Entrevista de Gary Groth en The Comics Journal número 143 (1991). Transcrita por Craig Maynard. Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2.
GROTH: Bueno, también puede que sean más ignorantes de lo que están dando a entender.
MOORE: Claro, igual tienes razón. Pero es bastante obvio que toda esa ética puritana sigue alimentando la mayor parte de los problemas sexuales que se nos presentan. Y por eso la solución que tienen para todo es legislar cada vez más. Llega un punto en el que me cuesta creer que alguien pueda ser tan estúpido. Pero seguro que estás en lo cierto, es muy probable que solo sean unos putos estúpidos.
GROTH: Me gustaría preguntarte algo puramente hipotético. Supongamos que una mujer suele fantasear con el hecho de ser violada. Todos sabemos perfectamente que la violación es moral y políticamente reprobable, pero aunque cualquiera sea capaz de diferenciar perfectamente entre fantasía y realidad, ¿crees que hay un momento en el cual la fantasía empieza a formar parte de la realidad, y en el caso de esa mujer, fantasear de esa forma bien podría representar un fracaso de la conciencia?
MOORE: Necesariamente no tiene por qué. Creo que hasta cierto punto las fantasías sexuales pueden ser exploratorias, no necesitan estar conectadas con el mundo tangible y real en absoluto. Si alguien fantasea con la posibilidad de ser violado, sea un hombre o una mujer, lo que están haciendo es crear un teatrillo en su mente para el que han contratado a todos los actores del reparto, han escrito todos los diálogos, y toda la obra está bajo su perfecto control. No creo que estén buscando que les violen en el mundo real, ni tampoco están aprobando la violación física. Lo que me parece importante es que al fantasear de esa forma, la mujer sea capaz de hablar de ese tema, porque (si te soy completamente sincero) me parece que no podría hacerlo en un grupo feminista concienciado, y tampoco con la mayoría de hombres, por miedo a despertar el tipo equivocado de entusiasmo. Si una mujer quiere hablar sobre el tema, lo cierto es que no dispone de una zona de confort desde la que poder hacerlo. Por eso, uno de las características del erotismo es la de ser capaz de ofrecerle a la gente la oportunidad de romper ese silencio sexual.
GROTH: Parece como si la gente hubiese empezado a hablar cada vez más sobre sexo. Ya sabes, es algo que se puede ver en el programa de Phil Donahue, en el de Opra, pero en realidad no es que estén ayudando demasiado a aclarar las cosas. ¿Crees que esto ocurre porque suelen tratar el tema de una forma bastante banal?
MOORE: Nunca he visto esos programas, por lo que no estoy muy seguro. Pero he escuchado hablar a la Doctora Ruth. De alguna forma, es mejor que una enloquecida charlatana como la Doctora Ruth se ponga a hablar sobre sexo que el silencio absoluto. Pero al mismo tiempo, cuando la gente empieza a hablar sobre sexo en televisión lo hacen con un tono monocorde, y de esa forma me parece que no van a conseguir que la gente se interese más por el tema. [Risas.]
Es una forma de desmitificar el sexo tan banal como aséptica. Estoy de acuerdo en que tenemos que desmitificar el sexo (si eso es lo que quieres hacer), pero parte de su encanto reside en su potencial misterioso. Es posible que lo que se esté consiguiendo con estas charlas tan formales y llanas es cargarse el misterio y se termine por convertir el sexo en una cosa plana y aburrida. Esos programas se parecen a cualquier otro, traten acerca de cómo administrar una granja o sobre cómo fabricar coches.
Por otro lado, siempre será mejor que se hable sobre sexo en público. Estoy seguro de que es algo que puede ayudar a mucha gente y que algunos se podrán sentir increíblemente aliviados. Supongo que eso es lo que todos queremos.
GROTH: ¿Puedes hablar un poco más sobre tu postura hacia el sexo?
MOORE: Bueno, resulta tan difícil hablar sobre mi postura hacia el sexo como hacerlo sobre mis gustos alimenticios. Si tengo alguna postura, esa es la de que tienes que afrontar las cosas de una forma honesta. La honestidad sexual es lo más importante. Más allá, no tengo otras actitudes u opiniones.
Creo que cualquier cosa que te reporte placer y que no lo haga bajo coerción es muy positiva. Y no solo me parece bien, sino que además es inevitable. Legislar en contra del sexo no tiene sentido. Es inútil legislar contra cosas que la gente puede hacer en la privacidad de sus propios hogares. No se puede detener, lo único que vas a conseguir es que la gente se sienta avergonzada y se crea que está haciendo algo clandestino. La sexualidad de cualquiera depende más de cierto número de intrincados factores como el género, la sociedad en la que vivimos, cómo y dónde has crecido, todas esas cosas. Todo el mundo desarrolla sus propias apetencias sexuales. Personalmente, considero que el sexo es potencialmente interesante en algún nivel u otro, incluso aunque solo lo observemos desde un punto de vista antropológico o sociológico. Nunca me atrevería a emitir juicios de valor contra ningún tipo de sexualidad excepto en el caso del sexo coercitivo.
Soy capaz de excitarme con un montón de cosas, pero esa no es una de ellas. Y eso que es una actitud persistente en el erotismo. Todo eso de: "Ponte de rodillas, guarra" o "Tómalo, pequeña zorra". Nunca diría algo en plan: "Tómalo, pequeña zorra", a menos que le estuviese dando dinero a un enano vagabundo. [Tramp se puede traducir como zorra, enano, etc.]
GROTH: ¿Crees que es una tendencia desafortunada?
MOORE: Es que me parece un poco desconcertante. Puede que tenga que ver con el grupo social del que provengo, pero a la mayoría de tíos que conozco tampoco les gusta ese tipo de pornografía. No estoy seguro del tipo de valores que la industria del erotismo está intentando promover, pero sospecho que algunos ya no tienen ningún sentido. Es cierto que el público no suele opinar sobre la pornografía que consume, porque le parece un acto furtivo que es mejor ocultar. Más o menos la gente se traga lo que le echen. Creo que si no fuese tan condenadamente feo, el erotismo tendría un buen número de seguidores compuesto por gente inteligente que quizá no estuviese avergonzada de su sexualidad, tal y como lo han estado sus antepasados inmediatos.
GROTH: Si hubiese un mercado para vender rocas como animal doméstico, estoy seguro de que aparecería un empresario para empezar a venderlas. ¿Por qué crees que no hay mayor cantidad (o incluso ninguna), de material erótico para mujeres? Ciertamente parece que sí que exista un nicho de mercado para ellas.
MOORE: En alguna ocasión se ha intentado producir material erótico para mujeres. He podido ver algunas recopilaciones en tomo. En su mayoría era un trabajo primerizo, pero es lo que te podías esperar. El erotismo para mujeres está dando sus primeros pasos de novato. Por supuesto, hay autoras como Angela Carter que suelen incorporar material erótico en sus tramas. Melinda acaba de pasarme un trozo de papel en el que me indica que Acid Temple Ball de Sharon Rudahl es un excelente libro hippie centrado en el sexo.
Creo que el mercado también está dando sus primeros pasos, pero se trata de algo mucho más delicado que vender rocas como mascota, ¿no crees? Tú o yo le podemos confesar a cualquiera que poseemos una roca sin problemas, y seguro que a la mayoría le resultará menos difícil hablar sobre rocas-mascota que sobre su vida sexual.
GROTH: ¿Existen leyes en Inglaterra que regulen la pornografía? ¿Son muy represivas?
MOORE: Me imagino que serán como las americanas, bastante incomprensibles. En realidad nadie puede definir qué es la obscenidad. No hay forma de describirla. Es como lo que decía William Burroughs en uno de sus libros: "Si no puedes ser justo, sé arbitrario". Creo que la mayoría de jueces de este país tienden a regirse bajo ese mandato.
GROTH: ¿De qué recursos disponéis para salvaguardar el material erótico? Me refiero a que en nuestro caso podemos echar mano de la Primera Enmienda, que sigue siendo bastante efectiva.
MOORE: Si alguna vez fuésemos a juicio, podríamos argumentar que lo que hacemos no es obsceno. Antes se podía conseguir que una serie de testigos expertos juraran que tu obra tiene un valor social redentor.
Cuando se editó el primer cómic de Melinda en solitario en tu país, lo confiscaron y llevaron a juicio. Lo encontraron obsceno y el juez ordenó que lo quemaran. Gracias a esa vieja y buena quema de libros, la recibimos en Gran Bretaña con los brazos abiertos. Es raro que te toque un juez que sea extrañamente progresista. Parece que las cosas pueden variar entre un juez y otro, pero todo dependerá de si esa mañana el que te ha tocado se ha tomado su medicación.
En cuanto a las aduanas, no hay ningún sitio donde digan lo que puedes o no puedes traerte de importación. Lo que te dicen es: "bien. Esto funciona de esta forma. Intenta importar el material y ya veremos si te lo confiscamos o no." No quieren tener que afrontar la problemática de aprobar una ley coherente y viable. Mediante una amenaza tan vaga son capaces de desalentar a la gente de que trafiquen con cualquier forma de material erótico o sexual, porque muy bien podrían confiscarte todo el cargamento en los muelles. Creo que es una actitud bastante deshonesta. Lo único que puedo decir es que cualquiera debería tener la libertad de decir y publicar lo que le diese la gana. Creo que soy lo suficientemente responsable como para hacerlo. En mi caso no estoy intentando editar material capaz de hacer daño a la gente. Es el único criterio por el que me quiero regir. Yo no creo en la censura. Y la única forma de que podamos hacer uso de esa libertad es hacer este material y correr con todos los riesgos.
GROTH: ¿Has leído algún cómic erótico que te haya gustado?
MOORE: Seguramente ninguno que me haya entusiasmado. Pero hay ciertos elementos de la mayoría de los mejores cómics eróticos que me parecen muy disfrutables. Algunos de sus dibujos lo son. Me parece que el estilo de dibujo de Milo Manara es hasta cierto punto disfrutable. Pero en general, el contenido de las obras que se están haciendo en la actualidad suelen dejarme frío.
GROTH: ¿Qué te parece Crumb?
MOORE: Casi se podría asegurar que el underground americano se encuentra en una categoría aparte. Si hablamos de cómo han tratado la sexualidad en forma de cómic, para mí son los que más éxito han tenido.
En cuanto a la obra de Crumb, y al igual que ocurre con gran parte del underground, creo que tiene cierta apariencia humorística. Se pueden detectar ciertos rasgos humorísticos incluso en sus historietas más serias, y eso me parece magnífico. Pero si nos fijamos en su obra desde una perspectiva más amplia, me parece que hasta sus mejores descripciones sobre la sexualidad tienden a ser humorísticas o aterradoras.
GROTH: ¿Crees que es un artista huidizo?
MOORE: Hasta cierto punto. En realidad no quiero catalogarlo como huidizo, porque lo considero un autor muy honesto. Si yo hiciese lo mismo que él, también haría un material bastante esquivo, porque es de lo más normal. Como el Show de Benny Hill que se puede ver aquí. En otros casos el sexo se utiliza para dar ciertas connotaciones a una película de terror, como por ejemplo ocurría con Alien. La imaginería de Giger en esa película estaba plagada de un simbolismo sexual que realzaba el horror. Gran parte del mercado de libro de bolsillo de horror de segunda que se puede ver en este país mezcla el sexo y el sadismo.
Parece como en si en estos dos casos los autores no quisieran hablar sobre sexo. Por lo tanto, creo que en el erotismo se pueden encontrar algunos aspectos asombrosos y aterradores, aunque sean elementos que también forman parte de la sexualidad humana. Pero claro, no son todos los rasgos de la temática sexual que puedes utilizar, ni siquiera son una mayoría. Pero parece que los autores siempre se resisten a hablar solo sobre sexo.
GROTH: Crumb también suele afrontar la sexualidad desde un punto de vista antagónico.
MOORE: Yo no creo que su punto de vista sobre el sexo sea antagónico. Lo que intenta es hablar sobre las cualidades antagónicas de su propia sexualidad. Me parece que muchas de las revisiones del material de Crumb realizadas por algunas feministas le confieren la misma sutileza que la de un comediante de segunda categoría. A veces he escuchado opiniones sobre la sexista y escandalosa hostilidad hacia las mujeres de la que parece hacer gala Crumb y que sus historietas son sexistas y degradantes. Yo no lo veo así. Lo que veo es a alguien que está intentando ser honesto consigo mismo. ¿Cómo puede ser el sexismo efectivamente eliminado de la sociedad a menos que la gente lo empiece a entender? ¿Y cómo puede la gente entenderlo a menos que haya gente como Crumb que están listos para hablar honestamente acerca de sus sentimientos, sin miedo a parecer unos gilipollas en el proceso? Su actitud me parece increíblemente valiente. Yo nunca me he sentido ofendido por las interminables representaciones de esas gigantescas mujeres con grandes tetas y culos que hace Crumb. Creo que no está intentando decir nada sobre las mujeres, sino sobre sí mismo.
MOORE: Me hubiese gustado apoyarlo desde el principio, pero no tiene nada que ver con el erotismo que me gusta. Algunos elementos de la obra me resultaron incómodos, pero sigue siendo mejor que el noventa por ciento del cómic mainstream.
Uno de los motivos por los que me cabreé un poco con Black Kiss fue por la enorme cantidad de cinismo que desprendía, y que me pareció absolutamente hipócrita. Pero también empezó a ponerse de moda poner a caer de un burro a la obra aunque viniese enfundada en bolsas de plástico negro cerradas herméticamente.
Aplaudo a Howard por tener el valor de coger y hacer un cómic sexual. Hasta cierto punto, alguien tenía que poner la primera piedra. Black Kiss no tiene mucho que ver con Lost Girls, pero funciona como punto de referencia. Lo mismo ocurre, aunque de una forma diferente, con el Birland de Beto Hernandez, un tebeo que me gustó mucho. Tampoco creo que tenga el mismo enfoque serio que se podía ver en Diastrofismo Humano o Río Veneno. Pero al mismo tiempo, es una obra digna y me encanta que se haya editado, porque me ofrece otro punto de referencia a partir del que poder juzgar lo que estamos haciendo en Lost Girls.
GROTH: ¿Se te ocurren algunos otros cómics eróticos que merezca la pena mencionar?
MOORE: Omaha me gusta más en la teoría que en la práctica. No tengo nada que objetar sobre el dibujo, pero suelo pasar rápidamente las páginas para llegar hasta las escenas sexuales, lo que me parece imperdonable. Hay algo en la mezcla de este cómic que... puede que no me pueda sumergir todo lo que debería en una historia protagonizada por animales con una vida rutinaria. Tampoco es que esté sentenciando la obra, porque en cuanto a la motivación de los autores, aplaudo mucho más que lo que haya podido aplaudir el Black Kiss de Howard. Y sin embargo, estoy completamente desilusionado y admito que si comparamos Omaha con Black Kiss, este último me parece más interesante. Pero no estoy juzgando su valía como creadores. Es más una cuestión de que llevaba un tiempo dándole vueltas a si sería capaz de formular mi propio cómic erótico: "¿Por qué esto funciona y por qué no lo hace esto otro?" Todas estos intentos de hacer un cómic erótico tienen mucho valor. Otro con el que me lo he pasado bastante bien ha sido con Melody, de Sylvie Rancourt. Me parece encantador, aunque su temática no gire principalmente en torno al sexo.
En este Continente hay algunos autores que están haciendo cosas que como mínimo parecen interesantes. Hace poco he podido leer el Little Ego de Giardino. En la obra utiliza los hallazgos narrativos de Winsor McCay en un contexto erótico. Cuando me fijé por primera vez en el anuncio, me dije: "Magnífico, cómo me habría gustado que se me hubiese ocurrido a mí antes", pero cuando por fin conseguí el tomo lo encontré demasiado decepcionante. Básicamente está compuesto por una sucesión de sketches picantes que se van enlazando entre sí mediante unos cuantos trucos birlados del estilo narrativo de McCay. El autor no intenta utilizar los conceptos de McCay para crear nuevas herramientas para hacer las cosas o dirigirse hacia algún sitio novedoso y fresco. El material erótico que he podido ver hasta ahora me ha parecido muy decepcionante.
GROTH: ¿Qué hay de Crepax?
MOORE: Es obvio que dibuja muy bien, aunque sus figuras humanas siempre tienen un aspecto miserable, todas son mujeres cadavéricas al estilo Louise Brooks. Su forma de utilizar primeros planos de las manos, las caras, los labios o los ojos es muy interesante, son como pequeñas viñetas con forma de colmena. Es un recurso que en un momento dado se podría utilizar para realzar un episodio erótico, pero no parece tener el empaque suficiente como para que todas las viñetas queden organizadas de una forma coherente y el lector sepa cuál se tiene que leer en primer lugar. Mi principal objeción es en cuanto a los aspectos narrativos. Parece más un ilustrador que un narrador de cómic, prefiere utilizar las viñetas como un recurso estilístico para sus ilustraciones eróticas en lugar de intentar hacer historietas. No me gusta su trabajo. Y todo esto sin siquiera empezar a considerar sus guiones.
Hay algo en la tonalidad de un montón del material erótico que he podido ver que da la sensación de ser tan obsesivo como pegajoso. En su mayoría, a menos que esté bien hecho, parece que los autores estén sacando a la luz obsesiones privadas que no es que sean demasiado atractivas. Leyéndolas te sientes como si estuvieses encerrado en el armario del dormitorio o algo parecido. En la mayoría del material erótico no existe el espacio ni la distancia, y creo que son rasgos del arte muy importantes. Si quieres que el lector se sienta cómodo, tienes que ofrecerle espacio suficiente.
GROTH: ¿Has visto alguna vez la tira erótica de Jack Kirby?
MOORE: No, ¿cuál es?
GROTH: Nah, estaba bromeando.
MOORE: [Risas.] ¡Ah, mamón! Es posible que formase parte de ese número de Young Romance que nunca se llegó a editar. Seguro que era magnífica, Gary.
GROTH: Bueno, también puede que sean más ignorantes de lo que están dando a entender.
MOORE: Claro, igual tienes razón. Pero es bastante obvio que toda esa ética puritana sigue alimentando la mayor parte de los problemas sexuales que se nos presentan. Y por eso la solución que tienen para todo es legislar cada vez más. Llega un punto en el que me cuesta creer que alguien pueda ser tan estúpido. Pero seguro que estás en lo cierto, es muy probable que solo sean unos putos estúpidos.
GROTH: Me gustaría preguntarte algo puramente hipotético. Supongamos que una mujer suele fantasear con el hecho de ser violada. Todos sabemos perfectamente que la violación es moral y políticamente reprobable, pero aunque cualquiera sea capaz de diferenciar perfectamente entre fantasía y realidad, ¿crees que hay un momento en el cual la fantasía empieza a formar parte de la realidad, y en el caso de esa mujer, fantasear de esa forma bien podría representar un fracaso de la conciencia?
MOORE: Necesariamente no tiene por qué. Creo que hasta cierto punto las fantasías sexuales pueden ser exploratorias, no necesitan estar conectadas con el mundo tangible y real en absoluto. Si alguien fantasea con la posibilidad de ser violado, sea un hombre o una mujer, lo que están haciendo es crear un teatrillo en su mente para el que han contratado a todos los actores del reparto, han escrito todos los diálogos, y toda la obra está bajo su perfecto control. No creo que estén buscando que les violen en el mundo real, ni tampoco están aprobando la violación física. Lo que me parece importante es que al fantasear de esa forma, la mujer sea capaz de hablar de ese tema, porque (si te soy completamente sincero) me parece que no podría hacerlo en un grupo feminista concienciado, y tampoco con la mayoría de hombres, por miedo a despertar el tipo equivocado de entusiasmo. Si una mujer quiere hablar sobre el tema, lo cierto es que no dispone de una zona de confort desde la que poder hacerlo. Por eso, uno de las características del erotismo es la de ser capaz de ofrecerle a la gente la oportunidad de romper ese silencio sexual.
GROTH: Parece como si la gente hubiese empezado a hablar cada vez más sobre sexo. Ya sabes, es algo que se puede ver en el programa de Phil Donahue, en el de Opra, pero en realidad no es que estén ayudando demasiado a aclarar las cosas. ¿Crees que esto ocurre porque suelen tratar el tema de una forma bastante banal?
MOORE: Nunca he visto esos programas, por lo que no estoy muy seguro. Pero he escuchado hablar a la Doctora Ruth. De alguna forma, es mejor que una enloquecida charlatana como la Doctora Ruth se ponga a hablar sobre sexo que el silencio absoluto. Pero al mismo tiempo, cuando la gente empieza a hablar sobre sexo en televisión lo hacen con un tono monocorde, y de esa forma me parece que no van a conseguir que la gente se interese más por el tema. [Risas.]
Es una forma de desmitificar el sexo tan banal como aséptica. Estoy de acuerdo en que tenemos que desmitificar el sexo (si eso es lo que quieres hacer), pero parte de su encanto reside en su potencial misterioso. Es posible que lo que se esté consiguiendo con estas charlas tan formales y llanas es cargarse el misterio y se termine por convertir el sexo en una cosa plana y aburrida. Esos programas se parecen a cualquier otro, traten acerca de cómo administrar una granja o sobre cómo fabricar coches.
Por otro lado, siempre será mejor que se hable sobre sexo en público. Estoy seguro de que es algo que puede ayudar a mucha gente y que algunos se podrán sentir increíblemente aliviados. Supongo que eso es lo que todos queremos.
GROTH: ¿Puedes hablar un poco más sobre tu postura hacia el sexo?
MOORE: Bueno, resulta tan difícil hablar sobre mi postura hacia el sexo como hacerlo sobre mis gustos alimenticios. Si tengo alguna postura, esa es la de que tienes que afrontar las cosas de una forma honesta. La honestidad sexual es lo más importante. Más allá, no tengo otras actitudes u opiniones.
Creo que cualquier cosa que te reporte placer y que no lo haga bajo coerción es muy positiva. Y no solo me parece bien, sino que además es inevitable. Legislar en contra del sexo no tiene sentido. Es inútil legislar contra cosas que la gente puede hacer en la privacidad de sus propios hogares. No se puede detener, lo único que vas a conseguir es que la gente se sienta avergonzada y se crea que está haciendo algo clandestino. La sexualidad de cualquiera depende más de cierto número de intrincados factores como el género, la sociedad en la que vivimos, cómo y dónde has crecido, todas esas cosas. Todo el mundo desarrolla sus propias apetencias sexuales. Personalmente, considero que el sexo es potencialmente interesante en algún nivel u otro, incluso aunque solo lo observemos desde un punto de vista antropológico o sociológico. Nunca me atrevería a emitir juicios de valor contra ningún tipo de sexualidad excepto en el caso del sexo coercitivo.
Soy capaz de excitarme con un montón de cosas, pero esa no es una de ellas. Y eso que es una actitud persistente en el erotismo. Todo eso de: "Ponte de rodillas, guarra" o "Tómalo, pequeña zorra". Nunca diría algo en plan: "Tómalo, pequeña zorra", a menos que le estuviese dando dinero a un enano vagabundo. [Tramp se puede traducir como zorra, enano, etc.]
GROTH: ¿Crees que es una tendencia desafortunada?
MOORE: Es que me parece un poco desconcertante. Puede que tenga que ver con el grupo social del que provengo, pero a la mayoría de tíos que conozco tampoco les gusta ese tipo de pornografía. No estoy seguro del tipo de valores que la industria del erotismo está intentando promover, pero sospecho que algunos ya no tienen ningún sentido. Es cierto que el público no suele opinar sobre la pornografía que consume, porque le parece un acto furtivo que es mejor ocultar. Más o menos la gente se traga lo que le echen. Creo que si no fuese tan condenadamente feo, el erotismo tendría un buen número de seguidores compuesto por gente inteligente que quizá no estuviese avergonzada de su sexualidad, tal y como lo han estado sus antepasados inmediatos.
GROTH: Si hubiese un mercado para vender rocas como animal doméstico, estoy seguro de que aparecería un empresario para empezar a venderlas. ¿Por qué crees que no hay mayor cantidad (o incluso ninguna), de material erótico para mujeres? Ciertamente parece que sí que exista un nicho de mercado para ellas.
MOORE: En alguna ocasión se ha intentado producir material erótico para mujeres. He podido ver algunas recopilaciones en tomo. En su mayoría era un trabajo primerizo, pero es lo que te podías esperar. El erotismo para mujeres está dando sus primeros pasos de novato. Por supuesto, hay autoras como Angela Carter que suelen incorporar material erótico en sus tramas. Melinda acaba de pasarme un trozo de papel en el que me indica que Acid Temple Ball de Sharon Rudahl es un excelente libro hippie centrado en el sexo.
Creo que el mercado también está dando sus primeros pasos, pero se trata de algo mucho más delicado que vender rocas como mascota, ¿no crees? Tú o yo le podemos confesar a cualquiera que poseemos una roca sin problemas, y seguro que a la mayoría le resultará menos difícil hablar sobre rocas-mascota que sobre su vida sexual.
GROTH: ¿Existen leyes en Inglaterra que regulen la pornografía? ¿Son muy represivas?
MOORE: Me imagino que serán como las americanas, bastante incomprensibles. En realidad nadie puede definir qué es la obscenidad. No hay forma de describirla. Es como lo que decía William Burroughs en uno de sus libros: "Si no puedes ser justo, sé arbitrario". Creo que la mayoría de jueces de este país tienden a regirse bajo ese mandato.
GROTH: ¿De qué recursos disponéis para salvaguardar el material erótico? Me refiero a que en nuestro caso podemos echar mano de la Primera Enmienda, que sigue siendo bastante efectiva.
MOORE: Si alguna vez fuésemos a juicio, podríamos argumentar que lo que hacemos no es obsceno. Antes se podía conseguir que una serie de testigos expertos juraran que tu obra tiene un valor social redentor.
Cuando se editó el primer cómic de Melinda en solitario en tu país, lo confiscaron y llevaron a juicio. Lo encontraron obsceno y el juez ordenó que lo quemaran. Gracias a esa vieja y buena quema de libros, la recibimos en Gran Bretaña con los brazos abiertos. Es raro que te toque un juez que sea extrañamente progresista. Parece que las cosas pueden variar entre un juez y otro, pero todo dependerá de si esa mañana el que te ha tocado se ha tomado su medicación.
En cuanto a las aduanas, no hay ningún sitio donde digan lo que puedes o no puedes traerte de importación. Lo que te dicen es: "bien. Esto funciona de esta forma. Intenta importar el material y ya veremos si te lo confiscamos o no." No quieren tener que afrontar la problemática de aprobar una ley coherente y viable. Mediante una amenaza tan vaga son capaces de desalentar a la gente de que trafiquen con cualquier forma de material erótico o sexual, porque muy bien podrían confiscarte todo el cargamento en los muelles. Creo que es una actitud bastante deshonesta. Lo único que puedo decir es que cualquiera debería tener la libertad de decir y publicar lo que le diese la gana. Creo que soy lo suficientemente responsable como para hacerlo. En mi caso no estoy intentando editar material capaz de hacer daño a la gente. Es el único criterio por el que me quiero regir. Yo no creo en la censura. Y la única forma de que podamos hacer uso de esa libertad es hacer este material y correr con todos los riesgos.
GROTH: ¿Has leído algún cómic erótico que te haya gustado?
MOORE: Seguramente ninguno que me haya entusiasmado. Pero hay ciertos elementos de la mayoría de los mejores cómics eróticos que me parecen muy disfrutables. Algunos de sus dibujos lo son. Me parece que el estilo de dibujo de Milo Manara es hasta cierto punto disfrutable. Pero en general, el contenido de las obras que se están haciendo en la actualidad suelen dejarme frío.
GROTH: ¿Qué te parece Crumb?
MOORE: Casi se podría asegurar que el underground americano se encuentra en una categoría aparte. Si hablamos de cómo han tratado la sexualidad en forma de cómic, para mí son los que más éxito han tenido.
En cuanto a la obra de Crumb, y al igual que ocurre con gran parte del underground, creo que tiene cierta apariencia humorística. Se pueden detectar ciertos rasgos humorísticos incluso en sus historietas más serias, y eso me parece magnífico. Pero si nos fijamos en su obra desde una perspectiva más amplia, me parece que hasta sus mejores descripciones sobre la sexualidad tienden a ser humorísticas o aterradoras.
GROTH: ¿Crees que es un artista huidizo?
MOORE: Hasta cierto punto. En realidad no quiero catalogarlo como huidizo, porque lo considero un autor muy honesto. Si yo hiciese lo mismo que él, también haría un material bastante esquivo, porque es de lo más normal. Como el Show de Benny Hill que se puede ver aquí. En otros casos el sexo se utiliza para dar ciertas connotaciones a una película de terror, como por ejemplo ocurría con Alien. La imaginería de Giger en esa película estaba plagada de un simbolismo sexual que realzaba el horror. Gran parte del mercado de libro de bolsillo de horror de segunda que se puede ver en este país mezcla el sexo y el sadismo.
Parece como en si en estos dos casos los autores no quisieran hablar sobre sexo. Por lo tanto, creo que en el erotismo se pueden encontrar algunos aspectos asombrosos y aterradores, aunque sean elementos que también forman parte de la sexualidad humana. Pero claro, no son todos los rasgos de la temática sexual que puedes utilizar, ni siquiera son una mayoría. Pero parece que los autores siempre se resisten a hablar solo sobre sexo.
GROTH: Crumb también suele afrontar la sexualidad desde un punto de vista antagónico.
MOORE: Yo no creo que su punto de vista sobre el sexo sea antagónico. Lo que intenta es hablar sobre las cualidades antagónicas de su propia sexualidad. Me parece que muchas de las revisiones del material de Crumb realizadas por algunas feministas le confieren la misma sutileza que la de un comediante de segunda categoría. A veces he escuchado opiniones sobre la sexista y escandalosa hostilidad hacia las mujeres de la que parece hacer gala Crumb y que sus historietas son sexistas y degradantes. Yo no lo veo así. Lo que veo es a alguien que está intentando ser honesto consigo mismo. ¿Cómo puede ser el sexismo efectivamente eliminado de la sociedad a menos que la gente lo empiece a entender? ¿Y cómo puede la gente entenderlo a menos que haya gente como Crumb que están listos para hablar honestamente acerca de sus sentimientos, sin miedo a parecer unos gilipollas en el proceso? Su actitud me parece increíblemente valiente. Yo nunca me he sentido ofendido por las interminables representaciones de esas gigantescas mujeres con grandes tetas y culos que hace Crumb. Creo que no está intentando decir nada sobre las mujeres, sino sobre sí mismo.
GROTH: ¿Qué opinas de Black Kiss?
MOORE: Me hubiese gustado apoyarlo desde el principio, pero no tiene nada que ver con el erotismo que me gusta. Algunos elementos de la obra me resultaron incómodos, pero sigue siendo mejor que el noventa por ciento del cómic mainstream.
Uno de los motivos por los que me cabreé un poco con Black Kiss fue por la enorme cantidad de cinismo que desprendía, y que me pareció absolutamente hipócrita. Pero también empezó a ponerse de moda poner a caer de un burro a la obra aunque viniese enfundada en bolsas de plástico negro cerradas herméticamente.
Aplaudo a Howard por tener el valor de coger y hacer un cómic sexual. Hasta cierto punto, alguien tenía que poner la primera piedra. Black Kiss no tiene mucho que ver con Lost Girls, pero funciona como punto de referencia. Lo mismo ocurre, aunque de una forma diferente, con el Birland de Beto Hernandez, un tebeo que me gustó mucho. Tampoco creo que tenga el mismo enfoque serio que se podía ver en Diastrofismo Humano o Río Veneno. Pero al mismo tiempo, es una obra digna y me encanta que se haya editado, porque me ofrece otro punto de referencia a partir del que poder juzgar lo que estamos haciendo en Lost Girls.
GROTH: ¿Se te ocurren algunos otros cómics eróticos que merezca la pena mencionar?
MOORE: Omaha me gusta más en la teoría que en la práctica. No tengo nada que objetar sobre el dibujo, pero suelo pasar rápidamente las páginas para llegar hasta las escenas sexuales, lo que me parece imperdonable. Hay algo en la mezcla de este cómic que... puede que no me pueda sumergir todo lo que debería en una historia protagonizada por animales con una vida rutinaria. Tampoco es que esté sentenciando la obra, porque en cuanto a la motivación de los autores, aplaudo mucho más que lo que haya podido aplaudir el Black Kiss de Howard. Y sin embargo, estoy completamente desilusionado y admito que si comparamos Omaha con Black Kiss, este último me parece más interesante. Pero no estoy juzgando su valía como creadores. Es más una cuestión de que llevaba un tiempo dándole vueltas a si sería capaz de formular mi propio cómic erótico: "¿Por qué esto funciona y por qué no lo hace esto otro?" Todas estos intentos de hacer un cómic erótico tienen mucho valor. Otro con el que me lo he pasado bastante bien ha sido con Melody, de Sylvie Rancourt. Me parece encantador, aunque su temática no gire principalmente en torno al sexo.
En este Continente hay algunos autores que están haciendo cosas que como mínimo parecen interesantes. Hace poco he podido leer el Little Ego de Giardino. En la obra utiliza los hallazgos narrativos de Winsor McCay en un contexto erótico. Cuando me fijé por primera vez en el anuncio, me dije: "Magnífico, cómo me habría gustado que se me hubiese ocurrido a mí antes", pero cuando por fin conseguí el tomo lo encontré demasiado decepcionante. Básicamente está compuesto por una sucesión de sketches picantes que se van enlazando entre sí mediante unos cuantos trucos birlados del estilo narrativo de McCay. El autor no intenta utilizar los conceptos de McCay para crear nuevas herramientas para hacer las cosas o dirigirse hacia algún sitio novedoso y fresco. El material erótico que he podido ver hasta ahora me ha parecido muy decepcionante.
GROTH: ¿Qué hay de Crepax?
MOORE: Es obvio que dibuja muy bien, aunque sus figuras humanas siempre tienen un aspecto miserable, todas son mujeres cadavéricas al estilo Louise Brooks. Su forma de utilizar primeros planos de las manos, las caras, los labios o los ojos es muy interesante, son como pequeñas viñetas con forma de colmena. Es un recurso que en un momento dado se podría utilizar para realzar un episodio erótico, pero no parece tener el empaque suficiente como para que todas las viñetas queden organizadas de una forma coherente y el lector sepa cuál se tiene que leer en primer lugar. Mi principal objeción es en cuanto a los aspectos narrativos. Parece más un ilustrador que un narrador de cómic, prefiere utilizar las viñetas como un recurso estilístico para sus ilustraciones eróticas en lugar de intentar hacer historietas. No me gusta su trabajo. Y todo esto sin siquiera empezar a considerar sus guiones.
Hay algo en la tonalidad de un montón del material erótico que he podido ver que da la sensación de ser tan obsesivo como pegajoso. En su mayoría, a menos que esté bien hecho, parece que los autores estén sacando a la luz obsesiones privadas que no es que sean demasiado atractivas. Leyéndolas te sientes como si estuvieses encerrado en el armario del dormitorio o algo parecido. En la mayoría del material erótico no existe el espacio ni la distancia, y creo que son rasgos del arte muy importantes. Si quieres que el lector se sienta cómodo, tienes que ofrecerle espacio suficiente.
GROTH: ¿Has visto alguna vez la tira erótica de Jack Kirby?
MOORE: No, ¿cuál es?
GROTH: Nah, estaba bromeando.
MOORE: [Risas.] ¡Ah, mamón! Es posible que formase parte de ese número de Young Romance que nunca se llegó a editar. Seguro que era magnífica, Gary.