Realizada por Steve Ringgenberg para The Comics Journal nº 177 (1995). Traducida por Frog2000. Parte 1.
BLOQUEO DE
ESCRITOR
RINGGENBERG: ¿Alguna vez te quedaste bloqueado y no pudiste escribir el guión que necesitabas?
FELDSTEIN: [Risas.] Bueno, es gracioso que me lo preguntes. Si.
Sufrí un bloqueo en una ocasión. Había estado pescando ese fin de semana, así que
le dije a Bill que me gustaría escribir una historia, porque se me había ocurrido
una idea mientras estaba pescando. Solía pescar con caña en la playa de Long Island donde vivía, así que escribí una historia en la que un chico estaba pescando
con cebo natural, y cuando cogía un sandwich caía al agua, ¿la
recuerdas?
RINGGENBERG:
Oh, claro.
FELDSTEIN: Bueno,
pues fue en esa época cuando sufrí el bloqueo. Otro bloqueo que recuerdo claramente
fue un día en el que no era capaz de escribir y me dije: “Oh, Jesús, no puedo hacer nada. Tengo que escribir como sea”.
Así que bajé las escaleras e hice “Mi Mundo”, que era una “pieza de
resistencia” de ciencia ficción, creo que era de Wally [Wood], y la dibujó perfectamente, así que se terminó convirtiendo en una historia muy famosa. Pero en realidad era mía, porque yo la escribí.
RINGGENBERG: Dices que esa historia fue el resultado de un bloqueo,
aunque se ha convertido en todo un clásico. La han reimpreso muchas veces.
FELDSTEIN: Si, bueno, cuando digo bloqueo, me refiero a la
idea de un bloqueo en términos de guión, y no un bloqueo a la hora de escribir.
Yo era muy prolífico y me
encantaba escribir. De hecho, creo que en algunas ocasiones he reescrito varias cosas. Pero si, esa se convirtió en un clásico. Lo más interesante es que de todas aquellas historias que escribí nunca recibí el crédito por hacerlas,
aunque poco a poco los fans han ido redescubriendo [que yo escribí] todas esas primeras historias. No empecé a
colaborar con otros guionistas hasta mucho más tarde. Y aún así reescribía por completo sus historias.
RINGGENBERG: La historia de cómo la EC empezó a trabajar con Ray
Bradbury se ha comentado muchas veces...
FELDSTEIN: Cualquiera que sea la historia que te sepas, es cierta. Bill y
yo adaptamos una idea que pensábamos que podía ser diferente y la convertimos
en algo que se parecía bastante a la historia del Señor Bradbury, pero nosotros
no lo sabíamos. Verás, para mí no era un desconocido, pero sí para Bill. Entonces Bradbury nos escribió y nos dijo: “Hey, chicos, me habéis robado esa historia.” Y Bill le dijo: “No, no lo hemos
hecho. Pero aquí tienes 25 dólares, ¿podemos robarte más?” Así que nos
dejó hacerlo, porque le gustaba lo que hacíamos. Nos permitió adaptar sus
historias, y fue entonces cuando realmente encontré interés en la escritura. Porque yo
adoraba los relatos de Ray Bradbury y de alguna forma intenté imitarlos en mis guiones de ciencia ficción, y más tarde en el resto de lo que escribía.
RINGGENBERG: ¿Hubo algunos otros escritores de ciencia
ficción o terror cuyas historias compráseis para adaptarlas, como las de Katherine
Kurtz?
FELDSTEIN:
No. Creo que adaptamos alguna de [Otto] Binder, otra titulada “Yo,
Robot”…
RINGGENBERG: Las historias de Adam Link.
FELDSTEIN:
Adam Link. Creo que adapté algunas. Pero nada tan extenso como las
de Ray Bradbury. Sólo teníamos cuatro historias por cada número y hacíamos una sola adaptación, porque queríamos seguir presentando historias originales. Bill y yo
nos divertíamos haciendo los argumentos.
RINGGENBERG: Recuerdo que vi una que en los créditos indicaba que estaba inspirada por Guy de Maupassant. Creo que trataba sobre un collar de esmeraldas.
FELDSTEIN:
Oh, si, claro. Adaptamos historias con finales sorprendentes, como las
historias cortas a lo O. Henry, como la del cepillo y la del reloj de bolsillo,
¿las conoces?
RINGGENBERG:
Oh, claro.
FELDSTEIN: Hicimos muchas variantes del estilo. También algunos guiones con fórmula, como ese al que llamamos “The Preachies,” que
era algo que recordaba ligeramente a la "justicia poética". Ese tipo de cosas donde
aplastas una cucaracha y luego la cucaracha te aplasta a ti.
RINGGENBERG: Parece que has hecho un montón de esas junto a
Graham Ingels, las historias donde aparece el gusano y el pequeño chico que se cobra venganza.
FELDSTEIN: Las que tendían hacia el horror, sí. Pero también
hacíamos historias de ciencia ficción. Nos interesaban los argumentos de ciencia
ficción en los que los exploradores espaciales acababan en zoos, cosas por el
estilo, nos gustaba diseñar civilizaciones alienígenas. Intentábamos hacer de todo. Nos lo pasamos muy bien
con todo ese material. Y por supuesto, a mediados de los cincuenta, en el
’53 o en el ’54, cuando Estes Kefauver quería ser presidente, empezó la
investigación del Senado sobre el crimen organizado de América. Como parte de
ese comité de investigación, se originó un sub-comité sobre delincuencia juvenil
que quería resolver los problemas de los jóvenes padres que habían regresado de
la guerra y que solían estar en un Ejército que les decía lo que tenían que hacer.
Querían a gente que les enseñara cómo criar a sus hijos, que
es el motivo por el cuál a Spock le fue tan bien con su libro. Así que todos
quisimos echar una mano, porque necesitaban algún tipo de guía. Por
supuesto, nos subimos a bordo al igual que lo hizo todo el mundo, y el sub-comité del Senado que investigaba la delincuencia juvenil llegó hasta los
cómics, porque un auto-nombrado experto llamado Wertham colaboraba con ellos. Claro, todo esto ocurrió al final de la Era Dorada , y de repente nos convertimos en esa gente terrible que estaba haciendo cosas desagradables. Todos estábamos generando entretenimiento: yo escribía historias de terror con una sonrisa. El
Guardián de la Cripta
hacía terribles juegos de palabras, juegos de palabras de terror, acerca del guión o de lo que fuese, algo parecido a como lo está adaptando ahora mismo la HBO.
EL FIN DE UNA ERA
RINGGENBERG: La reacción de Bill Gaines ante todo esto
en el Senado está muy bien documentada. En tu caso, ¿cómo te sentiste entonces, Al? ¿Estabas
asustado?
FELDSTEIN: Bueno, estaba preocupado en lo que concierne a mi
forma de ganarme la vida. Tenía esposa y bebés, y una hipoteca, y sí, estaba
asustado. Acudí a una sesión a puerta cerrada con ellos, porque nunca me
llamaron para aparecer en público, supongo que porque les había explicado que estaba
trabajando como profesional, y que escribía lo que yo pensaba que se podía
vender, que no tenía ninguna intención de destruir a la juventud americana,
que no estábamos obligando a la gente a que comprase las revistas, y que todas
esas cosas formaban parte de la tendencia dominante del mercado. Hay un montón de cosas que
he escuchado y entendido mejor desde entonces. Por ejemplo: existía todo un movimiento
para intentar dejar entrar libremente en las auditorías a la prensa, tenía que ver con
la censura y ayudó a defender esta causa en particular. Asimismo, la
industria estaba completamente molesta con nosotros, porque estábamos empezando a hacernos con cierta porción de las ventas de los pequeños “funny animals” y otras de
las cosas que se hacían para sus hijos.
En su lugar estábamos escribiendo material adulto, y a los
chicos les encantaba la ciencia ficción y el terror, por lo que habíamos empezado a subir posiciones. A ellos les hubiese gustado sacarnos del negocio, algo que
finalmente consiguieron a través de su grupo censor, el Comics Code Authority,
que nos las hizo pasar canutas, incluso con mi material para la "Nueva Dirección" , por lo que al
final… fue horrible. Finalmente
tuvimos que dejar el negocio. Bill Gaines se prendó de un caballero
llamado Lyle Stuart, que se encontraba al cargo de una especie de periódico sensacionalista
titulado The Independent. El viejo Mr. Lee, que era nuestro director de
negocios, se hacía cargo de los libros y de la dirección de la oficina, y entonces se retiró. A continuación Bill invitó a Lyle para que se convirtiese en el director de negocios de la
oficina. Así que Bill y yo dejamos de ser tan amigos como lo éramos antes.
RINGGENBERG: ¿Qué pensabas de Stuart? Me refiero a lo personal.
FELDSTEIN: Bueno, era un tío interesante. Le admiraba, porque había protestado contra las ataduras que quería ejercer la
censura en esos días, y yo creía en la libertad de prensa. Creía
que cualquiera debería poder leer lo que quisiera leer y que probablemente
también debería poder decir lo que quisiera decir, siempre lo pensé, incluso
en los años de Mad. Pero Lyle se había enfrentado a Walter
Winchell, que era bastante poderoso en la época, a través de su periódico, haciendo revelaciones sobre sus negocios, etc
Yo no estaba muy familiarizado con lo que había hecho, pero
me enteré de que Walter iba a por él, y esa puede ser una de las razones por las que
algunos de nuestros cómics como Panic se topasen con problemas, como cuando
prohibieron Panic porque incluimos un poema titulado "La Noche antes de Navidad".
Quiero decir, ¡la cosa estaba llegando a extremos ridículos! Pero Walter Winchell tenía amigos en diferentes lugares del Departamento de Policía de Nueva York.
Allanaron la oficina como en un argumento de Mickey Spillane. Panic sufrió
un par de toques. Mira, no estoy seguro de si será cierto o no, y es algo
que no puedo asegurar del todo, pero ya lo hablé en otra ocasión con un caballero que me
entrevistó de la misma forma en que me estás entrevistando tú para escribir
sobre el tema y sobre Walter Winchell y su influencia.
RINGGENBERG: Es interesante. Cuéntame, ¿tuvo Panic éxito suficiente? ¿Se vendió bien?
FELDSTEIN: Se vendió. No como Mad, pero sí que vendía. Al menos
funcionó como entrenamiento para coger las riendas de Mad cuando lo dejó Harvey. Yo
estaba haciendo las revistas de la "New Direction" y Panic, y lo pasaba muy mal para
conseguir que todo esto pasara la supervisión del juez de la censura (¿cómo
diablos se llamaba? Murphy,
ese era el zar del momento.) Se habían puesto muy duros con nosotros. Creo
que estaban siendo duros porque querían pillar al editor. Ahí tienes esa famosa historia sobre el relato de ciencia ficción que nos gusta tanto rememorar
sobre los robots naranja y los azules y el investigador de la galaxia espacial
que viene a ver si el planeta está listo para ser admitido en el imperio
galáctico, y decide que no están listos porque siguen llenos de
prejuicios.
RINGGENBERG: Claro. “El día del juicio.” Otro clásico.
FELDSTEIN: Claro.
Sí, y en la última escena se quitaba el casco y se podía ver que era
negro, lo que era toda una demostración de que sí, que la igualdad racial
existía ahora en el universo. Y Murphy quiso que lo cambiásemos. Que no podía
estar protagonizada por un negro. Quiero decir, nos
quedamos muy disgustados. Sus decisiones eran arbitrarias. No tenían fundamento alguno. [Él]
no tenía razón alguna para estar siempre encima. Pero eso es lo que estaban haciendo. Después
de habernos divertido tanto haciendo todas estas cosas, fue como
dar marcha atrás. Y por supuesto, otra cosa que tuvimos que sufrir fue que cuando sucedió toda la debacle, la Leader News Company,
que estaba distribuyendo nuestras cosas e imitándolas, editando sus propios
cómics de terror y de ciencia-ficción a su vez, no
sólo se quedaron estancados, sino que comenzaron a perder dinero con sus
publicaciones, porque empezaron a tener problemas con el distribuidor, y nosotros
empezamos a tener problemas con ellos, porque financieramente dependíamos de
ellos para seguir progresando y asentar las ventas.
Así que cuando se fueron a la quiebra, tuvimos que hacer frente a un verdadero problema, y ahí fue cuando Harvey... Bueno, había sacado a Mad del lío, porque sabíamos que Mad no tenía que pasar por el
Comics Code y entonces la convirtió en una revista de 25 ¢entavos más grande, y
afortunadamente también se había hecho con un distribuidor diferente.
Harvey vio claramente que la EC
se estaba yendo por el retrete, y además se habían puesto en contacto con él, o él se había
puesto en contacto con ellos, no sé, con Hugh Hefner, para hacer una especie de
versión más pulida de Mad. Así que se reunió con Bill y le exigió el control del 51 por
ciento de la revista, y Bill le dijo que se fuera al infierno. Mientras tanto,
yo estaba buscando un empleo porque se habían deshecho de todo excepto de Mad.
RINGGENBERG: ¿Qué hiciste después de que todos los títulos
excepto Mad se cancelasen?
FELDSTEIN: Fue un período de dos meses y medio. No
estoy seguro exactamente de cuánto tiempo pasó porque he borrado ese recuerdo.
Pero escribí un par de guiones para Stan Lee y estuve buscando trabajo con
un editor para comenzar una nueva línea de cómics, y tenía un montón de ideas e hice pruebas e inventé todo lo que pude. Terminé poniéndome en contacto con un tipo que estaba muy interesado, y me dijo que nos reuniésemos para llegar a un acuerdo. Me bajé
del ferrocarril en Long Island después de que me asegurara de que tendría trabajo y que estaba muy interesado. Me bajé del tren y allí estaba Bill
esperándome en Merrick, Long Island. Me dijo. "Harvey lo ha dejado. ¿Qué
hacemos? Quiero que vuelvas a trabajar para mí".
Le contesté: “¿a qué te refieres, qué quieres hacer?" "Te tienes que encargar de Mad.”
Dijo: “Bien, ¿crees que podrás hacerlo?”
Le contesté: "Sabes bien que lo puedo
hacer. Y voy a hacerlo de la forma que siempre he soñado." Me gustaría volver a ese punto por un minuto. Cuando trabajábamos Harvey
y Johnny y Bill y yo éramos como una especie de familia, y celebramos un
montón de sesiones creativas juntos. Una lluvia de ideas. Solía
caminar con Harvey cuando salíamos de la oficina hasta casa e íbamos hasta la
estación de metro charlando. Cuando empezó en Mad, no hacía
más que sátiras de la clase de historias que estábamos haciendo en el resto de
las revistas, que es como originalmente iba a ser el Mad, una revista para satirizar nuestras
historias, las historias de ciencia ficción y policíacas.
Si echas un vistazo al primer número, al segundo y al tercero, verás que iban de eso: “¿Por qué no satirizáis otras cosas además de la industria del cómic? ¿Por
qué no satirizáis América? ¿Por qué no las películas? ¿Por qué no satirizáis las
tiras del periódico? ¿Los programas de radio y otras cosas así?” Así que empezamos a hacerlo. Primero con “Lone
Ranger” y luego con “Superduperman”, cosas que ayudaron a Mad a despegar. Luego
empezamos a hacer King Kong y el resto de historias, y ese fue el patrón a seguir. Por
supuesto, a continuación Mad se convirtió en algo mucho más rápido, sabíamos muy bien lo
que queríamos, pero todo salía de las aportaciones que hacíamos todos nosotros,
especialmente en mi caso. Así que le dije a Bill, "Sabes, Bill, yo..." y le
mostré una maqueta de una revista que llevaba conmigo y que quería llevar a cabo. Era un poco más sofisticada que Mad, e iba a ser un escaparate de todos esos
nuevos comediantes que estaban apareciendo por todos lados, como Nichols, May y Shelly Berman
y, si se podía mantener limpio, Lenny Bruce.
Quería hacer una revista donde les diésemos rienda suelta. Es lo primero que hice cuando cogí las riendas de Mad, además de adoptar a nuestra nueva mascota, porque Playboy tenía el conejo, y Esquire el viejo libertino,
Mr. Esky, con su sombrero alto y los ojos de insecto. Me dije: "Vamos a
aprovechar esa pequeña cosa con la que Harvey ha estado jugueteando, y de hecho lo convertiremos
en algo que podamos utilizar siempre en nuestras portadas en lugar de incluirlo
sólo en uno de los márgenes." Así que contraté a un artista del retrato
para pintar ese retrato definitivo, y lo bauticé como Alfred E. Neuman. Alfred E.
Neuman era un nombre que siempre estaba dando vueltas por la oficina, y yo lo
había utilizado como seudónimo en las revistas de la Picto- ficción. Siempre que
había una segunda historia la firmaba como Alfred E. Neuman, porque no quería
que pareciese que yo escribía la mitad del ejemplar, porque sólo había cuatro historias
en cada uno. Así que firmaba una historia con mi nombre y otra como Alfred E. Neuman. Se puede comprobar en esas viejas revistas de la Picto- ficción. Por lo tanto, me
gustaba mucho ese nombre, y cuando empecé a usar a “Alfred” como nuestro logo y mascota
para la portada y empecé a definir la filosofía de la revista, lo llamé Alfred
E. Neuman, y conseguí que Norman Mingo pintase el retrato, y así es como
empezamos.
Finalmente me hice cargo de Mad y como experimento
me reuní con Ernie Kovacs, y Bob y Ray y les dije: "Sabéis, me gustaría
adaptar algunas de vuestras cosas para esta revista, la convertiremos en una
especie de escaparate de lo que hacéis." Se puede comprobar que los primeros números
tenían un montón de cosas de Jean Shepherd, Danny Kaye, y por supuesto, Ernie, y así
es como se desarrollaron dos talentos maravillosos [Bob y Ray], que se
convirtieron en los pilares de la revista. Tom Koch escribía para Bob, y Ray y yo habíamos cogido un par de sus guiones y los adaptamos para Mad y le
preguntamos si también le gustaría escribir para nosotros, y así es como empezó
a trabajar con nosotros.
En ese momento también necesitábamos algunos dibujantes o
artistas, porque Harvey se había llevado a todo el mundo cuando se fue con
Hefner. Un chico acababa de entrar a la oficina a buscar trabajo. Había estado haciendo esas
cosas al estilo "hillbilly" y algunos trabajos para DC. Su nombre era Mort Drucker, le dije: "Mort, ¿alguna vez has hecho una caricatura?" Me contestó que no. "Bueno, aquí tengo este guión de Bob y Ray, y necesito a alguien
que pueda hacer que Bob y Ray interpreten a los personajes. Aquí tienes estas dos hojas de 8 x 10, una es para la caricatura de Bob, y la otra para la de Ray". Volvió
con las caricaturas de Bob y Ray, que publicamos en la parte superior de la
primera historia de la adaptación del material de Bob y Ray, que se llamaba
"Mr. Science.” Fue el despegue de Mr. Wizard, y así es como empezó
Mort Drucker a hacer caricaturas, probablemente sea uno de los
mejores caricaturistas del país.
UNA FUERZA
CULTURAL
RINGGENBERG: Resulta interesante que muchos de los alumnos de
EC, como Jack Davis, Drucker y Frank Frazetta, hayan conseguido alcanzar un éxito tan fabuloso.
FELDSTEIN: Bueno, Frank ha tenido un éxito más moderado en
el negocio del cómic, y tuvimos la suerte de conseguirlo en el momento en que
lo hicimos, porque hizo para mí esa pintura maravillosa de Ringo Starr para el
anuncio de Breck.
RINGGENBERG: Sólo hizo un par de cosas para Mad.
FELDSTEIN: Se nos presentó el problema de que su esposa
había decidido que no iba a permitir que nadie comprase sus obras de arte. Bill
no tenía los derechos, así que sencillamente no las podía usar. Sentí que era
una reclamación legítima y siempre he sido muy empático con los dibujantes,
pero también he sido siempre empático con los guionistas, porque los artistas
no valían un comino sin un buen guión. Por poner un ejemplo, fue gracias a mis esfuerzos que mejoraron las cosas (cuando empecé en el negocio se pagaban siete dólares
por una página de guión y 21 por una página de dibujo, o algo así, tres
veces más la cantidad que cobraba el guionista), pero rápidamente, cuando empecé a utilizar a guionistas, y sobre todo cuando me hice cargo de Mad, convencí a Bill de que los
guiones eran muy importantes y que esos dibujantes eran muy buenos, pero
necesitaban las palabras para reforzar las ilustraciones. Porque las
ilustraciones por sí mismas no funcionaban. Al final me dio la razón hasta el punto de que pagábamos las mismas tasas por página para el dibujo que para el
guión.
Cuando empezamos a ampliar la nómina de guionistas de Mad encontramos un buen puñado a través del correo, tanto a Jerry DeFuccio como a Nick Meglin, que habían venido para trabajar conmigo. También escritores como Larry
Siegel, Stan Hart y Arnie Kogen. Intenté presionar para que recibiesen por cada página de Mad
tanto como los dibujantes, porque sin ellos no teníamos revista. Por
supuesto, creo que esas condiciones no se modificaron después de mi marcha.
(Continuará)
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