Por Monte Beauchamp y John Petrie para Blab! nº 6, 1991. Ilustraciones de Daniel Gillespie Clowes. Parte 1. Traducción: Frog2000.
TERCER CASO DE ESTUDIO: GRAHAM INGELS
"Tenía un problema con el alcohol. Si solo bebía cerveza todo iba bien, pero como hubiese algo más las cosas se ponían chungas".
-Howard Nostrand
"Solo estuve una vez con él. Creo que fue en Times Square cerca de la calle 42. Al Williamson y yo tropezamos con Graham e inmediatamente nos fuimos a un bar y empezamos a ponernos hasta arriba".
-Roy Krenkel
"Mi familia y yo solíamos ir de vez en cuando a las barbacoas de Graham, y antes de empezar a comer él ya estaba tan puesto que ni sabía lo que estaba comiendo. El viejo Graham... lo había vuelto a hacer. Siempre conseguía que hubiese bebida sobre la mesa. Puede que yo estuviese intentando acabar con la primera cuando Graham ya se había tomado dos o tres y me miraba, sacudía mi lata y me decía: "¡No eres capaz de seguir el ritmo!"
-George Evans
Algunos lo describieron como un John F. Kennedy de aspecto disipado, otros como un genial autor frustrado. Pero para los que lo conocieron la percepción era unánime: Graham Ingels era un alcohólico incondicional.
Nacido el 7 de junio de 1915 en Cincinnati, Ohio, a Ingels se le recuerda mejor por haber hecho el grupo de historias de terror más horrendo que alguien haya ilustrado entre el controvertido grupo editorial de los cincuenta, Entertaining Comics.
Legiones de admiradores se enamoraron de Tales from the Crypt, Vault of Horror y Haunt of Fear, donde se podían leer los espeluznantes cómics de Jack, Davis, Johnny Craig, Reed Crandall, George Evans y Bernard Krigstein, pero fue Ingels con sus trazos salpicados de cadáveres podridos, culpables perversos e inocentes enloquecidas los que se ganaron el corazón de los habituales de la E.C.
Jack Nicholson, Jerry Garcia y George Carlin no eran los únicos jóvenes hipsters que se dejaban impresionar por las alucinaciones de agonía e infierno que impregnaban las páginas de los cómics de la E.C. Al recordar el impacto que estas pesadillas le causaron, el autor de lo macabro, Stephen King, recuerda: "Los cómics de terror de los cincuenta siguen siendo el epítome del horror, esa emoción de miedo que subyace en el terror, emoción que no solo reside en la mente." Para muchos fans de E.C., ¡no había nada mejor que lo que hacía Ingels!
Cuando los críticos de los cómics policíacos y de terror lograron finalmente poner el clavo final en el ataúd del género, "Graham se salió totalmente del medio", afirmaba su amigo, el también dibujante Howard Nostrand. Ingels desapareció por completo y su paradero era desconocido. Los rumores empezaron a arreciar. Algunos temían que su adicción al alcohol lo hubiese llevado a la ruina. Otros escucharon que había abandonado a su esposa e hijos. Algunos más pensaron si Graham no se habría suicidado.
Años más tarde, las noticias de su paradero finalmente se hicieron públicas y todo consiguió aclararse: el autor no quería saber nada de su pasado empapado en alcohol.
En 1989, el coleccionista/ subastador de arte y comics de la E.C., Russ Cochran, consiguió sorprendentemente coaccionar a Ingels para que produjese varias pinturas al óleo que contenían imágenes de terror de la E.C. Cuando se ofertaron en el mercado de coleccionista, le aportaron a Graham sumas principescas.
Tristemente, Graham Ingels se ocupó tan solo de cerca de una docena más de estas obras antes de fallecer el 4 de abril de 1991.
CUARTO CASO DE ESTUDIO: WALLY WOOD
Una vez dejada atrás la oscuridad de los cincuenta estadounidenses, apareció rápidamente una brigada de autores de la cultura pop que causaron una influencia cool y duradera sin precedentes. El rock n'roll que tocaban los salvajes negros y la basura blanca era solo la punta de este iceberg volcánico. James Dean, Elvis, Los Picapiedra, los beatniks, los cereales Kellogg´s, las muñecas Barbie, Jack Kerouac, Marilyn Monroe, Lenny Bruce, el be-bop, Confidential, Playboy, Gumby y las cenas frente al televisor se sumaron a este interminable desfile kitsch de posguerra, estupideces y coleccionables. Pero fue en las irreverentes y anarquistas páginas de MAD donde se le desveló a la juventud impresionable una de las verdades como puños, una que sus padres se negaban a tragar: que el tejido social, la base misma de este país consistía en una mentira. MAD revelaba sin tapujos los trucos de la publicidad, las mentiras de los libros de Historia del instituto y el vacío inherente que residía en el núcleo compuesto por la política, la televisión y el cine. El mensaje principal que entregaba MAD a la juventud de los 50 era simple... desconfía de toda autoridad.
Empaquetado entre estas gemas de dos quilates de humor estadounidense se podía encontrar el talento de absolutos genios del comic: Kurtzman, Davis, Will Elder, Don Martin, Kelly Freas, Mort Drucker, Feldstein, Bob y Ray, Steve Allen, Ernie Kovacs y Sid Caesar. También la brillante obra artística de un tímido lunático gráfico sin pretensiones bautizado como Wally Wood.
En el campo de la publicación de cómics, muy pocos dibujantes fueron capaces de hacerle sombra. Cuando se trataba de versatilidad, originalidad y caracterización, Wood jugaba en su propia liga. Sus habilidades para el entintado y el rotulado eran excelentes, el diseño de página de primera clase y su estilo en general fresco y emocionante. Sin duda, su capacidad para delinear voluptuosas mujeres jóvenes, maquinaria espacial super-sónica, extraños bichos raros y majaras urbanos no tenía rival. Sus viñetas eran dinámicas y detalladas. Sus dibujos capaces de impresionar a cualquiera.
Aunque la imaginación de Wood no mostraba límites, su vida social era una cosa diferente. Nacido en Menahga, Minnesota, el 17 de junio de 1927, la familia de Wood era disfuncional, lo que le marcó de por vida. El rechazo de su padre, la relación estridente del matrimonio y su eventual divorcio le causaron a Wood graves daños psicológicos. Era profundamente tímido. Introvertido. Reprimido. Por lo que se convirtió en un adicto al trabajo. Mientras que la mayoría de sus compañeros realizaban un promedio de 40 horas semanales de trabajo frente al tablero de dibujo, Wood doblaba y algunas veces triplicaba ese esfuerzo. Los días de trabajo de 24 horas no eran nada inusuales para esta estrella del cómic. Tragaba galones de café para permitir maratones solo para cumplir con un plazo. El estrabismo permanente que desarrolló a lo largo de los años fue el resultado de los cartones de cigarrillos Marlboro que consumía furiosamente. Era muy aficionado a las bebidas alcohólicas, y rara vez se tomaba vacaciones. Cuando la carrera de Wood se empezó a frenar por culpa de la campaña de censura de los cómics a mediados de los 50, el artista se buscó nuevos horizontes en otros sitios. Pintó portadas de ciencia ficción y pulp e ilustró los interiores, hizo cartoons para revistas masculinas y también trabajó para agencias de publicidad de forma independiente. La popular campaña impresa "Duerma bien sin problemas nocturnos de estómago" de Alka-Seltzer fue una descripción de productos alimenticios alegres y antropomórficos que se preparaban para llegar al interior del estómago de un consumidor dolorido. A principios de los sesenta Wood estaba absolutamente desilusionado con su carrera. Estaba quemado, se quejaba de constantes dolores de cabeza y le daba a la botella más fuerte que de costumbre.
A veces producía su trabajo para MAD mientras tomaba una de sus muchas bebidas alcohólicas de una forma tan descuidada que era rechazado cuando lo presentaba para que le diesen el visto bueno. Esto enfurecía a Wood un montón. Después de 12 años, en 1964 se marchó de MAD para siempre, su regia tarifa por página no podía compensar la frustración creativa que estaba sintiendo. En 1965, Wood fue contratado por Tower Books para crear una innovadora línea de cómics de superhéroes. Una intrigante variedad de personajes empezó a surgir de la imaginación sin límites de Wod. Dynamo, Thunder Agents y Noman fueron algunos de los héroes cuyas aventuras ayudó a escribir, dibujar y rotular. Wood disfrutó mucho en esta fase de su carrera. Lo fortaleció. Una vez más, se sintió vivo. Después de pelear y esforzarse en la industria del cómic durante más de una década y media, por fin tenía control creativo sobre su trabajo. Sin embargo, los títulos no vendieron muy bien y en 1967 Tower cerró sus puertas a la edición de cómics para siempre. De nuevo Wood se quedó desilusionado. Sin ningún lugar a donde escapar, buscó consejo psiquiátrico. Este asesoramiento tuvo efecto en la atribulada vida de Wood: se divorció de su esposa con la que llevaba casado 15 años y huyó con su psiquiatra, con quien se casó. Pero incluso la emoción del amor recién descubierto no podía salvar a Wood de sí mismo. Abrazó la botella con mayor pasión aún, y siguieron pasando los años... Wood continuó trabajando como freelance para las editoriales de cómic corporativas, de las cuales no obtuvo ninguna satisfacción. Se convirtió en el equivalente artístico de una puta callejera, intercambiando su raro talento por dinero. La ardiente chispa creativa que formaba parte de su obra para E.C. y MAD ya no se volvió a ver en ninguno de sus dibujos. Finalmente la frustración terminal se hizo horriblemente poderosa en la vida de Wood.
En 1973 dejó a su segunda esposa, y poco después se volvió a casar. Pero su carrera continuó decayendo a un ritmo alarmante. Cuando comenzó a dibujar desastrosas tiras para sórdidas editoriales de revistas adultas, finalmente tocó fondo. En 1978 la muerte empezó a llamar a su puerta. Años de consumo excesivo de alcohol, tabaco, café, comida grasienta, cero ejercicio y emociones reprimidas se cobraron su precio en forma de derrame cerebral, paralizando parcialmente su asombroso talento. Sufrió pérdida de visión. Surgieron complicaciones adicionales debido a la insuficiencia renal y tuvo que hacerse una diálisis. Lo que una vez fue una verdadera máquina de dibujar se convirtió en un completo desastre físico. En este momento Wood se había divorciado una vez más, y siguió pegándole a la botella, pero esta vez lleno de ira. Sorprendentemente, durante el verano de 1978 Wood dejó de beber. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Era hora de pagar las cuentas, esta vez en su totalidad. El 2 de noviembre de 1981 cogió una pistola con su mano derecha y apretó el gatillo, dejando atrás un legado lleno de colorido que sigue vivo.
QUINTO CASO DE ESTUDIO: ROGER BRAND
Cuando oyó hablar de la floreciente escena del comix underground de San Francisco, el esforzado autor de cómics Roger Brand hizo las maletas y enfiló hacia el oeste. El estilo de vida "deja que todo fluya" de la generación hippie, junto con sus controvertidos cómics, hipnotizó a Brand, tirándole los tejos para que dejara la industria del cómic corporativo de Nueva York a finales de los sesenta y se zambullera en playas más psicodélicas.
La comunidad del comix de Bay Area lo recibió con los brazos abiertos. Su actitud de "todo vale" le proporcionaba a Brand un terreno fértil para la imaginación y su talento en ciernes, que canalizó mediante un puñado de títulos que hacían pupa mental como Young Lust, Tales of Sex and Death, Insect Fear y Real Pulp.
Entre sus compañeros, Brand se hizo famoso por la cantidad de alcohol que consumía mientras producía sus extraños cómics. Pisó el acelerador a tope y nunca bajó de revoluciones. Era como un niño de las flores fuera de control.
Gary Arlington, propietario de la legendaria San Francisco Comic Book Company, recuerda: "Simplemente no podía dejar la cerveza. Estaba totalmente enganchado. Cuando conocí a Roger la primera vez, acudí a su apartamento, donde estaba viviendo con su esposa, Michelle. Lo primero que me dijo fue: "salgamos a tomar una cerveza". Me caía muy bien. Por un lado, era un tipo brillante, pero por otro se estaba matando a beber".
Los años siguientes fueron poco amables con Brand. Michelle y él se divorciaron, la contra-cultura junto con su industria de cómics alternativos terminó por arruinarse, reduciendo aún más los miserables ingresos de nuestro autor, y alguien le robó su preciada colección de cómics de la E.C.
Descendió hasta un mundo oscuro al estilo del de Bukowski. Dormía en parques, casas abandonadas y en sofás de amigos. Reemplazó su sangre por alcohol. Vivía para ello, y el sábado, 23 de noviembre de 1985, una dolencia hepática le hizo morir por su culpa.
TERCER CASO DE ESTUDIO: GRAHAM INGELS
"Tenía un problema con el alcohol. Si solo bebía cerveza todo iba bien, pero como hubiese algo más las cosas se ponían chungas".
-Howard Nostrand
"Solo estuve una vez con él. Creo que fue en Times Square cerca de la calle 42. Al Williamson y yo tropezamos con Graham e inmediatamente nos fuimos a un bar y empezamos a ponernos hasta arriba".
-Roy Krenkel
"Mi familia y yo solíamos ir de vez en cuando a las barbacoas de Graham, y antes de empezar a comer él ya estaba tan puesto que ni sabía lo que estaba comiendo. El viejo Graham... lo había vuelto a hacer. Siempre conseguía que hubiese bebida sobre la mesa. Puede que yo estuviese intentando acabar con la primera cuando Graham ya se había tomado dos o tres y me miraba, sacudía mi lata y me decía: "¡No eres capaz de seguir el ritmo!"
-George Evans
Algunos lo describieron como un John F. Kennedy de aspecto disipado, otros como un genial autor frustrado. Pero para los que lo conocieron la percepción era unánime: Graham Ingels era un alcohólico incondicional.
Nacido el 7 de junio de 1915 en Cincinnati, Ohio, a Ingels se le recuerda mejor por haber hecho el grupo de historias de terror más horrendo que alguien haya ilustrado entre el controvertido grupo editorial de los cincuenta, Entertaining Comics.
Legiones de admiradores se enamoraron de Tales from the Crypt, Vault of Horror y Haunt of Fear, donde se podían leer los espeluznantes cómics de Jack, Davis, Johnny Craig, Reed Crandall, George Evans y Bernard Krigstein, pero fue Ingels con sus trazos salpicados de cadáveres podridos, culpables perversos e inocentes enloquecidas los que se ganaron el corazón de los habituales de la E.C.
Jack Nicholson, Jerry Garcia y George Carlin no eran los únicos jóvenes hipsters que se dejaban impresionar por las alucinaciones de agonía e infierno que impregnaban las páginas de los cómics de la E.C. Al recordar el impacto que estas pesadillas le causaron, el autor de lo macabro, Stephen King, recuerda: "Los cómics de terror de los cincuenta siguen siendo el epítome del horror, esa emoción de miedo que subyace en el terror, emoción que no solo reside en la mente." Para muchos fans de E.C., ¡no había nada mejor que lo que hacía Ingels!
Cuando los críticos de los cómics policíacos y de terror lograron finalmente poner el clavo final en el ataúd del género, "Graham se salió totalmente del medio", afirmaba su amigo, el también dibujante Howard Nostrand. Ingels desapareció por completo y su paradero era desconocido. Los rumores empezaron a arreciar. Algunos temían que su adicción al alcohol lo hubiese llevado a la ruina. Otros escucharon que había abandonado a su esposa e hijos. Algunos más pensaron si Graham no se habría suicidado.
Años más tarde, las noticias de su paradero finalmente se hicieron públicas y todo consiguió aclararse: el autor no quería saber nada de su pasado empapado en alcohol.
En 1989, el coleccionista/ subastador de arte y comics de la E.C., Russ Cochran, consiguió sorprendentemente coaccionar a Ingels para que produjese varias pinturas al óleo que contenían imágenes de terror de la E.C. Cuando se ofertaron en el mercado de coleccionista, le aportaron a Graham sumas principescas.
Tristemente, Graham Ingels se ocupó tan solo de cerca de una docena más de estas obras antes de fallecer el 4 de abril de 1991.
CUARTO CASO DE ESTUDIO: WALLY WOOD
Una vez dejada atrás la oscuridad de los cincuenta estadounidenses, apareció rápidamente una brigada de autores de la cultura pop que causaron una influencia cool y duradera sin precedentes. El rock n'roll que tocaban los salvajes negros y la basura blanca era solo la punta de este iceberg volcánico. James Dean, Elvis, Los Picapiedra, los beatniks, los cereales Kellogg´s, las muñecas Barbie, Jack Kerouac, Marilyn Monroe, Lenny Bruce, el be-bop, Confidential, Playboy, Gumby y las cenas frente al televisor se sumaron a este interminable desfile kitsch de posguerra, estupideces y coleccionables. Pero fue en las irreverentes y anarquistas páginas de MAD donde se le desveló a la juventud impresionable una de las verdades como puños, una que sus padres se negaban a tragar: que el tejido social, la base misma de este país consistía en una mentira. MAD revelaba sin tapujos los trucos de la publicidad, las mentiras de los libros de Historia del instituto y el vacío inherente que residía en el núcleo compuesto por la política, la televisión y el cine. El mensaje principal que entregaba MAD a la juventud de los 50 era simple... desconfía de toda autoridad.
Empaquetado entre estas gemas de dos quilates de humor estadounidense se podía encontrar el talento de absolutos genios del comic: Kurtzman, Davis, Will Elder, Don Martin, Kelly Freas, Mort Drucker, Feldstein, Bob y Ray, Steve Allen, Ernie Kovacs y Sid Caesar. También la brillante obra artística de un tímido lunático gráfico sin pretensiones bautizado como Wally Wood.
En el campo de la publicación de cómics, muy pocos dibujantes fueron capaces de hacerle sombra. Cuando se trataba de versatilidad, originalidad y caracterización, Wood jugaba en su propia liga. Sus habilidades para el entintado y el rotulado eran excelentes, el diseño de página de primera clase y su estilo en general fresco y emocionante. Sin duda, su capacidad para delinear voluptuosas mujeres jóvenes, maquinaria espacial super-sónica, extraños bichos raros y majaras urbanos no tenía rival. Sus viñetas eran dinámicas y detalladas. Sus dibujos capaces de impresionar a cualquiera.
Aunque la imaginación de Wood no mostraba límites, su vida social era una cosa diferente. Nacido en Menahga, Minnesota, el 17 de junio de 1927, la familia de Wood era disfuncional, lo que le marcó de por vida. El rechazo de su padre, la relación estridente del matrimonio y su eventual divorcio le causaron a Wood graves daños psicológicos. Era profundamente tímido. Introvertido. Reprimido. Por lo que se convirtió en un adicto al trabajo. Mientras que la mayoría de sus compañeros realizaban un promedio de 40 horas semanales de trabajo frente al tablero de dibujo, Wood doblaba y algunas veces triplicaba ese esfuerzo. Los días de trabajo de 24 horas no eran nada inusuales para esta estrella del cómic. Tragaba galones de café para permitir maratones solo para cumplir con un plazo. El estrabismo permanente que desarrolló a lo largo de los años fue el resultado de los cartones de cigarrillos Marlboro que consumía furiosamente. Era muy aficionado a las bebidas alcohólicas, y rara vez se tomaba vacaciones. Cuando la carrera de Wood se empezó a frenar por culpa de la campaña de censura de los cómics a mediados de los 50, el artista se buscó nuevos horizontes en otros sitios. Pintó portadas de ciencia ficción y pulp e ilustró los interiores, hizo cartoons para revistas masculinas y también trabajó para agencias de publicidad de forma independiente. La popular campaña impresa "Duerma bien sin problemas nocturnos de estómago" de Alka-Seltzer fue una descripción de productos alimenticios alegres y antropomórficos que se preparaban para llegar al interior del estómago de un consumidor dolorido. A principios de los sesenta Wood estaba absolutamente desilusionado con su carrera. Estaba quemado, se quejaba de constantes dolores de cabeza y le daba a la botella más fuerte que de costumbre.
A veces producía su trabajo para MAD mientras tomaba una de sus muchas bebidas alcohólicas de una forma tan descuidada que era rechazado cuando lo presentaba para que le diesen el visto bueno. Esto enfurecía a Wood un montón. Después de 12 años, en 1964 se marchó de MAD para siempre, su regia tarifa por página no podía compensar la frustración creativa que estaba sintiendo. En 1965, Wood fue contratado por Tower Books para crear una innovadora línea de cómics de superhéroes. Una intrigante variedad de personajes empezó a surgir de la imaginación sin límites de Wod. Dynamo, Thunder Agents y Noman fueron algunos de los héroes cuyas aventuras ayudó a escribir, dibujar y rotular. Wood disfrutó mucho en esta fase de su carrera. Lo fortaleció. Una vez más, se sintió vivo. Después de pelear y esforzarse en la industria del cómic durante más de una década y media, por fin tenía control creativo sobre su trabajo. Sin embargo, los títulos no vendieron muy bien y en 1967 Tower cerró sus puertas a la edición de cómics para siempre. De nuevo Wood se quedó desilusionado. Sin ningún lugar a donde escapar, buscó consejo psiquiátrico. Este asesoramiento tuvo efecto en la atribulada vida de Wood: se divorció de su esposa con la que llevaba casado 15 años y huyó con su psiquiatra, con quien se casó. Pero incluso la emoción del amor recién descubierto no podía salvar a Wood de sí mismo. Abrazó la botella con mayor pasión aún, y siguieron pasando los años... Wood continuó trabajando como freelance para las editoriales de cómic corporativas, de las cuales no obtuvo ninguna satisfacción. Se convirtió en el equivalente artístico de una puta callejera, intercambiando su raro talento por dinero. La ardiente chispa creativa que formaba parte de su obra para E.C. y MAD ya no se volvió a ver en ninguno de sus dibujos. Finalmente la frustración terminal se hizo horriblemente poderosa en la vida de Wood.
En 1973 dejó a su segunda esposa, y poco después se volvió a casar. Pero su carrera continuó decayendo a un ritmo alarmante. Cuando comenzó a dibujar desastrosas tiras para sórdidas editoriales de revistas adultas, finalmente tocó fondo. En 1978 la muerte empezó a llamar a su puerta. Años de consumo excesivo de alcohol, tabaco, café, comida grasienta, cero ejercicio y emociones reprimidas se cobraron su precio en forma de derrame cerebral, paralizando parcialmente su asombroso talento. Sufrió pérdida de visión. Surgieron complicaciones adicionales debido a la insuficiencia renal y tuvo que hacerse una diálisis. Lo que una vez fue una verdadera máquina de dibujar se convirtió en un completo desastre físico. En este momento Wood se había divorciado una vez más, y siguió pegándole a la botella, pero esta vez lleno de ira. Sorprendentemente, durante el verano de 1978 Wood dejó de beber. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Era hora de pagar las cuentas, esta vez en su totalidad. El 2 de noviembre de 1981 cogió una pistola con su mano derecha y apretó el gatillo, dejando atrás un legado lleno de colorido que sigue vivo.
QUINTO CASO DE ESTUDIO: ROGER BRAND
Cuando oyó hablar de la floreciente escena del comix underground de San Francisco, el esforzado autor de cómics Roger Brand hizo las maletas y enfiló hacia el oeste. El estilo de vida "deja que todo fluya" de la generación hippie, junto con sus controvertidos cómics, hipnotizó a Brand, tirándole los tejos para que dejara la industria del cómic corporativo de Nueva York a finales de los sesenta y se zambullera en playas más psicodélicas.
La comunidad del comix de Bay Area lo recibió con los brazos abiertos. Su actitud de "todo vale" le proporcionaba a Brand un terreno fértil para la imaginación y su talento en ciernes, que canalizó mediante un puñado de títulos que hacían pupa mental como Young Lust, Tales of Sex and Death, Insect Fear y Real Pulp.
Entre sus compañeros, Brand se hizo famoso por la cantidad de alcohol que consumía mientras producía sus extraños cómics. Pisó el acelerador a tope y nunca bajó de revoluciones. Era como un niño de las flores fuera de control.
Gary Arlington, propietario de la legendaria San Francisco Comic Book Company, recuerda: "Simplemente no podía dejar la cerveza. Estaba totalmente enganchado. Cuando conocí a Roger la primera vez, acudí a su apartamento, donde estaba viviendo con su esposa, Michelle. Lo primero que me dijo fue: "salgamos a tomar una cerveza". Me caía muy bien. Por un lado, era un tipo brillante, pero por otro se estaba matando a beber".
Los años siguientes fueron poco amables con Brand. Michelle y él se divorciaron, la contra-cultura junto con su industria de cómics alternativos terminó por arruinarse, reduciendo aún más los miserables ingresos de nuestro autor, y alguien le robó su preciada colección de cómics de la E.C.
Descendió hasta un mundo oscuro al estilo del de Bukowski. Dormía en parques, casas abandonadas y en sofás de amigos. Reemplazó su sangre por alcohol. Vivía para ello, y el sábado, 23 de noviembre de 1985, una dolencia hepática le hizo morir por su culpa.
2 comentarios:
Excelente reportaje y mejor traduccion casi siempre leo tus post
.
Gracias!!!
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