domingo, 7 de julio de 2013

RESEÑA DE "ALAN MOORE: CONVERSATIONS", por Kristin Williams

Reseña de Kristin Williams para The Comics Journal (2012) del libro editado por la University Press of Mississippi. Traducida por Frog2000.

La pregunta “¿De dónde provienen tus ideas?” puede ser la peor que le puedes hacer a un guionista, pero a menudo es la que más nos gustaría saber. Ninguno de los diez entrevistadores de los diez interrogatorios recopilados en "Alan Moore: Conversations" le pregunta al maestro loco de las historias en cómic concretamente por el tema, pero bien podrían haberlo hecho, y es posible que incluso les hubiese respondido.

Alan Moore saca sus ideas de lo siguiente: drogas, magia, sueños, Historia, literatura, durante sus paseos por Northampton y de las charlas ocasionales con los amigos, aunque no sea necesariamente en ese orden.

De hecho, Moore se niega a reconocer que existe una diferencia fundamental entre todas estas variadas categorías de la experiencia: en su mayor parte, Northampton es su historia, y la historia es literatura y a veces también es una charla, y la literatura es magia y los sueños son magia, y al parecer todo lo demás también puede serlo.

Estas entrevistas, que abarcan cerca de treinta años, desde 1981 a 2009, nos ofrecen la oportunidad de ver cómo Moore va elaborando poco a poco sus ideas, articulándolas por completo a lo largo del tiempo. Lo que en 1981 eran vagas intuiciones, en 2009 se convierten en detalladas teorías metafísicas. Parece que parte del impulso de su misticismo lo utilice para demoler fronteras: tiempo, espacio e individualidad son diferentes aspectos de una sola conciencia que todo lo abarca: "Dios hablando consigo mismo." Teniendo en cuenta que buena parte de la obra de Moore trata sobre derribar otro tipo de límites: límites de género, fronteras entre las diferentes narraciones de ficción, límites políticos, límites morales, límites identitarios, tal vez la visión monista del mundo nos pueda parecer poco menos sorprendente.

Sin embargo, todas las especulaciones metafísicas, junto con la adoración a una serpiente-marioneta, suenan ligeramente a locura, y Moore lo admite alegremente. Por otro lado, las ideas no tienen por qué parecer cuerdas para ser ciertas, y desde luego tampoco tienes que estar cuerdo para resultar alguien interesante. "Conversations" es denso y acumula ideas atractivas, provocativas y desorientadoras. Moore es capaz de pontificar sobre Todo, desde la ciencia sobre el viaje en el tiempo a la psicología de Edward Hyde, desde la naturaleza del "mal" a la industria del cine, y también sobre las causas de la Gran Guerra. Sus ideas no siempre son las más apropiadas, pero a continuación uno tiene la impresión de que es mejor ser fascinante y estar confundido que ser una persona aburrida con la razón de su parte.

La fuerza de su charla es suficiente como para impulsarte de una forma rápida, incluso vertiginosa, a lo largo de todo el libro. La agudeza de su mente, las digresiones intrépidas, el ingenio rápido, y el humor aparentemente sin fin se bastan para arrastrar al lector como si éste estuviese de resaca. Y en ese sentido, el título de esta colección es una definición evidentemente poco apropiada. Salvo una o dos excepciones tempranas, de lo que realmente trata este libro no es de conversaciones, de la misma forma que se suelen llamar conversaciones a los monólogos de George Carlin o a los diálogos socráticos. En su lugar son largas, retorcidas y brillantes diatribas, muchas veces iluminadoras, marcadas por alguna pregunta lanzada de vez en cuando que prácticamente es irrelevante. Las entrevistas de Moore son performances, obras de teatro en las que, sea cual sea el tema, el auténtico drama que estamos presenciando es la mente de Alan Moore.

Algunas de las ideas de Moore son tremendas y chaladas, pero cuando en las entrevistas empieza a charlar sobre algunos detalles prácticos de su trabajo y comenta (por ejemplo) cómo se reunieron las "Lost Girls", o cuando describe no el argumento, sino la mecánica narrativa de Watchmen, y en general cada vez que vuelve sobre el tema de las cosas que los cómics son capaces de conseguir por encima de cualquier otro medio, Moore está en su mejor momento. Si hablamos en términos de cómo hace lo que hace, y por qué hace lo que hace, el caudal de ideas recogidas en este libro es enorme. Aunque es cierto que un escritor no puede dictar el significado de lo que la gente va a encontrar en su trabajo (sobre todo en un medio colaborativo como son los cómics), sin embargo su punto de vista puede ser único e interesante. No es que el autor intente decirnos cómo se ha de leer su obra, sino que comenta cómo la ha escrito.

La gente que suele estudiar o escribir sobre Alan Moore encontrará muy útil este libro. Y sus fans más obsesivos lo encontrarán divertido. Aunque no lo es tanto, y definitivamente tampoco es tan útil como el conjunto de su obra. Los cómics de Moore continúan superando cualquier comentario que alguien pueda hacer sobre ellos, incluso aunque esa fuente sea el propio Moore.

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