Cómo mirar el futuro, por Warren Ellis. Septiembre de 2012. Traducido por Frog2000.
Este es el texto sin revisar del
discurso inaugural que ofrecí en Improving Reality [Mejora de la
Realidad] el pasado jueves. De nuevo, gracias a Honor y a su panda por ser
tan maravillosos y tan generosos de invitarme.
La idea de llamar a un evento
“Improving Reality” es una de las cosas más geniales surgidas en el seno de la ciencia ficción. Hace veinte años te habrías quedado solo al
contar la historia de que en 2012 la gente podría viajar hasta una
ciudad centrada en la tecnología para charlar sobre cómo se podría mejorar
la realidad. Sobre qué podríamos hacer para ajustar la luminosidad
del cielo. ¿Por qué no hacerlo? Sé que será objeto de futuros consensos, pero ahora mismo ya se está hablando sobre ello. Son temas sobre los que todos nos podemos poner de acuerdo. Como esas historias que aparecían en las antiguas historias de ciencia ficción acerca de que Venus
era “un infierno verde” con una jungla alienígena y que Marte estaba formado por un exótico desierto rojo atravesado por canales.
Por supuesto, en la realidad, Venus es
una cloaca llena de altas presiones de la que estamos a miles de años
luz tecnológicamente hablando de poder caminar sobre su superficie,
y en Marte existen todo tipo de cabronadas. Bienvenido al futuro de
Ballard, que es al que más rápidamente estamos llegando de forma
consensuada, donde básicamente todo es banal. En esencia, esa es la posición más sensata aceptada en este mismo momento.
Un escritor que se llama Ventakesh Rao ha
usado recientemente el término “normalidad manufacturada” para
describirla. La idea de que las cosas están diseñadas para
activar una predisposición psicológica que nos haga creer que nos
encontramos en un presente continuo, aburrido y estático. La
atemporalidad considerada como la característica principal de
principios del Siglo XXI. Por supuesto, Venus no es un infierno
verde, eso podría hacerlo demasiado interesante, ¿no? Por supuesto, cosas como Google Glass y Google Gloves tienen el
aspecto de ser atrezzo de una mala película de ciencia ficción para televisión de los 90 y 2000. Y por supuesto, coger un avión para llegar hasta
el otro extremo del Planeta no es una experiencia brutalmente
diferente de viajar en tren desde Londres hasta Escocia en los veinte, dejando a un lado la radiación y los toqueteos.
Solemos llevar iPhones encima, y a poco que seamos conscientes de la Historia bien podrías señalar que este es un dispositivo impresionante que
contiene un mapa en directo del Planeta y la biblioteca más grande
imaginable, y que también supone un cambio absoluto del paradigma de
las comunicaciones e individualidad personales. Y justo a continuación
algunos idiotas cogerían y te dirían que parece algo salido de Star Trek
Next Generation, y luego otra persona afirmaría que no tiene ni siquiera
un aspecto tan cool como el comunicador original del Capitán Kirk, y a continuación otra persona contestaría que no, pero que te puedes comprar una
cajita para que tenga el mismo aspecto, y entonces te encontrarías de nuevo manufacturado y a la búsqueda de la normalidad, esa donde
nadie gana porque todo el mundo se queda tumbado para hacer jodidamente el vago.
Porque es imposible mejorar la realidad... ¿verdad?
Pero te podría sugerir otra cosa.
Las teorías de lo atemporal y de la normalidad manufacturada y de la
Historia Cero se pueden cortocircuitar.
Echa un vistazo a tu
alrededor.
La banalidad
ballardiana surge porque no hemos conseguido llegar al futuro que nos
prometieron, o porque creemos que es demasiado tarde para hacer factible que todo sea lo diferente que nos prometieron que sería.
Esto se debe a que nos
fijamos en la fecha actual mirando por un espejo retrovisor. Es
algo que Marshall McLuhan dijo allá por los sesenta, cuando el
mundo se encontraba en las garras de narrativas futuristas que aparentemente parecían auténticas. Dijo: "Miramos el presente a través de un espejo
retrovisor. Marchamos retrocediendo hacia el futuro".
Continuó diciéndolo en
1969, el año del aterrizaje en la Luna: "Por culpa de la
invisibilidad de cualquier medio ambiente durante su período de
innovación, el hombre sólo es consciente del medio ambiente que le
ha precedido; en otras palabras, se convierte en un entorno
plenamente visible sólo cuando ha sido reemplazado por un nuevo
entorno; por tanto, en nuestra visión del mundo siempre vamos un
paso por detrás. El presente siempre es invisible porque es ambiental y
satura todo el campo de atención de forma demasiado abrumadora; por lo tanto, todo el mundo está viviendo un día antes".
Tres años antes,
Philip K Dick escribió un libro titulado “Esperando el año
pasado” [1966].
Permitidme tratar
sobre todo esto con vosotros:
El Monte Olimpo
(Olympus Mons) de Marte es muy alto, pero aún así su pendiente
desciende tan suavemente que si estás adecuada y correctamente
alimentado, su inclinación te permitiría caminar la mayor parte del
camino hasta el espacio. Marte tiene una gran e hinchada atmósfera
mayor que la nuestra, pero por ello apenas hay nada encima suyo. Su
atmósfera es de 30 pascales de presión, que es lo que se consigue en un horno de alta presión industrial aquí en la Tierra. Pero si quisieras, allí podrías llegar caminando hasta el espacio. Imagínatelo. Imagina un mundo donde
literalmente se pudiese caminar hasta el espacio.
En realidad, como idea dice mucho a su favor, es mejor que volver a hablar sobre todos esos exóticos canales y
rojos desiertos. Imagínate por un momento que vives en una cultura
marciana en donde la existencia de toda una
especie inteligente resulta palpable. Una montaña de la que no se puede ver la parte
superior porque es un mundo pequeño y su cumbre se encuentra escondida
detrás del horizonte. Imagínate los asentamientos a lo largo de la
falda del Monte Olimpo. Imagínate las batallas libradas sobre
secciones de esa pendiente. Generaciones y generaciones de
exploradores que han ido muriendo a lo largo y ancho de su altura,
tecnologías desarrolladas y consumidas que harían posible caminar a poca distancia de poder dar un salto hasta la órbita espacial.
La Normalidad Manufacturada podría sugerir que si fuésemos
marcianos nos daríamos cuenta de que todo esto nos parecería completamente aburrido
dentro de diez años y que ser capaces de subir caminando hasta el espacio no nos preocuparía ni lo más mínimo.
Ahora imagina un
mundo donde el viaje interestelar hasta otros mundos fuese una antigua curiosidad. Imagínate leyendo las palabras "Vintage Espacial." ¿Podrías incluso considerar formar parte de una
cultura que podría haber sido capaz de viajar al espacio y luego pasó de hacerlo?
Si el futuro está
muerto, entonces hoy deberíamos evocarlo y aprender a verlo de una forma
apropiada.
Tampoco es que a través del espejo retrovisor se pueda ver
correctamente el presente. Está
junto enfrente tuyo. Aquí mismo.
En el espacio hay
seis personas viviendo ahora mismo. Hay gente haciendo impresiones de
prototipos de órganos humanos, y gente estampando tejidos construidos con
nanocables que se unirán con la carne y el sistema eléctrico
humano.
Hemos fotografiado
la sombra de un solo átomo. Tenemos piernas robot que son controladas por
ondas cerebrales. Los exploradores han hecho pie en el lugar no
sumergido más profundo del mundo, una cueva a más de dos kilómetros
bajo Abjasia. La NASA se está preparando para lanzar tres satélites
del tamaño de tazas de café que podrán ser controlados con
aplicaciones de un teléfono móvil.
Aquí tenéis otro ángulo
más de este “Vintage Espacial”: el Voyager 1 se encuentra navegando a 11 mil millones de kilómetros, y tiene una potencia de cálculo de
64Ks y una grabadora de ocho pistas.
En los últimos diez
años hemos descubierto dos especies de humano previamente desconocidas. Somos capaces de filmar erupciones sobre la superficie del
sol, aterrizajes en Marte e incluso aterrizajes en Titán. ¿Todo
esto te parece muy aburrido? Pues todo está sucediendo ahora
mismo, en este mismo momento. Comprueba la fecha en tu teléfono, porque esa es la actual y estas cosas están sucediendo ahora mismo. El
teléfono móvil más básico es un dispositivo de
comunicación que sería capaz de avergonzar a toda la ciencia ficción, todas las
radios de muñeca y comunicadores manuales. El Capitán Kirk tuvo
que ajustar su maldito comunicador y con él ni siquiera podía leer texto o tomar una
fotografía que incluyera un buen filtro Polaroid. La ciencia ficción
no previno que el teléfono móvil iba a llegar en algún momento. Ciertamente tampoco
pudo ver las ventanas de cristal que brillan intensamente y que muchos de nosotros acarreamos encima, donde hacemos que sucedan cosas asombrosas simplemente apuntando con nuestros propios dedos como si fuésemos jodidos magos.
Que por cierto, es
lo que Steve Jobs quiso decir cuando dijo que las iPads eran mágicas.
La metáfora central es la magia. Y tal vez la magia parezca una cosa
extraña para que ahora y aquí haga acto de presencia, pero la magia y la
ficción están profundamente entrelazadas, y ahora mismo
todos vosotros estáis asistiendo a una sesión de espiritismo sobre
el futuro. Estamos convocándolo desde el presente. Aquí y en este
mismo momento. Está en la habitación con nosotros. Vivimos en el
futuro. Vivimos en un estado de ciencia ficción donde podemos ver
bajo los átomos y alrededor de todo el mundo y más allá de los
lagos de metano de Titán.
Usemos el espejo
retrovisor para su verdadero propósito. Imagina que yo estuviese
sentado a tu lado hace veinticinco años y pudieses escuchar el timbre de un teléfono y yo sacara una barrita hecha de cristal y te
dijese para disculparme: lo siento, mi teléfono me acaba de avisar que me ha llegado un nuevo vídeo donde se puede ver una llamarada
solar. De inmediato pensarías que me he vuelto loco. Usemos el espejo
retrovisor y pensemos que sólo hace 25 años que hablamos sobre el
GPS. Esta es la última generación que se perderá alguna vez en
Occidente. Filtros de agua. Biología sintética. Secuenciación
genética. El Síndrome Repiratorio Agudo Grave (SARS) fue
secuenciado genéticamente menos de 48 horas después de su
identificación. Ni siquiera he hablado todavía de la red, el wifi,
la banda ancha para móviles, computación en la nube, los
cigarrillos electrónicos...
Entendamos que
nuestro presente está muy lejos de ser banal. La
realidad tal como la conocemos está estallando todos los días con
la novedad. No todo es bueno. Estamos en una época extraña y no
completamente cómoda en la que vivir. Pero quiero que en esta
sala sintáis el futuro como si fuese presente. Quiero que entendáis, antes
de empezar aquí este día, que lo que está invisible en esta
habitación es la sensación de estar viviendo en el futuro, no en
los años que han quedado detrás nuestro.
Ser un futurista que
tiene como objetivo mejorar la realidad no significa que tengamos el
rostro vuelto continuamente a contracorriente esperando el futuro que
está por llegar. Mejorar la realidad es observar claramente dónde te encuentras en este momento, y preguntarnos a continuación cómo se puede mejorar.
Actuad como si
viviéseis en un estado de ciencia ficción. Actuad como si
pudiéseis hacer magia y celebrar sesiones de espiritismo con el fin de adivinar
el futuro y construir un control que regule la intensidad de brillo
del cielo.
Actuad como si viviéseis en un lugar
donde se puede caminar hasta el espacio si queréis hacerlo. Pensad a lo
grande. Y luego mejoradlo.