Justo cuando creía que iba a renunciar por completo a los cómics de superhéroes, llega "Copra", un título que vibra con tanta vida e imaginación que resulta casi imposible de ignorar. Incorpora una plétora de influencias mainstream e indie, aunque no parece una simple mezcla a medio camino (un problema que afecta a la mayoría de los cómics de superhéroes en la actualidad), así que como resultado tenemos un cómic reconocible y, sin embargo, completamente diferente a cualquier otra cosa que se publica en el mercado. No es una hazaña pequeña.
A Michel Fiffe le puede parecer una especie de reivindicación (o al menos habrá disminuido su ansiedad), porque se pasó años peleando, intentando encontrar su propia voz y un público, hasta que la antología Zegas le dio lo primero y "Copra" lo segundo. Dicho éxito ha logrado que Marvel llame a su puerta, y ahora está guionizando All-New Ultimates para la editorial, una serie de equipo con tono adolescente.
Con la llegada de Copra: Round One, el primer tomo de esta serie a lo Escuadrón Suicida de ácido, parecía un momento tan bueno como cualquier otro para hablar con Fiffe, quien ciertamente no se queda atrás cuando se trata de analizar y charlar sobre cómics, su historia y elaboración.
Esta entrevista se llevó a cabo durante aproximadamente una semana (más o menos uno o dos días de titubeos por mi parte) a través de Google Doc y la revisamos entre ambos. Muchas gracias al Sr. Fiffe por ser tan amable y hacerla tan interesante. Y muchas, muchas gracias a Joe McCulloch por prestarme las diversas (y más considerables de lo que pensaba) lagunas en mi colección de Zegas y Copra.
Bien, para empezar, ¿cuántos años tienes y de dónde eres?Nací en La Habana, Cuba, en 1979, pero crecí en Miami, donde nos mudamos poco después. Toda mi familia es de Cuba, salvo algunos vínculos que tenemos con España. De niño llegué a vivir durante un año en Madrid. De hecho, fue allí donde me enamoré de los cómics, al leer cómics de DC traducidos.
¿Cuál fue tu primer cómic? ¿Lo recuerdas?
Tenía una gran antología de DC que se vendía en el Lionel Play World, en los Estados Unidos, pero me la dieron con tres años, así que no recuerdo gran cosa. Más tarde, cuando vivía en Madrid, leí una historia del Green Lantern de Dave Gibbons que completaba mes a mes los cómics de Flash. Esas historias de Gibbons me ponían como loco.
¿Qué tenían de extraño esas historias? ¿Son las que hizo con Alan Moore? En particular, recuerdo la historia del planeta Mongo.
No, no, en esa el guión era de Len Wein. Eran como cómics clásicos de superhéroes estadounidenses. Perfectos para DC, perfectos para un personaje que formaba parte de una línea de juguetes. Pero en las pocas historias que atesoraba en aquel momento aparecía un villano sediento de sangre con cabeza de tiburón que te hacía alucinar y te provocaba las peores pesadillas, y al final mataba a Green Lantern.
Aparte de los excelentes dibujos de Gibbons, eran relatos que me ayudaron a aprender a leer. Me metían de lleno en la historia, tanto narrativa como visualmente. Empecé a aprender el lenguaje de los cómics por defecto. Aquella historia publicada parcialmente mostraba un primer plano en tres viñetas, me comunicaba que al pasar la página se podía sorprender al lector, me instruía sobre la forma en que las figuras pueden guiar la mirada del lector. Cosas sencillas que, por supuesto, no pude entender hasta mucho más tarde. Pero cuando lo reviso, me doy cuenta de que Gibbons se las sabía todas. Y su dibujo era precioso. Además, esa historia era espeluznantemente infernal.
¿Solías leer o tenías cerca otro tipo de cómics? Me refiero a tiras de prensa, cartoons editoriales, series que pudieses sacar en préstamo de alguna biblioteca, etc.
Prácticamente solo leía Marvel y DC Comics. Cuando regresé a los Estados Unidos con 6 años, leía las "sundays". Luego tuve que empezar a aprender inglés, y los cómics definitivamente me lo pusieron muy fácil. Cómics, televisión y La Pandilla Basura.
La gente se burla de cosas como La Pandilla Basura, pero pueden ser una excelente forma de que los niños socialicen entre ellos, y que además conecten con la cultura en general.
¿Quién se burla? ¿Los padres de los ochenta? Son brillantes, y sí, pueden ayudar a un niño de muchas formas bastante productivas, me parecen geniales. Es así de simple. Sencillamente, mirar esos cromos es divertido. Sus creadores encontraron un filón, era otra cosa que, al menos en mi caso, espoleaba mi imaginación. Cuando escuchaba al vendedor de helados en la calle me ponía como loco. Llegué a robarle dinero a mi padre por primera vez para poder coger otro paquete más de La Pandilla, porque me obsesionaban. Tuve una vida delictiva para poder alimentar a los hijos de Spiegelman.
Supongo que tu interés por los cómics de superhéroes encaja con tu interés por el dibujo y el arte en general. ¿Ya dibujabas tan joven?
Si, todo el tiempo. Monstruos, extraterrestres, superhéroes... Redibujaba portadas de cómics. A veces agregaba mi propio diálogo en los cómics, o coloreaba ciertas partes que no me gustaban.
¿Te reconocían como artista en tu familia, escuela o grupo de amigos? ¿Te proporcionaron el dibujo o los cómics algún tipo de escape social, o principalmente eran algo que hacías en solitario?
Si, en su mayor parte era una actividad solitaria, pero nunca me sentía solo. Tenía un grupo de amigos que venían a casa y nos poníamos a dibujar cómics todo el tiempo. Creábamos mundos completos, enormes listas de personajes, nuestra propia línea editorial.
En cuanto a mis padres, eran personas muy artísticas. Mi mamá sabía pintar y mi papá dibujaba de niño, pero finalmente se dedicó a escribir. Al final, al estar en un nuevo país no les quedó más remedio que dejar de crear arte y concentrarse en sus empleos. Mis padres ingresaron en la clase trabajadora para que un pequeñajo de mierda como yo pudiese coleccionar trading cards de Adam Bomb y los juguetes de He-Man.
Aparte de Gibbons, ¿qué cómics y dibujantes te gustaban de niño?
Me he dado cuenta de que el material que me cautivaba de niño todavía me sigue emocionando. Siempre vuelvo a revisar los cómics de Norm Breyfogle y Jim Aparo en Batman. Y por supuesto, "El Regreso del Caballero Oscuro" de Frank Miller. Podría escribir un libro sobre cómo con nueve años, todo eso me impactó tanto. También me interesaba John Byrne, hasta el punto de que empecé a dibujar bíceps rayados y bocas abiertas con solo los dientes de la parte inferior. Tenía algunos cómics de Ditko, otros de Kirby... es como una lista de personas que todavía me encantan. El Daredevil de Ann Nocenti y John Romita Jr. me emocionaba profundamente cada mes. Ninguna película o videojuego, ni ningún otro cómic, me produjo la misma sensación. Bueno, excepto la Liga de la Justicia y el Escuadrón Suicida. Esos fueron mi trinidad.
¿Hubo algún momento en el que abandonases los cómics? En mi caso pasé por un período de seis meses en el que dejé de leer cómics, tan solo para volver a caer por culpa de, entre todas las series, Power Pack.
Oh si. Me quedé ahíto con los cómics caros y mierdosos de Image Comics, así que eliminé la mayoría de mis tebeos. Luego me metí en la música. La pausa de los cómics duró como... quizá un año, tal vez un poco menos. Fue más como un año escolar. El mismo amigo que me metió en la música, también me hizo volver a los cómics. "Milk & Cheese" y "Sin City" fueron los únicos que llegué a leer en esa época. Uno obviamente alimentaba mi amor por Miller, y el otro parecía el cómic más escandaloso, más personal y divertido que jamás había leído. Imagino que así se sintió la gente cuando se topó por primera vez con MAD o Crumb. Siempre amaré a Dorkin por ese "Segundo Número Uno". Quiero decir, en ese momento estaba al tanto de otros cómics que se editaban gracias a la Comics Confidential, que tuve la suerte de poder ver en Bravo a altas horas de la madrugada. Grababa el programa y lo veía una y otra vez. Ahí fue donde aprendí por primera vez sobre la historia de los cómics. ¡Fue donde descubrí Love & Rockets! ¡Nada menos! Pero hasta mucho después no pude ver y leer su serie, y de inmediato caí rendido ante la obra de los hermanos Hernandez.
¿Qué número de L&R? ¿O era uno de los tomos recopilatorios?
El número 11. Estaba en el piso de un amigo, ni siquiera era suyo. Luego, en casa de otro amigo vi una copia de la recopilación de Wigwam Bam, la de la portada naranja. Era de su hermana. ¡Ese sí que me enganchó pero bien! La cosa es que nunca compré cómics cuando era adolescente, no a un nivel sustancial. Claro, ocasionalmente me compraba cómics de Evan Dorkin, pero no tenía dinero, y cuando lo tenía, no era para comic-books. Love & Rockets me parecía algo masivo, como si tuviese que empezar desde el principio. ¡Y lo hice! Gracias a Barnes & Noble los jóvenes chavalejos como yo podíamos leer toneladas de novelas gráficas en su agradable librería con aire acondicionado.
Entonces, ¿en qué momento decidiste / te diste cuenta de que: A) podías hacer cómics para ganarte la vida; B) ¿Querías ganarte la vida haciendo cómics? ¿Fue un momento específico en plan "ajá” o un descubrimiento más gradual?
B) Desde que leí el cómic de Dave Gibbons. A) Desde el año pasado.
De acuerdo, estúpida elección de palabras, culpa mía. Sin embargo, ahora va en serio, cuando estabas pensando en labrarte una carrera, o al menos reflexionabas sobre lo que te gustaría hacer cuando llegases a adulto, ¿siempre tuviste los cómics en mente?
Bueno, los cómics... es todo lo que me interesaba. Un día, en tercer curso, nos pidieron a todos los estudiantes que dibujásemos versiones de lo que queríamos ser cuando creciésemos. Yo era el único que me dibujé sentado dibujando frente a una mesa de dibujo. Qué jodido imbécil. Dios, resultó vergonzoso. Llevaba años sin recordarlo. ¿Qué edad tendría... unos ocho? Supongo que fue justo entonces cuando "supe" lo que iba a ser.
¿Tenías algún objetivo en plan "Me gustaría dibujar Daredevil para Marvel" o "Algún día espero que me publique Fantagraphics"?
Ambos. En ese orden. De hecho, tenía un pequeño plan para poder "pagar mis deudas" y dejarme las pestañas en un cómic convencional o algo así, para ir desarrollando lentamente mis habilidades. Poco a poco me dejarían mayor libertad creativa, hasta que pudiese hacer mis propios cómics sin preocuparme del dinero. Ese plan se me ocurrió con 16 años. Estaba bastante seguro de que conseguiría un contrato con Marvel casi inmediatamente después de graduarme del instituto.
¿Fuiste a la universidad o recibiste algún tipo de formación artística formal?
Fui a clases de Arte en el colegio comunitario de Miami Dade durante tres semanas antes de que me diese cuenta de que necesitaba el dinero que me estaba gastando en esa clase para el alquiler. Pronto me mudé con mi novia, y continué haciendo historietas cuando no trabajaba en el supermercado local. Mi profesor de Arte del instituto odiaba los cómics, y en su tiempo libre hacía pequeñas acuarelas, principalmente para las salas de consulta de varios dentistas. En la academia no aprendí nada de lo que sé.
¿Cuáles fueron algunos de tus primeros cómics publicados? ¿Empezaste en antologías, webcomics o llegaste a auto-editarte?
Bueno, desde que me gradué del instituto con el sueño de mudarme a Nueva York, hasta que en realidad empecé a vivir en Nueva York como dibujante al que habían publicado, hice muchas revistas grapadas a mano, muchas muestras de páginas miserables para que las viesen los editores. Lo primero que publiqué fue para el boletín del sindicato de un amigo, pero ¿en cuanto a cómics? Fue para una edición de Free Comics, un periódico de corta duración editado por Aaron Leopold. Conseguí publicar un par de cosas aquí y allá, ya sabes, primeros pequeños pasos... cosas realmente crudas y torpes. Ese material no carece de encanto, pero mirar hacia atrás es un poco aburrido.
¿De qué años hablamos?
2003, 2004. Pensaba que era la leche, pero el mundo cerraba los ojos. Tenía veintitantos años y era un don nadie arrogante y combativo que intentaba escalar. Tenía que hacer cómics, ya lo había decidido, tenía que llevar a cabo esa elección vital. Y la publicación de esos pequeños relatos en antologías fueron suficiente para hacerme seguir adelante.
Entonces, ¿cuál fue el siguiente paso para que te convirtieses en un historietista publicado de forma "profesional"?
Bueno, me publicaron esos pequeños trabajos, pero no me parecen profesionales, porque nunca me los pagaron. Todo era gratis, gratis, gratis. Así ha sido siempre, ¿no? Me refiero a que hasta los aspirantes fanzineros intentaban conseguir trabajo dibujando un cómic de Eclipse. Todo era trabajo para el "currículum". El dinero nunca fue una opción, poder vivir de hacer cómics era una simple aspiración. Y para mí, incluso a mis veinte, me parecía que me faltaba toda una vida. Así que me tomé todo el tiempo del mundo en esas historias más cortas, en flyers para grupos, en ilustraciones para conciertos. Esa era la función de un aspirante a dibujante profesional, simplemente trabajaba y trabajaba y trabajaba y rezaba para que alguien se diese cuenta. Creo que el problema es que era demasiado orgulloso y obstinado para poder aceptar dicha faceta. Odiaba querer que alguien se diese cuenta de mi obra. Así que, como resultado, casi siempre me dejaba la piel para nada.
¿Cuál fue el primer momento en el que notaste que dejabas atrás esa nada?
Honestamente, no creo que todavía haya abandonado esa mentalidad. Sé que puedo seguir trabajando como lo hago actualmente, sin esperar gran cosa a cambio. Y trabajar de esa forma no te lleva a nada más que a hablar en la red con otros sobre viejos cómics. Me encanta, pero sobre todo, esta forma de actuar es una aventura en solitario. Y tiene sus pros y sus contras.
Me parece gracioso lo que dices, porque suelo pensar que formas parte de cierta generación post-comix alternativo que no tiene miedo de cruzar fronteras de género o declarar su aprecio por un dibujante o época determinada sin que le tachen de querer meter la cabeza en cierto "estilo".
Ese es el clima en el que nos estamos moviendo. Hasta donde sé, después del comix alternativo nadie ha intentado forzar las cosas para que suceda algo así, solo existe un grupo de dibujantes con un conjunto de habilidades específicas, zonas específicas de interés y ambiciones que parecen manifestarlo en cómics emocionantes. Pero antes yo hablaba de trabajar como si fueses único en el mundo. Personalmente necesito despejar un poco el camino. A veces, solo es un método para practicar el oficio. Otras se parece mucho a la realidad.
Pero al menos durante un tiempo, formaste parte de una especie de colectivo de cómics, Act-i-vate. ¿Fue una experiencia positiva, no en el sentido de formar parte de un "grupo de iguales", sino en el sentido de "dar un paso más en mi carrera profesional" o incluso una especie de "hey, webcomics, ¡me parece increíble!"? ¿Qué opinas?
Bueno, sí, fue todo eso. De acuerdo, tal vez no fuese para incentivar una "carrera profesional en los cómics". Al principio era divertido poder dibujar mis cómics y lograr que la gente los leyese... ciertamente fue divertido. En su mayor parte, el público estaba formado por otros compañeros creadores, o por el resto de miembros del grupo, pero a pesar de todo seguía teniendo un público.
Fuiste uno de los co-fundadores, ¿verdad? ¿Cómo surgió la idea?Co-fundador es un noble término que suena genial en Wikipedia, pero en realidad yo estaba en el mismo grupo que un grupo de dibujantes que publicaban su mierda en LiveJournal de forma gratuita. En ese momento, tenía dos trabajos y no disponía de demasiado tiempo para dibujar cómics, así que fue una buena razón para empezar a producir lo que fuese. Cogí una historia que ya había comenzado, Panorama, y seguí serializándola online.
(Continuará)