martes, 27 de noviembre de 2018

CONTENTANDO AL PÚBLICO, UNA ENTREVISTA CON GRANT MORRISON CENTRADA EN JACK KIRBY (1 DE 3)

Una entrevista con Grant Morrison, realizada y transcrita por Adam McGovern el 24 de enero de 2007, y más tarde revisada por Grant. Muchas gracias a Dom, Fred y Ryan. 

The Jack Kirby Collector número 49 (2007). Traducción: Frog2000.

Los fans de Grant Morrison son legión, sin embargo, él también milita entre las filas de los del mismísimo Kirby. La conexión entre el icono más reconocido del cómic y uno de los mayores disidentes modernos no tiene ningún misterio. Al igual que ocurría con su antecesor absolutamente profesional e incesante pionero, Morrison también es capaz de indagar sin descanso para encontrar originales y excéntricos conceptos como el de Seaguy y We3, o retomar propiedades de las compañías como JLA y X-Men e ir unos pasos más allá sin renunciar a su clásico sabor. Hace poco ha estado refrescando la mitología de una de las creaciones clave del cómic en All Star Superman, y recabando ideas maravillosas y excéntricas de algunos de los personajes de culto más notorios del medio en su ciclo de los Siete Soldados de la Victoria, un innovador escenario de series con sutiles relaciones entre sí, en el que el guionista ha colaborado con artistas visionarios como J.H. Williams y Ryan Sook para expandir todo lo posible las posibilidades creativas e intentar elevar el valor folclórico del arte del cómic.

En su carrera, Morrison siempre ha portado bien alto el estandarte de los cómics realizados por el Rey, no solo mediante la revisión cariñosa y llena de inventiva de algunos de los personajes de Kirby, sino mediante un puñado de argumentos cósmicos que, como el propio Kirby, se pueden contar como algunas de las ideas del género tan grandiosas como espectaculares. Su arco en la JLA de finales de los noventa titulado "World War III" habla sobre una antiquísima arma psíquica de furia y desesperanza que proviene de la prehistoria de los Nuevos Dioses, y es capaz de capturar el sabor del Cuarto Mundo en una historia épica inusualmente profunda y emocional. Para los Siete Soldados, Morrison recoge las temáticas habituales de Kirby sobre los traumas y trascendentalidad del Mister Milagro original, y las rehace como una odisea personal del antiguo protegido de Scott Free, Shilo Norman. Esta serie retrata al héroe con una narrativa deslumbrantemente desorientadora de ilusiones y revelaciones, llevando al propio Morrison hasta los límites donde los creadores usan las narrativas de los cómics alternativos para transformar el equipaje típico del superhéroe.
Antes de aparecer en esta revista centrada en las ideas e ilustraciones de Kirby, Morrison rompió la tapa de la caja de Pandora del debate entre fans con el primer mensaje que me envió, con apreciaciones sorprendentemente elevadas acerca del lenguaje de Kirby: "creo que es hora de que un guionista hable en profundidad y con efusividad del lenguaje poético en el cómic sin parangón que se puede encontrar en los guiones de Kirby, porque a menudo se suele pasar por alto, o incluso algunos se han burlado del mismo", comenta en un email. "Creo que los diálogos poco naturalistas de Kirby son uno de las mayores evoluciones expresivas de la escritura de guión en el cómic. Me suenan como si Mickey Spillane hubiese hecho equipo con Allen Ginsbert para escribir la Biblia para la época moderna, y merecen mucha mayor atención y respeto del que han conseguido hasta ahora." Como alguien que ha ido hasta los límites para intentar adivinar el sublime significado del material pulp, Morrison puede impartir sabiduría, así que nos sentamos para descubrir mucho más.
THE JACK KIRBY COLLECTOR: No hay un punto más interesante por el que empezar que tu defensa de Kirby como guionista. Tus comentarios me sorprendieron mucho, porque siempre he pensado que, curiosamente, se podía encontrar bastante realismo en la barroca forma en la que hacía que hablasen sus personajes. Parecía como si fuese una estilización mucho más estudiada que un montón de los caducos guiones a la última de otros cómics de la misma época.

GRANT MORRISON: Creo que Kirby era más un escritor de teatro. En los guiones teatrales se te permite ser un poco más literario, porque en muchos casos tiendes a describir las cosas que el público no puede ver, o intentas evocar cierta atmósfera. Y eso es lo que más me sorprende, me hace pensar que la mayoría de su estilo de escritura, o su poética, son un intento de utilizar el lenguaje del cómic y condensarlo en algo muy poderoso, algo que casi parecen eslogans. En el pasado lo han vituperado por no ser naturalista, pero ya sabes, tampoco lo era Stan Lee; él solo lo era un poco más [de lo normal]. Kirby era mucho más poético y comprimido, y creo que eso es lo que hace que a la gente pueda parecerle tan extraño.

TJKC: Recuerdo que en una de las antiguas reseñas del New Gods #1 hablaban sobre "diálogos de un cómic operístico".

MORRISON: Claro, pero de nuevo, Carl Jung comentaba en su libro "Memorias, sueños, reflexiones" el momento en el que había dado con los arquetipos, cuando estaba dando forma a la teoría de los arquetipos y tuvo ciertas revelaciones y experiencias personales, y decía aquello de: "los arquetipos se expresan mediante el lenguaje de la rimbombancia". [Risas.] ¡Y así es como lo hacen! Es un poco embarazoso, pero es la forma en la que se expresan, porque son como cualidades primarias, y Kirby entendió bien lo que eran.
TJKC: Hablando de arquetipos, creo que Kirby era una rareza entre los guionistas porque era capaz de concebir a estos seres que estamos viendo en dos planos a la vez: son tanto personajes como ideas, personas y personificaciones. Cuando se trata de dioses, mucha gente solo ve un superhéroe en un traje de época. En tu caso, indudablemente eres alguien que también hace algo similar. ¿Cuál crees que es la clave?

MORRISON: Creo que muchos guionistas han interpretado lo que Kirby hizo en el pasado de una forma errónea, porque simplemente convierten a los Nuevos Dioses en superhéroes. Se ha hecho muchas veces, así que los han devaluado, y creo que ahora se están esforzando para devolverlos a una posición de grandeza. Han sido interpretados como superhéroes, pero Kirby nunca lo hizo. Tenían esa dimensión extra, que creo que tenía que ver con el lenguaje. Fijémonos en una historia como "The Glory Boat" [Nuevos Dioses #6]. Recuerdo que cuando la leí de crío me pareció que era un capítulo de la Biblia. [Risas.] Era muy intensa, y funcionaba a un potente nivel simbólico, pero también era emotiva, así que se podían palpar todas esas sensaciones, no tenía por qué ser naturalista. Si te lees la Biblia, nunca es naturalista [en referencia a nuestra forma de hablar], pero sigue siendo muy poderosa por toda la capacidad evocadore que tiene, y sigue siendo emocional y capaz de llegar a la gente. Y creo que Kirby fue capaz de aprehender ese tipo de lenguaje que llega directamente al subconsciente y remueve las emociones. Creo que por eso, su obra como guionista es mucho más artística que lo que la gente se piensa. Es más música que escritura.

TJKC: Otra parte del despliegue de arquetipos es la caracterización primaria, porque por ejemplo, a lo largo de la saga del Cuarto Mundo, Darkseid parece ser tres personajes diferentes, desde el travieso diablo de Forever People, hasta el padre ausente y matón de Mister Milagro. Por ejemplo, creo que en tu trabajo con Nebuloh en los Siete Soldados haces algo similar: en una de las series aparece como un temible cazador, y sin embargo, en otra es alguien más preocupado por la princesa. ¿Percibes alguna influencia?
MORRISON: No creo que fuese algo consciente, pero definitivamente, eso es lo que quieres en un personaje: por eso Darkseid es tan popular. Porque es tal y como has dicho, es diferente en cada una de las series. Recuerdo que cuando estaba escribiendo la Liga de la Justicia [Rock of Ages], utilicé un poco al Darkseid más abusivo, el que aparece en Super Powers, el que daba collejas a la gente, [risas], pero el Darkseid que sigo recordando es el de aquella asombrosa página completa en la que dice: "¡soy la fuerza tigresca del núcleo de todo!". Ya sabes, esa terrorífica y monstruosa presencia elemental. Y los dos aspectos son muy, muy diferentes, pero que Kirby se encargase de ambos es algo muy... cuando escribí a Darkseid en la Liga de la Justicia, creo que estaba intentando combinar a los dos, el matón que golpea a los para-demonios, y el líder que los envía contra los parapetos y que al mismo tiempo es una fuerza elemental. Creo que una fuerza del mal debería serlo a todos los niveles, incluso en el más insignificante. Solía pensar en Darkseid como el tipo que sería capaz de cambiar las carpetas de todos los LPs en la tienda de discos. [Risas.]

TJKC: En Forever People podría ser todo un problema: "Tíío, estaba demasiado fumado como para saber si el disco de los Grateful Dead estaba en la funda de Paul McCartney..."

MORRISON: "Creía que sería un disco alegre, pero es uno de mal rollo."

TJKC: Exacto, les cambiaría por completo el "viaje". 
MORRISON: Es el Darkseid que aplasta las galletitas dentro de los paquetes y luego se larga. [Risas.] Lo escribí un poco al final del tercer número de Mister Milagro, cuando lo ves moviendo los pañales de una estantería a otra más alta, el más insignificante. Pero quería hacer un Darkseid que fuese malvado en todas las escalas, así que lo es a una escala cósmica, pero también es capaz de hacer que la vida de una persona inocente se convierta en un infierno.

TJKC: Y otro de sus aspectos que creo que retrataste mejor que cualquiera (aunque Walt Simonson también lo hizo un poco en Orion), es que en Mister Milagro podemos ver cómo Darkseid se ve a sí mismo. Todos los grandes villanos de la historia y la ficción se suelen ver como héroes.

MORRISON: Tiene que ser así, porque de lo contrario no habría nada que los hiciese seguir. Nadie se hace la firme proposición de que lo odie todo el mundo. La mayoría de la gente cree que lo que hace es lo correcto.

(Continuará)

miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL LIBRO DEL PLACER DE AUSTIN OSMAN SPARE, UNA INTRODUCCIÓN POR ALAN MOORE

Introducción a la edición de 2011 del Libro del placer (Amor propio) La psicología del éxtasis, de Austin Osman Spare, por Alan Moore. Traducción: Frog2000. Que yo conozca, no existe traducción del libro al castellano.  


Introducción

por Alan Moore

En julio de 1909, AUSTIN OSMAN SPARE tenía 22 años. Sorprendentemente hermoso y tranquilo, para entonces estaba bien versado en el ocultismo y el arte, solo a pocos años de darles la espalda a las relucientes irrelevancias de salones o galerías para exponer más tarde su obra, casi exclusivamente, en los salones de la parte de atrás de los bares de Brixton. Meses antes había empezado a escribir lo que iba a ser su obra maestra, "El libro del placer", y hacía poco que el notorio Aleister Crowley se había reunido con él. Crowley, que había fundado su Argenteum Astrum con la publicación de The Equinox ese mismo año, persuadió a Spare para que se uniese a su incipiente orden junto con otras luminarias como Charles Stansfeld Jones y Victor Neuberg. A pesar de ser el estudiante favorito de Crowley, la participación de Spare en la orden se suspendió justo después de completar tan solo dos ilustraciones para la revista insignia. Aunque Crowley lo tomó como un indicativo de que el artista carecía de la disciplina o la comprensión necesarias, parece más probable que sucediese lo contrario. Habiendo emprendido hacía poco la obra que supuestamente Sigmund Freud llamaría "una de las revelaciones más significativas sobre los mecanismos subconscientes que han aparecido en los últimos tiempos", es muy posible que Spare participara en The Equinox como una forma de distraerse de su verdadera disciplina, que perseguía con férrea auto-determinación. Y lejos de ser incapaz de comprender las teorías de la Gran Bestia acerca de la magia, también es probable que Spare hubiese entendido las hipótesis de Crowley, y en su mayor parte, las hubiese rechazado por completo.

Leyendo "El libro del placer", es posible darse cuenta de cómo Spare usó su mínima afiliación con una hermandad mágica y el eventual rechazo de sus valores como herramienta, como un medio para afinar su propia filosofía en pleno desarrollo sobre la magia definiendo lo que no era. Aquí y allá, a lo largo del texto, se pueden encontrar cáusticas críticas sobre las fraternidades ocultas y su elaborado y teatral acercamiento a la magia; Spare se dio cuenta de que todas las túnicas y rituales eran un impedimento para comprometerse realmente con la inexpresable simplicidad de 'Kia', su concepción de una Fuerza absolutamente libre, no constreñida por atributos o cualidades; una sensación ambiental y universal del yo que lo impregna todo y, por lo tanto, representa la realidad última. La cosmovisión mágica de Spare, que enfatizaba el agotamiento de los procesos mentales ordinarios, y se basaba en el olvido y no en el aprendizaje, fue precisamente la antítesis de la erudición a base de referencias cruzadas que se puede encontrar en el "777" de Crowley.

De hecho, dado que el El libro del Placer parece un manifiesto, creo que es interesante estudiarlo en paralelo con el mencionado más a menudo Libro de la Ley, transmitido a Crowley durante su Luna de Miel en El Cairo cinco años antes. Ambos libros son las bases fundamentales sobre las cuales los dos practicantes de la magia más importantes de los tiempos modernos basan sus dos filosofías muy diferenciadas entre sí posteriores. En Liber Al vel Legis encontramos escalofriantes imprecaciones que reconocemos como la ley del nuevo Aeón, mientras que en The Book of Pleasure solo hay exhortaciones para alcanzar una especie de ilegalidad trascendental. A pesar de su salvaje disparidad, los estilos prosísticos de ambos libros también piden comparación. El trabajo de Crowley, declamado en una sonora y apocalíptica tonalidad que parecía canalizar el golpeteo de sacristía del padre Plymouth Brethren así como a Babalon o Aiwass, contrasta con los primeros enigmáticos giros y retruécanos del mucho más fluido lenguaje de Spare. Aun así, los dos volúmenes tienen en común la sensación de escritura automática que los rodea, aunque en cualquier punto, sus posibilidades son expresadas de forma diferente y mediante diferentes significados.

Por supuesto, Liber Al se define como una obra de canalización y arrastra su propio equipaje mitológico: la novia en trance dirige a Crowley a su cita de la una con el numinoso; la voz musical y tierna de Aiwass enunciada desde su hombro izquierdo. Por otra parte, Spare no sugiere en ninguna parte de El libro del placer que la obra sea una derivación automática (y mucho menos algo que le haya sido comunicado por una fuente superior), y sin embargo, lo evidente de tal derivación parece encontrarse en el poco ortodoxo vocabulario, y en la aproximación a la gramática, por no hablar de la extravagante rítmica de las propias oraciones. Estas, con su urgencia abreviada y su amplio despliegue de interrogantes ambiguos que irónicamente pueden invertir el significado de las palabras que los preceden, se asemejan a la cascada inédita de ideas anotadas que se pueden encontrar en el ímpetu absoluto ofrecido por la alteración de la conciencia. Alternativamente, también parece un producto de ese estado que a veces alcanzan los escritores mediante el que parecen intentar plasmar en su obra algún rincón de su psique del cual no estaban al tanto previamente: ideas y asociaciones que antes eran inasibles se empiezan a verter en la página desde la nada, sin la intervención de una mente consciente. En cualquier caso, se puede ver una versión implícita del automatismo subconsciente. Sin embargo, a diferencia de Crowley, Spare no intenta validar el proceso atribuyéndoselo a un organismo más allá de sí mismo, como si no concibiese un poder mayor que él mismo en su uso expandido y transpersonal de la palabra "Yo". Exultantemente humano, Spare no invoca al sobrehumano como fuente de su autoridad, ni como escritor ni como artista. Más bien, agotando el intelecto y renunciando a todo control consciente, busca la comunión con la sabiduría de sus células, el conocimiento ilimitado e innato de su propio cuerpo animal, su sublime humanidad.

Es un hecho que se percibe tanto en los textos de "The Book of Pleasure" como en el contenido pictórico de la obra. Parecería que los procesos artísticos de Spare se hubiesen basado en el trazo desgobernado y libre que serpentea por territorios inexplorados e inimaginables, sin tan siquiera un capricho ocioso que los guíe, sea una frase en prosa o de lápiz. Tan fácilmente como se puede ver en sus ilustraciones, en la retórica de El libro del Placer vemos cómo Spare intenta aleja su personalidad humana para permitir que hable algo más grande. Irónicamente, tal vez como resultado de esto, El libro del placer posee la sonoridad de una transmisión auténticamente divina, mientras que las atronadoras entidades que hacen retumbar sus doctrinas en las páginas de El libro de la Ley parecen compartir el núcleo de personalidad de su autor, su tendencia a la estridencia o la megalomanía, e incluso su ligera y afinada voz: "No es una voz grave, quizá sea de rico tenor o barítono".

El libro de Spare habla sobre el placer. Habla sobre la alegría y los logros que son el derecho natural de cualquier alma que no lleve a cuestas las arquitecturas intelectuales impresas del mundo y sus emotivas ataduras. En un lenguaje tan directo y lúcido como lo permite su inefable temática, Spare documenta los medios por los cuales cualquier persona puede acometer dicha liberación, sin recurrir a trampas ritualísticas ni a los privilegios de una educación privada. Habla sobre una magia que es más placentero llevar a cabo vestido con tus terceros mejores pantalones que con una vestimenta seudo-rosacruciana; las hechicerías son más fáciles en la mesa de la cocina, embadurnado por el persistente olor del bacon frito, que en los altares decorados impregnados de incienso o jazmín. Spare solo busca la liberación de sus lectores, guiarlos hacia la iluminación de la misma forma que aquellas culturas que insisten en que lo sabemos todo desde el nacimiento, pero que hemos olvidado lo que conocemos, y que la iluminación se considera "la pérdida del olvido".

Una vez proporcionada a sus lectores esta clave para secundar su propia libertad, Spare no tiene otra doctrina más que impartir, ningún deseo aparente de esclavizarlos cruelmente con las ataduras de su propia ideología, ligaduras de creencia que son el sello distintivo del primo etimológicamente cercano de las ligaduras, la religión. Por el contrario, el libro de Crowley es un libro de leyes y severas advertencias, emitido en un aullido de banshee gélidamente hermoso pero intrínsecamente inhumano. Sus aspiraciones de alcanzar el estado de religión parecen absolutamente obvias, aun cuando sus instrucciones y su contenido real también parecen cada vez más ambiguos, si no opacos. El opus de Spare, que no engendró el culto literal conseguido por Crowley, ni tampoco lo buscó nunca, es en comparación, a pesar de su legendaria impenetrabilidad, un modelo tanto de pragmatismo como de expresión cristalina. Aunque con frecuencia las frases construidas instintivamente por Spare derivan hacia una oscuridad no intencionada, puede que se deba a que el concepto del que desea informarnos desafía toda descripción: el fenómeno de Kia, que el autor ya nos alerta que se vuelve más inescrutable cuanto más se describe y puede ocultarse tras el lenguaje con el que intentamos desvelarlo. Esto recuerda a la afirmación taoísta de que el Tao que se puede nombrar no es el verdadero Tao, al igual que Kia sugiere el taoísta "Chi". Las ingeniosas circunlocuciones de Spare, que refieren el esquivo concepto sin fosilizarlo como si fuese un saber popular, también parecen predecir la mentalidad de los teóricos cuánticos que dejarían su huella en la ciencia una década después de los escritos del artista de Brixton. La concepción sobre la incertidumbre de Werner Heisenberg, que sostiene que no podemos observar los fenómenos cuánticos sin afectarlos, sin hacer que colapsen desde una superposición de potencialidad hacia un estado sin ambigüedades, parecería particularmente relevante. Incluso en la técnica utilizada por Spare para alcanzar dicho estado, la aniquilación mutua de la voluntad y el deseo de crear el vacío centelleante en el que la magia puede tener lugar espontáneamente, también se puede ver un paralelismo de todos los colisionadores de partículas y los ciclotrones de los físicos nucleares. Las vaporosas e ininterrumpidas frases en espiral del artista que se van desvaneciendo recuerdan a los encantadores y fugaces escombros de un rompe-átomos.

El libro del placer posee una perspectiva tan diferente del diagrama bíblico de Crowley para un nuevo eón que casi es su antítesis exacta, y en él se puede intuir una historia alternativa del ocultismo inglés del siglo XX, tal vez una forma más viable de cómo podrían haberse desarrollado las cosas. El énfasis de Spare en la liberación de la persona, sin gravámenes de anteriores eruditos, habría requerido sorprendentes cambios en el paisaje del ocultismo, evitando cualquier necesidad de enfrentamiento entre fraternidades mágicas o dudosas jerarquías.

La mentalidad recomendada por Spare es de tanta utilidad para los artistas en ciernes como para los magos nacientes, enfatizando especialmente que simplemente hay que intentar salirse del camino para que el arte o la magia puedan fluir a través de uno mismo, sin impedimentos, a partir de su fuente sagrada y misteriosa. Con este desenfoque deliberado de una espuria línea divisoria entre arte y magia, que se puede reconocer tanto en los escritos de Spare como a lo largo de su vida, parece muy probable que la cultura del ocultismo que podría haber surgido a partir de El Libro del Placer hubiese tenido al menos un mobiliario mucho más bonito del que se ha derivado de la obra maestra de Crowley. Es posible que no solo fuese la insatisfacción que sentía Spare con las ideologías contenidas en The Equinox lo que lo llevó a partir después de colaborar con unas simples ilustraciones de acompañamiento, sino la sensación de que podía editar una publicación ocultista propia que poseyera un significado superior. Si bien The Equinox es sin lugar a dudas una mina en cuanto a erudición e importante información ocultista, cualquiera que esté familiarizado con el "Form" de Spare o su exquisito "Golden Hind" (el volumen uno de "Form" fue co-editado con Frederick Carter, el volumen dos con el súper vagabundo WH Davies, y "Golden Hind" con el ubicuo Clifford Bax) se puede imaginar con nostalgia lo que podría haber sido un paisaje de lo oculto completamente gobernado por sus sensibilidades.

Es probable que este extraordinario y visionario texto sea el documento mágico más puro y significativo aparecido durante el siglo XX. Sus abundantes ilustraciones y dibujos, lejos de ser equidistantes de la narrativa, reflejan precisamente las procesiones de la conciencia que el autor está describiendo verbalmente, con sus entidades progresivamente desentrañadas que representan vestigios de la personalidad y la conciencia que parecen fundirse en su ascenso hacia la felicidad sin forma. El placer del que habla el título no es la satisfacción del archivista por la sabiduría acumulada, sino el éxtasis del artista o mago por dejarlo todo, ceder el control y delegar en un ser universal, un organismo superior. Es el acto de una unión reproductora con un "Yo" atmosférico que se encuentra por todas partes y que es descrito como amor propio, con todos los glifos en forma de la palma de la mano que sugieren una utilidad completamente física. El Libro del Placer es un testimonio de la alegría que podemos sentir abandonando por completo todas las ambiciones y consideraciones personales, agotando nuestros apegos mediante el uso de la fórmula 'Ninguno de los dos' que establece que tales asuntos no necesitan existir o que no importan; entregando el espejismo de la individualidad de uno mismo y volviendo a conectar con un universo sensible que es la fuente de toda la creación y de toda inspiración.

¿Es una ingenuidad expresar la esperanza de que, al acercarnos al centenario de la creación de esta asombrosa obra, sus ideas empoderadoras y emancipadoras podrían finalmente recibir el escrutinio y la apreciación que se merecen? La cultura mágica para individuos iluminados y expresivos implícita en El Libro del Placer aún es nuestra para utilizarla y empezar a construir, si es que tenemos el suficiente impulso. Tal y como lo demuestra una cuidadosa lectura de estas páginas, nuestra comunidad mágica, poco convincente e inconexa, y nuestra sociedad en general, podrían beneficiarse enormemente absorbiendo el Alma del sur de Londres de Spare. Es imposible recomendar más este trabajo, así que seguid leyendo. Compláceos por vuestra propia cuenta.

Alan Moore
Northampton, septiembre de 2008

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

"Investigué mucho para hacer un buen trabajo. Si me pedían que dibujara una cascada, iba hasta una y la dibujaba. Esto es algo que a...