Entrevista en The Beat, 2016. Por Ann M Kletcha. Traducida por Frog2000. Parte 1, parte 2, parte 3, parte 4, parte 5, parte 6, parte 7.
Pregunta #9: ¿Escribes con una pluma estilográfica concreta o dispones de algunos utensilios especiales para hacerlo? ¿Tienes algún tipo favorito de
pluma?
Alan Moore: Oh, querida... Lo que voy a decirte resultará ser una gran
decepción, lo sé, y me gustaría tener el tiempo y la inspiración suficientes
como para inventar un utensilio de escritura mítico digno de engrosar mi
leyenda, algo como el martillo de Thor o el pack de seis latas marca Dioniso de
Stella Artois o los “accesorios scout” de Pharrell Williams. Créeme, si pudiese
hacerlo confesaría que he sido incapaz de escribir una sola palabra sin una afilada
pluma extraída del último Archaeopteryx sumergida en el mismísimo negro y
palpitante corazón de la tragedia, que es lo que me parece que sería el tipo de cosa que yo
podría utilizar como tintero. Sin embargo, lo que tengo delante mío es una especie de
escritorio adornado con un teflón color tarro de mermelada cercano a la
silla donde me siento, y escribo con lo que aparentemente es un fabuloso cementerio
de bolígrafos, lleno de los bolígrafos baratos y sin valor que se han ido
arrastrando por todo el mundo hasta llegar aquí por medio de algún instinto
primordial cuando ya no han podido seguir siendo ni lo más mínimamente útiles para hombre, bestia o
incluso el más débil de los aprendices de poltergeist. Ese es el motivo por el que
cada día de trabajo comienza con un bucle indefinidamente prolongado de
impacientes sonidos de garabatos y la frase: "¡Oh, por el amor de Dios!"
(Por supuesto, no todo el mundo me envía bolígrafos. También me han regalado plumas de primera, pero cuando lo han hecho me siento sucesivamente pretencioso e intimidado. Una vez tuve en posesión una pluma estilográfica de Man from
U.N.C.L.E. [El Agente de CIPOL, 1964] que disponía de cartuchos de tinta invisible y con la
que pretendía ser un espía. Había cumplido veintiocho años.) Ahora bien, si hubiese sido
un poco más moderno y hubiese estado más al día en tecnología tal y como
generalmente suelo estar, es posible que me hubiese preguntado si quizá
podría existir un teclado especial con el que me sintiese a gusto escribiendo, en cuyo caso esta respuesta hubiese sido mucho mejor. Suelo escribir en un teclado que Joe Brown me encontró hace un par de años.
Hasta entonces he tenido cuatro o cinco de los más normalitos, de esos
que parecían decir: "Oh, cuidado, somos demasiado delicados. Oh, no nos fundas
parcialmente y nos llenes de pelos, drogas ni te desmayes sobre nosotros".
Mi modelo actual es de acero inoxidable y está diseñado para que lo utilicen en
un entorno industrial, por lo que puedo afirmar que sería capaz de soportar una lluvia
de metal fundido o cenizas, y que además sería capaz de soportar la fuerza de los
chorros de varias mangueras a presión combinadas. Si, puede que no sea un
problema que se plantee muy a menudo, pero nunca se sabe, ¿no? (Dicho
sea de paso, esto último es totalmente cierto, aunque me doy cuenta de que mis
continuas y fantasiosas ideas de olla y mentiras patológicas a lo Eddie Izzard
pueden haber erosionado tu confianza en mi honestidad.) De todos modos, después
de dos meses, una o dos letras se han quedado pegadas, y una de las teclas shift
ni siquiera responde. ¿Crees que el hecho de que me sienta orgulloso podría ser un signo de inmadurez?
Una fuente cercana al Sr. Moore añade: debería haberle
enviado un bolígrafo por Navidad, pero me he esforzado por no regalarle
nada. Puedo dar fe de lo dicho anteriormente. Si no me falla la memoria,
una vez incluso llegó a atravesar un teclado, al menos parcialmente, con uno de sus
dedos... suele teclear con dos dedos y enfadarse un montón con las teclas. La
próxima vez que me pase por Northampton debería grabar unos pocos segundos del
sonido de su tecleo, porque me parece algo increíble.
Aunque originaria de Funafuti, en Tuvalu, Nana McCarthy Anne
M Kletcha vive en Muiceanach idir Dhá Sháile, justo al lado de Bóthar na
Scratóg, en la Camus Bay de Galway.
Cuando no está revisando su álbum de recortes, está pescando extraños peces para la cena, o escribiendo su libro, o hablando con compañeros
literatos de todo el mundo mediante la maravilla de Internet. Nunca ha
conocido a Alan Moore en persona, pero tiene planes de hacerlo. Claro que sí.