lunes, 28 de febrero de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /3

Columna para Speakeasy nº 103 (1989), traducción: Frog2000.

VUELVE, DON McGREGOR, TE LO PERDONAMOS TODO

Sábado, 29 de julio de 1978. 

´¡Fantástica! A pesar de los problemas que he tenido para llegar hasta allí, ¡la Convención ha sido absolutamente brillante! Conseguí un montón de cosas de [Neal] Adams. Y puede que solo por 25 libras. Don McGregor también estaba firmando. Conseguí su autógrafo en el folleto oficial de la Convención. Todo muy divertido.´

Por mucho que me avergüence admitirlo, en realidad he descubierto este elogio que encabeza la columna en uno de mis viejos diarios. En mis apuntes actuales, la historia es un poco diferente.

Viernes 8 de septiembre de 1989, UKCAC.


´Nunca falla, ¿verdad? Aquí estoy, en una absoluta, abyecta y jodida miseria.'

Me sorprende un poco saber que ahora soy más miserable de lo que era incluso en mitad de mi torturada y traumática adolescencia. En aquel entonces, el mejor remedio para la angustia adolescente era relativamente simple, pero diez años después ya no resulta suficiente con viajar cuatrocientos kilómetros y pico para sentir la emoción de que te cubra la sombra de Don McGregor.

¿Seré un viejo y hastiado idiota (las respuestas en forma de billete de 10 libras, por favor), o es que realmente las cosas habrán degenerado tan drásticamente?

Este ´Embustes´ en particular se ha ampliado a lo que llamaremos risueñamente 'Informe de la Convención'. En efecto, eso significa que deberé pasarme dos páginas escribiendo sobre lo emocionante que ha sido, sobre los eventos que ocurrieron en ella y sobre las caras entre bastidores (o quizá debería decir 'las heces entre bastidores´ [en el original, juego de palabras entre ´faces´ y ´faeces´]) que salen de los Beano favoritos de toda Gran Bretaña.

Suena muy bien, pero de alguna manera me las he podido arreglar para perderme una o dos cosas importantes que sucedieron en la UKCAC así que, como resultado, soy la última persona cualificada para escribir un ´Informe de la Convención´. Además, han pasado dos semanas desde entonces, y el horror absoluto apenas ha empezado a diluirse. ¿Por qué tendría que revolcarme en esas aguas residuales de nuevo? ¿Bueno, y por qué no? Afuera, el viento aúlla y las ráfagas de lluvia golpean los cristales de las ventanas en una débil imitación del Huracán Hugo.

Curiosamente, acabo de comer una cantidad bastante grande de hongos de psilocibina, por lo que todo esto lo estoy escribiendo en un estado de conciencia ligeramente alterado. Me sorprende incluso ser capaz de escribir, y mucho menos pensar, y os aseguro que todo se está volviendo muy extraño. Afortunadamente, la parte de mí que escribe cosas como esta es bastante capaz de operar por sí misma. Así que... mientras mi cerebro se larga para divertirse, tú y yo sigamos en esto y etc.

UN NEGOCIO DIFÍCIL

He de confesar que el fin de semana empezó de forma bastante divertida, porque algunos de los otros miembros del contingente de cómics escoceses y yo llegamos a Heathrow, y allí un oficial de la Marina de los Estados Unidos nos confundió, de entre todas las cosas, con Simple Minds. La verdad es que no hicimos nada para disipar su conmovedora creencia y, después de proporcionarle información privilegiada sobre nuestro nuevo álbum y nuestros planes para futuras giras, le dejamos hacernos una fotografía. ´Los muchachos del submarino no me van a creer´, dijo, sin sospechar cuán cierto sería. A partir de ese punto, las cosas se desplomaron rápidamente cuesta abajo. De hecho, Londres es 'una ciudad muy parecida al infierno...' Y si ya era malo estar en ella en el siglo XVIII, hoy es un millón de millones de veces peor. Si alguna vez una ciudad supuso la prueba absoluta de que existe un innegable efecto invernadero, esa ciudad es Londres. Llegué al Hotel Bedford, en el corazón de la metrópolis, sudoroso, mugriento y conmocionado por lo que había visto.

El primer evento del fin de semana fue la Feria Comercial, que me temo que no entendí demasiado bien. Parecía ser poco más que otra oportunidad para que un grupo de viejos profesionales se reunieran e intercambiaran recetas. De todos modos, ¿qué es exactamente una feria comercial?

¿Me atreveré a responder a mi propia pregunta?

HOLA, TENGO QUE IRME

El siguiente elemento de aprendizaje fue la cena de la DC. La fiesta de este año tuvo lugar en el Groucho Club, un tugurio del Soho que se distingue solo por unas pantallas de luces que parecían estar modeladas por gigantescos dedos ulcerosos. Un lugar bienvenido y que produce ligero alivio en un ambiente de otro modo estéril. El horror finalmente descendió sobre mi persona con toda su fuerza durante la cena. Encontrarse repentinamente rodeado por docenas y docenas de personas con las que uno no tiene absolutamente nada en común es una experiencia aleccionadora. El viejo relato filosófico de '¿Por qué estaré aquí?' adquiere un nuevo y horriblemente urgente significado. Aparte de dos o tres amigos notables, me di cuenta de que estaba pasando una noche con personas que por lo general evitaría viajando un millón de kilómetros para alejarme de ellos. Seguro que esas personas horribles deben sentir lo mismo por mí. ¿Por qué entonces insisten en sonreír e intentar entablar conversación? La espantosa realidad de mi tormento se repetía implacablemente cada vez que escuchaba a algún bastardo presumido hablar sobre su miniserie prestigio o el nuevo símbolo de estatus de este año: su 'trato con Penguin'. Los cómics son odiosos y los creadores de cómics lo son aún más. Engreídos peces grandes que nadan en una pecera vergonzosamente pequeña.

Naturalmente, me excluyo a mí mismo y a las personas que me gustan.

DESNUDO Y BAILANDO

Volví tambaleándome hasta el hotel a una hora intempestiva con la cabeza cargada. Afuera, la carretera había sido excavada y, por lo tanto, estaba libre de tráfico y ruido. El letrero sobre un Deep Pan Pizza Co. parpadeó débilmente. Justo enfrente de mi ventana, en el hotel de enfrente, un hombre empezó a desnudarse con el aplomo de una estrella del Raymond Revue. Caminó desnudo durante un rato, y luego se puso unos calzoncillos luminosos y se sentó a ver la televisión.

Me di cuenta con horror que mis peores temores eran completamente ciertos, Howard Chaykin estaba escribiendo mi vida.

HOMBRES VESTIDOS

¡Gracias a la biodramina, mi dolor de cabeza se convirtió en cosa del pasado! El sábado amaneció y cayó la lluvia. Aparecí en la inauguración pública de la UKCAC '89. Más o menos era lo de costumbre. He de confesar que esperaba ser derribado o al menos abucheado durante la hora de 'Conoce a los Invitados' celebrada en el Logan Hall. En su lugar, me conmovió y me hizo sentir humilde la pequeña ovación con la que nos dieron la bienvenida cuando me tambaleé hasta el escenario en compañía de Steve Yeowell. Mis temores originales se basaban en el rumor de que una banda de Jóvenes Socialistas descarriados había aparentemente amenazado con aparecer armados con panecillos y cuerdas de piano. Por lo que pude deducir, me iban a arrastrar por las calles y colgarme de la farola más cercana. Honestamente, no me hubiese importado, pero no apareció nadie, y después de esa primera breve ovación, la Convención y yo pasamos, como de costumbre, completamente desapercibidos. Todo lo que siempre he querido conseguir del mundo de los cómics es que me arrojasen calzoncillos durante una tediosa discusión sobre los 'Derechos de los creadores'. (Sobre este tema, sostengo que a los 'creadores' se les deberían quitar todos los derechos de inmediato). Claro, Neil Gaiman es honrado con dicha adulación casi cada hora. ¿Qué estaré haciendo mal, Neil?

A continuación, se suponía que debía hacer aparición en uno de esos paneles aplastantemente aburrido centrado en 2000 AD. En lugar de buscar desesperadamente la alarma después de que, como siempre ocurre, algún chaval retrasado preguntase quién debería interpretar al Juez Dredd en la próxima película, decidí dejar de lado la precaución y salir a dar un paseo. Y así fue como, con esta sobredosis de libertad ilícita, me topé con un restaurante francés en Charing Cross Road, comiéndome con los ojos el fabuloso cartel de 'La Petite Voleuse'.

Volví a participar en la firma de Fleetway y el evento más mágico del fin de semana tuvo lugar cuando fui golpeado en la cabeza por un caramelo de menta arrojado desde las alturas por Brendan McCarthy. Si hubiese sido el amigo de Superman, Jimmy Olsen, el golpe seguramente me habría otorgado un superpoder maravillosamente mentolado. Desgraciadamente no fue así y el acto continuó sin más incidentes.

Más allá de estas pequeñas islas de belleza en un cosmos por lo demás lúgubre, la Convención transcurrió como siempre. Posiblemente peor. Tengo la impresión de que el año pasado hubo un entusiasmo innegable por todo el asunto de los cómics. Los medios de comunicación estaban presentes y durante todo el transcurso del evento se respiraba cierta alegría de vivir, un je ne sais quoi, un apres ski...

Sin embargo, este año la asistencia se redujo en un par de cientos y no pude evitar sentir un malestar subyacente. Difícilmente se podría evitar llegar a la conclusión de que en el caso de los cómics la fiesta casi había terminado. Aunque no tiene por qué ser malo. Creo que el extremo creativo del medio está empezarse a diversificarse y alejarse de sus raíces de aficionado. Puede que pronto la Convención de Cómics tal como la conocemos deje de existir.

Tristemente, aún quedaba el domingo.

Me temo que me perdí la 'controvertida' presentación de Howard Chaykin, y lo único que vi fue a un hombre joven que se presentó vestido como el Joker al concurso de disfraces, y que fue incitado a reír nerviosamente por un presentador con voz cacareante. Hora de largarse.

El sábado por la noche terminó con el hombre del otro lado de la calle poniéndose un vestido blanco bastante atractivo y admirándose frente al espejo. Era como si ahora estuviese viviendo en 'El guardián entre el centeno'.

¿Podrían empeorar las cosas?

SÍ.

Si.

El domingo estuvo marcado por mi participación en dos atroces y poco interesantes paneles, uno de ellos sobre 'Cómo escribir cómics', un tema que se ubica junto a 'mirar fijamente a la pizarra' por su valor como entretenimiento. A pesar de los grandes esfuerzos de Pete Milligan y míos, el panel degeneró rápidamente en un esfuerzo pesado que inspiraba la siesta y que se centraba en los argumentos más endebles sobre la importancia de Lois Lane como barómetro social. Tengo un consejo esencial para futuros oradores:

Nunca nunca NUNCA habléis durante más de treinta segundos. Porque puede que aburráis a las ovejas.

Si hubiese seguido dicho consejo, qué trágico hastío nos hubiésemos ahorrado todos.

El segundo panel, 'Moonlighting', que trataba sobre la producción de tiras de cómic para periódicos y revistas, fue, si cabe, aún más grotescamente aburrido. La gente se alejaba en tropel de este asesino de atención, lanzándose desesperadamente a la carretera en un esfuerzo por ahogar los zumbidos de las personas que, deberían saberlo, pero que claramente no saben cuándo detenerse.

Y eso fue todo. Todo el circo lamentable paró después de la presentación de los Premios SSI Mekon. Eran tan predecibles como sentarte en el banquillo de los acusados cuando eres culpable, aunque mucho menos convincentes. El premio a la 'Persona que lo gana todo, haya o no hecho algún trabajo' está actualmente en camino hacia su destinatario habitual. Phillip Bond fue el único rostro nuevo en ser homenajeado y pude ver que estaba casi llorando cuando aceptó la espléndida figura Play Doh de dos pulgadas del archienemigo de Dan Dare, The Mekon. El acto culminó con una presentación especial por los '100 años al pie del cañón' que recayó en Leo Baxendale. Es mi triste deber informar que lo que pareció ser una merecida ovación puestos de pie para el señor Baxendale fue, de hecho, el resultado de que todos se levantasen para correr hacia la salida.

Pensar que me perdí 'Songs of Praise' de St Michael and All Angels, -guiño, guiño- por esto.

Todo lo que quedaba era la fiesta organizada por Deadline, que estuvo bien aunque, como antisocial empedernido, no es del todo mi estilo. Ahogué mis penas en soda y cal y regresé al hotel. El hombre del otro lado de la calle se había marchado. Empecé a preguntarme si, de hecho, no habría sido otro de los invitados a la Convención.

Y así termina mi informe de la Convención. No es gran cosa, lo admito, pero tampoco lo ha sido la Convención. Además estoy bajando de mi vuelo de fantasía inspirado por los hongos. Lamento decir que deberías haber visto este texto antes de que lo editaran.

Tampoco hay que ser pesimistas. Por más desagradable y cínico que me haya vuelto, estoy seguro de que en esta gran tierra nuestra habrá algún joven que aprieta contra su pecho un preciado diario en el que indica...

Sábado. 9 de septiembre de 1989. 

´¡Fantástica! ¡La UKCAC ha sido absolutamente brillante! Mike Grell estaba allí y le pedí un autógrafo...´

Dios lo ayude.

lunes, 21 de febrero de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /2

Columna para Speakeasy nº 102 (1989), traducción: Frog2000.

Antes de lanzarme a charlar sobre el batiburrillo de este mes, me gustaría hacer una pausa para cantarle el "Happy Birthday" de Altered Images a Deadline, que acaba de rebasar su primer aniversario mientras lees esto. Si Jamie Hewlett y Alan Martin no terminan ganando todos los Premios Eagle y los Oscar, prenderé fuego a la fina cabellera de Richard Clayderman.

Además... os quiero dar las gracias a todos los que enviasteis frases y mensajes de apoyo después de mi columna debutante. La broma de Howard Chaykin también me pareció muy divertida, pero tampoco me puedo permitir que un lenguaje tan obsceno, por así decirlo, ensucie mi columna. De todos modos, no quiero herir los sentimientos de nadie, así que cambiemos de tema de inmediato.

Por lo que...

BATMAN ES UN PAJERO ABURRIDO

Hace varios cientos de años, en la época del punk rock, solía pasar el rato en el garito musical de Customs House Quay, situado en el sórdido paseo marítimo de Glasgow. Puede que aún llevase puestos mis pantalones acampanados, quizá aún luciese un corte de pelo a lo Wayne Osmond, pero mi mueca de desprecio, os lo aseguro, era sincera. Todos los sábados, las bandas locales se subían al escenario y hacían su "numerito", que en aquel momento consistía en escupir, maldecir al anciano encargado del garito y usar cubiertos en lugar de una púa para tocar la guitarra. Una memorable tarde, una banda montada en unos minutos que se hacía llamar Inland Revenue saltó al escenario, robó los instrumentos de los Mental Errors y se lanzó a atacar de una forma emocionantemente inepta el tema "Batman". Después de luchar con los acordes durante menos de un minuto, la "banda", abrumada por la frustración, destruyó los instrumentos y llegó al clímax con un "feedback" de pesadilla y un último grito desgarrador de: "¡Batman es un pajero aburrido!'

Os lo aseguro, después de eso no quise más pantalones de campana.

Por supuesto, poco después, los nazis invadieron Polonia y nos sumergimos en la guerra, el racionamiento y los cánticos reconfortantes en los sótanos. Sin embargo, aunque os parezca que caigo en la nostalgia, me encantaría señalar cuán cierta era la observación del cantante de Inland Revenue. Batman es un pajero aburrido.

Y todo por culpa de la película. El filme ha provocado los primeros movimientos de una reacción violenta que seguramente resonará en todo el mundo del cómic. A pesar de los grandes esfuerzos llevados a cabo, la palabra cómic sigue pegada en la conciencia pública casi como sinónimo de la palabra Batman. Y ahora absolutamente todo el mundo ha terminado harto de Batman. En consecuencia, cada centímetro del terreno ganado para dignificar este arte en los últimos años está a punto de perderse de nuevo gracias a la película. No se necesita mirar muy lejos para darse cuenta de lo que está empezando a suceder. Incluso Time Out ha empezado a referirse a los lectores de cómics como "analfabetos a la última".

Y luego, por supuesto, The Sun también intervino y extrajo algunos garabatos prehistóricos firmados por un tal "Bob Kane". ¡Qué cómodo parece Batman, acurrucado junto a Striker [revista británica de deportes] y la Perpetually Naked Middle Class Bastards! El Regreso del Señor de la Noche no importa gran cosa, ni tampoco Watchmen o Love and Rockets. A finales de los ochenta, esta es la verdadera faz de la percepción pública de los cómics. ¡Un hurra por la 'generación de la cultura'!

En cuanto a la película, supongo que estuvo bastante bien. ¿Alguien más recuerda la participación de Kim Basinger en Dog and Cat o solo lo he soñado?

Oh bien, no importa. Time Out podrá decir lo que quiera, pero no se puede negar la simple evidencia:

Puede que seamos analfabetos, ¿pero a la última? ¡Jamás!

UNA INVITACIÓN

Si me dejáis, me gustaría descansar un momento de los cómics para proponer la búsqueda de un tesoro nacional tristemente perdido. Por supuesto, hablo de la iluminada televisiva que trajo la alegría a nuestras pantallas y el amor a nuestros tímidos corazones.

¿Qué le pasó a Billie de Double Deckers [El clan de los pilluelos, 1970]?

Igual no te interesa gran cosa, pero en mi caso, es una pregunta que me atormenta la vida. Lo que ocurrió con el resto más o menos se puede explicar: Scooper pasó a ser Peter Firth (uno de esos viejos actores dramáticos como Alan Bates y Jenny Agutter que se las arreglan para quitarse la ropa en casi todas las películas). Spring, o como se llame, toca ahora la batería en Aswad y estoy seguro de que todos los demás, Sticks, Doughnut, Tiger y el resto, se las arreglan con éxito para vivir más allá del depósito de chatarra. Incluso Melvyn Hayes, el alegre basurero, se convirtió en una desgracia pública como el lánguido Gunner Beaumont de It Ain't Half Hot, Mum. Pero la que me preocupa es Billie. Llena mis pensamientos de vigilia y persigue mis sueños.

Estoy seguro de que estará haciendo algo maravilloso, como ayudar a enfermos mentales a diseñar sellos postales para Navidad, o quizá venda Warcry en los pubs. Siempre fue una chica de buen corazón. Sin embargo, lo que me preocupa es que haya tenido que afrontar una mala época. No puedo soportar pensar en ella interpretando a una mujer embarazada con un pie gangrenoso en un episodio de Casualty.

Si alguien sabe lo que le ocurrió a este ángel de las pantalla, que no dude en callárselo.

EL PUNK AÚN NO HA MUERTO

Será cruel, pero no he podido evitar reírme al ver a los punk rockers en un reciente número de Crisis. ¿Qué pasó con la vanguardia de los cómics? ¿Esa vanguardia recién salida de las malas calles con la juventud actual en mente? Alguien debería darles la noticia de que el punk se zambulló por el inodoro hace ya más de diez años. Esnifar pegamento está tan de moda como bailar el Mashed Potato (aunque no es tan divertido).

¿Punks en el año 2000?

Dios nos ayude, es como si los Bros. nunca hubieran existido.

Ah, y por cierto: si me buscáis en la UKCAC, estaré en la ´Sala de descanso´.

miércoles, 16 de febrero de 2022

LA SENDA DE JENETTE KAHN, UNA ENTREVISTA CON LA EDITORA DE DC COMICS DURANTE MÁS DE DOS DÉCADAS (PARTE 5 DE 7)

Por Robert Greenberger para Back Issue nº 57 (2012). Transcrita por Brian K. Morris. Realizada durante varias semanas entre el 13 de mayo de 2011 y el 16 de septiembre de 2011. Editada por Greenberger y Jenette Kahn. Agradecimientos a Paul Levitz. Traducción: Frog2000. Parte 1parte 2parte 3, parte 4.

GREENBERGER: Cierto. Eso sí, el otro éxito, y habría que darles gracias a Tim Burton y a su Batman, fue, por supuesto, la serie de Flash de CBS de principios de los noventa. Parece que les entusiasmó mucho a Les Moonves y a la gente de CBS, porque recuerdo que una editorial estuvo trabajando contigo para montar a toda velocidad una buena cantidad de biblias de estilo con la intención de impulsar diferentes propiedades. Sin embargo, The Flash solo duró una temporada.

KAHN: Tristemente, fue todo un fracaso.

GREENBERGER: Sí. No lo recuerdo, pero, ¿te involucraste mucho en la serie?

KAHN: Estuve trabajando desde el principio con los dos guionistas.

GREENBERGER: Bilson y DeMeo.

KAHN: ¿Paul De Meo?

GREENBERGER: Sí. y Danny Bilson.

KAHN: Al igual que Tim, Danny y Paul también respetaban mucho nuestros cómics, así que diseñamos unos manuales de estilo en los que metimos nuestras mejores historias. Tampoco podíamos pedirles que se sumergieran en cuatro décadas de cómics de superhéroes, especialmente porque había muchas malas historias junto a las buenas. Así que Danny y Paul tuvieron disponibles las que creíamos que eran algunas de las mejores y más interesantes para trasladar a la pequeña pantalla.

TRABAJANDO CON LOS CREADORES

GREENBERGER: Pero todo radicaba en el material de origen, y la década de los 80 fue realmente interesante, porque podías sentir cómo DC iba acumulando impulso según abrazaba el mercado de venta directa y empezaba a producir material específicamente para ese mercado, cosas como Camelot 3000 y más tarde Ronin. También se puso a experimentar con el papel y con la presentación de los tomos. Por supuesto, debemos tener en cuenta la invasión británica y lo importante que fue para la industria. A esas alturas, Paul y tú también habíais introducido el sistema de royalties. ¿Ayudó dicho sistema a reclutar talentos para la DC?

KAHN: Bueno, no fue solo por los royalties. Una de las cosas que me quedó clara tras mi llegada a DC Comics fue que los creadores no tenían derechos. Sabía que era totalmente injusto y que deberían tenerlos, tanto si había un sindicato presionando a su favor como si no. Y lo pensaba porque yo mismo había sido una creadora y no se me había permitido participar del enorme éxito de mis propias creaciones.

GREENBERGER: Cierto.

KAHN: Por eso sabía lo que era estar en ese lado del escritorio y que no fuesen justos contigo, así que puse todo mi corazón para iniciar ese cambio en DC. Los royalties solo fueron un aspecto de ese cambio integral para garantizar que los dibujantes y guionistas tuvieran asegurado aparecer en los créditos, que se les devolvieran sus originales y que, si de alguna manera los dañábamos o perdíamos, recibiesen alguna compensación. También recibirían parte de los ingresos secundarios que generaban sus personajes y creaciones. Estábamos decididos a que cuando pudiéramos ofrecerles royalties, también los tendrían. Los cómics perdían dinero cuando llegué a DC, por lo que no pudimos implementar el plan de royalties de inmediato. Pero en cuanto nuestros cómics salieron del bache, también iniciamos el plan.

GREENBERGER: Eso me recuerda que otra de las cosas por las que no habéis recibido el crédito suficiente fue por lo que hicisteis cuando se cerró el trato con Kenner para fabricar las figuras de Super Powers. Contrataste a Kirby para hacer los diseños y de esa forma lograr que se llevase algún beneficio como el creador de los personajes del Cuarto Mundo, algo realmente generoso por parte de DC.

KAHN: Bueno, aunque se promulgaron todos esos derechos, se empezaron a llevar a cabo en el momento de mi llegada a DC. Llegué en el '76 y, desafortunadamente, no pudimos dar ingresos complementarios retrospectivamente, porque no habíamos estado antes y no podíamos decir exactamente quién había hecho qué. Para nuestro pesar, los creadores mayores que habían trabajado en las trincheras y producido algunos de nuestros personajes e historias más memorables nunca iban a ser recompensados ​​por el trabajo que habían realizado. Jack era uno de esos venerados y asombrosos talentos, y queríamos encontrar una forma de reconocer, financieramente, sus enormes contribuciones, así que utilizamos el acuerdo de Kenner para lograrlo.

GREENBERGER: Me parece fabuloso. Como he dicho, estabais acumulando cierto impulso. Estabais haciendo grandes cosas por los creadores, encontrando nuevos talentos, probando nuevas combinaciones. Y luego, por encima de todo, la empresa se estaba expandiendo. Me contrataron justo entonces, junto a muchas otras personas. El departamento de licencias estaba creciendo, el grupo de proyectos especiales de Joe estaba creciendo, y así sucesivamente. ¿Recuerdas si llegaste a sentir esa especie de impulso y a notar cómo se expandía la empresa?

KAHN: Oh, absolutamente. La última vez que hablamos, creo que comenté que era un poco como una especie de época isabelina, por la fecunda creatividad que se respiraba en la empresa. Nos llegaban obras excepcionales de creadores extraordinarios, gente como Alan Moore, Dave Gibbons, Frank Miller, Grant Morrison, Neil Gaiman, Dave McKean... No quiero dejar a nadie fuera de la lista. Podría seguir y seguir y seguir.

Primero se sintió en el aspecto creativo, lo más emocionante de todo. Pero también trasladamos el impulso que estábamos ganando en el área de los cómics a otras áreas de la empresa. Conseguimos detener la hemorragia de las ventas de cómics y facilitamos una nueva salida para todos que siguió aumentando cada vez más. Varios de nosotros nos involucramos en la implementación de todos estos cambios, y todos sentimos que estábamos trabajando hombro con hombro y creando una nueva era para los cómics.

GREENBERGER: Pero alguna cosa no funcionó al final, porque a principios de los 80 apostaste fuertemente por los cómics de Atari que se basaban ​​en los juegos, y te trajiste a Dick [Giordano] en octubre de 1980 porque te estabas preparando para editar una tonelada de ese material. Y al parecer, todo desapareció de la noche a la mañana. ¿Lo recuerdas?

KAHN: [Risas.] Bueno, la verdad es que sabía que los cómics de Atari nunca nos iban a dar demasiados dividendos. Nos hubiera encantado incorporarlos al catálogo, pero no confiábamos en esos cómics tanto como para pensar en ellos como en uno de los pilares importantes de nuestra rentabilidad. Los veíamos más como una gran oportunidad: Atari era una empresa hermana y una de las primeras empresas de nueva tecnología, y disfrutaba de un éxito sin precedentes. Forjamos una relación con Atari con la esperanza de expandir nuestra base de clientes metiendo cómics en sus cartuchos de juegos. Pero en realidad no me traje a Dick para hacer la parte de Atari.

GREENBERGER: Ah, entonces me equivoco.

KAHN: No, sabíamos que podíamos utilizar a otro editor y nos trajimos a Dick porque tenía un talento increíble y se había ganado el respeto de la comunidad creativa. Fue todo un salto de fe, porque contratar a Dick significó un cambio radical en nuestra estructura salarial. Dick ganaba tanto dinero como autónomo que igualarlo habría excedido la escala salarial que teníamos en DC. Pero yo creía tanto en Dick que acudí a Bill Sarnoff, el presidente de nuestra división, y le expliqué lo que necesitaba con argumentos muy sólidos. Defender a Dick significaba que teníamos que aumentar los salarios proporcionalmente para todos los demás, y eso fue lo que sucedió. No es algo que Bill estuviera ansioso por hacer, pero de alguna manera lo logramos. Nos trajimos a Dick y fue uno de los que más contribuyeron a que DC alcanzase sus metas.

GREENBERGER: Entonces estabais Joe, Paul, y tú, y más tarde Dick se subió a bordo, así que rápidamente el trío se convirtió en cuarteto. ¿Cómo era la dinámica del grupo?

KAHN: Según recuerdo, trasladamos a Joe a proyectos especiales y Dick se hizo cargo de la línea de cómics.

GREENBERGER: Cierto.

KAHN: Nadie le pisó los callos a nadie, porque cada persona trabajaba en un área diferenciada. Además, teníamos un tremendo sentido de la responsabilidad y estábamos colaborando en un momento increíblemente emocionante. No solo trabajábamos duro para cambiar el negocio, sino que también lo estábamos disfrutando.

Y nos divertimos mucho juntos. Paul siguió siendo la persona que me decía que no y siempre lo respeté mucho, porque su negatividad me hizo progresar [risas.] Cuando me decía que no a una idea, me esforzaba más para demostrarle lo buena que era. Solía ​​entrar en la oficina de Paul y decirle: "Hey, se me ha ocurrido otra idea". Y Paul me contestaba: "Seguro que eres consciente de que hoy ya has tenido demasiadas. Tengo una pequeña carpeta donde voy metiéndolas y ya sacaremos alguna más tarde". [Risas de ambos.]

GREENBERGER: Oh, suena a él.

KAHN: No tenía nada más que el mayor de los respetos y afectos por Dick y Joe, pero Paul y yo construimos una dinámica que duró todos estos años y que continúa incluso ahora que ambos estamos fuera de DC Comics. Yo era la persona positiva y él el escéptico. Paul siempre decía que yo veía a través de las paredes. Pero a Paul le encantaban los detalles y sabía cómo hacer que las cosas se llevaran a cabo. Si daba con algo interesante, Paul sabía cómo implementarlo. Formábamos un equipo maravilloso. Valoro mucho esa relación hasta el día de hoy, al igual que mi relación con Dick y Joe.

GREENBERGER: [Suspiro.] Echo de menos a esos chicos.

KAHN: Sí.

¿ES CIERTO QUE MARVEL CASI LICENCIA A LOS PERSONAJES DE DC?

GREENBERGER: Jim Shooter ha escrito hace poco en su blog algo que ha provocado muchos rumores, y me gustaría saber tu opinión.

KAHN: Oh, bueno, no sé nada sobre su blog...

GREENBERGER: Bueno, Jim cuenta la historia de que en febrero de 1984, un mes después de entrar a trabajar en Marvel, Biff Sarnoff lo llamó de repente y comenzaron a mantener una serie de conversaciones sobre básicamente la idea de clausurar DC Comics y licenciar los cómics a Marvel. Y Marvel llegó tan lejos como para averiguar qué títulos importantes les gustaría renovar y así sucesivamente hasta que el trato terminó por fracasar. Supongo que ni siquiera pasó de un par de conversaciones, pero no sé mucho más. ¿Sabías tú algo sobre el tema?

KAHN: Nada. Me choca muchísimo. Estoy intentando darle vueltas a lo que estábamos publicando en 1984.

GREENBERGER: Bueno, Camelot 3000 estaba llegando a su fin, justo en la época en la que empezó Ronin, justo antes de Crisis en Tierras Infinitas.

KAHN: ¿Ya habíamos publicado Ronin?

GREENBERGER: Acababa de salir. Ya sabes, fue un período muy interesante, porque las cosas todavía se estaban empezando a montar de la nada. Pero al mirar lo que la compañía hacía en ese momento, no tengo ni idea de por qué Bill podría haber pensado siquiera en echar el cierre.

KAHN: No, claramente aún no habíamos alcanzado nuestro apogeo, pero tampoco era un momento en el que estuviésemos perdiendo dinero. Creo que habíamos superado la hemorragia económica.

GREENBERGER: Absolutamente.

KAHN: Entonces, como he dicho, no sé nada sobre el tema y ni siquiera sabría decir si es cierto o no.

GREENBERGER: Bueno, curiosamente, [Shooter] subió facsímiles, o escaneos, de los memorandos que escribió en febrero de 1984, hablando sobre el tema. Así que parece legítimo.

KAHN: Guau. ¿También publicó los scans?

GREENBERGER: Sí. Si quieres, te puedo enviar el enlace.

KAHN: Oh, está bien. Gracias, Bobby, no es necesario. Lo único que se me ocurre es que tuvo que existir algún tipo de presión corporativa. No sé si fue así, pero no se me ocurre otro motivo. En serio, me desconcierta por completo.

GREENBERGER: Oh, bueno, entonces ya somos dos. 

KAHN: ¿Y cómo iban a hacerlo? ¿Le iban a ceder los cómics a Marvel, aunque conservasen los derechos para hacer otras cosas con los personajes?

GREEN BERGER: Sí, les iban a otorgar licencias de los personajes solo para poder imprimir cómics.

KAHN: Para imprimirlos. Bueno, puede que a Bill se le antojara que DC fuese más rentable y pensase que si conservaba los derechos del merchandising, la televisión y las películas, no tendría por qué preocuparse por la rentabilidad de los cómics, por lo que su propio cometido como presidente de Warner Publishing no quedaría en entredicho. 

GREENBERGER: Oye, como he dicho, solo era una pregunta.

KAHN: [Risas.] Tiene que haber sido impactante, ¿qué ha dicho la gente sobre el tema?

GREENBERGER: Bueno, nadie había oído hablar de esto antes y todo el mundo se quedó en plan... generó mucha curiosidad. La gente se preguntaba qué habría hecho Marvel con esos personajes en ese momento, qué habría significado todo esto para gente como Joe, Dick, Paul y tú. Se formularon ciertas especulaciones sobre por qué nunca llegó a suceder. Ya sabes, agitó las cosas durante aproximadamente una semana.

KAHN: ¿Has hablado con Paul al respecto?

GREENBERGER: No, aún no.

KAHN: Si Paul lo hubiese sabido, por supuesto que me habría informado. La idea le habría puesto nervioso. Estoy segura de que ninguno de nosotros sabía nada.

CONTINUIDAD EN CRISIS

GREENBERGER: De todos modos, si hablamos específicamente sobre las publicaciones, más allá del talento, y del formato y demás; si solo nos referimos al contenido, Marv estaba empezando a pensar en una idea para sacar un cómic por el 50 aniversario de DC que fue evolucionando hasta convertirse en Crisis en Tierras Infinitas. ¿Eras otra de las que pensaban que la continuidad se había vuelto demasiado complicada?

KAHN: Oh, absolutamente. En esos mundos paralelos podías socavar lo que estabas haciendo en Tierra Prima, de modo que los acontecimientos que ocurrían en ella no importaban demasiado. Si sucedía una tragedia o una muerte en Tierra Prima, siempre podía revertirse en otro universo. Intentamos dejar un solo mundo donde lo que estuviese en juego le importase de verdad al lector.

GREENBERGER: Mm-mm. Pero ya sabes, las Crisis nos llevaron al Who´s Who y al gran 50º aniversario. ¿Crees que la empresa logró los objetivos que se había impuesto en ese momento?

KAHN: ¿Te refieres a través de las Crisis?

GREENBERGER: Sí.

KAHN: Creo que las Crisis fueron un éxito colosal en muchos sentidos. Era una de esas series de las que esperas el siguiente número con gran expectación.

GREENBERGER: Cierto.

KAHN: Y cuando leías el ejemplar, estaba lleno de drama, acción y emociones sinceras y desgarradoras. El colapso de todos esos otros mundos magnificaba todo lo que ocurría en Tierra Prima.

GREENBERGER: Claro. Además, obviamente os pusisteis a trabajar Dick, tú y quien sea que estuviese de acuerdo en que había llegado la hora de renovar de arriba abajo al trío principal: Superman, Batman y Wonder Woman. Supongo que algo tuvo que ver el hecho de que Frank idease Batman: Año Uno como continuación de El Regreso del Señor de la Noche. Pero luego cogiste y reclutaste a John Byrne para Superman, y además había una especie de casting para hacerse con las riendas de Wonder Woman. Así que me pregunto, ¿cuán desesperadamente necesitaban ser renovados?

KAHN: En mi caso, pensaba que nuestros personajes principales necesitaban ser renovados desesperadamente. En nuestras historias anteriores a Crisis y otros títulos decisivos como Dark Knight y Year One, la trama casi siempre se imponía a los personajes. Lo que queríamos hacer era invertir la ecuación y que los personajes determinsen la trama. Fue el fundamento subyacente para realizar los cambios en nuestros tres personajes principales y luego en el resto del catálogo.

GREENBERGER: Entonces, ¿por qué escoger a John Byrne?

KAHN: Oh, ya sabes, Bobby, no estoy muy segura. [Bob se ríe.] A ver si lo recuerdo. Creo que John estaba haciendo X-Men.

GREENBERGER: Sí.

KAHN: Como he dicho, quería que nuestros personajes determinaran hacia dónde marcharía la historia. Y aunque X-Men era extremadamente complejo, podías conocer a los personajes y te preocupabas por ellos.

GREENBERGER: Ah, claro.

KAHN: E incluso aunque tuviesen debilidades, a veces por eso en particular, te preocupabas por los personajes de Marvel. La idea de tener una imperfección se convirtió en un concepto muy importante a la hora de renovar a nuestros personajes insignia. Formaban parte de la Edad de Oro de los cómics y habían alcanzado la mayoría de edad al borde de la Segunda Guerra Mundial. Habían ido a la guerra en nombre de Estados Unidos y defendían todo lo patriótico, verdadero, noble y correcto, y en ese momento esa era la configuración perfecta para nuestros personajes.

Pero 40 años después, nos encontrábamos en una época muy diferente. La contracultura y la guerra de Vietnam habían cambiado la forma en que veíamos el mundo, por lo que la caracterización puramente heroica de nuestros superhéroes era demasiado simplista. Queríamos que se desarrollaran lo más plenamente posible y eso significaba que debían tener imperfecciones. Además de sus habilidades de dibujo extremadamente emocionantes, John había demostrado que sabía cómo hacerlo. Y como en los cómics también hay estrellas, escogimos a John porque era una de ellas. Creíamos que no solo podía aportar su creatividad, sino que también atraería un tremendo interés de los miles de lectores que amaban el trabajo que había hecho en X-Men.

GREENBERGER: Está bien. Me doy cuenta de que fuiste muy práctica en el caso de John y Andy Helfer, el editor original, para dar forma a lo que sería el material de Superman, pero ¿qué pasa con Wonder Woman? Porque obviamente era un personaje femenino, y también uno de los personajes insignia, así que probablemente necesitaba una cantidad de arreglos mayor. ¿Te volcaste mucho para elegir al equipo creativo?

KAHN: Bueno, a ver si lo recuerdo, pero me parece que fue George quien se hizo cargo, aunque, ¿quién fue el primer guionista propuesto?

GREENBERGER: De las muchas ofertas que se recibieron, Greg Potter, que había hecho Jemm, Son of Saturn, ofertó la mejor propuesta y la que más contentaba a todos. Supongo que Dick, Janice Race, la editora, y tú, contactasteis con Greg después de las Crisis. Y más tarde George se hizo cargo.

KAHN: Por supuesto. Puede que esté siendo injusta con Greg, pero recuerdo a George como el verdadero visionario en la renovación de Wonder Woman. Pero NPR me entrevistó ayer sobre Wonder Woman y les dije: "Mejor habla con Karen Berger [risas], porque Karen lo recordará mucho mejor que yo". Dejando a un lado mi memoria, no tengo más que elogios por el trabajo de George en Wonder Woman. Para mí sigue siendo la mejor interpretación del personaje.

¿EL MEJOR AÑO DE DC?

GREENBERGER: ¡Excelente! Tengo muchas ganas de hablar sobre 1986, que para mí fue el año más destacado de la empresa.

KAHN: ¿Pero qué pasó en 1986? ¿Qué pasó ese año? [ambos ríen.]

GREENBERGER: Bueno, básicamente, DC relanzó a Superman, Batman y Wonder Woman, también se publicó The Shadow de Howard Chaykin, Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, y DC entró en el mercado de las librerías generalistas con el recopilatorio de Dark Knight, ¡fue un año completo!

KAHN: ¡Un buen año! [risas.] Bobby, tu forma de describirlo es de lo más precisa. Llevábamos trabajando y sentando las bases para cambiar los fundamentos de la industria desde hacía más de una década, intentando que los artistas recibiesen los royalties que se merecían, y cambiando los métodos de distribución para que los cómics fuesen rentables donde no lo estaban siendo. Queríamos hacer avanzar los cómics, que se percibían como infantiles y efímeros, y convertirlos en una forma de arte sofisticada. Y tuvimos la suerte de que la confluencia de todo ese gran trabajo fructificase en un año excepcional para DC.

GREENBERGER: En DC estaban pasando varias cosas diferentes al mismo tiempo. Por un lado, Frank llevaba trabajando en The Dark Knight varios años, y finalmente consiguió que apareciese en 1986. Tú te hiciste con los derechos de La Sombra, propiedad de Condé Nast, y se la ofreciste a Howard Chaykin, quien le dio al personaje una capa de pintura fresca. Al mismo tiempo, estabas renovando a los tres personajes principales. ¿Te preocupó que quizá estuviesen sucediendo demasiadas cosas a la vez?

KAHN: No creo que alguna vez llegáramos a sentir algo parecido. Fue un momento estimulante en el que sentíamos que estábamos recogiendo los frutos de nuestro trabajo. El hecho de que sucedieran tantas cosas buenas en el mismo año no fue del todo intencionado, pero la renovación de nuestros tres personajes principales sí que lo fue.

GREENBERGER: Y por lo que sé, el trabajo y los guiones que aportó Frank a The Dark Knight llegaron en el mejor momento, porque ya estabas pensando en llevar a cabo una renovación de Batman

Antes hemos hablado sobre cómo elegiste a John Byrne y cómo lo reclutaste para que le diera nueva vida a Superman después de considerar las propuestas de Steve Gerber, Cary Bates y Elliot Maggin. Por otro lado, Wonder Woman también fue remozada. Se presentaron varias propuestas hasta que la de Greg Potter atrajo tu atención. ¿Recuerdas qué fue lo que más te interesó del punto de vista de Greg?

KAHN: Ni siquiera puedo recordar el resto de puntos de vista, pero queríamos darle verdadera profundidad al personaje y mayor relevancia a los temas que abordaba Wonder Woman, y la serie hizo todo eso y más.

GREENBERGER: A medida que avanzaba el año, empezaste a explorar territorio absolutamente desconocido en el medio al recopilar The Dark Knight en tapa blanda y tapa dura y, de hecho, conseguir entrar en el mercado de librerías generalistas a través de la distribución de Warner Books. ¿Creías que era el comienzo de una nueva forma de presentar el material o que solo era algo excepcional y único para ese producto en concreto?

KAHN: Bueno, creo que la idea de presentarlo de una forma especial se remonta a The World of Krypton de Nelson Bridwell. Nelson tuvo la idea de editar varios títulos interconectados entre sí, una historia sobre Krypton que profundizase en los rudimentos del planeta natal de Superman. Decidimos publicarla, y para etiquetar los tres títulos y distinguirlos del resto, seguimos el ejemplo de la televisión y los llamamos "miniserie".

GREENBERGER: Por supuesto.

(Continuará)

lunes, 7 de febrero de 2022

EMBUSTES, POR GRANT MORRISON /1

Columna para Speakeasy nº 101 (1989), traducción: Frog2000.

Esto es tener fe, lo que se conoce como disponer de ´Mi propia columna´. Estoy seguro de que ya habrás visto antes algún terrible tumor ocupando la página completa de una revista y que intenta imponer sus opiniones medio reticentes a una platea espectacularmente desinteresada. Bueno, yo soy ese dolor en el trasero y hago esto solo porque SPEAKEASY me lo pidió muy amablemente y soy demasiado educado como para rechazarlo. No tienes por qué leerlo. Sé que yo no lo haría. 

De todos modos, se supone que esto es una columna mensual llena de bilis y controversia que arrancará la tapa de la hirviente olla de pasión y corrupción que es la industria del cómic, etc, etc.

Créeme, es más fácil decirlo que hacerlo. Lo más horrible es que la mayoría de las personas que trabajan en los cómics son indecible y descaradamente aburridas. Trágico, pero también cierto, así que no puedo evitar reírme cuando leo la columna de 'chismes' de ESCAPE. Las típicas revelaciones mensuales que intentan dejar sin aliento podrían empezar de la siguiente manera:

"Bill Sienkiewicz estuvo el otro día en la ciudad para comprarse algunos recambios para su rotring. Mientras tanto, se tomó una taza de café con Nick Landau...", o "Neil Gaiman está arreglando su baño y no sabe si va a combinar las fundas del asiento del inodoro con la cortina de la ducha..."

Por el amor de Dios, ¿aún no han asesinado a nadie? ¿No hay al menos un creador en el mundo de las historietas que tenga algo así como una docena de chicos realquilados descuartizados y obstruyendo sus desagües? ¿Qué va tan mal para que incluso nuestra querida solterona, Vikki Veil, se esfuerce tanto en desenterrar cualquier cosa que tenga el más mínimo parecido con un rumor escabroso? En realidad, no parece tan difícil.

Además, mientras estoy escribiendo esto padezco una enfermedad terminal causada por la fiebre del heno y una ansiedad poco fundamentada. En dicha condición, la mera idea de ser ingenioso e incisivo es suficiente como para hacerme correr en busca de refugio. Por el momento, mi idea del cielo es simplemente arrastrarme entre las sábanas e ingerir una sobredosis de antihistamínicos. Os prometo rabia y controversia para el próximo mes, pero por ahora solo puedo ofrecer los siguientes rumores:

¡EL OSCURO SECRETO DE LOS CÓMICS, MISTER AMABILIDAD!

Me encantó la reseña de Black Kiss escrita por Kirsty McNeill para el último número de SPEAKEASY, y fue muy agradable descubrir que yo no era exactamente la voz en el desierto que pensé que era después de escribir una reseña no demasiado complementaria a esta para ARK. Un crítico me acusó de no darme cuenta de que Black Kiss era satírico y también me señaló que me apropiaba indebidamente del feminismo para oprimir aún más a las mujeres. Vivimos en un viejo y extraño mundo.

Fue más divertido que el propio Chaykin se leyese la reseña y afirmase que sencillamente yo no había entendido nada en absoluto. Argumentó que solo porque había escrito y dibujado sobre actos sexuales desviados, no significaba que él mismo los practicase. (¿Desviados? Perdóname si ronco más fuerte de lo normal). Continuó diciendo que solo porque yo escribiese cómics de superhéroes de mierda no significaba que había que pensar que yo solía pasearme por ahí con un disfraz ceñido. Me habría sentido debidamente castigado por la viperina lengua de Chaykin si no fuese por el hecho de que paso gran parte de mi tiempo libre vestido como Wonder Woman.

Y Black Kiss sigue siendo absolutamente horrible.

COLGAD A LOS PROFESIONALES

Se acerca el momento de la Convención y no puedo dejar pasar una alarmante tendencia que cada vez se vuelve más evidente a cada año que pasa. Todo comenzó con Alan Moore, cuya inquebrantable influencia sobre una generación se extiende ahora incluso a su comportamiento social. Me refiero, por supuesto, a ese "evitar a los fans en las Convenciones", el deporte favorito actual de personas tan escandalosamente famosas que no han aparecido ni una sola vez en la revista SMASH HITS.

Hay que aclarar que al menos, Moore tiene cierta justificación. Una vez lo vi correr hacia los baños, solo para ser perseguido por una absoluta horda de fervorosos jóvenes con acné. Bajo cualquier otra circunstancia, seguramente esto podría ser motivo suficiente para iniciar una investigación de la policía judicial. Sin embargo, en la extraña atmósfera de vestuario de la Convención de cómics, es otra actividad más. Una vez retirado del mainstream, ahora Moore tiene derecho a mantener su privacidad. No así los demás.

Ciertamente, puede resultar complicado que a uno le aborde en las escaleras algún fan cuya sola apariencia parece burlarse de la validez de las teorías de Darwin e incluso yo, campeón de los socialmente inadaptados, me he visto en apuros para poder lidiar con algunos de los más grotescos que se pueden encontrar en una Convención. Sin embargo, me horroriza ver que la 'Sala de Descanso' es utilizada como retiro de dos días por profesionales tan pagados de su propia importancia que ni se dignan a conocer a las personas que les pagan lo que ganan. Me angustia la actitud condescendiente hacia los fans, que a menudo han viajado cientos de kilómetros desde habitaciones sofocantes en pueblos de mala muerte, para conocer a guionistas y dibujantes a los que estúpidamente admiran y respetan. Me cabreo, indigno, enfurezco y cualquier otra palabra que se pueda encontrar en el diccionario de sinónimos, cuando escucho los planes de un creador para estar disponible un único día porque los fans son demasiado, demasiado horribles como para poder soportarlos durante más tiempo. Algunos pueden ser horribles, pero unas pocas horas durante un par de días al año no es mucho pedir, ¿no es cierto? Como requisito para conseguir los beneficios que da una fama menor es, me parece, bastante razonable.

Por supuesto, también estoy molesto porque nadie nunca me ha seguido hasta el baño de caballeros.

GRANT MORRISON

martes, 1 de febrero de 2022

LA ENORME Y VERDOSA MÁQUINA DEL SUEÑO DE OSGOOD PEABODY, por Grant Morrison


Texto: Grant Morrison, dibujos: Barry Kitson y Jeff Anderson. Publicado en Superman UK annual 1986. Traducción: Frog2000.

"Puede que Superman parezca duro," dijo Carver Goodman, "pero a fin de cuentas, lo único que posee son músculos." Cinco de los hombres sentados alrededor de la mesa circular situada en el centro de una habitación oculta asintieron y murmuraron que estaban de acuerdo. Eran los representantes de las mayores organizaciones criminales del planeta y seguían preguntándose por qué Goodman les había convocado allí. El sexto hombre, pequeño, anciano y con gafas, era inventor. Su nombre era Osgood Peabody y su más reciente creación era un último intento de ganarse unas cuantas páginas en los libros de historia. 

"¿Qué posibilidades podríamos tener contra las superiores habilidades físicas de Superman? Pues te lo voy a decir". Palmeó en el aire. "¡Las mismas que una bola de nieve en el infierno! Si intentamos sujetarlo, puede correr más rápido que los rayos de sol. Hacer estallar un arma termonuclear en su cara ni siquiera le provocaría un bronceado. Vaya, ¡es que si tuviese que afeitarse, podría usar una cosechadora para hacerlo y las cuchillas se quedarían embotadas! Tengo claro que no tengo por qué recordarles, caballeros, que si se pudiera encontrar alguna manera de "retirar" a Superman de forma permanente, seríamos libres de continuar con nuestros negocios ilícitos con grandes probabilidades de lograr un éxito nunca visto!"

Los representantes del crimen organizado asintieron nuevamente. Osgood Peabody siguió sentado como si fuese un maniquí, esperando una señal.

"Por eso, para tal fin, me gustaría presentaros al Señor Peabody". Goodman hizo un gesto grandilocuente hacia Osgood. "El Señor Peabody cree que todos hemos cometido el mismo error. Piensa que si Superman tiene alguna debilidad de la que podamos aprovecharnos, ¡no será física sino mental! El cuerpo de Superman puede ser inhumanamente poderoso, pero ¿cuán diferente será el funcionamiento de su cerebro respecto al de un ser humano? ¡Quizá tenga algún miedo oculto, alguna compleja ansiedad profundamente arraigada que pueda sacarse a la luz y ser utilizada para destruirlo! ¿Señor Peabody?"

Osgood se puso de pie de un salto como si fuese un ratón asustado y empezó su discurso cuidadosamente ensayado.

"Caballeros", dijo, "yo... yo he inventado una máquina que accederá directamente a los sueños de Superman, y que nos revelará los procesos internos de su mente. Les ofrezco..." Impresionados, los representantes del crimen organizado se quedaron mirando fijamente cuando Osgood dio a conocer su invento.

"¡La máquina de los sueños!", la sala se cubrió de un atónito silencio.

"¿Tiene que ser... de ese color?", aventuró finalmente uno de los hombres. La Máquina de los Sueños era verde; un verde vivo y enfermizo que resplandecía, relucía y ofendía a la vista.

"Sí", dijo Osgood con firmeza, poniendo fin a toda discusión mientras activaba varios interruptores de forma secuenciada. Con un susurro, la pantalla del monitor se fue encendiendo.

"Si Superman tiene una fobia o un secreto oculto, lo encontraremos. En la privacidad de sus sueños podemos hallar la clave para la des... destrucción del Hombre de Acero", dijo Osgood mientras sintonizaba la máquina.

Tan emocionado estaba que había empezado a olvidarse de su discurso tan cuidadosamente ensayado.

"Veréis, he logrado colocar un micro-transmisor en el disfraz de Superman durante la exhibición benéfica de ayer en el Metropolis Park".

"¿Dónde colocó exactamente ese... eh, transmisor, señor Peabody?", preguntó uno de los hombres, con una sombra de duda en la voz.

"En el disfraz de Superman", dijo Osgood de nuevo. El interlocutor miró a sus colegas y luego a Osgood y dijo con desdén: "¿Y qué te hace pensar que Superman duerme con su disfraz? ¿Duermes tú con tu bata de laboratorio?"

Osgood se ofendió. "¡De hecho, claro que sí!", y chasqueó los dedos. "Recordad, Superman está listo para el trabajo las 24 horas del día. ¿Por qué debería quitarse el uniforme? ¡Es invulnerable! ¡Nunca suda!" Carver Goodman detuvo a Osgood con un gesto de la mano.

"Caballeros, no nos apresuremos a juzgar al señor Peabody hasta que hayamos visto de lo que es capaz de hacer su máquina, ¿de acuerdo?"

"Gracias, señor Goodman", dijo Osgood con aire de suficiencia. "Ahora todo lo que tenemos que hacer es esperar a que Superman se duerma".

Y esperaron. Pasó una hora, luego dos. Luego otra más. Durante ese tiempo, los representantes del crimen organizado discutieron alegremente sobre las ventajas de un mundo sin Superman.

"¿No te dije que siempre traía conmigo la buena suerte?" dijo Larry "Lucky" Lepke, agitando el fetiche que le confería su apodo. Luego, a las tres y media de la mañana, Osgood Peabody empezó a hablar. "¡Mirad!" dijo: "¡La máquina!" La pantalla del monitor se llenó de retorcidos patrones sin forma.

"¡Echad un vistazo!", se rio Osgood. "¡Se puede ver una enorme actividad de ondas alfa! ¡Superman está dormido!"

"¿Estás seguro de que ese es Superman?", preguntó un hombre con un marcado acento italiano.

"¡Por supuesto! ¿Quién más podría tener ondas cerebrales tan poderosas? No provienen de un humano normal. Ah, rápidamente está entrando en un sueño profundo: pérdida de tensión muscular, aumento de la actividad de las ondas delta, movimiento rápido de los ojos... ¡Superman ha empezado a soñar!" Y en ese momento, también empezaron a verse imágenes.

"Increíble", susurró Goodman. "¡Increíble!" El borrón rojo y azul en la pantalla del monitor se convirtió en la poderosa figura de Superman, que atravesaba un banco de nubes al doble de la velocidad del sonido.

"¿Qué está haciendo?", preguntó el italiano. Peabody se lo pensó por un momento. "Es... está haciendo que se acumule una carga eléctrica en las nubes, está creando una tormenta eléctrica". Mientras Superman se movía entre las nubes, los relámpagos empezaron a parpadear alrededor de su cuerpo. Se produjo una fuerte descarga de truenos, luego la lluvia empezó a caer.

"¡Mirad!", grito Osgood emocionado. "¡Lluvia! Superman está soñando con llevar la lluvia a las zonas desérticas".

Dicha escena fue reemplazada por otra. Superman caminaba con orgullo entre multitudes de nativos que lo vitoreaban. A su vez, dicha imagen fue reemplazada por otra aún más sorprendente.

"¿Huesos?", Goodman se quedó boquiabierto. Durante varios segundos la pantalla se llenó de huesos, cientos de ellos: un paisaje de huesos de todas las formas y tamaños. Entonces Superman hizo de nuevo aparición.

"¿Qué eran esos huesos?", exigió Goodman. "Qué curioso", reflexionó Osgood. "Tal vez nos hayamos topado con algo". En la pantalla, Superman se precipitaba ahora a través del espacio profundo en busca de un enorme meteorito rebelde.

"¿No sueña con nada más que consigo mismo?", dijo Goodman con disgusto.

Los ojos del Superman del sueño se iluminaron de rojo y dos finos rayos de visión calorífica golpearon el enorme pedazo de basura espacial. Casi instantáneamente, la fría roca empezó a brillar y a licuarse. Sometida a las increíbles temperaturas de la mirada de Superman, el meteoro se convirtió primero en una masa fusionada de minerales fundidos y luego en un vapor inofensivo. La escena titiló una vez más y regresaron los huesos. Extraños esqueletos se extendían por kilómetros como si fuese un loco cementerio de monstruos. "Huesos otra vez".

"¡Quizás hayamos encontrado una obsesión! ¡Un miedo secreto!", teorizó Osgood. La imagen de los huesos se rompió y dispersó, y regresó la de Superman, volando triunfalmente a través de un cielo alienígena punteado de malva.

“Qué insistencia”, dijo el representante londinense del crimen organizado.

"Parece estar muy pagado de sí mismo". Osgood estaba de acuerdo. "Pero son los huesos lo que me interesa". Y como respuesta, los huesos aparecieron de nuevo. Había cajas torácicas tan grandes como aviones, cráneos de dinosaurios del tamaño de camiones y fémures tan altos y gruesos como robles.

"Superman", dijo Osgood como quien no quiere la cosa, "necesita ayuda psiquiátrica. Ese hombre está absolutamente obsesionado con los huesos".

"¿Qué podría significar?" preguntó Goodman. "¿Habremos encontrado su debilidad?"

"Tal vez", dijo Osgood. Quizá los huesos le hagan pensar en la muerte. Quizá le tenga miedo a la muerte.

"Pero Superman no puede morir..." objetó alguien. "Bueno... pues por eso tiene tanto miedo a la muerte", argumentó Osgood. Nadie entendió bien su reflexión, pero como Osgood era científico, nadie estuvo dispuesto a contradecirlo.

"¿Así que crees que podríamos utilizar huesos para aterrorizar a Superman hasta someterlo?", preguntó Carver.

"Parece que sí", dijo Osgood.

"¡Cierto!" Goodman cogió el teléfono y marcó un número secreto. "¿División de suministros? Soy Goodman", dijo. "Necesito huesos. Muchos huesos... Sí, eso es lo que he dicho. Huesos. Tantos como puedas conseguir... No, no es broma. Quiero a todos los hombres disponibles... empieza con ello". Colgó el auricular y miró los rostros expectantes de los representantes del crimen organizado.

Traicionado por su propio subconsciente, pronto Superman se someterá a nuestro poder!"

En la pantalla, Superman estaba expulsando un sol a punto de convertirse en nova que amenazaba a un sistema solar vecino. De repente, la escena cambió y la pantalla de la máquina de sueños teñida de verde se llenó con el hueso más grande que cualquiera hubiese visto hasta el momento. Al menos medía seis pisos de altura y reposaba en un enorme pozo sobre el que estaban cayendo toneladas de tierra.

"¡Está intentando enterrarlo! ¡Le tiene tanto miedo al hueso que está intentando enterrarlo para apartarlo de su subconsciente!", jadeó Goodman, complacido con su propia perspicacia psicoanalítica.

"Así es", dijo Osgood. "¡Lo tenemos!"

Justo iba a decir algo más, pero en ese momento la puerta de acero de la habitación oculta se abrió hacia adentro, como si fuera de plástico blando.

"¿Qué...?", empezó a balbucear Goodman. Las enormes bisagras de la puerta saltaron y se rompieron. El metal se abultó, reventó y cayó al suelo. Superman estaba plantado detrás.

"Buenos días, caballeros", dijo el Hombre de Acero, "Perdón por interrumpir la matiné..." Antes de que Superman pudiese terminar, "Lucky" Lepke saltó de su silla gritando: "¡Es mío!" Blandiendo su fetiche en forma de hueso de la suerte, Lepke avanzó hacia Superman.

"Has cometido un verdadero error, grandullón", se burló Lepke. "¡Sabemos cómo detenerte!"

Superman miró el hueso. Luego alargó la mano y lo agarró. "¡Pide un deseo!", dijo y empujó ligeramente a Lepke por la habitación. "Voy a tener que interrumpir esta reunión...", dijo Superman.

"No lo entiendo", dijo Goodman, confundido. "Si estás aquí, entonces ¿qué es eso?" El monitor de la máquina de sueños seguía ocupado con imágenes.

"Eso", dijo Superman, mirando el brillante colorido de la máquina, "es una monstruosidad". Frunció los labios y lanzó un chorro de aire helado hacia la máquina. Instantáneamente se quedó atrapada dentro de una gruesa capa de hielo. "¿Nos vamos?"

"¿Cómo?", gimió Osgood, mientras Superman los guiaba fuera de la habitación escondida. "¿Qué es lo que hice mal?"

Superman sonrió. "Ha sido por el transmisor que me pusiste. Con mi súper-oído no he dejado de escuchar la señal de respuesta que enviaba tu máquina. Así que simplemente la he seguido hasta aquí".

"¡Pero los sueños...!", murmuró Osgood.

"Y luego he enganchado el transmisor de tus sueños a otro", dijo Superman.

"Pero si estaba recogiendo súper-ondas cerebrales. ¿Quién más podría ser sino tú? ¿Quién en su sano juicio soñaría con huesos?" La sonrisa de Superman se amplió aún más.

"Cierto, eran súper-ondas cerebrales, Peabody. Verás, dejé el transmisor junto a un gran amigo y admirador mío. Un amigo con gran interés en los huesos y que está durmiendo en mi Fortaleza de la Soledad en este mismo momento" ''¿Quién?", gritó Osgood desesperadamente. "¿Quién?" Y esta vez Superman se echó a reír. "Es mi perro Krypto", dijo. "Krypto el Superperro". Y mientras Superman se llevaba a Osgood y a los demás, el aire resonaba con el sonido de su risa.

FIN

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...