viernes, 27 de abril de 2018

MARSHAL LAW, THIRD WORLD WAR Y OTRAS REALIDADES, UNA ENTREVISTA CON PAT MILLS (4 DE 4)

Entrevista de Nick Hasted para Amazing Heroes nº 182 (1990). Traducción: Frog2000. Parte 1parte 2, parte 3.

HASTED: También aseguras que los bancos y el FMI (Fondo Monetario Internacional) están involucrados.

MILLS: Sí, lo están, mucho. La hipocresía del FMI es que se supone que está ayudando al Tercer Mundo, pero como probablemente sabrás, lo que realmente hace es entrar en los países, recortar el gasto público, incrementar el desempleo y respaldar toda una serie de medidas represivas que arruinan totalmente a la gente común, a los pobres, de ese país.

Cuando el FMI se mudó a Bolivia, familias enteras se terminaron suicidando, y lo hicieron porque no tenían otro lugar a donde ir. Ya se estaban muriendo de hambre, y la última medida del FMI, los impuestos con los que gravaron a la gente común en beneficio de los ricos, eran algo que no pudieron enfrentar, por lo que se suicidaron. Ese tipo de cosas también están sucediendo en este momento en todo el Tercer Mundo. Y lo bueno es que el FMI se presenta como el salvador, porque en algunas áreas concretas y simbólicas, lo que hacen es decir que van a ayudar a los pobres que viven en ellas.

Una solución real a la pobreza es la reforma agraria. En lugar de dejar que pertenezcan a gigantescas compañías multinacionales, de las cuales probablemente el 80 por ciento son estadounidenses o británicas, los habitantes del país deberían tener derecho a poseer un pedazo de tierra para cultivar sus propios alimentos. En su lugar son de las grandes compañías como Uniliver y General Foods. Hacen que el Joker parezca un monaguillo.

AH: Supongo que nunca has estado en América Latina.

MILLS: No, no he estado, no.

AH: Entonces, ¿cómo seleccionas qué fuentes utilizar en la serie de Third World War? ¿Y cómo las verificas?

MILLS: Bueno, uso un montón de material de investigación. Leo libros escritos desde ambos puntos de vista. También he hablado con una o dos personas de la Agencia de Desarrollo. Y la conversación fue algo así como: "Cuando se lee algo sobre USAID, suena como si fuese una organización muy siniestra". Y ese tipo me respondió: "Bueno, es una forma de verlo". Por lo menos no se dio la vuelta y me dijo: "Oh, no se puede decir eso". Es alguien que estuvo trabajando como agente de la Agencia de Desarrollo.

Pero como América del Sur y Central están tan lejos, la mayor parte de mi material tiene que provenir necesariamente de libros. Y he elegido deliberadamente libros que, en términos relativos, están en mitad de las dos posturas. Pero sencillamente esas cosas terminan por demandar tu atención. No tienes que ser de izquierdas para verlo. Esto es lo que siempre me sorprende, que la gente asuma que la izquierda detenta el monopolio de los asuntos que tienen que ver con la injusticia. Me parece bastante sorprendente.
AH: Dentro de la crítica que aparece en Third World War al capitalismo, ¿hay también una crítica de la resistencia en contra?

MILLS: Creo que también lo exploro un poco. Aunque hay una sencilla razón para que la crítica sobre el contexto de las protestas en América Central no aparezcan en la serie. Mis referentes eran los daños que la acciones de Occidente estaban causando en Centroamérica. Diría que cualquier daño o represalia contra Occidente nos está bien merecido. Es trágico y horripilante, pero tampoco es que se lo estén haciendo unos a otros, por eso nunca haría una historia sobre el Ayatolá Jomeini, además de por motivos de supervivencia personal. ¡No soy un completo estúpido! (Risas.) Lo que está pasando en Irán, al menos en su configuración actual, no tiene nada que ver con lo que está haciendo Occidente.

Por eso, en el caso de Centroamérica solo me preocupa el efecto negativo que tiene Occidente allí. Cuando se observa lo que ocurre desde Gran Bretaña, también te tienes que fijar en todo el tema del terrorismo. Y no creo que haya respuestas fáciles. Tal vez no haya respuestas en absoluto. Pero yo las intento buscar a través de Eve, a quien constantemente la están acusando de mantenerse al margen. La gente le dice que debería tomar medidas más directas. Por supuesto, el resultado lógico de algo así es que la gente acaba por explotar. ¿A qué conclusiones se puede llegar? No estoy seguro. Sospecho que en algún momento yuxtapondremos el terrorismo de estado y el terrorismo como reacción.

El compromiso definitivo de la historia recaerá en el personaje de Eve, que en este momento se  mantiene al margen, donde también está el lector, y donde también estoy yo, no es que me de por volar fábricas por los aires o algo así. Pero Third World War ocurre diez años en el futuro, cuando la situación se ha puesto más tensa. Y creo que esa es la idea. En América Central y Sur ocurren cosas parecidas. Cuando las cosas no están tan mal, las personas normales no se convierten en revolucionarias. No salen y empiezan a machacar a la gente. Pero cuando no tienen nada que perder, hacen lo que hicieron en Bolivia, donde todas las familias se suicidaban o empezaron a luchar. Si eres de clase media y acomodada, no creo que necesariamente tengas que condenarlos por eso. Porque no estás pasando por el infierno por el que están pasando ellos.

AH: Cuando investigaste para Third World War, ¿diste con algunos hechos políticos extremos por parte de Occidente que considerases increíbles? ¿Conclusiones que decidiste no incorporar en la trama?
MILLS: Todo lo que fui encontrando lo he ido usando, más o menos, excepto cuando tenía que retorcer demasiado la historia para poder incluirlo. Ciertamente, hay una o dos cosas que tuve que reflexionar mucho, por lo que solo he podido insinuarlas. Por ejemplo, los británicos han jugado un papel muy sospechoso en América Central: en un documental de televisión llamado World in Action aparecen algunas referencias. La Keeny Meeny Services, KMS, parece haber suministrado policía secreta al Tercer Mundo. Los entrenaban en Sri Lanka. Estuvieron involucrados en una explosión en Managua de la que la Consejería Exterior británica parece que tuvo algo de conocimiento, pero lo dejaron pasar. Pero sí, hay cosas que pueden ser bastante impactantes. Al principio no me di cuenta de que sería tan desagradable como iba a ser. Pero si, como guionista de cómic, escribes sobre el bien y el mal, que es principalmente sobre lo que trata la escritura de aventuras, así que no deberías hacer algo aburridamente político. Debería ser dramático y, perversamente, emocionante, además de trágico. Esta es una historia que trata sobre conflictos humanos, y aunque no siempre lo parezca, quizá estemos hablando sobre un nuevo género. Algunos los llamarían cómics políticos, pero yo simplemente las catalogaría como historias sobre personas que están siendo arruinadas por las grandes corporaciones. Un cómic político sugiere que estás intentando que la gente vote por los trabajadores, los demócratas o los republicano, o algo así. Por volver sobre tu pregunta, las cosas que más me sorprendieron fueron los escuadrones de la muerte y demás, que son bastante conocidos, y la falta de condena por parte de Inglaterra, y la forma en que los medios en Gran Bretaña lo retuercen todo, por lo que solo te ofrecen la mitad de la verdad. Por ejemplo, anoche estuve viendo un programa en prime time titulado "The Bill", donde se mostraron algunas actitudes increíblemente racistas. Contaban la historia de un tipo negro al que habían golpeado en la cárcel, y la última frase aseguraba que todas sus heridas eran auto-infligidas. En un programa convencional como este puede ser algo letal, porque sugiere que si una persona de raza negra se queja de maltrato en prisión, entonces también puede ser un paranoico. Y cuando los medios sacan a la luz este tipo de cosas, es cuando creo que hay necesidad de que exista algo como Crisis, que ha sido catalogada a veces como contra-propaganda. Igual es un poco extremista en algunos momentos, algo que no acepto del todo, pero supone un contrapeso para la mayoría de los medios, especialmente el de los cómics. 

AH: Tengo una cita de una vieja serie de Battle titulada "One- Eyed Jack", guionizada por John Wagner. Un viejo amigo de Jack en Vietnam está reclutando gente para luchar contra un grupo terrorista en Estados Unidos y dice: "todavía estoy en el ejército, todavía estoy luchando en una guerra. Pero ahora tiene lugar aquí en los Estados Unidos. Una organización apoyada por los comunistas ha formado un ejército de revolucionarios". Políticamente parece lo contrario de lo que estás haciendo tú en Tercera Guerra Mundial, pero es una historia igual de extrema y afilada. 

MILLS: Sí. Nadie va a prohibir un cómic porque posea valores de derechas. Mira Rambo. Me pregunto si Rambo aparecería en pantalla si fuese de izquierdas. En muchos sentidos, Marshal Law es deliberadamente un Rambo de izquierdas, porque creo que esa era una imagen que era necesario desglosar. En el especial de Marshal titulado "Crimen y castigo", el protagonista persigue a una especie de "Rambo" de extrema derecha. Negaré cualquier parecido con cualquier personaje de cómic existente, pero imagínatelo tú mismo, es un tipo que se toma la justicia por su mano. Marshal Law termina golpeando a este tipo de una forma muy similar a lo que haría Rambo, la última frase de Marshal, mientras deja que se lo coman vivo una pandilla de vagabundos es: "Oye, ¡te prometo que no voy a dejar que los liberales me hagan sentir culpable por esto!" Por eso Marshal es un Rambo de izquierdas, porque tiene que haber uno, para poder mostrar los valores al estilo Rambo que impregnan los cómics de superhéroes, para mostrar lo que realmente son. 
AH: ¿Crees que Crisis está alineada en la misma tradición de los cómics propagandísticos? Hace poco he visto un cómic estadounidense a favor de la Unión de 1913. Y los portugueses y los angoleños usaron cómics para intentar influir a los aldeanos cuando estaban en guerra. 

MILLS: Creo que es una tradición que me gustaría continuar. Porque cuando estaba haciendo mis historias situadas en Centroamérica, estaba al tanto de que los revolucionarios de allí estaban produciendo sus propias historietas de una página donde expresaban los problemas a los que estaban haciendo frente. Por supuesto, Brought to Light también está propulsado por ideas parecidas. En uno de los episodios que he planeado para Tercera Guerra Mundial, los personajes tendrán que producir un cómic como parte de una campaña de guerra psicológica. Así que sé que podría seguir escribiendo sobre esa tradición de manera incestuosa, desde dentro. También soy consciente de que hay personas que han hecho antes este tipo de cosas, como el caso de Last Gasp, que publicó algunas cosas sobre el caso de Karen Silkwood. Creo que fueron los primeros en hacerlo. Pero no lo veo tanto como propaganda, aunque tenga un efecto propagandista. Como ya he dicho, en realidad me parecen temas escritos desde un punto de vista dramático y emocionante. Y como guionistas y dibujantes de cómic, deberíamos tener la habilidad suficiente como para dar vida a estos temas, y hacerlos al menos tan interesante como los de fantasía. Así que, aunque en algún momento hayamos abordado estos temas en Crisis, creo que el verdadero éxito ha sido que hemos logrado publicar esa revista. Si por cualquier motivo alguien interrumpiese la edición, seguiría siendo jodidamente tarde. Porque ya hay toda una generación de lectores que ha leído Crisis y ha dicho: "Oh, sí, veo hacia dónde va. Puedo hacer algo parecido, no... puedo hacerlo mejor". Mientras que en la generación anterior, los lectores se fijaron en Green Lantern y se dijeron: "Escribiré una historia de Green Lantern". 

AH: Me parece que Crisis, y en especial Tercera Guerra Mundial, es verdaderamente propagandístico, porque informa a la gente sobre un punto de vista y espera que lo asimilen. ¿Es tu intención cambiar la postura de los lectores? 

MILLS: Bueno, acepto que como todas las buenas historias, Crisis tiene su propio punto de vista. La razón por la que Dark Knight sea una buena historia de Batman es que posee su propio punto de vista. No es uno con el que esté de acuerdo, pero está tan bien hecho que casi se podría perdonar sus momentos más dudosos. Incluso Love and Rockets tiene un punto de vista pro-campesinos, pro-el pueblo. En cuanto a cambiar las mentes de las personas, es algo que definitivamente quiero hacer. Casi como una técnica de supervivencia, porque si no puedo convencer a la gente de que estos son temas importantes, entonces no van a seguir comprándolo. 

AH: En parte, en estas historias sobre la lucha por la comida, haces que los personajes vistan con uniformes militares para de esa forma disfrazarlos como algo que parece que vale la pena leer. 
MILLS: Claro. Tiene que existir un anzuelo para que la gente se lo compre. Creo que todas las historias deberían tener un contexto. Marshal Law tiene uno muy poderoso. También me parece que algunas personas se fijan en el envoltorio en lugar de en el contenido: "¡Oh, me gusta la violencia!" En el caso de Tercera Guerra Mundial, no hay demasiado envoltorio. Me aterra por lo que pueda suceder en algunos casos, pero aún así hay muy poco. Estoy seguro de que habrá algunos que cojan Tercera Guerra Mundial porque malinterpretarán el título y lo abandonarán rápidamente. Los uniformes eran más para obtener una sensación tipo ´Nam. Debería agregar que haciendo un paralelismo con el mercado estadounidense, la serie más cercana a Third World War bien podría ser The Nam, lo que me hace sentir que no estoy siendo tan poco comercial. Básicamente, The Nam cuenta las cosas tal y como fueron. Lo hace desde un punto de vista con el que no estoy de acuerdo, por cierto, pero sin embargo son hechos auténticos, aunque un poco selectivos. Pero en muchos números de The Nam la gente no está explotando todo el tiempo, aunque las imágenes hablen subliminalmente sobre la potencia y el poder militar de Estados Unidos, como cuando vemos los bombardeos con napalm y los helicópteros. Tercera Guerra Mundial se encontraría en el mismo contexto. Son personas que están luchando en un Vietnam global. Lo que ocurre con The Nam es que ese tipo de guerra ahora ya forma parte del pasado. Ya no suceden ese tipo de guerras. Ahora hay guerras que más bien son conflictos de baja intensidad, infinitamente más sutiles. La idea es que puedas tener en marcha una guerra, y que nadie sepa lo que está pasando.

AH: También es una guerra que no se necesita ganar. 

MILLS: Así es. Porque creo que en Vietnam se dieron cuenta de que uno no puede ganar contra la mayoría de los deseos de la gente, a menos que destruya el país en pedazos, que es lo que algunos querían hacer. 

AH: Simplemente paralizan a los demás para que no ganen. 

MILLS: Mm. Hay quienes argumentarían que Estados Unidos tampoco perdió en Vietnam. Porque la amenaza de lo que le hicieron en Vietnam disuadió a otros de continuar, hasta que tal vez se toparon con Nicaragua. 

AH: ¿Estarías satisfecho si Tercera Guerra Mundial no cambiase la opinión del lector, pero por lo menos actuase como una especie de agit-prop, o un punto de información dentro de Gran Bretaña y América? 
MILLS: Sí. Por supuesto. La siguiente fase de la historia será muy diferente. Como el título de Tercera Guerra Mundial es omnipresente, puede significar cualquier cosa. Lo que significa que a continuación llegará la Tercera Guerra Mundial a Gran Bretaña; en otras palabras, llegará a un lugar donde se oprime a las personas negras. Así que el tema pasa de las guerras por la comida a simplemente cómo se vive en Brixton, el equivalente británico de Harlem. Y si eso genera un debate ya me parecerá bien. Creo que esta historia es lo suficientemente buena, porque ya ha impulsado algunas cosas. Hay otra historia en Crisis titulada Troubled Souls sobre Irlanda del Norte. Y la razón por la que Garth Ennis escribió esa historia es porque se leyó Tercera Guerra Mundial, él vive en Irlanda del Norte, y decidió escribir su propia historia. La revista de noticias Speakeasy está haciendo un docudrama gráfico sobre las Malvinas, así que diría que Crisis y The Nam han abierto la puerta. 

AH: Parece que después de quince años, es aquí donde finalmente ha llegado el cómic británico. Has sacado el cómic de las aventuras en la Segunda Guerra Mundial, lo has llevado hasta el espacio exterior, y ahora finalmente a la vida real.

MILLS: Sí. Hemos vuelto a la vida real. Probablemente hay algo increíblemente significativo en ello: ¡Dios sabe qué será! (Risas) 

AH: Supongo que ya era hora. 

MILLS: Sí, sí que lo era. Dicho eso, supongo que hay otras formas de hacerlo. Todavía sigo escribiendo para 2000 AD. Y hay ciertas cosas que puedes hacer en el entorno de fantasía, que no puedes hacer en algo más realista. Por ejemplo, siento que en Slaine estoy celebrando mis raíces celtas. Estoy interesado en saber donde estaban mis antepasados ​​irlandeses, y no creo que los dramas en la cocina me lo puedan decir.
CÓMICS HECHOS EN EL HOGAR

AH: Durante años, especialmente en Estados Unidos, la gente ha estado usando los cómics para escribir sobre sus vidas: la tradición underground alejada del mainstream. Art Spiegelman ve los cómics como una especie de literatura, porque como asegura, cualquiera puede coger un lápiz para crearlos. 

MILLS: Bueno, estoy de acuerdo. Podría decirse que la persona común puede vivir algunas experiencias capaces de generar una buena serie. Pero probablemente no sean las suficientes. Así que necesitas ese elemento de ficcionalización para construir las cosas. Probablemente solo será una persona de cada cien la que ha vivido experiencias realmente poderosas y trágicas. Por ejemplo, el tío que está escribiendo esta historia situada en Irlanda del Norte vive en Irlanda del Norte, pero lo que le sucede a su personaje no es lo que le ha sucedido a él, sino que simplemente recurre de vez en cuando a su propia vida real. Así que creo que las dos, la ficción y la realidad, están adecuadamente separadas. Afortunadamente, el tipo de experiencias atroces que se describen en Maus no le han sucedido a todo el mundo. Hay un tío en Estados Unidos, no sé si es de allí, que suele escribir cosas ultra-cotidianas. 

AH: ¿Harvey Pekar? 

MILLS: Sí. Pero creo que tengo razón si digo que aunque lo que hace es muy digno, también parece tener un límite. 

AH: Entonces, ¿prefieres la realidad ficcionalizada? 

MILLS: Sí, creo que sí. Puede que el chico negro que está escribiendo conmigo la serie no haya experimentado todo lo que necesita para hacerla, pero siempre puede recurrir a las experiencias de los demás. Si escribieras The Nam como la historia de un soldado individual, terminarías teniendo entre manos una experiencia muy selectiva, que probablemente no te diría lo suficiente sobre la guerra. Tal vez ese individuo se comportase de una forma correcta, o puede que el autor quisiera asegurar al lector que los vietnamitas estaban agradecidos por la participación estadounidense, pero esa sería la experiencia limitada del guionista. Creo que existe el peligro de caer en casos muy específicos. Por ejemplo, en Third World War también escribí un episodio sobre Irlanda del Norte, y de nuevo, lo hice con un co-guionista que se basó en una o dos experiencias que había tenido en su país. Y en su propio interés, y por equilibrar un poco las cosas, intentamos mostrar siempre ambos puntos de vista. Citaría como ejemplo a su personaje de ficción cuya puerta era derribada por el ejército británico, pero luego también mostrábamos cómo afectaba al ejército las acciones de los terroristas. Así que creo que existe cierto peligro de que solo se escriban experiencias limitadas y personalizadas. Pero si continúa el tiempo suficiente y las cosas funcionan, me gustaría traerme a Third World War una serie de co-escritores. Porque el tema es lo suficientemente amplio. Estamos fijándonos en el capitalismo en términos globales, y mostrando cómo se expresa de diferentes maneras: es como un camaleón, capaz de fundirse en el paisaje en diferentes formas. Realmente no estoy lo suficientemente equipado como para investigar, leer y dramatizar todos esos eventos. Creo que es mucho más honesto y contundente colaborar con gente que haya experimentado diferentes manifestaciones de esa opresión, y hacer que las escriban conmigo. 
AH: Entonces, ¿sería como una especie de biografía gráfica? 

MILLS: Sí. En cierto modo, sería una forma definitiva de democracia. Mucho dependerá de lo lejos que consiga llegar con mis propias teorías, porque no creo que haya nada místico en la escritura, algo que recuerda un poco a lo que decía Art Spiegelman. Lo único que impide que las personas escriban es el mismo error fundamental: escriben sobre cosas de las que no saben nada. Si escribes sobre lo que sabes, diría que habría tantos narradores de historias naturales como artistas naturales y músicos naturales. Y de una muestra representativa de diez personas, probablemente siete u ocho sean naturalmente creativas, pero les han quitado la energía: "consigue un trabajo respetable, consigue un trabajo real", "es mejor que no escribas, no dibujes, no toques un instrumento musical." Por ejemplo, rápidamente me di cuenta de que mi co-guionista en los números sobre las personas negras es un escritor natural. Me está enseñando cosas, no solo sobre temas negros, sino también sobre cómo escribir. No es algo condescendiente, en realidad estamos aprendiendo uno del otro. He visto artículos sobre cómo escribir cómics que suenan como si fuese un arte místico y elitista, como que tienes que tener un genio innato o algo así. Y creo que todo eso es una mierda. No tienes por qué pasarte cinco años estudiando cómics. Todo lo que necesitas es tener ganas de investigar de forma natural. Es un poco como la música rock. La mayoría de la gente que conozco que ha estado en una banda o pensado en montar una lo ha hecho. Pero eso nunca sucede en los cómics, aunque exista el potencial. Todo lo que tienes que tener son unos papeles, un lápiz, y acceso a una fotocopiadora. Y sin embargo, no hay tanta tradición, aparte de ese cómic de Newcastle, Viz, de comenzar a hacer un cómic en tu cuarto, y puede que terminar con algo que venda cientos de miles de copias. Pero se deberían hacer más. 
AH: Cualquiera puede coger una guitarra, así que, ¿por qué nadie va a poder coger un lápiz?

MILLS: Eso es. Creo que lo que frena a los cómics es ese elemento de elitista que me parece que tiene como base lo que nos enseñaron en la escuela. A todos nos enseñan a escribir como Shakespeare, o Byron, o Dickens, y si escribes como tú mismo, te dicen: "Es incorrecto gramaticalmente". Es una obsesión particular mía. Si te fijas en la visión conspirativa de la historia, diría que es como un condicionamiento deliberado para crear élites, reduciendo las oportunidades y haciendo que casi todos se ajusten a los valores establecidos. Así que se suelen ver muy pocos presentadores de televisión, escritores o cualquier otro que formen parte de la clase trabajadora. 

AH: ¿Crees que los cómics son particularmente adecuados para derribar esas barreras al talento? ¿Qué pueden funcionar bien al transcribir las vidas de las personas? 

MILLS: Sí. Creo que los cómics son la música pop de la palabra escrita.

lunes, 23 de abril de 2018

METAL MIKE´S DEMOS

1-Staring at the sun
2-Nowhere World
3-Train of losers
4-The American Way
5-Road to Nowhere
6-Garbage Pìt
7-STP Not LSD
8-A million eyes
9-Nothing Kind
10-World of broken hearts
11-Radiation
12-16 Tons of pot
13-Do want my love
14-Motorbike Baby

AQUÍ.

viernes, 20 de abril de 2018

MARSHAL LAW, THIRD WORLD WAR Y OTRAS REALIDADES, UNA ENTREVISTA CON PAT MILLS (3 DE 4)

Entrevista de Nick Hasted para Amazing Heroes nº 182 (1990). Traducción: Frog2000. Parte 1, parte 2.

AH: Insinúas con bastante convicción que los superhéroes no solo funcionan como modelos de roles masculinos, sino también como modelos de roles militaristas.

MILLS: Creo que sí, claro. Porque son una fantasía de poder, ¿no? Una vez leí un estudio sobre el efecto de los superhéroes en los niños pequeños, y uno de los chicos afirmaba: "Me gusta Superman porque puede hacer agujeros en las paredes y no se hace daño", y también: "Me gusta tal y como es porque mata y gusta a las chicas". Todas esas influencias afectan inconscientemente a la gente.

Yo no crecí con superhéroes, sino con westerns. Mis primeros recuerdos pasan por disfrazarme de vaquero, y parte del mito del vaquero era poder disparar a los indios. Así que hasta cierto punto, toda esa imaginería sigue presente mientras creces, con todo el racismo y la sensación de poder encubiertos, así como de la superioridad del hombre blanco. Es obvio que puede variar hasta qué punto afecta a las personas, pero ciertamente no es que te haga ningún bien.

AH: ¿Crees que el mainstream estadounidense es plenamente consciente de este tipo de valores e imágenes suministrados mediante el cómic de superhéroes y el bélico? Pienso en cómo se utiliza el lenguaje en la política exterior estadounidense. Parece como si esos valores estuviesen absolutamente conectados con el mundo de los cómics.

MILLS: Alguien me comentó que la CIA financia una serie de organizaciones que promueven ciertos valores culturales, pero en cuanto a los cómics no creo que lo necesiten: los cómics son capaces de hacer cosas similares por sí mismos. Tampoco es que en el medio exista una fuerte tradición de izquierdas. Las excepciones -como ocurre con Alan Moore en "Brought to Light" y Watchmen, y quizá las políticas sociales en Love & Rockets- no están respaldadas por una tradición lo suficientemente afianzada como para suponer una amenaza para nadie, y por lo tanto, creo que el mainstream simplemente las ignora.

Incluso por trágico que resulte, algo como Maus, que es un comentario sobre lo que sucedió en la Segunda Guerra Mundial, no supone una amenaza para nadie. Lo que me inspiró para empezar la serie de Third World War fue intentar ir directamente a la yugular. Intentar informar de que algo como esto está pasando ahora mismo en Centroamérica.
AH: En cuanto a los valores masculinos sobre los que habéis empezado a reflexionar en Marshal Law, y que hasta ahora habían inundado la mayoría de los cómics británicos y estadounidenses... ¿dónde te parece que están más arraigados?

MILLS: Creo que los cómics que llegan a todo el mundo se basan en el poder masculino. Afortunadamente, esto ha empezado a cambiar en los últimos diez o quince años, aunque diría que los cómics nunca cambian tan rápido: creo que nos estamos quedando atrás respecto al ritmo de la sociedad, y que hay muchas personas a las que les gustaría que volviésemos de vuelta a la Edad de Piedra vociferando: "¡Los cómics tienen que ser superficiales! ¡No te los tomes en serio!" Conozco a un destacado autor de superhéroes, un nombre conocido en Estados Unidos, al que Marshal Law le parecía simplemente una rareza, lo cual nos halagó y nos alegró un montón. Sus objeciones pasaban porque creía que Marshal Law se alejaba de los superhéroes tradicionales, él pensaba que deberían permanecer atrapados en su propia rutina hasta la llegada del Reino de Dios en la Tierra.

AH: ¿Qué tipo de roles femeninos representáis en Marshal Law que contrarresten los de todos esos dementes superhéroes?

MILLS: [Risas]. Por el momento, ninguno. Marshal Law es una cosa destructiva, la idea es destruir. Qué es lo que construiremos en su lugar es algo que veremos en algún momento en el futuro. Pero ahora lo más importante es demoler todos los iconos más palpables. Aunque está muerta, la novia del protagonista sigue muy viva en los flahsbacks. Se parece mucho al papel que hacen los padres de Batman, que parece que nunca desaparecen. Ella intentaba instilar en el otro yo de Marshal, Joe Gilmore, una especie de valores feministas.

También intenta señalar el montón de idioteces que es todo eso del militarismo. Por lo que se podría argumentar que ella sí que es una especie de modelo a seguir.
AH: Al mirar los dibujos de Kevin O'Neill en Marshal Law, se puede constatar que si los superhéroes son fálicos, entonces las mujeres de la serie se basan en los senos.

MILLS: (Riéndose.) Sí. Creo que es porque a Kevin le gusta ofender a todos con sus dibujos. Supongo que también existirá alguna razón para dibujarlas de esa forma, pero continúa.

AH: Obviamente, se puede ver algo similar en todos los cómics de superhéroes...

MILLS: Sí, tienes mucha razón, ¡me acordaré para la próxima! (Risas.)

AH: ...pero al mismo tiempo, en la serie nunca se comenta la idea de la mujer como objeto sexual.

MILLS: Sí, sí que lo hacemos. Por ahora solo has visto el número que acaba de salir, pero te puedo citar textualmente el segundo... Creo que al fijarse en Celeste, el símbolo sexual definitivo, la novia de Marshal Law comenta: "Dios, ¡mira esa vaca sexista! Las piernas son increíblemente largas, el pecho, enorme, tiene una enorme masa de pelo, la cabeza es excepcionalmente pequeña. ¿Te das cuenta de que su cabeza es más pequeña que sus pechos?" Y Gilmore responde: "¿en serio?" y ella continúa: "¡No pretendas que no te has dado cuenta!" Sí, creo que con eso cubrimos el concepto. 
AH: ¿Crees que parte de la razón por la que durante la mayor parte de su historia, los cómics del mainstream británico y estadounidense han sido básicamente basura reaccionaria, es porque las mujeres nunca los han leído? ¿Que el público y los cómics se han retro-alimentado entre sí?

Mills: En cuanto a Estados Unidos, no sabría decirte cuál puede ser el motivo, pero en Gran Bretaña existía una separación entre cómics masculinos y cómics femeninos. Es interesante fijarse en que cuando aludes a los "cómics para chicas" en una convención o en una entrevista, o en cualquier otro lugar, la reacción más inmediata es "¡cómics para chicas! ¡Aagh!" Lo que quieren decir realmente es: "¡cómics para maricas! ¡Aagh!" Los cómics masculinos son duros, machistas, lo auténtico. Así que claro que existe esa brecha artificial entre ambas tendencias, esa especie de apartheid entre sexos, algo que también ocurre en las escuelas y otros sitios. Dios, yo mismo fui a una escuela solo para chicos, y probablemente me dejó tocado durante años.

Así que creo que existe una verdadera separación en la sociedad que los cómics de niños y niñas tienden a reflejar. Claro, dentro de esa división artificial los valores masculinos, es decir, la fantasía de poder, se refuerza aún más. También se podría decir que cuando miras algunos cómics para chicas, algunos parecen bastante calentorros, y otros son bastante ñoños. Así que la respuesta sería humanizarlos, especialmente los cómics masculinos, porque creo que lo necesitan desesperadamente. Supongo que una vez que el cómic masculino se humanice, las mujeres empezarán a leerlo. Sé que se leen Crisis, por ejemplo, algo que me encantó.
AH: Tan pronto como las mujeres comiencen a leer cómics en gran cantidad, y demanden material para ellas, entonces el "trip" de poder de los superhéroes debería empezar a desaparecer.

MILLS: Bueno, creo que por desgracia llevará mucho más tiempo, y también sé que se producirán varias reacciones en contra. Por ahora, todavía hay muy pocas mujeres que estén trabajando en el cómic mainstream.

En Third World War nos ocupamos de algunos problemas que sufre la gente de color. Mi coguionista es negro y tengo previsto que más tarde una mujer negra co-escriba algunos episodios. Porque como el personaje principal es una mujer negra, me encantaría sentarme con alguien que esté exactamente en esa situación, y preguntarle: "Bueno, ¿qué es lo que harías tú? ¿Cómo lo expresarías?". Hay ciertas ideas que para alguien blanco y de clase media están vetadas.
TERCERA GUERRA MUNDIAL

AH: Bien, fijémonos en Crisis y en Third World War en detalle. Para empezar, ¿te ofrecieron el concepto, o fue algo que se te ocurrió a ti?

MILLS: El editor, Steve MacManus, tuvo una idea para una revista quincenal con dos historias de catorce páginas que más tarde serían recopiladas para el mercado americano como título mensual. Así que teníamos el ojo echado al mercado estadounidense, por lo que eso fue lo que se terminó convirtiendo en el magazine Crisis. Steve me comentó una idea que me pareció extremadamente graciosa, aunque al principio no me parecía adecuada para mí, excepto por un elemento: era un ataque al capitalismo. Así que le pedí escribir una historia sobre todo el tema, lo que terminó siendo Tercera Guerra Mundial. Sé que no les podría haber propuesto algo en plan: "¿Qué te parece que haga una historia que destruya a las multinacionales en Centroamérica, así como también a nivel global?". Sencillamente no me la habrían aceptado. Así que empecé a desarrollar la serie a partir de ese punto.

Siempre quise hacer una historia sobre la Tercera Guerra Mundial, pero mis conceptos todavía eran muy confusos, parecían algo como lo que se puede ver en televisión: la imagen de Bob Geldof diciendo: "Lleva tu mano hasta el bolsillo y saca dinero para dárselo a Etiopía". Se me había ocurrido una vaga idea para una escena bastante dudosa donde aparecían hamburguesas. Y mientras la gente se estaba muriendo de hambre, algunas tierras donde vivían sus habitantes se habían vendido para el cultivo de café, una bebida que se producía en ese país pero que luego se bebía en Occidente, mientras esa gente se seguía muriendo de hambre. Quería saber más, y estaba muy contento de que alguien me pagase por enterarme, y también de, con suerte, poder impartir ese conocimiento de una forma dramática y entretenida.
AH: La trama de Third Wold War presenta al lector toda esa información a través de Eva, una joven negra reclutada para "echar una mano" en América Central, pero el contenido político es mucho más interesante, al menos al principio. ¿Cuáles son tus principales objeciones sobre la política occidental en el Tercer Mundo?

Mills: En pocas palabras, no deberíamos estar allí. ¡Largáos! Esa es la mejor solución. Aunque a uno o dos les encantaría acusarme de comunista, sé que no se pueden reemplazar las cosas con un estado marxista, pero también de vez en cuando incluyo ideas marxistas en la trama de Third World War. Pero en definitiva, la conclusión es: "Lárgate. Estás arruinando nuestro mundo".

AH: ¿Podrías mencionar algunas políticas occidentales específicas con las que seas especialmente crítico?

MILLS: Bueno, el gran villano de Third Wold War es una organización llamada FreeAid, que es mi combinación de la Agencia Británica de Desarrollo Exterior (ADO) y una organización de Estados Unidos llamada USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Por lo general, cuando las personas tiene un punto de vista conspiranoico del mundo, se fijan en la CIA o en el MI5, o algo así. Pero lo fascinante de USAID es que es una organización absolutamente siniestra que está haciendo cosas muy extrañas y sutiles por el mundo. Y es esa sutileza en la que me fijo, porque creo que el verdadero mal es muy sutil, y tal vez ni siquiera sea consciente de que es malvado, simplemente tiene repercusioens malvadas. 

Básicamente, las políticas de USAID tienen la intención de extraer la riqueza de un país y almacenarla en América. Eso es específicamente lo que hacen. Y existen organizaciones paralelas como la Oficina de Seguridad Pública, que formaba parte de USAID, y ahora ha sido reemplazada por la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos. Todas estas diferentes agencias están deambulando por América Central y arruinando países. Ponen al cargo a líderes que acepten su status quo. Suministran armas para reprimir a la población, a veces incluso dan lecciones sobre cómo torturarla.

En la Escuela de las Américas de Panamá convierten a fuerzas policiales de toda América del Sur en completos bastardos fascistas, los enseñan a destrozar manifestaciones. Suministran recursos anti-disturbios, espuma paralizante, etc.

Pero lo peor de todo es que las compañías multinacionales, que trabajan codo con codo con estas organizaciones, utilizan a la USAID para promover políticas donde los alimentos se cultiven para su exportación. No tienes que ser de izquierdas o radical para saber que por lo general, la respuesta a los problemas del hambre en el Tercer Mundo es cultivar alimentos para las personas que viven allí, no cultivar flores que vuelen hasta Nueva York, porque el dinero nunca regresa a las personas que han cultivado esas flores.

Es una actitud que especialmente se puede observar en los cómics, algo en plan: "¿por qué escribes esa historia sobre la comida? Solo es algo que se come". Si no comes, te mueres. Es algo que está por encima del sexo, ¿no? Es lo mejor que sabemos hacer todos, y que yo sepa, todavía nadie había escrito una historia al respecto. Sin embargo, es mucho más interesante y relevante que casi cualquier otra cosa.

(Continuará)

lunes, 16 de abril de 2018

MARSHAL LAW, THIRD WORLD WAR Y OTRAS REALIDADES, UNA ENTREVISTA CON PAT MILLS (2 DE 4)

Entrevista de Nick Hasted para Amazing Heroes nº 182 (1990). Traducción: Frog2000. Parte 1.

AH: ¿Cuáles fueron las injusticias específicas que enarbolaron esos primeros guionistas y dibujantes para marcharse del mercado inglés? ¿Fue solo por la mayor cantidad de dinero que ganaban en Marvel y DC en comparación con IPC?

MILLS: Sí, en pocas palabras, fue por los royalties. En IPC-Fleetway, empecé haciendo tres títulos, Battle, Action y 2000 AD. Y después de dar inicio a 2000 AD, les dije: "No empezaré nada más hasta que no me deis parte de los royalties". Y me contestaron: "Que te jodan", y fue entonces cuando me cabreé. Con el paso de los años les seguí diciendo: "Quiero una parte de los royalties". Porque cuando los consigues, no te importa invertir mucho más tiempo en lo que estás haciendo. No solo consigues una tasa por página, sino algo adicional cada seis meses. Por eso en aquellos primeros días primaba más la cantidad que la calidad. Pero en el momento en que consigues royalties, tu actitud cambia por completo. Lo que se consigue, aunque supongo que los propietarios todavía no son demasiado conscientes, es la expulsión de los escritorzuelos. Siempre habrá cierto porcentaje de ellos, pero estarán marginados, que creo que es como deben estar.

AH: Después de Battle, en 1976 empezaste otro cómic de aventuras semanal, Action. ¿Qué es lo que se te había ocurrido para ese nuevo título?

MILLS: En realidad quería que siguiera lo que estábamos haciendo en Battle. Elevar las ideas para Battle un escalón. Mi criterio para Action, que creo que posteriormente ha sido malentendido, no era crear un cómic lleno de sangre y violencia, que es en lo que finalmente se convirtió, sino un cómic diferente. Quería sacudir el sistema, y ​​quería sacudirlo todo lo que pudiese.
AH: ¿Sabes cómo comenzaron [los ataques a Action]?

MILLS: Lo que ocurrió con Action es que se produjo un cambio de dirección editorial. Yo sabía qué es lo que quería hacer, pero me había ido a 2000 AD. El tío que se hizo cargo de Action después también sabía cómo hacer las cosas, pero se terminó marchando. La experiencia editorial del chico que se hizo cargo más tarde era Bobo, the Bunny, un cómic infantil. Y entonces los editores le exigieron: "¡Más sangre! ¡Más gore! ¡Eso es lo que vende!" Así que se dijo: "A la mierda, si eso es lo que queréis..." Pero la cuestión era que hasta entonces, al igual que más tarde ocurrió con la violencia de Marshal Law, es que había, si se puede llamar así, una especie de humanidad, siempre había habido cierto subtexto detrás de la sangre. Pero en Action se empezaron a publicar una nueva generación de historietas sin ninguna característica redentora. Eran historias inmorales. Una de ellas, titulada "Kids Rule OK", solo tenía chicos dando vueltas por la calle y apalizando a gente mayor en una especie de futura situación revolucionaria. Y no trataba sobre nada más.

La verdadera crisis surgió cuando sacaron una portada que mostraba a un niño balanceando una cadena de bicicleta y a un tipo tirado en el suelo. Y cerca de él había un casco de policía. Ahora bien, al principio no estaba dibujado como tal, pero al poner el color, el tipo sí que parecía un policía. Entonces la imagen completa se convirtió en "unos gamberros atacan a la policía".

Muchos periódicos empezaron a hablar acerca de este cómic repugnante, blah, bla, bla, los miembros del Parlamento debatieron sobre Action, entrevistaron al editor en televisión comentando lo impactantes que eran sus cómics. También empezó la presión por parte de WH Smiths, los vendedores. E incluso se podría haber producido algún tipo de situación penal: me parece que hay alguna ley que se remonta a la era de los cómics de terror con la que podríamos haber acabado siendo procesados.

Para frenar los ataques, se tomó la decisión de retirar Action de los quioscos. Eso sí, como me había ido a otro lado, y la habían dejado descalabrarse tan rápido, tengo que admitir no derramé ni una sola lágrima. Porque estaban yendo en la dirección incorrecta. Los malos guionistas y los malos dibujantes siempre buscan un atajo, una salida fácil, y en Action lo habían hecho. En este caso, la salida más fácil era la violencia. En los cómics de superhéroes, el atajo suelen ser las historias estúpidas.
2000 AD

AH: ¿Cómo afectaron a 2000 AD los ataques contra Action? Acabábais de lanzarla. ¿Teníais más o menos libertad para innovar, u os frenó lo que había pasado con Action?

MILLS: Bueno, prohibieron Action casi en el mismo momento que estábamos haciendo las historias del primer 2000 AD. Las historias originales de 2000 AD estaban basadas en el molde de Action. En gran medida usaban la ciencia ficción como una tapadera para la violencia. Así que teníamos historias protagonizadas por agentes secretos que hacían cosas como patear agujeros que taladraban a personas, y cosas así. Cuando prohibieron Action tuve que suavizar un poco las cosas. Y la junta empezó también a censurarme.

Por ejemplo, había una historia titulada "Flesh" en la que colocaban un styracosaurus en un Fleshdozer y lo convertían en hamburguesas. Y un miembro de la junta miró la historia y dijo: "Creo que esto es algo verdaderamente cruel con el styracosaurus". A lo que mi respuesta fue: "Bueno, mira, tío, llevan extintos cerca de sesenta y cinco millones de años. ¿Cómo es que te parece cruel?"


Pero pudimos hacerles ver que estábamos usando la ciencia ficción como un disfraz para salirnos con la nuestra con cosas en las que no podríamos habernos salido en una trama más realista. A veces intentaban hacernos escorar aún más hacia la ciencia ficción, para disfrazar más las cosas. Por ejemplo, al principio querían que diseñara "Judge Dredd" como si fuese un personaje del otro lado de la galaxia. Creo que uno de ellos había ido a ver a Star Wars o algo por el estilo, y nos dijo: "Sácalo de la Tierra, no hagas que viva en Nueva York". Yo creía que que la historia tenía que transcurrir en Nueva York, no podía ser en ningún otro lado, así que eso es lo que hicimos. Mirándolo en retrospectiva, me parece que todo comenzó con un concepto muy válido, utilizar el futuro para disimular los problemas. Hizo que nos librásemos de la censura, al menos por un tiempo. Descubrimos que si el "disfraz" del futuro iba demasiado lejos, entonces la historia se convertía en puro entretenimiento. Creo que lo que hicimos con Third World War y otras historias de Crisis fue decir: "No puedes huir de todo esto". Puede que ni siquiera sean historias condenadamente buenas, pero tratan sobre problemas muy reales e importantes. Es mucho mejor afrontarlos de cara. 

AH: Al leer "Judge Dredd" semana tras semana, durante un período de varios años, creo que lo que empantana un poco la sátira es esa fantasía de poder del tío que le puede disparar a cualquiera, casi en cada historia.
MILLS: Sí. Sí, opino lo mismo. Creo que el Juez Dredd también es como un alter ego de los guionistas que escriben al personaje. ¡John Wagner y Alan Grant son el Juez Dredd! (Risas.) Hay una buena cantidad de historias que son comedias negras y que tienen mucho de su propia personalidad. 

AH: Creo que lo que antepone el valor de 2000 AD sobre Battle y Action es que donde en estas últimas había una especie de amoralidad, en la primera hay cierta sofisticación en el recuento de cuerpos. 

MILLS: Sí. Porque no se toma demasiado en serio, aparece contenido humorístico. Creo que pudimos aprender del pasado inmediato y por eso se minimizó la tensión. Igual de importante me parece que llegasen nuevos guionistas y dibujantes y se mezclaran con las tradiciones del pasado. Cuando apareció 2000 AD llegó gente como Brian Bolland y Dave Gibbons y ayudaron a llevar las ideas un poco más allá. Estoy pensando particularmente en el tratamiento que le dio Brian Bolland a "Dredd", que fue bastante divertido y humorístico. Tendía a limar un poco el filo oscuro de "Dredd", me parece muy valioso.

AH: ¿Cuándo te diste cuenta de que el contenido y el estilo ilustrativo del cómic casaba muy bien con el punk? 
MILLS. Creo que casi desde que empezamos. Pero en gran parte fue bastante inconsciente. Creo que el estado mental punk es algo que va más allá de un estilo de vestir. Puedes tener sesenta años y tener una actitud punk ante la vida. Creo que "cualquier cosa que ofenda lo establecido" es una forma razonablemente sucinta de describir el punk. Y cosas que ofenden lo establecido es lo que he estado escribiendo y lo que John Wagner ha estado escribiendo y lo que Brian Bolland ha estado dibujando, durante toda nuestra vida laboral. Con un poco de suerte, dentro de cinco años seguiré haciendo el mismo tipo de cosas, y puede que no se denomine punk, sino de alguna otra forma. Me encanta crear historias que arruinen el status quo. Algunos de mis primeros recuerdos son dibujar hombres con tornillos en el cuello, convertirlos en aviones de papel y lanzárselos al jubilado que vivía al lado. Creo que es una actitud mental que ojalá sea intemporal. 

AH: La serie "Nemesis, the Warlock" parece un buen ejemplo de esa ética punk, donde el orden establecido tiene que ser derribado.

MILLS: Orden, disciplina, todas las cosas que personalmente me parecen anatema, si.

AH: Y también se puede comprobar que las cosas se repiten sin fin. Torquemada, el villano de "Nemesis", es una reencarnación de Hitler, un Tory. El Torquemada de la Inquisición española... 

MILLS: (Risas.) Si, así es. Escribirlo es una buena terapia, me mantiene fuera del manicomio. De nuevo, en "Nemesis" busqué otro ángulo. Por lo general, los alienígenas son retratados como criaturas espantosas, bestiales y fascistas, y los humanos son guardianes defensores y todo eso. Lo cual, si miras nuestra historia, parece una mierda absoluta y completa. Así que en "Nemesis" los extraterrestres son los héroes, y los humanos son el azote de la galaxia, lo cual estoy seguro de que vamos a serlo alguna vez si conseguimos cosas como el viaje intergaláctico. Por eso, cuando empezó "Nemesis" era bastante impopular por esa razón. Había un tío que era popular porque era como una versión actualizada de un agente secreto de los Thunderbirds, y por eso el lector se esperaba que apareciese una figura atractiva y dinámica como un James Bond novedoso. En lugar de eso aparecía un extraterrestre de aspecto bestial con cascos y cuernos que respiraba fuego y veneno. Lo hicimos muy, muy pronto, mucho antes que Alien y todas las cosas de Giger. Y algunos de los lectores nos decían: "Bueno, deberías hacer que se pareciera a Harrison Ford, alguien con quien nos podamos identificar". Y mi actitud era que si hubiera convertido a Nemesis en un ser humano que lideraba a los alienígenas o ayudaba a los alienígenas, entonces sería demasiado condescendiente, algo para blancos. Tenía que ser un extraterrestre, y ni siquiera un extraterrestre bonito. Al hacerlo humanoide y darle dos piernas, fui tan lejos como estaba dispuesto a comprometerme con lo que se esperaban. Los lectores lo han seguido aceptando de esta forma durante muchos años, pero al principio provocó esa otra reacción. 
AH: Tu héroe se parece exactamente al demonio, un alienígena de pezuña hendida que proviene de algún lugar remoto como centro de la historia. 

MILLS: Sí, también veremos algo parecido en la próxima historia de "Slaine" titulada "El Dios Cornudo", una celebración de los rituales paganos. El primer dios pagano fue el Dios Cornudo, que era consorte de la Diosa. Y cuando los cristianos se enteraron, lo denominaron el diablo. Entonces se podría argumentar que, en términos fundamentalistas cristianos, Slaine se ha convertido en el diablo. ¡Así que tened cuidado con los evangelistas! (Risas.) Pero no es demoníaco, no hablo de "magia negra". Trata acerca de los valores paganos, que en mi opinión son mucho más valiosos y admirables que muchos de los así llamados valores cristianos, que han provocado mucha más miseria en el mundo. 

AH: Los valores positivos que estableces contra el orden en "Nemesis", "Slaine" y ahora en "Third World War", parecen una especie de anarquía que se basa en la naturaleza. 

MILLS: Sí. Eso también se debe a que, especialmente en Slaine y en el caso del pagano Paul de Third World War, tengo un modelo a seguir en la vida real. Conozco a una bruja local que es un personaje bastante interesante. Así que para complementar de primera mano mis propias lecturas y conocimientos sobre los rituales paganos, simplemente tengo que hablar con ella. No siempre estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero creo que es muy importante que en los cómics se expresen puntos de vista alternativos. 
AH: ¿Cómo de lejos llegarías con todo este tipo de paganismo y anarquía? Porque esa parece ser la única oposición concertada al "orden" enloquecido que aparece en tus cómics. 

MILLS: Bueno, en lugar de ser necesariamente paganismo, sería algo como más matriarcal. Quizás la palabra matriarcal sea la más adecuada. La mayoría de las historias que estoy escribiendo ahora se basan en lo materno, o en lo humano. En Slaine: el Dios Cornudo, la Diosa es el núcleo de todo, la fuente de la vida. Ahora bien, esto no es una de esas viejas mierdas hippies. Pero me parece que vale la pena escribir sobre algo que da vida en lugar de destruirla. Obviamente si solo te quedas en la superficie, entonces seguirás perpetuando los valores masculinos, ese tipo de poder donde el héroe lo resuelve todo. Mientras que si te fijas bien en la historia, te darás cuenta de que inevitablemente es la comunidad la que resuelve las cosas, no el individuo. Incluso Marshal Law, cuyo cometido es destruir superhéroes, en algún momento tendrá que enfrentarse a la esencia de lo que es ser un héroe. Creo que incluso se insinúa al final del primer tomo. Dice que sabe dónde están los héroes, y las imágenes son dibujos de gente común, no de hombres con poderes tontos y trajes extraños. 
MARSHAL LAW

AH: La idea detrás de Marshal Law parece ser intentar dinamitar esos viejos valores masculinos. Me gustaría hablar sobre esa serie. Antes que nada, me pregunto cómo has conseguido escribirlo para Epic, porque hasta entonces tu consistente labor ha sido básicamente para el mercado inglés. 

MILLS: Bueno, durante años tuve la oportunidad de trabajar para Estados Unidos, pero siempre la había rechazado. Hace cinco o seis años, un tío con fuertes vínculos con DC me dijo: "Te puedo conseguir algo de trabajo haciendo Batman". Y yo le contesté, "Oh sí, ese tipo raro con ese maldito disfraz. ¿Para qué querría escribirlo?" La idea me dejó frío. Así que no se trataba de no querer trabajar para Estados Unidos, sino de no querer trabajar en cómics de superhéroes. Por eso, lo primero que hice para América, Metalzoic, una novela gráfica para DC, de nuevo, hablaba sobre valores paganos, valores tribales. Pero estaba en contra del mainstream. Apareció casi al mismo tiempo que Watchmen. Así que una historia que transcurría un millón de años en el futuro sobre un Walt Disney robótico simplemente no podía funcionar. Más tarde, Kevin O'Neill y yo empezamos a pensar en hacer algo para Epic, pero la revista acababa de echar el cierre. Entonces Archie Goodwin, a quien le gustaban nuestras cosas, nos dijo: "Bueno, ¿por qué no hacéis una serie?" Kevin acababa de diseñar un personaje grotesco, Marshal Law, así que tuve que idear una historia para ese personaje. El problema fue que tenía que escribir una historia con la que me sintiera a gusto. Sin embargo, el personaje parecía un cerdo fascista absoluto. También parecía un superhéroe, porque llevaba una máscara. Y entonces pensé: "¿Sería capaz de morderme la lengua? ¿Podría escribir sobre estos personajes a quienes llevo odiando durante los últimos doce años de mi vida?" Antes de comenzar 2000 AD ni siquiera sabía de su existencia. Y lo que hice básicamente fue darle la vuelta, al igual que había hecho en "Nemesis". Apliqué mi lógica habitual y lo convertí en un cazador de superhéroes. ¡Qué gran salida para mi aversión por estos tipos! Y Kevin, que está encantado de arrojar veneno sobre cualquier cosa, se entusiasmó mucho con la idea y se le empezaron a ocurrir muchas de las frases más negras de la tira. ¡Nos divertimos un montón! 
AH: ¿Sentías como si de alguna forma estuvieses escribiendo un cómic de superhéroes, o al contrario? 

Mills: No. Creía que estaba escribiendo una historia sobre cazadores, y que los superhéroes son la presa. Por lo tanto, tenía que reproducirlos fielmente como presas, tenían que ser tridimensionales. Así que tuve que ponerme a estudiar cómics de superhéroes, lo que prácticamente me dejó muerto. Tener que leer estas malditas cosas de principio a fin es bastante horrible. Pero por lo general, la inspiración empezó a llegar y mi dedo empezó a apretar el gatillo. Cuando escribo Marshal Law rápidamente me meto en el personaje, hasta cierto punto es como un alter ego. He de añadir que no es que necesariamente me desagraden los superhéroes per se. Lo que no me gusta es lo que hacen. Creo que Marshal Law aclara bien ese punto. No hay nada de malo en la idea de las aventuras de fantasía. Pero me molesta más el hecho de que los superhéroes tienden a reforzar los valores de derechas. Inevitablemente, están del lado del imperialismo estadounidense, y lo digo como marxista sin carnet. Sus valores son anti-mujeres, pro-poder y pro-agresión estadounidense. Hay superhéroes que interfieren en los asuntos de otros países. También refuerzan el complejo de mártir de Estados Unidos, porque parece que no está bien que los terroristas derriben aviones estadounidenses, pero es perfectamente admisible que Estados Unidos aplique una política exterior agresiva contra el Tercer Mundo. Lo que me parece más triste de todo esto, es que existe una tradición de izquierdas muy, muy poderosa en Estados Unidos. Gran parte de la información que conseguí cuando empecé a escribir Third World War y Marshal Law proviene de libros de izquierda estadounidenses. Y sin embargo, en los cómics de superhéroes aparece muy poco. Quitando algunas notables excepciones, los superhéroes parecen enaltecer valores muy tradicionales, lo que hace que sean cada vez más sospechosos.

(Continuará)

miércoles, 11 de abril de 2018

MARSHAL LAW, THIRD WORLD WAR Y OTRAS REALIDADES, UNA ENTREVISTA CON PAT MILLS (1 DE 4)

Entrevista de Nick Hasted para Amazing Heroes nº 182 (1990). Traducción: Frog2000.

A principios de los setenta parecía como si los cómics británicos no tuviesen ningún sitio a donde ir. Los cómics humorísticos como The Beano estaban quemados, y el cómic de aventuras tradicional se estaba muriendo. Junto con John Wagner, Pat Mills cambió este panorama. Mientras estaba trabajando en series a las que en principio odiaba, Mills ayudó a salvar a los cómics británicos dándoles agallas y relevancia, cualidades que ahora mismo siguen conservado.

El pasado de Mills no debería haberlo llevado hasta ese punto. Nacido en Ipswich en 1949, el autor se describía a sí mismo como "mitad de clase trabajadora, mitad clase media", y se metió en el mundo de los cómics solo como periodista. En 1971 estuvo trabajando para la DC Thompson de Dundee, el hogar de The Beano, donde también escribió para Romeo, "un título naif impreso en papel naif (y ordinario)". Pero Romeo, un cómic femenino, también tenía buenas historias y le mostró a Mills el camino a seguir. "Algunos editores de IPC solían leer los cómics para chicas", recuerda, "que comenzaban a florecer con un nuevo estilo donde se pasó a contar la realidad genuina, tal y como era. Y recurrieron a John Wagner y a mí. Nos dijeron: "¿Podríais hacer lo mismo pero para chicos?" Y así comenzó todo".
Tras mudarse a IPC (actualmente Fleetway) en 1974, Mills y Wagner empezaron a realizar cambios en Battle, un violento cómic bélico de mucho éxito. Battle, y los guiones de Mill para el título, alcanzaron su punto álgido con "Charley's War", una historia realista contra la guerra con buenos dibujos. A este le siguió Action, otro éxito muy controvertido. En parte, Mills pensaba en Action como "una serie de películas clasificadas "X", películas que los niños no podían ver". Eso incluía a "héroes" como "Hookjaw", un tiburón asesino. Las innovaciones de Action chocaron contra parte de un público ultrajado, seguidas por la de algún parlamentario y los vendedores de los quioscos. Pero en medio de todo ese lío, Mills ya había vuelto a moverse.

En 1977, todavía en IPC, y junto a Wagner, se dio inicio a la revista 2000 AD. Hogar de Juez Dredd, 2000 AD cambió dos cosas en Gran Bretaña. Atraídos por su humor negro, los adultos empezaron a leer el magazine. Y Estados Unidos también comenzó a darse cuenta de la existencia de los autores británicos, porque Mills alentó talentos como el de Brian Bolland, Dave Gibbons y Mike McMahon. Mientras las empresas estadounidenses empezaban a atraer a más y más de estos artistas mediante lucrativos acuerdos, Mills se quedó en 2000 DC ayudando a los nuevos creadores a establecerse (mientras escribía sus propios proyectos para los americanos como Metalzoic y Marshal Law).

La preocupación de Mills por los problemas de nuestra realidad se remonta a sus comienzos y al comic británico para niñas "contado tal y como es". Pero su última tira ha alcanzado un nuevo escalafón. Third World War. La serie conforma la mitad de Crisis, el nuevo magazine que acompaña a 2000 AD (en los Estados Unidos se editará como una maxi-serie). Mills está utilizando estas historias para atacar los males de la sociedad: las multinacionales, el racismo policial y otros temas igual de peliagudos. En New Statesmen lo definieron como "el cómic mainstream más radical jamás concebido". También es el siguiente paso lógico en la carrera que Mills ha ido construyendo para los cómics británicos.

Esta entrevista tuvo lugar en una única sesión en abril de 1989. Fue conducida, transcrita y editada por Nick Hasted.
INICIOS

AMAZING HEROES: En 1971 empezaste a trabajar para DC Thompson como editor ayudante. ¿Cuáles eran tus antecedentes?

PAT MILLS: Una carrera como escritor frustrado. Quería meterme en periodismo y no tenía ni idea de cómo hacerlo. No tenía contactos dentro de la industria, y tampoco la sabiduría habitual de la clase media para saber cómo hacerlo. Así que por puro instinto intenté escribir para varias publicaciones. Hasta cierto punto, en la revista Punch me alentaron un poco, y envié algunos argumentos humorísticos a varias compañías de televisión, muchas historias "casi terminadas por completo". Pero me daba cuenta de que necesitaría una época de aprendizaje en una compañía para poder descubrir cómo convertirme en un profesional independiente. Así que respondí a un anuncio de la DC Thompson para cumplir así mis objetivos.

AH: ¿Te interesaban los cómics antes de comenzar a trabajar en ellos?

MILLS: No, ninguno en absoluto. ¡Y creo que ese odio que le tengo a algunos cómics todavía se puede percibir en la actualidad!

En mi generación muchos adolescentes se estaban leyendo el último material de Stan Lee. En ese momento había una especie de boom por las cosas de la Marvel. Pero nadie me llegó  a poner ante las narices alguna copia de los números clásicos de Spider-Man, así que ni me di cuenta de su existencia. De todos modos, tampoco estoy muy seguro de que me hubiesen gustado, aunque supongo que los habría respetado. En cambio, me metí en las tiras de prensa. Se podría decir que soy fanático de las tiras políticas. Me interesaban autores como Raymond Lowry, Scarfe, Steadman, Larry, quien fuese. Creo que solo fue como un pequeño paso ir desde las tiras, que era absolutamente incapaz de dibujar, hasta los cómics, que sí que era capaz de escribir.

Esto todavía se manifiesta bastante en lo que suelo hacer hoy en día, que posiblemente sea satírico y tienda más hacia ilustrar ciertas temáticas, muy rara vez es puro cómic. Creo que hay auténticos fans de los cómics que no pueden ni ver el tipo de cosas que hago, porque es obvio que no crecí leyendo a todos esos tipos geniales. Ni siquiera puedo recordar sus nombres, esos que tanto les hacen vibrar. Qué ignorante soy... oh, Kirby y Buscema. Para mí solo son nombres, en realidad nunca me he fijado en lo que hacen. 

AH: ¿Eras consciente de la existencia de la escena de los cómics británicos cuando te metiste en ella? Supongo que habría material que estaría basado en las cosas de Gerry Anderson. 
MILLS: Solo muy vagamente. Porque cuando empecé en DC Thompson, podría haberme ido a cualquier otra parte. Al empezar, la empresa me contrató como periodista, y durante un tiempo tuve que trabajar con un grupo que se conocía como el departamento de ficción. Allí tenía que hacer cosas como leer los romances de Mills y Boon para ver si eran adecuados para su serialización. ¡No sé si te podrás imaginar a un chico de 21 años leyendo novelas para abuelas! "Mm, sí, esta es buena, me gusta el punto de vista de Zimmer". (Risas.) Bueno, entonces decidieron que yo era adecuado para empezar a trabajar en Romeo, que era una historia romántica, bastante moderna, pero no tan moderna como Jackie, así que ahí es donde estaba en ese momento. De todos modos, en realidad no era consciente de la escena de los cómics británicos en absoluto. Entré en los cómics en un momento en que la época anterior había muerto. En muchos sentidos, era un buen momento para meterme en los cómics, porque te estabas involucrado justo en el comienzo de una nueva etapa. Esa nueva era, que incluía 2000 AD, en realidad surgió a partir de los cómics para chicas como Romeo. Y las tradiciones y actitudes que incorporábamos en nuestro trabajo también estaban inspiradas en los cómics para chicas. Debería volver a pensar en el término, porque suena pasado de moda. Me refiero a los cómics "humanistas", los cómics más humanizados, que ofrecen más cosas que únicamente caos y violencia. Creo que trabajar en esas revistas me sirvió de mucho, y me permitió mantener mi cordura a lo largo de los años. Supongo que si hubiesen sido cómics del estilo de "Bang, bang, dispáralos a todos", ahora no seguiría en el medio. 

Ah: ¿Cómo era el ambiente de trabajo en DC Thompson? ¿Era como una especie de estudio, o los dibujos los enviaban desde algún otro sitio? 

MILLS: El ambiente era bastante eduardiano. El edificio era eduardiano, la atmósfera era muy paternalista. Si nos fijamos en dónde estoy ahora, en cuanto a mi carrera tengo mucho que agradecerle a DC Thompson. Dicho esto, para los estándares de hoy en día todos los cómics tenían un exceso de personal. Por ejemplo, en Romeo había seis o siete de nosotros, era una revista de cómics con algunos contenidos especiales. Compáralo con Marvel o DC, donde el editor promedio de Marvel edita tres o cuatro series y probablemente también escriba alguna. Así que en ese sentido la empresa era bastante benevolente. 

AH: ¿Cómo eran las jerarquías en Thompson? ¿Qué clase de relación tenían el guionista y el dibujante con el editor, y el editor con sus empleados? 

MILLS: Todo era muy autoritario. El guionista enviaba el guión, y en Thompson eliminaban su nombre de la revista, por lo que el dibujante no sabía con quién estaba colaborando. Por lo tanto, no se podían confabular. Los guiones eran reescritos y retocados,a menudo porque para empezar, las historias no eran tan buenas. 

AH: Obviamente, al eliminar los nombres de escritores y artistas, las empresas ganan ciertas ventajas, porque no se puede negociar con ellas basándose en la popularidad que consiga un autor. 
MILLS: Tienes razón. Y, por supuesto, tampoco se les da ningún crédito. Era lo que les interesaba, todas esas cosas diseñadas para mantener bajo control al guionista y al dibujante. Por supuesto, también hay que decir que en ese momento tampoco había tantos buenos escritores y artistas. Los autores tendían a usar los cómics como un trampolín para hacer otras cosas, o como un segundo trabajo, o lo que fuese. Aún así, se necesitó que apareciese la revista 2000 AD para que nos empezasen a acreditar, algo que fue instigado por Kevin O'Neill, que en ese momento era el director artístico. Insistió mucho en que se hiciese. 

AH: Thompson tenía relaciones muy pobres con su personal, ¿no? Creo que incluso en algún momento se hizo una huelga. 

MILLS: Si, las relaciones eran muy pobres. Básicamente, no podías convertirte en miembro de la empresa. Cuando yo empecé allí, estaba casado y tenía dos hijas gemelas, y una semana literalmente casi llegamos a morirnos de hambre. Digámoslo así: no salíamos a pasar el rato por la noche a los clubs ni nada parecido, tan solo estábamos existiendo. Conseguí el trabajo en un momento de mi vida en el que me resultó muy valioso, así que no me siento amargado ni cabreado con ellos. 

AH: Está bien. Más tarde terminaste mudándote a IPC con John Wagner. 

MILLS: Bueno, entre el ´72 y el ´74 estuve trabajando de freelance. Y empecé a enviar trabajo a IPC porque DC Thompson no me compraba nada, automáticamente me habían incluido en la lista negra. IPC estaba comprando historias a mucha gente, y nos quedamos sorprendidos del tamaño de su mercado. Después de un par de meses, John dejó Thompson para unirse a mí y poder así lidiar con la increíble cantidad de trabajo que nos estaban ofreciendo, y debo agregar que todo era una mierda total y absoluta. Una completa basura. Pero en esa etapa pagar los gastos ya era un fin en sí mismo. Desde el principio éramos muy conscientes de que teníamos una absoluta falta de respeto por las publicaciones en las que estábamos trabajando. Pero la idea era: "Bueno, a la mierda. Paga las facturas, así que sigamos haciéndolo". 

AH: En 1975 empezaste a escribir un cómic bélico, Battle, para IPC. ¿Cuál era exactamente tu participación en él? 
MILLS: Nos dijeron a John y a mí que teníamos que crear Battle, que nos encargáramos de todo el diseño. Pero ninguno de nosotros quería editar nada, porque no sabíamos cómo hacer el trabajo. Por eso nuestra labor fue dejar establecido el título, poner a un editor en él, y seguir adelante. Y eso es lo que hicimos. 

AH: Entonces, una vez que arrancó el título, ¿no tuvísteis verdadero control sobre el contenido? 

MILLS: Sí y no. Creo que éramos como una sombra entre las cortinas. Creo que el editor tenía como la sensación de que igual en algún momento volveríamos y lo perseguiríamos si el título cambiaba alguna vez de dirección. 

AH: En Battle había algunas posturas que supongo que estaban tomadas de los cómics de guerra más tradicionales. En algunas historias había cierto residuo de racismo, una de las que más me acuerdo era "Coward´s Brand on Bradley", que tenía dibujos anti-japoneses.

MILLS: Es interesante que te hayas fijado en esa historia en particular. Te califica como alguien bastante observador. Porque en ese momento no había ningún Alan Moore cerca. Así que teníamos que contratar a la gente que estuviese más cerca, y utilizamos una mezcla de autores de la antigua y la nueva generación. Eso sí, para serte sincero, creo que ninguna de las dos vertientes era particularmente buena, puede que ambas se puedan describir muy bien como rollo quejica. Pero cumplían, y la idea que todavía sigo a rajatabla es la de contratar a gente que pueda contar las cosas tal y como fueron, porque habían estado presentes. También tuvimos que usar a veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Tristemente, los veteranos de la Segunda Guerra Mundial eran prácticamente neo-fascistas. Por eso se podría decir que una historia como "Rat Pack" era como la nueva ola más moderna. En ella aparecía un grupo de soldados-comando prisioneros que eran condenados a muerte, pero al final del episodio desataban un completo caos. Incluso ahora, no me parece una idea tan anticuada. En su momento fue algo extremadamente controvertido, porque los personajes de guerra siempre estaban encarados por oficiales. Eso sí, lo único que podrás ver en Battle con lo que me sienta bastante satisfecho trece años después, es que todas las historias eran religiosa y predeciblemente anti-oficiales. Todos los héroes son de clase trabajadora, y eso no es una coincidencia, sino algo muy deliberado. Hasta donde sé, cada oficial que aparecía en Battle era un completo y absoluto bastardo.

(Continuará)

lunes, 9 de abril de 2018

ALAN MOORE, BARDO DEL NUEVO ORDEN (2 DE 2)

Entrevista que formó parte del libro "Comic Book Rebels. Conversaciones con los creadores de los nuevos cómics", por Stanley Wiater y Stephen R. Bissette. Underwood Books, 1993,1997. Parte 1.

CBR: Entonces, ¿por qué elegiste tirar las cosas por la borda cuando renunciaste a trabajar con las principales editoriales de cómic? En su lugar preferiste montar tu propia compañía, Mad Love, además de colaborar con empresas más pequeñas e independientes.

MOORE: En mi carrera las decisiones estéticas y las decisiones comerciales siempre han ido de la mano. Antes, cuando estaba trabajando para 2000 A.D. y Warrior, nunca recibíamos royalties, el autor no podía controlar el copyright de lo que hacía. Obviamente, no es el mejor incentivo para hacer un buen trabajo. Por ridículo que parezca visto en retrospectiva, en ese momento DC era una propuesta mucho mejor. Porque al menos les estaba dando royalties a los creadores, y aunque no les permitía ser los dueños de su propio trabajo, se había empezado a hacer ruido y se hicieron algunos movimientos en la dirección adecuada. Pero las dos cosas parecen ir de la mano: si tienes libertad creativa (barajando también ciertas consideraciones comerciales), entonces querrás hacer un mejor trabajo. Intentarás perseguir el aspecto estético de ese ideal radical del que hemos estado hablando antes. En mi caso empecé trabajando para 2000 A.D. y para la Marvel británica. Luego seguí en Warrior, porque su forma de llevar el negocio parecía más ética, y porque junto con eso, parecía haber más potencial para mi crecimiento creativo personal. Más tarde me marché a trabajar para DC por razones muy similares. Pero con el tiempo, tus ambiciones superan el espacio específico en el que te encuentras. Cuando has probado la satisfacción que conlleva ser dueño de tu propia obra, ¡con el tiempo estarás menos satisfecho trabajando para otros! Cada vez estarás menos satisfecho vertiendo tu alma y tu corazón en el pozo sin fondo de una corporación que en realidad no se interesa demasiado por ti. Después de Watchmen llegué a un punto decisivo en mi carrera. Quiero decir, ¿cómo continúas después de Watchmen? Supone un problema tremendo. ¿Haces algo que sea una serie de superhéroes aún más compleja? (Que estoy seguro que es lo que DC hubiese querido que hiciera.) ¿O haces una obra que simplemente repita una y otra vez la fórmula de Watchmen? ¿O alguna otra cosa? Y si haces esa otra cosa, ¿qué podría ser? De repente me di cuenta de que los temas sobre los que realmente quería escribir eran bastante... eran temas marginales. [Sonrisas.] ¿Sabes? Quería escribir sobre crímenes y asesinatos. Sobre sexo y pornografía. Sobre la vida normal y la gente normal. Y también me di cuenta de que DC no estaba demasiado entusiasmada con un proyecto como, digamos, Big Numbers. Imagino que si se lo hubiese propuesto, podrían haberme hecho llegar que se lo estaban pensando con la intención de arrullarme, y luego quizá sugerirían gentilmente que podría emplear mejor mi tiempo haciendo otra novela gráfica de Batman. Me di cuenta de que DC nunca apoyaría las ideas más extremas que se me habían ocurrido. Así que me dije que la única forma en que podía garantizar que tendría espacio suficiente como para continuar expandiéndome creativamente era haciéndome con el control completo (hablo en el sentido del negocio) de todo el proceso. Porque no quería tener a alguien por encima que me dijese: "Bueno, creemos que este va a ser un título muy poco popular. Preferiríamos que hicieses superhéroes." La única forma en la que podía conseguir ese espacio era metiéndome en el mundo de la auto-edición y alineándome junto a otras editoriales creativas. 
CBR: Entonces, ¿qué te llevó a volver a los superhéroes, específicamente a tu proyecto más reciente para Image Comics, titulado 1963

MOORE: ¿Además del hecho de que Steve Bissette me llamase para proponérmelo? [Risas.] Fue un puñado de cosas, una de las más importantes el tema financiero. Como he señalado, los temas que exploramos en Lost Girls y From Hell: Jack, el Destripador Alicia en el país de las maravillas en la Austria de 1913, o la construcción de un centro comercial en Northampton, puede que no fuesen las ideas más comerciales que haya tenido en mi vida. Pero nunca he considerado volver a trabajar de nuevo para DC y Marvel desde que les di la espalda hace tantos años. Solo quiero trabajar con editores creativos que me permitan llevar a cabo el trabajo como a mí me gusta. Y aunque mi estética es diferente de la de ellos, admiro lo que están haciendo las personas que llevan Image. Han sacudido la industria de una forma brutal, y es probable que lo hayan hecho para mejor. Pero cuando estuvieorn hablando conmigo, todavía no sabía si tenía algún interés en hacer superhéroes de nuevo. Sencillamente no quería hacer una serie de superhéroes a menos que fuese algo que pudiese encontrar interesante. Porque aunque he dicho que el dinero era uno de los ingredientes fundamentales, nunca he hecho nada simplemente por dinero. ¿Sabes? Si no puedo encontrar una forma de disfrutar del proyecto, entonces nunca lo haré. Ahora, esto me presentaba un gran problema, porque después de Watchmen y Miracleman me había cansado bastante de los superhéroes. Me había quedado particularmente harto de los superhéroes posmodernos que siguieron la estela de esas obras. Me parecía que los cómics posmodernos eran como mirar el espejo distorsionado de una feria, donde entras y ves esas cosas grotescas, y piensas: "Dios mío, ese soy yo". Esa fue la sensación que tuve al leer algunos de esos cómics: pude ver reflejos estilísticos que habían tomado de mi propio trabajo, pero utilizados principalmente como una excusa para meter más sexo lascivo y más violencia gráfica. He de confesar que pasé por una mala racha para poder superarlo. Y tengo la vaga impresión de que incluso llegué a decirme: "Dios mío, quería hacer que los cómics fuesen un lugar mucho mejor que visitar". Pero ahora, en todos los lugares donde me fijo, veo a todos esos vigilantes psicóticos que reparten muerte sin piedad. ¿Sabes? Sin una pizca de la ironía que esperaba haber aportado a través de mis personajes. Y me sentí un poco deprimido, porque parecía que sin saberlo había dado paso a una nueva era oscura de los cómics... ¿No? Parecía no haber nada en lo que deleitarse, ni la frescura ni el encanto que recordaba de los cómics de mi propia juventud. Me pareció terriblemente vergonzoso. 
CBR: Entonces, supongo que con 1963 estás dispuesto a recuperar el encanto que se solía encontrar en los cómics de superhéroes de aquel período, un momento que coincidió con tu propia juventud.

MOORE: Cuando era joven, lo que más disfrutaba de los cómics no era solo ese elemento de fantasía de poder masculino adolescente. Si. Era así hasta cierto punto, pero no solo me parecen fantasías de poder para chavales. Claro, si alguna vez alguien me intentó amedrentar, no hubiese estado mal poder convertirme en Hulk, y sospecho que muchos niños te admitirán que disfrutaron de los cómics en su juventud gracias a ese elemento. Pero más importante todavía es el mundo de la imaginación que pude descubrir en los cómics. Lo que más me impresionó no era el hecho de que Superman pudiera empujar planetas, sino que era dueño de una Fortaleza de la Soledad, y una ciudad embotellada, y era capaz de viajar en el tiempo y afrontar todo tipo de extrañas paradojas temporales. y que el planeta del que provenía tenía un volcán dorado y una montaña enjoyada. ¡Y eso me parecía increíble, esas cosas fantásticas me llevaron a pensar en todo tipo de lugares interesantes! Lo mismo sucedía con los primeros cómics de la Marvel: lo que más me apasionaba eran sus maravillosos conceptos, no los músculos de los superhéroes. Pero cuando miro los cómics posmodernos, no veo nada de ese "sentido de la maravilla". En su mayoría se ha reemplazado por escenas de lucha cuerpo a cuerpo entre personajes que tienen poderes poco probables y con una falta de imaginación terrible. También está la cuestión de la moralidad. Hace poco estuve hablando con un amigo, y ambos llegamos a la misma conclusión. Por muy tonto que parezca, si tuviese que mirar hacia atrás para descubrir cuál fue el mayor factor individual que hubiese dado forma a mi código moral cuando era niño, no fueron mis padres, que tampoco es que me dieran demasiada instrucción moral, ni la escuela, tampoco la iglesia. Fue Superman. Superman tenía un código de moral que se expresaba repetidas veces y con bastante claridad. No es que fuese demasiado sofisticado. Más o menos era el equivalente de: "No mientas". "No mates a nadie." "Intenta ayudar a otras personas si están en apuros." Lo cual puede parecer ingenuo y simple, pero como código básico de moralidad, funciona hasta que creces y puedes matizar algunas de las áreas menos sutiles. Es cierto en mi caso, y creo que también lo fue para mucha gente de nuestra generación: aprendimos nuestra moralidad a través de estos cómics de superhéroes simples y tontos. Entonces, ahora es cuando me pregunto, en un mundo de Punishers y Wolverines y Lobos, qué es lo que los niños estarán aprendiendo hoy en día. ¡Me preocupa mucho! Ahora existe esa especie de nihilismo en los cómics. Lo cual está bien si eres un adulto inteligente y cínico: puedes reírte ante ese comportamiento violento. Pero si tienes nueve o diez años, me pregunto qué tipo de valores les estamos inculcando. Particularmente en un mundo que ya está impregnado de películas de Arnold Schwarzenegger y salvajes filmes protagonizados por asesinos. Simplemente me hace cuestionármelo. Así que, básicamente, decidí que podría ser divertido intentar recrear una era más inocente de los cómics, que se remonta hasta 1963, un año que me parece muy fecundo. ¡Y tratar de crear una línea de cómics imaginativos como si se hubiesen creado en 1963! Con toda la inocencia y toda la ingenuidad intactas. También los he creado de una forma bastante parecida a como se hicieron los cómics en aquel entonces: en lugar de escribir un guión muy detallado y bien pensado, empecé a describir lo que ocurría y les di a los dibujantes las descripciones de las viñetas muy por encima, luego ellos dibujaban las páginas, y más tarde me las pasaban para que escribiese los diálogos. Es una forma muy rápida de trabajar, y totalmente ajena a la forma en que lo he hecho hasta ahora. Hacer 1963 ha sido muy divertido. Me ha dado muchísima energía que ha sido muy refrescante en mitad de mis proyectos más exigentes. Es un poco como trabajar habitualmente en una orquesta sinfónica, pero tocar los fines de semana en una banda bubblegum. Y además me ha hecho recordar algunas de las razones por las que empecé a querer involucrarme en los cómics. 
CBR: ¿Crees que los cómics aún no han alcanzado todo su potencial? 

MOORE: En el medio del cómic existe una cantidad infinita de potencial sin explotar. Y cuanto más investigo, más grande me parece. Solo escribiendo los primeros cuatro o cinco números de Big Numbers, se me han ocurrido tres o cuatro cosas completamente novedosas que no se habían hecho nunca antes en los cómics. Y solo estoy hablando acerca de mí, una persona que sigue sus propias ideas individuales. Sí, cada vez es más difícil pensar en nuevas formas de utilizar el lenguaje de los cómics, pero eso no disminuye de ninguna manera el hecho de que esas nuevas formas todavía están presentes y sin cosechar. Me puedo imaginar fácilmente a los talentos más jóvenes que no están tan vacíos y hastiados como yo, que serán capaces de desenterrar algunas verdaderas gemas en sus obras. Creo que en el medio del cómic hay posibilidades que ni siquiera se han imaginado todavía. Los cómics son un lenguaje antiguo que se remonta a los ideogramas chinos, y lo que estamos haciendo es establecer la gramática y el vocabulario más básicos. Espero que las generaciones posteriores puedan usar esa gramática y vocabulario para componer obras magníficas. ¡Apenas hemos arañado la superficie de lo que se puede hacer! Me refiero a que cuando tienes a tu disposición todo el mundo de palabras e imágenes para jugar, entonces lo tienes absolutamente todo. No hay nada que no se pueda hacer en los cómics. No hay nada que se haya intentado en ningún otro medio artístico que con el tiempo los cómics no puedan igualar o mejorar. Es responsabilidad de las personas que están vivas en este momento explorar este lenguaje lo más minuciosamente posible, encontrar sus propias temáticas y seguir sus propios caminos individuales y peculiares. Y seguirlos inexorablemente.

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