábado. Ella acepta. El otro es un hippie dolorosamente poco articulado, totalmente inundado de sus propios sentimientos de inutilidad, que viene a ocuparse de una máquina mimeográfica, ya que forma parte del staff de una revista underground que ha alquilado el garaje de Sylvia.

Sylvia da la impresión de ser un tipo de mujer con un profundo sentido del humor, alguien inteligente con necesidades eróticas generosas y exigentes. No es una solterona, sino que se encuentra cautiva. El maestro, Peter (interpretado por Eric Allan), también tiene sus propias necesidades, y son tan desesperadas que es incapaz de satisfacerlas.

Es alguien que sabe sobrellevar situaciones difíciles y proyectar maneras aprendidas: en la casa de Sylvia elude al hippie tratándolo como al niño escolar fracasado que (de hecho) es.

¿Y qué debería hacer Sylvia? Interpretada por Anne Raitt, es una persona que ha llegado a contener sus pasiones reservándolas para su intimidad. Durante la cena, la pareja sufre una experiencia dolorosa y (para Peter) humillante por culpa de un rudo camarero chino. Esta escena, como muchas otras de la película, hace gala de mucho humor oculto: durante su desarrollo nos apetece reír y llorar. Luego los dos regresan al apartamento, se sientan y se miran, y Sylvia bebe jerez e intenta tentar a Peter para que se relaje un poco. Pero él nunca lo consigue del todo.

Esta escena en la sala de Sylvia, que dura bastante tiempo, es de las mejores, y se puede ver cierto paralelismo con la famosa escena del dormitorio en "My Night at Maud's". Está claro que Sylvia quiere que Peter haga algo, pero tampoco puede obligarlo. Dios, ¡hazlo de una vez! Así que ella se sienta en el sofá y utiliza sutilmente su cuerpo, su rostro y su voz para intentar atraerlo a través de la habitación con su magnetismo erótico, pero él termina por no responder.

La escena es una de las más sexys que puedo recordar: a veces la represión de la pasión es más erótica que su realización inmediata. Lo que sucede en la habitación entre estas dos personas está tan recargado de deseo, y de la ira en la que se puede convertir el deseo frustrado, como cualquier cosa que puedas encontrar en la laberíntica evasión sexual de los personajes de Henry James.

Y luego asistimos a otro gran momento: Peter finalmente toma un sorbo de su vaso, y Sylvia cruza la habitación para llenárselo de nuevo. Pero él no quiere más. No importa: se lo llena hasta el borde y se lo queda mirando. "Bueno, ¿qué vas a hacer al respecto?", le dice (o beberlo o derramarlo). "Sostenlo tan firmemente como puedas", apunta. La agresión mutua enterrada en esta escena es tan violenta como las más frenéticas escenas de Peckinpah.

La interpretación de Anne Raitt es una de los mejores que he visto nunca. Su papel es tremendamente complejo. Tiene que hacernos saber todo sobre ella sin perder el control. Su superficie permanece intacta; su actitud es a menudo impasible, o convencionalmente educada o amable. Pero de alguna forma, nos metemos en su mente, entendiendo cómo se siente acerca de su hermana, sus amigos, su destino. La magnífica personalidad de Sylvia está atrapada dentro de esa vida desesperada, y Anne Raitt logra una de las cosas más difíciles que una actriz puede hacer para convencernos de algo así sin que creamos que lo está intentando sin conseguirlo.

Nunca antes había oído hablar de Mike Leigh o de sus actores. No sé de dónde provienen, ni de qué grupos de experiencia humana habrán podido extraer la película. Y sospecho que la gran intensidad de "Bleak Moments" evitará que alcance al gran público. De hecho, esta historia en particular nunca se podría haber contado de una forma atractiva para todo el mundo.

Es tarea de los festivales de cine encontrar películas como esta y proyectarlas para que puedan sobrevivir y prevalecer. El festival de Chicago de 1972 estuvo repleto de películas que vale la pena ver y recordar. Pero si solo nos hubiese descubierto "Momentos sombríos", habría cumplido perfectamente su misión.

HIGH HOPES (GRANDES AMBICIONES, 1988)

Reseña de Roger Ebert (1988)

Los personajes de "High Hopes" están justo en medio de la gran división generada en Inglaterra por Margaret Thatcher, entre los nuevos yuppies y los socialistas acérrimos.

Cyril y Shirley, supervivientes seudo-hippies de la década de los 70, viven haciendo gala de una cómoda pobreza en un pequeño apartamento, manteniéndose gracias a las ganancias de Cyril como mensajero motorizado. La hermana de Cyril, Valerie, vive en un vecindario exclusivo rodeada de comodidades modernas con su esposo, Martin, un vendedor de coches usados. Mediante su lenguaje, sus valores y la forma en que amueblan sus vidas, cada pareja sirve como un estereotipo para su clase: Cyril y Shirley son lo que los Tories creen que son los izquierdosos, y Valerie y Martin representan todo lo que la izquierda odia de aquellos más escorados hacia el thatcherismo.

A veces, los dos extremos viven literalmente uno al lado del otro. La madre de Cyril y Valerie, una anciana amargada y retraída llamada señora Bender, vive en soledad en el último piso de protección en una calle que se ha ido gentrificando. Sus vecinos de al lado son dos ejemplos particularmente aterradores de la clase social emergente que los británicos llaman "Hooray Henrys" (y "Henriettas", una traducción podría ser "cayetanos"). Embutidos en su lenguaje y sus gestos afectados, interpretan una grotesca parodia de la vida de la clase alta en su propia casa adosada reconvertida, y gustan de olvidar que hace muy poco fue una vivienda social para los pobres.

Todas estas vidas, y algunas otras, se entremezclan durante el transcurso de unos días en “High Hopes”, escrita y dirigida por Mike Leigh con la participación de los actores, quienes desarrollaron sus escenas y diálogos a lo largo de varias sesiones de improvisación. Leigh es una figura legendaria en el teatro británico moderno por sus obras de teatro y por sus películas para televisión, donde se disecciona sin piedad el sistema de clases británico, utilizando como arma la única emoción que más temen los británicos, la vergüenza.

Leigh sólo ha rodado otra película, la brillante “Bleak Moments”, hace unos 18 años. Al director le resulta difícil encontrar financiación para sus películas porque, durante dicha etapa, aún no tiene el guión: su sistema es desarrollar el material a medida que avanza. "High Hopes" fue respaldada por Channel Four, el innovador canal alternativo de televisión británico, y con su aportación ha producido una de esas raras películas en las que coexisten la ira y la diversión, en las que las escenas más divertidas son también las más dolorosas.

Por ejemplo, considera por un momento el dilema que se le presenta a la anciana madre, la señora Bender, cuando se queda en la calle, sin poder entrar en su vivienda de protección oficial. Naturalmente, pide ayuda a sus vecinos. Pero Rupert y Laetitia, que viven en la casa de al lado, son yuppies que tratan a los pobres como una enfermedad que esperan no contraer. Mientras la anciana se queda impotente esperando al pie de las escaleras, agarrando su carrito para la compra, su elegante vecina empieza a pensar que, después de todo, debería acogerla, así que la dice: “Date más prisa. ¡hop, hop!" La señora Bender llama a su hija, Valerie, quien apenas se molesta en venir a ayudarla, hasta que se entera de que su madre está dentro de la casa yuppie de al lado. Entonces se planta allí en un instante, con la esperanza de husmear y ver lo que "han hecho" con el lugar. Algunos de sus diálogos casi nos hacen sangrar, como cuando mira dentro de la guarida de cuero y latón de Rupert y grita: "¡Mamá, mira lo que han hecho con tu agujero para el carbón!" Ese tipo de materialismo y orgullo por las posesiones queda bien lejos de la actitud de Cyril y Shirley, la pareja de izquierdas, que todavía duermen en un colchón en el suelo y decoran su piso con carteles y cactus. Carentes de ambición, ganan lo suficiente para vivir con el trabajo de mensajero de Cyril, y allanan los momentos difíciles gracias al hachís.

Son una pareja muy amable, y la película da comienzo cuando se llevan a un desconcertado paciente mental a su casa; estaba vagando despistado por las calles de Londres, víctima del desmantelamiento del estado de bienestar por parte de Thatcher. (De hecho, Estados Unidos y Gran Bretaña son primos hermanos: recordemos que la administración de Reagan, benévolamente, llevó a miles de nuestros propios enfermos mentales a las calles). La mayor parte de la acción de "High Hopes" se centra en dos situaciones, ambas conectadas con la madre: la crisis de las llaves perdidas, y más tarde su fiesta de cumpleaños, que la histérica Valerie escenifica como una parodia de tiempos más felices. Mientras la confundida señora Bender se sienta desconcertada en la cabecera de la mesa, su hija la grita para animarla con estridente desesperación. La velada termina con una amarga disputa entre la hija y su esposo, mientras Cyril y Shirley conducen a la miserable anciana a su hogar.

“High Hopes” no es una película de mensaje simple, ni tampoco propaganda de izquierda que aluda a que los laboristas son más bondadosos y que el egoísmo siempre proviene de los conservadores. Leigh nos muestra un Londres que existe más allá de distinciones tan sencillas, y es posible que esté casi tan cabreado con Cyril y Shirley, relajados, gentiles e ineficaces fans de la marihuana, como con los crueles luchadores sube-peldaños de la escala social que aparecen en la película.

Gran parte de las preocupaciones de las que hace gala el filme parecen centrarse en el deseo de Shirley de tener un hijo, y en la objeción de Cyril de que quizá no deberían hacerlo. El conflicto no es el ya conocido de si "hay que traer o no" un niño a "este mundo". Más bien parece basado en la pereza manifiesta de Cyril.

Sencillamente no se quiere molestar. Por supuesto, en principio defiende todas las cosas buenas y se opone a todas las malas, pero en la práctica, es más sencillo encenderse un porro.

“High Hopes” es una película viva y desafiante, que nos arroja a la cara nuestras propias suposiciones y dejadez. Leigh se fija en sus personajes y sus estilos de vida de una forma tan vívida, tan despiadadamente y con un tono satírico tan agudo, que la película logra realizar un truco muy ingenioso: comenzamos riéndonos de los demás y terminamos sintiéndonos incómodos con nosotros mismos.

LIFE IS SWEET (LA VIDA ES DULCE, 1990)

Reseña de Roger Ebert (1991)

La mayoría de las películas comienzan sabiendo todo sobre sus personajes.

"La vida es dulce" parece ir descubriéndolo a medida que avanza. Realmente parece que la historia les resulta tan sorprendente a los personajes como a nosotros. Su director, Mike Leigh, trabaja de una manera única: reúne a sus actores y luego se pasan semanas o meses ideando el guión e improvisando juntos. Cuando terminan, empiezan a rodar con los personajes ya repasados de arriba a abajo.

En "Life is Sweet", dicho enfoque genera más humor y sentimiento en la misma historia de lo que la mayoría de los guionistas se habrían atrevido. Hay escenas que son más divertidas que las de cualquier otra película del año, y otras que nos hacen lamentar el dolor que pueden producir algunos tristes secretos familiares, y cuando termina, nos damos cuenta de que hemos visto una especie de obra maestra. Esta es una de las mejores películas del año.

La historia tiene lugar en una pequeña casa en un barrio de los suburbios de Londres, donde los padres, Wendy y Andy (Alison Steadman y Jim Broadbent), viven con sus hijas gemelas de 20 años (Claire Skinner y Jane Horrocks).

Las niñas son como la noche y el día. Nicola, interpretada por Horrocks, se esconde detrás de sus gafotas, su cabello enredado y sus cigarrillos. Además desprecia enormemente todo lo convencional, progresivo o saludable. Natalie, interpretada por Skinner, es cristalina, alegre y obediente. Cada hermana es la antítesis de la otra.

Andy, el padre, era atlético de joven, pero ahora se está dejando cómodamente. Wendy y él se casaron cuando eran muy jóvenes y han crecido juntos, aprendiendo algunas difíciles lecciones por el camino. Pero ahora parecen haberse acomodado en una confortable existencia, inspirada en parte por los lunáticos planes de Andy, y en parte por la forma en que Wendy se horroriza y se divierte con ellos. Hay un momento en que Andy lleva a su esposa al frente de la casa cubriéndola los ojos, y luego... ¡ta-da!, se los destapa para revelar su último plan para conseguir una vida más holgada, un puesto móvil de perritos calientes.

En su trabajo diario, Andy curra en la industria del "catering", algo que odia. Un día se tropieza con una cuchara y se rompe una pierna, se lleva la cuchara a casa, la cuelga en un lugar prominente de la pared para sentir vergüenza, y la acusa de haberlo traicionado con adjetivos de lo más cálidos y personales. Es difícil imaginar a un guionista escribiendo un diálogo así, pero nos parece tan original como apropiado; el tipo de cosas que surgirían de una actuación de improvisación donde se investiga un papel.

En realidad, el momento más divertido de la película tiene poco que ver con el resto: en él aparece un amigo de la familia (el temerario Timothy Spall) que abre las puertas de un sucio restaurante francés a pie de calle, contrata a una de las chicas de la zona como camarera, y luego se emborracha mientras espera a los clientes y revisa su inverosímil oferta gastronómica.

Mientras tanto, en casa, de una manera tan sutil que al principio no nos damos ni cuenta, la película desgrana sus matices más serios. Nicola está verdaderamente perturbada, convencida de que es fea y gorda, y la alegría de su hermana tan solo actúa como un depresor diario.

Las gemelas saben casi todo acerca de la otra, pero nunca han discutido abiertamente alguno de sus secretos, y ahora que los problemas subyacentes de la familia salen a la luz, empiezan a hacerlo. No quiero revelar demasiado. Especialmente quiero evitar estropear el extraordinario impacto de uno de los estallidos de Wendy, la madre, quien les dice a sus hijas algunas de las cosas que los niños nunca parecen percibir sobre sus padres.

Al final de "La vida es dulce", nos ponemos en contacto con la propia vida, con la forma en que todos nos esforzamos y hacemos las cosas, con cómo comprometemos algunos de nuestros sueños e insistimos en el resto. Ver esta cinta me hizo darme cuenta de lo aburridas y débiles que son muchas películas: cómo sustituyen las tramas por las cosas más deslumbrantes de la vida.

"Life is Sweet" ha sido el mayor éxito hasta ahora en la larga y valiente carrera de Mike Leigh, quien grabó una película titulada "Bleak Moments" que entró en mi lista personal de "lo mejor del año" en 1972, y luego no gabró otra película hasta "Grandes Ambiciones" de 1989 (que también se metió en mi lista de las "10 mejores", por lo que nunca ha hecho una que no formase parte de la lista). Los socios capitalistas de una película son comprensiblemente lentos a la hora de respaldar un proyecto sin guión, pero Leigh ha persistido en estas colaboraciones con sus actores donde, a su propia manera intrépida y terca, finalmente se ha convertido en un héroe.

Lo más sorprendente es que un hombre pueda ponerse en contra de las fuerzas del mercado del teatro y la pantalla durante 20 años y aún así conservar su sentido del humor. Y sin embargo, ese es el logro de este director. "La vida es dulce" es tan divertida, espontánea y libre como si la hubiese rodado un millonario por diversión. Véala y sentirá la libertad con la que se pueden hacer películas cuando se liberan del bloqueo producido por el trabajo en cadena.

NAKED (INDEFENSO, 1994)

Reseña de Roger Ebert (1994)

Parece como si los personajes de "Naked" de Mike Leigh hubiesen vivido de puertas adentro toda su vida, tal vez en un sótano. Su piel pálida y pastosa tiene pinta de ser fría al tacto a causa de la iluminación azul grisácea de la película. La cinta está filmada a base de grandes contrastes que logran que todo parezca un poco más sombrío y angosto de lo que debería ser. Y si escuchas atentamente la banda sonora, te das cuenta de que falta gran parte del sonido ambiental de fondo de la mayoría de las películas; se escuchan voces planas y sin tonalidad, resonando en lo que parece una habitación vacía.

En el caso de "Naked", todas estas elecciones estilísticas parecen de lo más adecuadas, y también el título, que describe a estos personajes sueltos en el mundo sin las habituales máscaras protectoras. Están vestidos, pero no de forma cálida o alegre. Pero también están desnudos de familias, relaciones, hogares, valores y, en la mayoría de los casos, trabajos. Viven con pocas posesiones en la Gran Bretaña moderna, excepto por sus palabras.

El personaje central de "Naked" es Johnny (David Thewlis), quien al comienzo de la película protagoniza una fuerte escena de sexo con una chica que llora en un callejón de una árida ciudad del norte, y luego roba un coche y conduce hasta Londres. Por la forma en que habla y ciertas cosas a las que se refiere, poco a poco intuimos que ha tenido una educación: es un "intelectual", en el sentido de que sus opiniones están formadas principalmente por palabras, no por sentimientos.

Algo ha ido terriblemente mal en su vida, y lo ha dejado varado y sin relaciones, empleo o esperanza. Acude al apartamento de una vieja novia, que está de vacaciones, y se muda allí, iniciando una relación condenada con la compañera de piso Sophie (Katrin Cartlidge), tan chiflada por las drogas que en todo caso, apenas parece capaz de conectar lo que dice con lo que piensa.

La "relación" entre los dos es tan patética que llega a hacerse casi inaguantable. El "sexo" que mantienen es un intento tan desesperado de sentir algo en medio de sus separadas tierras de nadie que es muy parecido a verlos infligirse heridas. Cuando otros personajes aparecen en el piso, especialmente uno arrogante e hiriente (Greg Cruttwell), el propietario, parecen visitantes de otros círculos del infierno cercanos.

Tampoco las cosas mejoran con la llegada de Sandra (Claire Skinner), cuyo nombre figura en el contrato de alquiler. Ella tiene trabajo, aparentemente se considera normal y productiva, y ofrece consejos y críticas gratuitas, pero la película nos invita a ver cuán precariamente se encuentra al borde de caer en el mismo abismo que sus amigos.

El método de trabajo de Mike Leigh es bien conocido. Reúne a sus actores, sugiere una temática y les pide que improvisen las situaciones de la película. El guión se desarrolla a partir de estas sesiones de trabajo. Este método ha creado en "Indefenso" a un grupo de personajes que posiblemente no podrían haber surgido con un guión convencional. Es el tipo de película más allá de lo imaginable, y solo se puede crear mediante la experimentación y la observación. ¿Es que existe gente así? Sí, un montón, con la capacidad y la inteligencia suficientes para llevar una vida funcional, pero carecen de la voluntad y, en particular, de empatía hacia los demás. De alguna forma se han escurrido de la foto. No es fácil volver a salir en ella.

La película de Leigh ganó el premio al mejor director en el Festival de Cine de Cannes del año pasado, y el premio al mejor actor para Thewlis, cuyo papel también ha sido honrado por varios grupos de críticos. Su actuación no tiene fallos. Le concede a Johnny una especie de heroísmo: no es que nos guste o aprobemos su conducta, sino que admiramos la forma obstinada en que se adhiere a sus creencias y avanza a través de la miseria, la ira y la desesperación. Hay una escena que se cuenta entre las mejores que Leigh haya rodado nunca. Johnny entabla conversación con un vigilante nocturno, que lo lleva de recorrido nocturno por un moderno edificio de oficinas. El subtexto es que el vigilante nunca hará lo que hacen los empleados en el edificio durante el día, sino que debe su supervivencia a su trabajo de protegerlo por la noche, lo que a gusto de Johnny carece incluso de cualquier base sólida.

Es una película dolorosa de ver, pero también estimulante, como lo son todas las buenas películas, porque estamos viendo al director y a los actores aventurarse más allá de cualquier idea convencional de lo que debe ser una película moderna. No hay trama, no hay personajes con los que identificarse, no hay esperanza. Pero el cineasta pone mucho cuidado: se preocupa lo suficiente por estos personajes como para observarlos de cerca, para notar qué parecen y cómo suenan y qué sienten.

Leigh ha comentado en una entrevista que si bien sus películas anteriores (incluidas "Grandes Ambiciones" y "La Vida es Dulce") podrían haber encarnado una visión socialista del mundo, esta se acerca a la anarquía. Estoy de acuerdo. En "Indefenso" sugiere un mundo en el que los sistemas sociales se han distanciado de algunos habitantes como Johnny y las mujeres del piso.

Al mundo le resultan indiferentes, y él a ellos. Hasta cierto punto, ni siquiera saben lo que les ha ocurrido. Johnny tiene un leve atisbo de la verdad. Su respuesta no es esperanzadora ni tiene un plan. Consiste en una risa dura y sardónica.

La destrucción es su única respuesta.

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...