Esta entrevista entre el dibujante Gahan Wilson y el editor de Fantagraphics y editor en jefe de The Comics Journal Gary Groth apareció originalmente en la recopilación de 2011 publicada por Fantagraphics de los cartoons realizados por Wilson para Playboy titulada Gahan Wilson: Fifty Years Of Playboy Cartoons. Traducción: Félix Frog2000
Gary Groth: Me gustaría que me contaras un poco cómo hiciste para relacionarte con Hugh Hefner. Según tengo entendido, querías enviar una muestra de tu trabajo a Trump, la revista financiada por Hefner y que Harvey Kurtzman había empezado a editar después de abandonar Mad.
Gahan Wilson: Sí, Trump era una revista increíble, ingeniosa y bellamente producida, una revista de humor, y habían extirpado, robado más bien, a Harvey Kurtzman de Mad, quien la había creado y había sido su editor. Cuando la vi por primera vez me dije: "Bueno, tengo que meterme en esa revista como sea, y solo hay una forma de hacerlo". Solía ir de visita a Chicago para ver a a mis padres por Navidad, y me pasé una semana allí con ellos, para luego regresar a Nueva York. Así que telefoneé a la oficina de Trump y concerté una cita justo entonces. Me fui allí con un montón de cosas, una pequeña carpeta, todo listo para mostrarles lo que yo solía hacer.
Me presenté y allí estaba la recepcionista, a la que saludé: "Hola, soy Gahan Wilson y tengo una cita".
Y ella me dijo: "Oh, sí, sí, sí..."
¿Pensabas que te habías citado con Harvey Kurtzman?
Bueno, le dije: "Tengo cita con Harvey Kurtzman".
Y me contestó: "Oh, no, no, no, no".
Así que la dije a la chica: "Pero él es el editor de Trump, ¿no?"
Y me dijo: “Sí, sí. Pero las oficinas de Trump están en Nueva York". Así que me quedé boquiabierto y estupefacto.
Nunca me había sentido así... y a continuación se me acercó un tipo y me dijo: "Hola, soy Art Paul y a Hef le gustaría verte". Y luego me condujo por esa pequeña puerta, a lo largo de ese suelo de piedra rojiza...
¿Con lo de la piedra rojiza te refieres a que estabais en una casa, un hogar?
Sí, son casitas de diferentes tamaños. Era un lugar antiguo y elegante que había sido propiedad de alguien y que estoy seguro de que había pasado por numerosas transformaciones. Hefner se lo había comprado para arreglarlo.
Entonces, seguí a Art, quien me señaló una escalera estrecha y subí hasta una pequeña habitación con una sola luz en el escritorio, y entonces las cortinas se abrieron, y allí estaba Hefner. Estaba hablando por teléfono y me sonrió, me estrechó la mano y me indicó que me sentara en una silla. Me senté y él siguió hablando por teléfono y dijo, y cito, [imitando su voz]: "Bueno" -dijo-, "tus historias son muy, muy buenas. Están muy bien escritas y diseñadas, nos encantan. Son muy buenas, pero el problema es que son anti-pecado y nosotros somos pro-pecado". [Groth se ríe.] Logré quedarme mirándolo sin abrir la boca y él siguió diciendo cosas agradables por el estilo, bastante tranquilizadoras, y luego colgó y se puso de pie y extendió la mano de nuevo, me la estrechó con mucha firmeza y me dijo: "te estaba esperando". Y así es como empezó todo.
Estaba completamente desconcertado porque nunca había escuchado que un editor actuase de esa manera.
Bueno, en realidad sí. Por lo general, suelo estar en contacto con algún editor adjunto o alguien por el estilo. Pero fue sencillamente increíble. También fue un poco bobo por mi parte no haberme dirigido a Playboy antes o no haber intentado enviarles algo, porque A.C. Spectorsky, que era una figura importante entre la intelectualidad (un hombre brillante y un amor una vez que lo conoces) y Hefner, tenían ese tipo de política. Editaron a algunos autores maravillosos, en sus páginas siempre aparecía material de fantasía y ciencia ficción realmente bueno y de una forma regular, y fueron la primera revista en pagar cantidades decentes por escribir sobre esos temas. Así que se puede decir que estuvieron a la altura de las circunstancias. Debería haberlo pensado antes: "Bueno, por el amor de Dios, si imprimen ese tipo de cosas, deberían imprimir también mis cartoons".
¿Por qué no lo habías hecho?
Bueno, no lo hice porque la mayoría de los cartoons que publicaban eran esas pequeñas e inteligentes historietas sexys, así que simplemente ni me di cuenta, no hice la conexión. Fue una tontería por mi parte.
Me convertí en un habitual del Playboy y, finalmente, Hef se mudó a otro edificio, que es donde estaba su apartamento en la última planta. Fue tal vez cinco años después. Fue, y es, un excelente editor, maravilloso, brillante, es asombroso lo bueno que es. Solía escribir alguna cosita con lápiz rojo en la parte inferior de la revista, firmaba como: "HMH, a todo color, a toda página". A veces agregaba un comentario y, si lo hacía, siempre era apropiado o útil.
Años más tarde, se mudó a un edificio más grande con ese alojamiento en la parte superior, en lo más alto. Por lo que sé, siempre fue una persona nocturna: bajaba las escaleras de ese apartamento y recuerdo haberlo visto en varias ocasiones haciendo un montón de cosas en ese pequeño escritorio en el que solía sentarse. Las oficinas de los editores se alineaban contra las paredes y recuerdo que Hefner caía en una especie de trance, mirando vagamente hacia el frente. Cuando llegaba a la puerta de la oficina de uno de los editores, si el editor tenía algo que mostrarle a Hef, este se quedaba esperando junto a la puerta y entonces el otro se apresuraba y le presentaba el artículo. Hefner lo miraba de inmediato con mucha atención: era asombroso, tenía un ojo clínico y tomaba decisiones rápidamente; solía hablar en voz muy baja. Luego volvía a entrar en trance y seguía adelante hasta que el siguiente editor lo agarraba y hacía lo mismo: se concentraba de forma instantánea. Me dije: "¡Es como un maldito general!" Increíble.
Era francamente aterrador verlo trabajando, porque simplemente se concentraba con una intensidad asombrosa en lo que sea que estuviese mirando, y solo se fijaba en eso, todo lo demás no existía. Tenía un conciso interés en todo. Así que era alguien muy, muy, muy intenso. Por eso solía tener razón, porque realmente le había dado varias vueltas a las cosas.
Supongo que por eso pudo hacer lo que hizo.
Sí, y además, cuando lo veías cambiar entre una cosa y otra, y se quedaba en blanco justo en medio, sabías que estabas viendo a alguien parecido a Napoleón [risas], o a todos esos otros personajes que fueron capaces de afrontar operaciones increíblemente complicadas de un tipo o otro. Pero Hefner mantenía todo en orden, se daba cuenta de todo. La brillantez de ese tipo de ejecutivos reside en que tienen por delante un mar de minucias, y tienen que hacer que todo funcione, y todo debe ser asimilado, aunque sea imposible, porque tendrías que ser Dios para asimilarlo todo de verdad. Pero ellos se acercaban bastante, y él es uno de ellos. De vez en cuando me decía que sería fascinante estar en una carpa de guerra a tan alto nivel, donde tienes a un grupo de súper-profesionales, y a un montón de gente por todos lados, con todos estos pequeños mapas y gráficos que representan a seres humanos, y tienes que estar intentando que todo funcione. Porque cada uno de ellos, ya sabes, en realidad, son personas.
Parece asombroso.
Lo es. Es como si tuviesen una habilidad especial. Y a veces, en el caso de ciertas revistas, te das cuenta de que tienen un director realmente bueno al cargo. Es extraordinario, simplemente son capaces de asimilarlo todo, y se dan cuenta de cada maldita, pequeñísima cosa ingeniosa: esas personas están especializadas y son increíblemente brillantes, talentosas, precisas y expertas en todos los sentidos. Lo que se pierde en los pequeños resquicios, solo lo encuentra el editor.
Sin embargo, como dibujante debes poseer un cierto enfoque parecido al sentarte y encorvarte sobre la mesa de dibujo para ponerte a hacer uno de tus cartoons.
Sí. El documental que estrenaron hace poco me produjo todo un shock, aunque ya me habían fotografiado muchas veces antes, Dios sabe que muchas, posando junto a una mesa de dibujo, supuestamente trabajando en algo, y me pareció muy convincente. Parece que estoy trabajando en algo. Pero cuando me filmaron durante tanto tiempo para el reciente documental del director Steven-Charles Jaffe titulado Gahan Wilson: Born Dead, Still Weird, recuerdo que tenía la cámara enfocando desde mi espalda mientras yo estaba trabajando en algo, y la intensidad y el encuadre eran muy similares a la forma de hacer las cosas de Hefner. Me vi por primera vez trabajando, estaba haciendo lo mismo de siempre. A veces me pongo a trabajar un poco, me quedo exhausto y pienso: "¿Por qué diablos estaré tan cansado?" Lo entendí después de ver el documental. Parecía un halcón, ¿sabes?, posado encima de lo que fuese que estuviese haciendo. Y esa forma de grabarme fue cosa del director.
Me parece que cuando conociste a Hefner tenías 27 años. Debía ser un poco más mayor que tú, ¿no?
Oh sí.
Tu primer dibujo apareció en el ejemplar de diciembre de 1957. Y desde entonces, has aparecido en prácticamente todos los números.
Sí, esa era la intención.
Sí, aparentemente. Principalmente estuve trabajando en esa revista y en Look.
Entonces, antes de que hicieras tu primer dibujo para Playboy y antes de que empezaras a ser un habitual de la revista, ¿cuáles eran las directrices editoriales? ¿Qué te dijo que quería que hicieras y qué parámetros te ofreció?
No, no, nada de eso. Yo diseñaba mis obras de forma vertical y se las enviaba, esperaba llenar una página completa con mi gag, y siempre los hice lo mejor que pude. Eso es todo.
Entonces, en cuanto aceptó que entraras en el redil, te dio tanta libertad como querías.
Oh, si. Solía enviarle un montón de cosas y, con suerte, adquiría algunas.
Cuando estabas dibujando los cartoon, ¿tenías en cuenta que estabas dibujando para Playboy? ¿Dibujabas diferente para Playboy si se compara con lo que hacías para otras revistas?
Bueno, lo que me ofreció fue algo maravilloso, que era publicar a todo color, con buena reproducción, así que estuve trabajando teniendo presente que podía lograr todo tipo de sutiles efectos visuales. En realidad, está muy conectado con lo que hace un director de cine. Una historieta es como el plano de una película, pones en marcha la cámara y así sucesivamente. Por ejemplo, si tengo algún tipo de fuente luminosa, marco una pequeña "x" para saber el lugar desde donde esa luz va a entrar, desde fuera de los márgenes del dibujo, para que los rayos me salgan bien. Es como encender la luz. Y luego disfrazo a los personajes, y dibujo los decorados, las caras de los personajes, todo. Es como montar la escena de una película.
Cuéntame cómo era el proceso de selección. ¿Solías enviar un cierto número de cartoons todos los meses?
No necesariamente todos los meses, era más irregular. A veces, dos veces por mes. Pero siempre tuvieron un flujo constante de mis cosas.
Pero enviabas todo un lote, ¿verdad? No solo un dibujo.
Oh sí. Siempre era un lote.
¿De cuántos dibujos más o menos?
Solía variar. Entre una docena hasta 20 como máximo. Rara vez más que eso.
Todavía vivías en Greenwich Village cuando empezaste a colaborar con la revista Playboy, ¿verdad?
Sí.
¿Cómo solía ser tu rutina laboral?
Fue un período maravilloso lleno de diversión, porque disponía por fin de unos ingresos regulares, y razonablemente podía confiar en seguir teniéndolos, así que me marché a Inglaterra y estuve viviendo allí una época. Y luego viajé por Europa. Y, por supuesto, en ese momento el dólar se encontraba en un momento extraordinario. Fue maravilloso.
¿Durante cuánto tiempo estuviste viviendo de esa manera?
Duró como un año y medio. Simplemente fantástico.
¿Pudiste hacerlo gracias a tus ingresos de Playboy? ¿Podías dibujar tus cartoons para Playboy desde allí y enviarlos?
Sí. Era simplemente fabuloso. Y además, American Express te daba la oportunidad en ese momento (ahora ya no) de ir a una de sus oficinas y hacer que fuese tu dirección postal, así que si estabas en un País X, Ciudad Y, ibas y les decías: “Está bien, me voy al País M, Ciudad H, ¿me podríais reenviar allí el correo, por favor?” Y lo hacían.
¿Y funcionaba?
¡Sí! Imagino que ahora les parecería demasiado. Pero entonces, la combinación de todo eso era fantástica. Una de las cosas más inteligentes que he hecho. De esa manera simplemente me ponía a deambular.
Suena fantástico.
Lo era. Fue maravilloso.
¿Por qué volviste?
A veces me lo pregunto. [Risas].
Cuando enviabas los cartoons, ¿los enviabas ya terminados o eran bocetos?
Oh, eran bocetos.
Así que ellos elegían cuáles querían y tú los terminabas.
Cierto. Es un proceso casi universal.
Al principio, cuando empezaste a trabajar para Playboy en 1957, 1958, supongo que todavía no tenían un editor de historietas.
No.
Y era Hefner quien las editaba personalmente.
Si. Mira, él quiso ser dibujante una vez. Se esforzó mucho para conseguirlo, pero simplemente no funcionó. Así que lo compensó convirtiéndose en Hugh M. Hefner. Pobre diablo. Tampoco hay que sentir mucha pena por él.
Sí, no pudo ser dibujante, pero sí Hugh M. Hefner.
Bien que pudo ser Hugh M. Hefner, cierto. Pero todavía lo es, en cuanto al tema de los cartoons lo sigue siendo.
¿Por qué empezaste a hacer lo que yo llamaría “galerías temáticas”, donde solías hacer tres, cuatro, cinco gags seguidos sobre temas como Sherlock Holmes, Edgar Allan Poe, etc.?
En el negocio los llaman spreads, lo que hacía era elegir un tema.
¿Los proponías tú o ellos?
Yo mismo. Algunos se basaban en algo que había visto en Europa. Uno de los primeros que hice, me parece, fue el del Museo de Cera de Madame Tussaud. Así que simplemente di una vuelta por allí, tomé apuntes, e hice unos cartoons sobre el tema.
¿Cómo describirías la evolución de tu relación con Hefner a lo largo de los años? ¿Lo llegaste a conocer bien, fuisteis cercanos?
¡Oh, amo a ese tío! Es un tipo muy abierto y dulce. Cuando estaba en Chicago, me quedaba en su Mansión, que era algo completamente diferente a la Mansion del Oeste. Era más una cosa en plan de pícaro ladrón, Dios sabe quién fue el que la construyó, era como un fortín. Hefner es muy accesible, alguien genial. Es una persona muy perceptiva, brillante y extremadamente aguda.
¿Sobre qué solíais hablar?
Dios sabe de qué. Prácticamente de cualquier cosa. Es un tipo extraordinario. Creo que históricamente aún no se le ha empezado a apreciar como debería, aunque estoy empezando a encontrarme con varios intelectuales que están planificando ensayos y estudios, etcétera, porque esencialmente, y lo hizo a propósito, cambió el país. Cambió la actitud del país.
¿Simpatizabas con esos cambios?
¡Totalmente! Veníamos de esa especie de ambiente puritano, lo cual es muy comprensible; se puede ver por qué. Es propio de nuestra Historia. Pero Hefner cambió la idea sobre la sexualidad: pasó de ser algo sucio, obsceno, asqueroso, a algo muy agradable, muy fresco, muy soleado, muy brillante y saludable. Y creo que algún día empezarán a reconocerlo. Es como... bueno, alguna vez he mencionado a P.T. Barnun...
Creo que es tan influyente como P.T., un transformador de la sociedad. Y lo hizo de forma muy inteligente y a propósito. Planificó las cosas, como lo de la desnudez frontal, a lo que el resto siempre se había negado. Lo que hizo fue extremadamente inteligente; hizo que trabajasen para él una serie de los autores más grandes y famosos de la época (supongo que fue en algún momento de la década de los sesenta o finales de los cincuenta), consiguió a todos estos tíos que eran artistas famosos y legendarios, y su tarea fue la de: "Hazme algo con una playmate, a ver cómo la visualizas." Y, por supuesto, cada uno, de forma automática, empezó a plasmarla desnuda. Ni se lo pensaron. Así que ahí lo tienes. Y era arte, así que los censores no pudieron hacer nada al respecto. Eso es lo que consiguió; fue la primera publicación general que... ahí la tenías, en el quiosco, con el desnudo en plena portada, y esa transgresión sentó un precedente. Siguió haciendo cosas, como una foto muy artística de una atleta negra, no recuerdo el nombre, realizada por un fotógrafo legendario cuyo nombre tampoco recuerdo. También se podía ver cierta desnudez frontal, por lo que empezó a trasladar el concepto a la fotografías. De nuevo, nadie pudo hacer nada al respecto, así que estableció un segundo precedente. Y desde entonces fue de ahí para arriba. Todo lo que hace, lo suele planear con mucho cuidado. Es un caballero, increíble. Dios te ayude si alguna vez inicia una guerra.
[Risas.] Tú eras un niño del Medio Oeste y tu padre era republicano. ¿De dónde venía tu apertura hacia el Playboy y tu actitud progresista en general?
Por un lado, solía alternar con gente bohemia.
Seguro que tenías cierta propensión a hacerlo.
Sí, claro, yo mismo era uno.
Entonces, ¿de alguna manera estabas reaccionando contra...?
No, es que así todo era más divertido. Y tenía más sentido. Empecé muy temprano, cuando Henry Wallace se postuló para presidente yo ya iba por el Near North Side, distribuía folletos y me metía en ese tipo de follones. Me gustaba el ambiente. Pero ocurrió algo que me desilusionó mucho, porque los comunistas solían montar fiestas, y eran fiestas muy bonitas. Había comida y bebidas gratis. Pero entonces me di cuenta de que solían ofrecer pequeñas charlas artificiales que parecían suceder de forma natural, y algún comunista sabio se sentaba y todos se agrupaban a su alrededor, y el comunista sabio empezaba con toda esa mierda, y todos asentían sin cesar. Y me dije: “Bueno, esto es horrible. No me gusta esta gente". Una vez estuve en una con un amigo que había asistido a la Todd School, y que en ocasiones echaba una mano a los demás. Lo había hecho con José Rodríguez, de Guayaquil, Ecuador, y no sé cómo se terminó mezclando todo, pero primero lo aceptaron n en la escuela primaria y luego en el instituto. Y finalmente los comunistas empezaron a utilizarlo. Así que en ese sentido, me volví bastante anticomunista. Aunque definitivamente soy de izquierdas.
Ese nexo me parece muy interesante, porque convergen muchas inclinaciones culturales. Porque no pensarías en... bueno, ¿solías mezclar en tu cabeza el Playboy y la bohemia?
No, en realidad no. [Pausa.] Bueno, no me parecía mal.
Lo que de alguna manera puede abarcar ser bohemio.
Sí. Es una revista bastante pro-vida.
Tolerante. Un buen lugar donde estar.
Sí, estaba abierta a la discusión. Un sitio donde poder hablar sin cortapisas.
Debe ser muy diferente a The New Yorker.
Sí, es todo un... oh, sí. Por completo. Y además, es una operación de un solo hombre. Es básicamente Hefner.
Tengo la impresión de que a lo largo de los años Hefner ha cedido parte del control editorial de la revista a otros editores, a las personas que empezó a contratar o a quien fuese.
A lo largo de los años, de vez en cuando, han estado al mando algunas personas que intentaron cambiar las cosas. Y por lo general todo terminaba con Hefner despediéndolos a todos. [Groth se ríe.] Sucedió en varias ocasiones. Así que era mejor no enfadarlo.
Pero la verdad es que a lo largo de todos estos años, Hefner ha mantenido su interés por las historietas.
Oh sí. Es un autor frustrado, y además siempre lo admite. Dice que simplemente se dio cuenta de que no era capaz. Pero era un buen editor, de eso también se dio cuenta. El tipo es muy inteligente y realista.
Una de las facetas de tu trabajo es que cada historieta se basa en una idea, pero es el dibujo y la idea combinados lo que hace que funcione, y el dibujo siempre es divertido. En otras palabras, la misma idea con un dibujo diferente no sería necesariamente tan eficaz. ¿Podrías hablarnos un poco sobre cómo fuiste desarrollando tu particular enfoque sobre el dibujo para que sea tan intrínsecamente divertido?
Se parece a lo que hace un director de cine: una vez que tienes el guión entre manos, intentas elegir cuidadosamente al actor más apropiado para el personaje y la temática, porque te gustaría que pareciese auténtico. Hay que tener en cuenta el ambiente y la iluminación. Y luego pasas a la forma de vestir y lo demás. Tienes que tener todas esas cosas en cuenta. Y el director tiene el lujo de poder contratar a gente y todo eso, pero aquí eres tú quien hace todas las tareas por separado, haces tu trabajo exactamente de la misma manera en que lo haría un director.
Una de tus peculiaridades estilísticas es que dibujas a todos estos hombres (y a todas las mujeres) con rostros gomosos, elásticos y carnosos. No me puedo imaginar tu trabajo sin esa cualidad en particular. Una vez mencionaste todo lo que te habían impresionado las miradas en los rostros de la gente cuando eras niño durante la Depresión. Y me pregunto si no vendrá todo de esa época.
Creo que ciertamente tuve que darme cuenta, o nunca habría tenido esos flashbacks.
Las expresiones en los rostros de la gente suelen ser de pánico, miedo y horror, o incluso de resignación o desconcierto.
Sí, bien visto. De nuevo, como ocurre en una película, si se produce un evento fantástico e inquietante, tienes que hacer que la gente parezca más enérgica, que parezcan gente de carne y hueso que reaccionan apropiadamente, y que parezcan muy de carne y hueso incluso en presencia de lo asombroso, sea lo que sea. De esa forma llenan la página.
La política no suele asomar la cabeza en tus historietas. Pero cuando lo hace, es increíblemente potente. Pareces especialmente interesado en el conservacionismo, o en lo que solía llamarse de esa manera.
Mucho. Hace bastante tiempo estuve obsesionado con la destrucción del planeta Tierra, mucho antes de que se convirtiera en una causa célebre. Creo que en parte fue una reacción producida por las acciones que estaba llevando a cabo la empresa Acme Steel Mill, con su maquinaria mortífera que se solía emplazar en los pequeños pueblos, cerca de los sitios que iban envenenando poco a poco. Se podía ver el efecto del ácido en las paredes, en las tablas de las casas y en los tejados, y también en la vegetación, etc. Creo que fue lo que me alertó de forma casual sobre la fragilidad de las cosas, y de la insensibilidad de estas empresas. En realidad, también me parece irónico que tengamos un lugar realmente frágil y que parezca que estamos decididos a destruirlo. Sospecho que, de manera irremediable, hemos empezado todo un proceso para hacerlo. Pero sí, la verdad es que me di cuenta de todo esto bastante pronto.
Una de las primeras historietas sobre el tema se publicó en 1970. En ella aparecen dos personas en una oficina del Senado de Washington DC (el monumento a Washington está situado al fondo) y ambos llevan enormes máscaras de gas, y ese tío entra a toda prisa diciendo: "Lo siento, Senador, son algunos de esos conservacionistas chiflados". Me hizo pensar que muchas de tus historietas son...
Sí. Oh, me pone absolutamente furioso, así que tuve la idea de que quizá podría alertar a algún senador.
No sé si escuchaste esa anécdota, pero una vez hice un cómic en el que aparecía una sala de estar, en una zona residencial, y la pareja que vive allí está escondida detrás de unas sillas, y afuera se ven todo tipo de animales merodeando, y aparece un oso intentando entrar por la ventana de la cocina. Y el tipo dice: "Sabía que esto sucedería el día en que esos conservacionistas chiflados se saliesen con la suya". Y me sucedió algo increíblemente extraño, porque mi padre me escribió una carta (casi nunca lo hacía), porque el gag le había conmovido mucho y finalmente yo me había dado cuenta de la verdad. Malinterpretó por completo el chiste y se pensó que yo estaba en contra de los conservacionistas chiflados. Y en ese momento me di cuenta de que lo que estaba haciendo no funcionaba. [Risas].
Estaba firmemente posicionado en contra del planeta Tierra, aunque nunca se le habría ocurrido pensarlo de esa manera, y se habría sentido conmocionado y entristecido si alguna vez se hubiese enterado de que yo no pensaba como él en absoluto. ¡Y eso que él amaba la naturaleza! Le encantaba coger su pequeño bote y remar por el agua y todo eso. Pero sencillamente... no sé... simplemente no lo entiendo.
Bueno, puede que sea algo generacional. En ese momento no estaban tan concienciados.
Pero en la actualidad... ahora se ha convertido en una especie de moda, y sospecho que muchas de las cosas que están haciendo son tan útiles como esos pequeños parches verdes para la boca que llevan en México.
Algunas de estas historietas, no solo las de orientación ecológica, también se refieren al apocalipsis nuclear y "El fin de la civilización", etc.
Seguro que la del esquimal es la mejor de esa categoría.
¿Esa en la que los esquimales están mirando los misiles volando?
Probablemente sea el mejor ejemplo.
Ahora bien, ¿era tan permisivo Hefner con ese tipo de gags?
En realidad, me dijo que le gustaban más que el resto.
Te lo pregunto porque de alguna manera pensaba que eran un poco... no anti-Playboy, sino que Playboy representaba más el hedonismo, el consumismo y...
Bueno, en cuanto a Playboy... si quieres ir directo al grano... es intrigante, el enfoque de Hefner sobre el sexo y las chicas bonitas y demás... nadie le ha dado el suficiente crédito. La diferencia con todas las revistas anteriores... en ellas aparecían montones de mujeres desnudas o semidesnudas, pero todas las imágenes eran absolutamente obscenas. Se suponía que las damas eran unas putas. Era repugnante y vergonzoso, pero "¿no es divertido?" No era muy bonito de ver, sino desagradable. El sexo tenía ese tipo de implicación: reafirmaba lo que el ministro de Dios decía acerca del cuerpo y los males que provoca, etc. Pero en cuanto a Hefner, solía elegir a las chicas bonitas cuidadosamente, el tipo de chicas que realmente te podrías llevar a casa para que conocieran a tu madre.
La chica de al lado, la vecina.
Sí. Y estaban orgullosas. No eran prostitutas. Era una cosa sana. Con ellas nunca cogerías enfermedades. Es un enfoque muy positivo del sexo, de la vida, básicamente. Así que Hefner es pro-vida. Definitivamente creo que es uno de los buenos.
Déjame preguntarte algo. Playboy presenta esa hermosa visión del mundo. Chicas guapas, coches bonitos y...
Sí, el tipo de cosas para pasar un buen rato.
Pero tu trabajo choca contra todo eso, en el sentido de que es profundamente, no sé si lo llamaría misántropo, pero puede ser bastante duro. Y sin embargo, los gustos de Hefner son lo suficientemente amplios como para abarcarlo también.
Bueno, como he dicho, continuamente estaba publicando historias cortas y entrevistando a autores que también exploraban el mismo tipo de cosas.
Cierto. Pero, ¿alguna vez tuviste la sensación de que lo que tú dibujabas era algo, aunque fuese ocasionalmente, antitético respecto al punto de vista de Playboy?
No, realmente no.
Publicaste varios relatos en la revista que también recogemos aquí. ¿Cuándo empezaste a escribir prosa?
Oh, vaya, fue bastante temprano. En realidad no sé cuándo.
Tu primera historia en Playboy apareció temprano, en 1962.
¿Sí?
"Horror Trio". ¿Qué te impulsó a escribir historias en prosa?
Oh, me encanta el género, por supuesto.
¿Eras un gran lector?
Oh sí. Así que finalmente, también me puse a escribir.
Entonces, ¿básicamente escribiste una historia y se la enviaste a Hefner?
Sí.
¿Y fue así de fácil?
Sí.
Obviamente, te gustan los escritores como Poe y Lovecraft.
Oh, ciertamente, por supuesto.
“Horror Trio” es una historia de terror tradicional. “El Manuscrito del Dr. Arness” trata sobre las trampas de la inmortalidad o, más en general, de los peligros de conseguir lo que quieres. Sin embargo, tu siguiente historia fue "El mar estaba tan húmedo como podría estarlo". Esa historia era un poco diferente de las dos anteriores, porque tenía ciertas reminiscencias de F. Scott Fitzgerald.
Tienes razón, antes de tu pregunta ni me lo había planteado, pero es muy F. Scott Fitzgerald. La verdad es que parece uno de sus relatos.
Sí, en concreto lo parece por las observaciones que llevas a cabo sobre las parejas adultas de la primera mitad de la historia. El tono es realmente magistral de una forma que me hizo pensar que las dos historias anteriores no estaban tan conseguidas.
Sí, Fitzgerald tenía de todo, escribió sólo Dios sabe cuántas cosas, cosas como la historia de alguien caminando por una habitación y cansándose. Sí, es del estilo de F. Scott Fitzgerald, seguro. Y tiene mucha dulzura, mi personaje ama a esa chica. Incluso se puede notar cierta tristeza por los monstruos. Tú y yo hemos hablado de James Whale. Él lo entendía, el monstruo dice: "¿Por qué?" Es muy importante que los monstruos sean tratados con afecto, en serio.
¿Crees que tu trabajo tiene una dimensión más suave?
Absolutamente. De vez en cuando me enfado muchísimo, pero sí, básicamente, suelo sentir pena.
O empatía. Sabes que la pregunta más común del mundo es de dónde provienen tus ideas.
Oh, por todos los diablos.
Me preguntaba si podrías hablar un poco sobre el proceso creativo. Muchas de tus viñetas son puramente visuales, las considero como los cartoons por excelencia: cartoons que expresan algo que no se podría expresar de ninguna otra forma. Por ejemplo, en el segundo gag que hiciste para Playboy aparece una mujer barriendo, y en realidad está barriendo su sombra. ¿Podrías guiarme y decirme cómo se te ocurren esas ideas? ¿Te sientas y miras fijamente la hoja de papel en blanco hasta que se te ocurre algo? ¿Tomas notas mientras deambulas durante el día?
La técnica principal es ponerme delante una hoja de papel en blanco y un lápiz, y en general, a menos que tengas una escena específica que estás intentando conseguir, simplemente te aferras a cualquier cosa. Cualquier cosa, así que... empiezo de cero, las cosas evolucionan a partir de ese punto. Cuando estuve enseñando cómo hacer cartoons, les dije a mis alumnos que lo más importante es quedarse con lo que sea, darle vueltas, y eventualmente ya se te ocurrirá algo.
Entonces, ¿te llegan esas ideas de forma instantánea?
Algunas vienen rápidamente, otras van descendiendo lentamente. Mi idea básica es que tu conciencia es como si fuese un pescador metido en un bote en mitad de un vasto mar, y lo que haces es utilizar tu técnica experta con la caña, el carrete, el cebo y el anzuelo. Arrojas tu sedal al agua, y cuando se hunde, notas cualquier pequeño tirón, te levantas, lo enganchas, y luego lo enrollas. Se necesita un montón de esfuerzo para hacerlo. Luego arrojas lo que has recogido al bote, que es la última habilidad que tienes que usar, y ya lo tienes. Pero todo es muy misterioso. La profundidad de lo que tenemos en nuestro interior me parece asombrosa.
Una vez que se te ocurre la idea, ¿resulta más fácil hacer el dibujo?
De nuevo, es como construir un decorado e iluminarlo, etc. El dibujo tiene que ser apropiado para el gag, y te esfuerzas para que todo se centre en el mismo. Se puede ver lo mismo en la obra de El Greco, cómo se enfocaba en el todo y luego se ponía a iluminar, y puedes ver los ojos y las manos y la postura haciendo lo que sea que esté haciendo un santo, y hasta el mobiliario es de ayuda y tiene que parecer que encaja con el resto. Es toda una gestalt.
Cuando tienes el chiste completamente conceptualizado, ¿haces por lo general solo un dibujo o realizas varios bocetos?
No, la verdad es que suele variar. A veces es simplemente —zip zip zip zip— y te sale de inmediato, tan fácil como un pastel. Otras tienes que poner más carne en el asador. Me refiero a que a veces tienes algo sobre lo que tienes que adoptar la postura correcta, y tienes que borrar y volver a dibujar, y borrar y volver a dibujar un montón, hasta que finalmente consigues lo que quieres. Y eso se ve una vez terminado. Otras veces, simplemente el chiste fluye directamente del lápiz.
Hablando de ideas, hay algo que me dejó asombrado: al leer el recopilatorio, me di cuenta de que, prácticamente todos los años, has creado un gag de Año Nuevo. Ni siquiera sé cómo se te ocurrió. [Risas.] ¿Te pones en modo Año Nuevo o algo así?
Sólo tienes que ponerte a hacerlo y ya está. Y luego viene el Día de Acción de Gracias, pero descubrí que esos me costaban un poco más, porque no hay tantas cosas características como en el resto de fiestas, así que tuve que devanarme los sesos e imaginar lo que nunca había imaginado. Pero salió bien, espero que sea satisfactorio para todos, hice cerca de tres o algo así.
Cuando te piden que dibujes un gag sobre un tema específico, como Navidad o Año Nuevo, ¿alguna vez te ha entrado el pánico porque no se te ocurría nada?
No. Cuando enseño cómo hacer cómics les apunto a los alumnos que este arte también consiste en cómo se inventan las ideas. Una de las cosas que más enfatizo es cuando a veces llaman a un dibujante para recaudar dinero para los huérfanos hambrientos y todo eso, y un pequeño grupo de nosotros salimos al escenario con caballetes, y la audiencia empieza a gritar para que dibujemos algún sitio en concreto, o un nombre, un personaje, una situación, y así sucesivamente, y luego tienes que hacer el gag usando esos elementos en directo, frente a la gente. Es algo digno de ver. Pero la cosa es que te pones a hacerlo, y se te tiene ocurrir la idea. Estás sentado allí y te dices [hace ruidos de pensar] "Silla, alguien sentado en una silla". Y luego empiezas a juguetear con cualquier cosa que tenga que ver con una silla. Y eventualmente superas ese primer momento de nervios y es cuando se te ocurre un gag.
Pero si alguna vez te encuentras en esa situación en la que la gente empieza a sugerirle cosas al dibujante, te darás cuenta de que lo que no suelen hacer, y tampoco el dibujante, es empezar a balbucear. Primero sugieren un tema, luego otro, y más tarde empiezan a pensar en cachorritos, y luego lo dejan y te dicen algo relacionado con una tienda de delicatessen. Pero la única forma en que vas a generar un montón de ideas para un gag en concreto es proponiéndote desafíos específicos. Empiezas con un tema específico, bastante limitado, y luego le das unas vueltas, como lo del Día de Acción de Gracias. Por eso digo que el Día de Acción de Gracias no es tan inusual, es lo que se suele hacer todo el tiempo: coger un tema y esforzarte hasta que se te ocurre algo divertido. De lo contrario, te podrías pasar todo un día soñando y dudando entre hacer algo con el Día de Acción de Gracias, o la Navidad, Hannukah o sólo Dios sabe qué. Quizá hasta elijas el solsticio de los druidas, y así sucesivamente. Y así no se llega a ninguna parte. Tienes que ponerte con una sola cosa cada vez, y cuando llegue el momento de relajarte, estarás muy a gusto.
Parece bastante fácil.
Es fundamental pensar de esa manera, o esos chicos nunca podrán hacer historietas.
Una de mis teorías favoritas es la de que en la obra de los mejores dibujantes hay una especie de totalidad orgánica donde todo confluye, desde el propio trazo hasta la sensibilidad de los temas que utilizan habitualmente, y en tu caso se podría extender hasta el nombre que les das a tus personajes, que son esencialmente ordinarios y extrañamente wilsonianos al mismo tiempo.
Bueno, es como si estuvieras escribiendo una historia: una parte muy importante del acto de escribir son los nombres de los personajes, tanto el nombre como el apellido, y la combinación del nombre y apellido; tienen que ser apropiados no sólo para la personalidad del hombre o de la mujer, sino para todo: es lo que yo llamo la gestalt. Y luego, dependiendo del tipo de historia que estés intentando escribir, debería haber algún tipo de uniformidad en los nombres. Si está situada en un club de Londres, todos tendrán nombres típicos de esos clubes. Si tiene lugar en las aceras de Nueva York, quién sabe: eso es lo que se verá por todos lados. Puede que seleccione nombres a propósito para establecer esa rica mezcolanza entre todo tipo de personas.
¿Qué medios utilizas para colorear?
Por lo general hago un dibujo a lápiz en una hoja de papel de calco y me curro todas las líneas. Luego lo pego en la parte trasera del papel en el que voy a plasmarlo, y lo pongo todo en una mesa de luz. Lo hago de esa forma porque antes solía hacer el dibujo en papel, pero si se empezaba a poner complicado y tenía que borrar la mano para mejorarla o algo así, podía estropear la superficie del papel, incluso aunque borrase con cuidado. Además, si haces el dibujo y llegas a la mitad y te equivocas, todo lo que tienes que hacer es desenganchar el dibujo a lápiz de la parte posterior y ponerlo en otra hoja de papel. Entonces eso reduce la tensión. Si la fastidias no lo arruinas todo para tener que volver a empezar. Después de haber hecho el entintado del dibujo, uso acuarelas —de las buenas— y simplemente relleno el dibujo de la forma más apropiada. Y cuando todo está acabado, lo rocío con un fijador, de modo que lo mantenga todo y pueda seguir añadiendo capas, dependiendo de lo que haya en el dibujo y del tipo de atmósfera que esté buscando. Puedo hacer capa tras capa de crosshatching, o con bolígrafo, o emborronar a lápiz, o agregar pintura adicional de color, o incluso frotar pastel, o todo tipo de cosas por el estilo. Puedo usar hasta seis tipos diferentes de medios.
¿Qué aporta el uso de la acuarela que no tengan otros medios para dar el color?
Porque no quiero un resultado opacado, bloquearía mis trazos. Por eso la acuarela es lo mejor. Por lo general uso marcas británicas, son las más útiles.
Gran parte de tu humor se deriva de que dibujas desde perspectivas tan desequilibradas que el gag alcanza niveles absurdos. Por ejemplo, hiciste una tira fantástica de Hitler en 1970. Hitler estaba furioso por algo.
Oh sí, era en la que estaba metido en el escondite sudamericano.
Cierto, y un tipo aparecía diciendo algo así como: "Supéralo". Ese es el tipo de cosas que hace que la gente se acaricie la barbilla y se pregunte: "¿Cómo diablos se le habrá ocurrido algo así?"
Bueno, gracias. Es como si fuese un pescador. A menudo, es un acto totalmente misterioso. ¡Empiezas a pensar y se te va la cabeza! Simplemente esa cosa ya estaba ahí. Y no tengo la menor idea de dónde proviene, pero en realidad es una demostración asombrosa de cuántas de tus operaciones mentales son inconscientes.
Parece que las historietas de este tipo pueden provenir de un lugar diferente a las del resto, como por ejemplo, esa del cazador que le dice a otro: "Felicitaciones, Baer, creo que has acabado con la especie". Supongo que en tus cartoons hay diferentes partes de la inteligencia creativa en juego. ¿Crees que ese tipo de gags proviene de la indignación?
Sí, es una de mis cosas ecologistas. He de confesar que yo... bueno, siento total simpatía por la gente que caza, si es que tiene que comer o algo así, pero nunca se me ocurriría la idea de salir y matar a un pobre polluelo en una rama.
Probablemente con un rifle automático.
Sí, sí. Y luego fingir que has estado en igualdad de condiciones con la criatura. Es patético. Y malvado. Uno de mis parientes más románticos, glamurosos y fantásticos, un bastardo verdaderamente duro, era mi tío Mac, Mac McGavern. Y vivía junto a los Wilson, un grupo extraordinariamente religioso. Soy pariente de William Jennings Bryan, del que estoy muy orgulloso, ja, ja.
Es tu tío abuelo, ¿verdad?
Sí, mi tío abuelo, y el otro tío abuelo del que estoy realmente orgulloso es P.T. Barnum, Dios lo bendiga. Pero puede que Bryan llegase y se tomase uno de estos enormes desayunos y nos diese un pequeño discurso mientras se lo estaba comiendo. Y mi abuela y mi abuelo Wilson tuvieron muchos hijos, pero también adoptaron niños. En dos de los casos, los niños terminaron casándose con uno de los niños con los que crecieron: una especie de matrimonio hermano-hermana, muy gracioso.
El tío Mac se casó con la tía Marnie (ella era una Wilson). Mac era duro como el pedernal. Había estado enrolado como infante en la Marina durante la Primera Guerra Mundial, y luego lo dejó y se unió a la Agencia de Detectives Pinkerton, e hizo cosas propias de una agencia de detectives; y también se metió con los sindicatos, que se estaban volviendo demasiado engreídos, y así sucesivamente. [Hablando con brusquedad] Y hablaba así, a lo Gahan. Duro, duro, durísimo. Y luego se casó con Marnie y entonces montaron un exitoso salón y restaurante en Bridgman, Michigan. Solía organizar excursiones, iba al suroeste y cazaba leones de montaña, no para matarlos, sino por el simple placer de capturarlos. Además, vendía esos leones de montaña a los domadores de leones, por lo que conoció a los mejores domadores de leones del negocio, y ellos le enseñaron los conceptos básicos de la doma de leones. Para entonces, había montado algunas cabañas de motel junto al restaurante y el salón, e instalado una jaula donde había metido un par de leones, y celebraba un espectáculo con los leones que podías ir a ver. Así que lo amplió todo hasta convertirlo en un zoológico, que se convirtió en un gran atracción. Una operación bastante exitosa.
A pesar de toda su dureza era un hombre muy dulce, y resultaba fascinante verlo junto con esas criaturas. Simplemente las amaba. Hay una foto enorme, no sé a dónde habrá ido a parar, y ahí aparezco yo, una cosita de seis o siete años, o por ahí, rodeada de cachorros de león. No es la cosa más segura del mundo, ¡pero parezco feliz como una almeja! No podía estar más feliz. Puede que todo esto haya reforzado mi lado ecologista. Muy extraordinario.
Déjame volver sobre tu estilo de dibujo. Cuando empiezas a hacer un dibujo que sabes que se va a publicar en blanco y negro en lugar de en color, ¿lo entintas de forma diferente?
Sí. No es que necesariamente lo haga con una línea diferente, pero el trazo afectará a toda la composición, porque el objetivo es su publicación en blanco y negro. Así que todo tiene que ser consistente. La mayoría de las cosas a color parecerían desordenadas si no fuesen a color.
Entonces, claro, cuando estás haciendo una ilustración en blanco y negro, ¿usas el lápiz y la tinta como color sustituto?
Es como grabar una película en blanco y negro. De esa manera, se pueden conseguir efectos diferentes a los que se pueden obtener con el color, te permite hacer efectos extraños. Pero las viejas y sensacionales películas de policías en blanco y negro eran maravillosas, porque eran en blanco y negro. Y puedes hacer todo tipo de cosas realmente ordenadas, oscuras y sorprendentes. Por ejemplo, un callejón: no se pueden hacer mejores que en blanco y negro. Mucho mejor en blanco y negro que en color. Y también una puerta abierta, ¿cuántas veces aparece una puerta abierta, extendiendo un haz de luz diagonal? Se ve mucho mejor en blanco y negro.
Seguro que eres fan del cine negro.
Me encanta. Sí, es genial. Muy de su época, de su tiempo, el blanco y negro. También hay algunas películas exitosas en color, pero funcionaba mucho mejor en blanco y negro. Da cierta sensación de pegajosidad que no se puede lograr con el color. Con el color se pueden hacer bastantes cosas con los tonos, como los tonos de piel, mientras que el blanco y negro puede ser mucho más brutal e impactante.
Creo que soy demasiado purista. Me parece que el cine noir no funciona en color.
Si, la verdad es que tiene un nombre de lo más apropiado. También habría que echar un vistazo a las películas de terror. Seguro que el mejor de todos es James Whale. Pero los únicos que adoptaron el color y luego se pusieron a experimentar con él en el cine de terror fueron la gente de la Hammer, y lo que hicieron fue volver al período de los penny dreadfuls, por lo que el color ambientaba a propósito el escenario, y tenía ese encantador toque victoriano, o quizá fuese de un poco de antes de la época victoriana. Fue Jim Dandy. Lograron que todo fuese fantástico.
¿Te gusta Val Lewton?
Lewton era brillante. Era asombrosamente sutil. Su blanco y negro era perfecto. Su fotografía era muy sutil, aunque en color habría parecido demasiado realista.
No te conozco muy bien, pero habiendo leído todo el libro y todos los cartoons, tengo que preguntarte lo siguiente: en cierto modo pareces un tipo dulce y de espíritu generoso. ¿Pero crees que tienes una veta misantrópica o cínica?
He de decir que me han impactado profundamente los acontecimientos de los últimos meses, y me da por pensar que aunque creía que era un cínico extremo, resulta que en realidad soy como Alan Greenspan: un ingenuo, un ingenuo total y absoluto. [Groth se ríe.] ¿Recuerdas su triste confesión?
Sí, Greenspan admitió que toda su visión del mundo, que ha tenido consecuencias sobre todos nosotros, estaba esencialmente equivocada.
Sí, dijo que realmente creía en la gente de negocios; que lo importante era satisfacer al cliente, y nunca se le ocurrió que ellos solo querían ganar dinero y punto.
¿No te parece absolutamente patético?
Sí, resultó conmovedor. Me conmovió mucho [risas]. Pero no tenía ni idea de que esos tipos fueran tan malos como han terminado siendo, lo que me parece muy desalentador. Es lo mismo que ocurrió con los nazis. Es asombroso lo terrible que puede ser la gente.
Una combinación de interés propio y desorientación.
Sí, e irresponsabilidad, y también una especie de crueldad que me resulta asombrosa. No tenía ni idea de que fueran así, aunque siempre he desconfiado mucho de la gente de negocios, porque he tenido mis experiencias, ya que mi padre trabajaba con ellos, y he conocido a varios, así que sabía que esencialmente van detrás del dinero [risas], y no están para servir al público, como parecía pensar Greenspan. Creo que su frase fue "satisfacer al clan”. Pero no tenía ni idea de que eran la horrible basura que son, y que serían capaces de utilizar unas maniobras tan crueles y atroces, realmente miserables, podridas e ilegales para victimizar a las personas que ellos mismos han marcado como víctimas. Aunque no tiene sentido alguno lastimar a la gente, son así de crueles. Parecen ser completamente inmunes al dolor de los demás. Me deja atónito. No sabía que fusen tan malvados.
Bueno, en realidad has criticado de una forma bastante constante la cultura corporativa a lo largo de tu carrera como historietista.
Tenía buenas razones. [Risas.]
Pero, ¿crees que tal vez no ha sido suficiente?
Como he dicho, resulta que he sido una especie de Greenspan. No tenía idea de que fueran tan malos. Todo lo que me había imaginado está tan superado que ahora me da un poco vergüenza. Lo que no entiendo, aunque si te relacionas con alguno quizá lo puedas ver sin problemas, es que lo que hacen es tan malvado que te preguntas: "¿Cómo pueden seguir?" Me parece muy misterioso. Y luego se van a casa y son razonablemente amables con sus esposas e hijos.
Tal vez sea la ingenuidad lo que te obliga a quedarte tan horrorizado. De lo contrario, simplemente podrías aceptarlo como parte del statu quo.
Sí. No me gusta la gente que maltrata a los demás y la despreocupación con la que lo hacen. Una de las frases más bellas que se han dicho jamás es: "No se puede engañar a un hombre honesto", que por supuesto, es una absoluta tontería que en su momento alguien se inventó como excusa. "Si te engañan, es por tu culpa". La mayoría de los timos se basan en seleccionar cuidadosamente a las personas a las que vas a joder. Y eso me parece aún peor. Una cosa es burlar y estafar brutalmente a alguien que es igual que tú, pero hacérselo a alguien que no lo es, te convierte en un matón de patio de colegio.
Bueno, ¿cuál es ese viejo dicho, "Cada minuto nace un tonto"? Ese es su credo.
No puedo ni imaginar por qué pensar eso les podría hacer sentir mejor al respecto. Quizá se pongan en contacto con las suficientes personas mayores como para encontrar a una que no tiene ni idea, y entonces se concentran en esa. Me parece de una crueldad atroz.
Por otro lado, teniendo en cuenta la cantidad de gags que ha hecho satirizando nuestros tribunales, tampoco tienes mucha confianza en la aplicación de la justicia en nuestro sistema. [Risas.]
Bueno, creo que se suele ganar a muchos de los malos, pero es dolorosamente obvio que el juego está manipulado. Y como he dicho, creía que yo era un cínico, pero no tenía idea de que todo estaba así de amañado. No sabía que todo estaba tan sesgado. Si te pones a investigar, las cosas se vuelven cada vez peor, hasta alcanzar niveles que nunca creerías que nuestro sistema podría alcanzar jamás. Y no debería ser así
Por lo general, sueles dibujar los tribunales como si fueran una farsa.Pero me parece que también hay mucha gente sincera haciendo todo lo posible para que la cosa funcione bien, aunque, sí, si eres rico y tienes buenas conexiones, etc., tendrás ventajas de las que te podrás aprovechar. Es perfectamente legal, aunque no debería serlo. Como he dicho, pensaba que había más gente honesta. No sabía que yo era así de tonto.
El gag más brutal y cínico del libro, y que debería recibir algún tipo de premio, es aquel en el que los alienígenas echan un vistazo a un par de tontos neandertales y dicen: "¿Qué daño podría hacerle a este planeta enseñar a estas miserables criaturas cómo usar el fuego y las herramientas sencillas?"
Como he dicho, todo este asunto me ha producido un gran impacto en los últimos meses. Ha sido muy traumático.
Creía que sabía mucho más de lo que sé, y de repente me di cuenta de que la ingenuidad no tiene fondo. Simplemente no tenía ni idea, y no tenía ni idea de que mi metedura de pata sería tan salvaje. No sé por qué, porque si te adentras en algunas zonas subdesarrolladas, donde son tan frecuentes los prejuicios, de alguna manera las cosas son mucho peores. Recuerdo hablar con un abogado que me decía: "Inocente hasta que se demuestre que es indigente". Y es dolorosamente cierto. Cuando te fijas en esta forma de pensar, te lleva a descubrir a esas personas horribles que son capaces de destruir vidas.
Viven consigo mismos sin problemas: nada es capaz de dejarlos desconcertados.
Nada los desconcierta en absoluto, están muy orgullosos de lo que hacen. Me pasé muchas noches en las que quise romper una botella sobre la cabeza de varios de esos. Simplemente se sientan allí presumiendo, intentando superarse unos a otros con esas historias hilarantemente divertidas de cómo han destruido la vida de alguien.
Quería hablarte sobre la disidencia del status quo (sin ser estridente o ideológica) que se extiende a lo largo de tu obra. Pero, no obstante, en tus gags se puede ver una oposición fundamental al acoso y la brutalidad y a ese aprovecharse de los demás. Creo que de alguna manera alimenta la potencia de tu trabajo y le otorga cierto lastre moral.
Señalo hacia algo completamente indignado, levantando mi antorcha. No es que valga de mucho. Eso es lo otro que te quería decir: puedes despotricar y delirar y hacer todo esto y conocer a otras personas que viajan en el mismo barco que el tuyo, pero te das cuenta de que no has logrado gran cosa.
[Risas.] Bueno, uno hace lo que puede. ¿Alguna vez has llegado a pensar en que te gustaría convertirte en un historietista político? ¿Llegó a pasarte por la cabeza?
Disfruté mucho cuando estuve trabajando algunos veranos en el Chicago Tribune, porque el tío que tenían de editor era vecino nuestro y nos habíamos hecho amigos. Es una buena anécdota. Vivíamos en ese bonito edificio de apartamentos y su casa estaba directamente encima de la nuestra. Celebraba fiestas en su gran apartamento, un apartamento enorme y que iba ampliando, y era algo increíble, porque acudían muchos políticos y empresarios de gran importancia. Los invitaba, los emborrachaba y los hacía quedar en ridículo. De niño estuve haciendo radio, y finalmente lo dejé porque quería ser dibujante, por lo que mis impulsos no me dejaron continuar en ese medio.
Sin embargo, mi mejor amigo, que lamentablemente ha fallecido, siguió metido dentro y finalmente terminó convirtiéndose en el primer gran productor de Oprah Winfrey. Los dos estuvimos colaborando durante una época, así que estaba familiarizado con algunas de las máquinas que se solían utilizar, que no eran tan comunes en ese momento. Una era una grabadora de cable, antes de la de cinta, así que solíamos grabar con un cable, que era imposible de editar a menos que fueras un experto y tuvieses la habilidad de cortarlo. Se lo enseñé a Maxwell, el editor, y se quedó encantado con la máquina. Solía celebrar las fiestas los fines de semana, y cuando iba la gente yo me presentaba con mi pequeña máquina grabadora. Hicimos una prueba y funcionó a la perfección. Allí había personas muy importantes que siempre veía en los periódicos y a las que escuchaba por la radio, y se estaban emborrachando. Luego les decía que se pusieran frente a la máquina y les pedía que grabasen las tonterías más horribles que se les ocurriesen. Y cuando empezaba la siguiente fiesta, reproducíamos esas grabaciones para el siguiente grupo de ricachones mientras empezaban a dar sus primeros tragos. Se reían sin parar, pero por supuesto, en un rato se ponían hasta arriba y empezaban a hacer exactamente lo mismo. Achuchaba a uno de los grupos con lo que habíamos grabado del interior, y además teníamos el placer de haber grabado todas esas cosas.
Ese editor y yo teníamos una relación muy cercana.
Me pregunto dónde estarán ahora esas cintas.
Yo también me lo pregunto. Ese editor fue un gran aliado e hizo todo tipo de cosas buenas por mí. Por eso me quedé consternado, porque durante mucho tiempo me relacioné con ese tipo de gente, y aún así seguí siendo una persona bastante inocente. Lo que hace que me pregunte: ¿qué pasaría si alguna vez descubriésemos realmente lo horribles que son? No quiero ni pensarlo.
Nuestras cabezas explotarían. ¿Crees que esas fiestas y esos divertimentos que llevabais a cabo mejoraron tu conciencia social o tu comprensión del mundo?
Definitivamente. Fue un vistazo aterrador y extraordinario a cómo son realmente. Esa gente era muy importante. Tanto como te puedas imaginar. Y nos gustaba desafiarles y hacer que se pasaran de listos. Y lo hicimos de forma bastante sutil. No se daban ni cuenta. A pesar de su inteligencia, en realidad no lo eran tanto. Supongo que es uno de los motivos por los que son capaces de maltratar a tanta gente.
Me pregunto si existirá una correlación entre inteligencia y compasión.
Creo que definitivamente la tiene que haber. No creo que sean dignos de confianza.
Bueno, eso no explicaría a alguien como William F. Buckley.
No, en realidad no, pero me parece que está bastante relacionado. Puedes juntar dos y dos y decir: "Has destruido a esta familia y a todos los que la integran". Puede que te den buenas excusas. De alguna extraña manera igual no son ni capaces de percibirlo. Pero la inteligencia es ciertamente una forma de... bueno, es lo que Obama está haciendo ahora. Está utilizando la simple inteligencia para dilucidar muchas de las cosas que están sucediendo, y algunas veces funciona y otras no. Es en gran parte lo que separa a los políticos que están haciendo algo decente de los que no. Pero la inteligencia también puede ser utilizada por gente como Adolf Hitler y similares.
Aplicarla de pena.
Es un tema muy deprimente. [Risas.]
Sí, el mal uso de la inteligencia. Es un tema deprimente. Probablemente deberíamos terminar aquí la entrevista.
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