martes, 25 de febrero de 2020

ENTREVISTA CON HOWARD CHAYKIN EN THE COMICS JOURNAL (1979). PARTE 1 DE 5.

Entrevista de Marylin Bethke con Howard Chaykin en The Comics Journal nº 51 (1979). Traducción: Frog2000.

Howard Chaykin fue el último de los autores de la New Wave en hacer aparición en el medio del cómic a finales de los sesenta y principios de los setenta. Venía bien acompañado por Bernie Wrigthson, Mike Kaluta, Neal Adams, Jeff Jones, Alan Weiss, y otros. Eso sí, a diferencia de sus colegas, el enfoque estilístico para los cómics de Chaykin ha cambiado notablemente a lo largo de los últimos diez años, y comprobar su proceso de maduración ha supuesto una experiencia fascinante.

En sus primeros trabajos (sus adaptaciones junto a Denny O´Neil de Fafhrd y el Ratonero Gris de Fritz Leiber para DC), Chaykin utilizó el mismo tipo de ilustración  detallada que solían usar sus contemporáneos. Tal y como asegura en la entrevista, se fue emancipando de forma gradual de su dibujo detallado, para empezar a buscar inspiración en antiguos maestros a los que siempre había admirado: Alex Toth, Joe Kubert, Carmine Infantino. El autor simplificó su estilo, y se concentró en la composición y el diseño, y además alteró su estilo ilustrativo, cambiándolo por una técnica más afilada y angular.

Durante este período, la obra de Chaykin recoge varias historias de Red Sonja y una adaptación del “All the Myriad Ways” de Larry Niven para los magazines en blanco y negro de la Marvel. Una historia de Nick Furia guionizada por Jim Starlin, y varias de Solomon Kane con guión de Roy Thomas. Además ideó un puñado de creaciones propias, como The Scorpion, para Atlas, Dominic Fortune y Monark Moonstalker, para Marvel, y Cody Starbuck para Star*Reach. 

Entre 1978 y 1979, Chaykin dio un paso de gigante en su carrera al ilustrar dos prestigiosos proyectos para Byron Preiss Visual Publications: Empire y Las Estrellas, Mi Destino. El próximo proyecto de Chaykin parece tan impresionante que provoca ansiedad anticipada: Flores del Cielo, Espadas del Infierno, una historia de fantasía escrita especialmente para el medio del cómic por Michael Moorcock que publicará Heavy Metal.

En esta entrevista, Chaykin revela no tener pelos en la lengua, pero lo más importante, nos damos cuenta de que es un apasionado devoto del cómic que pretende expandir sus horizontes.

-Los editores
Marilyn Bethke: Me gustaría charlar un poco sobre tus obras para la Visual Publications de Byron Preiss. Para empezar, ¿crees que en realidad, la prensa especializada apenas se ha ocupado de ellas?

Howard Chaykin: Es una pregunta difícil de responder, porque antes de poner la cinta en marcha, estábamos hablando sobre la miopía que hay en el medio. El fandom del cómic es desmesuradamente miope. Tiende a demandar cualquier cosa mediocre, porque se suele apegar a una sola idea y quiere que le suministren esa misma idea para siempre. Así que al artista no le dejan escoger ninguna otra dirección para seguir creciendo. Suelen corromper la tesitura general del autor. Eso genera unos egos monumentales acompañados de unas habilidades de segunda. Byron se lo trabajó duramente. No me gustan muchas cosas que ha hecho, toneladas, un montón, pero tiene mi confianza por querer ser un agitador. Nadie más en el medio del cómic, incluyendo a Armand Eisen [Ariel] y Mike Friedrich [Star*Reach] está explorando las avenidas que él mismo suele recorrer. Por otra parte, creo que muchos de sus intereses superan sus habilidades.

Bethke: ¿Crees que la industria en general, y los fans en particular, no están dispuestos a permitir ningún cambio, o que al menos les parecen extremadamente sospechosos?

Chaykin: Si. Mi fe en el cómic como medio no es incondicional, porque los cómics son un negocio suicida. El público, fans en su mayor parte (y en la actualidad las editoriales están gobernadas por ellos), han creado un mecanismo de auto-destrucción al apegarse a un período temporal concreto, y empezando a jugar sin más con variaciones del mismo tema. Los fans del cómic americano tienen una idea muy limitada de cómo deberían ser los cómics. Cada vez que voy a una Convención, alguien me pregunta por mi personaje favorito. Me parece una pregunta razonable. Tiendo a disfrutar de las historias en las que no hay héroes. Me gustan los héroes, y también los villanos, y me gusta este tipo de material. Pero tengo 28 años, voy a cumplir 29, y no leo cómics. En las raras ocasiones en que lo hago, definitivamente no me interesan ni Superman ni Batman, excepto a un nivel nostálgico. Llevo leyendo cómics desde que era un bebé, pero no suelo leer las novelas que me gustaban cuando tenía diez años. No encuentro razón alguna en esta Tierra de Dios por la que debería leer los mismos cómics que entonces. Me encanta la forma del medio. Me encanta la idea de la continuidad gráfica. Pero los cómics no están escritos para mí.

Bethke: ¿Para quién lo están?

Chaykin: Listillos de diez años que de alguna forma son socialmente retardados, tal y como lo era yo cuando tenía diez años, y que no tienen una verdadera comprensión de cómo es el mundo exterior y necesitan algo que reafirme lo que creen para poder confirmar su propia existencia. Los cómics son como un club privado. Es un medio de fantasía, pero a mí no me interesan las espadas y los dragones. Me refiero a que es un medio propicio para fantasear. Sé que hay demasiada gente cuyos medios para lidiar con el mundo real forman parte del paquete aprendido en los cómics, al igual que hay gente que lo ha aprendido en el cine y que se piensan que el mundo es una colección de relaciones basadas en la de Bette Davis y Paul Henreid. Pero desafortunadamente no lo es. La mayoría intentan funcionar en el mundo real bajo esas premisas, así que al final reciben una patada en la cara, vuelven a su casa, y no vuelven a salir. No sé si te habrás dado cuenta de la asombrosa cantidad de nerds que se dedican a dibujar, guionizar y leer cómics.
Bethke: ¿Crees que los guionistas de cómic en particular lo saben bien, o piensas que sus pretensiones pasan por intentar producir el mejor material posible?

Chaykin: Creo que tanto los dibujantes como los guionistas tienen la pretensión de producir el mejor material posible, pero las capacidades de cada uno son diferentes. Los guionistas de cómic aspiran a meterse en el mundo de la televisión. Creo que los dibujantes del medio quieren convertirse en ilustradores o que por lo menos los consideren como tal, y todos tienen varias formas diferentes de intentar alcanzar sus metas.

Bethke: Por lo tanto, ¿es el dibujo más creativo...

Chaykin: Oh, por supuesto.

Bethke: ...o quizá es que ofrece más oportunidades que la escritura?

Chaykin: Oh, no seas boba. La escritura en el cómic es una basura. Es muy raro que los cómics aspiren a cualquier cosa, lo mejor que se hace en el cómic es lo mejor que se ha hecho en el cómic.

Bethke: ¿Es algo inevitable o es más bien el resultado del talento?

Chaykin: No lo sé. Bueno, habría que considerar quién se siente atraído por los cómics.

Bethke: Tú y yo, por ejemplo.

Chaykin: A mí me atraen porque me dan la oportunidad de dibujar teniendo en cuenta su potencial. Y te aseguro que no es el cliché que parece al escucharlo. Tiendo a pensar en dibujos o en grupos de dibujos. Por lo tanto, hacer ilustración me parece que te puede limitar. Más bien, la ilustración es como hacer un tríptico. Es como una serie de imágenes múltiples. Por eso me siento tan atraído por el concepto del diseño. Me gusta la idea de... soy un gran artista mierdoso. Me divierte charlar, me gusta mucho hablar. Me gusta contar historias, diseñar el ritmo y todo lo demás. Y eso son los cómics para mí. Es un buen lugar donde hacerlo, y me pagan por ello. Cuando era niño quería convertirme en actor, pero me atemorizaba el público. Y todavía lo hace. No me gusta el contacto con el público. Los cómics me dan la oportunidad de jugar en las sombras. Es como ser Errol Flynn, y tiene una buena carga de romanticismo, y además requiere muchas habilidades tangibles e intangibles. Me hace pensar mucho, pero disfruto pensando.
Behtke: ¿Crees que hay algo en el dibujo de cómics que no se puede encontrar en ningún otro lado?

Chaykin: Claro, son violencia pura. Tal cual. Son violencia descerebrada, exótica y sexual.

Bethke: ¿Es lo que más te atrae?

Chaykin: No necesariamente, también tienen más cosas.

Bethke: Pero es una de las cosas que más te atraen, ¿verdad?

Chaykin: Si, si. Me gusta la danza, aunque no la clásica, sino la contemporánea, y yo soy un patoso. Los cómics me ofrecen la oportunidad de dibujar gente bailando.

Bethke: Pero entonces, ¿no estás haciendo lo mismo para colmar tus fantasías que lo que hace el niño de diez años para cumplir las suyas? Primero las generas, y luego te ves absorbido por ellas. También para ti es un medio de fantasía.

Chaykin: Si, pero yo me gano la vida con él.

Bethke: ¿Es una diferencia importante?

Chaykin: Cuál, ¿ganarme la vida?

Bethke: Si.

Chaykin: Cristo, claro que sí. Es mi trabajo, es a lo que me dedico. No es un hobby. No me me metí en esto por... hace mucho tiempo que sé lo que me hago. No me quejo. Entro en el estudio a las ocho de la mañana, y trabajo allí hasta las seis. Eso es lo que hago. Tiene algo de romántico. Me produce unos extraordinarios destellos de placer, pero la conclusión es que es mi forma de ganarme la vida. Además, soy bastante inempleable, y hasta donde sé, yo mismo he provocado esa situación. He decidido que quiero hacer esto para vivir o me moriré. Pero tampoco me preocupa.

Bethke: ¿Crees que los fans de los cómics piensan que es inmoral que trabajes y ganes dinero para las editoriales?

Chaykin: Bueno, el punto de vista de los fans del cómic proviene básicamente de las películas. Ya sabes, el tío que lleva una boina, una gran pajarita roja y una bata, y trabaja y vive en una buhardilla, pero desafortunadamente las cosas no son de esa manera. A menos que te hayas creado ese tipo de personalidad y tengas una vida aparte en un rascacielos caro y bajes a tu buhardilla a la vuelta de la esquina. Yo llevo una vida de clase media, y la disfruto mucho. Me encanta ser una persona normal, y ser una persona normal significa ganar cierta cantidad de dinero a la semana. Hace dos años y medio no estaba ni cerca de conseguirlo. Cuando dejé de hacer cómics a tiempo completo mis ingresos aumentaron sustancialmente. Gané más dinero trabajando para Marvel que para Byron. Lo compensa el hecho de que poseo un porcentaje de las obras que hice para esta última.

Bethke: ¿Fue una decisión personal?

Chaykin: Quería descubrir si era capaz de trabajar por nada y hacer un buen trabajo.

Bethke: ¿Y pudiste hacerlo?

Chaykin: Si.

Bethke: ¿Mereció la pena?

Chaykin: Si, muchísimo.

Bethke: ¿No crees que decir que haces algo para ganar dinero puede chocarle un poco a la gente?
Chaykin: No he dicho eso.

Bethke: Es tu trabajo, y te ganas la vida con él.

Chaykin: Podría ganármela mucho mejor haciendo otras cosas que son corolarios de esta. Es obvio que trabajo en este medio por algo más que por el dinero.

Bethke: Claro.

Chaykin: Espero que una vez escrito no suene tan contradictorio como lo parece ahora a viva voz. Intento no sonar de esa forma: pero no es cierto. Nadie lleva en el cómic todo el tiempo que llevo yo sin tener una querencia innata por el medio. El dinero que se gana en los cómics te proporciona una vida, aunque tampoco sea una magnífica, y creo que a la larga la gente se puede sorprender. La gente que no es tan buena como para ganarse la vida con el cómic tiende a tener una imagen romántica de lo que es esto. Mi actitud respecto al negocio... tengo la impresión de que difiere un poco de la de mis colegas. El tipo de comic books que editan Marvel o DC me producen muy poco entusiasmo, porque me he terminado aburriendo. Me han dejado frustrado. Nunca he sido tan bueno como lo era la gente que hacía este tipo de material y a la que adoraba, y me frustra porque aún soy bastante brillante. He leído mucho, he visto mucho y quería hacer alguna otra cosa. Así que lo hice. 

Bethke: ¿Qué es esa "alguna otra cosa"?

Chaykin: Tomar la forma básica del cómic y hacer las cosas de forma diferente utilizando otras herramientas, otras técnicas, jugando con el color, coger los mecanismos de la ilustración y aplicarlos a los cómics.

Bethke: ¿Crees que son cosas que los lectores y fans de los cómics terminarán por apreciar?

Chaykin: No tengo ni la más remota idea.

Bethke: ¿Y te preocupa?

Chaykin: Claro que sí, porque yo también me preocupo.

Bethke: ¿Te preocupa no ganarte un público que quiera leer tus cosas?

Chaykin: No, me preocupa que la gente se queme y se muera el medio.

Bethke: ¿Y si ocurriese algo así?

Chaykin: Me cabrearía un montón.

Bethke: ¿Y si los cómics se terminan por consumir?

Chaykin: Me cabrearía mucho. Los cómics forman una parte muy importante de mi vida. Los amo. Me gusta mucho la idea del cómic, y odiaría un mundo en el que no existiera.

Bethke: ¿Crees que sería posible que ocurriese algo así?

Chaykin: Oh, sin duda, no hay duda al respecto, y realmente me molesta mucho. Me gustan los cómics lo suficiente como para poder reconocerlo, tendría que ponerme a hacer cualquier otra cosa.

Bethke: ¿Cuál podría ser una buena solución para anticiparse a la desaparición de los cómics? ¿Crees que es tan sencillo como proponerse dejar de editar basura?

Chaykin: No lo sé, no tengo ni la más remota idea. Estoy bastante aislado. No suelo relacionarme con mucha gente del negocio. Solo lo hago cuando voy a las Convenciones. Trabajo mucho. Entre seis o siete días a la semana, porque en mi caso trabajar me parece importante.
Bethke: ¿Te diviertes haciéndolo?

Chaykin: Me encanta. Físicamente me drena del todo y me deja exhausto, pero me encanta, porque es lo que quiero hacer. Tengo un respeto exagerado por el concepto del trabajo, y ninguno por cualquier cosa que tenga que ver con el desempleo voluntario.

Bethke: ¿Crees que la industria del comic book podría sobrevivir a gente dispuesta a trabajar a cambio de nada?

Chaykin: Es un panorama que no quiero ni pensar.

Bethke: Estoy seguro que hay gente aquí [en la Convención] a la que no les importaría trabajar gratis para Marvel o DC y tener así una oportunidad de publicar con esas editoriales.

Chaykin: Y es probable que ni siquiera sean lo bastante buenos. ¿Qué es lo que te interesa a ti de los cómics?

Bethke: ¿Lo que me interesa?

Chaykin: ¿Cuántos años tienes?

Bethke: Veinticinco. Es una fascinación bastante extraña porque no me leí un cómic hasta que cumplí los 21 años.

Chaykin: ¿Fue por tu marido?

Bethke: Si, lleva leyendo cómics desde que tenía seis años o algo así. Y me he dado cuenta de que he podido leer cosas buenas sin tener que examinar docenas y docenas de productos que son una mierda. Fue maravilloso conocer una nueva forma de arte. No la había conocido hasta entonces.

Chaykin: En otras palabras, fue otro quien tomó las decisiones en tu lugar.

Bethke: No, alguien con un gusto similar al mío me hizo descubrir cosas, y a partir de entonces empecé a investigar por mi cuenta. Además, me producía mucha curiosidad el fandom, porque es un fenómeno muy particular.

Chaykin: Oh, claro que sí.

Bethke: ...no existe en ningún otro lugar del mundo. Básicamente, la gente está dispuesta a prostituirse y hacen cualquier cosa por los comic books.

Chaykin: ¿Prostituirse o postrarse? Lo quiero dentro.

Bethke: Ambos.

Chaykin: Eso es un golpe bajo.

Bethke: Si, pero qué tiene que ver esto con...

Chaykin: Tengo bastante curiosidad por saber de dónde provienes, porque me hago una idea bastante aproximada de dónde surge la revista.

Bethke: Oh, hablas del The Comics Journal. Bueno, no formo parte de la misma. Mantengo algunos importantes desacuerdos con la propia revista, y con su idea de lo que marcha mal en el medio del cómic, cosas por el estilo. Creo que siguen siendo fans, sin que importe lo que crean estar haciendo. Siguen inclinándose ante la industria.

(Continuará)

jueves, 20 de febrero de 2020

INTRODUCCIÓN DE ALAN MOORE EN BILL SIENKIEWICZ SKETCHBOOK

Introducción de Alan Moore en Bill Sienkiewicz Sketchbook, 1990 (Fantagraphics). Traducción: Frog2000. Algunas muestras.

Como cualquier otro organismo vivo, el arte tiene que alimentarse para poder sobrevivir; tiene que meter para poder seguir sacando. Funciona de la misma forma tanto en cualquier campo específico como en las artes en general, y es igual de cierto en el medio del cómic.

En los últimos 50 años, los cómics han sido sometidos principalmente a una dieta de ficción reciclada de los pulp, reiteradas películas B de ciencia ficción y programas de televisión regurgitados: el héroe del cómic actual sincroniza los labios con el diálogo de Eastwood o Stallone con la intención de parafrasearlo, tal como sus predecesores imitaron a Sean Connery, Gary Cooper o a "Big" John Wayne. El monstruo del cómic ha soportado una dolorosa serie de aplicaciones cosméticas para intentar mantenerse al día con los O'Briens, los Harryhausens y los Gigers de turno. Criado a base de esta comida rápida cultural, por todos es sabido que la incipiente industria de los cómics ha aguantado el chaparrón, pero tampoco se puede decir que haya prosperado. Su dieta es limitada y parece incapaz de digerir comidas más saludables.

Si el contenido del cómic ha sufrido los efectos de esta dieta tan escasa, también lo ha hecho el hálito artístico en el cómic, en parte por la misma incapacidad para digerir un sustento cultural verdadero. Se suele comentar que casi todas las obras de arte que han surgido en los cómics se remontan hasta la doctrina de Milton Caniff o Alex Raymond, pero a pesar de la excelencia indiscutible de estos dos artistas (ambos suponen una digna influencia), representan un conjunto inspirador que sencillamente resulta demasiado pequeño como para ser utilizado indefinidamente en un medio que publica cientos de títulos diferentes cada mes. Son proteínas y carbohidratos, y sería una tontería siquiera sugerir que nuestro medio podría existir sin ellos, pero a juzgar por la apariencia débilmente enfermiza de la mayoría de los cómics contemporáneos, una inyección de vitaminas suplementarias tampoco estaría mal. Esta desnutrición estética en general se hace más evidente al observar la voraz premura con la que la industria devora y asimila cualquier sabor novedoso que se presente bajo la forma de un nuevo artista con un estilo y una visión llenos de poder. Jack Kirby fue responsable de un cambio de paradigma que les permitió a sus lectores y compañeros creadores observar los cómics de aventuras bajo otro ángulo, dando como resultado que aún se puedan encontrar ecos de su estilo en casi cualquier título de los que actualmente atestan los quioscos. En años posteriores, Neal Adams lograría una hazaña similar, aunque de una forma ligeramente más delimitada.

Ciertamente, la influencia de Kirby y Adams está bien representada en dibujantes contemporáneos como John Byrne o Alan Davis, los mejores y más influyentes artistas de superhéroes de su época que también forman parte de una noble tradición que se remonta inexorablemente a lo largo de los diversos estilos de Kirby, Adams y Alex Raymond.

Sin embargo, por noble que sea la tradición o por dignos que nos parezcan sus practicantes, no deberíamos pedirles solo a ellos que brinden toda la inspiración de una industria. A menudo, las tradiciones son algo espléndido y necesario, y sin embargo, por su propia naturaleza, tampoco facilitan que los cómics sean capaces de digerir la dieta cultural más amplia necesaria para complementar así el crecimiento y la madurez de la industria.

Para eso podrían ser necesarias ciertas enzimas desvergonzadas: creadores que han florecido dentro del corpus estéril de la industria y que se las arreglan para transformar radicalmente sus procesos hasta que parece capaz de asimilar casi cualquier cosa.

En los años 40, Will Eisner cumplió esta función cuando se fijó con atención en los recursos narrativos cada vez más sofisticados que se exhibían en el cine de su barrio, y al hacerlo introdujo en los cómics un lenguaje completamente nuevo. En los años 50, Harvey Kurtzman aumentó enormemente el idioma del medio mediante el simple recurso de aplicar la ética hipster que impregnaba la cultura a la profesión de creador de historietas que había elegido. En los años 60, Jim Steranko jugó un papel similar al ampliar el campo de los cómics con una golosina empapada en Pop Art, Op Art y la fluida psicodelia de la escena de los pósters de la Costa Oeste, donde las esbeltas y cinéticas figuras de Jack Kirby se frotaban hombro con hombro con Salvador Dalí y Bridget Riley, mutando permanentemente en el proceso.

Si bien el autodenominado "Zap Art" de Steranko ha demostrado ser menos influyente que el estilo de Eisner o Kurtzman, es importante ponerlo como ejemplo extremadamente raro de un creador con una vida estética e intelectual que se encuentra más allá de los cómics; el tipo de creador que puede aportar dichas sensibilidades al medio, expandiendo su potencial y enriqueciendo sus posibilidades.

Lo que nos lleva a Bill Sienkiewicz.

Justo cuando Jack Kirby estaba proporcionando el trampolín estilístico desde el que Jim Steranko se lanzaría hacia una nueva estratosfera gráfica, Bill Sienkiewicz comenzaba su carrera en los cómics estigmatizado como "clon de Neal Adams". La facilidad con la que fue capaz de duplicar la incómoda, tensa y poderosa anatomía de Adams llevó a muchos críticos a descartar su trabajo como una simple fotocopia del estilo de otra persona... una queja que se habría sostenido si el dominio de la técnica de Adams hubiese sido un fin en sí mismo y la única prolongación de las ambiciones de Sienkiewicz. No era el caso.

Hacia el final de su etapa en el Caballero Luna para Marvel, el dibujo de Bill empezó a dar a entender que algo más se estaba moviendo; que las sensibilidades prestadas de Neal Adams eran simplemente una base técnica necesaria sobre la cual ahora se podía construir algo radical y novedoso. Tras haber asimilado el robusto y práctico enfoque gráfico de Adams hasta el punto de convertirse casi en un reflejo, Sienkiewicz se propuso la tarea mucho más desalentadora de liberarse de las ideas preconcebidas y las limitaciones percibidas absorbidas junto con su estilo. En sus propias palabras, después de haber aprendido los conceptos básicos de Adams, ahora tenía que "desaprender" todas las reglas de forma, estilo y narrativa a las que una carrera en el cómic convencional lo había restringido con anterioridad.

Los resultados fueron espectaculares. Al dinamitar conscientemente las compuertas de la rígida tradición de los cómics que lo habían sostenido previamente, Bill Sienkiewicz abrió su obra a un diluvio de influencias nuevas y exóticas que nunca antes se habían aplicado en el medio del cómic. Influencias propias del momento del artista, algo parecido a como en su momento aplicaron las suyas Eisner, Kurtzman y Steranko.

Después de abandonar Caballero Luna en favor de los Nuevos Mutantes, también en Marvel, Sienkiewicz replanteó el territorio de una forma que abarcaba el color y la habilidad para el diseño de los dibujantes de cómic europeos más progresistas, la frenética apoplejía de Ralph Steadman, el encanto de oficina con aire acondicionado de los grandes dibujantes publicitarios estadounidenses, y una buena cantidad de otras evocaciones demasiado eclécticas como para poder enumerarlas. El único problema que planteaba este repentino Krakatoa de ideas fue que su utilización amenazaba con abrumar los presupuestos demasiado convencionales del cómic.

Hasta que Bill no acometió sus posteriores colaboraciones con Frank Miller, el artista no pudo trabajar con un guionista tan dispuesto a experimentar como él mismo, dando como resultado que en su colaboración en Elektra Asesina, las ideas visuales y narrativas contenidas en cada página son demasiado profusas como para poderse captar en una primera o incluso en una segunda lectura, cada viñeta inmediata sumerge al lector en un nuevo medio, un nuevo estilo, un mundo completamente inédito de estados de ánimo y sensaciones.

Puede que por culpa de la escasez de colaboradores del calibre de Miller, fuese alrededor de esa época cuando Sienkiewicz empezó a explorar las posibilidades que le otorgaría guionizar su propio material, debutando con el emotivo y bien ejecutado "Slowdancer" para la Epic magazine y dando el pistoletazo de salida a una tendencia que culminaría en su Stray Toasters, intensamente personal y visualmente chiflado. Una obra catártica en la que el artista se arriesgó más que nunca. Cuando intenta desarrollar un estilo artístico que articule una visión personal única, cualquier creador ha de hacer primeramente las paces con su propia personalidad, y en Stray Toasters, tan obsesivo y explosivo, eso es exactamente lo que logra Sienkiewicz.

En el momento de escribir este artículo, mis colaboraciones con Bill incluyen la parte de "Shadowplay" de Brought to Light, y aproximadamente el primer tercio de Big Numbers. Durante el transcurso de las mismas, tal vez he llegado a comprender un poco lo que hace funcionar a nuestro autor, aunque solo un poco.

Lo que he logrado apreciar más hondamente es la amplitud de su talento. Precisamente porque la versatilidad de Bill es la característica más obvia de su trabajo, se tiende a dar por sentado su relevancia para a continuación pasarla por alto. Cuando el estilo se desvía salvajemente de una viñeta a otra, es fácil olvidar que cada obra que aborda Sienkiewicz surge impregnada de su propia identidad, cada una diferente de la anterior. Elektra Asesina es bastante diferente de Stray Toasters. Más cercano a lo que me toca, "Shadowplay" ni siquiera se parece remotamente a Big Numbers. En cada ocasión, Bill se ha volcado en la obra en cuestión hasta encontrar esa parte que parece central a la luz de su visión individual, moldeando a partir de ese punto sus interpretaciones en expresiones únicas completamente separadas, cada una sintonizada intuitivamente con el corazón de las respectivas obras que representan. Desde la cripto-política propia de un mal viaje de "Shadowplay" hasta el naturalismo cálido y humano de Big Numbers, Bill ha encontrado en cada caso una forma de aplicar su voz singular en unas narrativas radicalmente diversas, mostrando una versatilidad aún más sustancial que la que sugerían sus brutales oscilaciones estilísticas de su propio quehacer artístico.

Al igual que ocurría con las luminarias mencionadas anteriormente, el impacto de Bill Sienkiewicz en la industria es poco menos que sísmico. Simplemente demostrando la variedad de técnicas que el cómic es capaz de abarcar, su trabajo casi ha engendrado una escuela reconocible entre los creadores posteriores. Con suerte, todos ellos madurarán y crecerán más allá de la sombra de su influencia de la misma forma que Bill trascendió sus propias fuentes de inspiración, encontrando sus propias voces de la misma forma que lo hizo él.

La posición de esa voz personal borrosa y escurridiza es, me parece, la clave del artista en el que se ha convertido Bill Sienkiewicz. Después de instruirse subido a los hombros de verdaderos maestros, su logro más importante ha sido aprender a escuchar y amplificar la voz de sus propios instintos.

Esos instintos, tal vez bajo su forma más pura, tienen lugar aquí, en este cuaderno de bocetos: estudios de carácter espontáneo, bocetos y conatos, y el tipo de esbozos de impulso inicial que le otorgan a la obra terminada de Bill gran parte de su vida y vitalidad. Aquí, privados de cualquier barniz ilustrativo, nos recuerdan la potencia de un jodido buen dibujante, Bill Sienkiewicz, siendo dicha cualidad lo que lo distingue de una forma más destacada de los ilustradores que han ido surgiendo a su paso.

Tal y como he sugerido al comienzo de estas divagaciones, a menudo los cómics se han visto obligados a subsistir mediante una dieta invariable y monótona repleta de almidón pero poco especiada y con escaso sustento. En las siguientes páginas, podrás encontrar el equivalente al borrador preliminar de un menú completamente novedoso.

Saboréalo a gusto mientras sigues salivando.

ALAN MOORE,
Northampton

jueves, 13 de febrero de 2020

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que aprendí de Neal Adams. Él siempre me enseñó a comprobar los hechos antes de dibujarlos. No hay manera posible de dibujar algo a menos que sepas cómo funciona. Una vez tenía que dibujar una pelea en los muelles y  reestructuré un poco la zona con tal de hacerla más dramática. Otra vez Daredevil luchaba por la parte alta de Manhattan y me inventé alguna que otra cosa, como un tren elevado, de nuevo con el objetivo de hacer la secuencia lo más dramática posible. Nunca saqué a Daredevil de Nueva York porque la la ciudad es su universo. Además, cualquier edificio que necesite lo tengo a mi disposición para dibujarlo. Y, por si fuera poco, Nueva York es una ciudad lo bastante grande como para abastecer a Daredevil con tantos maleantes como sean necesarios. Aun así, a veces inserté cambios que sguramente desconcertarían a la gente familiarizada con la ciudad, pero tampoco de forma muy grave. No en vano, para la gran mayoría de la gente Nueva York es el Empire State, el Edificio Chrysler y el Puente de Brooklyn. Si eres fiel a estas tres cosas, la gente se creerá que es Nueva York. Los cómics con los que crecí, los que hicieron que amara la ciudad, fueron los de Steve Ditko. Pero luego me di cuenta de que las azoteas no son exactamente como él las dibujaba. Los detalles son muy diferentes. Seguramente dibujaba de memoria, adaptando los detalles a su estilo y como mejor le servían para sus propósitos. Lo importante es que funcionaron porque yo mismo me creí su versión de la ciudad. A veces deseaba estar dibujando Gotham City en vez de Nueva York para tener libertad total.

Usaba muchas fotografías para retratar bien la ciudad, aunque cambiaba algunas porque si sólo trabajabas con fotos, no captas la esencia de Nueva York. Es imposible transmitir la sensación que uno tiene al pasear por sus calles, sobre todo por las del East Side... a veces te parecen calles claustrofóbicas y eso es algo que no se consigue transmitir sólo con fotos. Por eso las retocaba en mis dibujos finales y hacía que los edificios estuvieran más juntos o que hubiera más sombras. Todo lo que era necesario para demostrar que Nueva York es una cudad distinta a todas las demás."

-Frank Miller en el libro de David Hernando publicado por Dolmen "En primera persona, Frank Miller" (2005).
























sábado, 8 de febrero de 2020

COLABORANDO CON GIGANTES, ENTREVISTA CON GEOF DARROW (3 DE 3)

Entrevista de Robin McConnell con Geof Darrow para el programa de radio Inkstuds, 2011. Traducción: Frog2000. Parte 1, parte 2.

Robin McConnell: Has trabajado mucho en el cine.

Geof Darrow: Si. No tanto como... me refiero a que he visto cómo se trabaja en el medio, y hay gente que no para. No sé cómo lo hacen. Pasan de trabajar en Blade Runner a Mira quién habla parte 6, y de ahí a The Fairy Godfather, o de trabajar en una película absolutamente genial como Blade Runner a de repente tener que hacer una comedia adolescente que ni siquiera entiendo por qué necesita dibujos. El director responsable de una comedia no necesita un guión gráfico. Debería poder... ¡venga ya! Si ni siquiera tiene efectos visuales ni necesitas saber exactamente dónde tiene que estar cada elemento. Me parece absolutamente incomprensible. "De acuerdo, estamos haciendo estas películas de "¿Quién es tu mami...?" Esas películas protagonizadas por mamás.

Oh, dios, si.

Ya sabes, ¡esas mismas! No sé, chicos, ¿por qué algo así va a necesitar un guión gráfico? Pues también lo elaboran.

Entonces, ¿sueles intentar colaborar en proyectos muy específicos?

Bueno, no. Ya sabes... a veces me han llamado para... la verdad es que no buscaba entrar en el negocio del cine. Sencillamente me llamaron ellos, pero si te soy franco, creía que no iba a poder hacer lo que me pedían. Porque la primera película en la que colaboré era de Ridley Scott, que nunca se llegó a completar, y si te soy sincero, tampoco es que disfrutase mucho con el proyecto, porque era bastante trillado. Pero te das cuenta de que esos tíos tienen iniciadas como cincuenta cosas con la esperanza de que alguna de ellas termine por funcionar. Así que me encanta que la gente me diga: "¡Felicidades, Geof! ¡Quieren adaptar tu cómic!" Pero mi respuesta siempre es: "Bueno, igual todavía no me puedo comprar la mansión, porque vete tú a saber, ¡pueden elegir cualquier otra cosa! ¡Igual les interesa cualquier otro proyecto! ¡Te pagan un par de grandes y luego...!"

Bueno, suelen oírse muchos rumores sobre adaptaciones de cómics: "Oh, van a hacer la película de..." ¡Pero si ya me lo habéis dicho hace diez años!

Hasta que la filmación no vaya por la mitad, puede pasar cualquier cosa. Un proyecto se puede ir al garete en cualquier momento.

Basta con pensar en el Don Quijote de Terry Gilliam, que igual es el mejor ejemplo.

Bueno, como sabrás, puede que lo tengan todo listo, y hayan contratado a los actores y todo. Incluso puede que estén en el sitio donde se va a filmar la película. ¡Y vas allí una semana antes a prepararlo todo! Y entonces recibes una llamada del estudio. Han dado cerrojazo al proyecto. Yo estaba en Australia en el rodaje de las secuelas de Matrix, y lo siguiente que se iba a hacer era La fuente de la vida con Brad Pitt y Darren Aronofsky. Estaban montando los sets, y entonces se dieron cuenta de algo: "¡Whoa! ¡Si esta es una película independiente de 90 millones de dólares!” ¡Y echaron el cierre! Empecé a trabajar en una versión de Superman, esa en la que iba a participar Nicolas Cage, y empezaron a construir los sets, todo estaba a punto. Y de repente, ¡bang! ¡La película se fue al garete! Era más barato que gastarse 5 millones de dólares en una película que no sabían si iba a ser comercial. ¡Esto del cine necesita mucha inversión!

Me resulta asombroso. Desde mi punto de vista es dinero que se va derecho por el sumidero. No sé. Es terrible.

Recuerdo una vez que estaba trabajando en las películas de Matrix, en las secuelas, y en el estudio lo estaban pasando fatal: "Oh, no podemos hacer eso. Cuesta demasiado", y ya iban a clausurar la película y todo. Les dije: "Bueno, si quieres y es de alguna ayuda, puedes reducirme el salario". Me dijeron: "No, no es necesario, ese tipo de costes son insignificantes". Apreciaron el gesto, pero fue como el que oye llover.
Tu colaboración con los Wachowski fue bastante estable, ¿verdad?

Bueno, sí, he estado trabajando con ellos hasta lo último que han hecho, Speed ​​Racer. Desde entonces no han hecho ninguna película, y con el clima actual, porque a Speed ​​Racer no le fue nada bien... solo te tienen en cuenta según cómo haya funcionado tu último proyecto... ahora están intentando poner en marcha algún otro. Pero les está costando mucho porque "Speed ​​Racer recibió un suspenso". Vaaale...

Es un mundo bastante desafortunado... Cuéntame un poco sobre los antecedentes de Shaolin, porque antes has dicho que Bourbon Thret era algo así como la versión anterior. ¿Cuándo se te ocurrió y decidiste que era el personaje en el que te querías concentrar más?

Bueno, fue hace mucho tiempo, se me ocurrió trabajando con David Scroggy en Pacific Comics, que también editó The Rocketeer. Fui a la San Diego Con y allí conocí a Dave Stevens. En ese momento estaba trabajando en Filmation. Me dijo: "Oh, sí, por qué no bajas y hablas con ellos". Así que los conocí y les enseñé mis dibujos. Era el proyecto que estaba buscando hacer. Me dijeron: "Oh, sí, claro que nos gustaría sacarlo". Por supuesto, la compañía se hundió antes de que llegase a salir. Pero siempre quise hacerlo: soy un gran fan de las películas japonesas, especialmente de Zatoichi. Quería hacer algo parecido a Zatoichi, pero también me gustaban los spaghetti westerns. ¡Tiene que llevar seis armas encima y una espada! Le di bastantes vueltas, y eso es básicamente lo que... me gusta la idea de que todo se remonte hasta Yojimbo y Los Siete Samuráis. Yojimbo me parece el arquetipo de todos los héroes modernos. Creo que no se puede ver esa película sin que te... es increíble... ¡me parece genial!

¿Te gusta ese tipo de antihéroe?

Me encanta. ¡Me gusta mucho! Creo que la gente ha perdido la sensación que transmiten. Me gusta eso de que no sepas por qué quiere hacer algo. No sabes quién es o de dónde viene, o por qué está haciendo lo que está haciendo. Te puedes hacer una idea mientras ves la película, porque dan pequeñas pistas, pero me gusta todo eso de que tampoco sepas a dónde va y que nunca termines de saberlo del todo. Recuerdo que no me gustó nada que en las películas de Indiana Jones, concretamente en la tercera, nos explicasen por qué lleva el sombrero, por qué tiene un látigo, o por qué le tiene miedo a las serpientes. ¿A quien le importa? En cuanto das tantas explicaciones, todo se vuelve más mundano. ¡Lo maravilloso es que todos esos importantes detalles no supongan más que tres minutos de su existencia! Quiero decir, ¡con eso le basta al personaje!

De alguna forma es como si lo abaratase.

¡En Francia les gustó mucho! Sencillamente les encantó. Les pareció brillante. Yo me quedé en plan: "¡Venga ya!"

“Tres bien!” [Risas.]

Discutí con mis amigos franceses. Les argumenté lo siguiente: "Si vuestros personajes tienen que entrar en una habitación, pasan por la puerta y le explican al tipo de dentro por qué van a disparar y por qué tienen que matarlo". Entonces el malo dice: "Bueno, vale, sí, pero entonces..." y empiezan a discutir y luego el bueno dispara. En cambio, en Estados Unidos derriban la puerta, entran y le disparan al tipo, y más tarde se descubre que era un niño maltratado, o lo que sea. ¡O igual no! [Risas.] Esa es la diferencia entre los cómics franceses y los estadounidenses.

Y en los spaghetti westerns ni se hablaba.

No hablaba nadie. Hicieron tantos que básicamente son la misma película una y otra vez, al igual que en el caso de los japoneses. Los americanos no saben cuántas películas, me refiero a películas de samuráis, se han hecho que todavía no han visto. Algunas son increíbles, son películas realmente increíbles que la gente no ha visto todavía. Están rodadas en blanco y negro y... cuando se enteran de que soy tan fan de las películas japonesas, me dicen: "¿en serio?" "Sí, ¡oh, he visto Los Siete Samuráis y Yojimbo!" "¡Claro! ¿Y qué hay de...?" Ya sabes, hay muchísimas más. Me refiero a que cuando estuve en Japón, ¡se quedaron realmente asombrados conmigo! Ni siquiera los japoneses conocen esas películas. Las películas donde salía el carrito de bebé...
Si.

Nadie conoce ese tipo de películas, las que hicieron antes, unas películas enloquecidas de los yakuza con ese actor como protagonista principal...

Oh, cómo se llamaba, es el tío que hizo Battle Royale...

Oh, si, si, si. ¿Cómo se llama?

¿Fukusaki? [NdelT: en realidad, es Kinji Fukasaku.]

Si, ese. ¡Es de lo que no hay! ¡Impredecible! Hace una buena y la siguiente es bastante horrible. ¿Has visto Los Invasores del Espacio?

¡No!

¡Es suya! Es lo más idiota que he visto en mi vida.

Mejor no ver nunca la segunda parte de Battle Royale.

Nunca he visto la primera. Tampoco me atrae demasiado ese tipo de cine. Es como Saw. Odio ese estilo. Lo odio. Es que no lo cojo. Se me escapa por completo. No me gusta que las películas de terror sean tan directas, a excepción de Halloween. Halloween me gustó mucho.

En realidad nunca he visto las películas de Halloween. No se por qué.

La primera es fantástica. O eso creo yo. Me gusta mucho la protagonista. La mujer, el personaje de Jamie Lee Curtis, no solo echa a correr y ya está. No es una víctima, porque la mayoría de películas se centran en las víctimas. Como en las de Viernes 13, que no puedo ni ver. Soy más de Harry, el Sucio. ¡Me quedo esperando a que el protagonista asome y le dispare a Freddie y lo mate! [Robin se ríe.] Eso es lo que me gusta ver.

¿Por qué echas a correr? ¡Dispárale! ¡¿No ves que tiene un machete? ¿Qué es lo que está haciendo? Retomando lo del origen de tu cómic de Cowboy, has comentado que intentaste que te lo editara Pacific, que sacó muchas publicaciones en blanco y negro, aunque no exclusivamente, pero durante los ochenta fueron una pequeña editorial. Después hiciste el álbum para el mercado francés.

Bueno, envié la historia que tenía empezada y que les había enseñado en una ocasión anterior. Recuerdo que cuando fui a Francia por primera vez, Moebius facilitó un encuentro con los de Métal Hurlant, y me presentó a esa gente, y les enseñé el material y me dijeron: "Sí, nos gustaría imprimirlo". ¡Oh, genial! Ya sabes... ¡Voy a aparecer en la misma revista que mi ídolo! Se lo envié por correo, un clásico, ¡pero me devolvieron las páginas! Me quedé en plan: "¿Qué ha pasado?" El motivo es que en julio y agosto suelen echar el cierre. Así que no había nadie para recoger el paquete, por lo que rebotó hasta Correos y luego me lo devolvieron. En ese momento me sentó fatal, porque enviar el paquete costaba mucho dinero. Pero se lo volví a enviar y esta vez sí que lo recogieron.

En Quebec pasa lo mismo, pero solo durante un mes. En agosto se detiene toda la actividad.

Oh, ¿en serio? Ahora ya no es igual, porque estuve viviendo allí como... dios, trece años, y... han mejorado mucho. En Francia tienen más normas de las que necesitan, pero nadie las cumple. ¡Pero eso que me pasó fue de lo más normal! Recuerdo que cuando me mudé allí, me dije: Dios mío, haría una fortuna si pusiera un negocio de pizza, porque no había servicio a domicilio. Ahora ha empezado a funcionar algo parecido, y tienen una ley de garantía. Si no tienes tu pizza en 30 minutos en casa... recuerdo que me dije: "Bueno, vale, si no está en casa en 30 minutos, ¿entonces qué ocurre?" Bueno, te aseguran que llegará. Te lo garantizan. Sí, ¿pero y si no es así? Me dijeron: "Bueno, te llega seguro". Y les dije: "Pero, ¿y si no es así?" Me contestaron: no hay nada que respalde esa afirmación. En Estados Unidos, si Domino's no entrega a tiempo, la pizza te sale gratis. Les dije: "Bueno, si no me la entregáis a tiempo, entonces me saldrá gratis". No, no, no. Bueno, ¿Y entonces qué? Pues siempre puedes reclamar, pero te dirán que no hay nada que hacer... Una vez incluso discutí con alguien al teléfono. Me parece gracioso, porque nadie sigue las normas. Vas con tu paquete a la oficina de correos y si no les apetece tramitarlo, te dicen: "No, no es nuestra labor". Y les contesto: "¿Qué quieres decir con que no es vuestra labor?" “No, te tienes que ir a la oficina de correos del otro distrito.” “¿Por qué?” Porque simplemente no querían hacerlo. [Robin se ríe.] A veces me volvía loco. Me quedaba en plan: "¡Venga ya!"

¡Dios os bendiga! [Robin se ríe.]

Lo de Japón es otra historia, me refiero a que es mucho más eficiente. A veces de una forma alucinante. Si colapsa algo del proceso, entonces se detiene absolutamente todo.
Como son tus guiones, es obvio que Shaolin Cowboy tiene un estilo muy diferente. De alguna forma tiene más sentido del humor, un sentido del humor más colorido y puede que menos oscuro...

Sí, siempre me lo ha parecido, y el dibujo es más divertido.

Si.

Porque mi colaboración con Frank en Hard Boiled y Big Guy es más... bueno, también es divertida, porque lo exageramos mucho todo. En Hard Boiled dibujé algunas cosas con mucha gracia mediante la exageración, y también muchos pequeños chistes. Puse gags en las vallas publicitarias y todo eso. Hay muchos gags. Dibujaba bulldogs por las esquinas y el resto que sale en Hard Boiled y Frank me decía: "¿Por qué sigues dibujando esos bulldogs?" Y le contesté: "¡Porque es el perro de moda en el futuro!" ¡Me gusta! Y entonces me dijo: "Bueno... menos mal que me lo has explicado". Así que agregó dos páginas al principio después de haber terminado de dibujar el guión. Se puede ver una especie de pequeño bulldog robot por un corredor, porque Frank quería explicar por qué aparecía ese bicho. Me dijo: "Oh..." No creo que haga falta, pero tú eres el guionista, por lo que...

¿Tienes planes a largo plazo para Shaolin Cowboy o es algo así como...?

Sí, sí. Me gustaría... me pasé tres años intentando convertirlo en una película de animación.

Oh, ¿en serio?

Nunca se llegó a terminar, y eso me dejó...... Es gracioso, porque la gente me veía y me decía: "Bueno, ¿a qué te dedicas?" Bueno, llevo trabajando en Japón desde... estuve allí como un año, o más, y antes estuve intentando preparar el proyecto. "Bueno, ¿todavía sigues en el cómic?" Y yo: "Vamos, tío, ¿no te das cuenta del trabajo que supone hacer una película?" Imagínate estar 12 horas en el estudio y luego volver a casa ¡y pasarte otras ocho haciendo cómics!

Estabas viviendo en Japón, ¿no se te pegó la ética de trabajo de los autores de manga?

Sí, pero esos tíos tienen como tres o cuatro asistentes. Y aún así siguen currando como locos, tío. Estuve de visita en uno de los estudios de esos chicos. Me resultó muy difícil encontrarlos... no es como aquí, que puedes... Oye, ¿me pasas el número de teléfono de Duncan Fegredo? O bien puedes escribir un correo electrónico y quizá te respondan. Allí es en plan: "No, no te puedo dar el número".

Sí, es como lo de Tezuka, que trabajaba en una habitación y solo su esposa tenía acceso personal, o algo parecido.

Si, si, si. Pero lo entiendo. Ese tío es... ¡Jesús! Es como el Jack Kirby de Japón. Hizo tanto...

Y más aún. Es como... me contaron una historia que...

El documental sobre su vida era increíble.

Todavía no lo he visto.

Oh, es genial.

¿Es el que viene con un libro muy grande?


Sí, sí. Lo vi en Japón. Me lo enseñaron en Japón. Fue maravilloso. Oh, Dios, fue increíble, porque él y el resto de artistas seminales, no sé si se dirá así, igual lo pronuncio mal, eran dibujantes que se habían juntado para trabajar juntos, y creo que iban a derribar la casa donde habían estado trabajando, así que se reunieron de nuevo. Entre ellos estaba el tipo que creó Cyborg 009 y el de Doraemon, y todos se juntaron en la casa y empezaban a hablar sobre el tiempo que habían pasado viviendo y haciendo manga juntos. Increíble. Era como una comunidad donde vivían todos esos tíos...
Marv Newland me contó una historia curiosa. Una vez estuvo dando un paseo por Japón con Tezuka, y mientras iban caminando por la calle, la gente pitaba desde los coches y le llamaban.

Sí, porque siempre llevaba esa boina y era muy reconocible. Una vez lo vi hablando en directo, dio una larga charla en la USC, acababa de hacer una película, y me pareció increíble. Obviamente soy un gran admirador de Astro Boy, y por fin han terminado de traducir mi cómic favorito de Tezuka, Dororo, que me parece genial. Me encanta ese cómic.

Tengo un par de tomos, pero todavía no los he empezado.

En realidad nunca llegó a terminarlo, pero es una historia enloquecida y genial. Es como un Pinocho deforme.

Acabo de leer La Canción de Apolo y me ha dejado boquiabierto. Me gusta cómo juega con la temporalidad y las metáforas. Leyéndolo te das cuenta de todo lo que aportó a la cultura. Podríamos hablar sobre Tezuka durante mucho más del tiempo del que tenemos.

Si. Hay otro autor que también me gusta mucho, ¡Dios mío! Siempre intento que lo editen en Estados Unidos en inglés: es Sanpei Shiroto, que hizo un montón de material... no sé si catalogarlo como gekiga o chanbara. Son historias de ninjas samuráis, y Eclipse llegó a imprimir algunas. Kamui entre ellas.

Oh, si.

Pero en realidad no las dibujaba. En ese momento solo las escribía, porque había dejado de dibujar. Pero si te las lees, verás que hizo cosas grandiosas. El primer Kamui que dibujó es un poco más cartoon y me parece fantástico, aunque, en realidad, Kojima, que dibujó Lobo Solitario y su Cachorro, Goseki Kojima, era el dibujante. En Francia suelen editarlo en tomos, y como leo francés, me los compro: también he visto la edición japonesa, pero solo puedo mirar las viñetas, porque no sé el idioma. Es una magnífica historia sobre las estructuras sociales y toda esa mierda del bushido y lo demás. Porque me parece una mierda. Siempre hablan sobre la lealtad al señor y todo eso, y yo me digo... bueno... Es un poco como la mafia actual. ¡Todo va bien, a menos que se sientan amenazados, y entonces prepárate!

Tengo un amigo que hacía algo parecido, porque tampoco sabe leer japonés, pero se iba a una librería japonesa de Vancouver que vende mangas por dos dólares, y se pillaba un montón de cosas. Consiguió un gran tomo de Otomo sobre El mago de Oz, pero todos tenían penes gigantes, ¡era increíble! Pero nadie lo quiere traducir al inglés.

¡Guauu! Sí, allí tienen de todo... no sé si has visitado Tokio. ¡Dios mío, allí se puede ver material que... madre mía! ¡Tienen cómics porno, y son... Dios mío! ¡Si te trajeses esas cosas a Estados Unidos te arrestarían de inmediato! En realidad, es... no es que sea porno infantil, y tampoco aparecen niños ni nada así, pero allí venden ese material junto con el resto. Pero, ¡Dios mío! ¡Es que sencillamente es pestilente! Lo intentaron, en realidad intentaron que se dejase de hacer, y muchos empezaron a argumentar: "Oh, es que esto es libertad creativa y esto y aquello". Bueno, a un nivel intelectual entiendo lo que me dicen, pero vamos... lo único que haces es alimentar unos gustos muy feos. Nadie necesita ese tipo de mierda.

Me parece bien que vayas a visitar la Convención de cómics de Seattle. ¿Sueles ir con mucha frecuencia o más bien es por...?

Sí, me lo pidieron ellos. Me encanta ir a las Convenciones. Me gustan mucho. Ya estuve en Seattle una vez. Me parece muy divertido. No me lo suelen pedir, pero este año me llamaron, quizá porque empecé a decir siempre que sí. Pero no me lo suelen pedir. A veces creo que la gente se piensa que... igual me equivoco, pero creo que se piensan que solo trabajo en el cine: "Oh, seguro que no quiere perder el tiempo", trabaja en el cine y bla, bla, bla". Ir a las Convenciones es importante. Es algo que Frank y yo siempre hemos... las Convenciones de cómics le ponían muy nervioso a Frank. Es muy tímido, y cada vez que firmábamos juntos se ponía como loco, porque yo empezaba a dibujar. Y me decía: "¡Te lo curras demasiado, Geof!" Yo le contestaba: "Bueno..." Ya sabes, él coge y se levanta y se pone a dibujar, ya sabes, y luego firma y se marcha. Yo todavía podría seguir dibujando, y él... pero me encanta conocer a la gente. Me parece importante.
Si Jack Kirby puede hacerlo de pie a una edad tan avanzada, siempre está bien que...

Y Jack, claro. ¡Dios mio! ¡Ese tipo! Vaya clase.

Pero también hay que entender, especialmente en situaciones como las de Frank y Alan Moore, que cuando se consigue tener tanta popularidad, te puedas quedar al borde del colapso en alguna ocasión, ¿no?

Sí, deberías... pero ya sabes... claro. Por un lado está esa parte en la que quieres conocer gente y hay personas muy agradables y otras muy exigentes. Básicamente vienen aquí y... Tienen sus propios problemas personales, y vienen a decirte lo horrible que eres. Me encanta ese tipo de personajes. ¡Guauu! ¡Me alegra que te lo hayas sacado de dentro! Puede que así no te vayas al Wal-Mart a comprar un arma para dispararle a todo el mundo. ¡Me parece muy bien! ¿Por qué te vas a pasar esperando 45 minutos para decirme algo así? [Risas.] "Bueno, ¡no voy a volver a leer nunca más otro cómic tuyo!" "¿Ah sí? ¿Y por qué?" "¡Porque siempre llegas tarde a las firmas!" "¡Bueno, pues lo siento!"

Las cosas son como son.

¡No lo hagas! Igual la tiro... Igual tiro la toalla ahora mismo. ¡Y será gracias a ti!

[Risas.] ¡Oh!

Pero en Francia es mucho peor, porque allí tienes que hacer muchos dibujos.

Si, algo había oído.

Tío, te vas a Angulema y allí te sientas a cenar y alguien te dice de repente: "Oh, me gustaría que..." y tienes el tenedor en la boca y es como: "Bueno, sí, pero como puedes ver, estoy comiendo". Siempre tienen algo que decir: "Mi madre se está muriendo y tengo que volver a su lado". La gente siempre usaba una lista de excusas con los dibujantes, y al día siguiente a veces veías a los mismos chicos. "Hola, ¿cómo se encuentra tu madre?" "¿Cómo?" "¿Cómo está tu madre? ¡Ayer me hablaste sobre lo que le pasa!" "Ah, ya..." "¿Salió del coma o lo que sea que le estuviera pasando?" "¡Oh sí, ahora se encuentra mucho mejor! ¡Pero mucho mejor!” Algunas excusas eran muy buenas. Pero otras...

Bueno, ya sabes, tampoco depende de lo famoso que seas. Conozco a un dibujante de Quebec que me decía que... no es tan famoso, pero sufrió una experiencia similar, todos querían un dibujo suyo. No importa quién seas, pero quieren un dibujo y entonces se vienen con cinco copias del mismo título para que les hagas un dibujo en cada una, o dos dibujos en un solo ejemplar.

Lo entiendo. Las cosas que he tenido que dibujar... y la gente en plan: "¡Guau! He firmado otra tontería más, algún pin-up de esos de..." Por lo general, me suelen pedir el personaje de una chica. Qué triste. Frank y yo solíamos hablar sobre el tema. "¿Qué es lo que ocurre con Bettie Page, que parece más popular que nunca?". Yo le decía a Frank: "Es que... ¡vamos!, imagínate que eres fan de los cómics y te encanta Spider-Man. Pero Spider-Man no existe. Ni tampoco Hulk. Pero Dave Stevens dibuja a Bettie Page como un personaje de cómic y ¡oh! Es tan sexy... ¡y estos tíos descubren de repente que ese personaje de cómic existió de verdad! ¡Así que se ponen como: ¡guau! ¡Podría haber llegado a conocerla! ¡Porque existió de verdad! Es como descubrir que Spider-Man ha estado vivo". Por eso Bettie Page se ha hecho tan popular, porque Dave llamó la atención sobre ella. ¡Guau! ¿En serio que ha existido alguien así? En realidad, Dave llegó a conocerla en persona.

Le cayó tan bien como para intentar ayudarla a recuperar sus derechos.

¡Y cuidó mucho de ella! Literalmente cuidó de ella. Cuando la sacó en el cómic, ganó dinero y le envió los cheques por los royalties, a diferencia de alguien del que no voy a mencionar el nombre. Un tipo que la estuvo explotando y que nunca le dio un centavo. Pero Dave cuidó de ella... Creo que ella falleció casi el mismo año que Dave. Pero él la dio a descubrir de nuevo. La llevaba de compras y a la frutería, y... recuerdo que una vez charlamos sobre el tema: ​​“Estábamos en el coche, y ya sabes, pasamos por una tienda de Los Ángeles que se llama Golden Apple y nos detuvimos allí, y ella se quedó mirando por la ventana, porque quería ver cómo era”. Le pregunté a Dave: "¿Y por qué no la acogiste en tu casa?" "Oh, no podría". Le dije: "¿Por qué no?" "¡Bueno, porque la reconocían en todas partes!" Empecé a reírme. "Vamos, Dave", le dije, "¡No creo ni que llevase el mismo peinado! ¿Quién la iba a reconocer?" Me dijo: "¡Pues es lo que pasaba!" Tenía una página y... ¡santo Dios! Tiene como 70 años. ¡Guau! Dave era un tipo maravilloso. Dios, realmente era... A veces me visitaba en Francia. Siempre salíamos y pasábamos el rato. A él le encantaba.

He escuchado hablar muchas cosas maravillosas sobre él por parte de mucha gente. Me parece muy triste que ya no esté.

Era todo un personaje. Todo un personaje. Pero de todos modos... era mejor que yo.

Oh, estoy seguro de que a ti te va bien, Geof.

Ahora estoy en Inkstuds. ¿Tienes algún lema en plan [canturrea] ¡Inkstuds! ¡Inkstuds!

Alguien nos compuso una vez un tema musical.

¿En serio?

Ya te enviaré el enlace. Dura aproximadamente un minuto. Es muy divertido.

¿Cuánto tiempo llevas en el programa?

Cinco años ya. Cinco años y medio. Si. Algo más de 300 entrevistas.

¿Se ha cabreado alguien contigo? ¿Alguien que se haya quedado en plan: "¡Oh Dios, ojalá nunca hubiese hablado con ese tío!" Me refiero a alguien además de mi caso.

Ya te lo diré dentro de un par de minutos.

Ah, porque no lo puedes decir en directo, ¿verdad?

Hablando del tema, ¡gracias por acompañarnos hoy, Geof! [Risas.] 

martes, 4 de febrero de 2020

COLABORANDO CON GIGANTES, ENTREVISTA CON GEOF DARROW (2 DE 3)

Entrevista de Robin McConnell con Geof Darrow para el programa de radio Inkstuds, 2011. Traducción: Frog2000. Parte 1.

Robin McConnell: Cuando empiezas a dibujar, ¿se produce algún tipo de automatismo en el sentido de que sigues y sigues dibujando y llenando espacio, para ver simplemente lo que surge?

Geof Darrow: La verdad es que no lo sé. Todo empieza de una forma bastante sensata y un poco simple, y hasta que no he acabado de dibujar algo y pienso: "Oh, esto no tiene tan mala pinta", suelo estar muy nervioso. "Oh, esto no es más que otro de esos horribles dibujos". Puede que en ese punto todavía me parezca algo pésimo, pero luego me digo: "Oh, pero tiene algo de interés". Y también suelo pensar cosas en plan: "¡Oh! Ese tío... esa mujer lleva una bolsa de la compra. ¡Qué pasa si le pongo un cerdo, si lo meto dentro de la bolsa! ¡Ese tipo de ahí se está fumando un bebé! ¡Ese bebé es una cachimba viviente!”, y otras cosas por el estilo. Se parece un poco a lo que has comentado antes, gran parte de las cosas surge de mis ideas. No lo planeo, ni tampoco me digo: "Oh, voy a dibujar..." Así fue en Hard Boiled, muchas de esas cosas simplemente aparecieron de repente. ¡No estaban planeadas! [Risas.]

¿Alguna vez, con las páginas de Hard Boiled en la mano, llegaste a mirar el resultado final y te dijiste: "¿De dónde proviene eso?"

No. Lo que pasa es que no recuerdo gran cosa de lo que he ido dibujando. Muchas veces me digo: "¡Oh, Jesús! ¿Por qué habré dibujado eso? ¿Por qué he dibujado esas cosas? Mira, ¡guau!... ¡Madre mía! Mira esa cosita de ahí. ¿Por qué la habré dibujado?

Así que conociste a Miller a través de Moebius.

Si, si, si. Fue uno de esos momentos típicos de Moebius en el que justo me acababa de llamar. Él vivía en Los Ángeles entonces, y yo estaba por allí. Así que hablé con Frank por teléfono, porque como que... no sé cómo conseguí su... estaba viviendo en Los Ángeles y Moebius también vivía en la ciudad, y yo me iba a mudar a Francia... pero no, no. Yo estaba allí entonces. Me quedé en verano, porque creo que después volví a París y luego viajé hasta San Diego, y él estaba allí y me llamó Moebius y me dijo: “Frank Miller viene para mi casa. ¿Te gustaría conocerlo?” Dije: “¡Sí!”Así que salí y llegué hasta la puerta de su casa, y entonces vinieron Frank y Lynn Varley, y por supuesto, Moebius no apareció, así que solo estábamos Frank y yo sin él. Y Moebius dijo [sic]: "¿Por qué no?" "De esta forma os habéis podido conocer". Estuve charlando con Frank, y él no sabía lo que yo solía hacer. No se lo dije. Lo mismo pasó cuando conocí a Moebius. Nunca le dije que yo era dibujante, porque pensaba que igual se sentía incómodo, porque a mí no me gustaría conocer a un chico que igual me empieza a enseñar sus cosas y bla, bla, bla, así que no se lo dije. Pero Moebius me preguntó, me dijo: "¿A qué te dedicas?" "Dibujo". "Oh, ¿puedo ver lo que haces?" Y fue entonces cuando se lo enseñé. Lo mismo ocurrió con Frank. Recuerdo que una noche llamé a Frank, yo acababa de regresar a París, y se acababa de editar "El Regreso del Caballero Oscuro", así que llamé para decirle que me parecía genial. Y me dijo: "¡No, espera un minuto, si tú eres el que has dibujado esto!" Y yo le dije: "¡Eso es! ¡Sí!" Y  me contestó: "¡No me había dado cuenta de que eras dibujante!" Y así fue como... y más tarde, cuando volví a Los Ángeles, empezamos a salir bastante para comer, y me dijo: "¿Dibujarías alguna vez las cosas de otro?" Le contesté: "Sí, supongo. Depende de..." Y me dijo:" Bueno, ¿qué hay de alguna cosa que haga yo? "Y le dije:" ¡Claro!" "Entonces, ¿qué te gustaría hacer?" Le dije: "Bueno, ¡quiero hacer algo con mucha acción!" Y me dijo: "Me parece bien". Así es como... lo primero en lo que pensamos fue en algo que John Romita Jr. haría más tarde, aquella historia de Daredevil.
Oh, no me parece mal, porque creo que la estuvieron elaborando durante bastante tiempo, ¿no?

Bueno, a Frank se le ocurrió la idea, y quiso saber si yo estaría interesado. Al principio le dije que sí, porque me habría encantado dibujar Daredevil. Pero la cuestión es que nunca llevaba disfraz, así que me dije: si voy a hacer un superhéroe, me gustaría que fuese disfrazado. [Risas.] Y él no lo estaba, así que pensé que mejor no. Luego, otra de las cosas que iba a hacer era algo ideado por Steve Gerber, algo así como Superman. No era Superman, sino un personaje que se le parecía, y aunque todo estaba listo, por alguna razón Steve nunca llegó a... simplemente se volvió imposible. Luego a Frank se le ocurrió esto. Se le ocurrió Hard Boiled. Y ahí lo tienes.

¿Y fue entonces cuando todo empezó a marchar cuesta abajo? [Risas.]

Si. Ya sabes, lo curioso de Hard Boiled es que no se suponía que iba a ser... me refiero a que empecé a dibujarlo, pero se suponía que no iba a ser un robot. [Robin se ríe.] Pero dibujé todas esas cosas y él me dijo: “¡Dios mío! ¿Cómo puede seguir vivo después de eso? ¿Cómo puede seguir estando...? ¿A quién le importa? Si solo es un cómic. Quiero decir, no importaba. Dame un cristal... Me refiero a que en los primeros dibujos que hice del personaje tenía un cristal sobresaliendo de su cuerpo, y está totalmente atrapado en mitad de un tiroteo infernal, porque en aquel entonces solía ver las películas de John Woo. Siempre me gustaron las películas chinas. Cuando te alcanzan en las películas estadounidenses en el estómago, se acabó el juego. Estás muerto. Pero en las películas chinas, lo único que ocurre es que la cantidad de plomo que entra en tu cuerpo al recibir los disparos te ralentiza. Los personajes siguen adelante empapados en sangre. "¡Oh, ya nos veremos la próxima semana, Joe!" Y eso es lo que quería incorporar al proyecto. ¿Por qué no? Es como una película china de John Woo. Disparan al protagonista y... pero Frank y yo tuvimos que convertirlo en un cyborg y luego se convirtió en un robot porque todavía seguía sin haber manera. [Risas.] Sí, eso es.

¿Cuánto tiempo estuviste trabajando en el proyecto? Porque sé que el tercer número salió después del segundo sin problemas...

Oh, estaba trabajando en Europa y la gente me decía lo tarde que iba. Y les dije que no. Nunca les dije que iba a terminar en una fecha concreta. Lo haría cuando lo hiciese. Tal como estaba planeado, fue mucho más curro de lo que planeaba dibujar: Frank me dijo: “¡Deberías parar! ¡O igual esto nunca sale a la luz!” Cerca del final hay una gran masacre: todos esos tipos empiezan a morir. Pensé en dibujarlo todo. Iba a enseñar cómo el protagonista se las arreglaba para matar a millones de personas, pero supongo que nunca lo habría logrado terminar.
¿Eran densos los guiones que te proporcionaba Frank Miller? ¿Tenías mucho margen de maniobra?

Bueno, ya sabes, como que dibujé algunas secuencias que no estaban en el guión porque me dijo: "Bueno, el protagonista hace esto..." y siempre me parecía un problema, porque... es como la persecución del segundo número con el coche de policía. No sé si te acuerdas. Todo eso lo terminé por dibujar. Quiero decir, no aparecía en el guión. El guión indicaba: "Se sube a ese coche y se estrella contra el supermercado". Luego dibujé todas esas cosas porque solía... "Bueno, no hay suficiente acción. Tenemos que verlo haciendo algo". Empecé a dibujar tanto porque no le mostré nada a Frank hasta el final. Nunca vio nada hasta que terminé de dibujarlo todo, y eso le puso como loco, porque a él le gusta compartir las cosas, y a mí no me gusta hacerlo hasta que están acabadas. Porque siempre tengo miedo de que me digan: "¡Oh, esto apesta!" Y yo igual le contesto: "Pues sí, tienes razón". Y luego puede que empiece de nuevo. Entonces, lo mejor nada más empezar a hacer algo es dibujarlo todo y ahí lo tienes, te guste o lo odies, eso es todo, y si no te gusta, pues no lo imprimas y...

A todos nos gusta lo que haces.

Bueno, me agrada que me lo digas. Hace poco tuve una... [risas]. Hice algo para DC Comics que no publicaron. Hice una portada para Superman y me dijeron... el editor era un tío muy agradable, pero por lo que sea no publicaron la portada y me dije: "¡Vamos ya!"

¿Ha sido hace poco?

Oh, sí, sí. A mí me gustaba. Pensaba que era una portada divertida. Iba de esto: Superman está de viaje, como redescubriendo Estados Unidos. Le pidieron a un grupo de autores que hicieran lo mismo: Kevin Nowlan era uno de ellos, y me dijeron: puedes dibujar lo que quieras. Superman, eso es. Está redescubriendo América. Sencillamente, que no aparezca volando por Nueva York. Entonces me dije, pensé: "Bueno, puedo ponerlo sobrevolando el Monte Rushmore y todo eso...". Y entonces caí: "¡Ya sé!" Lo dibujé tomando el té con una señora en una habitación, una viejecita que le sirve té y pastas, y él está sentado en el sofá tomando el té con ella, y hay un montón de gatos alrededor y todas esas fotos familiares en la pared. ¡Me parecía gracioso! Es una especie de América. Pero no la aceptaron. Se suponía que lo iban a hacer, pero tuvieron que cambiarla, ¡pusieron algo centrado en Lois Lane y, bah! Yo me quedé en plan... y eso que el editor era un tipo muy agradable, me dijo: "Ya la usaremos algún día y bla, bla, bla". Pero no lo creo, porque estoy seguro de que alguien dirá: "Espera un minuto…"

[Risas.] "¡No está golpeando nada!"

El resto era más o menos lo que te imaginabas que iba a ser, el personaje volando entre las nubes, y todos los dibujos eran muy bonitos, pero creo que el mío además era divertido. Pero nunca va a ver la luz del día. (Nota: En realidad he descubierto que van a imprimir la portada después de publicar la entrevista.)

Oh, seguro que algún día la editan en un número como portada especial... Cuando estabas trabajando en Hard Boiled, ¿alguna vez llegaste a hacer los fondos y luego los personajes por separado?

No, siempre dibujo primero el personaje y luego me pongo con los fondos.
Porque me pregunto cómo hiciste la escena en la que los personajes aparecían en un depósito de chatarra...

Bueno, esa fue la excepción a la regla. Hice como ese estilo animado. Dibujé un depósito de chatarra y luego empecé a mover el fondo por detrás. ¡Pero volví a dibujarlo en cada ocasión! Y lo volví a entintar. Me volvió loco. Supongo que podría haberlo fotocopiado, pero sentí que debía entintarlo cada vez. Por lo tanto, tardé bastante. Pero es un caso raro. Por lo general dibujo los personajes y luego hago los fondos.

Me parece muy interesante. Por lo tanto, nunca copias las imágenes para poder reutilizarlas, fotocopiándolas o lo que sea.

No, odio decir que siempre he pensado que es trampa. Pero esa es mi opinión.

Estoy de acuerdo.

Me quedo en plan: "¡Oh, tío!" Porque siempre me fijo en los autores que lo hacen, pero yo no puedo, aunque sea el mismo fondo y solo cambien las figuras; volveré a entintar el fondo cada vez, así que si pusieras uno sobre el otro, no serían calcados, porque lo he cambiado un poco. Pero es mi forma de hacer las cosas. No creo que haya nada de malo. Es algo personal.

Supongo que si no lo haces se puede perder algo de calidad artística. No sé, siempre me he sentido engañado cuando he leído un cómic y te dabas cuenta de que una cabeza dibujada cambiaba solo un poco, tal vez ponían un ojo arqueado o...

Oh, bueno, también depende de lo que quieras hacer. Si es una cara que no sonríe y de repente... Algunos también juegan con eso, porque simplemente tienen que... es su estilo... bueno, en mi caso nunca... ellos dibujan la cara de un tío, y en la siguiente viñeta dibujan la misma cara, y en la siguiente la misma cara, y en la cuarta viñeta, el personaje levanta una ceja, como si estuvieran ofreciendo la sensación del paso del tiempo. En los cómics estadounidenses no funciona tan bien. Los japoneses lo hacen en sus manga, pero yo no... los estadounidenses no suelen hacerlo demasiado. O eso creo.

A veces, pero no demasiado. Me parece que es un recurso más moderno que clásico, o por lo menos es de los últimos 15 años, especialmente gracias a Photoshop.

Yo lo entintaría cada vez. Ya sabes, no sería capaz de fotocopiar el dibujo y ponerlo en la página. [Robin se ríe.]

Cine: Metrópolis y Blade Runner. Creo que ambas han tenido un gran impacto en tu trabajo, por lo menos en el plano estilístico.

Ah, no tanto como piensas, porque Metrópolis no me gusta demasiado. Ciertamente, Blade Runner me gusta un poco, pero sobre todo es por Moebius, porque Blade Runner sin Moebius simplemente no existiría. Estuve trabajando con Ridley Scott en algo y le encantaban sus cosas. Si vuelves a revisar The Long Tomorrow y El Incal, verás que eso es Blade Runner, y esa siempre ha sido mi gran influencia. Si te soy sincero, no me gustaba mucho Blade Runner. Me refiero a que me gustaba el estilo, pero siempre he pensado que era muy lenta. [Robin se ríe.] Y siempre he querido hacer algo con mucha acción. Estuve colaborando con Ridley Scott y estuvimos hablando de... me parece un tío increíble. Aprendí lo siguiente de él. Cada vez que me llamaba, me explicaba quién era. Nunca dio por sentado que ya lo sabía: “Oh, soy Ridley Scott. Soy director de cine y he dirigido..." ¡Me daba el currículum por teléfono! Y yo le decía: "Sé quién es usted, Sr. Scott". Y me respondía: "¿Sí?" Y yo pensaba: ¡Guau! ¡Eso es tener clase! Simplemente no lo daba por sentado... y es que empezaba diciendo: "He trabajado en esa película, se titula Blade Runner". ¡Lo sé! Empezábamos a hablar y él seguía con Blade Runner. Me decía: "¿Qué opinas de ella?" Yo le contestaba: "Ya sabes, creo que es una película muy bonita..." Y lo es, ahora la aprecio más que cuando se estrenó por primera vez. Vi Indiana Jones, y creo que iba más de patear traseros y coger números de teléfono. Es un tipo de película diferente, así que le dije: "¡Me encantaría que tuviese más acción!" Me dijo: "¡Exacto! ¡A mí también! ¡Pero no me dejaron! Quería incluir más acción, pero me dijeron: 'No, no, tienes que hacerlo de esta forma'". Y yo me quedé en plan: "¡Guau!" Luego me explicó las escenas de acción que iba a incluir y le dije: "Bueno, la verdad es que no sé si con eso sería más acelerada”. Es un tipo increíble. Las cosas que quería hacer eran... bueno, pero esa es otra historia. Claro.

(Finalizará) 

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...